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Maria Pocoví
Emotion Research Lab
Coautores:
Carolina López Villarroel
Universitat de València
Itziar Gil Carceller
Universitat de València
David Molina Torres
Universitat de València
: emociones, métodos, reconocimiento facial, neurosociología.
Palabras clave
Resumen
A lo largo de la historia se pueden encontrar numerosos ejemplos en los que se ha
apelado a diferentes sentimientos con el objetivo de conseguir la legitimación del poder
político por parte de los ciudadanos y conseguir así la movilización de las masas. Según
Hochschild (1975), el control muchas veces opera en clave emocional. De esta forma,
podemos encontrar dos principales estrategias que se han seguido de forma recurrente
para persuadir a las masas: la estrategia del miedo y de la ira.
Como apunta Maquiavelo (1532)
el vínculo que se establece con la ciudadanía es
mayor si se apela al miedo que a otro tipo de sentimientos. De ello surge la estrategia
que utiliza el miedo como forma de control de la población. Ésta es ampliamente
utilizada por los partidos políticos que se encuentran en el gobierno para mantener el
status quo. Se identifica a la oposición con ese sentimiento de miedo al cambio
aludiendo a la pérdida de los logros conseguidos, de los valores y normas tradicionales,
de la estabilidad social y política e incluso del futuro del país. Por otra parte, las
campañas políticas basadas en la ira suelen ser utilizadas por los partidos que se
encuentran en la oposición para intentar lograr la deslegitimación a través del
descontento.
Basándonos en ambas teorías, se presentará cómo actualmente en la política española se
utilizan estos sentimientos para tratar de persuadir a la población.
De esta forma, se
observa cómo los candidatos buscan conectar emocionalmente con la ciudadanía y éstos
legitimen sus objetivos.
La metodología se basará en el análisis de la oratoria del político
respecto a unas
métricas fundamentales en el estudio de las emociones: confianza, activación,
compromiso, autocontrol y la seguridad para determinar si los candidatos están
haciendo un correcto manejo de las emociones. Es decir, crear un perfil de credibilidad
del candidato. De esta manera, conocer cómo transmiten ese miedo o esa ira a la
ciudadanía con la intención de modificar la conducta de voto. En base a la tesis del
sistema de códigos de la Activación Facial de P. Ekman (1982), utilizaremos la
tecnología de reconocimiento facial de emociones que nos permite tener una conexión
entre la sociología, ciencia política y la neurología en este estudio.
El poder de las emociones en la política
Las emociones siempre han estado presentes a la hora de analizar o de plantear teorías
filosóficas relacionadas con la política. La principal emoción de la que han hablado los
distintos autores a lo largo de la historia ha sido el miedo. Sin embargo, otras emociones
como la ira, el enfado, la indignación, la esperanza, etc., han estado presentes en las
diferentes teorías políticas.
Retórica,
Según Aristóteles, tal y como plantea en la las emociones o pasiones, no son
un impulso ciego ni un reflejo automático, sino un juicio humano acerca de lo que lo
rodea. Este juicio de valor a menudo implica una posterior acción. De esta forma
entendemos que las emociones son esenciales en todos los aspectos de la vida, también
en la política. De hecho, según Aristóteles, el orador o el político, debe ser conocedor de
las pasiones humanas, de forma que pueda presentar sus argumentos de la forma más
eficaz ante su auditorio. A través del uso de las emociones, el político puede despertar
un estado de ánimo propicio y recíproco en su auditorio, para que su mensaje cale y no
encuentre resistencia, para esto debemos apelar en muchos de los casos a nuestro
cerebro reptiliano.
David Hume por su parte, también entendió que algunas emociones o pasiones, las que
él considera violentas, son aplicables al campo de la persuasión publicitaria y la
propaganda política. Así, cuando los políticos desean atraer el interés de la gente para
llevarles a su terreno y presentarles su cosmovisión, utilizan habitualmente el artificio
de excitar al comienzo su curiosidad y aplazar todo lo posible el satisfacerla, de forma
que se incrementa la ansiedad e impaciencia de la persona a la hora de hacerle entender
por completo el asunto, como expresó: “Saben muy bien que su curiosidad les
precipitará, en la pasión que ellos quieren excitar, y de esta forma ayudan al objeto en su
influencia sobre la mente”.
El filósofo francés JeanPaul Sartre entendió la ira y el miedo como medios utilizados
por unas tendencias inconscientes para satisfacerse simbólicamente, para romper un
estado de tensión insoportable, lo cual muestra lo eficaz que puede ser explotar dichas
emociones a la hora de ejercer control o manipular a la población.
Según Stevenson, exponente del emotivismo, los juicios morales son, en primer lugar,
expresiones de las emociones de los individuos y, a la vez, imperativos con los que se
busca cambiar las actitudes y acciones de los otros. De forma que las emociones son
protagonistas a la hora de modificar conductas y actitudes, que es lo que en última
instancia busca el político en campaña electoral.
En su obra “Mentes y corazones partidistas. Los partidos políticos y la identidad social
de los votantes”, los politólogos Donald Green, Bradley Palmquist y Schickler muestran
como las afinidades ideológicas tienen más que ver con las emociones de los
ciudadanos que con la razón.
En el campo de la sociología de las emociones también encontramos autores que hacen
referencia a la importancia de las emociones en la vida política. Así pues, uno de los
clásicos, M. Weber, ya hacía referencia a las emociones en su teoría acerca de la acción
social. Éste presentaba una tipología de formas de interacción en la que consideraba la
acción afectiva, entre otras, la cual comprende la relación emocional del agente ante
unas circunstancias dadas. De esta forma, éste componente afectivo está presente en la
toma de decisiones de los individuos por lo que podemos deducir que un discurso
político que apele a las emociones puede influir y modificar la percepción del potencial
votante.
También, Kemper teoriza acerca de las emociones, el estatus y el poder. El autor
entiende el poder como una conducta de dominio y el estatus como la voluntad que se
tiene, y las conexiones que pueden resultar dan lugar a una estructura de emociones.
Así, cuando un agente ejerce una conducta de dominio sobre otro puede reproducir
emociones negativas como pueden ser culpa, ansiedad o depresión. Sin embargo, si hay
un nivel igualitario entre los dos ejes puede generar emociones positivas como
seguridad o satisfacción. Esta teoría puede aplicarse a las estrategias políticas que
pueden llevarse a cabo en la competición electoral.
El propio Felipe González reconoció esto cuando explicó ante el auditorio del XXIII
Congreso de las Juventudes Socialistas de España (JSE) las claves para ejercer el
liderazgo político: “El socialismo es, sobre todo, un sentimiento, y no es y no debe ser
una construcción ideológica. Para liderar el cambio es imprescindible hacerse cargo del
estado de ánimo de los otros”. Y continuaba: “El liderazgo consiste en estar con la
gente, con su sufrimiento, abriéndoles horizontes, pero hay que tenerlos claros”.
Estrategias del miedo y la ira
Siguiendo la línea de Sartre, podemos decir que el miedo ha sido un instrumento
político desde el nacimiento de la política. De hecho, los autores clásicos ya lo
consideraban como un instrumento por parte de las élites dominantes para controlar,
dominar y movilizar a las masas.
Quintiliano habló del poder del miedo “a la mayor parte de los hombres naturalmente
les mueve más el miedo del mal, que la esperanza del bien; así como los tales conocen
más fácilmente lo malo que lo bueno”.
Este es el caso de Maquiavelo, que en su archiconocida obra “El Príncipe” dedica un
capítulo entero al uso del miedo para controlar a la población. El capítulo XVII (De la
crueldad y la compasión; y de si es mejor ser amado que temido o lo contrario) extrae la
conclusión de que le es más beneficioso al príncipe, o gobernante, ser temido que
amado, por lo que resalta el uso del miedo como la forma más eficaz de mantener al
pueblo subyugado.
Desde Maquiavelo, el miedo ha seguido usándose de forma continua en los distintos
regímenes políticos y por gobernantes de muy distinta ideología o valores. Hobbes por
su parte, no concibe la política sin el miedo. Es el miedo el que lleva a la sociedad a
crear el Leviatán, al que confieren el uso exclusivo de la fuerza y la coacción, para huir
del temido estado de naturaleza. Es el miedo el que recibe como respuesta la creación de
la política, que busca la convivencia pacífica de la sociedad. Es a través del imperio de
la ley que se protege al ser humano de forma integral, incluso de sí mismo.
Tocqueville, en la transición entre el antiguo régimen y el nuevo sistema que se abría
paso tras la revolución francesa también consideró útil el temor como instrumento para
la consolidación del nuevo sistema, en favor último de la libertad.
Spinoza, por su parte, también admitía el poder del miedo, y sin embargo, lo
consideraba como algo negativo para la vida política. Según él, los hombres pierden su
libertad si se someten al Estado y no solo ello, sino la posibilidad de conectarse a otros
por medio de sus emociones. La coacción de la ley es en Spinoza la precondición para
la exacerbación del deseo individual que conlleva a la expansión del egoísmo.
En efecto, los seres humanos somos más proclives a la sumisión voluntaria cuando
experimentamos procesos de miedo, ansiedad e indecisión. Según autores más
contemporáneos como Robin, Foucault o R. Bernstein el miedo, lejos de ser un fin en sí
mismo, es más bien una herramienta política para lograr el adoctrinamiento interno.
Este miedo puede actuar por medio de un enemigo tanto externo como interno.
Respecto a la ira, dentro del juego democrático, también puede dirigirse para tratar de
lograr réditos electorales, bien utilizándolo contra colectivos concretos, como es el caso
de Donald Trump, o bien para atacar al partido en el gobierno directamente, acusándolo
de la situación actual de crisis, como hace principalmente Podemos en España, así como
el resto de partidos de la oposición, que se valen en mayor o menor medida de esta
estrategia, ya sea el PSOE o Ciudadanos.
El miedo y la ira se han constituido como políticas de Estado e instrumentos de control
y dominación, generando un pueblo atemorizado, indignado y fastidiado. De hecho,
actualmente se apela principalmente a los sentimientos y emociones de la gente.
El discurso se aleja de la razón, y se centra en comunicar y hacer sentir a los votantes
status quo
que si los opositores llegan al poder destruirán el , y acabarán con el sistema
de creencias, valores o propiedades del sistema existente.
También se apela al enfado colectivo por la situación actual, de forma que esto afecte al
partido en el gobierno. Como bien hemos oído en muchas ocasiones, los partidos
pierden elecciones, no las ganan, y esto a menudo es debido a que el partido en el poder
es expulsado a través de la rabia de la gente que deja de confiar en él.
Esta estrategia de apelar a los sentimientos se lleva a cabo a través de dos vertientes,
que el profesor Andrés Valdez Zepeda describe como la estrategia del miedo y la
estrategia del enfado/ira.
La estrategia del miedo se realiza a través de un proceso que podemos resumir en ocho
pasos:
Esta estrategia puede ser buena para triunfar en la campaña electoral, ya que diversos
estudios han demostrado que la carga emocional que produce una amenaza en un
discurso o anuncio tiene efectos más duraderos y profundos a la hora de modificar la
actitud, y están muy vinculados a los cambios de conducta, tal y como indican Stenghtal
y Craig. Además, como indican Snipes, La Tour y Bliss, apelar al miedo puede
incrementar el interés, la atención y persuasión de un anuncio. Esta estrategia la utilizan
principalmente los partidos que se encuentran en el gobierno, pues asocian a sus
oponentes al miedo a que la situación pueda empeorar, o que se pierdan los logros del
actual gobierno. En ocasiones incluso se apela a que los partidos de la oposición puedan
generar inestabilidad y poner en riesgo el futuro del país.
Esta estrategia la hemos podido ver claramente en los discursos del Partido Popular, en
los que hablan de una recuperación económica gracias al gobierno que se perderá si
algún otro partido llega al poder.
Por su parte, la estrategia del enfado/ira también sigue un proceso claramente definido,
que el profesor Valdez resume en siete pasos:
1. Se identifica qué es lo que molesta, enfada, enoja, fastidia, incomoda y genera
ira a los votantes.
2. Se priorizan los temas por orden de importancia.
3. Se articula la estrategia con base en los temas señalados por los ciudadanos,
ligándolos, con la filosofía, principios e historia del partido o candidato propio.
4. Se implementa la estrategia, ligando a los opositores (historia, promesas
incumplidas…) como los causantes de los problemas, circunstancias o
situaciones que generan ira y enojo en la gente.
5. Se publicitan a través de todos los medios posibles sobre la urgencia de realizar
un cambio y se presenta como la única alternativa de llevarlo a cabo.
6. Se evalúa el efecto de la campaña en la conducta y comportamiento de los
votantes.
7. Se retroalimenta y, en caso necesario, se hacen los cambios o adecuaciones
requeridas.
Obama, por su parte, utilizó la frustración de la juventud y el sentimiento de enfado o de
ira de las minorías hacia el partido republicano para llegar al poder, y es un claro
ejemplo de la estrategia de la ira, que suele utilizarse por los partidos excluidos del
poder que tratan de llegar a él.
Como decíamos antes, las emociones son fundamentales a la hora de acercarse al
electorado. Un buen ejemplo de ello fue Hugo Chávez, que se convirtió en un líder de
masas, dado que se dedicó principalmente a emocionar a sus seguidores, frente a la
oposición que trató de utilizar argumentos racionales para convencer a los votantes.
Fracaso tras fracaso, la oposición venezolana ha parecido aprender de la experiencia, y
ha transformado su discurso apelando en esta ocasión a las emociones. Por un lado
Henrique Capriles supo conectar con un sentimiento de esperanza cuando afirmó que
había “un camino”. Sin embargo, mucho más efectiva fue la estrategia de la ira llevada
a cabo por Leopoldo López, que utilizó el descontento de la población ante los serios
problemas que afrontaba su país para convertirse en el símbolo del cambio y así
conseguir que la MUD obtuviese la mayoría en las elecciones parlamentarias.
A su vez, las políticas de austeridad que se están llevando a cabo en los países de la
Unión Europea también han sido respaldadas por esa política del miedo, consiguiendo
de esta forma que la gente acepte renunciar a derechos que de otra forma no se hubiesen
podido tocar. Esto lo explica de forma bastante clara la periodista e investigadora
Naomi Klein en su libro “La Doctrina del Shock”, en el que muestra cómo se pueden
hacer reformas impopulares
a través de impactos o “shocks” en la
psicología social de la
gente, provocados
a partir de desastres o contingencias.
También podemos encontrar ejemplos actuales de la estrategia de la ira: en España el
caso más claro es el de Podemos. La alusión permanente a un “cambio” por parte de sus
dirigentes, el aglutinar al resto de fuerzas tradicionales como “casta” y presentarlos
como los principales culpables de las tribulaciones por las que está pasando el pueblo
español son un claro indicador de la puesta en marcha de esta estrategia.
Metodología
A lo largo de la história se ha hecho referencia a la conexión entre la política y las
emociones. En la actualidad con lo avances en la tecnología estamos ante un nuevo
campo de análisis de la comunicación política el cual nos permite tener un conocimiento
completo de aquello que transmitimos.
Dentro de esta nueva era de la comunicación de la política, la ciudadanía y las
emociones podemos analizar a través de este sistema de Emotion Research Lab las
microexpresiones faciales de los distintos candidatos para saber realmente qué
emociones están sintiendo en determinado momento. De la misma forma, podemos
mostrar aquello que conecta emocionalmente con las personas candidatas de los
diferentes partidos políticos. El software emocional de la compañía realiza un
seguimiento de “facial coding” y “eye tracking” midiendo 169 micro músculos del
rostros, así pues da el resultado de una capturación de cinco frames por segundo de las
respuestas del subconsciente.
Por ello, la activación emocional nos da el grado de excitación de la persona, es decir,
nos indica si el sujeto se siente estimulado en dicho momento dando como resultado una
activación positiva o negativa del patrón emocional. El compromiso son dice si hay
felicidad y sorpresa. En cuanto a la confianza, nos refleja la valencia, es decir si hay
emociones negativas nos indica que no hay confianza. El autocontrol se mide a través
del enfado, si hay más del 50% de emoción de enfado el sujeto no posee autocontrol. Y
la seguridad hace referencia al miedo, es decir, si supera el 50% de miedo nos muestra
un bajo grado de seguridad.
A través de esta aplicación de software hemos analizado los rostros de los principales
candidatos a la presidencia del gobierno de España para determinar, sin filtros
racionales, cuáles eran sus principales emociones a la hora de tratar de transmitir e
influir en el comportamiento de sus potenciales electores utilizando tanto la estrategia
de la ira como la estrategia del miedo. Para ello hemos tomado extractos pertenecientes
a debates o comparecencias de los distintos líderes en momentos en los que estaban
utilizando dichas estrategias, para comprobar si el mensaje se correspondía a su vez con
sus propias emociones.
Ejemplos de investigación
A lo largo de la campaña electoral, y tras el 20D, durante los pactos postelectorales
hemos podido ver en diferentes ocasiones la utilización de la campaña del miedo y de la
ira por parte de los principales partidos que competían por acceder al gobierno de
España. Los distintos candidatos han apelado a las emociones de sus potenciales
votantes, emociones que también han mostrado ellos mismos al emitir sus mensajes.
Como ya hemos expuesto anteriormente, la campaña de la ira suele ir dirigida a
desprestigiar al partido que está en el gobierno. Por ello, se denigra el trabajo realizado
por el partido en el gobierno, y a destacar los problemas que afronta la nación para así
culpabilizarlo de ellos y conseguir mermar el apoyo a dicho partido por parte de la
ciudadanía, presentando a su vez una alternativa a este, con el fin de conseguir lo que
se conoce como un trasvase de votos, de uno a otro partido.
La campaña del miedo, por su parte, suele dirigirse a partidos de la oposición, y suele
ser utilizado por los partidos que se encuentran en el poder, aunque si bien es cierto que
no es utilizado exclusivamente por éstos, como veremos a continuación. La estrategia
del miedo consiste en infundir temor en los votantes ante la posibilidad de perder los
logros obtenidos hasta la fecha o acabar con el status quo actual, e incluso apelando a la
posible destrucción de los valores actuales, lo que llevaría a la sociedad al caos. De esta
forma lo que se busca es evitar la fuga de votos a otros partidos que puedan disputarle el
electorado en diversas cuestiones.
Vamos a analizar en este caso la utilización de ambas campañas en los distintos
candidatos de los cuatro principales partidos de la actual escena política española, el
Partido Popular de Mariano Rajoy, el PSOE de Pedro Sánchez, Ciudadanos de Albert
Rivera, y Podemos de Pablo Iglesias.
En primer lugar hemos analizado el instante en el que Pedro Sánchez apelaba a la ira
para atacar al gobierno de Mariano Rajoy. A continuación, el discurso de Rivera contra
Podemos basándose en el miedo que puede inspirar la formación de Iglesias en cuanto a
la cuestión soberanista catalana. Al líder de Podemos lo hemos analizado mientras
atacaba a los partidos que han conformado el llamado bipartidismo. Por último, hemos
analizado el rostro de Mariano Rajoy mientras utilizaba la estrategia del miedo frente al
secesionismo catalán.
Pedro Sánchez y la estrategia de la ira
En primer lugar, vamos a analizar a Pedro Sánchez, que ha utilizado constantemente la
estrategia de la ira a lo largo de la campaña electoral, principalmente a la hora de atacar
a su principal adversario, el Partido Popular.
Foto 1: Análisis de Pedro Sánchez.
Fuente: Elaboración Propia (Barómetro Político Emocional)
La imagen en cuestión ha sido extraída del debate a dos emitido en la televisión antes de
las elecciones generales, la cual nos refleja excitación y confianza pero no hay
compromiso ni seguridad.
Pedro Sánchez utiliza la estrategia de la ira, y efectivamente podemos ver que esa es la
principal emoción que muestra llegando a sentir un enfado del 94.32%, es decir, está en
un estado de no tener autocontrol de la situación, con niveles que le llevan incluso al
odio. La frase que está pronunciando en ese momento es reveladora y consecuente con
las emociones que siente y que quiere transmitir a los espectadores: “Porque el
presidente del gobierno, señor Rajoy, tiene que ser una persona decente. Y usted no lo
es”.
Sánchez está hablando de la supuesta indecencia del presidente Rajoy. Evidentemente
su acusación está estrechamente vinculada a los casos de corrupción que asedian al
Partido Popular, y que Sánchez utiliza para desprestigiar la labor del partido en el
gobierno. Sabe que la corrupción es, tras el paro, la principal preocupación de los
españoles, y canaliza ese descontento ciudadano para atacar a su contrincante político, a
quien responsabiliza de ese mal que, por otra parte, también afecta a su partido. Sin
embargo, de esta forma aleja el foco de atención de sí mismo para responsabilizar al
propio presidente del gobierno de la corrupción sistémica que padecemos actualmente.
Albert Rivera y la estrategia del miedo
Foto 2: Análisis de Albert Rivera
Fuente: Elaboración propia (Barómetro Político Emocional)
El líder de Ciudadanos ha jugado distintas campañas dependiendo de la temática. Ha
centrado su discurso a desprestigiar el bipartidismo, en el que ha utilizado la estrategia
de la ira, especialmente aludiendo a la falta de transparencia y a la corrupción de los
partidos tradicionales, pero también ha atacado duramente al otro principal partido
emergente, Podemos, sobre todo en cuestiones relacionadas con la cuestión soberanista
catalana, apelando en esta ocasión a la estrategia del miedo. Hay que recordar, que
Ciudadanos nació como un partido autonomista, principalmente con el objetivo de
frenar el avance de los partidos de carácter nacionalista o independentista catalanes, lo
cual explica su insistencia en dicho tema. En estos casos, su posición era claramente
defensora del status quo actual, y por ello ha empleado la estrategia del miedo. Ha sido
su principal baza para atacar a Podemos, ya que no podía emplear la estrategia de la ira
con un adversario que no ha gobernado lo suficiente como para poder achacarle malos
resultados, corrupción o gestión deficiente.
En la imagen podemos ver una activación muy alta, con un grado de confianza bajo,
además el sentimiento de Miedo muy alto, un 96,07% mientras pronuncia la siguiente
frase: “Eso no quita que yo no esté de acuerdo con el referéndum separatista que
propone Podemos”. Esto significa que tiene un bajo nivel de seguridad pero sí que
posee un autocontrol de la situación. Sin embargo, no refleja compromiso dado que su
sorpresa es muy inferior y la felicidad en nula.
Como hemos comentado líneas arriba, Rivera está apelando al sentimiento de miedo de
los españoles frente a las aspiraciones separatistas en Cataluña. Él mismo lo siente, y lo
utiliza para desprestigiar a Podemos, haciendo ver al partido de Iglesias como un
peligro, e incluso como un enemigo para la unidad e integridad de España, mostrándose
a sí mismo y a su partido como un garante de la permanencia de Cataluña dentro del
Estado español.
Pablo Iglesias y la estrategia de la ira
Por su parte, el número uno de las listas de Podemos es el máximo exponente que
tenemos actualmente de la utilización del discurso de la ira. Podemos nació
precisamente de ese sentimiento, que ya se podía percibir en la ciudadanía a través de
movimientos como el 15M en el que expresaban su indignación. Esa indignación frente
a los principales partidos del sistema bipartidista es la que ha utilizado Podemos a lo
largo de la campaña electoral para desprestigiar a sus principales adversarios políticos,
tanto Partido Popular, como Partido Socialista.
Foto 3: Análisis de Pablo Iglesias.
Fuente: Elaboración propia (Barómetro Político Emocional)
Nos muestra un grado alto de activación con un nulo compromiso. Podemos ver a un
Pablo Iglesias visiblemente enfadado donde no tiene autocontrol ni confianza ni
seguridad, y que apela al sentimiento de ira de la gente, mientras se expresa de la
siguiente manera: “Ha nacido una nueva España, una España que pone fin al sistema
político del turno”. Su ataque es directo, no sólo al partido del gobierno, sino también
hacia el PSOE.
En realidad es una ofensiva al sistema de turno bipartidista que se ha ido manifestando
en la democracia española durante los últimos casi 40 años. Su disputa se centra en los
partidos que principalmente han tenido un mayor acceso al poder, y pretende con ello,
culpabilizarles de la actual situación de crisis que atraviesa el país, presentándose a sí
mismo como la solución para acabar con esos problemas, que insiste en que han sido
causados por aquellos que han manejado el poder hasta la fecha.
El uso de la estrategia de la ira no implica exclusivamente achacar los problemas a
aquellos que ostentan el poder, o sacar a relucir sus trapos sucios, sino que se ha de
mostrar una alternativa esperanzadora, como en este caso utiliza Iglesias al decir que
“ha nacido una nueva España”. Esa “nueva España” no es otra que la que él representa,
y de ésta forma crea un discurso en el que nos encontramos con la dicotomía de lo
“viejo” frente a lo “nuevo”. Lo viejo, que representa la corrupción, el turnismo, la
precariedad laboral, el paro o las políticas de austeridad. Lo nuevo es la esperanza de
cambio, de la mejora de la situación a nivel económico y social, la transparencia y la
responsabilidad política.
Mariano Rajoy y la estrategia del miedo
Por último analizamos el discurso del líder del Partido Popular, el cual ha empleado
principalmente a lo largo de su discurso la estrategia del miedo, como es propio de
aquellos políticos que se encuentran en el poder.
Foto 4: Análisis de Mariano Rajoy.
Fuente: Elaboración Propia (Barómetro Político Emocional)
Como podemos ver la activación es muy alta con un inexistente compromiso y
confianza, y tiene un nivel muy bajo de autocontrol.
Resaltamos la inseguridad que nos transmite debido a que tiene un nivel alto de miedo,
ya que es la emoción predominante de Rajoy, llegando a un 97,89%, mientras pronuncia
la siguiente frase: “La unidad de todos los españoles, sean quienes sean, hayan nacido
donde hayan nacido, y vivan donde vivan”. Rajoy está compareciendo debido a la
situación que atraviesa actualmente Cataluña, con un Parlament gobernado por mayoría
por las fuerzas soberanistas. Rajoy apela a la unidad de España, pero a través de un
discurso del miedo. La estrategia es sencilla: apela al sentimiento de muchos españoles
ante la idea de que se rompa la unidad de España, y se presenta como el único garante
para que eso no ocurra. Este es un tema recurrente en el discurso de los distintos
partidos en el gobierno, que han utilizado en muy diversas ocasiones el separatismo,
tanto catalán como vasco, para provocar miedo a los potenciales votantes, de forma que
crean que deben votarles para evitar esa situación. De forma indirecta está atacando a
los principales partidos de la oposición al presentarse como única opción ante la
eventual división de España, aludiendo a la incapacidad e incluso presunta complicidad
de sus adversarios políticos en esta cuestión.
Conclusiones
Por todo ello, los debate políticos son de gran importancia debido a su impacto
emocional en la ciudadanía, pudiendo modificar e influir en el resultado electoral.
Tras el análisis de los cuatro casos expuestos, podemos concluir que efectivamente, la
utilización de las distintas estrategias emocionales está estrechamente relacionado con
las emociones del propio sujeto que las emplea. De esta forma, su mensaje adquiere
mucha más fuerza, lo cual permite influir de decisivamente en los potenciales electores.
La política basada en las estrategias del miedo y de la ira, es puramente emocional, y
por ello requiere de una implicación de los actores políticos en ese ámbito. Para poder
emplear de forma eficaz las distintas estrategias, los políticos deben sentir
subjetivamente aquello que pretenden comunicar. De esta forma, vemos cómo la
política se aleja de lo racional, de buscar soluciones concretas a los diversos problemas
de la sociedad, para acercarse más a un discurso de las emociones, en el que cuenta más
la forma que el fondo. Todos los sujetos estudiados en esta investigación nos han
mostrado que exteriorizan emociones negativas, que en palabras del sociólogo Kemper
expresan a través de ellas poder, es decir, un dominio hacia la población.
En resumidas cuentas si analizamos los parámetros de los cuatro candidatos
conjuntamente con las dos estrategias nos muestran un alto nivel de activación y un
nulo compromiso. En cambio se determina una diferencia entre quien emplea la
campaña de la ira y la del miedo. Así pues, los candidatos que utilizan la campaña de la
ira coinciden con un alto nivel de no tener autocontrol, es decir, tienen más de un 90%
en enfado pero una alta seguridad, ya que muestran menos del 5% en miedo. Por
contra, quienes desempeñan la campaña del miedo concurren en tener un alto nivel de
baja seguridad, dado que muestran tener un porcentaje superior al 95% de miedo. Sin
embargo muestran tener un autocontrol de la situación, reflejado a través de un nivel del
menos del 1% de enfado.
Bien es sabido, que los gestos, el vestuario, o la apariencia en general de los políticos
influye positiva o negativamente en la opinión que les pueda merecer a los potenciales
electores. En este caso podemos comprobar cómo las emociones influyen más en el
comportamiento de los votantes que el contenido racional de los discursos políticos, lo
que concuerda con la visión de
Hochschild, quien considera que es imprescindible tener
en cuenta las emociones en el análisis sociológico.
Tras el análisis de las microexpresiones faciales a través del software de Emotion
Research Lab, hemos podido comprobar que no se trata exclusivamente de hacer un
discurso apelando a las emociones de miedo o ira, sino que los propios políticos no son
ajenos tampoco a la influencia de estas emociones, que sienten ellos mismos en el
momento en el que utilizan la estrategia del miedo o de la ira. De esto podemos concluir
que al apelar a los sentimientos para influenciar en los ciudadanos, los propios políticos
también son sugestionados por el propio mensaje que transmiten a la opinión pública, lo
que les sirve para defender su postura no solo desde un plano racional, sino también
emocional.
Por consiguiente, creemos que es vital poder tener un perfil de liderazgo emocional
completo el cual se tenga en cuenta tanto la oratoria, ya que permite mostrar una
credibilidad y coherencia en el discurso, y percepción emocional de la persona
candidata que se transmite a la ciudadanía para establecer una buena campaña política y
conectar en lo mayor posible con la sociedad. De esta forma, el software de facial
coding empleado puede ser una herramienta eficaz para el análisis sociológico, que
permite al político evaluar sus intervenciones no sólo en el plano estético o
comunicativo, sino también en el plano emocional, para así mejorar su conexión con
sus potenciales votantes.
Bibliografía
La sociología de la emoción y la emoción en la sociología
Bericat, E. (2000): .
Universidad de Málaga. Departamento de Sociología.
Sociología.
Giddens, A. (2010): Alianza editorial 6º edición.