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Equipo docente de Introducción a las Teorías Psicológicas

Corrientes Teórico Técnicas


Facultad de Psicología
Universidad de la República
PERSPECTIVAS PSICOLÓGICAS
EN SALUD

E q u ip o d o c e n te
de In tro d u c c ió n a la s T eorías P s ic o ló g ic a s
C o rrie n te s T eórico T é c n ic a s
Facultad de Psicología
Universidad de la República

P S IC O L IB R O S
U n i v e r s i t a r i o
Y
Derechos exclusivos de Publicación:

© Psicolibros Universitario - ConyTriun

Tristán Narvaja 1671


Tel: 401 6657
E-mail: psicolibros@ adinet.com .uy
M ontevideo - Uruguay

Diseño y diagram ación: Patricia Carretto


E-mail: paticarretto@ adinet.com .uy
Revisión de texto: Lic. Cecilia Mota
E-mail: cecilia.m ota@ gm ail.com

ISBN 978-9974-8167-7-0

Se term inó de im prim ir en el mes de octubre de 2009

Hecho el depósito que marca la ley.


Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o
total de cualquier m edio gráfico o inform ático sin previa autorización del editor.
LOS AUTORES

S a n d r a C a r r o . Psicóloga, profesora agregada de la F a cu l­


tad de P sicología y C oordinadora A ca d é m ica del la S ede Treinta
y Tres del C entro U niversitario de la R egión Este. R esponsable
del d iseño y desarrollo de proyectos de desarrollo social rural.
P osgrad uada en G erencia S ocial ( c l a e h ), C om petitividad Local y
R egional (W E IZ C E N T E R /C E R U R Israel), y m aestría en A tención
P rim aria en S alud (U delaR ).

P a t r ic ia d e l a C u e s t a . Licenciada en P sicología, profesora


agregada de la F acultad de P sicología y encargada del curso In­
tro ducción a las Teorías P sicológicas del P rim er C iclo de la ca rre ­
ra. M a g iste r de S alud M ental del D epartam ento de P ostg ra d o s de
Facultad de E nferm ería.

R o s a r io V a e z a . Licenciada en Psicología, d ocente del Á rea


de P sicoa nálisis de la Facultad de Psicología; d ocente del S ervicio
de A te n ció n P sicológica P reventivo A sistencial (C onvenio M SP-
U delaR ). M a gister en Salud M ental del dep a rta m e n to de P osgra­
dos de F acultad de E nferm ería.

A l v a r o D ía z . Licenciado en E nferm ería, p ro fe so r a d ju nto del


dep a rta m e n to de Salud M ental, F acultad de E nferm ería. C o o rd i­
nad o r de la P oliclínica M unicipal de Lavalleja, C C Z 13. M a g iste r
en S alud M ental del d e partam ento de P osgrados de Facultad de
E nferm ería.

— 5 —
A n a L a u r a R u s s o . Licenciada en P sicologia, psicoterapeuta
pslcosomatista; docente de la U niversidad de la R epública (F acul-
tndos de P sicologia y O dontologia).

J o r g e C o h e n . P sicólogo; M a g iste r en P olíticas S ociales, d o ­


cente de la Facultad de Psicología en Introducción a las Teorías
P sicológicas y en C orrientes Teórico Técnicas, S e m inario S istè m i­
ca, d ocente en Fam ilia en C E N FO R E S ; Dir. de la D ivisión A tención
Integral a la Fam ilia, INAU. A u to r de varias publicaciones.

Luis G o n q a l v e z . P sicólogo especializado en A n á lisis B ioener-


gético, A nálisis R eichiano, Psicología Social y P sico tra u m a to lo g ia .
D ocente u niversitario de C línica B ioenergética; C orrientes Teórico-
T écnicas, Introducción a las T écnicas P sicoterapéuticas, U nidad
de F orm ación P erm anente para G raduados; y de P sicología Social
en la Facultad de P sicología (U delaR , U ruguay). D ocente invitado
del d e partam ento R eichiano del Instituto Sedes S apientiae (S P /
Brasil). M iem bro D idacta del Taller de E studios y A n á lisis B ioener-
gético (TE A B , M ontevideo/U ruguay). A u to r de varios los libros.

R a ú l S in t e s . M édico Psiquiatra; Terapeuta, P sicodram atista.


A u to r de vario s libros acerca de psicodram a: A q u í y aho ra : el p s i-
codram a, M ás allá d e l m onigote, P o r a m o r a l arte, P sico d ra m a : La
terapia de los dioses caídos.

J o r g e S a l v o S p in a t e l l i . M aster en Integración de P ersonas


con D iscapacidad; E specializado en P sicología del D eporte, la A c ­
tividad Física y la R ecreación; A siste n te grado II “ Introducción a las
Teorías P sicológica s” , Facultad de P sicología (U delar).
E -m ail: salvojorge@ gm ail.com

A l d o T o m a s s in i U r t i . C o laborador H onorario y A siste n te de)


P royecto de Investigación S obre A c tiv id a d F isica y Salud, In tro d u c­
ción a la s Teorías P sicológicas, Facultad de P sicología (U delar).
E -m ail: aldotom assini@ gm ail.com
ÍNDICE

P ró lo g o .............................................................................................9

Psicología y ciencias de salud. Introducción a los rasgos


generales de una ontologia de la sim plicidad en relación;
una m irada desde la com plejidad.
Prof. A g d a Psic. Sandra C a rro ..........................................................11

C onsideraciones sobre el concepto salud.


Mag. D e la C uesta P atricia; D íaz A lva ro ; Vaeza R o s a rio 29

La escisión “alm a cuerpo” en perspectiva histórica,


Lic. A n a Laura R u s s o .......................................................................... 39

P sicosom àtica Psicoanalítica. Un enfoque que supera


la clásica dicotom ía m ente-cuerpo.
Lic. A n a Laura R u s s o .......................................................................... 57

Salud y enferm edad, una aproxim ación desde la Teoría


sistèm ica.
Mag. Jo rge C o h e n ................................................................................69

La bioenergética. Un cam ino vibrante hacia la salud,


un cam ino hacia la salud vibrante.
Lic. Luis G o n g a lv e z ..............................................................................83

Teatro de la espontaneidad y psicodram a.


Dr. R a ú l S in te s ...................................................................................... 95

— 7—
La m u je r e n c a rc e la d a y el d e s a rro llo d e s u s p o te n c ia lid a d e s
p a ra la e x c a rc e la c ió n .
Lic. Juan Lu is C havez; Lic. A lvaro G onda;
Lic. N ico lás D u ro .................................................................................. 99

P s ic o lo g ía d e l d e p o rte , la a c tiv id a d fís ic a y la re c re a c ió n .


Mág. Jorge S alvo S p in a te lli y Br. A ldo Tom assini U rti 125
PRÓLOGO
Solo necesitamos mirar a nuestro alrededor para
ver que estamos en el medio de una montaña de
escombros de aquellos pilares (de las verdades
más conocidas).
H anna A re n d t1

La propuesta de esta publicación es un aporte desde los di­


feren tes m arcos teóricos en la com prensión de la salud y e n fe r­
m edad.
D esde el curso de Teorías y C orrientes Teórico T écnicas se
en tiende la psicología desde la com plejidad; esto significa co m ­
pre nder al fe nóm e n o psicológico desde m últiples perspectivas, lo
m ism o que la intervención, para p rom over la salud o d ism in u ir el
daño.
Estas perspectivas no se anulan ni niegan unas a otras, sino
por el contrario, y es nuestro objetivo, que el estudiante y el pro­
fesional de psicología puedan integrar y reco n o ce r las diversas
fuentes y abord aje s de conocim iento.
E nten der el fe nóm eno psicológico com o com plejo, im plica
a socia rlo a las causas m últiples: la interdependencia, la dinám ica
no lineal, la indeterm inación, las redes com plejas y los fen ó m e n o s
colectivos. Se asum e que la ciencia de la com plejidad tie n e m ucho
que v e r con las conexiones y las m últiples interacciones entre las
dife ren tes disciplinas científicas, de form a que su d e sa rro llo podría
perm itir co nocer espacios nuevos y a plicaciones nuevas. E nten­

1 Arendt Hanna (2005): La Condición Humana. Ed. Paidós. Barcelona.


dem os que la visión de interdisciplinariedad debe iniciarse desde
el diálogo de las diferentes “psico lo g ía s” . Esto pasa a ser una p re ­
m isa para acercarn os a la com prensión y por lo tanto, p o der ser
ope rativo s en térm inos de salud-enferm edad.
El proceso de discusión y por qué no de trabajo conjunto,
no es fácil desde la teoría psicológica, ya que no solam ente en
Uruguay, sino que en el contexto internacional ha sido dificultosa
la constru cción de un diálogo inter-teórico.
Los difere ntes desarrollos teóricos que aquí se exponen tie ­
nen su origen en distintos m om entos históricos y en d ife re n te s e s ­
pacios geográficos, pero los docentes que los de sa rro lla n tienen
en cuenta la realidad contem poránea del país. Por lo tan to no son
producto de razonam ientos independientes de la “re a lid a d ” y m e ­
ras e speculacio nes teóricas, sino fruto de la reflexión en con ta cto
con el contexto.
El eje salud-enferm edad es uno de los a n a lizados en el curso
de In troducción a las Teorías P sicológicas y es de re levancia en el
desarrollo académ ico, por ello ha m otivado este trabajo, co m p ro ­
m etiénd onos para futuros desarrollos de los otros ejes.

Mag. Jo rg e C ohén

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PSICOLOGÍA Y CIENCIAS DE SALUD
In tro d u c c ió n a lo s ra s g o s g e n e ra le s de u na o n to lo g ía
d e la s im p lic id a d en re la c ió n ; u n a m ira d a d e s d e la
c o m p le jid a d .

Prof. A gda Psic. Sandra Carro

“Mil veces la experiencia ha demostrado, inclu­


so en personas no particularmente dadas a la
reflexión, que la mejor manera de llegar a una bue­
na idea es ir dejando que fluya el pensamiento al
sabor de sus propios azares e inclinaciones, pero
vigilándolo con una atención que conviene que pa­
rezca distraída, como si se estuviera pensando en
otra cosa, y de repente salta uno sobre el inadver­
tido hallazgo como un tigre sobre la presa.

1- La síntesis newtoniana
C óm o cono cem o s y qué conocem os ha sido m ateria de e stu ­
dio de m uchas disciplinas. M ás tard ía m e n te el hom bre c o m e n zó a
preg unta rse tam bién por quién conoce y para qué conoce. Sin e m ­
bargo aún hoy persiste una cierta m ística del científico y el proceso
de investigación, dividiéndose las aguas entre los cu a lita tivos y los

1 Saramago, J. (2001). El evangelio según Jesucristo. Grupo Santillana. 3.,sed., Madrid,


p. 91.

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cuantitativos; las ciencias exactas y las sociales, la experiencia, la
Idoa y el concepto.
El m odelo m ecanicista de N ewton, es la síntesis genial de un
largo p roceso histórico, de trabajos com o los de K epler y G alileo,
cuyo gran aporte fue la actitud reflexiva, es decir, p e n sa r sobre la
experiencia, aplica r la abstracción a la o bservación directa, co n ­
ve rtir el d ato en conocim iento; aporte no m enor si pensam os que
en esta época la escolástica eclesiástica era el canon “cie n tífico ” .
Sin em bargo no fue sino hasta la aparición de un sujeto, de
linaje noble y heredero de gran fortuna, cuya inquieta personalidad
lo llevó a recorrer el universo académ ico de la época con un eterno
dejo de inconform idad; un “libre pensador” diríam os.
Su fortuna le perm itió vivir sin necesidad de d istra e r su tie m ­
po en otras actividades que no fueran las de su personal e in te le c­
tual interés, y bien p e n sador por cierto, ya que le cam bió el rum bo
a la ciencia sin ha ber realizado nunca ninguna investigación; toda
su producción la realizó a p artir del d iscurrir de su actividad ra cio ­
nal e hipotética.
René D escartes fue científico, m atem ático, psicólogo, filó ­
sofo. Su tesis de la “ RES E X T E N S A ” (m ateria extensa) y “RES
C O G IT A N S ” (m ateria pensante), diagram ó el universo científico,
no por la novedad de la idea, ya presente en Platón, sino por la
im pronta m etodológica que la sostuvo.
El m étodo cartesiano que es de por sí un m étodo analítico;
plantea la separación de los fenóm enos com plejos de la n a tu ra le ­
za, el a nálisis de sus partes y de las relaciones entre ellos, para
llegar al co nocim ie n to verdadero.
La naturaleza, para D escartes, funciona com o un todo o rg a ­
nizado perfectam ente, m ecánicam ente por leyes naturales in m u ­
tables creadas por Dios que era la referencia últim a de lo m aterial
y lo racional, esa perfección podía ser com prendida a través de
la luz de la razón, y esta razón era un don que D ios le daba al
hom bre.
Fue Isaac N ewton quien le dio expresión m atem ática y llevó
estas ideas de la “ideación e sp e cu la tiva ” a la e xp e rim e n ta ció n . Y
esto es lo que hace realm ente grande a D escartes, todo lo que
postuló encaja.

— 12 —
S ir Isaac N ewton a diferencia de los científicos y filósofos
»interiores llegó a d isfru ta r en sus últim os 20 años de vida, el re­
co no cim ien to universal de su sabiduría. R etom ando a D escartes
planteaba: “D ios creó el universo a p a rtir de d e te rm in ad a s p a rtí­
culas, e stas partículas se com binan y se m ueven de a cuerdo a
ciertas leyes, esas leye s son inm utables. Si el hom bre pu e d e lle g a r
o co n o ce r esas leyes, conoce el secreto de la n a tu ra le z a ”.
C ada ciencia que aplicaba el p ensam iento y las fó rm u la s de
N ew ton a un nuevo cam po de investigación, la quím ica, la física, la
term odinám ica generaba nuevos conocim ientos con aplicabilidad
real. Tan perfecto fue el pensam iento de N ew ton que tam bién se
aplicó su concepción a las ciencias sociales.
O tras “luces" ilum inaron el siglo.
El filósofo y psicólogo, John Locke, británico, aplicó las te o ­
rías de N ew ton a las ciencias sociales y concibió a la sociedad
com o fo rm a d a por unidades indivisas que se o rganizaban de de­
term inada m anera y cada organización tenía sus leyes; c o n o cie n ­
do sus leyes entonces podía com prenderse el cam po colectivo, las
unidades indivisas del cam po social es asim ilable al con ce p to de
partícula que en la física o m olécula en la quím ica perm itía toda la
aplicación de las leyes new tonianas.
El atom ism o, el asociacionism o, el reduccionism o, el m e ca ­
nicism o tam bién se convirtieron en el sostén e p iste m o ló g ico de las
ciencias hum anas.
Esto es bien im portante porque le da el fu n d a m e n to cie n tífi­
co que perm ite d e sa rticu la r d efinitivam ente el p o der de la iglesia
sobre la organiza ció n social, pone a to d o s los hom bres en ig u a l­
dad de condiciones; si todos los hom bres nacen iguales y solo
depende de sus experiencias personales cualquiera puede ser rey,
o noble o rico, el po der no está dado por Dios sino que es una
construcció n personal y esto viene a ce rra r este proceso de crítica
a la co ncepción de hom bre y al control social que la iglesia estaba
ejerciendo.
El pen sam iento de Locke perm ite el d e sarrollo de las ciencias
de la edu cación y es la base de m uchas teorías que se expresan
en las te o ría s conductistas.
C u ando surgen la R evolución Industrial y el ca pita lism o com o
orga nización económ ica basado en el esfuerzo individual com o

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derecho, la visión del m undo y la ideología hegem ónica estaban
listas.
A partir de Newton el conocim iento tiene un correlato práctico
que vale su peso en oro, y la producción de co n o cim ie n to s co m ie n ­
za a se r una actividad rentable, pero dejem os esa pesquisa para
otra oportunidad.
V olviendo a los m odos de conocer, la relevancia o torgada a
la cuan tificación com o procedim iento, apoyada en el le n g ua je m a ­
tem ático, privilegió la regulación por un patrón externo; se d e n o m i­
nó “ p roce dim ien to o b jetivo” al m ecanism o de a sim ila r la n aturaleza
a este m odelo de expresión.
Se produce un efecto de “natu ra liza ció n ” del nuevo m odelo
c u a n tifica d o r del universo, confundiendo el m odelo con la realidad
m ism a. Se olvid ó el origen convencional de las m edidas; se o b je ti­
vó el dato según una cultura y m om ento histórico específico.
El m odelo new toniano hace referencia a una conce p ció n del
conocim iento, a una visión del m undo, a una conce p ció n de cie n ­
cia, caracterizada por una visión analítica que se sustenta en los
sigu iente s supuestos:
• E xistencia de una unidad elem ental cuyo co n o cim ie n to es
tra sp o la b le a la totalidad (la sum a de las partes es igual al
todo).
• La totalidad por ende tiene una identidad estática, in d e ­
pen diente del entorno (asepsia de la ciencia, o bjetividad,
neutralidad científica).
• E xiste una relación de causa y efecto de las partes e ntre sí,
y e ntre las partes y el todo (causalidad m ecánica).

E xistieron otras propuestas, otras m iradas, H egel, Marx,


Pierce, D urkheim , pero fue a partir de planteos com o los de B erta-
lanffy, P iaget, P riogine; los desarrollos de la teoría de los sistem as,
la cibernética y la física cuántica, que se va co n so lid a n d o una n u e ­
va perspectiva, un nuevo paradigm a que recoge los a sp e cto s que
no entran dentro de la norm a positivista, e intenta in te g ra rlo s a la
n aturaleza del ob je to de conocim iento.
E stos asp e cto s escapan a las leyes generales y atentan c o n ­
tra la segurida d del cálculo, los puntos de ruptura de las norm as de
luncio nam ie nto del universo, asum idos por el m odelo m ecanicista
com o e rrores del patrón, “a -n o rm a lid a d e s” .
D enise N a jm anovich2, epistem óloga argentina, propone el
concepto de “F u n d ó n h isto riz a n te ”, para referirse a la m irada a
través de la cual buscam os p roducir sentido a partir de la cro n o lo ­
gía histórica, reconectando los datos, con su origen y su proceso
de construcción. Para la autora, el realism o científico (co rre sp o n ­
dencia del m odelo con la realidad) que subyace a la perspectiva
e m p írico-positivista, es fruto de la e sta ndarización d e sp ro vista de
una m irada historizante.
En contraposición al reduccionism o que plantea el paradigm a
positivista, al que se le denom ina “de la s im p licid ad ” , los nuevos
desarrollos proponen una m irada desde la “c o m p le jid a d ” , ca ra c te ­
rizada por:

• El e nfoque histórico, procesual y transform ador, pero ta m ­


bién historizante, heurístico.
• El supuesto subyacente es el de la e xistencia de unidades
dinám icas, donde el sentido lo da la interacción, el vínculo
e ntre las partes.
• La totalidad es m ás que la sum a de sus partes, se co n s­
tru ye com o estratos que van suprim iendo, c o n se rva n d o y
su peran do las estructuras anteriores, com o el le n guaje e s ­
crito suprim e, conserva y supera la lengua oral.
• No existe independencia del entorno, sino auto n o m ía rela­
tiva. Los ciclos o estratos se deslizan en espiral abrié n d o se
al ce rra rse y cerrándose al abrirse. La ind e pe n d e n cia a b s o ­
luta del entorno sería la m uerte del sistem a.
• F inalm ente no es posible preguntarse por las causas, sino
que la interrogación debe re ca e r en las co n d icio n e s de
e m ergencia de los hechos.

2 Najmanovich, D. y Dabas, E. (comp), (1996). Redes. El lenguaje de los vínculos. Ed.


Paidós. Buenos Aires.

— 15 —
I os problemas que debe afrontar el saber sobre la
ilud para aspirar a ser una ciencia
¿Do qué hablam os cuando decim os C iencias de la S a lu d ?
¿Cuál os su o b je to de estudio?
Dos en foques se entrem ezclan en las preguntas, un e nfoque
m ás e piste m oló g ico (definición de ciencia), y un e nfoque m ás filo ­
sófico (con cep to de salud), donde lo que “e s ” pasa a se r evaluado
con lo que “debe se r” .
Para H ipócrates, la salud estaba relacionada con el e q u ilib rio
arm ónico de los hum ores, una particular y propia p roporción, es
de cir una m edida interna.
¿Es posible e n co n tra r una m edida universal para todos los
hom bres que perm ita o rg anizar las prácticas, las a ccio n es para
alcanzar ese equilibrio?
¿P or qué un conocim iento sobre el “bie n -e sta r” h um ano ne­
cesita una funda m e n ta ció n epistem ológica? ¿Qué ca ra cte riza a un
sa b e r objetivo?
H abla r de C iencias de la Salud sugiere que existe un a cu e r­
do acerca de la d elim itación de un objeto de estudio. Un vistazo
general a las producciones teóricas del cam po de la salud, puede
m ostrarnos algunos ejes conceptuales que se repiten:
• S alud (norm alidad)
• E nferm edad (patología)
• C uración (terapéutica)
• P reservación (prevención)

El estado de la discusión del objeto y m étodo de las C iencias


de la S alud actualm ente, no es m uy diferente al que existía en los
albores de la ciencia m o derna.3
Las nociones nucleares de estas ciencias encierran “v a lo re s ” .
Si la salud es concebida com o un “ bien", estam os en una e n cru ci­
ja d a e pistem o ló g ica . ¿Qué clase de conocim iento p o dem os te n e r
acerca de los “b ie n es”?

3 Paracelso (1400), diferenciaba cinco tipos de Medicina: Naturalista, Específica, del


Espíritu, Cabalística o caracterológica y de la Fe.

— 16 —
P ero en el m undo académ ico, estas perspectivas dividen
l;is epistem es y las enfrentan entre sí. Los científicos piensan por
"unidad de lo sem ejan te ” , m ientras que lo cotidiano se expresa a
través de la unidad por lo “dive rso ”.4
Pero com o el m undo académ ico es m undo al fin, tam bién su
osfuerzo “pu rificador” de desacoplar, cla rifica r y o rd e n a r la reali­
dad, lejos de se r una perspectiva e m pobrecedora es lo que posi­
bilita la creación.
El m ayor desafío de las C iencias de la S alud se relaciona
con la búsqueda de legitim ación epistem ológica de sus cuerpos
conceptuales, cóm o resolver el problem a de las dicotom ías entre
lo natural y lo cultural, entre lo real y lo discursivo.
Los sueños, ¿nos pueden decir algo acerca de nuestra form a
de ser, nu estro carácter, las cosas que nos preocupan, nos an­
gustian y alegran? ¿O acaso es un fenó m e n o n e u ro q u ím ico que
tiene su expresión en la actividad cortical y que a tra vé s de esas
características de funcionam iento m etabòlico, fisiológico, neuro-
quím icos, nuestra corteza funciona de una m anera p a rticu la r que
da com o resu ltad o este fenóm eno de los sueños, esta d e so rg a ­
nización, im ágenes inconexas, tiene que ve r con un dete rm in ad o
fun cion am iento de la corteza cerebral?
El desarrollo de la psicología com o ciencia es la historia de
las respue sta s dadas a esta y otras preguntas a lo largo de la
historia.
Sin duda, uno de los m ayores sacudones que ha recibido el
ego del “ hom o cu ltura lis” ha sido la propuesta del m édico vienés
S igm und Freud.
El im p acto que la “hipótesis del in co n scie n te ” produjo en la
academ ia de la época, tiene que ver no solo por el im pacto social
de la teoría, sino que rom pió con la ilusión abstraccionista, el p osi­
tivism o cie ntífico de la época.
G eorge Politzer, pensador m arxista francés de la prim era m i­
tad del siglo xx, fu nd a d o r de la U niversidad O brera de París plan­
tea en su obra C rítica de los F u ndam entos de la P sicología: La
p sico lo g ía solo tiene sentido sí es en p rim e ra persona, acto de
un in d ivid uo particular, concreto. S i se intenta “d e s p a rtic u la riz a r” el

4 Samaja, J. Fundamentos Epistemológicos de las Ciencias de la Saiud.

— 17 —
flnoho, m i pon do una generalización, no c o m p re n de ría m o s nada
tlo l lin c h o concreto.
U n g u sto hecho p o r m í en este m om ento es un h e ch o p síco-
lóglco p o r s o r seg m e n to del dram a de m i vida. E l m o d o en que se
articula este g e sto en m i dram a es dado a l p s icó lo g o p o r e l relato
que yo p u e d a h a c e r respecto de este gesto. E l hecho p s ic o ló g ico
os e l g e sto e xplicado p o r el relato, y no e l ge sto aislado o e l c o n te ­
n ido d e l relato. (Politzer, 1927, pp 209)
D iversos han sido los logros de estas posturas críticas, no
por h a b e r pasado m ucha agua bajo el puente han ca m b ia d o d e ­
m a siado las cosas. P e n sa r en las C iencias de la S alud es tam bién
p e nsa r en el tem a del hom bre com o objeto de estudio.
El a n á lisis de este punto es crucial para el profesional de la
salud en su ejercicio profesional y para la form ación de p ro fe sio ­
nales de la salud.
E scribíam os ya hace unos años con m otivo de las edición de
un m aterial de apoyo didáctico, “tantos siglos de a nálisis no hacen
que este m o s m ás adelantados que los sofistas con respecto al
tem a del hom bre. En la filosofía occidental, la historia del tem a
del hom b re es m ás bien la historia del de scu b rim ie n to del hom bre
com o ob je to de co n o cim ie n to .”5
La filo so fía occidental surge prim ero de la extrañeza ante las
cosas, d e lim ita n d o com o p rim e r interés de co n o cim ie n to la n a tu ra ­
leza. Lo h um ano surge después, con los pitagóricos; pero no fue
sino hasta el siglo v que esta preocupación se hace explícita.
S ó cra te s cam bió el lugar del hom bre en el e scenario político
griego, a u n q u e el prim ero que escribe sobre el hom bre es Platón,
quien deja a la historia el prim er estudio acerca de la personalidad,
a través de su tra ta d o sobre las facultades (logos, coraje y apetito;
pensam iento, voluntad y sentim iento). A sí m ism o ya plantea P la­
tón un c o n ce p to de salud. Este concepto se relaciona con la idea
de ju stic ia , la arm onía entre las facultades individuales y a su vez
un e q u ilib rio entre las características de la personalidad y la u b ica ­
ción en el e scenario social.

5 Carro, S. y De la Cuesta, P. (1998). Introducción a las Teorías Psicológicas. Aproxima­


ciones teórico-refiexivas. Ed. Multiplicidades.

— 18 —
No es este el único aporte de Platón al tem a del hom bre, pun­
to central en la pregunta que nos ocupa en esta sección, sino que
ni decir del historia d o r argentino Ignacio Loukow itz, en una confe-
roncia de hace unos años en unas Jornadas de M edicina Social
on la Facultad e C iencias S ociales de B uenos A ires, e l obstáculo
iic tu a l en la sa lu d m e n ta l es la eficiencia de un p a sa d o silencioso,
m arcado por la dicotom ía original entre lo corporal, los sentidos y
las ideas.

3- Modelos de salud. Una mirada histórica


A nivel científico las concepciones de salud han evo lu cio n a d o
desde un m o delo biológico, hacia un m odelo ecológico.
El m odelo biológico es aquel que hace hincapié en la au­
sencia de enferm edad, basado en la lógica del a g ente-huésped.
P ropone una visión unicausal del proceso del en fe rm a r y un a b o r­
daje asiste ncial sustentado en una organización h o spitalaria o de
internación clínica, centrado en el estado individual.
El m odelo ecológico está definido por la o m s , co m o “estado
de equ ilibrio bio-psico-socia"l. P ropone un a b ordaje m ás p re ve n ­
tivo de enfoq ue m ulticausal, incluyendo al m edio am biente com o
interviniente ju n to con el ám bito fa m ilia r y com unitario.
Los desarro llo s a ctuales van un poco m ás allá, co n sid era n d o
la salud com o un fe nóm eno h istórico-social, es d ecir m u ltideterm i-
nado, de abordaje integral.
Este m odelo se apoya en dos co n ce p to s básicos: h e te ro g e ­
ne id a d y dive rsid a d de la tram a social, lo que hace que el cam po
de tra b a jo del profesional de la salud incluya la con sid era ció n de
la contra dicción, conflictividad e incertidum bre inherente a toda re­
lación hum ana.
Esta postura hace que la concepción del estado de salud no
sea una ecuación traspolable, u nívocam ente tra sm isib le o re g is­
tr a r e , ni siquiera fá cilm e n te co m probable a nivel em pírico.
T radiciona lm en te se delim itan dos g randes enfo q u e s que en­
m arcan a las ciencias de la salud: la postura positivista, que sujeta
la salud a la ob servación directa de la experiencia, y los datos re-

— 19 —
11• Im kIii'., y ol ( in f o q u G interdisiciplinario, holístico que plantea un
n lirjrtltijn co m p io jo 0 de la realidad.
I .1 '..ilud deja de ser entonces solo estado biológico, vivido
p .1 ilv.m m n to po r los sujetos para convertirse tam bién en una co n s­
truí clón social, colectiva.
La con cie ncia de la salud, plantea S am aja7 se basa en la re ­
producción que cada sujeto hace de un m odelo d e scrip tivo de los
lectores presentes en lo norm al o patológico.
E ste m odelo im plica o rd e n a r las acciones para o p e ra r sobre
los fa cto re s que se consideran relacionados.
Las posturas positivistas plantean una disociación entre el
co n ocim ie nto (perteneciente a la dim ensión de los h echos según
P opper), y la valoración de ese conocim iento, relacionada con la
d im ensión de las decisiones, las norm as sociales, las prácticas
cotidianas.
S egún nos m anejem os dentro de esta postura o desde una
concepción crítica del conocim iento, elegirem os los instrum entos
de e valuación de la situación que querem os conocer, así com o las
cate gorías en que la clasificam os y las norm as con las que p re te n ­
dem os regularlas.
En la relación entre salud y enferm edad, siguiendo a S am aja,
aparece en tonce s una tercera dim ensión: la atención, es d e cir la
norm atiza ció n de las conductas del colectivo frente a los fe n ó m e ­
nos que identifica com o norm ales o p atológicos (políticas de salud,
norm ativa jurídica , políticas educativas y e strategias g e n erales de
a sistencia a la población por ejem plo).
La salud com o objeto de estudio ha sufrido el m ism o proceso
que la definición del hom bre com o objeto de estudio; y al igual que
fue lo corporal, el som a, la puerta de entrada para el co n o cim ie n to
de lo hum ano, fue el enfoque biologicista de salud el que in icia l­
m ente sentó las bases del desarrollo científico en este cam po.
El cam po de la salud, concebido de esta m anera, p lantea la
construcció n subjetiva de los conceptos de salud y e n ferm edad.
Incluye de ntro del cam po académ ico de la salud a las ciencias

6 Utilizo aquí el término complejo en su acepción epistemológica, en relación a los


planteos de E. Morin.
7 Op. cit.

— 20 —
sociales en su conjunto, a la com unidad no científica y la vida co ­
tidiana com o form as de validación trasm isión y con stru cció n del
conocim iento.
A nivel de las teorías científicas se ha producido un corri­
m iento desde:

D escripción --------►In te rp re ta c ió n --------- ► Transform ación

>r

E xplicación C om prensión C am bio

P redicción

a. S alud - C ondiciones de vida - R eproducción social

E stos tres aspectos dejan de ser solo ele m e n to s in te ra ctu a n -


tes para tra n sfo rm a rse en conceptos que se incluyen m utuam ente
en un prog resivo nivel de categorización descriptiva.

4- El concepto de salud en el concierto histórico


internacional
Al fin a liza r la S egunda G uerra M undial, surge la o m s 8 ju n to
con los g randes o rganism os internacionales, y con ella su fa m o ­
sa d efinició n: “ La salud es el estado de co m p le to b ie n esta r físico,
m ental y social y no solam ente la ausencia de a fecciones o e n fe r­
m e d a d e s.”
M ás allá de la crítica a su idealism o, resultó un im p o rta n tí­
sim o a va nce en el sentido de co n sid era r a la salud no solam ente
com o ausencia de enferm edad.
En 1977 surge una política de salud que se e xpresa en otra
fam osa consigna: “S alud para todos en el año 2 0 0 0 ” .

8 Organización Mundial de la Salud.

— 21 —
I ti 1978 o n A lm a -A ta la o m s y u n ic e f suscriben una declara-
r.lún, firm ada tam bién por Uruguay, que define la e strategia para
iilc n n /a r (isa m eta: la A tención Prim aria en Salud (a p s ) d e fin ié n ­
dola com o:
asistencia sanitaria esencial, basada en métodos y tecno­
[...] la
prácticas, científicamente fundados y socialmente aceptables,
lo g í a s
puosta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad
mediante su plena participación y a un costo que la comunidad y el
país pueda soportar durante todas y cada una de las etapas de su de­
sarrollo, con espíritu de auto responsabilidad y autodeterminación. La
atención primaria forma parte integrante, tanto del sistema nacional de
salud, del que constituye la función central y el núcleo principal como
del desarrollo social y económico global de la comunidad. Representa
el primer nivel de contacto de los individuos, la familia y la comunidad
con el sistema nacional de salud, llevando lo más cerca posible la
atención en salud al lugar de residencia y trabajo y constituye el primer
elemento de un proceso permanente de asistencia sanitaria.9
En su prim e r artículo se consagra la salud com o un derecho
hum ano fundam ental.
D esde la d eclaración de A lm a Ata, los d esarrollos ca n a d ie n ­
ses de 1974 y la 34ta. A sam blea M undial de la S alud de la o m s en
1981, han puesto en el centro de investigaciones y de sa rro llo de
program as de salud a nivel m undial una perspectiva e co sisté m ica
del proceso de salud y enferm edad. Han de m o stra d o la n aturaleza
fun d a m e n ta lm e n te psicosociocultural de los factores d e te rm in a n ­
tes de las diversas situaciones de sufrim iento hum ano.
El ab ordaje de los factores am bientales, y los lla m a d o s “e s ­
tilos de vid a ” son una de las estrategias que caracteriza esta co n ­
cepción “eco-antropológica". El docum ento “E strategia global de
salud para todos en el año 2 0 0 0 ” de la o m s identifica tres p rio ri­
dades:

• P rom oción de estilos de vida dirigidos hacia la salud.


• P revención de las enferm edades prevenibles.
• E stab lecim ie n to de servicios de rehabilitación y de salud.

9 Declaración de Alma-ata. OMS, UNICEF, 1978.

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El cam po de la salud, concebido de esta form a pone en el
i m itro de la planificación de acciones la construcción subjetiva de
lie. repre sentaciones de salud y enferm edad. A bre el e scenario
.h .idó m ico de la salud a las ciencias sociales, a la com unidad no
' Inntlfica y la cotidianidad com o form as de validación, trasm isión y
i (instrucción del conocim iento.
La salud deja de ser un estado biológico vivido pasivam ente
por los sujetos, para convertirse en una construcción colectiva, his­
tórica y lo ca lm en te determ inada, un m odelo d e scriptivo de los fa c ­
tores que definen lo norm al y lo patológico para una com unidad.
Los enfoqu es e co-antropológicos aportan un a nálisis de la
••alud com o fenóm eno social. Desde esta perspectiva, se integran
nuevos asp ecto s epistem ológicos a la construcción de c o n o ci­
m ientos en este cam po:

• C onsideran la estructura social com o un conjunto de partes


in terrelacion ada s y en m ovim iento.
• Este m ovim iento es dialéctico
• Este proceso se expresa en categorías de tiem po y e sp a ­
cio siem pre presentes.

Sin em bargo en la práctica, aparecen m ás las intenciones


que las acciones. Pocos o ninguno de e stos aspectos se incluyen
en las e valuacion es de calidad de servicios, que aún se ubican
del lado de la oferta de servicios y no desde un a nálisis de la d e ­
m anda.
A u n q u e la declaración de Alm a A ta hace hincapié en la im ­
portancia de una fuerte participación y au to d e te rm in a ció n de la
com unidad para poner en práctica con éxito la A te n c ió n P rim aria
de Salud, estos elem entos esenciales han sido e lim inados e igno­
rados la m ayoría de las veces. El éxito relativo de los program as
y políticas que han m antenido este p lanteam iento o rientado a la
com unidad, y los fracasos de los program as y políticas que no lo
han hecho, no hacen m ás que recalcar su im portancia en la co n ­
secución de «salud para todos».
Las prácticas de participación y educación en salud, p ro m o ­
vidas desde los m ovim ientos sociales en las décadas del 60 y 70
tenían una clara influencia de los d esarrollos de P aulo F reire y
m i concopción de una educación liberadora m ediante p ro ce so s de
conclenclación.
A p a rlir de la década del 80, en cam bio, el co n ce p to de m ar-
koting social se co n virtió rápidam ente en la norm a.
“Esta técnica se asemeja a la concepción «bancaria» de la edu­
cación descrita por Freire. Implica ganar los corazones y las mentes de
la gente para convencerles de que acepten un paquete prediseñado
de cuidados de salud. Se hacen estudios preliminares, con entrevistas
a la futura población objetivo, para determinar qué estrategia de venta
y presentación del producto será más atractiva. Luego se lanza una
campaña masiva de anuncios en los medios de comunicación: radio,
televisión y megafonía local. Se reclutan a estrellas de cine, cantantes
fam osos y otras figuras públicas [...] para alentar el entusiasmo de las
m asas.’’10
P or otra parte, el predom inio de un m odelo de ate n ció n indi­
vidual, de corte asistencialista, liderado por la m edicina biologicista
(m odelo m édico hegem ónico), determ ina o bstáculos m uy im p o r­
tante s a la ejecución de program as p ensados desde otras lógicas
que teng an en cuenta la participación y el contexto social.
Para que las in tervenciones en la salud tengan un im pacto
sig nificativo y duradero, deben tra sce n d e r el e nfoque e xc lu s iv a ­
m ente cu rativo por otro m ás preventivo y facilitador, o rie n ta d o a
d e sm itifica r y d e m o cra tizar los servicios de salud, y a y u d a r a las
co m unida des a id e n tificar y afro n ta r las causas de sus problem as
de salud.
C om o con las estrategias de desarrollo, las in te rve n cio n e s en
salud nunca son políticam ente neutrales: pueden p ro m o ve r in d e ­
pendencia o pueden fo m e n ta r dependencia y pasividad. P ueden
ap o ya r cu a lq uie r form a, ju sta o injusta, de gobernar. Los p la n ifi­
cadores de la salud deben ser prudentes para fo rm u la r y poner
en práctica inte rve n cio n e s que faciliten un e m p o d e ra m ie n to de las
co m un id ades en vez de obstaculizarlo.

10 http://healthwrights.org/static/cuestionando/cap5.htm

— 24 —
La salud es un com ponente fundam ental del b ie n esta r y de la
calidad de vida de los individuos. C om o parte in d isp e n sa b le de la
■■íilud está la capacidad real que tenem os de e le g ir entre diversas
opciones y la a utodeterm inación. El acceso a las dive rsa s form as
de participación que tengam os ya sea en form a individual, fa m ilia r
o de g rup os es un derecho y un elem ento in d ispensable y central
del con cep to de salud,

5 - Salud y equidad
C uan do se aborda el tem a de la salud y su atención, tan to en
docum e ntos oficiales, com o en las m anife sta cio n e s p rovenientes
de la sociedad civil, se establece el logro de la equidad com o una
de las m etas m ás im portantes a alcanzar.
“La equidad en salud supone que, idealmente, todos deben tener
una oportunidad justa para lograr plenamente su potencial en salud y,
de un modo más pragmático, que nadie debe estar desfavorecido para
lograrlo en la medida en que ello pueda evitarse [...] Empleando este
enfoque, la equidad en la atención de la salud se define del siguiente
modo: a) igual acceso a la atención disponible para igual necesidad; b)
igual utilización para igual necesidad; y c) igual calidad de la atención
para todos"11
“...se entiende que la equidad mejora mediante avances en al
menos uno de los tres objetivos siguientes:
• El primero es minimizar la proporción de personas y hogares
cuyas condiciones de vida se ubican por debajo de lo que la
sociedad considera aceptable.
• El segundo es promover el desarrollo de los talentos potencia­
les existentes en todos los grupos de la sociedad, eliminando
progresivamente los privilegios y discrim inaciones jurídica­
mente establecidos, así como la desigualdad de oportunida­
des de cualquier tipo, entre ellas las asociadas al origen so­
cial, étnico o geográfico, o bien al sexo.

11 Whitehead, M. (1990) The concepts and principles o f equity and health. Copenhague,
Dinamarca: World Health Organization, Regional Office for Europe.

— 25 —
• I I tercero es buscar que ni el poder ni la riqueza, ni tam poco
los frutos del progreso, se concentren de tal manera que se
restrinja, para las generaciones futuras y presentes, su ámbito
do libertad.”12

O bserva n d o la realidad latinoam ericana, y p a rticu la rm e n te la


de nuestro país se puede in fe rir que la equidad es una m eta aún
lejana. El actual S istem a N acional de S alud es una p ropuesta de
a lca n za r m ayores niveles de equidad a m ediano plazo.
P or una parte, la situación socio económ ica en la m ayoría de
los países latinoam ericanos, determ ina que grandes sectores de
la población no alcance la satisfacción de sus ne ce sida d e s b á s i­
cas. El a ctual esta n ca m ie n to e incluso regresión de los n ive le s de
vida y de salud en un creciente núm ero de países dem u e stra que
el m odelo de desarrollo convencional, cada vez m ás g lobalizado,
es en m uchos sentidos contraproducente: enriquece a los ricos y
em pobrece a los pobres. La búsqueda del crecim iento sin igualdad
(paradigm a neoliberal del desarrollo), se ha convertido en el m ayor
ob stá cu lo de la «salud para todos».

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— 27 —
CONSIDERACIONES SOBRE EL CONCEPTO
SALUD
Mag. D e la C uesta P atricia; D íaz A lv a ro ; Vaeza R osario

Este a rtícu lo es el producto de la revisión del m arco c o n ce p ­


tual de la tesis de m aestría realizada por los autores. La Investiga­
ción realizada versó acerca de las estrategias fa m ilia re s fre n te al
(¡greso escolar, presentada ante la M aestría de Salud M ental de la
fa c u lta d de E nferm ería de la U niversidad de la R epública.
Se desarrollan en esta oportunidad algunas de las d ife re n ­
tes co n ceptua llza cio n e s de la salud y salud m ental que Intentan
dialogar con el objetivo de e xplorar sus m últiples d im e n sio n e s y
las form as de com prenderlas en el cam po de lo psicológico. P re­
tendem os re aliza r una introducción a la problem ática de la salud
se leccionan do algunos autores, sabiendo que otros q u edaran ex­
cluidos, no por co n sid era r m enos im portantes sus desarrollos, sino
por la necesidad de realizar un recorte en la m edida del a lcance de
este artículo. Es un recorrido conjunto entre d iferentes disciplinas
com o la psicología com unitaria, el psicoanálisis y la enferm ería.
Esta p roducción propone una introducción a la tem ática pensada
para acercarla a e studiantes universitarios de los prim eros ciclos
de las carrera s de psicología y enferm ería.

La conceptualización de la salud y sus determinantes


Un e nfoque potente que favorece y habilita el diálogo de sa­
beres, sin duda es el enfoque ecológico, que desarrolla un postula-

— 29 —
i i ir . . il, •.<,'gún el cual los procesos de salud y de en fe rm a r
i i " i i i mmIi ii i :,(>r com prendidos adecu a d a m e n te si no se tie n e en
a i m l . i i l i.ü rá clu r activo del ser hum ano y el hecho de que su a c­
tividad :.c produce dentro de un conjunto e specífico de relaciones.
(M o n ilo s C alatayud, 1997).
R ecorram os algunos cam inos de la m ano de d istin to s auto-
v re s .(ü a n g u ¡lh e m ~ (T § 7 8 ^ sostiene que la enferm edad del hom bre
norm al es la_perfüTbación que surge de la perm anencia del estado
norm al, es la e nferm edad que nace de la privación de e n fe rm e ­
dades, de una e xistencia casi incom patible con la enfe rm e d a d . El
llam ado hom bre sano no es, pues, sano. Su salud es un e q u ili­
brio que co n sig ue a costa de rupturas incoactivas. La am enaza
de la e n fe rm e d a d es entonces, uno de los co n stitu ye n te s de la
salud. El e sta d o patológico no puede ser llam ado “a n o rm a l” de un
m odo absoluto, sino anorm al dentro de la relación con una situ a ­
ción dete rm in ad a . D esde esta perspectiva cuando ha b lam o s de
sa lu d -e n fe rm e d a d , nos referim os a un proceso y no a entid a d e s
separadas.
P ara el psicoanálisis existe una continuidad entre lo sano y lo
p atológico, ya que no se pueden co n sid era r a n tagónicos y e xclu-
yentes, puesto que el hom bre considerado “sa n o ” no está exento
de enfe rm e d a d . P or lo tanto, la frontera entre lo sano y lo enferm o,
entre lo “ no rm a l” y lo patológico, se diluye. C om o lo p lantean los
a utores ta le s com o C anghilhem , W einstein y M orales C alatayud el
con ce p to de salud im plica una adaptación activa a la realidad, es
la ca pacidad de se r norm ativo: no está exento de con flicto s sino
que tiene que ve r con la m anera de resolverlos, con la p o te n cia ­
lidad de re so lve r las crisis evolutivas. La e nferm edad no solo es
d e se q u ilib rio o disarm onía, tam bién es esfuerzo de la n aturaleza
en el hom bre p a ra ob te n e r un nuevo equilibrio.
(£ . p i c h e l FoucaüTt eonsidera en E l nacim iento de la clínica, que
las e n fe rm e d a d e s no son esencias que deben se r d e scrita s y cla ­
sificadas, sino que constituyen el objeto de una acción positiva
para re sta b le ce r la salud (Foucault, 1975). P or su parte el Dr. Juan
S am aja realiza un de sa rro llo sobre la teoría de la salud vinculada
al c o n ce p to de interfases je rárquicas. Este planteo perm ite ca p ta r
la com p le jid a d del ser hum ano, que si bien regula su psiquism o,
está inserto en una fam ilia y en una com unidad y en una sociedad
i donde en últim a instancia es el E stado el que está en el
" l 11| )t;r¡or regulando los dem ás niveles. Las d im e n sion e s son
• i' i' mi mi, nías y d eterm inantes por el ju e g o d ialéctico donde la rea-
ImI " i <•< onóm ica-social, cultural e histórica tam bién transform a a
i i i H-i ■.onas (Sam aja, 1999).
O lía concepción interesante del concepto de salud es la de
, i n i* WffiTISTStnjel cual considera la salud com o la capacidad biop-
" ' M uT de una persona pero en el sentido m ás am plio ya que
nii|iln ,i Id capacidad vital, la biológica y la fisiológica, pero tam bién
i ' apacidad de goce, de amar, de solidaridad, de creatividad, las
H I r ’ , sociales, la participación política y la identidad cultural. La
j u l u d os dinám ica y se expresa a través de una persona com o un
I' ii |<i co m pue sto por lo biológico, lo psicológico y lo social. Las per-
m Hi,is sanan y enferm an en sus redes de vínculos, de p ertenencia
iucial (W einstein, 1 9 8 9 ) . _________
H ace ya varios a ñ o s f E nrique P ichón Riviérejd e c ía que la
■alud no es una adaptación 3 T T h o fffie ¡rs in o que es la ca pacidad
li i Icsa rro lla r una actividad transform adora, un aprendizaje. S alud
para este a utor la adaptación activa a la realidad, en el sentido
¡n i : m antiene un interjuego dialéctico con el m edio, tra tá n d o se de
lin a aproxim ación instrum ental a la realidad para transform arla. Es
'•ii este sen tido que el proceso salud-enferm edad es individual y
- i >lectivo derivado de la interacción continua del hom bre en su m e-
i lio interno y su entorno. Es un resultado que varía en dife re n te s
Miados de acuerdo a la capacidad hum ana para m a n te n e r o re cu ­
p erar el equilibrio dinám ico, de una com pleja interacción del ser
biológico, psicológico y soc¡aJ__
£ 2 Para el psicoanalista(E m il¡ano G alende-'asistim os a una s i­
tuación social y cultural que em puja a todos, pero esp e cialm e n te
a los m ás frágiles por su situación existencial, y en este sentido
m e n cio nam os a la infancia y la adolescencia, así com o ta m b ié n a
los m ás viejos, hacia la exclusión y la m arginalidad. Los ca m b io s
en el estado, en el sentido de pérdida de su rol p ro te cto r y b e n e ­
fa cto r y la reform ulación de lo público, los nuevos rasgos cu ltu ra ­
les y so cia le s y la subjetividad singular y su patología co nstituyen
el p a noram a actual, el cual es desolador. V ivim os en una cultura
que e xcluye, estigm atiza, enferm a (G alende, 1997). Tam bién hace
h incapié en el hecho de que el objeto de la salud m ental no es de

— 31 —
un m odo e xclu sivo el Individuo o los conjuntos sociales, sino las
relaciones que perm iten pensar conjuntam ente al in d ivid u o y su
com unidad. G alende cita cuatro factores que pueden ser o bien
protectores, es decir, salugénicos, que sería la resiliencia, la ca p a ­
cidad de a b so rb e r golpes sin que se m enoscabe la a utoestim a, o
bien se tra n sfo rm a n en factores de riesgo, cuando faltan:

R edes sociales: Es im portante la fam ilia en cuanto institu­


ción prim ordial en la salud, el bienestar y desarrollo de sus in d ivi­
duos. N os en co n tra m o s en la actualidad con una fa m ilia debilitada,
donde se produce una transferencia de sus funciones de so c ia li­
zación al estado.
id en tidad cultural: Se trata de la pertenencia a una tradición
cultural, siendo la cultura un conjunto de form as de re so lve r los
problem as de la vida con m ayor o m enor com plejidad. O b se rva ­
m os en el contexto actual de cam bio, de crisis, que los m odelos
id e n tificato rio s están debilitados y generan vu lnerabilidad en la g e ­
neración siguiente.
In clusió n so cio -institu cion al: C uando no se produce una
a d e cuada inserción social, lo que im plica una identidad y asunción
de roles, nos e n contram os con una exclusión de ind ivid u o s y esto
im plica la inclusión en un espacio diferente que le perm ite “ser"
d iferente de otros pero asum iendo una “identidad n e g a tiv a ” . De
esta form a nos enfre n ta m o s con las tendencias a la actuación, a
través de la violencia, y la trasgresión, m anifestada en los e n fre n ­
tam ie n to s con la ley. Surgen las pandillas, las bandas, las tribus
urbanas, etc.
P articip ació n o ejercicio de ciudadanía: Esto se a dquiere
sobre la base de la capacidad del sujeto de e sta b le ce r p e rte n e n ­
cias a grupos con los que com parte intereses y valores. Es un fa c ­
to r p ro te cto r en cuanto perm ite circular saberes y referentes para
tra n sfo rm a r la re a lid a d.
@ S e g ú n (£ ilvin a M alvárez:las concepciones sobre la salud han
variado a través de ios tiem pos, influidas por los contextos socio-
políticos de cada era (M alvárez, 2000). La autora co n sid era que
hay un con ce p to de salud que se define por la ausencia de e n fe r­
m edad, otro que se define com o un estado de e quilibrio biopsico-
social resu lta n te de una sum a de factores causales y a parece un
' ii i mío concepto que acepta a la salud com o un proceso histórico
’ 'Ocial, centrado en la sociedad de form a integral, que abarca el
individuo, la fam ilia, la com unidad y cuyo cam po de d ecisión pro-
M-ne de los profesionales de la salud y de otros cam pos y de las
i'n iitica s de Estado, con una participación activa de la com unidad.
r ,n a esta autora, la salud es tam bién una cuestión social y en
i 11, into social, tam bién política, estando atravesada por relaciones
de poder, ya que siguiendo a Testa y a Ferro, concibe a la salud
com o un proceso histórico-social, culturalm ente determ inado, re-
l.ilivo al estilo y a la calidad de vida de los pueblos y a sus condi-
i iones de accesibilidad a los diferentes tipos de “riq u e za ” (cultural,
e conóm ica, política, geográfica, espiritual, etc.), en cada lugar y
liom po. D icho proceso se expresa no solo en distintos problem as
de enferm edad o am enaza de daño, sino tam bién en las diferentes
m aneras cotidianas e institucionalizadas de relacionam iento social.
En otro trabajo, (M alvárez, 1996) sostiene que:
“Los sistemas sanitarios de los países de América Latina, en el
marco de la crisis de la última década, de la modernización del Estado
y de los lineamientos de la política económica y social, exhiben cam­
bios en la salud de la población. Las tendencias neoliberales desarro­
llan la privatización disminuyendo sus inversiones en el área social
(salud, educación) dando como resultado una creciente desigualdad
en la distribución de la riqueza, en la administración de la atención de
la salud pública y de la salud mental en particular”.
En el U ruguay la reciente instalación de un sistem a integrado
de salud propone iniciar cam inos que perm itan cam bios s u sta n cia ­
les en el m odelo de atención, privilegiando la atención integral y
unlve rsaliza r el acceso a la salud.
P or otra parte, la autora considera que no solo los virus,
las cargas genéticas y congénitas, el m edio físico y las re la cio ­
nes fa m ilia re s e interpersonales son las ca u sa s por las que las
personas enferm an o m antienen su salud. E xisten otros m últiples
d e te rm inante s y condicionantes p redom inantem ente sociales, que
se com binan para de term in ar la situación de salud en general y de
la salud m ental. S iguiendo a Ferro, M alvárez incluye las sig u ie n ­
tes d im e nsione s com o determ inantes de la situación de salud: las
h istérico-cu lturales y económ ico-sociales; las políticas y ju ríd ica s,
las cie ntífico-té cn ica s, las adm inistrativas y o rg a n iza cio n a le s y las
m últiples a rticu la cio n e s que se producen entre ellas y que dan
com o resu lta d o un d eterm inado estado de salud.
P ensar de esta m anera es posicionarse de un m odo distinto
y con sidera n d o al p o der en sus distintas form as, ya sea política,
técnica y/o a d m in istra tiva en función de las cuales a p a re ce d e te r­
m inada situación de salud. La salud es un derecho, es un bien so­
cial y está co n d icio n a d o por d eterm inantes económ icos, históricos
y culturales.
d > L a L ic fA lic ia C abrera, tam bién adhiere a la idea de que la
salud es un producto social, es el fin de un resu lta d o de la “gran
fábrica de la sociedad" (C abrera, 2001). A firm a que la salud no
im plica e xclu siva m e n te considerar la cobertura m édica, sino que
tie ne que ve r con condiciones m ás co m plejas vin cu la d a s a niveles
sociales, condición sine qua non para que el producto salud se g e ­
nere. C ultura, vivienda, alim entación y educación son elem entos
fu n d am entale s para que se produzca la salud.
(^A licia C anetti s o s tie n e que el “con ce p to de salud m ental es
com plejo, m ultidim ensional, no com patible con una m irada de re­
laciones lineales, que requiere de una m irada de re la cio n e s d in á ­
m icas y de constru ccio n e s in te rd iscip lin a ria s” (C anetti, 2000). Se
apoya en:
“Los criterios que propone la OMS para concebir la salud mental
de los seres humanos: en primer lugar es la condición de la vida hu­
mana que resulta de un armónico desarrollo intelectual, em ocional y
social, a través de una conducta orientada al logro de bienestar sub­
jetivo y objetivo, individual y colectivo, que permite la realización de
las potencialidades y la participación en los cambios. Esto implica, de
acuerdo a la OMS, tres criterios operacionales de capacidades hu­
manas: a. el conocimiento y la aceptación de sí mismo, b. la correc­
ta percepción del ambiente y c. la aptitud para la integración que le
permita al ser humano hacer frente a las necesidades y dificultades
de la existencia, tanto en períodos de crisis como ante los continuos
esfuerzos de adaptación que exige la vida cotidiana” .
Modelos de atención a la salud
El m odelo de atención a la salud es la m anera de o rg a n iza ­
ción en la población de los recursos de la salud incluyendo, d ife ­
rentes unidades prestadoras de diversas co m p le jid a d e s te c n o ló ­
gicas, y las relaciones que se establecen dentro de ellas y entre
ellas. En el Uruguay, hasta la im plantanción del nuevo S istem a
N acional Integrado de Salud, no se habían d e sarrollado in ve stig a ­
ciones que perm itieran hacer un dia g nó stico preciso de las reales
necesidades de la población, y se im plantaron m odelos de salud
im puestos por los organism os internacionales donde el estado, ha­
bía pe rd ido su tutelaje en función de una privatización de la salud.
Para C abrera los principios de la atención a la salud son:
a. U niversa lid ad: a ccesibilidad y equidad. La salud es un d e ­
recho. Se habla de accesibilidad económ ica, cultural y geográfica.
Son fo rm a s de integ ra r el sistem a o de e sta r e xcluido del m ism o.
b. C ontinuidad. Se hace necesaria la continuidad de la pres­
tación de los servicios de salud, desde el e m barazo hasta la a dul­
tez y/o vejez, o sea, durante todas las etapas evo lu tivas del indi­
viduo.
c. Integralidad. Im plica la prom oción, protección, re cu p e ra ­
ción, re habilitación, cuidados paliativos. S erían los d ife re n te s as­
pectos que debe abo rd a r de atención en salud.
d. C a lid a d científico-técnica, a d e cuada a los m edios
dispo nibles. H ay factores que condicionan el nivel de salud, que
a p arecen en todos los autores que analizan los m odelos y los
d iag nó sticos de salud de la población: son las ca ra cte rística s
del sistem a socioeconóm ico, el m odo de vida de las personas,
el co ntexto am biental o ecosistem a, el perfil d e m o g ráfico de la
población, los aspectos gené tico -h e re d ita rio s y el m odelo de
atención de salud vigente. (C abrera, 2001).

C abrera m enciona dos m o d e lo s de a tención en salud: a te n ­


ción p rim a ria en s a lu d y atención p rim a ria selectiva. En la década
de 70/80, la om s adquirió el verdadero papel en definición e stra té ­
gica para el m undo en m ateria de salud y adhería al para d ig m a de
la salud com o producto social que necesita de p o líticas de E stado
para im p lem entarse . La declaración de A lm a A ta (1978), o rg a n iz a ­

o s —
(I.i i ni!|unU im entc por o m s y u n i c e f , reconoció cla ra m e n te que la

.itnnción prim aria do la salud es la clave para a lca n zar la m eta de


l.i s.ilud para lodos. Instaba a los gobiernos a fo rm u la r políticas,
(;:,ti;iU ;gias y planes de acción con objeto de iniciar y m a n te n e r la
.iten ció n prim aria de la salud com o parte de un sistem a nacional
de salud com pleto y en coordinación con otros sectores.
La A te n ció n P rim aria en S alud es una e strategia o rie n ta d a a
p ro m o ve r la tra n sfo rm a ció n en la calidad de vida de la población, y
está d irigida a la raíz de la génesis del proceso salud-enferm edad.
En este sentido, la a p s no es una política exclusiva del s e cto r de
la salud ni un program a de grupos de riesgo, ya que éstos trabajan
con la enfe rm e d a d y tam poco es un nivel de organización.
Se tie n d e a co n fu n d ir a p s y prom oción de salud, sin em bargo
la prim era im plica m ejorar la calidad de vida de la población, en
tanto que la segunda es un nivel de organización que tra b a ja con
una población objetivo lim itada a los efectores de salud, ca re c ie n ­
do de una política estatal. La APS propone la autonom ía, el a utode-
sarrollo y la prestación de salud equitativa a todos los habitantes
del país, sin exclusiones, y no trata de m e jo ra r solam ente la vida
de los m ás ca renciados o los excluidos.
La d e cla ra ció n de A lm a Ata plantea que la salud es un d e re ­
cho h um ano y genera una serie de determ inantes que involucran
a los esta d o s en políticas concretas: la m odificación de la le g isla ­
ción en norm as del D erecho, pasando por la org a n iza ció n de los
efecto re s del se cto r salud y de todos los efectores so cia le s de la
educación, de la vivienda, de la salud, organizados para ate n d e r
los pro b le m a s de la población y com unidad organizada. El E stado
define p o líticas ju n to a la participación de la com unidad o rganizada
involu cra n d o a la población y a los té cnicos para m a n te n e r ese
derecho.
O puesta a la a p s aparece en la década de los 80 la a p s s ,
que es la A te n ció n P rim aria en S alud S electiva. M ientras en la
definición de salud de la a p s se prioriza el b ienestar físico, social
y m ental del individuo, la a p s s define a la salud com o ausencia de
enferm edad. La a p s involucra a la com unidad y los profesionales,
com o p ro tagonistas e im plica los principios de justicia, equidad,
p revención e intersectorialidad. En cam bio, la a p s s considera so­
lam ente a los profesionales com o protagonistas, basá n d o se en la

— 36 —
prevalencia, m ortalidad, m orbilidad de a lgunas e nferm edades, y
lione alta credibilidad en la tecnología m édica, se lim ita a la e je ­
cución de program as, trabaja con políticas de riesgo, im plicando
una epidem iolo gía que se genera a partir de un proceso m órbido,
colocando el énfasis en el costo-efectividad.
M ientras la intervención en la a p s s es de índole m édica, la
d e la a p s es m ultidim ensional abordando otras te m á tica s sociales;
im plica un a bordaje de las necesidades cie n tífica m e n te probadas
d e la población, actuando con un enfoque preventivo, ya que se
anticipa a las problem áticas que podrían a parecer en el á m bito de
la salud.

Bibliografía
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común a las Maestrías en Salud Mental, Primer Nivel de Aten­
ción y Gestión” . Setiembre, octubre 2001. in d e , Universidad de
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M o r a l e s C a l a t a y u d , F. (1997): “Introducción a la psicología de la sa­
lud” , en: Introducción al campo de la salud. Editorial Unisón.
México, 1995.
S am aja , J. (1999): La reproducción social y la relación entre la salud y
las condiciones de vida. Trabajo presentado a nivel de la Maes­
tría en Salud Mental.
W e in s t e in , L. (1989): S alud y Autogestión. Ed. Nordan Comunidad.
Buenos Aires.

— 38 —
LA ESCISIÓN “ALMA CUERPO” EN
PERSPECTIVA HISTÓRICA
Lic. A na Laura R usso

Introducción
El p resente artículo se propone a n alizar las dificu lta de s que
la cultura occidental ha tenido, para lograr una concepción integra-
dora del hom bre, capaz de superar las clásicas dicotom ías alm a-
cuerpo o m ente-cuerpo.
Un recorrido en el tiem po, m ostrará la em ergencia de los di­
feren tes p aradigm as que han dom inado y d eterm inado que aun
hoy, la dicotom ía m ente-cuerpo se presente com o problem a para
las ciencias de la salud, habiendo perm anecido com o una c o n s­
tante a lo largo del tiem po y siendo uno de los ejes centrales en la
historia del se r hum ano.
La historiografía sobre el tem a es m uy am plia, te niendo en
cuenta que partim os desde antes de la Era C ristiana. Solo por una
cuestión tem poral serán posibles algunas referencias e sp e cificas,
re m itiend o al lector interesado, a co n su lta r las fuentes b ib lio g rá fi­
cas que fueron referencia para esta exposición.
El tem a en sí m ism o resulta com plejo, en el sentido de los
m últiples enfo ques sostenidos por autores con posturas d ife re n ­
tes, siendo im posible citarlos a todos.
Es por tanto im portante señalar, que estam os re a liza n d o un
recorte de lo que creem os, son las lineas de producción de conocí-
m iento que m ás contribuyen a explicar y fu n d a m e n ta r la diversidad
de teo ría s o prácticas, que determ inan en definitiva, las co n ce p cio ­
nes de salud-enferm edad predom inantes hasta n uestros días.
O bserva m o s cóm o desde ios orígenes de la F ilosofía, con
los antigu os p e nsadores griegos com o representantes, hallam os
la preocupación por e n te n d e r la constitución hum ana ta n to en sus
aspectos físico s com o psíquicos.
M uchos siglos después, la m ism a tem ática seguirá siendo
ab ordada desde d istintos enfoques de la P sicología y de la M edi­
cina, tan to en la academ ia, en el laboratorio o desde las que se ha
deno m in ado terapias alternativas.
Llegarem os a un siglo XX de grandes rupturas e p iste m o ló g i­
cas en tod as las ram as de la ciencia, que co nm overán los saberes
e stab lecidos y aceptados. Sólo podrem os a cercarnos a una ce rte ­
za tem poraria , verd a d e s en perm anente construcción y cam bio.
E ste m odelo sólo es pensable desde la aceptación de un pa­
radigm a com plejo, superando la idea de causalidad lineal y ve rd a ­
des únicas.
Tal vez así sea posible acercarnos a pensar en la P sico so m à ­
tica com o una disciplina más, que aporte una explicación dinám ica
e integral del hom bre del siglo x x i y proponga la superación de la
vieja escisión.

Un punto de partida: La antigüedad


Los prim eros antecedentes con registro escrito, que señalan
la p re ocupación por la m ente o el espíritu-alm a del hom bre, se
ubican en la G recia A ntigua hacia el siglo V a. C.
P ensar en pares de opuestos es una característica del pen­
sa m ien to a ntiguo y sin duda una m arca m uy profunda en el p ro ce ­
so histó rico de la sociedad occidental, que com o ve re m o s en las
sucesivas etapas cronológicas, determ inará la form a de pensar,
de vivir, de ha ce r ciencia, de la religión, en definitiva, de to d o s los
aspectos cotid ia no s del individuo.
El té rm in o p sico so m à tico corresponde e tim o ló g ica m e n te a la
lengua griega y significa: “p s y c h é ” = alm a y “s o m a ” = cuerpo. Se

— 40 —
Ir Min de dos vocablos unidos, en el intento de c o n so lid a r una form a
ilii pen sar y e xplicar al ser hum ano.
S ócrates (470 a. C. - 399 a. C.) concebía un hom bre co n sti­
tuido por un substrato m aterial, que serían el cuerpo y sus funcio-
nos, pero tam bién habla de una esencia inm aterial, a la que llam a-
i;i alm a y que tien e que ver con los pensam ientos y sentim ientos.
: ;u recordada frase “C onócete a ti m ism o ” , señala los aspectos
in lle xivo s del sujeto com o una necesidad para la búsqueda de lo
verdadero.
R econocem os en Platón (428 a. C. - 347 a. C.) la prim era
concepción dicotòm ica com o form a explicativa del fun cio n a m ie n to
hum ano. Su planteo ubica la razón en la cabeza y el coraje en el
abdom en. D esde esta postura, la dicotom ía razón - opinión, nos
lleva a je ra rq u iz a r a la prim era, quedando en un se gundo plano la
opinión, lo sensible, lo no razonado.
A ristóteles (384 a. C. - 322 a. C.) retom ará el p ensam iento
de su m aestro Platón, pero realizará algunas variaciones. S eñala
que las ideas no pueden existir separadas de la “cosa m ism a ” . Si
bien ¡a realidad es el m undo que vem os y sentim os, algunas cosas
e xisten en sí m ism as, com o un hom bre, una casa, etc; son solo
si form an parte de otras, por ejem plo un color, una cualidad (rojo,
bello, g rande). A ristóte les llam ará su stancias a las prim eras y las
considera la form a fundam ental. Llegará a la conclusión de que
todas las cosas se com ponen de dos elem entos: form a y m ateria.
A m b a s no pueden pensarse separadas. A sí alm a y cuerpo
son e lem en tos inseparables. Si bien la m anera de p e n s a re n pares
se m antiene, com o uno con dos partes, hay un prim er intento de
co nceb irlas com o dos caras de la m ism a m oneda.
La M edicina ha reconocido a H ipócrates (460 a. C. - 367 a.
C.), com o su padre, siendo de sum o va lo r sus aportes, m uchos de
ellos o lvidad os a lo largo de la historia, pero que m antienen hoy
plena vigencia.
S osten ía la idea del cuerpo com o unidad funcional, siendo el
alm a la que tiene una función reguladora que se m odifica c o n sta n ­
te m ente y form a un todo con el cuerpo. Esta unidad organizada,
dirá H ipócrates, puede desorganizarse y allí surgiría la e n fe rm e ­
dad.

— 41 —
Las con trib u cio n e s de este p e nsador serán de gran im p o rta n ­
cia, en cuanto fue el prim ero, según se tiene registro, en desta ca r
la relevancia de la observación clínica y la anam nesis del paciente,
viendo al enferm o en su contexto general e in cluyendo las causas
am b ie ntales de las e n ferm edades com o el clim a, los vientos, el
agua y ten ie n d o en cuenta el pasado del enferm o, su p resente y
su futuro.
Tenem os en H ipócrates una clara visión integradora del suje­
to, que si bien m antiene la búsqueda de causas e xplicativas, estas
pueden se r diversas.
La im portancia del contexto nos m uestra una conce p ció n de
hom bre d iferente a la de los filósofos de su época, ya que lo sano
y lo enfe rm o se relacionan con las condiciones de vida de los su je ­
tos, por ta n to está im plícito en ello lo que se conciba y acepte para
esa época com o salud o enferm edad.
D urante el período m edieval (siglos v a x v ) y el surgim iento
de la Iglesia com o dom inadora de la cultura, la actitud del hom bre
estaba centrada en el dogm a religioso y la fe com o ve rd a d e s in­
cuestionables.
Del p rim e r período m edieval se destacó San A gustín, un clé­
rigo que retom ará las ideas de Platón tra tan d o de e xp lica r m e d ia n ­
te la razón lo que cree que es la fe. Ésta es la que hace posible el
e ntendim iento, la razón debe ser ilum inada por la fe.
Tam bién en la línea de conciliar razón y fe, ya a va n za d o el
siglo xni, el e clesiástico S anto Tomás de A quino, se a poyará en el
pen sam iento de A ristóteles, afirm ando que si bien no es posible
c o nce bir m ateria sin form a, sí es posible la existencia de form a sin
m ateria y de allí se sostiene la existencia de Dios.
Se m antiene por tanto la distinción en dos estados posibles,
tal com o se había concebido en la A ntigüedad, solo que ahora el
fuerte p od e r eclesiástico ponía a su servicio y para e xp lica r su d o g ­
ma, las ideas que la F ilosofía había aportado siglos atrás.
La concepción de salud y enferm edad en este período re co ­
nocía la clasificación en enferm edades del cuerpo, llam adas “n atu­
ra les” y e n fe rm e d a d e s del alma, denom inadas “so b re n a tu ra le s” .
A tra vé s de estas últim as se ju stifica b a n las disidencias que
el cristia nism o tenía, ya que toda ¡dea que cuestionara el dogm a
mllflloso, era considerada un alm a poseída por el dem onio y sufría
1.1 ((liorna en la hoguera.
Hacia los siglos xvi y xvn, durante el período co n o cido com o
M odernidad, se producen im portantes cam bios políticos, e co n ó m i-
i .iin y so cia le s.13
La Reform a Religiosa y la crisis de la Iglesia C atólica co n trib u ­
yan a la separación de la ciencia y la fe, surgiendo nuevas form as
<|u ver y explicar los viejos problem as que preocupan al hom bre.
En estos años es que ubicarem os el su rg im ie n to de la cie n ­
cia m oderna con im portantes descubrim ientos y e x p e rim e n ta d o -
nos que darán a la producción de co nocim ientos un ca rá cte r de
utilidad. S erá una ciencia al servicio del hom bre para m o d ifica r la
naturaleza en la búsqueda de beneficios propios.
M uchos son los exponentes de este período, pero p a rticu la r­
m ente qu ere m os de sta ca r las figuras que hacen al tem a que nos
convoca, en la búsqueda de respuestas históricas al te m a de la
oscisión m ente-cuerpo.
Uno de los filósofos reconocidos com o de m a yo r incidencia
on el pen sam iento m oderno es R ene D escartes (F rancia 1596-
1650).
Entre sus notables aportes al pensam iento cie n tífico de la
época, se destacan la elaboración de un m étodo a n a lítico d e d u c­
tivo y la distinción de una m etafísica que trata los p ro b le m a s del
alm a y una física aplicada al m undo m aterial. Su p lanteo es de­
term inante, en cuanto señala una fe en la certeza a b soluta de la
ciencia.
La clave del m étodo es la duda radical, hasta lle g a r a lo que
no se puede dudar: su existencia: “pienso luego e x is to ” .
D istingue entre “res exte n sa ” y “ res pensa n te ” com o ob ra s de
Dios. Se trata de seres hum anos habitados por un alm a racional
que se conecta al cuerpo por la glándula pineal, ubicada en el
cerebro.
La razón es m ás cierta que la m ateria y el c o n ce p to de cu e r­
po no incluye nada que pertenezca a la m ente y viceversa.

13 Para ampliar: Russo, A. (2007). “Transición Edad Media-Modernidad”, en: Carro, S.


y De la Cuesta, P. (comp.). Introducción a las teorías psicológicas. Ed. Psicolibros.
Montevideo.

— 43 —
A sig na al cuerpo una extensión, es espacial y puede e jecutar
.u;don<'s por si m ism o, sin la intervención de la m ente; en cam bio
< I nlm fl o m ente no tienen extensión. D escartes dirá que excede
nuestra capacidad co m p re n de r cóm o están unidos cuerpo y m en­
tó, pues no sa b e m o s cóm o y cuándo ese cuerpo e spacial se ve
afectado por la m ente.
El a u to r y filósofo G. V esey (1970) llam ará a este dilem a p lan­
teado por D escartes “el pun to m uerto cartesiano", pues es a partir
de esos planteos que m uchísim os autores posteriores se e m p e ­
ñen en reso lve r este dilem a, o por lo m enos intentan dar respuesta
a esta dicotom ía, que aún cuesta d e sce n tra r com o problem a en el
ám bito de las ciencias de la salud.
A co rd a m o s con V esey que se trata de un “p u n to m u e rto ” en
el sentido que así planteado no quedan alternativas.
El problem a queda instalado desde el m om ento que se co n ­
cibe al hom bre e scindido y form ado por dos co m p o n e n te s que, al
asignarles una com posición diferente, es im posible su integración.
Es com o si p e nsáram os en la clásica m ezcla de agua y aceite, su
com posición m ism a im pide su fusión en una sola.
P artiendo de este “pun to m uerto c a rte s ia n o ” a m ediados del
siglo x vil, serán m uchos los autores que buscan las respuestas
m etafísicas a este problem a. Sin em bargo, q u isiéram os d e sta ca r
no solo las respuestas en este sentido, sino intentar una breve pa­
norám ica que perm ita visu a liza r cóm o, desde diferentes co n ce p ­
ciones de hom bre y de ciencia, hallam os interesantes planteos que
perm iten pe n sa r en las construcciones te ó rica s y prácticas de los
siglos posteriores, en lo referente a las corrientes psicológicas.
D estaca re m os básicam ente tres líneas o enfo q u e s sobre el
tem a en cuestión:
a) Las respuestas m etafísicas y filosóficas.
b) Las posturas de la neurofisiología y la “psicología e xp e ri­
m e n ta l’’.
c) Los enfo q u e s de la psiquiatría dinám ica, em e rg ie n d o una
concep ció n de la salud y la enferm edad que se acerca a lo
integral y que será resistida por la academ ia y cu estionada
por el paradigm a vigente.

— 44 —
El siguiente cuadro c o m p a ra tivo perm ite v is u a liz a r en form a
sim ultánea las respuestas que m u ch o s autores aportaron a la di-
li'in á tica planteada.

1600____________ 1700____________
D E S C A R T E S (1 5 9 6 -1 6 5 0 ) "H U M E (17 1 1 -1 77 6 )
In te ra c c io n ism o m e n te - M ente co m o im p re sio n e s de
cuerpo. la e xp e rie n cia .

M E L A B R A N C H E (1 6 3 8 - DE LA M E T T R IE (17 0 9 -
(/) 1751)
1715) O ca sio n alism o . N o hay
11 influencia. M ate ria lism o , niega la
™s g.
c/) w m ente.

C/J tp r- S P IN O Z A (1 6 3 2 -1 6 7 7 )
O) a)
N iega la m ente. D oble a s p e c ­ K A N T (1 7 2 4 -1 8 0 4 )
13 ^
cu J5 ■o to. M ism a su sta ncia. M ente co m o o rg a n iza d o ra
>> o de la e xp e rie n cia .
co
L E IB N IZ (16 4 6 -1 7 1 6 ) A rm o ­
(/) nía de am bas. H A R T L E Y (1 7 0 5 -1 7 5 7 )
CD
a: A to m ism o . E n fo q u e fis io ló ­
B E R K E L E Y (1 6 4 6 -1 7 1 6 ) gico.
In m a te ria lism o . El c u e rp o es
una p e rce p ció n de la m e n te .
o W H Y T T (1 7 1 4 -1 7 6 6 )
" o c /T
a) oo — R e fle jo s in vo lu n tario s.
'o C0 v) B
i 3 Q. c G A L L (1 7 5 8 -1 8 2 8 )
■c CO ^ 0
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SS -c L o ca liza ció n fu n cio n e s
p - V)
en <d
E 03 o a. c e re b ra le s.
o o .2o L^U
C= <D c/) lf= co
.2 0 o 'Fv CT) W E B E R (1 7 9 5 -1 8 7 8 )
2 co F isio lo gía ó rg a n o s s e n s o ­
O — riales.
M E S M E R (17 3 4 -1 8 1 5 )
■ra M a g n e tism o a n im a l
c o
T> o -
"(/)
8 JS P U Y S E G U R (17 5 1 -1 8 2 5 )
S2
03 o 'o “S o n a m b u lis m o a rtific ia l”
2. E c
p
CD
P IN E L (1 7 4 5 -1 8 2 )
E “ D e se n c a d e n a r al e n ferm o
m ental"

— 45 —
1800 1900
JH O N S T U A R T M ILL (1 8 0 6 -1 8 7 3 )
_o CO
TO C a u sa s lóg ica s a p a rtir de la e xp e rie n cia .
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tn -O CD M on ism o neutral.
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TO o H O D G S O N (18 3 9 -1 91 2 )
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0 JZ O E sta d o s m en ta le s: e p ife nó m e n o s.
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Q. 0 Q.
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CD *0 C L IF F O R D (18 4 5 -1 87 9 )
cr LU
M on ism o psicològico.
F E C H N E R (1 8 0 1 -1 8 8 7 ) P sico fisica
co
.55 c d W U N D T (1 8 3 2 -1 9 2 0 )
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S 8 In tro sp e cció n . E xp e rie n cia in m ed ia ta .
b (/)
c/> CL
to >, E B B IN G H A U S (18 5 0 -1 90 9 )
0 SQ "ro E studios so b re la m em oria.
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C £/) i— J A M E S (1 8 4 2 -1 9 1 0 ) P ra g m a tism o .
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H E L M H O L T Z (18 2 1 -1 8 9 4 )
fs Im pu lso s ne rvio so s.
^ c/T
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0 TO P A V LO V (18 4 9 -1 9 3 6 ) R eflejo co n d icio n a d o .
'S 3
ö 5 W A TSO N (18 7 8 -1 9 5 8 )
C o n d u ctism o . N e g a ció n o n to lò g ica de la m ente.
B R A ID (17 9 5 -1 86 0 ) F R E U D (1 8 5 6 -1 9 3 8 )
N e u ro h ip n o sis P sico a n á lisis
E o
'TO O
H E IN R O T H (1818) GRODDECK
o 3
(1 8 6 6 -1 9 3 4 )
C H A R C O T (18 2 5 -1 8 9 3 )
O- 2 H ip n o sis W E IZ S A E C K E R (18 8 6 -
1957)
ä |
B E R N H E IM (18 4 0 -1 91 0 )
S u g e stió n . P sico te ra pia

— 46 —
I as respuestas metafísicas y filosóficas
B aruch S pinoza (1632-1677) negará la existencia de la m e n ­
te y el cuerpo com o entidades distintas y dirá que am bas son as­
pectos de la m ism a sustancia. Su teoría conocida com o del doble
aspecto sostiene com o única sustancia e xistente a Dios, re co n o ­
ciendo la m ente y el cuerpo com o aspectos distintos de la e xis­
tencia.

N icolás de M alebranche (1638- 1715) tam bién desde una


postura dogm ática religiosa, propone que la m ente y el cu e rp o no
lienen capacidad causal y Dios sería la única causa.

Gottfried Leibniz (1646-1716) con una visión racionalista, dirá


que tanto el m undo físico com o las capacidades m entales están
com puestos de infinitas m ónadas que no se com unican entre sí, de
m odo que el m undo mental no se relaciona con el m undo físico.
Tam bién subordina la existencia de la m ente a la existencia
de Dios ya que cree que los dos m undos están sincronizados com o
dos relojes a la m ism a hora, y esa sincronización la hace Dios.
V em os el com ún d e nom inador de estos pensadores en la
explicación religiosa com o una constante explicativa im posible de
abandonar.

D esde una postura radical del em pirism o, G eorge B erkeley


(1685-1753) sostenía que la sensación era la fuente de todo c o ­
nocim iento, por lo que negaba que la m ateria pudiera e x is tir en
ausencia de la percepción. P or lo tanto no existe la distinción entre
m ente y cuerpo pues el cuerpo sería una percepción de la m ente.
Esta ¡dea de que solo existe la m ente se conoce com o In m a te ria ­
lism o.

El escocés D avid H um e (1711-1776) ta m bién desde su p o si­


ción em pirista, argum enta que los elem entos básicos de la m en­
te son las im presiones (obtenidas de la experiencia), en tanto las
¡deas son las im ágenes de las im presiones. Los aportes de H um e
a la P sicología, se reconocen com o im portantes en lo re fe re n te a
las nom ina das Leyes de la A sociación:

— 47 —
1) S em ejanza: La m ente tiende a aso cia r lo parecido.
2) C ontigüidad: Dos elem entos o hechos que se e x p e rim e n ­
tan ju ntos, se tienden a recordar juntos.
3) C ausa- efecto: A un fenóm eno que ocurre a continuación
de otro, so le m o s asociarlos.

Im m anuel Kant, será otro filósofo que aportó a la discusión


entre e m piristas y racionalistas, señalando que si bien todo c o ­
nocim iento com ienza con la experiencia, no todo p rocede de la
experiencia y se necesitan determ inados “esquem as que son pro­
ducto de la im aginación que nos perm iten co m p re n de r el m undo y
a d ecuarlo a la estructura de nuestra m e n te ".14

Im posible detenernos en esta oportunidad en m uchos a utores


im portantes, ta le s com o D avid Hartley, Jhon S tuart Mili, S hadw orth
H odgson, G eorge Lew es, W illiam C lifford entre otros, q u ienes se
cuestion aro n sobre el problem a del conocim iento y a su relación
con la conce p ció n de lo que se definía com o “m ente".

La Neurofisiología y la “psicología experimental”.


Es op ortu n o ob se rva r cóm o, sim ultáneam ente a las re sp u e s­
tas filo sófica s, com ienza el desarrollo de las ciencias natu ra le s y
desde la N eurofisiología surgen valiosas investigaciones sobre el
sistem a nervioso central.
El problem a de resolver la dicotom ía m ente-cuerpo, se d e s ­
plaza de sd e la m etafísica, que no lograba dar una respuesta aca ­
bada; hacia los e studios de la N eurofisiología, que se presenta
com o la que sí puede ser “cie n cia ”.
La P sicología com ienza a recorrer el cam ino de la Biología y
las C iencias N aturales, dada la necesaria condición del paradigm a
positivista dom inante, que exige a toda ciencia, la utilización del
m étodo cien tífico experim ental.
P odem os reco n o ce r com o antecedentes de la P sicología
E xperim ental a varios neurofisíólogos que, a p artir del e studio de

14 Citado por SANTAMARIA, C. en: Historia de la Psicologia. (Ob. Ref, p. 31)

— 48 —
anim ales en un com ienzo, se cuestionan sobre estím ulos, reflejos
e im pulsos nerviosos.
Entre m uchos, fue destacado R obert W h ytt (1714-1766), pio­
nero en re alizar estudios rigurosos sobre los reflejos involuntarios
en el estudio de ranas. Luigi Galvaní (1737-1798) co ntinuando en
la línea anterior, observó aspectos relacionados con la electricidad
anim al, utilizando aparatos para su m edición.
A uto re s posteriores com o H elm holtz (1821 -1894), se basarán
en estos antecedentes para e stu d ia r el sistem a nervioso hum ano
y m edir la velocidad de los im pulsos. Fueron valiosos sus aportes
sobre la percepción y se le reconoce por la invención del ofta lm o s-
copio (instrum ento para e xa m in a r la retina). S us e studios sobre
la visión, explicaban de m anera bastante exacta, los m ecanism os
por los cuales podem os c a lcu la r la distancia entre objetos.
En relación a la localización de las funciones cerebrales, se
reconocen los estudios de F ranz Gall (1758-1828) com o un p ione­
ro en el intento de localizar e spacialm ente las áreas cerebrales. Si
bien falló en algunos de sus presupuestos, el aporte que d e sta ca ­
m os para la P sicología, tiene que ver con su afirm ación de que “el
cerebro es el órgano de la m e n te ” , instalando una con ce p ció n que
otorga a la m ente facultades intelectuales y em ocionales.
O tro grupo de autores llam ados “p sico físico s” , tam bién han
de consid erarse com o a n tecedentes en la construcción de la lla­
m ada “ P sicología experim ental o cie n tífica .” Dicha nom inación se
les asigna, dado que buscarán re la cio n a r lo que consideran a sp e c­
tos psicológicos del hom bre, con sus m anifestaciones físicas.
E rnest W ebe r (1795-1878) se interesó en la fisio lo g ía de los
ó rgan os se nsoria les e investigó cóm o se produce el proceso de
percepción de los estím ulos externos. P lanteó lo que se reconoce
com o prim era ley m atem ática en Psicología, ya que hablaba de
“un um b ra l d ife re n cia l m ínim o de percepción".
G ustav F echner (18 0 1 -18 8 7 ) es co nsiderado un se g u ido r
de los estud ios de W eber y se propuso re la cio n a r el m undo físico
y el de la m ente, buscando una relación que fuera re g istra b le y
cuantificable. U tilizó varios m étodos para m e d ir la m agnitud de las
sensaciones, los que si bien fu eron cue stio n a d o s por parte de la
academ ia, le aseguraron cierto re co n o cim ie n to por parte de a lg u ­
nos investigadore s que veían en los e studios e xp e rim e n ta le s de

— 49 —
laboratorio, el com ienzo de la legitim ación científica de los a sp e c­
tos psicológicos.
W ilh elm W undt (1832-1920), había tra b a ja d o com o asistente
de H e lm holtz y se m ostraba m uy interesado en los e studios de
sen sa ciones y percepciones.
La historia de la P sicología, lo ha reconocido com o el psicó ­
logo experim ental que logró siste m a tiza r y o rd e n a r los e studios
realizados en su época. La creación de un laboratorio de d icad o
e sp ecíficam e n te a estudios psicológicos en 1875 en Leipzig y la
concurrencia al m ism o de investigadores de varios lugares de Eu­
ropa, e incluso de los E stados Unidos, hizo de W undt un referente
ineludible de la P sicología científica de su m om ento.
Las inve stig acio n e s incluían, análisis de se nsaciones, e stu ­
dios de atención, percepción, m em oria y asociación de ideas.
D esde esta postura, la m ente aparece ra d icalm ente se p a ra ­
da del cuerpo, ya que se je ra rq u iza n los ó rganos se n so ria le s que
reciben estím ulos, d efiniendo los “h echos o contenidos de co n ­
ciencia" com o objeto de estudio.
Los investigadores anteriorm ente citados, pertenecen a la
que podríam os d e n o m in a r “la cuna de origen", de la P sicología
científica en A lem ania, sin em bargo, la producción de c o n o cim ie n ­
to e m igraba p rontam ente a los Estados U nidos, donde deb e m o s
d e stacar a W íllíam Jam es (1842-1910), quien tu vo un reconocido
lugar co m o fu n d a d o r de la Psicología.
En el año 1890 escribió el libro “P rincipios de P sico lo g ía ” ,
con siderada obra clásica, en la cual se m uestra partidario de la
introspección y señala las propiedades de la conciencia. Ésta es
definida com o “ ...u n flujo continuo que no puede de sco m p o n e rse
en unid ades sim p le s y para estudiarla es preferible p e n sa r en su
utilidad m ás que en tra ta r de indagar su e s tru c tu ra ...” 15
Su postura pragm ática radical, lo llevó a c o n s id e ra r a las
e m ocione s com o procesos fisiológicos particulares y la e xistencia
de estím ulos e xternos que afectan nuestros ó rganos físicos. R es­
pecto al problem a m ente-cuerpo, m antuvo dos posicio n e s que por
m om entos se contradicen. P or un lado señala que todo está fo r­
m ado p or una sola m ateria y no hay distinción m ente-m ateria. En

15 Op. cit.

— 50 —
otro m om ento se acerca a la posición de B e rk e le y (Inm aterialism o)
y dice que la m ateria no existe.
Es intere san te señalar, un interés q u iz á s m enos conocido de
este autor, y es lo referente a su cu rio s id a d y a tracción por los
fenóm enos “p aran orm a le s” . Creía en la te le p a tía y en el e sp iritis­
mo, quizás po r ello es tan difícil se ñ a lar u n a postura definida con
respecto a lo que definía com o m ente y co n c ie n c ia .
Tam bién en Estados Unidos, a lg u n a s déca d a s después,
m erece ser destaca do John W atson (1 8 7 8 -1 9 5 8 ), co n sid era d o el
cread or del C onductism o. En su crítica a la psicología clásica y al
uso del m étodo introspectivo, se propone d e s a rro lla r una P sico lo ­
gía o bjetiva y experim ental que pudiera s e r co nsiderada dentro de
las ciencias naturales. Para ello se p la n te a com o objeto de e stu ­
dio “ la conducta h um ana” . En su obra se d is tin g u e n básicam ente:
a) el “cond u ctism o m e to d o ló g ic o ” que s o s tie n e el uso del m étodo
científico e xperim ental, b) el "co n d u ctism o m e ta físico ” , en el cual
fundam enta que la m ente no existe.
Toda actividad hum ana incluyendo p e n s a m ie n to s y e m o cio ­
nes, se pueden explica r a través de m o v im ie n to s m u sculares o
se crecione s glandulares. D esde esta p e rsp e ctiva , W atson elije no
pen sar en el problem a de la escisión m e n te -cu e rp o . Sí se deja de
pen sar com o problem a m etafísico y se lo coloca en el polo c ie n ­
tífico, es ne cesario a n u lar la m ente, p u e s co rre sp o nd e a una ca­
tegoría no m edible, desde el paradigm a p ositivista de la ciencia
exacta.

La psiquiatría dinámica y las prim eras concepciones


unicistas
El te rce r eje tem ático que nos p ro p o n e m o s analizar, en re­
lación al p roblem a de la escisión m e n te -c u e rp o , se co rre sp o nd e
fund am e n ta lm e n te , con ciertos planteos que, se m a ntuvieron al
m argen del m étodo científico validado p o r la academ ia y el p a ra ­
digm a dom inante, y tienen que ve r con u n a concepción d iferente
en el tra ta m ie n to de las e nferm edades m e n ta le s.
A la ¡dea reinante hasta la Ilu stra ció n , de los e nferm os m e n ta ­
les com o poseídos por el dem onio y tra ta d o s de form a to ta lm e n te
inhum ana, se presenta com o un m ojón relevante en la historia,
P hillipe Pinel (1745-1826), quien intentará d a r un lu g a r y tra ta ­
m iento d ife re n te a estos enferm os, buscando una explicación a las
causas naturales del origen de estos padecim ientos.
En A lem a n ia los estudios de Franz A ntón Mesm er, (1734-
1815) proponen una nueva concepción de enferm edad, basada en
la hipótesis de un d e sequilibrio en el fluido energético del hom bre,
que podía a fe cta r tanto su m ente com o su cuerpo.
C om o terapia hacía beber a sus pacientes agua con alto co n ­
tenido en hierro y luego colocaba im anes en varias zonas del cu e r­
po. E stablecía cierto contacto físico con los pacientes, co lo c á n d o ­
se de frente, tom ando sus m anos y m irándolos a los ojos con lo
que lograba que las personas entraran en una especie de trance.
Luego de estos episodios ocurría una m ejoría de los síntom as.
En ocasiones desarrollaba curas en grupo, tam bién con b u e ­
nos resultados.
Su final no fue feliz, dado que su ¡dea de h a ber de scu b ie rto
un flu id o m agnético no fue com probada científicam ente y se pudo
constatar que sin el uso de im anes podían lograrse re su lta d o s si­
m ilares. Sin em bargo, sus investigaciones y tra ta m ie n to s dieron
cuenta de la im portancia del rol del terapeuta y del p o der de la
sugestión en ese vínculo con el paciente.
A sí m ism o el hecho de hablar de crisis para el logro de la
cura, a pare ce com o un indicio en la historia de la psiquiatría d in á ­
m ica en lo que refiere a la expresión de la enferm edad.
Un discípulo de M esm er, el m arqués de P uységur (1751-
1825) centró la im portancia del tratam iento en el p o der del m ag­
netizador y habló de crisis, com o un estado de “so n a m b u lism o
a rtific ia r en el que caían los pacientes. Se considera este com o
el prim e r ante ce d e n te docum entado de lo que m ás adelante se
llam ará hipnosis.
Estos e studios se fueron difundiendo m ás allá de A lem ania y
Francia, desta cá n d o se en Inglaterra el m édico Jam es Braid (1795-
1860), quien en conocim iento de las exp e rie n cia s anteriores, p ro ­
puso in d u cir a los pacientes en un estado de sueño, al que llam ó
neu roh ipn osis, utilizando un objeto brillante.
Es en este m om ento en que una enferm edad cuyos síntom as
físicos resultaban incom prensibles para la m edicina tradicional, se
destaca y de m anda la atención de v a rio s m édicos investigadores:
la histeria.
Q uienes la padecían, fu n d a m e n ta lm e n te m ujeres, p re se n ­
taban d esvanecim ientos, parálisis en los m iem bros su p e rio re s o
inferiores y ataques que se parecían a los epilépticos. Sin e m b a r­
go los m édicos observaron que las p a rá lisis no se correspondían
con una afección del sistem a n ervioso, ya que por e jem plo estaba
paralizada la m ano pero no el brazo, lo que neurológícam ente no
era posible.
R eco rd em os que la neurofisiología, ciencia acep ta d a en el
am biente científico, adjudicaba una ca u sa cerebral a to d o s los fe ­
nóm enos m entales. El hecho de que algunos autores em piecen
a p ropo ner la hipótesis de que po d ía n sufrirse de te rm in ad o s sín­
tom as físico s sin que hubiera una ca u sa orgánica, co m e n za b a a
su b ve rtir las ideas hasta entonces avaladas.
Fue el neurólogo francés Jean M artín C harcot (1825-1893)
de la e scuela de S alpetriere, quien m edíante el m étodo de hip n o ­
sis lograba m ejorías en las enferm as. C harcot propuso la idea de
que la h ipnosis era una consecuencia d e la histeria y que los sín to ­
m as realm ente existían sin que h u b iese a lteraciones e structurales
ni cerebrales.
Un poco m ás adelante en el tie m p o , dos de los discíp u los de
C harcot, P ierre Janet en París y S igm und Freud en V iena darán a
la histeria la categoría de trastorno psicológico.
P a ralelam ente a estos estudios, en la escuela de Nancy, Hi-
ppolyte B ernheim (1840-1919), d e fie n d e la hipótesis de la s u g e s ­
tión. No com parte la idea de la h ip n osis com o estado patológico
com o planteaban en S alpetriere, sino que lo define com o “un sue­
ño prod ucido por sugestión" y el cual pue d e utilizarse con fin e s te ­
rapéuticos, siendo todos los sujetos p a sib le s de ser su g e stio n a d o s
en estado de vigilia.
Se recono ce a B ernheim el u so del vo cablo “p s ic o te ra p ia "
cuando usaba este m étodo, palabra d e uso habitual en la te rm in o ­
logía psicológica actual.
E ntre las corrientes c o n te m p o rá n e a s de inicios del siglo xx,
surge el P sicoanálisis de S igm und F reud (1856-1938), cuyo origen
surge de la práctica clínica, vinculada al interés por las e n fe rm e d a ­
des m entales y particularm ente a los c a s o s de histeria.
Freud había sido becado en 1885 para e stu d ia r con C harcot
en París y entró en contacto con am bas escuelas (S alpetriere y
Nancy), y sus aportes respecto a la hipnosis y la sugestión.
En V iena, Freud com ienza a tra b a ja r con Joseph B reuer
(1842-1925), in tercam biando sobre las posibles re sp u e sta s a la
histeria. En un co m ie n zo utilizaron el m étodo catártico, la hipnosis
y la sugestión. Luego Freud irá m odificando su m étodo a p a rtir de
sus casos clínicos, hasta llegar al que llam ará p ropiam ente m é to ­
do p sicoana lítico .
Este am b ie n te de producción de co nocim ientos hacia 1880,
nos ubica en un m om ento fundam ental de la historia de la P sico ­
logía y de las co ncepciones de salud y e nferm edad que ve n im o s
d esarrollando. Se trata de nuevas form as de p e n sa r lo que m a­
nifiestan los enferm os y las causas de los síntom as que se pre­
sentan. N os en co n tra m o s en los prim eros intentos de e x p lic a r el
fu n ciona m iento de los sujetos, no desde un punto de vista m ecaní-
cista, com o vim os para la psicología experim ental, sino donde se
atribuyen causas d esconocidas o no consientes a los aco n te ce re s
hum anos

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— 55 —
PSICOSOMÀTICA PSICOANALÍTICA
Un e n fo q u e q u e s u p e ra la c lá s ic a d ic o to m ía m e n te -c u e rp o

Lic. A n a Laura R usso

Introducción
E nte ndem o s la P sicosom ática com o una disciplina que, en
ese intento de unificar, lo que en realidad nunca e stu vo se p a ra ­
do, presenta un m odelo h o lístico del hom bre, donde lo sano o lo
enfe rm o son m anifestaciones de lo uno y de lo único. No hay dos
aspectos, dos registros o dos instancias, sólo hay un se r que se
expresa y co nocem os a través de lo que m anifiesta y del sentido
que tie n e para él esa m anifestación.
S o ste n e r estas ideas nos obliga n e cesariam ente a su p e ra r
los clá sicos dualism os históricos, pero tam bién los a ctuales, pues
contin u a m o s buscando en las causas, la explicación a e n fe rm e d a ­
des, a ccid e nte s y acontecim ientos!
La P sicosom ática parte de la ¡dea de la existencia de “c a u ­
sas n e ce sa ria s p ero no su fic ie n te s ” en tanto, no to d o se e xp lica
m ediante los m ism os orígenes, no hay procesos re p e tib le s sino
siem pre únicos.
A nte las m ism as situaciones to d o s responderem os de una
form a p a rticu la r y creativa, en el sentido de la originalidad de ese
sujeto para resolver su situación de vida.

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La discip lin a que proponem os parte de un n ecesario cam bio
en la concepció n de lo sano y lo enferm o, de lo que cre e m o s es un
hom bre en perm anente construcción y cam bio, con un in co n scie n ­
te que lo explica pero en íntim a vinculación con un ento rn o que lo
determ ina y condiciona.

El Psicoanálisis freudiano como base teórica de la


Psicosomàtica
El té rm in o P sicosom àtica, fue utilizado por prim era ve z por J.
A. H einroth en 1818, para d a r cuenta de la influencia de aspectos
psicológicos en la tuberculosis.
El m ism o nom bre es aplicado por Félix D eutsch m ucho tie m ­
po después (1922) y por otros autores psicoanalistas, qu ie ne s re ­
tom aron el térm ino, para tra ta r de e n te n d e r a fecciones som áticas
y su relación con lo psicológico.
El estudio de los procesos inconscientes com enzaba, a a d ­
quirir una im portancia significativa a com ienzos del siglo x x y p u e ­
de con sid erarse com o el punto de partida que intentará d a r fin a la
histórica escisión m ente-cuerpo.
D estacam os a Freud, com o uno de los prim eros intentos por
e studiar los procesos físicos y psíquicos com o paralelos.
Si bien po r m om entos en su extensa obra, no se puede a rg u ­
m entar una ruptura definitiva con el viejo dualism o, pues aparece
la ¡dea de causalidad, propia de la postura m édica de la época, es
posible to m a r su teoría psicoanalítíca com o a ce rca m ie n to a una
noción de unidad.
En 1890, en el artículo “T ratam iento p síquico (tra ta m ie n to del
alm a)", Freud expone sus prim eros conceptos sobre la relación
m ente-cuerpo:
“ ...la relación entre lo corporal y lo anímico... es de acción re­
cíproca [...] en algunos de estos enfermos, los signos patológicos
no provienen sino de un influjo alterado de su vida anímica sobre su
cuerpo.”16

16 Freud, S.: Obras completas. Tomo I. Ed. Amorrortu. Buenos Aires.

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En 1910, en el trabajo La pe rtu rb a ció n p sicò g en a de ia visión
según e l P sicoanálisis, señala que los conceptos de represión y
pulsión son prim ordiales a la hora de pensar los tra sto rn o s psi-
cógenos de la visión, otorgando un ca rá cte r de e specificidad al
órgano afectado.
Esta concepción freudiana de to m a r a la persona com o una
totalidad, es una constante en toda su obra que culm ina en la S e­
gunda H ipóte sis F un d a m e n ta l (1938):
[...] esos procesos concomitantes presuntamente somáticos son
lo psíquico genuino [...]”17.
Freud a rg um enta aquí, que lo o rgánico se co rre sp o nd e to ­
talm ente con lo psíquico, procesos indisolubles para los cuales la
teoría psico analítica propone la búsqueda de sentido m ás allá de
lo m anifiesto, com o vía posible de co n o ce r el sig n ifica d o de esa
form a de expresión.
En la m ism a línea de análisis; síntom as, sueños y actos fa lli­
dos constituyen fo rm a s de m anifestarse el inconsciente. Se trata
de in te rp re ta r lo sim bólico de esas señales, cuyo sig n ifica d o es
e sp ecífico para cada sujeto.
Con Freud nace la noción de sentido, d e ve lar el significado
latente, un sentido inconsciente que expresa el cuerpo. M ás que
buscar ca usa lid ades se intenta buscar lo im plícito que e xpresa el
paciente a través de la enferm edad. El síntom a, a parece com o lo
visible y daría cuenta de un fracaso parcial de la represión, com o
m eca nism o defensivo.
Uno de los autores cuyos aportes influyeron en los d e sa rro ­
llos p sicoanalíticos freudianos y en las nociones de p sicosom àtica
que e stam os intentando relevar, fue el m édico G eorg G roddeck,
gradu a do com o m édico en 1889. A él se debe la utilización del
térm in o “ E llo ” , que definía com o una fuerza m isteriosa que es la
base de la vida y del hacer hum ano, señalando:
[...] El Ello para manifestarse puede elegir el alma o el cuerpo.
Se hace entender no solo en los sueños, sino también en la fisonomía,
los gestos, el com portamiento o en una seria enfermedad orgánica.18

17 Freud, S.: Obras completas. Tomo XXIII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires.
18 Groddeck, G. (1923). El libro del Ello. Ed Sudamericana. Buenos Aires, 1968.

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Es im p o rta n te recordarlo por su contribución en los aspectos
e p iste m ológ ico s y su posición respecto a la dicotom ía que v e n i­
m os an aliza n d o cuando expone:
[...] No podemos construir sobre las definiciones como si fueran
piedras fundamentales. No es el objetivo de la ciencia construir es­
tructuras, porque la estructura de la vida está ahí y es indestructible,
a menos que cambie por sí misma. Todo puede cambiar, por lo tanto
las definiciones también pueden cambiar. Ha llegado el momento de
term inar con las palabras “ alma “ y “ cuerpo o redefinirlas.19

Diferentes formas de entender lo psicosomàtico


D urante el siglo x x son varias las corrientes que se han d e ­
dicado al estudio de los trastornos psicosom áticos, a sig n án d o le
diferentes m étodos de abordaje y con d iferencias sustantivas en la
definición m ism a del objeto de análisis a tratar.
Ha sido polém ico el nom bre m ism o de P sicosom àtico, pues
presenta la unión de psique y som a dando cuenta de que la e s ­
cisión perm anece. Por otro lado, antepone lo psicológico, siendo
entonces válido h a b lar de aspectos so m atopsíquicos. Incluso si
decim os “enfe rm e d a d e s psico so m á tica s” estaríam os dicie n d o que
hay afecciones p sicosom áticas y habría otras que no lo son.
A lg u n o s a utores propusieron diferentes nom inaciones, tales
com o: M edicina P sico so cia l de Holliday, M edicina A n tro p o ló g ica
de W eizsaecker, M edicina de la P ersona de P erestrello. Todos
ellos en un intento por d e fin ir qué entienden por m anife sta cio n e s
psicosom áticas, observándose de todos m odos, la dificultad para
d e te rm in ar si todos, asignaban el m ism o sentido a lo que definían
estudiar.
C om o hem os visto, el surgim iento del P sicoanálisis fre u d ia ­
no, m arcó una diferencia en la búsqueda de respuesta a las a fe c­
ciones orgá n ica s de su época, al proponer un objeto de estudio
hipotético y sin una localización física, dando cuenta de un fu n ­
cio nam iento d in á m ico del psiquism o d eterm inante para la vida del
sujeto.

19 O p . cit.

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P or su parte, los desarrollos de la M edicina en lo biológico
introdujeron grandes avances, tanto desde las investigaciones clí­
nicas y de laboratorio, com o desde la farm acología, lo que produjo
la separación de las disciplinas y sus núcleos de análisis.
La denom inación de M edicina P sicosom àtica, buscó un in­
tento de a ba rca r los aspectos psicológicos y biológicos del sujeto
y es uno de los nom bres que m ás com únm ente se utiliza, si bien
aparece lo psicosom àtico com o ram a o especialízación de la M e­
dicina.
En nuestro medio, es tam bién com ún el uso de P sico so m à ­
tica P sicoanalítica, donde se je ra rq u iza el P sicoanálisis, com o la
línea teórica que aún m antiene y trabaja de form a tera p é u tica , lo
psíquíco y lo som ático com o una unidad en la expresión integral
del hom bre.
Nos hallam os ante una dicotom ía que está dada desde las
disciplinas y sus diferentes enfoques, disp u tá n d o se al sujeto e s ­
cindido y nuevam ente caem os en la antigua polaridad. A lgunos
intentos de su perar esta división, tienen que ver con los trabajos
interdisciplínarios en los equipos de salud. Esta instrum entación,
si bien perm itió el acercam iento a los profesionales en su trabajo,
para po der ve r a un m ism o sujeto que padece, m uchas veces se
daba com o una fusión de los saberes de cada disciplina, a p o rta n ­
do cada uno desde su m irada, sin lograr un ve rd a d e ro “e nfoque
p sico so m à tico ” .

Los desarrollos teóricos más actuales


V em os entonces la existencia de d iversas m iradas para d eli­
m itar lo P sicosom àtico, atendiendo a distintas posturas e p iste m o ­
lógicas siendo incluso posible observar, dentro de la m ism a teoría
P sícoanalítíca diferentes posturas.
En un intento de clasificación que ordene la diversidad de
e scuelas que se autodenom inan P sicosom áticas, el Dr. E dgardo

— 61 —
K o rovsky20 (1993), distingue las escuelas no p s ic o a n a lític a s y las
p sico a na litica s.
Las e scu e las no p sico a na lítica s podrían ser:
a. P sico te ra p é u tica s (G estalt, H olística o C onductista).
b. P odrían considerarse psicosom atistas (H om eopatía, A c u ­
puntura, S om atoterapia, Yoga).

Las escu e las p sic o a n a lític a s , distinguen:


a. La escuela de C hicago, en la que se d estaca Franz
A le xa n d e r entre otros psicoanalistas, quienes distinguen
un grupo de “siete grandes e n ferm edades psico so m á ti-
c a s ”: úlcera gástrica, rinitis alérgica, hipertensión esencial,
colitis ulcerosa, tirotoxícosis, asm a y artritis reum atoidea.
D esde esta línea teórica se sostiene la e xistencia de “tipos
de co n flic to ” que serían los que dan origen a las e n fe rm e ­
d a des psicosom áticas.

b. La escuela francesa, representada en el Instituto P sico ­


som à tico de París, con el destacado p sicoanalista P ierre
M arty (1995), ju n to a David, M ’Uzan y M ichel Fain, d e ­
sa rrolla ro n la ¡dea de la enferm edad psico so m à tica com o
una e structura de personalidad.
D estacan el concepto de “A le xitim ia ” , tom a d o de los d e ­
sarrollo s de la escuela de B oston (S ifneos, 1972), com o
la “incapacidad del sujeto de e xp re sa r v e rb a lm e n te las
em ociones", faltarían las representaciones palabra que
exp re se n los afectos.
H ablan de un pensam iento operatorio y una depresión
e sencial com o características de estos pacientes.

c. La escuela argentina o rioplatense, que reúne nom bres


co m o A .G arm a, Rascovsky, A rm inda A berastury, E nrique

20 Edgardo Korovsky: Doctor en Medicina, psiquiatra y psicoanalista. Fundador del


CIMP (Centro de Investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomàtica en Buenos
Aires. Coordinador en Montevideo del Departamento de Medicina Psicosomàtica de
la Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.

— 62 —
P ichón R ivière, M ary Langer, David Liberm an, algunos
fund a d o re s de la A sociación P sicoanalitica A rgentina.

En Uruguay, figuras corno Valentín P érez P astorino que v ia ­


jaba a B uenos A ires para analizarse con G arm a; Agorio, Colas,
G arbarino, son los pioneros en P sicoanálisis, m uy relacionados
con los grupos argentinos.
En 1948 se publica P sico p a to lo g ia P sicosom àtica de R asco-
vsky, G arm a, M ary Langer y P ichón Rivière.
En 1968 se form a en B uenos A ires el centro de Investigación
en P sicoanálisis y P sicosom àtica que trabajará por una década,
contan do con los aportes de A izem berg, C hiozza, G ranel, K orovs-
ky, e ntre otros.
S ubrayadas las escuelas te ó rica s antes m encionadas, reali­
zarem os a lgunas precisiones sobre la escuela rioplatense, cuyos
desarro llo s son los que m ás avances han te n id o en nuestro medio,
tanto en A rg entina com o en Uruguay.

Psicosomàtica Rioplatense. "La Teoría de los Afectos”


De los autores anteriorm ente señalados, el Dr. Luis
C hiozza21,en A rgentina, se ha destacado por su labor perm anente,
con una clara línea de investigación y análisis en P sicosom àtica.
Su teoría se fundam e n ta en el psicoanálisis de Freud, así com o
en los apo rte s de G roddeck, W eizsaecker, Racker, R ascovsky y
Cesio.
Este e nfoque entiende la enferm edad orgánica com o una
form a de lenguaje que se m anifiesta a través de lo orgánico, pero
oculta una historia, un significado p a rticular para el sujeto, que lo
lleva a e n fe rm a r com o form a de expresión de su conflicto.
C hiozza sostiene que, e scuchando la historia del individuo
que p adece un síntom a y la evolución, es posible c o m e n z a r a e n ­
contra r relaciones entre los hechos y los episodios de enferm edad,
lo que da cuenta de un paralelism o entre lo que expresa físíca m e n -

21 Médico, gastroenteròlogo, psicoanalista, trabaja desde la década del '60 en ia linea


de la Psicosomàtica, siendo actualmente director de una Institución dedicada al trata­
miento, estudio, investigación y formación en este enfoque teórico.

— 63 —
lo y lo quo do a lguna m anera ha ocultado inconscientem ente y es
necesario descifrar.
T om ando los aportes de W e izsaecker22, quien se ñ a la b a que
todo lo corporal tiene un sentido psicológico y todo lo p síq u ico un
corre lato corporal, C híozza retom a la ¡dea de que se tra ta de un
m ism o fenóm eno, cuyo significado inconsciente nos a yu d a rá a e n ­
ten d e r el por qué algunas personas enferm an y otras no, por qué
en un m om ento dado y de tal enferm edad y no otra, el p o r qué o
para qué nece sita m o s e xpresarnos en ese lenguaje.
D esde esta perspectiva, lo que adquiere relevancia es el
sentido de la e nferm edad y fundam e n ta lm e n te en fu n ció n de la
historia del sujeto.
O tro co n ce p to im portante a desta ca r de esta te o ría es el de
“fa n ta sía ” y su im portancia en relación a la enferm edad de que se
trate. Se tie n e n en cuenta fantasías universales, re la cio n a d a s con
saberes populares, costum bres arraigadas en una po b lació n para
una cultura dete rm in ad a y tam bién las fan ta sía s e sp e cífica s, que
hacen a la particularidad del órgano a través del cual se e xp re sa la
e n ferm edad, la que tiene un sentido pa rticula r para cada individuo,
m ás allá que se trate de la m ism a patología.
C hiozza señala especialm ente que el órgano que e nferm a
no es casual, sino que tie n e una significación p a rtic u la r que es
necesario representar.
[...] Una enfermedad somática se constituye como un complejo
en el cual intervienen distintas formas y colores y cada una de estas
formas y colores son otras tantas fantasías inconscientes particulares
que se combinan en un determinado mosaico para form ar esa enfer­
medad somática [,..]23
Tam bién conocida com o la “teoría de los a fe c to s ” , este e n fo ­
que retom a de Freud la ¡dea de que todo afecto es sie m p re una
descarga.

22 Victor Von Weizsaecker (1886-1957): Médico, neurólogo alemán que mantuvo con­
tacto con Freud y sus desarrollos teóricos, proponiendo nuevas formas de pensar y
entender lo psicosomàtico, teniendo en cuenta el contexto actual y la biografía del
paciente.
23 Chiozza, L. (1989): “Los símbolos latentes en los signos físicos de enfermedad” ,
Anuario Uruguayo de Psicosomàtica, EPPAL, Montevideo, p. 44.

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[...] el proceso defensivo puede, en algunas ocasiones alterar el
equilibrio por el cual el montante de afecto inviste los distintos elemen­
tos de la clave, determinando que la descarga se realice de un modo
que hace irreconocible la cualidad de ese particular afecto y conduce
a que la conciencia lo experimente como un fenóm eno “som ático” ,
privado de toda significación afectiva [.,.]24
C hiozza cita el ejem plo del llanto, donde se une el sollozo, las
lágrim as y el lam ento y allí diríam os que “e stam os llo ra n d o ”. Pero
si la clave afectiva se deform a y solo aparecen las lágrim as sin el
sollozo y sin el lam ento, la efusión de lágrim as queda privada de
su significación afectiva. Son los casos en que co n su lta ría m o s un
oftalm ólogo porque “ nos llora la vista” y te n d ría m o s solam ente una
interpretación física.

Una síntesis es posible


H em os intentado p resentar un enfoque teórico y terapéutico,
en el m arco de una concepción de salud, que perm ita p e n sa r un
sujeto integral, al que explicam os desde un fu n cio n a m ie n to p síq u i­
co com plejo, pero tam bién inserto en un m undo donde los vínculos
y las fo rm as de relación, se han visto m o dificadas en gran form a
en las últim as décadas.
La larga historia de las concepciones de salud y enferm edad,
da cuenta de la dificultad de pensarnos com o sujetos íntegros y
poder com p re n de r la enferm edad orgánica desde una perspectiva
sim bólica, cuyo significado nos perm ite co nocernos y se n tirn o s de
otro m odo; com o individualidades sostenidas en una red vin cu la r
que nos determ ina, construye y reconstruye en form a sistèm ica.
La actualidad nos señala un tiem po de d em andas m édicas
y psicológicas en aum ento. E nferm edades algunas que se m ani­
fiestan físicam en te, pero un breve relato de la vida de un paciente
o sus fam iliares, nos perm iten escuchar un único discurso, de una
persona que se expresa de acuerdo a sus circu n sta n cia s, a sus
lim itaciones y a sus posibilidades.

24 Op. cit. p. 39.

— 65 —
N orm a lm e n te todos funcionam os repre se nta n d o síntom as,
a lgunos m ás severos que otros y algunos pasibles de se r in te rp re ­
tados a la m anera de sím bolos que tienen un sentido particular, de
a cuerdo a la historia del sujeto.
El síntom a funciona a la m anera de signo visible en el cuer­
po, con un correlato inconsciente e xpresado en form a sim bólica.
E ste enfoque, reconocido com o P sicosom àtica P s ic o a n a liti­
ca, estudia la persona con sus m anifestaciones o rgánicas (signos
de en ferm edad), que poseen un sentido m ás allá de lo exp re sa d o
por el cue rp o (sím bolo). Se trata de un sentido inconsciente que el
paciente no m aneja y sólo encuentra esa form a de m anifestación.
El psicoterapeuta deberá escu ch a r tam bién lo que dice el
cuerpo y se g u ir al paciente en esa búsqueda de co n o ce r el s entido
de lo que le ocurre. Esto im plica n e cesariam ente hallar s ig n ific a ­
dos, particulares y únicos para cada persona de acuerdo a su his­
toria y a sus co n d icio n e s de vida presente.
Se trata de de ve lar ese lenguaje, a través del que se expresa
el cuerpo, ya que no lo puede d e cir de otra m anera. Hay que des­
cifrar esos sím bolos inconscientes cuyo sentido la persona d e sco ­
noce desde lo cotidiano. A p re n d e r el idiom a del cu e rp o y lle g a r a
co n o ce r los sentidos posibles que la enferm edad representa, es
una form a de d a r respuesta a los conflictos, en el trá n sito corriente
de n uestras vidas.
D esde esta idea, el síntom a adquiere una co n n o ta ció n de
vida, ya q u e se ria una producción que devela lo que nos pasa,
dando así una posibilidad para co m p re n de r y ca m b ia r desde lo in­
dividual y d e sd e lo vincular, ya que siem pre e nferm am os p o r algo,
para alguien y en un m om ento dado de nuestra vida y no en otro.
C on plena vigencia, recordem os el sentido de las palabras
que nos aporta el filósofo español O rtega y G asset (1931), “y o s o y
yo y m i circunstancia, y s i no la salvo a ella no m e salvo a m í'.
A m odo de cierre de este artículo, parece o portuno recordar,
que el títu lo original propone “s u p e ra rla clásica d ico to m ía ..." y en
ese sentido m erece G eorge G roddeck se r citado una ve z m ás:

— 66 —
‘‘...T o d o p u e d e cam biar, p o r lo tanto las d efin icio n es
tam bién p u e d e n cam biar. Ha lleg ado e l m o m en to de te rm in a r
con las p a la b ra s “ alm a “ y “ cuerpo ", o re d e fin irla s ."25

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25 Ibidem.

— 67 —
SALUD Y ENFERMEDAD, UNA
APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍA
SISTÈMICA

Mag. Jorge Cohen

Salud- enfermedad
En este trabajo se analizarán los conceptos de salud y e n fe r­
m edad desde el paradigm a de la com plejidad y la te o ria sistèm ica.
Se propone que la conceptualización de la enferm edad no puede
estar dada únicam ente desde el punto de vista intrapsiquico, sino
desde la m irada de un sistem a. Tam bién se revisará la noción de
estructura individual por la de relación.

Relación mente-cuerpo y salud


Se co nsidera que H ipócrates fue el prim ero en d ife re n cia r en
form a teórica la salud y la enferm edad, de fin ien d o que la m ezcla
adecuada (eucra sia ) de los cuatro hum ores (sangre, bilis am arilla,
bilis negra, flem as), era sinónim o de salud, en cam bio la m ezcla
inadecuada (discrasia), era causal de enferm edad. En la Edad M e­
dia esta concep ció n te n ia tanto peso que en B izancio se co n sid e ­
raba que un acto sexual equilibrado (entre los h um ores) produciría
una conce pción en ese sentido y aseguraba la salud del niño a
nacer. (Aries, Duby, 2001).

— 69 —
El m odelo tradicional de salud ha presentado una concepción
disociada de la m ente y el cuerpo. E nm arcada en el m odelo ca r­
tesiano y new toniano, surgió con una concepción m ecanicista. El
cuerpo, la m ateria m ecánica esta dividida en sistem as y órganos,
los cuales están form ados por partículas, las células (que a su vez
tam bién pueden descom ponerse). Desde este m odelo, tam bién se
concibió al se r hum ano com o ente aislado, en ei cual sus procesos
son vistos co m o independientes de su contexto, de los siste m a s a
los que pertenece y, por lo tanto, tam bién de otros individuos.
Bajo esta cosm ovisión m ecanicista, de m irar las cosas com o
objetos y susta n cia s separadas, el cuerpo y la m ente aparecen
com o dos e ntidades distintas. De este m odo surgieron disciplinas
diferentes para e stu d ia r cada entidad y para a tenderlos por se p a ­
rado: la biología, la m edicina, la psicología, etc. En a lgunos casos
extrem os, la m ente es visualizada com o un fe nóm eno del cerebro
y se ha llegado a reducir los procesos m entales com o factores
quím icos y físico s que pueden ser observados desde los sentidos.
D esde esta visión positivista y reduccionista, el m anejo de la e n ­
ferm edad ha sido lim itado a tom ar acciones unilaterales dirigidas
hacia una parte del cuerpo, con m ecanism os quím icos y fis io ló g i­
cos com o orden curativo.
La enferm edad se entiende com o una disfunción localizada
en algún órgano o sistem a exclusivam ente y su curación se lleva
acabo en un tra ta m ie n to de esa parte del cuerpo.
D esde un nuevo paradigm a así com o la visión del m undo se
m odifica, tam bién la perspectiva del individuo. No se habla m ás
de dualism os, la m ente y el cuerpo com o e ntidades autónom as y
separadas, sino de organism os com plejos interrelacionados.
La m ente y el cuerpo son conceptos abstractos que sirven
solam ente para ayudarnos a com prender, en form a de m odelo, los
diferentes procesos que involucran a los seres hum anos.
D entro de este nuevo paradigm a, la teoría de los sistem as
describe la dinám ica de interrelaciones entre el individuo y los d ife ­
rentes sistem a s a los que pertenece, así com o la visión del propio
sistem a com ple jo que constituye a los seres hum anos.
Se da así un salto desde una perspectiva individual a una
netam en te sistèm ica. El sistem a puede ser visto a su ve z com o
su bsistem a de uno m ás am plio, por ejem plo: sistem a individuo,
pareja, fam ilia, com unidad, sociedad, región, planeta.

— 70 —
Salud y enfermedad
La salud es la capacidad del ser hum ano para c o n tin u a r din á ­
m icam ente su evolución hacia etapas superiores, pro ce sa n d o los
estím ulos que surgen de sus necesidades y desde el sistem a en el
que esta inm erso (Lacería, 2004).
C onsideram os de relevancia el concepto del p roceso del o r­
ganism o hacia una m ayor com plejidad. Esta visión evita la c o n si­
deración clásica en la consideración de la salud com o org a n ism o
sin tensión . De aquí se podría desp re n d e r la m irada del individuo
com o un “ro b o t” y lo que hace m ediante respuestas es d e sca rg a r
la tensión (Bertalanffy, 1968). De esta m anera no se podría dar
cuenta de propiedades tales com o la creatividad, e spontaneidad,
voluntad, exploración, etc. Por lo tanto en este sentido el hom bre
no es un re ce p to r pasivo de estím ulos que le llegan del m undo ex­
terno, sino que, en un sentido m uy concreto, crea su universo.
Im plica un estado arm ónico de balance entre los pro ce so s de
equilibrio y desequ ilibrio que se establecen en un individuo en una
dinám ica constante; la enferm edad es la pérdida de tal arm onía.
La concepción de “salud” y “e n fe rm e d a d ” debe ubicarse en
una pe rspectiva dinám ica. No se puede p e n sa r que existe una
enferm eda d del cuerpo prefijada com o entidad gn o se o lò g ica , con
procesos evolutivos y resolutivos propios. Las co n d icio n e s en las
que aparece la enferm edad no están prefijadas de una m anera
de term inada por una etiología y una patogenia sino que é stas se
en m arcan dentro de un contexto m ucho m ás am plio, donde lo psi­
coló gico y lo social tienen un valor co-determ inante. D esde esta
pe rspectiva la concepción de enferm edad se am plía y la d is o c ia ­
ción entre la m ente y el cuerpo ya no resulta adecu a d a para una
com pre nsión del fenóm eno.
D esde el nuevo paradigm a, en la m edida que se c o n ­
cibe al m undo com o un com plejo entram ado de relaciones
(N ajam anovich,19 93), no podem os e n te n d e r el con ce p to de s a ­
lud y enferm eda d en form a de individuos “a isla d o s” . No obstante
esto, se puede concep tu a liza r a los sujetos com o subsistem as,
e ntend ie ndo sus relaciones, sus procesos de creación de realidad
(construccio nism o social), e intervenir com o tal.
Un siste m a es un conjunto de elem entos que se in te rre la cio -
nan entre sí, de tal form a que la posición de uno de ellos depende
do la posición de los dem ás. Para e n te n d e r a un sujeto desde este
m arco es im prescindible conocer las relaciones que constituye con
sus sistem as naturales, fu n d am entalm ente el fa m ilia r y e ve n tu a l­
m ente otros sistem as (estudiantil, laboral, com unitario, etc).
Al co n sid e ra r la salud de los seres hum anos es im p re scin ­
dible con tem p la r tam bién la salud de su ecosistem a. Esto im plica
un e quilib rio entre las fuerzas que lo llevan a la ho m e o sta sis y el
necesario dese q u ilib rio que lo im pulse a niveles superiores en su
desarrollo. Los individuos que pertenecen al sistem a no solam ente
determ inan el sentido del m ism o sino que a su vez son d e te rm in a ­
dos por éste. Las necesidades del sistem a se m anifiestan en los
individuos de acuerdo al lu g a r que ocupan en el m ism o y crean a
su vez ne cesida d e s para estos individuos.
La satisfacción o no de estas necesidades está in trín se ca ­
m ente ligado a la salud y enferm edad. A ldus H uxley o bservó esto
en su “ m undo fe liz ” (H uxley A, 1987). En ese m undo las personas
eran prog ram a d a s para “d e se a r se r” lo que el program a social d e ­
term inab a com o program a de vida y con ello e lim in a r toda co n tra ­
dicción que pudiera ge n e ra r frustración o una trasgresíón de esa
realidad. D ebía existir una consonancia entre las dem a n d a s del
m edio y las ca p a cida d e s del individuo para g e n e ra r el estado de
“fe licid a d ” .
Las ne ce sida d e s son físicas, sociales y psicológicas. C o n si­
deram os que las tres están interrelacionadas y ninguna se p ro d u ­
ce en form a pura ni sus satisfactores son puros.
S alvo p o r la satisfacción inm ediata de ne ce sida d e s biológicas
el hom bre vive en un m undo no de cosas sino de sím bolos. Por lo
cual aún necesida d e s biológicas se satisfacen en fo rm a s definidas
por la cultura y lo sim bólico (alim entación, sexuales, abrigo, etc.).
El eq uilib rio para la dem anda de sa tisfa cto re s y la posibilidad
de resp o n d e r en form a adecuada para los m ism os es la base para
que el org anism o pueda fu n cio n a r saludablem ente.
C uando el fu ncionam iento del sistem a se estanca el proceso
de desa rrollo pierde la capacidad de respuesta adecuada. Este
e stancam iento es vivido com o desequilibrio. Los sín to m a s que
aparecen en las personas son ¡a m anifestación de la e n fe rm e ­
dad, es el aviso para el sistem a de la necesidad de cam bio, es la
posibilidad de reabrir el proceso y de e n co n tra r nuevos cam inos
para a va n za r hacia un equilibrio superior. La enfe rm e d a d m ental
perturba la espontaneidad. El organism o se hace cada vez más
previsible, m ás autóm ata. La rigidez dificulta el tratam iento, tienen
m enos posibilidad de cam bio, prevaleciendo los m ecanism os ho-
m eostáticos.

Sistema y salud
La fa m ilia es el sistem a fundam ental en el cual los individuos
se socializa n y con ello conform an su estilo personal. D esde d ife ­
rentes te o ría s sociales aún antagónicas e ntre sí, se ha co n ce p tu a -
lizado a la fam ilia com o la institución prim ordial, donde se ejercen
las funcio nes de reproducción, cuidado, protección, alim e n ta ció n y
socializa ció n de los seres. De acuerdo a Levy S trauss, el pasaje al
estadio de cultura se da por la prohibición del incesto, por lo tanto
es una norm a que regula el vínculo sexual y la estru ctu ra de pa­
re nte scos entre las personas la que está en el origen de la cultura
(Levy S trauss, 1987).26
La form a de vida fa m ilia r surge com o una necesidad de su­
pervivencia de los seres, para e n frentar los desafíos de la n a tu ra ­

26 Considera los diferentes períodos según el grado de desarrollo de las fuerzas produc­
tivas, correlacionadas con diferentes clases de familia. Durante el período de salvajis­
mo se da la familia consanguínea, produciéndose relaciones entre hermanos, padres
e hijas, etc. En esta etapa no existía una organización familiar como la concebimos
ahora; más bien se trataba'de un período de transición entre lo animal de la manada
y lo humano de las primeras organizaciones sociales (gen, clan, tribu, etc.).
Posteriormente aparece el matrimonio por grupos, dando lugar a la familia punalúa.
En esta forma de organización familiar, las relaciones sexuales estaban limitadas a
los miembros de la tribu.
En la época de la barbarie aparece la familia sindiásmica; aquí sí existe la pareja, que
permite que tanto el hombre como la mujer tengan relaciones con otros individuos,
aunque no sean de la misma tribu.
En la civilización se origina la familia monogámica causada por la aparición de la pro­
piedad privada que, a su vez, engendra la necesidad de conocer los lazos consanguí­
neos con el fin de poder trasmitir los bienes de herencia. Es decir, con el surgimiento
de la familia también surge la división del trabajo (el grupo que se dedica a la pesca,
los agricultores, los ganaderos, etc.), apareciendo la división de las clases sociales.

— 73 —
leza. En el tran scu rso de la historia la fam ilia ha ido m odificándose
con relación a los cam bios socioeconóm icos (Engels, 1979).
La fam ilia es una institución prim ordial en la sociedad, cuya
constitución se basa en relaciones de afecto entre sus m iem bros y
cum ple funcio n e s sociales e individuales.
El e sta do e conóm ico-social m odifica las norm as y valores so­
ciales que repercuten en el fu ncionam iento fam iliar.
Es la m ediadora entre el m edio social y el individuo, es una
de las fu ente s m ás fuertes de aprendizaje social; actúa com o re­
gu la do r de las fuerzas provenientes del e xte rio r y del propio m edio
interno individual. M ás allá del desarrollo que han tenido otras ins­
tituciones e sp e cializa d a s (educativas, culturales, sanitarias, so cia ­
les), a travé s de sus funciones reproductiva, económ ica, afectiva
y educativa, se trasm iten la experiencia histórico social y valores
culturales, s e n tim ie n to s jD e ahí que desde la propia historia del
surgim ien to de la fam ilia, se encuentre la relación e strecha que
existe entre la fam ilia, la sociedad y la cultura.
El cu m plim ie n to de las funciones fam iliares está en la base
de la salud del individuo y del grupo com o un todo, en tanto g a ra n ­
tizan el cre cim ie n to , el desarrollo norm al y el equilibrio em ocional,
que sirven de apoyo para p o der afrontar los problem as y crisis de
la vid a .3 De acuerdo al C ódigo de N iñez y A do le sce n cia , de no
po der cu m p lir e stas funciones la fam ilia, debe in te rve n ir la co m u ­
nidad y el Estado.
No o b stan te todas estas funciones que se le atribuyen a la
fam ilia, la psicología la tom a com o parte de su objeto de estudio
en form a tardía , en la década de los años 60, el antro p ó lo g o G re-
gory Bateson y colaboradores com ienzan a re p o rta r estu d io s de
la dinám ica de interacción que se da en las fam ilias con pacientes
esqu izofrén icos, desde el punto de vista de su com unicación. (La­
ceria, 2004).
A pa rtir de la Teoría G eneral de los S istem as (B ertalanffy, L
v, 1968) propone que existen puntos de vistas generales y co n ­
cepciones sem ejantes en varias ciencias que perm iten e xp lica r
dive rsos fen óm e n o s ocurridos en la naturaleza, los cuales eran
estudiado s no en form a de disciplinas aisladas, sino com o un “sis­
te m a ” de varias m odalidades de trabajo ínter y transdisciplinarío.
La Teoría G eneral de los S istem as form ula los principios válidos

— 74 —
para cu a lq u ie r sistem a en general, cualquiera sea la naturaleza
de sus elem entos, com ponentes y las relaciones o fuerza reinante
entre e llos,4 es una ciencia universal de la totalidad.
En la psicología e! aporte de esta teoría, hizo que se d e sp la ­
zara el ce ntro de atención de los procesos individuales hacia el
estudio de los fenóm enos interaccionales, h olísticos y e cológicos
del hom bre y su entorno.
En el grupo fam ilia r se dan las condiciones para que sea una
unidad de a nálisis del proceso salud-enferm edad, por cuanto evi­
dencia en su organización, estructura y fun cio n a m ie n to el e stilo de
vida individual, las costum bres, los hábitos, la posición social y la
dinám ica relacional.
En el ám bito de la m edicina m oderna, el paradigm a biom é-
dico, con su enfoque puram ente curativo, ha ido desa p a re cie n d o
con el a va nce de la epidem iología social, por lo que en estos m o­
m entos se propugna en las ciencias de la salud el enfoque p re ve n ­
tivo; eso obliga a centrar las estrategias de salud en el am biente
fa m ilia r y social, en las repercusiones e influencia que el m edio
ejerce en la producción de los “trastornos", ce ntrarse en los fa c to ­
res de riesgo y los factores protectores que, en el m edio fam iliar,
laboral y de la com unidad, puedan influir.
La O rganización M undial de la S alud (OMS) en 1986 definió
la s a lu d com o un estado de com pleto b ie n e s ta r físico, m e n ta l y
so cia l,11
La fam ilia, con su dinám ica relacional entre los m iem bros,
posibilita la cooperación m utua, la flexibilidad de los roles en las
tareas, el apoyo entre las co ntingencias y exig e ncia s de la vida
cotidiana llena de aceptación, a m or y arm onía. Este fu n c io n a m ie n ­
to garan tiza la estabilidad y la seguridad necesarias para el ser
hum ano, siem pre que el sistem a fa m ilia r sea funcional.
C u ando el grupo fa m ilia r que convive ju n to pierde la ca p a ci­
dad de de sa rro llo o no logra establecerla, se suscita la d isfu n cio ­
nalidad, responsable de tantas a fecciones de salud de diferentes
m a gnitudes en cualquie r período de la vida.
El funcionam ie nto fa m ilia r influye en el origen y el m a n te n i­
m iento de las afecciones a la salud, en la m edida que su fu n c io n a ­
m iento sostiene y retroalím enta la afección de uno o m ás de sus
integrantes.

— 75 —
D esde edades tem p ra n a s y en el m arco educativo que co m ­
parte la fam ilia, se aprenden los co m portam ientos fa vo ra b le s o
p erjudiciales a la salud, ya sean hábitos, estilos de vida, id e n tifica ­
ción de pro ble m a s com o los de salud, recursos de curación, u tiliza ­
ción de los servicios de salud y apropiación de prejuicios dañinos
a la salud.

Sistema y familia
Un sistem a es un grupo de elem entos co nectados entre sí
que form an un todo organizado. M uestra p ropiedades de sus co m ­
ponentes, pero, al separarse en sus partes, se pierden dichas p ro ­
piedades. Un sistem a es un proceso dinám ico porque se e n cu e n ­
tra en consta n te m ovim iento y tiene una equifinalidad, un objetivo
com ún .27
Esta visión im plica un nuevo paradigm a que tiene una visión
holística d e l m undo, se lo ve com o un todo integrado m ás que
com o una discontinua colección de partes, se reconoce la in te rd e ­
pendencia fund a m e n ta l entre todos los fenóm enos y el hecho.
El pensa m ie n to sistèm ico em erge sim u ltáneam ente en d ive r­
sas disciplinas (biología, antropología, m atem áticas, cibernética,
sociología, psicología, com unicación, etc.), quienes pusieron en
relieve la visión de los organism os com o totalidad integrada.
La apa rició n del pensam iento sistèm ico constituyó un cam bio
en la historia del pensam iento científico occidental, ya que d e m o s­
tró que los sistem as no pueden ser com prendidos por m edio del
análisis individual, sino que se privilegian las propiedades e m e r­
gentes, producto de la interdependencia. De ahí que este p e n sa ­
m iento sea contextual, en contrapartida del analítico.
Por otra parte, a finales del siglo x x surge otro elem ento im por­
tante que tiene que ver con los fenóm enos observados de las partes
¡nteractuantes de los sistem as vivos, a lo cual se le llam ó proceso;
de ahí que el pensam iento sistèm ico tam bién sea procesal.
Los in dividuos son seres vivientes que están co n stitu id o s por
subsistem as biosociales y que constituyen el m icrosistem a; así

27 Sobre sistemas ver propiedades de sistemas vivos en Vidal, R. (1991).

— 76 —
com o, a su vez, ellos form an parte de otro sistem a de relación
más com plejo que es la fam ilia (el m esosistem a); y que individuo
y fam ilia form an parte de otro m ucho m ás com plejo, que es el sis­
tem a social (m acrosistem a). Por tanto, la fam ilia com o sistem a es
la conexión entre el m icrosistem a individuo y el m acrosistem a so­
ciedad.
La conce pció n de sistem a co nceptualiza al individuo dentro
de un interjuego, en una constelación de la cual es parte integrante
de la m ism a. Su individualidad se constituye y reproduce in te g ra n ­
do un d iscurso m ás am plio, en el que ju e g a un rol. En casos de
patología de ese sistem a, el desarrollo del org a n ism o sufre blo­
queos. Este bloqueo está en correlación con las características
del sistem a y el rol que ocupa en el m ism o. En aquellos m ás pa­
tológicos, por lo tanto m ás rígidos, m ás difícil será la m odificación
del sistem a individual. Para poder lograr el cam bio en un individuo,
depende de la edad y duración a que ha estado so m e tid o en un
sistem a deprivador. De ello depende las conse cu e n cia s y déficits
que lo aquejen aun superada la integración en ese sistem a.
En casos que se presenten síntom as en un individuo, cuanto
m enos edad tenga, m ás vulnerable al fu n cio n a m ie n to del sistem a
que form a parte, por lo tanto m ás relevante es la necesidad de
inte rvenir sobre todo el sistem a. De no hacerlo y o p ta r por una
intervención individual, se puede ge n e ra r iatrogenia, ya que al co n ­
sid e ra r al niño com o “e n fe rm o ” se lo refuerza en ese lu g a r y no se
m odifican las condiciones que producen y m antienen ese estado.
El individuo en esta concepción es tom ado com o un e le m e n ­
to de un sistem a, cuyas características van va riando de acuerdo
a la estructura y fun cio n a m ie n to del m ism o. P or lo tanto cada in­
dividuo tiene un lu g a r debido al resultado de te n sio n e s y fuerzas
pro-ca m b io y pro-equilibrio de ese sistem a. E stas te n sio n e s se
expresan a travé s de la com unicación, por lo que es parte de un
sistem a discursivo m ás am plio y que reproduce.
La necesidad de que la intervención tera p é u tica debe ser d i­
rigida hacia el sistem a está en correlación con la m a duración del
individuo. En los casos de los niños, p o r la propia im posibilidad
de m o difica r la pauta interactiva por sí es un im perativo. En casos
de adultos puede ser distinto, entre otras cosas porque un adulto
está en m ejores posibilidades de e le g ir con quien v iv ir y la form a

— 77 —
de hacerlo, por lo tanto puede o p erar m ás a ctivam ente en la con­
form ación de un sistem a discursivo distinto y por lo tan to de ser
necesario fo rm a r un nuevo sistem a.
La salud por lo tanto no es entendida solam ente en térm inos
de estructura s individuales, sino en los sistem as. Las p o sibilidades
de cam bio están asociadas a cam bios en las pautas c o m u n ic a d o -
nales.
M ás allá de esta visión de sistem a entendido com o la red
discursiva próxim a en la cual están insertos los individuos, tam bién
en tend em o s la existencia de sistem as individuales. El d e sa rro llo
de éstos dep e n d e del sistem a m ás am plio. En los sistem as fu n c io ­
nales se perm ite un desarrollo adecuado del individual. La p e rtu r­
bación del sistem a más am plio es gradual, en grados extre m o s no
perm ite la so b re vid a del sistem a individual o e n fe rm e d a d e s cró n i­
cas. G enera un colapso en el sistem a individual. M ás allá de ello
la posibilidad de a b a n d o n a r un sistem a perturbado por otro m ás
funcional, siem pre genera m ejoras en el sistem a individual.
M aturana plantea que la falta de flexibilidad del sistem a se
m anifiesta en form a de estrés; de ahí que todo sistem a rígido va
a g e n erar a sus integrantes m anifestaciones de tensión, in d e p e n ­
dientem e nte de las características del individuo y de las del siste ­
ma vivo.

Sistema familia y salud


C uando un sistem a fa m ilia r pierde su funcionalidad, ya sea
por una crisis de evolución que está atravesando la fa m ilia o por
crisis en p rin cip io externas a ella, puede su rg ir un m iem bro de la
fam ilia con síntom as y a p a re ce r la enferm edad. De ahí que para
los te ra p e u ta s fam iliares la aparición del síntom a o la e nferm edad
es señal de que el sistem a fa m ilia r está en crisis. A veces la a p a ­
rición del síntom a no es m ás que los intentos que hace el sistem a
para que no se produzca el cam bio.
El fu n cio n a m ie n to fa m ilia r influye en la ap a rició n o no de e n ­
ferm e d a d e s crónicas, en la d e scom pensación de las m ism as, en
casi tod as las e n ferm edades psiquiátricas y en las conductas de
riesgo de salud.
D esde edades tem pranas y en el m arco educativo que co m ­
parte la fam ilia, se aprenden los diferentes roles que se irán e je r­
ciendo.
La fam ilia, con su dinám ica relacional entre sus m iem bros,
posibilita la cooperación m utua, la flexibilidad de los roles en las
tareas dom éstica s y el apoyo entre sus m iem bros ante las c o n tin ­
gencias y exig encias de la vida.
Los estu dio s de la fam ilia que se han d e sarrollado por los
investigadores y terapeutas fam iliares, destacan la diferenciación
entre las fam ilia s funcio n a le s y las disfu n cion a le s en cuanto a las
estrategias que utilizan para resolver las crisis, el clim a em ocional,
la capacidad de cam bio y adaptación durante el curso del ciclo de
vida fam iliar, la capacidad para eq u ilib ra r la proxim idad y la dis­
tancia en las relaciones intrafam iliares, así com o la fo rm ación de
fronteras generacionales.
P or tanto, el paradigm a sistèm ico que surgió a lre d e d o r de
los años 50 se ha ido enriqueciendo de nuevos a vances cie n tífi­
cos de la ciencia, y está em ergiendo un nuevo enfoque, el de la
“c o m p le jid a d ”, con nuevos m étodos de investigación, con nuevas
técnica s y m etodologías del saber, cam biando el lugar del sujeto
y la dico tom ía entre el sujeto y el objeto, ap a re cie n d o una nueva
form a de con tem plar la dinám ica de relación de los seres vivos, el
de los sistem a s de red no lineales y autoorganizado.
La teoría sistèm ica ha constatado de acuerdo a los d ife re n ­
tes de sarrollos teó ricos diferentes circunstancias que están rela­
cionadas con la salud o enferm edad. P or un lado los enfoques
e structurale s ponen su acento en la arquitectura del sistem a, lo
que tiene que ve r con los subsistem as, las funciones que cum plen
cada uno, las je ra rq u ías y los lím ites, ya sea intra-sistem a com o
los exosistém icos.
D esde otro enfoque se analiza la co m unicación y los efectos
que ésta tie ne en las personas (pragm ática).
Las cond icione s de vida extrem adam ente “d u ra s” , no reco­
nocidas com o “hum ana s” , com o los “cam pos de co n ce n tra ció n ” ,
o algunos asp ectos de la vida en condiciones de gran deprivación
em ocional y m aterial son situaciones que generan m ayor grado
de m orbilidad individual. Los síntom as que generan son a nivel
corporal y psíquico.

— 79 —
En una situación extrem a, A gam ben (A gam ben, 2002), c ita n ­
do a P rim o Levi describe la vida en cam pos de concentración, se
centra la figura del “ m u su lm á n ”:
[...] un ser al que la humillación, el horror y el miedo habían priva­
do de toda conciencia y toda personalidad, hasta llevarle a la absoluta
apatía. No solo quedaba excluido como sus compañeros del contexto
económico y social al que en un tiempo había pertenecido,.., era desti­
nado en un futuro más o menos próximo a la muerte, sino que además
no formaba parte en manera alguna del mundo de los hombres, ni
siquiera de aquel amenazado y precario de los habitantes del campo
[...] ha pasado a otro mundo, sin memoria y sin lamento [...].
A g am be n (2002), con respecto a la vida, refiere que en él
no hay nada com ún a otro ser hum ano, todo lo reconocido com o
hum ano desaparece. En este peculiar sistem a, las personas se
van e xtinguie n d o en tanto com parten pautas que tienden a la d e s­
trucción de la individualidad.
Las c o n d ic io n e s de vida de extrem a lim ita ció n e co n ó m ica ,
ge ne ra n un e sta d o p ro clive a la in e sta b ilid a d g e n e ra l, ya sea
en los vín cu lo s , de pareja y filia le s, la re n u e n cia a los p a d re s
a a su m ir la p a te rn id a d , las co n tra d iccio n e s en las p a u ta s de
crianza, e ntre la so fo ca ció n y el desa p e g o , la e xtre m a p ro xim id a d
entre las p e rso n a s p o r fa lta de e spacio físíco y vital, irre g u la rid a d
en la ingesta, etc.
La vida en estos sistem as aum entan el riesgo de cada “sistem a
individual” , m a yo r es el riesgo en la m edida que a m ás te m p ra n a
edad se e ncu e n tre n som etidos a sistem as con características más
rigurosas. En los prim eros años de vida el riesgo es el de sobrevida,
el del de sarro llo físico acorde, el p sico m o to r y el em ocional. En
relación al de sarrollo psicom otor, m ás del 50 % de de los niños
nacidos en con d icio n e s de pobreza presentan problem as en esta
área (G lE P , 2007).
El sistem a nervioso central requiere de contacto con otros y
de la estim ula ció n adecuada, las neuronas sufren un proceso de
d estru cción lla m a d o apoptosis. De este m odo la ausencia de in te r­
cam bios a d ecu a d o s entre el niño y su am biente puede d e te rm in ar
m uerte neuronal ( g i e p , 2007). Esto está en la base de un d e sa rro ­
llo adecuado a nivel intelectual y em ocional.

— 80 —
El aum e nto de estrés está dado en lo repetido de la e xperien-
i ia, es d e cir que un individuo que ha participado de redes com u-
m cacionales sanas, donde puede e xp re sa r su individualidad, en
lorm a reiterada, m e n o r incidencia tendrá el pasaje por e xp e rie n ­
cias con redes enferm as, que atentan contra dere ch o s hum anos
fundam entales.

Conclusiones
C onsideram o s el criterio de salud y e nferm edad, no en té rm i­
nos individ uale s sino sistém icos. Para lo grar un sistem a funcional
se requieren de una m ultiplicidad de variables biológicas, sociales
y psicológicas. Por ello la intervención, y cuanto m ás grave sea la
disfuncionalid ad debe ser desde equipos interdisciplinarios.
Los elem e nto s que han sido estudiados desde la teoría sistè ­
mica para log ra r la funcionalidad en un sistem a son los referidos a
la arquitectura del m ism o, el orden de los subsistem as, los lím ites,
cuidado, incentivo, aspectos com unicacionales, la posibilidad de
a utocreación, de ge n e ra r narrativas viables. Se apunta a los vín ­
culos y que estos sean respetuosos de los derech o s hum anos y
de la infancia (autodeterm inación, participación, no discrim inación,
respeto a la identidad, libertad de pensam iento, buenos tratos,
e sparcim iento, ju e g o , recreación, protección contra toda form a de
explotación).

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— 82-
LA BIOENERGÉTICA
U n c a m in o v ib ra n te h a c ia la s a lu d ,
un c a m in o h acia la s a lu d v ib ra n te

Lic. Luis Gongalvez

La clinica bioenergètica es un tipo de p sicoterapia corporal


que fue creada ju n to al psicoanálisis, por el Dr. W ilhelm R eich y
luego de sarrollada por el Dr. A le xa n d e r Low en con el nom bre de
A nálisis B ioenergético. En nuestro país es un abordaje p sico te ra ­
pèutico que venim os aplicando desde hace m ás de veinte años,
y que tiene com o m om ento instituyente la fo rm ación del Taller de
E studios y A nálisis B ioenergético en 1997.
La B io energética es un m odo de e n te n d e r la personalidad
hum ana en térm inos del cuerpo y sus p rocesos energéticos. Es
una form a de psicoterapia que com bina el tra b a jo con el cuerpo
y con la m ente, para ayudarnos a re so lve r nuestros problem as
em ocionales, a com p re n d e r y de sa rro lla r nuestro potencial para el
p lacer y el go zo de vivir.
A dife re ncia de otras corrientes psicoterapéutícas, cen tra d a s
e xclusivam e nte en la verbalización, que privilegian e x c lu s iv a m e n ­
te al lenguaje y al psiquism o en el abordaje tera p é u tico ; a d ife re n ­
cia de la m edicina m ecanicista que estudia e xclu siva m e n te a las
personas en función de sus síntom as som áticos, la clínica b io e ne r­
gética tom a a la persona en su totalidad integrativa.

— 83 —
En la clínica bioenergética partim os de la base de que el
cuerpo y la m ente son fu ncionalm ente idénticos, es decir, que lo
que sucede en la m ente refleja lo que está sucediendo en el cu e r­
po y viceversa. Este com plem ento funcional entre cuerpo y m ente,
puede ser ab ordado desde estas dos vías e integrado desde los
p rocesos e ne rg é tico s del organism o, en una relación perm anente
de causalidad recíproca sim ultánea, com o se m uestra en el es­
quem a 1.

Algunos objetivos y principios básicos de la clínica


bioenergética
La psicoterapia bioenergética tiene, entre otros, tres o b je ti­
vos generales:
1. P erm itir al individuo e ntender su personalidad en térm inos
de su cuerpo y de su carácter (coraza caracterial);
2. m ejora r todas las funciones vitales, m ovilizando la energía
conte n id a en las tensiones m usculares crónicas (coraza
m uscular), o en los acorazam ientos visce ra le s o ce re b ra ­
les, desin te n sifica n d o así las situaciones tra u m á tica s que
están en la etiología de los procesos de a corazam iento;
3. a u m e n ta r su capacidad para e xp e rim e n ta r placer y alegría
de vivir.

Para la clínica bioenergética hay algunos p rincipios básicos


im portantes que podríam os destacar:
• D ism in u ye n d o una tensión m uscular crónica, posibilitam os
la em e rg e ncia de un sentim iento reprim ido, y viceversa,
expresando un afecto reprim ido estam os fle xib iliza n d o la
coraza muscular.
• C u alq u ie r disfunción de la m otilidad es tanto el resultado
com o la causa de dificultades em ocionales y a parece com o
el resu lta d o de conflictos no resueltos.
• C u alq u ie r restricción en la respiración es tan to el resultado
com o la causa de una ansiedad (m iedo o represión e m o cio ­
nal). Si las situaciones que producen ansiedad persisten,
la dificultad para respirar se convierte en rigidez torácica,
d iafrag m ática y/o abdom inal, que puede d e riva r p o ste rio r­
m ente en el surgim iento de síntom as o biopatías.

En los últim os veinte años, hem os visto en la consulta clínica


tres fig uras que em ergen cada vez con m ayor fuerza y reiteración,
transform án dose así en los principales analizadores naturales de
lo conte m po rán eo. Estos son: la depresión, el e strés y el pánico.

El cuerpo en depresión
Los cu erpos deprim idos, fatigados, “a n e ste sia d o s’' y “en
co m a ” oscilan en un triste péndulo de una vida vacía de deseo
y un deseo vacío de vida. El padecim iento de estos cuerpos es
d e sen ca dena do por la experiencia tra u m á tica co n te m p o rá n e a del
va ciam iento de sentido.
A las personas se les escapa la vida por entre los dedos tal
cual gra nos de arena, hasta sentir una experiencia de q u e d a r y
caer en el vacío. Q ued a r en el vacío les produce una d escreencia
en el m undo que inhibe por com pleto la posibilidad de d e sp leg a r
el deseo de encantarse con el m undo, y por lo tanto, de c o n e cta r­
se. El fu tu ro se achata y no puede ser im aginado. La subjetividad
deviene tediosa, aburrida, suspendida en una especie de lim bo
grisáceo, de una vida que pierde su intensidad y su encanto.
A lg u n a s veces llegan a la consulta con una pregunta im p líci­
ta: “¿ Q uién soy yo cuando ya no soy yo ? ” , y ni siquiera la prim era
parte de la pregunta “ ¿quién soy yo?" adm ite o tiene respuestas
en la sociedad contem poránea. El deseo de una identidad que nos
tra nq uilice en la contem poraneidad es cada ve z m ás difícil, por la
señe de aconte cim iento s vertiginosos que no nos perm iten te n e r la
tranq uilidad de las identidades de las sociedades disciplinarias.
T ra b a ja r con B ioenergética hace bien a todos, pero es par­
ticularm ente eficaz para personas deprim idas, estresadas y /c an­
siosas. Lo que hem os visto sistem áticam ente en nuestra consulta
es que con las terapias m édicas clásicas, las personas d eprim idas
por lo general adquieren un nivel de d e p e ndencia con los “coc-
ktails m edicin a le s” , sin llegar a tra b a ja r p ro fundam ente la causa
de la depresión y de la ansiedad. En las psicoterapias que se ce n ­

— 85 —
tran e xclu siva m e n te en la verbalización, el proceso m u ch a s veces
tiende a alargarse en exceso, sin llegar a to ca r las bases biofísicas
de la depresión. Es casi im posible para estas personas s a lir de la
depresión a base de te n e r pensam ientos positivos. Esto se debe a
que su nivel de energía está deprim ido. C uando este nivel es ele­
vado a través de una respiración profunda, de m o vim ie n to s a pro­
piados y de la expresión de sentim ientos, la persona tie n e más
posibilidades de sa lir de su estado de depresión. En este proceso
es m uy eficaz la psicoterapia bioenergética.
C uánto m ás viva está una persona, m ás energía te n d rá y
viceversa. La rigidez o las tensiones crónicas dism inuyen nuestra
vitalidad y lim itan nuestra energía.
La bioenergética se propone a yu d a r al individuo a a b rir su co ­
razón a la vida y al amor. No es tarea fácil, porque el corazón está
bien protegido en su “ja u la " (la coraza ósea-m uscular), con fuertes
defensas psicológicas y físicas. M uchas veces, el m otivo de esta
clausura em ocional, es que no querem os volver a s e n tir el dolor,
la angustia y el m iedo, que vivim os en o p o rtunidades a nteriores.
El psicoterape u ta bioenergético trabaja estratégicam ente, ju n to al
paciente, para p o der liberar al paciente de su aco ra za m ie n to .
En la m edida en que cuerpo y m ente funcionan id é n tica m e n ­
te, para la B ioenergética los aspectos inconcientes que ge n e ra n
la enferm edad están alojados tanto en el ca rá cte r de la p ersona
com o en la coraza som ática. La principal form a de a c o ra za m ie n to
son las te nsio n e s m usculares crónicas. Por lo tanto, el p sico te ra ­
peuta b ioe nerg é tico trabaja integrativam ente en dos dire ccio n e s:
por un lado trata de e ntender los problem as em o cio n a le s a n a li­
zando sus orígenes, por otro lado, intenta d ism in u ir los g ra d o s de
acorazam iento para perm itirle al paciente re cu p e rar su vita lid a d y
dism in u ir sus síntom as, que son consecuencia de los tra sto rn o s
energéticos de la pulsación bioenergética.

El cuerpo estresado
El estrés adquiere distintas form as (tensiones m u scu la re s
crónicas, fatig a crónica, fibrom ialgia, etc.). A quí las fuerzas pasan
a fu n cio n a r sin ritmo, frenética e ilim itadam ente, en una e sp e cie

— 86 —
(lo agitación que m uchas veces se acelera o desacelera a n sio sa ­
m ente g racias a la ingestión de aditivos quím icos (ya sea le g a liza ­
dos por la industria farm acológica o en las fronteras ¡legales del
narcotráfico). Las subjetividades estresadas son las fa vo rita s de!
capitalism o. Son com o las gallinas, com o los pollitos, cultiva d os en
granjas high tech, en que se elim ina por la luz la sucesión de los
días y de las noches, de form a que desp a ra m e tra d a s las gallinas
producen huevos ininterrum pidam ente, hasta que ellas “b u rn o u t”,
se quem an en un corto circuito irreversible de su energía vital.
La psicoterapia bioenergética es m uy eficaz ta m b ié n para
trabajar patologías derivadas de situaciones de e strés y d e dise s­
trés. Con el trabajo de prevención (individual y/o grupal). los cuer­
pos de los consulta ntes aprenden, progresiva y gra d u a lm e n te , a
a u m enta r la tolerancia al estrés. El trabajo a nti-estrés de la clínica
b ioenergética se genera en función del principio de a u to -re g u la ­
ción natural de nuestro organism o (m uy sim ilar al de la fu n ció n del
orgasm o, descrito por R eich): tensión, carga, descarga y re la ja ­
ción. De esta m anera las personas estresadas, pueden a p re n d e r
a m an eja r sus desajustes entre la carga y la descarga de energia
en su organism o, y aprenden a m antener un e quilibrio dinám ico
entre la tensión y la relajación, sin que se cro n ifiq u e en n in g un o de
estos cu atro polos.

El cuerpo en pánico
La crisis de pánico es una experiencia de un pico m áxim o de
ansiedad llevada al extrem o. El pánico es el últim o grado del conti-
nuum cre ciente del m iedo (atención-ansiedad-pánico).
D esde el punto de vista bioenergético el pánico es una de las
respuestas biológicas m ás viejas y antiguas que p o d e m o s d e sa ­
rrollar frente al peligro. C uando se ve am enazado, el cu e rp o entra
en un estad o de alerta o sim paticotonía. Pero al ser u sa d o e rró ­
neam ente, en el pánico, se despierta un estado de vig ila n cia al
propio cuerpo, co nfigurándose así un cuadro casi h ip o con d ría co
de o b serva ción perm anente de sí, que puede d e riva r en una fobia
al propio cuerpo. En donde el principal m iedo es la p é rd id a de
organicidad: que el corazón se dispare, que la garganta s e apriete

— 87 —
y los pulm o ne s no respiren, que los órganos te le -se n so ria le s de la
visión y de la audición se vean invadidos por una so b re -e stim u la ­
ción, que las piernas no lo sostengan y pueda desm ayarse, perder
el control, enlo q u e ce r o m orir de un ataque al corazón.
D esde el punto de vista psicológico el pánico es c o n se cu e n ­
cia de la e xpe rie n cia traum ática de la d esintegración de los te rrito ­
rios existenciales. Es el efecto de la crueldad de la ve rtiginosidad
de la vida conte m p o rá n e a que destruye las form as de existencia,
reduce la “fech a de ve n cim ie n to ” de las fo rm a s en uso, las cuales
se tornan obsoletas aun antes de que se haya te n id o tiem po de a b ­
sorberlas. Im poniendo asi la obligación de reform atearse p e rm a ­
nentem ente cuando no instantáneam ente. Es el estado de vértigo
perm anente sin tiem po de con ta cta r con las se nsaciones, con las
líneas de fu e rza s que nos atraviesan y con los cam bios que ellas
suscitan. Es la vertiginosidad exasperante e irritante que es vivida
com o pérdida de organicidad (com o am enaza de d e strucción de
sí). A m enaza im aginaria producida por el m iedo y el de sa m p a ro
que instala en la subjetividad un verdadero estado de p a n ic a tta ck
que term ina resum iéndose en dos estrategias co m binadas. P or un
lado, la prim era, co nsiste en no salir de la casa para no exponerse
a los otros (aquellas fuerzas que invaden nuestra subjetividad y
am enazan con destruirla). No m overse equivale a q u edarse co n ­
gelado en el lugar seguro tal com o fue form a te a d o en el pasado.
La segunda actitud consiste en e scoger a un d e te rm in ad o otro,
a quien se le atribuyen cualidades bondadosas y positivas, para
hacer de esta persona una extensión sim biótica de sí m ism o. E s­
cudero que fun cio n a com o una coraza secundaria protectora que
garantiza el cerram iento del cuerpo a todos los dem ás otros (po­
te ncialm ente m alos). P arasitando a este ob je to -p ró te sis co m o g a ­
rantía im aginaria de am paro y protección, sin el cual la am enaza
es tan ate rroriza d o ra que la persona tiene la im presión de m orirse
o de enloquecer.
La persona con pánico se preocupa por el hecho de que los
sín tom as puedan a parecer en una situación para la cual no e n ­
cuentre salida ni ayuda (com o por ejem plo, en ascensores, ó m ­
nibus, m etros, lugares cerrados, etc.). Si la persona con pánico
desarrolla conductas evitativas para no pasar por esta experiencia,
puede desa rro lla r una segunda biopatía: la agora fo b ia (en donde
r
Vi) a te n d e r a huir de situaciones potenciales peligrosas in stitu ye n ­
do en sí un m iedo al miedo).
A sí com o en los pacientes deprim idos, cuyos cuerpos se ven
por en tero constreñidos, d espotencializados y apenados, es im ­
portante pod e r encontrar otra m anera de vivir m ás allá de la tris ­
teza y del de sencanto en que se encuentran. O tra m anera de vivir
que les perm ita construir otros encuentros, para que pueda haber
otra producción de deseo en donde, la persona deprim ida, pueda
percibir que su potencia es real y que puede habitar otro cuerpo,
y a ctu a r con otros cuerpos. En el pánico es m uy im portante crear
otra form a de habitar el propio cuerpo, en que pueda se r m enos
depen dien te de otros cuerpos. Y, en el entendido de que un afecto
sólo puede se r destruido por un afecto m ás fuerte, el m iedo en
las sub je tivid ades panicosas, debe p o der se r sustituido por otro
afecto que fortalezca a la persona (la confianza, por ejem plo). El
m iedo produ ce desconfianza en sí m ism o, en las otras personas,
pero fu n d a m e ntalm en te en los a contecim ientos y en los propios
procesos de experim entación de la vida viva. Con el paciente con
pánico se trabaja, m ediante psico-educación y una variedad m uy
efectiva de técnicas bioenergéticas, que com ience a c o n fia r en
su propio cuerpo, en su propia naturaleza. Para que, a partir de
esta confianza, pueda producir otras realidades expansivas, otras
relaciones liberadoras, otros territorios existenciales. En definitiva
poder co n fia r en la propia capacidad de vivir, que m uchas veces
im plica cre a r otra m anera de vivir, que pueda darle otros sentidos
a los m anantiales de la funcionalidad genital adulta: el trabajo, el
cono cim ie n to y el amor, com o decía W. Reich.

Modalidades de trabajo e intervención


El psicoterape uta bioenergético es un profesional ca pacitado
para a te n d e r situaciones de crisis, co nflicto y/o traum a. En los úl­
tim os años hem os visto el increm ento de nuevas patologías. Los
pacientes llegan a nuestro consultorio a pedir apoyo, casi sin pa­
labras, con nuevos síntom as que adquieren, en su cronificación,
ca ra cte rística s de síndrom e: de pánico, de fatiga crónica, de in-
m uno deficie ncias, de dism inución del deseo, etc. Al igual que con

— 89 —
el aum ento cada ve z m ás creciente de fobias, de tra sto rn o s de
alim entación y de disfunciones sexuales, el su rgim iento de estas
nuevas patologías sociales nos ha obligado a d e sa rro lla r nuevas
estrategias de abordaje breve y focal.
A pa rtir de 1999, en conexión con los últim os ava n ce s en
la investigación en neurociencias y la integración con té cn ica s de
integración cerebrai ( e m d r , t i c , e f t , t f t , etc.), hem os d e sarrollado
una línea de investigación clínica, que nos ha perm itido ab o rd a r
los p rincip a le s síntom as contem poráneos, de riva d o s del aum ento
creciente de la ansiedad y del estrés en los cuerpos, y del a u m e n ­
to creciente de hechos o sucesos traum áticos d erivados de crisis
sociales.
Este d isp o sitivo de C línica Social nos perm ite re alizar inter­
vencio nes fo ca liza da s en procesos breves para los principales sín­
tom as co n tem poráneos:
- sín d ro m e y ataques de pánico,
- tra sto rn o de ansiedad generalizado,
- síndrom e de fatiga crónica,
- fobias (agorafobia, claustrofobia, fobias de proceso, etc.)
- tra sto rn o s basales del sueño, de la alim entación y de la
sexualidad,
- así com o el aum ento creciente de e strés p ostraum ático
(de rivado de episodios de abuso sexual, violación, a s a l­
to, robos, violencia física, catástrofes, a ccidentes, h o stig a ­
m iento psicológico en el trabajo, etc.).

P aralelam ente hem os desarrollado un dispositivo de C línica


Laboral que perm ite la Integración de la clínica b io e nergética con
las técnica s de integración cerebral para el abordaje del B urn O ut
(estrés pro longado en el trabado que produce un síndrom e del
“q u e m a d o ”), del D esgaste por E m patia (co m passion fatigue) y del
T raum a V ica rio (vicarious traum atization), es d e cir aq u e llo s sín to ­
m as que com ienzan a d e sa rro lla r los profesionales de la salud al
asistir y em p a tiza r perm anentem ente con situaciones e stresantes,
vio lentas y/o traum áticas, y que, com o co nsecuencia de la e xp o si­
ción prolon g a d a a estos hechos dram áticos, producen, progresiva
y gradualm e n te , un enorm e d esgaste en su propia salud.

— 90 —
La bioenergética puede aplicarse in d iv id u a lm e n te o e n g ru ­
po, o c o m b in a r am bas form as. El encuadre de tra b a jo p u e d e se r
breve y focal, o profundo (analítico).
En estos m om entos estam os haciendo h in ca p ié a d e m á s en
el trabajo de prevención. Por ejem plo, en el tra b a jo con m u je re s
em ba razad as y sus parejas, o en cursos de se x o lo g ía c lín ic a para
adolescentes, o en clínica laboral para la p re ve n ció n del b u rn out.
En resum en, la bioenergética tal cual la d e s a rro lla m o s en
nuestro colectivo, es una form a de p sicoterapia d is e ñ a d a para
reactivar al cuerpo a través de ejercicios y m o v im ie n to s e s p e c í­
ficos, al m ism o tiem po que podem os tra b a ja r ve rb a l y a n a lític a ­
m ente, la historia em ocional, vin cu la r y vive n cia l d e la p e rs o n a ,
de sintensificando, desensibilizando y re p ro ce san d o los m a te ria le s
traum áticos em ergentes.
D esde la clínica bioenergética e n fa tiza m o s que la m e jo ría en
el fu n cio n a m ie n to de la persona a nivel psíq u ico e in te rp e rs o n a l es
ilusoria si no está acom pañada por m ejoras a n á lo g a s en el fu n c io ­
nam ie nto físico y energético.
La salud de la persona tiene que e sta r re fle ja d a en el cu e rp o ,
y, en este sentido, la idea de la psicoterapia corporal b io e n e rg é tic a
es a yu d a r al paciente a ser m ás libre, a te n e r m ás e n e rg ía , a s e n tir
m ás p la cer y d isp o n e r de una capacidad m a yo r p ara fu n c io n a r a r­
m ónicam e nte en el m undo.
N uestra m isión com o agentes de salud, com o p s ic o te ra p e u -
tas bioenergético s reichíanos, es tra b a ja r con los c u e rp o s d e los
pacientes, revitálizándolos, y ayudándolos a s u p e ra r sus e s ta d o s
m iedosos y tra um ático s en que se e ncuentran, que a n e s te s ia n sus
im pulsos en dirección a la vida viva. Para e llo c re e m o s p ro fu n ­
dam ente en la fuerza de auto-regulación de los cu e rp o s y e n su
deseo inm an ente de vivir.
Por m ayor inform ación sobre esta m odalidad de intervención,
puede consultarse la amplia bibliografía de W ilhelm R eich A n á lis is
del carácter, La función d e l orgasm o, La b io p a tia del cáncer, L a re­
volución sexual, etc.), de A lexander Lowen E l gozo, B io e n e rg é tica ,
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— 91 —
E squem a 1:

Episodios traum áticos


de los im pjlsos i
Sufrimiento a fe ctivo

Alteraciones en el p roce sa m ien to d e


la inform ación y en los co m an d o s
efectores d e l SNA. (co raza cerebral,
blo q u eo s perceptw os y d e co n ta cto )

Distinciones a na tóm ica s


fisiológicas, procesos de
a c o ra z a n ie n to m uscular

Perturbaciones y Fijación d e
energéticas - m »can¡9nüs
defensivos, co raza
c a ra c te iia l

Estilos d e v id a

Conflictos psíc
inconcienl

Nuevos Ira irra s


Estrés a g u d o
R eactivación d e los impulsos reprim idos
Crisis em ocionales
Agresiones externos

-BIOPATIAS ■

Enfermedades co n síntomas Enfermedades co n síntomas


p re d o m in a n te m e n te psíquicos p re d o m in a n te m e n te tísicos
Ide n tida d Fm cional
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— 94 —
TEATRO DE LA ESPONTANEIDAD Y
PSICODRAMA 28

Dr. R a ú l Sintes

El teatro de la Espontaneidad
El 1o de abril de 1921, el Dr. Jacob Levy (M oreno29) hizo la
prim era presentación pública, en un teatro de Viena, de su Teatro
de la E spontaneidad. Se disfrazó de bufón e invitó a su b ir al e sce ­
nario a toda s aquellas personas del público que quisieran “ju g a r a
ser R ey” . El im perio A ustro H úngaro, asediado por problem as de
todo tipo, no podía d isim u la r el vacío de poder y la ausencia de
proyectos creativos.
M oreno, m édico, hijo de una fam ilia ju d ía de H ungría, creía
que la cap acidad creativa no es patrim onio e xclusivo de los a rtis­
tas, y sus prim eras experiencias buscaban p ro m o ve r la e sp o n ta ­
neidad cre ativa de su com unidad, usando el lenguaje teatral.
La espontaneidad, com o posibilidad de e n co n tra r una sa li­
da efica z y creativa a un nuevo obstáculo o a una vieja captura,
es, según M oreno, dra m á tica 30 y grupal. Late para m a nifestarse

28 Algunas partes de este articulo han sido extractadas de mis libros: "Por amor al arte"
y “Psicodrama: La terapia de los dioses caídos”.
29 Con este apodo, que en realidad era el primer nombre de su padre, se le conoce
mundialmente.
30 En el sentido etimológico de la palabra drama, o sea, acción.

— 95 —
activa, si se dan las condiciones apropiadas, entre los m iem bros
de un grupo hum ano. Es la ocasión de una fuga, el tránsito de “lo
s in ie stro ” a “lo m a ra villo so ”31 de la creación revolucionaria, no ve ­
dosa, viva. P ersigue, actual y desbordante, una línea de ruptura,
o de fuga, y pone en m archa una nueva capacidad productiva, un
flujo desterrito ria liza d o “aquí y a h ora” que establece la dim ensión
de su propio esp a cio-tie m p o creador.

Psicodrama
A la ap licación terapéutica del Teatro de la E spontaneidad,
M oreno lo llam ó P sicodram a. A m bos tienen el m ism o origen, se
expresan en código escénico y encuentran su fu n d a m e n to en la
espontan eid a d creadora colectiva. Pero creo que hoy sería p re fe ri­
ble, en lug a r de psicodram a, hablar de Teatro Terapéutico. Porque
ya no parecen te n e r m ucho sentido las co n ce p cio n e s “p sico te ra -
pé utica s” que, reproduciendo el m odelo de las ciencias de objeto
discreto, con sid era n a la “psiq u is” com o, a la vez, un ob je to de
estudio y de “intervención, en el que, supuestam ente, es posible
aplicar m e todologías que tom an com o referente el m odelo m é d i­
co hegem óníco. Es m uy im probable la existencia de alguna e sp e ­
cificidad en ese universo “psi” que, m ás bien, debe ser p e nsado
desde la perspectiva de la com plejidad. En otras palabras: la su ­
posición de que existe en el sujeto un área específica (la psiquis),
distinta de lo biológico, lo histórico-socíal, lo económ ico, lo político,
en el cual se desarrollan conflictos, patologías, o “d ra m a s” que es
posible “d ia g n o s tic a r” y “cu ra r” , nos parece, hoy por hoy, co m p le ­
tam ente insostenible. P odem os, en cam bio, co n sid era r tera p é u tica
a cualquier instancia de co-creación que sea capaz de cu e stio n a r
y rem o ve r las rigideces del entram ado social histórico y político
desde una postura estética -que prom ueva el tránsito de lo sin ie s ­
tro a lo cre a tivo - y ética -que cuestione todo co m p ro m iso con los
aparatos de p o der así com o la sujeción prom ovida a tra vé s de la
tristeza y el desánim o-. C ualquier actividad es tera p é u tica si facilita

31 Pichón Rivière consideraba siniestro a todo aquello que nos posee sin que nos demos
cuenta, lo patético es ser conciente de esa posesión y no cambiarla y maravilloso es
construir, a partir de ella, algo nuevo y creativo.

— 96 —
I.i producción de sentidos m ediante el agen cia m ie n to cre a tivo de
los m ás va riad os recursos personales y grupales.
Para el Teatro Terapéutico, la terapia debe ser una obra
.ibierta de creación conjunta, única e irrepetible, cuyo proceso y
devenir, al fa cilita r la libertad y la alegría del goce estético co m p a r­
tido, prom ueva acciones que tengan significación en la vida de los
que participan.
La oportunidad de cre a r y re-crear, colectiva y e sp o n tá n e a ­
m ente, las escenas de nuestros estares cotidianos, nos perm ite vi­
sualizar y m aqu ina r con saberes y quehaceres que, de lo contrario,
perm anecen inaccesibles e Invisibles.

El Psicodrama en el Uruguay
Inestabilidad económ ica, tensiones sociales, discursos polí­
ticos vacíos y una efervescencia buscadora de respuestas y e x­
presada en una riquísim a experim entación artística y en ideas que
reclam aban acción, creatividad y a grupam iento, cara cte riza ro n a
la década del 60 y repercutieron hondam ente en estas latitudes.
E m pieza entonces a desarrollarse el P sicodram a en B uenos
A ires, a pa rtir de la práctica de algunos psiquiatras argentinos que
viajaron a E stados U nidos a e studiar con M oreno (R ojas, P avlovs-
ky, G lasserm an, Bustos, etc.). Es tam bién, g racias a algunos de
ellos, que posteriorm ente, se inauguran en M ontevideo los p rim e ­
ros grupos tera péutico s y didáctifcos.
C ada uno de esos grupos fundó algunas asocia cio n e s, hoy
disueltas, que, a su vez, form aron su cesivas g e n e ra cio n e s de psi-
codram atista s con orientaciones y co n cepciones dife re n te s que
contribu ye ron a afirm a r una práctica sólida y reconocida desde
hace m ás de 40 años.
En la U niversidad de la R epública ejercem os la docencia en
P sicodram a y Teatro E spontáneo, desde hace m ás de 20 años. El
equipo del Dr. Juan P edro S everirio en el P ostgrado de P siquiatría
de la Facultad de M edicina, y yo, en la Licenciatura de la Facultad
de P sicología de UdelaR.
¿Salud o enfermedad?
Ni una ni otra. A m bas, y al m ism o tiem po, ninguna de las dos.
A m bas, porqu e en todo caso sería s a lu d e n fe rm e d a d ; la disyunción
confunde, no son térm inos separados y opuestos, se m ezclan en
proporciones que varían constantem ente. La salud y la e n fe rm e ­
dad están ind iso lu b le m e n te m ezcladas. Y, desde otro punto de v is ­
ta, ninguna de las dos, porque alcanza, por ejem plo, con darnos el
gusto de leer a F oucault32 para com p re n de r que las “nosologías"
se crean, se recrean, se abandonan, se retom an, se ponen de
m oda o caen en desuso.
En Uruguay, a m ediados del siglo xx , la estrella del H ospital
V ilardebó era la psicosis m aníaco d e p re siva .33 D espués se puso
de m oda la esquizofrenia, y hoy los ataques de pánico y los tra s to r­
nos bipolares. Los poderes las producen y m anipulan y las p e rso ­
nas que sufren quedan aisladas con sus p sicólogos y psiquiatras
o, en el p eor de los casos, en m anos de carceleros; ¿a quién le
im porta? Y m uchos de esos “profe sio n a le s” tam bién son ca rc e le ­
ros, o presos, que es m ás o m enos lo mism o.
¿Tiene sentido co n sid era r a los padecim ientos mal llam ados
“psíq u ico s” com o enferm edades, y en consecuencia, “d ia g n o s­
ticarlos, clasifica rlo s, analizarlos" y tra ta r de “curarlos" m ediante
“tra ta m ie n to s ” supuestam ente científicos? ¿Existe acaso algún
padecim iento que no sea, a la vez, psíquico y físico y político y
e con óm ico y sociocultural y...? Son d e m asiadas preguntas y ta m ­
bién d em asia d a s com illas, lo sé. Las respuestas las conocen to ­
dos, salvo los ingenuos y los ignorantes; y las com illas señalan
palabras que deberían desaparecer. Todos som os ingenuos hasta
que nos rebe la m o s contra la ignorancia, y a unos cuantos no les
conviene que las cosas se sepan. ¿Creen ustedes que los “e n fe r­
m os p síq u ico s” estarían peor sin laboratorios, m inisterios, a so cia ­
ciones, congresos, asilos, m étodos, técnicas, catedráticos, d ire c­
tores, norm as y titulaciones? Yo no lo creo.

32 Foucault, M. (1986): Historia de la locura en le época clásica. Ed. Fondo de Cultura


Económica. México.
33 Sugiero consultar los archivos de viejas historias clínicas del Hospital.

— 98 —
Psicoterapia breve en instituciones de reclusión femenina
ESTABLECIMIENTO CORRECCIONAL Y DE DETENCIÓN PARA
MUJERES CABILDO (2006-2009)

LA MUJER ENCARCELADA Y EL
DESARROLLO DE SUS POTENCIALIDADES
PARA LA EXCARCELACIÓN
Lic. Ju an Luis C havez; Lic. A lvaro G onda; Lic. N ico lá s D uro

Antecedentes
En el m es de febrero del año 2006, co m e n za m os a cum plir
fu n cio nes com o psicoterapeutas en el E stablecim iento C orrec­
cional y de D etención para M ujeres C abildo, un e quipo de cinco
p sicólogos egresado s de la UdelaR. El presente equipo está co m ­
puesto po r tres psicólogos egresados de la U delaR , m a n te n ié n d o ­
se dos in tegrantes del antiguo equipo incorporándose un nuevo
psicólogo.
T enem os com o antecedentes de nuestro ingreso a trabajar
en la cárcel, una reunión entre el e ntonces M inistro del Interior
Dr. José P edro Díaz, representantes de la U niversidad de la R e­
pública, asesores, y otros actores sociales, de fecha 22/06/05, en
donde el Sr. M inistro del Interior expresó la necesidad de planificar
una intervención desde fuera del sistem a carcelario, para lo cual
pidió a los presentes que consideraran p rincipalm ente a los acto­
res universitarios.
Es a p a rtir de ese m om ento, que nosotros, recogiendo este
p edido del M inisterio del Interior e laboram os y presentam os un
p royecto de trab ajo en i n a c r i (Instituto N acional de C rim inología)

— 99 —
el cual, al ser a p robado por el d ire cto r N acional de C árceles y C e n ­
tros P enitenciarios, nos habilitaría in m ediatam ente a re a liza r psi­
coterapia en el E stablecim iento C orreccional y de D etención para
M ujeres C abildo.

Marco teórico
E stilo de vid a , concepto de inconsciente, s u p e rio rid a d e in ­
ferioridad, a p e rce p ció n tendenciosa, se ntim iento de co m u n id a d y
sentido com ú n -ló g ica privada.
A través de una recorrida por los principales co n ce p to s de la
P sicología Individual de Alfred Adler, darem os cuenta de los a sp e c­
tos te órico s fu n d a m e n ta le s que sustentan nuestro trabajo clínico.
El conce p to clave en esta teoría, es el de estilo de vida, que
vendría a coin cid ir con lo que sería la personalidad del individuo;
en tanto m odo de fu n cio n a r en el m undo.
Este m odo de fu n cio n a r en el m undo, se a prende antes de
los cinco años. Titze introduce una m odificación en este concepto
adleriano; ha b lándonos de estilo p e rs o n a l y e stilo s o c ia l de vid a ;
am bos corresp o nd ie n te s a distintos m om entos vitales de la niñez.
El estilo de vida se va forjando en el niño desde sus prim eros
días de vida, im plicando una tom a de postura frente al m undo y
los dem ás, que tiene com o punto de partida, la lógica vivencia de
inferioridad e inseguridad, que se desprende de la situación propia
de inferioridad frente al entorno. Esta situación viene dada por la
Inm adurez biológica y psicológica, así com o tam bién por sus co n ­
secuencias al com pararse con el contexto. El niño depende de los
adultos y no puede hacer lo que éstos sí pueden, q u e d a n d o en
una situación de dependencia, que produce una clara vivencia de
inseguridad, por esta r en inferioridad de condiciones. Esto se ve
acen tuado en niños que padecen discapacldades o tra sto rn o s o r­
gánicos. Toda esta situación natural y universal, inherente al d e sa ­
rrollo hum ano, requiere de la puesta en ju e g o de m e ca n ism o s de
com pensación, para ge n e ra r la sensación de inseguridad y lograr
autoafirm a rse . Es a partir de aquí, que el niño con fig u ra esq u e m a s
de interpretació n de la realidad, en función de c o m p e n sa r la p osi­
ción de inferioridad en la que se ubica. La finalidad en la vida, va

— 100 —
,i ser lograr pasa r de una posición inferior a una su p e rio r y para
oso va a tra za r estrategias, que le perm itirán a lca n zar la m eta final
ficticia. Todo esto se desarrolla de form a inconsciente y va a d e te r­
m inar el co m porta m ie n to actual y futuro del niño; así se configura
la personalidad.
El concepto de inconsciente en A d le r es m uy im portante
para nosotros, ya que vam os a a puntar a de ve lar el estilo de vida,
que p recisam e nte perm anece desconocido (in co n scie n te ) para el
sujeto; porque la m eta final ficticia ta m bién lo es. De este m odo,
pasa a organ iza rse todo el com portam iento en función de ésta.
P or lo tanto, “ ...el inconsciente es lo que el individuo sabe pero
no com p re n de ”34, es decir, sabe, conoce sus acciones, pero des­
conoce qué sentido tienen. Lo que ocurre, es que hay un sentido
aparente bajo el cual se esconde la meta final ficticia que busca el
asegurarse frente al m undo.
Esta necesidad de perm anente a seguram iento, de pasaje de
una situación de in fe rio rid a d a otra de su p e rio rid a d en la función
inconsciente, nos sitúa frente a los com p o rta m ie n to s com o sím b o ­
los de esa realidad que el individuo desconoce; produciéndose de
esa form a, diferentes m aneras de adaptación al contexto, según
la dinám ica in fe rioridad-superioridad, en la pa rticu la r form a que
ap ren dió el sujeto a vivirla.
S o brevien e entonces, la apercepción te n d e n c io s a ; peculiar
form a de interpre ta r las situaciones de la realidad, en relación al
estilo de vida. Es una form a de ca p ta r de te rm in ad o s su cesos de
determ inada m anera y no otra, en función de las ne ce sida d e s que
plantea el estilo de vida del individuo. Esto im plica una distorsión
de vario s a spe cto s del entorno, en aras de acercarse al cu m p li­
m iento de la m eta final ficticia inconsciente; es decir, in te n ta r pasar
de una situación de m enos a más, que tendrá ciertas ca ra cte rísti­
cas según la historia del sujeto.
El con texto del individuo influye en la conform ación del estilo
de vida, aun que no es determ inante. El sujeto es re sponsable aún
siendo niño y asum e posturas frente a las situ a cio ne s vita le s que

34 Ansbacher, H. y Ansbacher, R. (1959): La Psicología Individual de Alfred Adler. Ed.


Troquel. Buenos Aires.

— 101 —
enfrenta, delineando así, de form a autónom a, su estilo de vida,
que es uno entre m uchos posibles.
S egún com o el individuo interprete y se desenvuelva frente
a la realidad, vam os a poder hablar del predom inio de la lógica
p rivada o del s entido com ún.
D ecim os que prim a la lógica privada, cuando el sujeto está
en una perm a n en te situación de com petición, tra ta n d o de su p e ­
rar a los dem ás, buscando asegurarse frente a su se n tim ie n to de
inseguridad. Este com portam iento lo coloca en una postura e g o ­
céntrica, don d e sólo está pendiente de si m ism o y de su p e ra r o
protegerse del otro; m ientras que cuando rige el sentido com ún,
la persona busca superarse, pero sin d e ja r de lado su aporte a la
sociedad, el co la b ora r con los dem ás para lograr objetivos co m u ­
nes. Esta sería la postura m ás saludable según Adler, e im plicaría
un m ayor desa rro llo del sentim iento de com unidad. El se r hum ano
debe bregar p o r su desarrollo en com unidad, su ir de un m enos
a un m ás deb e efectuarse tom ando en cuenta a la sociedad y el
papel que él ju e g a en la misma.
Un m ayo r desarrollo del sentido com ún está en e strecha re­
lación, con un m ayor desarrollo del se n tim ie n to de c o m u n id a d en
el sujeto.
El sentim iento de com unidad im plica un re conocim iento y
consideración de las necesidades del otro; donde la puesta en ju e ­
go de las m etas personales se adecúa a la com unidad.

Búsqueda de sentido
N uestra búsqueda de sentido de los actos ca rce la rio s y ex-
traca rcela rio s, tenderá a d e te cta r finalidades; en el entendido de
que el sujeto realiza acciones que propenden a la consecución
de un fin consciente o inconsciente. Tom am os com o definición de
inconsciente, lo que el individuo sabe pero no com prende, siendo
p re cisam ente lo inconsciente, esa finalidad im plícita en la acción;
en base a cuyo develam iento buscarem os co m p re n d e r a nuestros
pacientes.

— 102 —
D ecim os “com p re n de r” y “no e x p lic a r”, hacié nd o n o s eco de
lo oxcelente caracterización del concepto que A la rco Von Perfal
presenta en su D iccionario de P sicología In d iv id u a l:
“La comprensión psicológica - y la denominada psicología com-
pronsiva (Dilthey, Jaspers, Spranger) a la que ha dado lugar-, descan­
sa en el supuesto de la vida psíquica como una totalidad coherente
orientada hacia un objetivo, hallándose vinculada por eso, estrecha­
mente, a la doctrina de la finalidad. No tiene nada que ver con mag­
nitudes fijas o elementos cuantificables, sino con fines, significados
y valores que surgen de la actitud libre del hombre. Tiene por objeto
la captación del conjunto de los diversos fenómenos psíquicos en su
unidad estructural; a diferencia de la explicación psicológica -d e la
psicología explicativa-, que, por derivarse de una extensión ilegítima
de los conceptos científico-naturales al campo de la vida anímica y
de la historia, y, en consecuencia, subordinar los fenómenos de la
vida psíquica a una conexión causal mediante un número limitado de
elementos unívoca mente determinados, se queda en la mera apre­
hensión mecánica, atomista e impersonalista del alma humana. Como
sostiene Dilthey, su actividad es, sobre todo, descriptiva y analítica o
deductiva, y no sintética, constructiva o inductiva.’’35

Importancia del entorno familiar en el desarrollo del


estilo de vida
Es de sum a relevancia para nosotros, el entorno fa m ilia r del
sujeto, en tanto, en estrecha relación con el m ism o, es que va co n ­
form a ndo su estilo de vida, el cual im plica un esquem a de fu n cio ­
nam ie nto a nivel social, que va a repetirse en los diversos ám bitos
en que el individuo se inserta, siendo en este caso la cárcel, el que
m ás nos interesa.
El Dr. M ichael Titze, construye con cierto grado de detalle,
una m uy acertada tipología fam iliar; en donde describe los d ife re n ­
tes tipo s de “a tm ó sfe ra s fam iliares" y su repercusión en el e stilo de
vida; en ta n to el niño va delineando su personalidad, en función de
los víncu los y m ensajes que establece con su núcleo fam iliar. Más

35 Alarco von Perfal, C. (1999): Diccionario de psicología individual. Ed. Síntesis. Madrid.

— 103 —
adelante, tom a re m o s algunos ejem plos para co m p re n d e r ciertos
com p ortam ie n to s y reacciones carcelarias; en el ente n d id o de que
los sig nificad o s a los que accedam os, tienen una va lid e z indivi­
dual, en el m arco del estilo de vida del sujeto estudiado.
Así m ism o, esta conceptualización de Titze (atm ósfera fa m i­
liar), nos lleva a la conform ación de lo que él define com o o p in io ­
nes prim arias y secundarias y al concepto de “D ressate".
Las “op in io n e s p rim a ria s” , se van form ando en los prim eros
años de vida, el niño va d iferenciándose de su entorno y lo va tip i­
ficando en base a sus experiencias; o torgando significaciones, que
im plican la auto, hetero y cosm oim agen\ siendo respectivam ente,
la “tipificación o ca ra cte riza ció n ” de uno m ism o, de los dem ás y del
m undo. En sum a, son las opiniones que el niño va a d q u irie n d o a
través de su e xp eriencia de interacción con los dem ás y el a m b ie n ­
te en general. Pero m ejor dejem os hablar a A dler:
“El entramado vital que yo llamo concretamente estilo de vida,
lo construye el niño en un período en que no dispone de un lenguaje
ni de unas nociones suficientes. El proceso de formación del estilo de
vida no se produce mediante el lenguaje y por eso es inaccesible a la
crítica, incluso a la crítica de la experiencia. No cabe hablar aquí, por
ejemplo, de un inconsciente reprimido, sino de lo incomprensible, de
lo que escapa a la comprensión.”36
Un conce p to co m plem entario al de “o piniones p rim a ria s” , es
el de “o p inio n e s secundarias"; que com ienza a ponerse de m a­
nifiesto a pa rtir de la adquisición de la capacidad de c o m u n ica ­
ción social; e n te n d ié n d o se por el acceso a ésta, el m om ento en el
cual el niño configura un lenguaje com partido. Se produce tras un
largo proceso; te m pranam ente se originan gestos fonéticos, que
el niño utiliza para nom brar diversos objetos presentes en su e n ­
torno inm ediato; sím bolos lingüísticos, que presentan el ca rá cte r
de privados, si bien, m antienen una cierta sem ejanza con el sim ­
bolism o convencional del lenguaje social. P osteriorm ente, en un
grado ulte rio r de desarrollo, se logra una m a yo r a daptación a los
co ntenidos y reglas form ales del uso lingüístico, a d q u iriéndose un
lenguaje com partido, social.

36 Ibidem.

— 104 —
En m edio de estas dos fases, habría una “fa se de tra n s ic ió n ” ;
ol niño va d ejando gradualm ente sus estrategias m entales ce n ­
tradas en él m ism o (privadas); su m undo fa n tá stico va perdiendo
peso frente a los tem as del m undo social, lo cual puede co m p ro ­
barse por el atenerse m ás a las norm as externas, d ebido a una
m ayor com prensión; ya no se trata solo de que otros conozcan
sus deseos y necesidades, sino tam bién, de e n te n d e r a los dem ás,
de p od e r e m p e za r a ponerse en el lu g a r del otro. E stos logros, se
van consolidando, accediéndose a lo que Titze llam a “form ación
secundaria de o p in ión” , en cuya segunda fase, el niño entra alre­
d e dor de los tres años:
“Sólo el dominio del lenguaje social o la posesión del sistema
global de gestos o símbolos significantes pone al individuo en condi­
ciones de “conocer” de modo implícito la universalidad de las reglas y
convenciones sociales y poder así participar en el common sense de
Adler (cf.Adler,1928) o en el sensus communis de Kant (cf.Blanken-
burg, 1969). Por eso podemos sin más admitir que el lenguaje social
es la expresión más pura de la socialidad".37
En sum a, las opiniones prim arias im plican una tom a de pos­
tura del n iño frente al entorno, m ientras que las secu n d a ria s, son
tra n sm itid a s por otros.
Es im portante el concepto de d re ssa t m anejado por Titze.
R efiere a lo que sería una especie de “a d ie stra m ie n to ” , una im plan­
tación de norm as por interm edio de dete rm in ad a s con se cu e n cia s,
que se aplica rían al niño si se rige por sus o piniones prim arias; es
típico de la prim era fase de form ación de opiniones se cundarias.
P ara concluir y haciendo referencia m ás e sp e cifica al núcleo
de la te o ría de Adler, decim os que en función de los a sp e cto s an­
tes m encionados, el individuo va conform ando su estilo de vida; el
cual tom a sus elem entos fundam entales de las op in io n e s p rim a ­
rias, realiza ndo un acto cre a tivo , que tiene com o principal ca ra cte ­
rística, el intento de pasar de una situación de inferioridad a otra de
su perio ridad. El niño experim enta una gran sensación de in se g uri­
dad de bido a la com paración establecida entre sus lim ita cio n e s en
el m om ento del desarrollo en que se encuentra, y las p o sibilidades
de acción que tienen sobre él y el m edio am biente, los adultos

37 Titze, M. (1982): Fundamentos del teleoanálisis adleriano. Ed. Herder. Barcelona.

— 105 —
que lo rodean. Es por esta razón, que establece una m eta en su
vida, dirigida a su p e ra r su situación de inseguridad, lo cual lo lleva
a intentos de superación, que van delineando su estilo de vida; el
que en un futuro, exhibirá un m ayor o m e n o r grado de adaptación
social, según predom ine el sentido com ún o la lógica privada.

Psicoterapia Breve desde un enfoque finalista


En el p royecto “La m u je r encarcelada y el d e sarrollo de sus
p o te n cia lid a d e s p a ra la excarcelación", ab o rd a m o s la tarea te ra ­
péutica a través de las conceptualizaciones hechas por la d e n o m i­
nada P sicoterapia Breve. Hay que te n e r en cuenta que la p sico lo ­
gía ad leriana com parte m uchos de sus m etodologías y objetivos,
por encontra rse en el origen de su creación. S iguiendo a H einz L.
A nsbacher, indicam os las características m ás im portantes de la te ­
rapia breve, en correlación con la práctica y te o ria del pensam iento
de Adler. E stas características son: a) F actor tiem po; b) Im p o rta n ­
cia del fa c to r exógeno; c) E ntrevista centrada en el problem a; d)
Im portancia de la prim era entrevista; e) R elación con el paciente;
f) Im plicacion e s para la salud pública.

¿C óm o se practica la psicoterapia breve adle ria n a con m u je ­


res privadas de libertad?

a) El fa c to r tiem po: C om o lo señala A n sb a ch e r el fa cto r


tiem po puede se r en si m ism o “ben e ficio so ” . P ensam os que un
período de seis m eses puede perm itir el esta b le cim ie n to de o b ­
je tiv o s te nd ie n te s a la superación de los sín to m a s por parte de
las pacientes, así com o el alcanzar un m ayor grado de evolución
personal por parte de éstas.

b) Im po rtancia del fa c to r exógeno: P artim os de la base de


co n sid e ra r la situación carcelaria, com o una situación donde el su ­
je to al encontra rse privado de libertad, se enfrenta con dificultades
propias del con te xto para realizar las tres tareas básicas de la vida
planteadas por A dler: el amor, el trabajo y el re la clo n a m ie n to con
sus pares. Sin em bargo, podem os o bservar cóm o algunas reclu-
r; reaccionan de form a diferente en situaciones m uy sim ilares,
un m uchos casos pudiendo so b re lle va r situaciones donde se ge-
nora un gran m onto de angustia, buscando a lte rn a tiva s posibles
un la realidad en que se m ueven. Es d e cir que solo podem os con­
siderar el fa cto r exógeno a partir del re co n o cim ie n to del estilo de
vida de cada paciente.
Pero al referirnos al fa cto r exógeno, no esta m o s hablando
exclu sivam ente al ám bito carcelario, sino que entra en co n sid e ­
ración todo el m arco referencial, en el que estas m ujeres se han
m ovido a lo largo de sus vidas. Incluirem os el con te xto en que se
han criado (contexto fam iliar, contexto educativo, re la cio n a m ie n to
con grupo de pares), así com o el delito, por el cual están privadas
de libertad.
Por consig uie n te entendem os de vital im portancia el co n o ­
cim iento de la realidad carcelaria por parte del terapeuta, com o
por ejem plo el sector al que pertenece cada paciente, así com o
tam bién su realidad fa m ilia r (constelación fa m ilia r y serie de h e r­
m anos), económ ica, social y cultural.

c) E n trevista cen trad a en el problem a: B uscam os que la


entrevista se centre en problem as específicos, para p o sib ilita r o b ­
jetivo s y a cciones determ inadas. A unque com o bien lo dice el título
de n uestro trabajo, nuestras prácticas se orientan a g e n e ra r las
p oten cialida des necesarias para lograr que las reclusas que e g re ­
sen de “C a b ild o ” puedan te n e r m ayores y m ejores herram ientas
para la vida en com unidad, m uchas veces el p ro b le m a se centra
en d ificultades de adaptación dentro del centro de reclusión. P u­
dim os observar, entre otros problem as, la falta de actividad (una
cantidad im p orta n te de tiem po ocioso), así com o tam bién, dificu l­
tades de rela cio n a m ie n to con otras reclusas o con los fu n cio n a rio s
policiales. A quí es im portante la reeducación y el a p rendizaje de
las con se cu encia s lógicas (D reikurs).
D esde la perspectiva adleriana (in te g ra do ra ) estos pro b le ­
m as siem pre nos van a rem itir al estilo de vida del sujeto. H ay un
lazo que los une, que nos m uestra cóm o esa persona está en­
fre n ta n d o su realidad, qué m ovim ientos realiza, cóm o se posiciona
ante ésta. P or lo tan to la solución a estos u otros problem as que se
puedan p la n te a r siem pre van a e sta r en relación a la particularidad

— 107 —
que tie ne el estilo de vida en cada sujeto. Y es así que en m uchas
ocasiones, al plantearse una serie de dificultades a las cuales la
paciente se debe enfrentar, llegam os, a tra vé s del tratam iento, a
un p ro b le m a que se convierte en el m eollo de su conflictiva interna
y que atraviesa m uchas de sus situaciones vitales.

d) Im po rtancia de la prim era entrevista: “A d le r dice que


una an am nesis bien hecha es la mitad de la curación m ism a” .38

P ropósitos de la entrevista inicial (J. F lachier Del A lcázar):

E s ta b le c e r e l ra p p o rt. G enerar un clim a de co n fia n ­


za. “ Es log ra r que el consultante sienta que el psicoterapeuta
le puede ayu d a r a re solver sus problem as y que puede abrirse
co n fid e n cia lm e n te ’’.39

R e c o g e r in fo rm a c ió n . Datos de identificación: N om bre,


edad, estado civil, núm ero de hijos, ocupación, estudios, p ro c e ­
dencia.
Se busca e sta b le ce r “ ...el m otivo de consulta; lo que el c o n ­
sultante quiere su p e ra r (síntom as)” .
Tom am os com o referencia para realizar la a n a m n e sis el
cuestionario reela b o ra d o por la A sociación V ienesa de P sicología
Individual (1927-1928), realizado por Adler, distingue los s ig u ie n ­
tes puntos a indagar:
1.- Problemas, dificultades y síntomas actuales.
2.- Enferm edades en la anamnesis del paciente; enfermedades
de sus allegados; inferioridades orgánicas.
3.- Capacidad de contacto; circunstancia de vida social; ánimo
y falta de ánimo.
4.- Relaciones domésticas, nivel de vida, atmósfera familiar.
5.- Matrimonio y pareja.
6.- Profesión, ideas sobre la elección profesional.
7.- Serie de hermanos y constelación familiar.

38 Flachier Del Alcázar, J. (2001): Análisis aperceptivo. Centro de Publicaciones PUCE.


Quito.
39 Ibídem.

— 108 —
8.- Juegos favoritos, cuentos predilectos y figuras perdidas en la
Infancia del paciente.
9.- Sueños diurnos, fantasías y sueños repetidos.
10.- Los recuerdos mas antiguos.40

P rim ero s se ñ alam ien to s o in terpretacio n es: D ependen


del e stablecim iento de condiciones a propiadas en la e ntrevista
Inicial.

E s ta b le c e r el contrato de a seso ram ien to terapéu tico. Se


indica la duración y condiciones en que se enm arca el tra b a jo te ­
rapéutico. Es im portante d ejar en claro que el éxito te ra p é u tico
dependerá del propio paciente.

e) R elació n con el paciente: A d le r advertía que si en una


o dos sem anas el paciente no estaba conve n cid o en la tarea que
se estaba de sarrollando se debía a b a n d o n a r el tratam iento. En el
trabajo realiza do en la cárcel hem os observado que esta situación
se vin cula reiteradam ente, con la confianza que se pueda g e n e ra r
entre te rape uta y paciente. G e n e ra r esta confianza puede llevar
un tiem po im portante en consideración a los tie m p o s de la terapia.
El co nvencim iento de la paciente en la tarea a d e sa rro lla r va a
de p e nder directam ente de este elem ento.
M uchas veces aparece esta desconfianza por cre e r que e s ­
tam os realizando alguna tarea de orden policial; el hecho de c la rifi­
car nuestra no pertenencia al M inisterio del Interior, m uchas veces
desecha este ele m en to persecutorio.

f) Im p licac io n e s para la salud pública: La p sicoterapia


adle ria na busca pro cu ra r m ayores y m ejores h erram ientas para
¡a vida en com unidad. V erem os y e n señarem os a la reclusa cóm o
puede e sta r bien en sociedad y co n trib u ir al m ejo ra m ie n to de la
m ism a.

40 Flachier Del Alcázar, J. (1998): Léxico de la psicología individual de Alfred Adler. Ed.
Luz de América. Quito.

— 109 —
Metodología y aspectos técnicos del tratamiento
Los pro ce d im ie n to s de tratam iento que u tilizam os se co rre s­
ponden con el m arco teórico de la P sicologia Individual de A. Adler,
perteneciendo el resto de las herram ientas técnicas, al te le o a n á li-
sis adle ña no que desarrolla el Dr.Titze.
En un sentido m ás am plio, tam bién incluim os alg u no s a s­
pectos teórico s de la p sicología d in á m ica , com o los conceptos de
interpretación, resistencia y transferencia.
T ra baja m o s en sesiones de 60 m inutos de duración, una vez
a la sem ana, en un recinto reducido, con adecuada privacidad,
donde no se escuchan sonidos desde el e xte rio r y tam poco desde
el in terior hacia fuera. Se realizan 24 sesiones, es decir, seis m e­
ses de psicoterapia.
En cada sesión la paciente relatará su problem ática y no­
sotros irem os inte rvin ie n d o con diferentes instrum entos técnicos,
según lo estim a m o s conveniente; analizando e inte rp re ta n d o las
resistencias en el m om ento que se produzcan, con la fin a lid a d de
destra b a r el tratam iento. D efinim os com o resistenciales, a las si­
tua ciones en las que el paciente evita to ca r puntos claves de su
problem ática, a p e lando a diversas estrategias in conscientes o se-
m ico nscien te s de evasión.
Nos pro p o n e m o s p rom over el cam bio en los a sp e cto s d is fu n ­
cio nale s del e stilo de vida de las pacientes. Llam am os a sp e cto s
disfunciona le s, a las form as de co n ce b ir al otro, el m undo y a sí
m ism o, que le traen aparejado problem as de adaptación, según la
definición de e stos dada anteriorm ente. E stas form as personales
de e nfre n ta r la realidad, están o rganizadas en función de la m eta
fin a l fic tic ia , que en el proceso psicoterapèutico tra ta re m o s de
de scubrir y transform ar, buscando un m ayor desarrollo del respeto
por sí m ism o y del sentim iento de com unidad. C uando hablam os
de descubrir, nos referim os a hacer consciente de te rm in ad o s a s ­
pectos incon scie n te s y para ello utilizam os com o técnica la in te r­
pretación . Tam bién apelam os a los señalam ientos, que im plican
m o strar elem e n to s de conducta de índole m ás explícita, com o
ciertas posturas corporales, tonos de voz o co n tra d iccio n e s entre
lo gestual y lo verbal. A pelam os adem ás, a p ro p o n e r puntos de
vista d ife rente s a los que la reclusa expresa frente a d e te rm in ad o s

— 110 —
hechos; con form a n d o una labor m ás educativa, p resentando un
enfoque diferente al que ella m aneja.

T é c n ic a s d e tra ta m ie n to
• C u estionarios específicos
• R e cuerdos infantiles
• Interpretaciones
• S eñalam ientos
• P re sen tar otro punto de vísta
• Interpretación de sueños
• Uso de técnicas proyectivas standarizadas
• Role playing com o ensayo:
a) vivir diferente en el centro de reclusión
b) vivir diferente una vez egresada

Características de las mujeres en situación de reclusión


observadas a partir de nuestra experiencia clínica
• Edades: De 20 a 50 años.
• Poca o nula actividad laboral antes del ingreso a la cárcel.
(C on algunas excepciones).
• C o nvivencia en am bientes delictivos. (En m uchos casos
desde m uy tem prana edad).
• S ituación de m adres con hijos: H asta dos años.
• F am iliares en situación de cárcel.
• D elitos: Hurto, rapiña, com ercialización de droga, n a rco trá ­
fico, hom icidio, coautoría de hom icidio.
• C onsum o de drogas: Pegam ento, pasta base, cocaína,
m arihuana, alcohol.
• C onsum o de pastillas: A nsiolítícos, a n tidepresivos, se d a n ­
tes. (En m uchos casos, consum o abusivo).

Manejo espacio-tiempo
• G ran cantidad de tiem po ocioso.
• E studios prim arios y secundarios.
• A ctivid a d e s laborales y peculio.

— 111 —
• A ctivid a d e s m usicales.
• A ctivid a d física.
• A ctivid a d e s artísticas (taller de pintura).
• V isitas; m iércoles, jueves, sábados y do m in g o s de 13 a
17 hs. Los viernes, visitas especiales con hijos m enores y
en eventos extraordinarios.

M uchas de las actividades se ofrecen de form a inform al, per­


diéndose la co n tinuidad debido, entre otras cosas, a las ausencias
de los docentes.

Fragmentos de casos clínicos

Caso 1
R e lac io n am ie n to p olic ía -re c lu sa
En uno de los casos trabajados en el penal, una reclusa nos
brinda un relato acerca de una fuerte discusión con una policía
y otra autorid a d , tend ie n te a aclarar una situación re lacionada a
la puesta en fu n cio n a m ie n to de determ inada actividad laboral. La
presidiaría, e stando a cargo de la m ism a, se niega a ponerla en
m archa ante el p edido de la guardia, lo cual trae com o co n se cu e n ­
cia la d e nuncia de ésta últim a ante la autoridad superior, q u e já n ­
dose de su deso b e d ie n cia y m altrato. La reclusa, a quien lla m a re ­
m os Nancy, replica diciendo que le estaba haciendo una brom a y
adem ás, tam b ié n se queja del mal trato verbal que recibe. Nancy,
alega fre n te a la autoridad com petente, su buen co m p o rta m ie n to
y activida de s desarrolladas, tendientes a d e m o stra r su búsqueda
de la re habilitación. Pero m ás allá del suceso, de a pariencia m uy
clara en cuanto a su significación, tenem os el resto de las co m u ­
nicaciones referidas por la paciente; la cual habla acerca de una
sanción que no había logrado que le quitaran. Esto lo com enta
al inicio de la sesión, prosiguiendo con el relato del ep iso dio ya
expuesto.
Nancy, nunca estuvo en el calabozo y siem pre fue castigada
con sancione s leves, producto de sus discusiones con las policías
o de pe queñas transgresiones.

— 112 —
Para introducirnos a la com prensión de este hecho podem os
incluir una cita de Lola A n iya r de C: “ La interacción m ediante la
cual cada uno vive e interpreta o cree in te rp re ta r las vivencias,
actitudes e intenciones de los otros en relación a él m ism o, se co n ­
vierte en un ju e g o en espiral com pletam ente fe n o m e n o ló g ico y, en
todo caso, relativo, de incom unicación to ta l.”41
E videntem ente, N ancy se encuentra trem e n d a m e n te m o le s­
ta porque no le reducen o elim inan la sanción que cree no m e re ­
cer; esto la lleva a en tra r en conflicto con una guardia m ediante
la provocación, que luego pretende hacer pasar por una brom a.
Es una form a de desen ca d e n a r un conflicto, que tiene un tra sfo n -
do d iferente a lo que se presenta e xplícitam ente com o m otivo de
discusión. Ese sentido es el que N ancy d esconoce, es lo que no
com prende (lo inconsciente), que la lleva a la confrontación.
Esta actitud de Nancy, im plica tam bién una form a de e je rce r
su parte de poder y así m antener su autoafírm ación, al d e cir de
Rollo May. Este concepto de autoafírm ación, lo podem os e q u ip a ­
rar al de sen tim iento de personalidad de Adler. E staríam os frente
a una búsqueda de afianzarlo, a través de un m e canism o de co m ­
pensación, que involucra la utilización de los recursos presentes
en el entorno y asequibles a la reclusa, para de esta form a, pro te s­
tar sola padam ente y sin riesgo de ser puesta en el calabozo. Ella
m aneja los lím ites y sabe cóm o y hasta dónde llevar la protesta,
sin que el ca stigo la perjudique en dem asía.
P or otra parte, la policía tam bién busca autoafirm arse, m an­
te n e r su situación de poder bien en claro, y no duda un instante en
p resentar una denuncia frente a la autoridad superior, u tilizando de
esta form a, tam bién los recursos que el am b ie n te le provee.
R e sultado final del conflicto; no pasó nada, sin c o n se cu e n ­
cias para am bas partes, salvo probablem ente, el esta b le cim ie n to
de ciertos lím ites im plícitos entre am bas, de futuro. N ótese, que
presenta ndo la reclusa características agresivas desde el punto
de vista físico en cuanto a la form a de d irim ir d iferencias fuera de
la cárcel (al m enos así lo era antes de haber ingresado), acá se
cuidó de no go lpea r con los puños, haciéndolo con las palabras,

41 Aniyar de C, L. (1977): Criminología de la reacción social. Instituto de Criminología de


la Facultad de Derecho, Universidad de Zulia. Maracalbo.

— 113 —
sin proferir insultos, hablando en un tono m uy duro y con algún
agravio indirecto.
Para R ollo May, la violencia es generada por el sentim iento
de im potencia: “ B uena parte de la vida hum ana puede se r co n sid e ­
rada com o el co nflicto entre el poder por una parte (o sea, form as
efectivas de in flu ir sobre los otros, logrando así en las relaciones
¡nterpersonales la sensación de la propia sig n ifica ció n ) y la im po­
tencia por la otra. En este conflicto nuestros esfuerzos se hacen
m ucho m ás d ifíciles por el hecho de que bloqueam os y e xcluim os
am bos aspectos, el prim ero debido a la co n notación m aléfica de
los “im pulsos de p o d e r”, y el segundo porque nuestra im potencia
es d e m asiad o dolorosa de enfrentar. En verdad, la razón principal
de que la gente se niegue a e n ca ra r en su totalidad el problem a del
poder es que, si lo hiciera, tendría que enfre n ta rse con su propia
im p otencia.”42
Nancy, en d e term inado m om ento del proceso terapéutico, re­
conoció su im potencia com o m otivadora de una acción auto a g re -
siva, que consistió en golpearse la cabeza contra la pared, al e n ­
tera rse de que su pareja había caído presa, habiéndole prom etido
que no vo lve ría a in cursionar en el delito. En su relato, aparece
una policía, la cual le rem arca entre otras cosas, que su c o m p a ­
ñero es un d e lincuente y siem pre lo va a ser. Esto aum enta la
im potencia de Nancy, que no pudiendo re ve rtir la situación de pri­
sión de su pareja, tiene que so p o rta r los co m entarios de la policía,
que se auto a firm a m ostrándole cóm o le asistía la razón, d iciéndole
que los d e lin cu e n te s difícilm ente dejan de serlo (N ancy tam bién
form a parte de la categoría delincuente). De esta form a, la reclusa
recurre a la violencia contra sí m ism a, aunque no dudam os que si
una situación análoga hubiese ocurrido fuera del penal, se habría
tom ado a golpes con la policía.
En este caso, se ve m ás claram ente cóm o la sensación de
Im potencia genera violencia; viniendo adem ás, e stre ch a m e n te li­
gada a una situación de poder, en base a la cual se produce d e ­
term inado hecho violento con características que podrían lle g a r a
va ria r en otras condiciones.

42 May, R. (1974): Fuentes de la violencia. Ed. Emecé. Buenos Aires.


Lo que varía, es la relación de p o der dentro y fuera de la cár­
cel, las co n secuen cia s que podrían tra e r para la reclusa d e te rm i­
nados actos violentos, en d iferentes á m bitos. Esto nos recuerda al
Dressate, la im plantación de n o rm a s que se da en la niñez a partir
de la a m e naza de ciertas co n se cu e n cia s negativas; así funciona
on algunos aspectos el sistem a ca rce la rio , aunque d e b e m o s reco­
nocer, que es m ás com plejo que esto.
Si ha cem o s un paralelism o co n la situación en la infancia,
podem os ob se rva r que la im p la n ta ció n de las o p in io n e s se cu n d a ­
rias, si se contrapon e n d em asiado a las prim arias, de te rm in an te s
en la confo rm a ción del estilo de vid a ; se genera un co n flicto intrap-
síquico en el sujeto. En el penal o cu rre algo sim ilar, el individuo
no necesa riam ente va a cam biar su estilo de vida por te n e r que
cum p lir con ciertas norm as que b u sq u e n reform arlo; sim p le m e n te
se adapta o no; cum pliéndolas o no, en función de sus intereses
inm ediatos. Tam bién pueden s u s cita rse situ a cio ne s de adaptación
que im pliquen transgresión de n o rm a s. Cada cual se defiende
com o puede y según los recursos d e que d ispone en su estilo de
vida.
Un ejem plo de realización de d e te rm in ad a s actividades, en
función de las consecuencias d e n tro de la cárcel, tie n e que ver
con el estudio y el trabajo, donde se percibe que las re clu sa s g e n e ­
ralm ente se abocan a estas ta re a s, solam ente b uscando m ejorar
sus co ndiciones de reclusión y re d u cció n de la pena; no porque
les interese n en sí o estén p la n ifica n d o su vida in te g ra d a s a la
sociedad.
P ercib im o s en Nancy, una a ctitu d b eligerante y dicotòm ica;
en el sen tid o de diferenciarse y c o lo ca rse en una situación o p u e s­
ta, a lo que en la je rg a carcelaria se llam a “b o to n e s” , re firié n d o se a
la policía. Esto no es algo novedoso, ya que esta rivalidad es típica
entre p residiarios y policías; pero e n este caso, lo que qu e re m os
resaltar, es cóm o el m undo se d ivid e en dos, la fa m ilia y los am igos
por un lado y p or otro, las p e rso n a s con quienes tiene algún co n ­
flicto d entro del recinto carcelario o e n el barrio. El m undo se valora
com o algo hostil; donde hay que va le rs e de los puños y tra ta r de
im presionar al otro, para se r re s p e ta d o y no avasallado. A dem ás,
esta situación vivida por la reclusa en el exterior, encaja p e rfe cta ­
m ente con el am biente carcelario y sus códigos; don d e m uchas
veces, el que se m uestra m ás fuerte, obtiene ciertas ventajas o
sim p lem ente logra ser respetado por el resto, en función del te m o r
que inspira. Esto hace que Nancy, se presente en condiciones ó p ­
tim as, a la hora de adaptarse a la situación de reclusión, ya que su
estilo de vida im plica un posicionam iento de este tipo.
El barrio en el que vivió desde su infancia hasta caer en pri­
sión; le p resentó dificultades a ella y sus fam iliares. Su prim o le
enseñó de niña defensa personal, con lo cual fue adq u irie n d o se­
guridad y con fia n za a la hora de en fre n ta r una diferencia en el
am biente hostil que le to có vivir. El m ensaje recibido de su fam ilia
fue: “ no te dejes pegar, d e fendéte” . Esto le fue tra sm itid o de fo r­
ma explícita (según su relato), pero tam bién im plícita, ya que un
fa m ilia r que le enseña a pelear, de alguna form a, aunque no se lo
díga, la está incitando a asum ir una postura a ctivo-agresiva de e n ­
fren tam iento de los problem as cotidianos; incluyendo com o fa cto r
preponderante, el uso de la violencia física.
Esta experiencia, unida a las condiciones del m edio social,
posibilitaron un ejercicio perm anente de esta form a de actuar, la
cual se a fian zó dentro de su estilo de vida.
N ancy se queja de haber e xperim entado falta de lím ites en
su infancia, era contem plada en todo; siendo interesante, la m a n e ­
ra en que se expresa acerca de este hecho: “a mi me hizo falta un
padre que m e diera palo cuando me tenía que d a r palo". La frase
alude a un a p re n d iza je que ella debió te n e r a través de castigos
en los m om e n to s adecuados, en contraposición a una situación
de perm isividad excesiva o castigos en m om entos inapropiados,
los cuales en ella generaban oposición y rebeldía. Hoy, exhibe e s­
tas actitudes; o posición y rebeldía, siendo una ca ra cte rística típica
que m otiva su queja, el hecho de no poder llevar una discusión
con la policía hasta las últim as consecuencias: “ me gusta te n e r
siem pre la últim a palabra” .
Pero lo m ás interesante del caso, es cóm o ella presenta una
situación de aprendizaje, a través de elem entos propios y típicos
de su estilo de vida, m ostrándonos así, su form a de p e rcib ir el
m undo, a los dem ás y las relaciones interpersonales; donde sie m ­
pre está presente el fa cto r agresión física, com o elem ento regu­
la d o r del relacionam íento hum ano. En concreto, es com o si las
cosas se a rre g la ra n siem pre o casi siem pre a golpes. S egún su

— 116 —
versión, habría sido diferente sí la hubiera golpeado la persona
indicada en el m om ento indicado.
La cárcel contribuyó a colocarle un lím ite, se encuentra en
una situación donde no le conviene usar los puños; poder, puede
hacerlo, el problem a es la consecuencia; e quiparándose esta si­
tuación a la que contribuye a la form ación de las ideas secundarias
en el niño; no siendo garantía de cam bio, si ocurre com o en este
caso, la generación de un conflicto entre las opiniones secundarias
y las prim arias. La reclusa tiene un estilo de vida que denota cie r­
tos valores, no suprim ibles ni transform ables m ediante coacción y
am enaza de castigo. C uando nos referim os a castigo lo hacem os
en sentido am plio; pudíendo ser tanto el e ncierro en el calabozo,
com o el em peo ram ie n to de su causa, por m edidas que pueda dis­
poner el ju ez.

Caso 2
R e lac io n am ien to entre reclusas
En este apartado trabajarem os com o ejem plo, el caso de una
reclusa que llam arem os María. Nos centrarem os en el m anejo que
realiza de su agresividad, en un sentido “instrum ental’’.43 C uando
decim os instrum ental, nos referim os a la utilización de la ag re sivi­
dad co m o herram ienta destinada a obtener un fin; en este caso,
aunque pueda parecer absurdo, el objeto es ser castigada con
varios días de calabozo. A ta le s efectos, es que María discute y se
tom a fre cu e n te m e n te a golpes con sus com pañeras; a m e n a za n ­
do con d e stru ir las instalaciones e inclusive destruyendo objetos;
conductas to d a s realizadas con gran despliegue de recursos. De
esta form a, la guardia es alertada de lo que ocurre y se tom an
m edidas, es decir; se castiga a la infractora, sin caer en el detalle
de que to d o el episodio busca precisam ente, el efecto que o b tie ­
ne. E stos suce so s se producen cuando ella se encuentra en una
situación sin salida vinculada a su reclusión, por ejem plo, el hecho
de ser penada y te n e r que enfrentarse a unos cuantos años de pri­
sión. En estos casos, lo que encuentra com o solución, es co n su m ir
psico fárm a cos (“em p a stilla rse ”) y buscar que la introduzcan en el

43 Echeburúa, E. (1994): Personalidades violentas. Ed. Pirámide. Madrid.

— 117 —
calabozo; es decir, aislarse y apartarse de la realidad. Es una fo r­
ma de no en fre n ta r la circunstancia que le toca vivir, de evadirse.
Adem ás, en estas situaciones, tam bién suele e ntrar en conflicto
con casi tod a s las personas de su entorno, incluso las m ás ce rca ­
nas (fam iliares, am iga). Esto le im pide lograr alguna m ejora en su
situación carcelaria.
C om o d ato ilustrativo de la reiteración de situaciones de la
infancia en la adultez, vam os a tra e r un recuerdo infantil de la re-
clusa; el m ás a ntiguo (cinco años de edad). Lo m ás im p o rta n te de
este recuerdo, no es el hecho de su veracidad o falsedad; sino la
carga afectiva que contiene en el m om ento del relato y el co n te ­
nido que ella le da en el presente. Así, obtenem os su sig n ifica d o
actual; fiel reflejo de su estilo de vida, te ndiente a una finalidad
inconsciente. P uede que no coincida con lo que realm ente ocurrió,
nos interesa el significado que le da en el aquí y ahora; cóm o lo
vivencia en el presente.
R elata que ju g a b a con una caldera que se enco n tra b a sobre
un prim us, volcá n do se el agua caliente sobre una pierna, parte
de la cual se quem a (“me quedó roja”). La llevan al hospital y ella
siente te m o r de ser “pin ch ad a ” y al regresar, de s e r castigada por
su m adre. Al re to rn a r del hospital, es colocada en penitencia, co n ­
sistiendo la m ism a, en encerrarla en su cuarto, la m andan a la
cam a; pero esto le trae com o beneficio, el hecho de que a su vez,
es consentida por haberse accidentado (le traen alim entos que le
gustan). SI a esto le agregam os otros episodios recordados, donde
se tom a a golpes con sus herm anos, siendo castigada de la m ism a
form a que en el suceso anterior, es decir, la m andan a su cuarto a
acostarse por varios días; e ncontram os una co nsecuencia sim ila r
frente a una actitud violenta. M aría aprendió, e ncontró un recurso,
la violencia verbal y física; que actualm ente le reporta com o b e ­
neficio, el eva d irse de sus problem as (aislándose en el calabozo).
Algo sim ila r obtenía cuando sus padres la en ce rra ba n en su cuarto
y la m im aban dándole lo que ella pedía; o lvid á n d o se así, el e p iso ­
dio m o tivado r de la penitencia. A hora ella utiliza este p ro ce d im ie n ­
to para no e n fre n ta r la realidad carcelaria cotidiana.
De esta form a, la situación de encierro pasaría a co n stitu ir
m ás una gra tifica ció n que un castigo.

— 118 —
T raem os a continuación, un sueño en el cual la reclusa pone
un ju ego sim bólicam ente, las dificultades que le acarrea el m anejo
inadecuado de su agresividad. A parece un hom bre huyendo de
una situación difícil, m ontado sobre un caballo que nadie había
podido dom ar; el resultado es la caída del individuo a un arroyo,
donde casi se ahoga, m ientras el caballo continúa su carrera, d e ­
jándolo en el agua. F inalm ente, logra llegar a la costa con m ucha
dificultad, salvándose por poco.
Al p re g u n ta r a M aría, cóm o se siente si no puede re sponder
agresivam ente, contesta: “com o un pollito m o ja d o ” ; se le indica
que así queda el protagonista del sueño cuando cae del caballo
al agua. A dem á s, se interpreta el caballo bravio, com o los im p u l­
sos a gre sivos que ella no sabe m anejar y la llevan a p erm anentes
conflictos vinculares, tanto en el penal com o con su fam ilia. Es su
m anera habitual de actuar, frente a circunstancias adversas, a g re ­
de a todo el m undo, tanto de form a verbal com o física.
Luego de esta intervención, la reclusa cam bia su actitud por
un tiem po, logrando cosas im portantes, entre las que se destacan
un a cercam iento a su fam ilia, que provoca el hecho de v e r a sus
hijos sem analm ente, cuando hasta ese m om ento, solo los había
visto dos ve ces (llevaba dos años recluida). Esto lo logra, d iscu l­
pá ndose y dialog and o con su esposo; buscando lo grar acuerdos
te ndien tes a que sus hijos la visiten regularm ente.
M aría no era consciente del objetivo que perseguía con sus
actos; duran te el proceso terapéutico logra re co n o ce r el para qué
de los m ism os, llegando incluso a susp e n d e rlo s por un tiem po.
Llega inclusive a solicitar su encierro en el calabozo, planteando
que va a in ce ndiar su se cto r si no cum plen su pedido. La estrategia
estaba destinada a lo grar el objetivo, pero sin re cu rrir a la violencia
física, sim p lem ente planteando algo que, según ella, no iba a ha­
cer. Inteligente m odo de obrar, sí se com para con los actos v io le n ­
tos que antes ponía en ju e g o. La colocan en el ca la b ozo y ella sale
vo lun ta ria m e n te al día siguiente, ya que, “ necesitaba e sta r sola
y pe n sa r” .P osteriorm ente, ocurre otro hecho a dverso (e sta b le ci­
m iento de la pena), que provoca una nueva explosión agresiva;
entran do nuevam ente en conflicto con to d a s las personas de su
entorno y perdiendo varios de los beneficios que había logrado a
través de su m ejora en el relacionam íento interpersonal.
C aso 3
A g resió n sim b ó lica
C o ncluire m o s con un ejem plo que nos presenta una d im e n ­
sión dife re nte del em pleo de la agresividad. A quí, en apariencia
hay preocupación por el bie n esta r del otro, pero lo que realm ente
ocurre, es que se com pensa un sentim iento de dism inución con
recursos propios. E stos hacen su im pacto de form a solapada, d e ­
bido a que no form an parte del acervo de p o sibilidades co n sid e ra ­
das por las destinatarías, según sus estilos de vida.
Llam are m o s M abel a la reclusa, quien presenta un estilo de
vida radica lm e n te opuesto al de las dem ás, en cuanto tie n e un
nivel ed uca tivo su p e rio r y valores que incluyen la resolución de
problem as interpersonales por la vía del diálogo, elem entos ab so ­
lutam ente despreciados en el am biente carcelario. Las reclusas en
general, p rivilegian com o m étodo para dirim ir cu a lq uie r diferencia
por m íním a que sea, el tom arse a golpes fuera del alcance de toda
vigilancia.
Esta característica vuelve a Mabel extre m a d a m e n te vu ln e ra ­
ble y tem e rosa , le resta poder de acción. El resultado es que sus
com p añeras le gastan brom as pesadas, se m ofan de ella y a p ro ­
vechan para usu fru ctu a r todo tipo de objetos y c o n su m ir alim entos
que ella com parte por tem or. M uchas veces los objetos prestados
term inan averiados, sin que nadie se haga responsable.
Lo inte re sa n te del caso, es que nuestra paciente tenía un
im portante control sobre su fam ilia antes de ca e r en prisión, era
com o una niña consentida y estando en la cárcel lograba que le
proporcionaran los com estibles y e lectrodom ésticos que exigía.
V ivía con m ucho te m o r a que la lastim aran seriam ente y se
trabajó la posibilidad de cam biar de sector dentro del penal, para
lo cual ella ten ía que realizar diversas gestiones ante fam iliares,
abogados y a utoridades, ya que tenía poco tie m p o en prisión y
debía g e nera r instancias de evaluación para lo grar una situación
excepcion al de pasaje a un am biente con reclusas de buena co n ­
ducta. Lo grando esto, m ejoraría su situación vincular.
M abel va a ob te n e r el cam bio de lu g a r en base a sus g e s­
tiones, cum p lié n d o se así con los objetivos te ra p é u tico s en este
caso.

— 120 —
Pero lo que querem os es hacer hincapié en lo que pasa a n ­
tes de que esto ocurra. Ella encuentra una m anera de c o m p e n sa r
los m alos tra tos verbales a que era som etida, que consistían en
groseros insultos y am enazas de agresión fisica que en alguna
oportunidad se consum aron. Es así, que em pieza a ju g a r con la
m anera de h ablar de sus com pañeras, las corrige cu a n d o pro­
nuncian de form a equivocada las palabras, cosa harto frecuente
debido al pobre nivel educativo que ostentan. Logra d e sco lo ca r­
las, ya que ante las correcciones se sienten m olestas, no lo g ra n ­
do id e n tificar las razones con claridad, ya que M abel argu ye n d o
m otivos elevados, busca educar a sus com p a ñ e ra s: “ no se dice
enllenar, se dice lle n a r”. Ni ella ni las d e stin a ta ria s de la actitud
agresiva son conscientes de lo que está ocurriendo, en realidad.
M abel cree e sta r realizando un acto altruista, una obra de bien,
cuando en realidad esta buscando a firm a r su se ntim iento de p e r­
sonalidad m enoscabado por las ofensas recibidas, co lo cá nd o se
en un plano de superioridad intelectual. Sus co m p a ñ e ra s de se cto r
se sienten dism inuid a s y reaccionan tratando de restarle im p o rta n ­
cia a cu e stiones que no tienen va lo r bajo su óptica, pero no logran
ser conscie ntes del ataque y por lo tanto, esto evita su reacción
violenta, a pesar de que experim entan una profunda sensación de
m olestia. No encuentran cóm o ju s tific a r esta sensación, porque no
com pren den la situación.
De esta form a, Mabel encuentra inco n scie n te m e n te una fó r­
m ula para a ta ca r sin ser insultada ni golpeada; una m anera sim b ó ­
lica de defenderse, que se cim enta sobre el acto de la corrección,
m ás que sobre su contenido. El error en los contenidos de las ver-
balizaciones, no es objeto de valoración negativa para sus c o m p a ­
ñeras; con lo cual no se estaría configurando ninguna ofensa. Es
la situación de alguien que sabe, frente a otro que no sabe y se lo
está señ alan do en form a reiterada, sin que éste se percate. Todo
esto opera com o sím bolo de una situación de com pensación que
sitúa al a g re so r en un plano de superioridad.
Es así com o M abel encontró un área en la cual ve n ce r a sus
com pañ era s.
Relevancia de los aprendizajes
A travé s de tres ejem plos, hem os m ostrado la im portancia de
los a prendiza je s relaciónales que se suscitan en la niñez. E stos
im plican una tom a de posición por parte del niño frente a d e te rm i­
nadas circun sta n cia s del am biente en el que le toca vivir; co n tri­
buyendo a co n so lid a r una form a de ser y estar en el m undo, que
prom overá un típico accionar com o adulto en situaciones a n á lo ­
gas, hom olo g a d a s de m anera inconsciente. Esta h om ologación
inconsciente es la que m antiene la actual form a de conducirse
socialm ente, dicho en otros térm inos, la no com prensión de para
qué se hace lo que se hace, lleva a la consolidación de las in te ra c­
ciones típica s que el adulto realiza; lo que llam am os precisam ente:
estilo de vida; una creación personal que le perm ite adap ta rse a
su contexto.

Sobre los pasos de la experiencia


H ablar de la experiencia a lo largo de estos dos años de la­
bor terapéutica, representa en principio una em presa harto difícil.
Ya que en tram os en la com plejidad que involucra a cada uno de
los procesos que tuvim os que atravesar com o p sicoterapeutas, el
en cue ntro con cada m ujer-prívada-de-libertad.
P or esto el p o der co m p a rtir los diferentes casos dentro del
equipo nos resultó sum am ente enriquecedor, ya que adem ás de
fu n cio n a r com o un soporte técnico, a la hora de la práctica clínica,
nos pe rm itió vislu m b ra r la com plejidad de la realidad carcelaria.
C ada caso particular, cada m ujer privada de libertad, abre nuevas
perspectivas acerca de lo que significa el proceso de reclusión.
La situ a ció n ca rce la ria es una s itu a ció n de v u ln e ra b ilid a d en
s i m ism a , es d e c ir una situ a ció n donde el e sp a cio es re d u cid o y
el tie m p o tra s c u rre m uy len ta m e n te ; lo cual p o te n cia aún m ás los
co n flicto s. Las a c tiv id a d e s son e sca sa s, y en ese m icro -m u n d o
con una en orm e ca ntidad de reglas nuevas a in corporar, la p e r­
sona se va v o lv ie n d o cada ves m ás re g re siva ; para todo tie n e
que p ed ir perm iso , hay un p ro c e s o de in fa n tiliz a c ió n de la p e rs o ­
n a lidad, sie n d o las fig u ra s de a u to rid a d (“ b o to n e s ” ) en a lg u no s

— 122 —
casos te m id a s y en otro s d e sp re cia d a s, cu a n d o no se dan am bas
situ a cio n e s.
El reconocim iento de esta realidad nos llevó a realizar un tra ­
bajo en sintonía con nuestra propuesta terapéutica, cim e n ta d a en
los p rincipios teóricos de la psicología individual de A lfred Adler.
De esta form a, nos abocam os a la prom oción de los recursos p re ­
sentes de la reclusa, que le perm itiesen d e sa rro lla r su re sp o n sa b i­
lidad fre n te a las situaciones de la vida.

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Buenos Aires.
PSICOLOGÍA DEL DEPORTE, LA ACTIVIDAD
FÍSICA Y LA RECREACIÓN
Mag. Jorg e S alvo Spinatela y Br. A ld o Tom assini U rti

E tim ológicam ente la palabra deporte deriva de disporte (dis


y portare), que significa sustraerse del trabajo. Esta d e riva ció n
denota que el deporte tendría que ser visto com o plena d ive rsió n .
En la actualidad esto dejó de tener validez, d ebido a que d ive rso s
factores lograron el profesionalism o del deporte. B uscando ta n to
la e xcelencia deportiva, com o entender los d iversos fe n ó m e n o s
sociales así com o individuales relacionados con la práctica d e
deportes y/o actividad física es que surge la ram a de la p sico lo g ía
llam ada “ P sicología del Deporte".
P odría definirse com o una ram a de la psicología a p lica d a ,
que estudia las diferentes situaciones que ocurren en las in s ta n c ia s
deportivas, es de cir estudian los procesos co g n itivos y las co n d u c ta s
de las relaciones del hom bre realizando actividad deportiva. C o m o
describe C a rlo s Ferres: “E s un área de la p sico lo g ía g e n e ra l q u e
da e xp lica cio n e s sobre los pro ce so s p s ic o ló g ic o s p a rtic u la re s
que caracterizan la a ctivid a d deportiva la in te ra cció n d e l h o m b re
en situación, sus m otivaciones y su s consecuencias" (C. F e rre s
1995).
El deporte constituye dim ensiones de la cultura y la s o cie d a d ,
que con tribuye a su salud psicofísica y a la interacción social de los
individuos; hallándose íntim am ente ligado a m uchos a sp e cto s d e
la vida cotidiana y socioeconóm ica.
En este sentido, condiciona y es con d icio n a d o por m ú ltip le s
factores de naturaleza diversa: social, cultural, política, e co n ó m ica ,

— 125 —
etc, por lo cual al e stu d ia r la conducta de un sujeto “en situación
de p o rtiva ” es im portante to m a r en consideración estas m utuas y
recíprocas influencias.

Antecedentes en el Uruguay 44
Tom arem os com o antecedente inicial al año 1965 cuando se
crea en R om a, la S ociedad Internacional de P sicología del D eporte.
En ese m om ento se encontraban en Italia algunos m édicos de
la antigua C om isión N acional de Educación Física quienes a
su regreso, hicieron intentos de crear una sociedad sobre esta
disciplina, com o form a de establecer un ám bito de difusión. Estos
esfuerzo s no dieron los resultados esperados.
En el curso de E ntrenadores D eportivos del Instituto S u p e rior
de E ducación Física, el profesor W aldem ar B lanchard, titu la r de
la asignatura P sicología, com ienza a dar alg u no s conceptos de
P sicología del D eporte dentro del program a.
El propio Blanchard (p ro fe so rd e Educación Física y Licenciado
en P sicología) asiste ju n to a otros profesores y m édicos uruguayos
en el m es de noviem bre de 1967 al C ongreso Internacional de
E studio Integral del D eporte y al n C ongreso A rg e n tin o de M edicina
del D eporte en B uenos A ires. Entre los a uspiciantes de este evento
encontra m os a la propia Sociedad Internacional de P sicología del
Deporte.
D entro de los conferencistas estaban presentes Ferruccio
A ntonellí y F errer H um bravella, destacados pro fe sio n a le s de la
Psicología del D eporte en ese m om ento.
O tro hecho a d e sta ca r es la presencia del Prof. R aim undo
D inello en 1973, en el ni C ongreso M undial de la S ociedad
Internacional de P sicología del D eporte en E spaña con la ponencia
“ Incidencia del p roceso de identificación en la ju g a d a de gol”
(A nales del m C ongreso SIP).
En 1976, en el C urso de E ntrenadores del i s e f , se crea la
asignatura P sicología del D eporte. El Prof. Pedro Lodeiro publica
los prim eros a puntes para dicho curso.

44 Ferrés, C.: La psicología de la actividad física y el deporte en el Uruguay antecedentes


y proyecciones.

— 126 —
El año 1986, m arca un hito im portante en la historia de la
P sicología del D eporte en S udam érica. El 26 de setiem bre de ese
año se fun da en Porto A legre (Brasil), la S ociedad S u d am ericana
de P sicología del D eporte, la A ctividad Física y la R ecreación
(S O S U P E ), presidida por el Dr. Benno B ecker Jr. quien tendrá un
papel m uy im portante en el desarrollo de la disciplina en nuestro
país.
Para el Uruguay, el 16 de ju n io de 1989, es la co n solidación
del esfuerzo de varios años y de un co n ju nto de profesionales
interesados en la tem ática. Es así que bajo la p residencia del Lic.
C arlos Ferrés y com o consecuencia de la la b o r de difusión del
Dr. B enno B e cke r Jr. en la S ociedad S udam ericana, se crea la
S ociedad U ruguaya de Psicología del D eporte ( s u p d e ).
C om o parte de su proyecto de difusión y desarrollo, la
s ü p d e gen era una serie de a contecim ientos que se inician con

las P rim eras Jorn a d a s U ruguayas de P sicología del D eporte en


1990.
Al año siguiente, auspiciado por la s u p d e se o rg anizan dos
C ursos de Introducción a la P sicología del D eporte.
En octu bre de 1991 tiene lugar el 1.er C ongreso uruguayo de
P sicología del D eporte.
En el año 1992 se crea en el Plan de E studios del C urso de
P rofesores de E ducación Física ( is e f ) la asignatura P sicología del
D eporte.
En el año 1995 ocurren dos acontecim ientos im portantes:
• S e realiza el iv C ongreso S udam ericano de P sicología
aplica da al D eporte, y 2.° C ongreso U ruguayo de P sicología
del D eporte.
• En Facultad de P sicología de la U niversidad de la R epública
se presenta un proyecto de form ación profesional que es
a cep tad o y se inicia el prim er C urso de Introducción a la
P sicología A plicada al D eporte.

D istintas instituciones com ienzan a incluir la tem ática en


cursos y sem inarios com o la A sociación uruguaya de E ntrenadores
de Fútbol ( a u d e f ) C urso de E ntrenadores de fútbol infantil ( a u f i -
a u d e f ). C u rso de E ntrenadores de fútbol de o f i . A partir del año

— 127 —
2000 se desa rro lla una serie de eventos Im portantes en la historia
de la P sicología del D eporte en el Uruguay:
A ño 2000 - A sum e la Sociedad U ruguaya de P sicología del
D eporte ( s u p d e ) una nueva C om isión D irectiva bajo la P residencia
del Lic. Psíc. Jesús C halela.
C om ien za n A teneos científicos o rganizados por s u p d e
alternand o la Facultad de Psicología o el Instituto S u p e rior de
E ducación Físíca en los que disertan e specialistas sobre te m a s de
interés en el área de la Psicología de la A ctividad Física el D eporte
y la R ecreación.
A ño 2002 - Facultad de P sicología de la U niversidad de
la R epública - ( u f p g ), P rim er C urso de 2.° Nivel de P sicología
A plicada al Deporte.
A ño 2003 - U ruguay asum e la presidencia de la S ociedad
S udam ericana de P sicología de la A ctividad Fisica y el D eporte
( s o s u p e ) siendo designado el Lic. C arlos Ferrés para e je rce r dicho
cargo.
A ño 200 5 - En este año el a contecim iento m ás relevante ocurre
en el m es de m ayo. O rganizado conjuntam ente por la s o s o u p e
y la s u p d e se realiza en M ontevideo en la Sala de C ongresos
de la Intendencia M unicipal, el vil C ongreso S u dam ericano de
P sicología del D eporte y el lll C ongreso uruguayo de Psicología
del D eporte, al que asisten destacados conferencistas nacionales
y extranjeros.

S itu ación a c tu a l
La situ ació n actual de la Psicología del D eporte en el U ruguay
tie ne m últiples abordajes.

D es d e la fo rm a c ió n p ro fe s io n a l
P odem os afirm ar, que la necesidad de fo rm a ció n de los
distintos actores del área de la E ducación Física y el D eporte
ha ¡do crecie n d o com o reconocim iento de la im portancia de la
capacitación en el área de la Psicología del D eporte.
C om o ve ía m o s en nuestro resum en histórico en el año 1995,
la Facultad de P sicología de la U niversidad de la R epública, a
través de su U nidad de F orm ación P erm anente para G raduados,
com ienza el dictado de cursos para p sicólogos y otros egre sa d o s
universitarios.
Tam bién es de d e sta ca r en la form ación de grado de los
P sicólogos el inicio de un proyecto de Extensión sobre P sicología
de la A ctividad Físíca y la Salud, que contem pla un vacío existente
hasta el m om ento.
C on m otivo de diversos cursos y congresos han llegado
a n uestro país d estacados e specialistas de la P sicología del
D eporte. E stas presencias relevantes han servido para p rom over
la form ación de nuestros profesionales y co n ve rtir este aspecto, en
uno de los que ha alcanzado m ayor desarrollo dentro del área.

D e sd e e l cam p o lab o ra l
Las solicitudes de intervención a psicólogos provienen de
instituciones cuya finalidad son:
• F orm ación de recursos hum anos para la E ducación Física
el D eporte y la R ecreación.
• D eporte de com petencia.
• Iniciación deportiva.
• D eportes para el ocio, salud y tiem po líbre.

En estas intervenciones las dem andas m ás d e stacadas son


acerca de:
• D esarrollo de cursos de P sicología de la A ctividad Física y
el D eporte.
• A u m e n ta r el rendim iento en la com petencia.
• F avo re ce r los procesos de aprendizaje deportivo.
• R ecuperación del rendim iento deportivo.
• F avo re ce r los procesos de com unicación, m e jo ra r los
pro ce sos vinculares.
• P ote nciar las habilidades p sicológico-deportivas.

P ers p e ctivas de desarro llo


H oy en nuestro país es notoria la evolución de esta disciplina.
C om o expresáram o s anteriorm ente si bien en o casiones se sigue
id en tificand o exclusivam ente con el alto rendim iento, sus alcances
trascie nden este aspecto e incluye el desarrollo, la salud, el
aprend izaje m otriz, lo social, etc.
A nivel internacional varios de los profesionales de la
P sicología del D eporte y la A ctividad Física integran el C onsejo
de la S ociedad S udam ericana de Psicología del D eporte y son
invitados a pa rticip a r en eventos in te rnacionales y en el d ictado de
cursos y sem inarios.
A nivel nacional encontram os tam bién que se están g anando
distintos lugares de actuación dentro del deporte nacional, a m odo
de ejem plo citarem os que el fútbol profesional, el básquetbol,
el tenis, la natación, el tiro deportivo, la náutica, el rugby, el
autom ovilism o, el m otociclism o, el ciclism o y el fútbol infantil son
d isciplina s en las cuales se realizan o se han realizado d iversas
intervenciones.
El C om ité O lím pico U ruguayo lleva por prim era ve z a los
Juegos O lím p ico s de China un psicólogo del deporte, la selección
de fútbol fe m e n in o tam bién contó con la presencia de una psicóloga
del dep orte y otro psicólogo del deporte integra el cu e rp o técnico
de las S ele ccio n e s Juveniles de la A sociación U ruguaya de Fútbol.
Se ha creado el D epartam ento de P sicología en el C olegio y
Escuela de Á rb itro s de la A sociación U ruguaya de Fútbol.
E stos son algunos hechos que entendem os m arcan el avance
de la disciplina en el área de la intervención.

Pirámide de la actividad deportiva

La psicología del deporte tiene a su vez dife re n te s ejes


cen tra les donde divide sus diversos m arcos teóricos, objetivos y
m étodos de trabajo.

— 130 —
D etallare m o s algunas de las actividades que nos presenta
la pirám ide de la actividad deportiva a m odo de introducción a la
tem ática.

In iciac ió n d ep o rtiva y fo rm ació n en d epo rte


En el deporte de form ación (tam bién llam ado de base o
de iniciación) se trabaja con niños que se están Iniciando en el
deporte, sus objetivos son fo m e n ta r la socialización, deporte
lúdico, introducción al deporte y brindar la actividad deportiva
com o un e spacio para el aprendizaje. Se busca Im plantar valores
y a ctitudes com o pueden ser la tolerancia al e strés en situación
depo rtiva com o tam bién el buen trabajo en equipo. En esta
ram a de la psicología del deporte se trabaja con los niños, com o
ta m bién con la persona encargada dentro de la práctica deportiva
(entrenador) y no puede dejarse de lado el tra b a jo con los padres
que es fun dam ental para la adquisición de ciertos valores (m uchas
veces los padres transfieren al niño el deseo de que logre ser
un ju g a d o r profesional d isim ulando el deseo fru stra d o que ellos
nunca pudieron lograr, g e nerándole presiones que el niño no
podrá m anejar). Parece im portante se ñalar que el deporte de base
se encuen tra (Incluso en estos tiem pos) alineado a la exce le ncia
deportiva, donde se elogia al niño “ga n a d o r” y se repudia al niño
“ pe rd e d o r” . Esta lógica tan elitista im plica el a b a n d o n o de m uchos
de portistas en esta instancia. Parece increíble que a niños de
te m prana edad cronológica se les exija m anejar un d o m in io táctico,
el cual aun es com plicado para adolescentes. Sin em bargo, es una
situación con la que nos e n contram os cotidianam ente. E ntonces
el m odelo de iniciación continúa centrado en el rendim iento, en la
co m pensación de los m ejores y el abandono de los m enos hábiles.
Esta lógica im plica que al día de hoy m uchos a dultos se dentarios
sean fruto de este régim en, perdieron sus hábitos deportivos
porque los educadores no supieron contenerlos, no pudieron lograr
el com prom iso de estos niños con el deporte. “E l niño que no ju e g a
no es niño, p e ro el hom bre que no ju e g a p e rd ió p a ra siem pre al
niño que vivía en é l y que le hará m ucha falta" (P ablo N eruda).
E xiste el m ito de que m ientras m ás jo ve n se ingrese a un
deporte m ás bueno será en la práctica, este m ito es una falacia.
Es im portan te que el niño realice deporte a te m p ra n a edad pero

— 131 —
lo Im portante, es que realice las habilidades básicas com o correr,
saltar, etc. R esulta fundam ental que el niño aprenda a tra b a ja r en
equipo, que logre co m p re n de r lo que es el co m pañerism o, que
pueda a p re n d e r de sus triunfos pero tam bién de sus derrotas,
p rincipalm ente es fundam ental que el niño aprenda a divertirse, si
no el deporte de iniciación no tendrá sentido.

D ep o rte y d is c a p a c id a d
El dep o rte para discapacitados tam bién lla m a d o adaptado
representa una real im portancia en el desarrollo personal y social
del individuo que lo practica. Uno de los principales beneficios a
te n e r en cuenta es aquel de índole psicológico.
Toda persona con alguna dism inución de sus ca p a cida d e s
deberá e n fre n ta r una sociedad construida sobre parám etros
“n o rm ales” , sie n d o m uchas veces estos pará m e tro s las barreras
que d ia riam e n te las personas con discapacidad deberán sortear.
El depo rte ayudará en un principio a abstra e rse por
m om entos de los inconvenientes que esas barreras acarrean;
adem ás forta le ce rá su psiquis (afectividad, em otividad, control,
percepción, cognición). Pero lo m ás im portante es que el dep o rte
crea un cam p o adecuado y sencillo para la auto -superación, ella
busca e sta b le ce r objetivos a a lca n zar para p o der superarse dia a
día y luego a p artir de ellos p royectar otros objetivos b uscando un
reajuste perm anente.
La auto -su p e ra ció n no solo acarrea beneficios de índole
psicológica sino tam bién social. E ntender que todas las personas
pueden practica r deportes y recibir este servicio com o un bien
social m ás, es el principio de la inserción social y por ende el
prim e r paso hacia la integración.

D ep o rte de alto ren d im ien to


En el deporte de alto rendim iento el objetivo central está
basado en los resultados, se busca m a xim iza r el potencial de un
deportista. Se focaliza esencialm ente en lograr que los deportistas
y grupos depo rtivo s rindan eficazm ente. Se necesita d e sa rro lla r las
habilidades psicológicas de los deportistas a nivel p re-com petitivo,
com p etitivo y p o st-com petitivo. P ueden trab a ja rse tem as com o:
la ansiedad pre-com petitiva, atención, concentración, m otivación,
estrés com petitivo, m etas y aspectos vinculares y co m u nicacionales
del grupo deportivo, tanto entre deportistas com o la relación de los
dep ortistas con el cuerpo técnico y viceversa.
El tra b a jo con el e n trenador tam bién es fun d a m e n ta l bajo
esta estructura, asesorándolo en la form a y en los procesos más
idóneos para lograr m o tiva r y pote n cia r el re ndim iento deportivo
del atleta. C ada atleta tiene un nivel de a ctivación d iferente (la
activa ción representa el va lo r energético de la m o tivación) y gran
parte del rendim iento del deportista depende de este valor, por
lo cual es de vital im portancia que tanto el en tre n a d o r com o el
depo rtista entiendan su nivel óptim o de activación ya que depende
de cada deportista. Para propiciar la concentración se pueden
e sta b le ce r rutinas psicológicas.
“ Una rutina psicológica representa una com binación de
diferentes técnicas fisiológicas y psicológicas con el objetivo de
estabilizar el comportamiento emocional de atletas en la competencia
y ayudarlos a dirigir su atención a los estímulos relevantes de la tarea
a ser ejecutada. ’45
D iferentes investigaciones dan com o resultado la hipótesis
de que un deportista am a te u r recibe m uchas m ás percepciones
de una m ism a situación que un deportista experto. El deportista
experto d iscrim ina las percepciones que le parecen necesarias
para p erseg uir el m ejor resultado del ju e g o, m ientras que el
depo rtista am ateur se ve bom bardeado con una am plia gam a de
estím ulos que van m as allá de los específicos ocupando gran parte
de su concentració n y te niendo que d iscrim in a r dificu lto sam e n te
entre los estím ulos que son necesarios para la correcta práctica
del deporte. Esto genera un desgaste tanto físico com o m ental por
lo cual es im portante tra b a ja r sobre la tom a de decisio n e s dentro
de esta ram a de la psicología del deporte.
La P sicología de la A ctividad Físíca y el D eporte es hoy uno
de los te m as de encuentro que genera m ás interés, no solam ente
de los psicólogos, sino tam bién de distintos e specialistas del área
de la E ducación Física, el D eporte y la R ecreación en nuestro
país.

45 Samulski, D. (2002). ¿Cómo motivara los jugadores jóvenes? en: Libro de resúmenes
del 10th workshop de la ITF-COSAT.

— 133 —
Si bien en un p rim e r m om ento su principal objetivo era el
logro del re n d im ie n to deportivo, ya hace tiem po busca co m p re n de r
cóm o la participación en actividades físicas y deportivas afecta el
desarrollo, la salud y el bie n esta r de los participantes.
Las investigaciones se orientan tam bién a aspectos
tales com o: el desarrollo motor, psicología para la salud, hacia
la p sicología social, com plem entando las ya tra d icio n a le s
rela cio n a d a s al rendim iento deportivo.

Actividadfísica
Si bien existen varias definiciones sobre actividad física
nosotros to m a m o s una que nos parece bastante ilustrativa:
“to d o s los m o vim ie n to s de la vida diaria, incluyendo el trabajo, la
recreación, el ejercicio, y actividades d e p o rtiva s.”46

S ub c a te g o ría s de la actividad física

E jercicio
En cu a n to a e je rc id o , vale la pena d e cir que es un concepto
discutido en la literatura desde principios del siglo xx. Esto se dio
porque no se hacía una verdadera distinción entre éste y actividad
física. A sim ism o el ejercicio era relacionado con ejecuciones
vig o ro sa s de actividades físicas a eróbicas y com petitivas, en
co n se cu e n cia eran difíciles de m antener com o e strategia para
p ro m o ve r salud. R ecién en los años noventa se dejó de u sar el
té rm in o e je rcicio com o genérico de todos los tipos de actividad
física.
Lo pod e m o s definir com o “una su b categoria de la actividad
física, siendo planeado, estructurado y repetitivo, adem ás de tener
com o propósito m ejorar y m antener uno o m ás de los com ponentes
de la aptitud fís ic a .”47

46 Corbin, C. B.; Pangrazi, R. P.; Franks, B.D. (2005): Definitions: Health, fitness and
physical activity. President's Council on Physical Fitness and sports Research Digest.
47 The President’s Counsll on Physical Fitnes and sport (2001): Healthy People 2010
Physical Activity and fitnes. Research digest serie 3, n°13.

— 134 —
El ejercicio relacionado con la aptitud física y salud, requiere un
ritm o d iscreto o m oderado de transform ación de energía potencial
m etabòlica, es decir se trabaja a intensidades su b m á xim a s o
m oderadas, esto con m otivo de proveer aptitud física aeròbica
o cardiovascular. C ontrariam ente, el ejercicio de entre n a m ie n to
com petitivo, requiere de altas intensidades que d esarrollan fuerza
y poder m áxim o. P or lo tan to la actividad física com o un ejercicio
físico ade cua do, puede m ejorar o m antener la aptitud física, siendo
un e le m ento central de la salud y el bienestar.

D eporte
El deporte es una subcategoría de la actividad física,
e spe cializad a, de ca rá cte r com petitivo que requiere de
e n tren am ien to físico y que g eneralm ente se realiza a altas
intensidades. A d em á s está reglam entada por instituciones y
o rg anism os estatales o gubernam entales. De m odo que su objetivo
principal no es el de m e jo ra r o m antener salud, en d efinitiva está
hecho principalm ente para competir.

A p titu d física
“ H abilidad para llevar a cabo tareas d iarias con vigor, sin
fatiga ind ebida y con suficiente energía para d isfru ta r del tiem po
libre e m plead o y e nca ra r situaciones de e m e rg e n cia .”48
D estrezas que posee la persona para re a liza r las ta re a s que
dem anda su vida diaria con el objetivo de m ejorar su calidad de
vida.

Salud
C on respecto al térm ino salud, se describe com o un proceso
de a utorregu lación dinám ica del organism o frente a las e xigencias
am bie ntales, lo que perm ite adaptarse para d isfru ta r de la vida,
m ientras crecem os, m aduram os, e nvejecem os, es decir, una
a daptación constante a las condiciones de vida, para poder
realizarnos personal o colectivam ente. Lo cierto es que no exige
ausencia de enferm edad, puesto que cada individuo o com unidad

48 Ariasca D. (2002): Actividad física y salud. Publice Estándar, grupo sobre


entrenamiento, P¡d:1.

— 135 —
I
tiene ne ce sida d e s y riesgos durante su vida, lo cual puede
be neficiar u ob sta cu liza r la realización de cada in d ivid u o .49

Ejercicio y calidad de Vida


En la época actual las principales causas de e n ferm edades
que nos acechan dejaron de ser solam ente las que se nos im ponen
desde afuera, es decir por contagio. La principal causa del origen
de las e n ferm e d a d e s crónicas (com o la obesidad, la diabetes,
las e n ferm ed a d e s cardiovasculares y cere b ro -va scu la re s, la
h ip ertensión arterial, el cáncer y los problem as a rticu la re s) están
relaciona das d irectam ente con los estilos de vida. En el U ruguay
el 60,3% de los habitantes son sedentarios, sólo el 39,7% es
físicam ente a ctivo s.50
E stos núm eros reflejan que U ruguay se encu e n tra con una
población m a yoritariam ente sedentaria y corre riesgo su calidad
de vida.
En la sociedad actual del siglo x x i producto del de sa rro llo
tecn o ló g ico y de una separación cada vez m ás grande del hom bre
con la naturaleza, están cam biando las enfe rm e d a d e s que aquejan
a la hum anidad, “sustituyendo los tra sto rn o s infecciosos y agudos
por la enferm edad cró n ica ”,51 tenem os así: estrés; hipertensión
arterial, obesidad, etc.
Las com p ro b acio n e s científicas d e sa rrolladas en el cam po
de la A ctividad Física y el D eporte en la S alud dem uestran que
“las p e rso n a s que re a liza n ejercicio físico son p o te n cia lm e n te m ás
cap ace s de re a liz a r cosas, de c o n se g u ir m á s lo g ro s so cia le s y
g o z a r de un m a y o r bienestar. ’S2
La relevancia del deporte y la actividad física en los últim os
años, hacen cada ve z m ás necesaria la participación del psicólogo
en ta re as de orientación, asesoram iento, form ación, a sistencia e
investigación.

49 Sánchez Delgado, J. C. (2006): Definición y clasificación de actividad física y


salud. Publice Standard.
50 Encuesta Nacional del Instituto Nacional de Encuesta de Hogares de mayo-julio 2005
del Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de Turismo y Deportes.
51 Tomas Blasco (1994): Actividad física y salud. Ed. Martínez Roca.
52 Ibídem.

— 136 —
El abordaje de esta dim ensión del desarrollo hum ano im plica
un posicion am le nto estratégico, basado en un proceso de reflexión
y dirigido a la acción.
Esta o rientación en el cam po de la salud je ra rq u iza el im pulso
tra n sfo rm a d o r em ergente de los espacios sociales y resulta
sinèrgica con la concepción de U niversidad que, com o entidad
form a dora de recursos que necesita el país, desarrolle profesionales
y té cnico s con capacidades de com prender, p a rticip a r y e stim u la r
los procesos de cam bio y transform ación de la salud.

“ H acia un plan estratég ico p reventivo en salud a través de la


actividad física y el d e p o rte ”

“ P arece evide nte que en el siglo XX será una era de num erosos
triu n fo s en la salud pública, pero tam bién com o un período donde
surgieron infinidad de nuevos problem as de salud. De estos
nuevos problem as de salud uno de los m ás virulentos, es la
inactividad física ” (Dr. Rusell, R. Pate, 2000).

La actividad fisica debe prom overse buscando la solución


para d e ja r de lado el cansancio y el aburrim iento. Para fo m e n ta r
nuevos vínculos sociales y/o reforzar los e xistentes y el m antener
un cue rpo sano lejos del sedentarism o.
T ien e que se r la búsqueda de un bienestar, de sentirse
bien con lo que uno hace, de poder pasar el tiem po realizando
activida des que rom pan con la rutina que tan to agobia y cansa. La
actividad física no trae consigo solam ente beneficios físico s com o
m ucha gente piensa sino que vienen de la m ano de un sin núm ero
de beneficios psicológicos com o pueden ser:
• La ayuda al control del estrés.
• A yuda a m ejorar los síntom as de la d e p resión y la
ansiedad así com o tam bién aum enta el optim ism o en
to d a s las personas que m antengan una actividad fisica con
regulación.
• La m ejora de la im agen personal (con los beneficios que
esta im agen im plica al vivir en una sociedad tan elitista).
• P erm ite llegar a edades avanzadas con m e jo r control
sobre el cuerpo lo que perm ite vivir In dependientem ente a

— 137 —
edades en las cuales es usual de p e n d e r de algún fa m ilia r o
aco m p a ñ a n te que esté pendiente de nuestros m ovim ientos
y/o acciones.
• P erm ite co m p a rtir una actividad social, tan to con am igos,
com o con fam iliares así com o tam bién g e n e ra r nuevos
vínculos.
• A yuda a co n tro la r y m ejorar los síntom as de un gran núm ero
de enfe rm e d a d e s crónicas entre otros beneficios.

M a nten e r un cuerpo sano es una sum atoria tan to de


hab ilidades físicas, com o m entales y sociales. La actividad física
podría ser el cam ino a la búsqueda de todas estas habilidades
ya que genera un beneficio en estas áreas, b uscando lo g ra r un
equilibrio entre ellas.
P odríam os elaborar un pian de acción busca n d o la
co n cientizació n de la problem ática que aqueja a toda la población
uruguaya que se divida en tres etapas:

1. P lan E straté g ic o P reven tivo


¿Q ué significa la planificación estratégica de la prevención?
Las form as a través del tiem po en que la prevención pasa de ser
una intención a d e ve n ir acción concreta, en este caso la m ejora de
los índices de salud de una población.
Irradiar la prevención en salud a través de la A ctivid a d Física
y el D eporte “por co n ta g io ” , por ejem plo en lugar de co m e n za r por
las personas m ás sedentarias, com enzam os por las m ás activas,
para que éstas a tra vé s de su propia actividad se tra n sfo rm e n en
d in am izado ras y en agentes m ultiplicadores

2. P rev en tivo en s a lu d
La educación sanitaria tendría que tener el mismo nivel de
relevancia que la educación general. Aprender a cuidarse por si
mismos, cuidando principalmente de la salud quizás sea el principal rol
de padres y educadores, sin embargo la sociedad envía otro mensaje
a diario, el mensaje del riesgo y del temor, alimentando el miedo básico
de que algo puede sucedemos y no sabremos qué hacer al respecto.
E ntonces e d u ca r e inform ar será uno de los puntos en el
que el Plan E stratégico se irá expandiendo, dando la inform ación
necesaria acerca de la actividad física.

— 138 —
3. S a lu d a través de la a c tiv id a d física y e l depo rte
“El proyecto educativo desde la salud, implica un cambio de
paradigma, que desde la teoría de la desviación propuesta por
Foucault, requiere una relativización del concepto de enfermedad.
La relativización de conceptos en el campo de la salud requiere de
una posición epistemológica que desde distintas disciplinas, lógicas y
saberes delimite los distintos aspectos del fenómeno."53
H oy en día ha habido un avance c ie n tífico -te cn o ló g ico muy
im portante, pero llegará el día en el que la m edicina tradicional
ya no cubra nuestras necesidades y se deberá invertir en todo
lo que es la prevención, deberem os u tiliza r entonces, m edicina
altern ativa y la actividad física, controlada, regulada, sistem atizada
y continua cum ple con los objetivos, com o para ser utilizada com o
un instrum ento terapéutico.
La actividad física utilizada con fines te ra p é u tico s m otivará
al individuo a realizar actividades que le perm itan se r lo m ás
auto su ficie n te posible, integrarlo a la sociedad y a d q u irir un sentido
de sí m ism o para d ism in u ir sus incapacidades.
Los diferentes análisis y estudios nos dem uestran, que las
person as inactivas, tienen el doble de riesgo de su frir e n ferm edades
ca rdiova sculare s, al com pararlos con personas activas. C om o dice
el d o cto r O la f Astrand:
“C ualquier persona que tenga la intención de ser sedentaria,
debería som eterse a un examen médico exhaustivo, con el objeto de
establecer si su estado de salud es lo suficientemente bueno como
para establecer, tolerar o resistir la actividad".
Sin luga r a dudas la m ejor rehabilitación será, la que se inicia
con la prevención, considerando los ejercicios, que si bien están
dirig ido s al área som ática, tam bién favorecen la m ental y la social,
al p ro p icia r el bie n esta r integral del individuo.
La actividad física, sí se practica en form a continua es
b e ne ficiosa para la salud en general y aunque no nos gara n tiza una
vida m ás larga (aunque ayuda a conseguirlo), m ejora la calidad de

53 Granada Echeverri P.: “El campo de la salud como espacio de construcción simbólica”,
en Revista de Ciencias Humanas, n° 20, mayo, 2000.

— 139 —
vida del individuo y ayuda a retrasar el deterioro del buen estado
físico m otivado p o r la edad y la inactividad.
Con el fin de lograr im plantar una “c o n c ie n c ia ” de esta
problem ática a toda la población uruguaya (población que
se encuentra contam inada con m ensajes de co m o d id a d y
sede ntarism o ) es que se buscan diferentes a lternativas para lograr
su solución.
La psicología del deporte contribuye a:54
4. A n a liz a r la m otivación de los p racticantes de activid a de s
física s y deportivas recreativas.
5. E stud ia r los factores personales a m bientales de la propia
actividad física que facilitan la practica deportiva.
6. Ide ntifica r los factores que contribuyen al cu m p lim ie n to de
un program a de ejercicio físico.
7. D iseñ a r estrategias de conducta para a u m e n ta r la práctica
de la actividad física y del deporte entre la población m ás
sedentaria.

En psicología del deporte, Investigación y aplicación suelen


Ir de la m ano, ya que para poder a p lica r tenem os que in ve stig ar y
el m ism o hecho de investigar ya genera un grado de participación.
La psicología del deporte podría co n trib u ir a re ca b a r Inform ación
sobre los m otivos por los cuales la población uruguaya practica,
practicaría o practicará deporte y cuáles son las barreras que
encuentran para la no práctica de estos deportes. A sim ism o
tam bién podría visu a liza r las líneas m ás com unes por las cuales la
actividad física es interrum pida para lograr co rre g ir esta situación.
Los principales factores que im plican la situación actual de la
población uruguaya pueden deberse a:
• E stilos de vida que no perm itan la inclusión de actividad
física (por ejem plo falta de tiem po).
• P rofesionales que no aconsejen la actividad física fre n te al
hábito sedentario.

54 Riera, J. (1985): Introducción a la Psicología del deporte. Ed. Martínez Roca. Barcelona.

— 140 —
• Falta de concientízación de la situación actual de la
población uruguaya así com o tam bién falta de inform ación
sobre los riesgos que im plica ser una persona sedentaria.
• Falta de m edios difusores que perm ítan inform arse a la
población sobre determ inados tipos de e jercicios que
puedan a y u d a ra la población a establecer.
• E scasez de infraestructuras adecuadas para la práctica
deportiva.

Para term in a r este artículo resulta adecu a d o nom brar


una fra se de uno de los pioneros en investigar los beneficios
p sico lógico s que conlleva la práctica deportiva
“El arte, la ciencia y el deporte tienen la posibilidad de
co nve rtirse en haceres cre a tivo s” (E nrique Pichón R ivière).

Bibliografia
A D. (2002): A ctividad física y salud. Publíce Estándar, grupo
r ia s c a ,

sobre entrenamiento. Pid: 1.


B l a s c o , T. (1994). Actividad física y salud. Ed. Martínez Roca.
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Fitness and sports Research Digest.
C r u z , J. ( 1 9 9 7 ) : Psicología del deporte. Ed. Síntesis. Madrid.
Encuesta Nacional del Instituto Nacional de Encuesta de Hogares de
mayo-julio 2005 del Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de
Turismo y Deportes.
F e r r e s , C. (2009): La Psicologia de la actividad física y el deporte en
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G r a n a d a E c h e v e r r i , P. (2000): “ E l campo de la salud como espacio
de construcción simbólica”, en: Revista de Ciencias Humanas,
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S á n c h e z D e lg a d o ,
Física y Salud. Publice Estándar.
The President’s Counsil On Physical Fitnes And Sport (2001): “Healthy
People 2010 Physical Activity and fitnes” . Research digest, serie
3, n°13.
Scterminó(leimprimirenlostalleresgráficosdcTradincoS.A.
^
Tra d ín C O
Minas 1367 - Montevideo - Uruguay - Tei -10') «|‘l 63. Octubre de 2009
OX. 35 1-074 ¡ 09. Edicióii amparada a i el derivi,, 2 IW 9 6 (C omisión dui Papel)

w w w . t r a d in c o . c o m . iiy
]

Autores:
Sandra Carro, Jorge Cohén, Juan Luis Chavez,
Patricia de la Cuesta, Ana Laura Russo, Jorge Salvo,
Luis Gongalvez, Raúl Síntes, Alvaro Díaz, Rosario Vaeza,
Nicolás Duro, Alvaro Gonda, Aldo Tomassini.

ISBN 978-9974-8167-7-0

9 7 8997 4 816770

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