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Algunos Comentarios Resueltos de La PAU
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(selectividad)
OPCIÓN A
Decíase que había entrado en el Seminario para hacerse cura, con el fin de
atender a los hijos de una su hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el
Semi¬nario se había distinguido por su agudeza mental y su talento y que había
rechazado ofertas de brillante carrera eclesiástica porque él no quería ser sino de
su Valverde de Lucerna, de su aldea perdida como un broche entre el lago y la
montaña que se mira en él.
-Mira, da padre a este pobre crío que no le tiene más que en el cielo.
b.1.- Esta mujer abandona la aldea y vuelve como madre soltera; don Manuel
le busca un marido para ella o un “padre” para el niño (párrafo 3).
c.- Situación final (párrafo 7): en este caso se trata del desenlace del caso o
ejemplo: en la actualidad Perote, inválido y paralítico, tiene como único sostén y
apoyo al hijo que reconoció no siendo suyo.
Por otra parte, este fragmento narrativo presenta cierta disposición discursiva
cercana a la empleada en algunos textos expositivos-argumentativos: Unamuno, a
través de la figura del narrador expresa un razonamiento de carácter deductivo
donde una idea principal o tesis es demostrada mediante uno o varios datos o
ejemplos:
1.- Idea principal (tesis): la bondad y las virtudes de don Manuel en su labor como
párroco de Valverde de Lucerna (párrafos 1 y 2).
El tema se plantea desde el punto de vista de un personaje que actúa como narrador-
testigo de los acontecimientos relatados.
Don Manuel, que había destacado por su talento en el Seminario, rechaza ofertas de una
brillante carrera eclesiástica y prefiere ejercer en Valverde de Lucerna, su aldea. Allí se
dedica por entero a “arreglar” matrimonios y familias desavenidas, y a dar consuelo a
los más necesitados. El personaje que actúa de narrador recuerda el caso de Perote,
quien, por la mediación de don Manuel, se casa con la hija de la tía Rabona, madre
soltera, para darle un padre al niño, que a su vez es ahora el gran apoyo de la vejez de
Perote.
(Este ejemplo que se propone sigue un esquema convencional de los textos expositivos
y argumentativos)
Unamuno nos presenta un cura de aldea que ante todo ama su labor y cuya verdadera
vocación es entregarse en cuerpo y alma al servicio de sus paisanos. Así, en este
fragmento, don Manuel arregla matrimonios, reconcilia padres con hijos, hermanos con
hermanos, atiende espiritualmente a los enfermos y desvalidos o, por ejemplo, busca un
padre que dé apellidos a un niño fruto del “pecado” de una madre soltera. De modo que
el autor pretende reivindicar la tarea social y humanitaria de los sacerdotes, por encima
de cuestiones políticas o ideológicas, tan candentes durante la Segunda República
española, y por encima de aquello que a él le preocupaba especialmente: la creencia
religiosa vivida como un drama existencial donde luchan razón y fe, la inmortalidad del
alma o la existencia de la vida eterna.
Porque Miguel de Unamuno llega a la conclusión de que “ser sacerdote” es mucho
más que creer, o no creer, en Dios o en la vida eterna, mucho más que pertenecer al
clero o conjunto de frailes, sacerdotes, monjas, obispos… Unamuno, en esta novela,
piensa que “ser sacerdote” es trabajar para los demás, solidarizarse con el prójimo,
compartir los sufrimientos y tristezas, pero también los gozos y alegrías de la vida
cotidiana de la gente, aunque esta sea habitante de una pequeña aldea perdida entre un
valle, una montaña y un lago.
Por otra parte, resulta evidente que en la sociedad actual española han cambiado
bastantes cosas con respecto al mundo narrado por Unamuno en San Manuel Bueno,
mártir. En primer lugar, aunque todavía conserva un peso muy importante en la vida
moral y en las costumbres, la influencia ideológica y política de la iglesia católica ha
disminuido notablemente. En segundo lugar, la gente no habita en pequeños y aislados
núcleos rurales, sino que vive en un mundo altamente tecnológico y con la población
concentrada preferentemente en grandes ciudades.
Por esto, en esta sociedad actual española totalmente europeizada, de libertad sexual
y de cultos, de costumbres mucho más abiertas, relajadas y tolerantes (divorcios,
abortos, matrimonios de homosexuales, parejas de hecho, mayoría de edad a los 18
años…) resulta extraña e incomprensible la urgencia tremenda de buscar un “marido”
que dé “apellidos” como Dios manda a una “madre soltera” como le ocurrió a la hija de
la tía Rabona cuando se casó con Perote; pues, afortunadamente, una mujer no está
obligada ahora a casarse para tener hijos o para vivir una vida emancipada y en plena
actividad profesional y laboral.
Yo sé que lo lejano,
La estructura externa de este poema de Rafael Alberti está formada por 22 versos sin
rima, agrupados en cuatro estrofas desiguales (las dos primeras de cinco versos, las dos
últimas de seis). Además, se observa que en las cuatro estrofas aparece una
combinación libre de versos alejandrinos, endecasílabos y heptasílabos.
Rafael Alberti plantea el tema de la nostalgia o añoranza de la tierra natal (Cádiz en este
caso concreto), desde la perspectiva del exiliado en la otra orilla del Atlántico.
Desde la costa americana del Atlántico (el Río de la Plata) el poeta Rafael Alberti
dialoga con Cádiz, su patria natal en cuya orilla jugaba de niño, y le suplica que escuche
su canto igual que si estuviera presente, y no en un lugar muy lejano, porque el poeta
siempre lleva a Cádiz en su corazón y siempre ha cantado a su tierra como “todo lo
dichoso" y todo "lo luminoso" que le ha acontecido.
En primer lugar, la nostalgia está causada por el exilio forzoso que la guerra civil
española provocó en miles de compatriotas, que tuvieron que huir de la dura represión
de la dictadura franquista o que, desde el extranjero, lucharon contra ella. Entre estos
miles de exilados se hallaban poetas del 27 como Alberti, Cernuda y Pedro Salinas, o
cineastas como Luis Buñuel, o artistas geniales como Picasso o Joan Miró, y cientos de
intelectuales, historiadores, científicos y pensadores; todos ellos, desde Europa (sobre
todo en Francia, pero también, incluso, en la Unión Soviética) y desde América
(México, EE.UU., Argentina, Chile…) manifestaron en toda ocasión su amor a la patria
y el doloroso sentimiento del regreso imposible, para muchos como Alberti, hasta que
la dictadura franquista no acabara 39 años después de iniciada la guerra del 36.
En segundo lugar, este contexto histórico ayuda a comprender el sentido más profundo
de este poema: Alberti recurre a la figura retórica consistente en conversar con seres
reales o imaginarios que están ausentes, precisamente porque este diálogo o apóstrofe
permite vencer y borrar la infranqueable barrera de la distancia y el alejamiento, al
menos mientras dure esa imaginaria y ficticia conversación. Así pues, mediante los
versos y las figuras poéticas, Alberti, dolido por muchos años de separación y a pesar de
hallarse a miles de kilómetros de distancia, en las orillas del Río de la Plata, en
Argentina, consigue un momentáneo imposible: hablar con Cádiz, con sus gentes, sus
paisajes, su cielo y su luminosa bahía.
Pero el siglo XXI ya no es como en 1939, cuando los exilados abandonaron España, o
como en los años 50 de las maletas de cartón piedra y los bocadillos de chorizo para
viajar a Alemania, Holanda o Suiza… para trabajar en lo que fuera y de cualquier cosa.
Porque ahora, los poetas ya no recurren al verso ni a las metáforas para “hablar” en la
distancia con la patria o con la mujer amada. No, ahora, basta con un “what’s app”, un
email, un sms o, finalmente, un “me gusta” en “el muro” del Facebook.
[1] Farallones: rocas altas o peñascos abruptos que sobresalen en el mar.
OPCIÓNA
Juguemos
Jugar en la calle. Jugar en grupo. Esa es la actividad extraescolar que un grupo de educadores y
psicólogos americanos han señalado como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño.
Parecería simple remediarlo. No lo es. La calle ya no es un sitio seguro en casi ninguna gran ciudad. La
media que un niño americano pasa ante las numerosas pantallas que la vida le ofrece es hoy de siete
horas y media. La de los niños españoles estaba en tres. Cualquiera de las dos cifras es una barbaridad.
Cuando los expertos hablan de juego no se refieren a un juego de ordenador o una playstation ni
tampoco al juego organizado por los padres, que en ocasiones se ven forzados a remediar la ausencia de
otros niños. El juego más educativo sigue siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o
la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para sobrevivir. Esto no significa que el
ordenador sea una presencia nociva en sus vidas. Al contrario, es una insustituible herramienta de
trabajo, pero en cuanto a ocio se refiere, el juego a la antigua sigue siendo el gran educador social.
Leía ayer a Rodríguez Ibarra hablar de esa gente que teme a los ordenadores y relacionaba ese miedo
con los derechos de propiedad intelectual. No comprendí muy bien la relación, porque es precisamente
entre los trabajadores de la cultura (el técnico de sonido, el músico, el montador, el diseñador o el
escritor) donde el ordenador se ha convertido en un instrumento fundamental. Pero conviene no convertir
a las máquinas en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño a un
partidillo de fútbol en la calle, a las casitas o al churro-media-manga. Y esto nada tiene que ver con un
terror a las pantallas sino con la defensa de un tipo de juego necesario para hacer de los niños seres
sociales.
Por consiguiente, el texto presenta una estructura inductiva o sintetizante, donde tras
la exposición de los datos o ideas particulares sobre un tema, se expresa la idea
principal o tesis defendida por el autor o autora.
Elvira Lindo comenta un informe de expertos americanos que recomienda los juegos
grupales y al aire libre. Tras lamentarse de la inseguridad actual en las calles de las
ciudades y del excesivo número de horas que los niños americanos y españoles pasan
delante de las pantallas del ordenador o la playstation, la autora sostiene que los juegos
al aire libre (el partidillo de fútbol en la calle, las “casitas” o el “churro-media-manga”)
son totalmente compatibles con el uso de las máquinas en el proceso de la educación
social de los niños.
En efecto, en estos tiempos del siglo XXI, apenas si se ven niños que jueguen al fútbol
en algún descampado, o niñas que salten a la comba o chavales que correteen por las
aceras o en bicicleta vayan hasta rincones que para sus mentes infantiles resultan
inexplorados. Todo lo más, niños muy pequeños que, acompañados por sus padres,
juegan en los toboganes o en los columpios de los pocos parques existentes en las
ciudades.
Bien es cierto, como reconoce Elvira Lindo, que las calles son innegablemente muy
inseguras, incluso a ciertas horas del día y en ciertos barrios pueden resultar peligrosas.
Lo cual explicaría el escaso número de niños y niñas que se atreve a jugar al escondite o
a la pelota o a policías y ladrones. Tal vez por esto proliferan los juegos de ordenador,
las videoconsolas y las playstations; y los niños encerrados en las cuatro paredes de sus
dormitorios o del salón de su casa se han convertido en auténticos expertos en el manejo
del ratón o del mando a distancia, con que se manejan en el mundo virtual donde dan
rienda suelta a su fantasía.
Sin embargo, y centrando el tema en el asunto de internet, el uso del chat, el tuenti, el
Facebook y el Messenger presenta notables riesgos psicológicos, sociales e incluso
morales o delictivos. Muchos miles de adolescentes intercambian imágenes, vídeos,
experiencias, amores y desamores en las redes sociales; pero, también, esto sirve de
coartada o tapadera para el ataque de desaprensivos maleantes, pederastas o incluso para
el aumento del acoso escolar, el mobbing y la violencia entre menores.
De modo que al final, muchos padres no saben que es más peligroso: el partido de
fútbol callejero, jugar a la rayuela, al pañuelo y a las casitas, o conectarse a la cuenta
abierta en tuenti o atropellar viejecitas como se realizaba en algunos videojegos de
moda hace unos pocos años.
Elvira Lindo y los expertos americanos que ella menciona en su artículo en EL PAÍS
prefieren el fútbol, el baloncesto y churro-media-manga.
OPCIÓN B
Todos cerraron los ojos; Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
Se le vio caminar...
Antonio Machado en “El crimen fue en Granada” honra la memoria de Federico García
Lorca. Este poema, dividido en tres partes, relata primeramente algunas circunstancias
del fusilamiento de Lorca, en “¡su Granada!”; seguidamente, imagina un diálogo entre
el poeta granadino y la muerte, y finalmente, invoca al pueblo granadino para que
construya un túmulo en su recuerdo.
[1] El primer verso de la tercera parte aparece escindido o partido: “Se le vio
caminar…” es interrumpido por una intensa pausa emocional que corta definitivamente
la narración. El verso continúa (“Labrad, amigos,”) con el llamamiento o súplica al
pueblo para que labre un túmulo de piedra en memoria de Federico