Está en la página 1de 6

1

Christianne Eisenring Marín


Una propuesta para entender a la epigénesis de las categorías como una epigénesis de
su concordancia con los objetos de la experiencia.

En el parágrafo 27 de la KrV, una vez realizada la deducción de las categorías, Kant


presenta el problema de su concordancia necesaria con los objetos de la experiencia. Según
Kant, esta concordancia necesaria abre 2 posibles caminos: que sea la experiencia la que
determine a las categorías o que, por el contrario, sean las categorías las que determinen a
la experiencia. El primer camino queda inmediatamente cancelado por el carácter a priori
de las categorías, por lo que Kant concluye: “En consecuencia sólo queda lo segundo (por
decirlo así, un sistema de la epigénesis de la razón pura): a saber, que las categorías
contienen, por el lado del entendimiento, los fundamentos de posibilidad de toda
experiencia en general”.1
El panorama se complica cuando Kant introduce la posibilidad de un tercer camino
que es pensar a las categorías como “disposiciones subjetivas de pensar, implantadas en
nosotros juntamente con nuestra existencia, arregladas por nuestro Creador de tal manera
que el uso de ellas concuerda exactamente con las leyes de la naturaleza de acuerdo con las
cuales sigue su curso la experiencia”.2 Pensar cuál es la diferencia efectiva entre esta suerte
de innatismo y las categorías a priori (que dice Kant, son pensadas espontáneamente)
representa una de las dificultades centrales en este parágrafo. La única pista que Kant nos
ofrece es que a las categorías innatas no serían necesarias (o serían necesarias sólo
subjetivamente y por tanto arbitrarias).
De este modo, cualquier intento por desentrañar a qué se refiere Kant con
“epigénesis de la razón pura” debería ser capaz de explicar a las categorías a priori sin que
éstas tengan una necesidad meramente subjetiva y sin que sean arbitrarias.

Una epigénesis de las categorías


En Before tomorrow, Catherine Malabou aborda el problema de parágrafo 27 de la KrV,
centrándose en el concepto de epigénesis. En el capítulo 4 de esta obra, siguiendo a Zöller,

1
KrV B167
2
Idem
2

Malabou señala que existen 2 formas de leer “sistema de epigénesis de la razón pura”: la
primera es pensando que la epigénesis se refiere a la relación de las categorías con los
objetos de experiencia y la segunda es sosteniendo una epigénesis de las categorías mismas.
Mi impresión es que la apuesta de Malabou en todo momento es por la segunda posibilidad,
de modo que para explicar la necesidad de la concordancia entre categorías y objetos
tendríamos que explicar una suerte de formación de las categorías.
Y es por ello que buena parte del libro se encarga de explorar la posibilidad de
explicar a las categorías evolutiva y epigenéticamente. Es verdad que resulta tentador
pensar que la estructura de pensamiento de los seres humanos es explicable en términos
evolutivos y epigenéticos pues no sólo se elimina así la amenaza del innatismo divino sino
que además esto solucionaría tanto el problema de la arbitrariedad como el de la necesidad
objetiva: Si aceptamos que el proceso evolutivo responde a una suerte de telos (sea éste la
adaptación al medio) entonces, si las categorías son resultado de este proceso, el que las
poseamos no es un hecho arbitrario.
Explicar en qué modo son necesarias resulta más complejo, tal vez porque no son
muy claras las condiciones bajo las cuales la concordancia entre objetos y categorías es
objetivamente necesaria. Siguiendo la explicación evolutiva, queda claro que las categorías
no podrían ser necesarias puesto que este esquema nos permite pensar a muchas otras
estructuras de pensamiento como el resultado de distintos posibles procesos evolutivos. Las
categorías serían necesarias, sin embargo, en tanto que solo podríamos pensar todas esas
subjetividades posibles distintas a la nuestra bajo un esquema regido por nuestras
categorías.
Por otro lado, Kant señala como necesidad subjetiva (es decir, la necesidad del
innatismo pero no de la epigénesis) a aquella en la que “yo estoy constituido de tal suerte
que no puedo pensar esa representación de otra manera que así conectada [por las
categorías]”.3 Esto resulta problemático porque si nos tomamos en serio a las categorías
como las que determinan al objeto de experiencia parece seguirse inmediatamente que,
dadas unas categorías evolutivamente, estamos constituidos para pensar al fenómeno como
conectado bajo nuestras categorías. Es en este punto es en el que entra en juego el papel de
la epigenética contra el determinismo darwiniano de modo que, si bien evolutivamente

3
KrV B168
3

estaríamos constituidos de una manera específica, esta no determina a nuestras


representaciones aún si nuestras categorías determinan a los fenómenos (y por ende, queda
abierta la posibilidad de pensar estas representaciones de alguna otra manera, de determinar
a la experiencia de otras formas).
Para mi resulta claro que podemos ofrecer una explicación perfectamente análoga si
pensamos a las categorías como el resultado de procesos histórico. Incluso podemos pensar
a las categorías como el resultado de la conjunción de un proceso evolutivo/epigenético y
de uno histórico, con todas las ventajas explicativas que esto pueda tener.
Sin embargo estas perspectivas presentan un obvio problema de autoreferencia:
tanto la explicación histórica como la evolutiva son ya resultado de una cierta estructura de
pensamiento (de determinadas categorías) que, al mismo tiempo, esperamos sean el
resultado de una explicación histórica y evolutiva. Entonces, si queremos explicar el hecho
de que nuestras categorías se construyen histórica y evolutivamente sin caer en que esto sea
sólo subjetivamente necesario (es decir, que estemos determinados a explicarlo así debido a
nuestro proceso histórico y evolutivo) debería ser posible explicar este proceso en otros
términos. Es decir, cualquier explicación sobre la formación de las categorías es siempre, o
bien contingente, o bien sólo subjetivamente necesaria y creo que es algo que podemos
aceptar sin muchos problemas.
Me parece que este razonamiento se encuentra detrás de la conclusión de Malabou
que propone que la razón, viéndose a sí misma, se da cuenta de su propia contingencia y de
ella se sigue una transformación de las categorías incluyendo a un nuevo tipo de causalidad
que le es propia en tanto es también ser vivo. Debo reconocer que la propuesta de Malabou
no me resulta del todo clara y que por ello no alcanzo a ver sus consecuencias. Dejando
esto de lado, pienso en algunos problemas de pensar en una posible transformación de las
categorías siguiendo el esquema de la epigénesis:
Si la explicación ha de tomar en serio al modelo de la epigénesis, deberíamos ser
capaces de distinguir una estructura formal previa que se pudiese desarrollar de distintas
formas en distintos ambientes, algo así como un bauplan de las categorías, que no
determina unívocamente (pero sí limita) a nuestras categorías. Pero no queda claro cómo se
da el paso de estas categorías formadas a partir de un bauplan de categorías a los objetos de
la experiencia: ¿las categorías formadas concuerdan, esta vez unívocamente, con los
4

objetos de experiencia (es decir, hay concordancia sólo subjetiva)? ¿Se duplica el proceso
de epigénesis y, una vez más, las categorías formadas se constituyen en un nuevo bauplan
que condiciona pero no determina las representaciones posibles? En el segundo caso, se
muestra evidente que podíamos habernos ahorrado la epigénesis de las categorías y pasar
directamente a una epigénesis de la concordancia entre categorías y experiencias. Me
parece que, en el primer caso, podríamos apelar a la transitividad para eliminar al
intermediario (las categorías que, a final de cuentas, determinan unívocamente) y
encontrarnos de nuevo en la necesidad de pensar una epigénesis de la concordancia.
Porque además ¿qué es ese bauplan de categorías? Desde la conclusión de Malabou
parece seguirse que son otras categorías (categorías anteriores). ¿No estaríamos obligados
(o cuando menos autorizados) a preguntar por la epigénesis de esas categorías, de ese
bauplan de categorías? ¿No representa esto un inminente riesgo de regreso al infinito y más
aún, de regreso al infinito para explicar algo que se presenta como original, es decir las
categorías a priori?

Una epigénesis de la concordancia


De lo anterior se sigue que si bien puede resultar interesante ofrecer explicaciones de la
epigénesis de las categorías, estas nos conducen a algunos problemas y, en última instancia,
no llevan a preguntarnos por la epigénesis de la concordancia entre categorías y
experiencia. A continuación ofreceré una propuesta simple de cómo podría entenderse esta
epigénesis de la concordancia partiendo de la lectura simplificada de Kant que hace
Strawson, así como de algunos de sus trabajos en lo que denomina “metafísica descriptiva”.
Para Strawson el mayor logro de Kant fue articular una estructura general de
cualquier concepción de experiencia que pueda ser inteligible para nosotros, por ello una
lectura austera de las categorías a priori kantianas será la de los elementos formales de esa
estructura que, por tanto, se encuentran en toda concepción de experiencia que pueda ser
inteligible para nosotros. Esto elimina toda posibilidad de pensar en cualquier proceso de
formación de las categorías (por lo que no sería posible distinguir en este punto entre un
innatismo divino y una categoría formada espontáneamente por el pensamiento) y sólo nos
permite trabajar con ellas descriptivamente. Ahora bien, en tanto que asumimos con Kant
que estas categorías determinan a la experiencia (aunque Strawson deja abierta la puerta de
5

que meramente coincidan) entonces sabemos que la concordancia entre objetos de la


experiencia y categorías no es arbitraria. Resta explicar, mediante la epigénesis, en qué
modo sería objetivamente necesaria.
Un segundo punto importante que quiero rescatar de Strawson (principalmente en
contra de Meillassoux) es cómo la mera existencia de la experiencia implica ya que somos
capaces de distinguir entre objetos de la experiencia y nuestros estados subjetivos con
respecto a esos objetos (entendiendo Strawson a la realidad objetiva como la conexión
coherente, articulada y regulada de la experiencia). De esto se sigue que nuestras
representaciones y los objetos de la experiencia no son coextensivos por lo que es posible
pensar en, por ejemplo, en sujetos que tuvieran intuiciones distintas a las nuestras (pero las
mismas categorías) y que formaran realidades objetivas distintas a las nuestras. De este
modo, si bien nuestras categorías e intuiciones determinan a los objetos de experiencia,
podemos reconocer en estos objetos la posibilidad de ser determinados de otra manera a
partir de categorías e intuiciones distintas.
Por ello, cuando Kant dice que “las categorías contienen, por el lado del
entendimiento, los fundamentos de posibilidad de toda experiencia en general” yo
propongo leer que la epigénesis de la razón pura consiste en pensar a las categorías (en
tanto elementos de la estructura general de cualquier concepción de experiencia que pueda
ser inteligible para nosotros) como el bauplan en el que se encuentran “contenidas” todas
las posibles experiencias posibles. La posibilidad (la primer posibilidad) de estas
experiencias posibles está determinada por los otros elementos a priori de nuestra
estructura general de representación (tiempo y espacio) por lo que es la posibilidad de
distintas realidades objetivas. La segunda posibilidad es la de todas las experiencias
pensables (aunque pueda ser controversial que lo pensable sea coextensional con lo posible)
que se abren desde cada realidad objetiva posible.
Pensemos primero en la segunda necesidad: dadas nuestras intuiciones que se
reducen a tiempo/espacio, tenemos un universo acotado de experiencias posibles (acotado
por nuestras intuiciones y categorías). Pensemos en un sujeto que ha vivido toda su vida
encerrado en un cuarto sin ventanas y sin contacto con el mundo exterior. Sin duda el sujeto
tendrá experiencias de objetos (tal vez alimentos o una cama que se encuentran dentro del
cuarto) y estas experiencias de objetos estarán determinadas por sus categorías. Sin
6

embargo no tendrá las mismas experiencias posibles (ni pensables) que un sujeto que
conoce el mundo exterior y tal vez ningún sujeto tenga nunca tantas experiencias pensables
como existen, en tanto que posibles, para todo sujeto con sus mismas categorías e
intuiciones.

También podría gustarte