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deran que son la cultura y el lenguaje los que modelan la realidad. Entien-
den que la mayor parte de los caracteres o fenómenos de la realidad que
contemplamos como naturales son meras construcciones sociales. Desde la
diferenciación sexual a la propia naturaleza.
El postestructuralismo se perfila como una crítica a la racionalidad
de la Ilustración. Alimenta una corriente intelectual en la que destacan au-
tores como J. Baudrillard y J. F. Lyotard, de acentuado antirracionalismo.
Se distinguen por la denuncia del discurso científico. Rechazan las teo-
rías estructurales, las concepciones de carácter universal. Denuncian los
presupuestos sobre los que se ha construido el mundo moderno, es decir,
el sujeto racional, la razón y el conocimiento científico, identificado con
la verdad.
Esta cultura, surgida en la proximidad o dentro de los círculos ideoló-
gicos de izquierda, como una crítica al capitalismo y al racionalismo posi-
tivo y tecnocrático en que se apoya el sistema social capitalista se transfor-
ma, de forma progresiva, en una crítica ideológica y política, a las filoso-
fías, ideologías y prácticas de los movimientos de izquierda. Se convierte en
una crítica a la izquierda, a sus discursos y a sus fundamentos teóricos,
en particular al marxismo, identificados con la modernidad. La crítica de-
riva hacia la modernidad como cultura racionalista y científica. Por extensión,
hacia el racionalismo y la ciencia.
La historia de los dos últimos siglos aparece como una experiencia dra-
mática que ha roto la esperanza en la ciencia y la razón y ha generado des-
confianza y angustia ante el futuro. Resaltar las contradicciones del desa-
rrollo moderno y del discurso de la modernidad constituye una constante
de una parte del pensamiento occidental desde finales del siglo pasado. Se
convierte en una crítica global a las concepciones históricas progresistas, al
primado de la ciencia y de la razón: «Hemos podido comprobar -nuestro
siglo ha sido pródigo en demostraciones- que la Historia progresiva en la
que tantas veces se ha confiado no es más que una superstición que arras-
tra consigo un número elevado de equívocos y desatinos; entre éstos se en-
cuentran los que se refieren al indiscutible primado de la ciencia -con sus
consabidos y extremosos apremios teóricos y metodológicos- y la bene-
factora mediación de la técnica, al rendido tributo reclamado para el cam-
bio y el futuro y a la indisimulada exaltación del profetismo revoluciona-
rio» (Ortega Cantero, 1987).
De acuerdo con esta perspectiva crítica, la modernidad descansa, bajo
el discurso progresista y optimista ilustrado, sobre un dinámico tigre que
utiliza ciencia y razón para su propio desenvolvimiento. Es el capitalismo
industrial. La razón deviene instrumental como la ciencia, al servicio de un
sistema social cuyo eje es la producción de mercancías y beneficio, en el
marco de una competencia feroz entre sus agentes.
Se presentaron como necesarias y obligadas servidumbres del pro-
greso, como la franquicia a pagar en la vía de la liberación. Eran el lado
oscuro de la modernidad que acompañaba la instauración de la sociedad
moderna. Es lo que se ha denominado destrucción creativa. Sin embargo,
para estos críticos, la explotación, la opresión, la desigualdad, la miseria,
la violencia, la guerra, acompañan el excepcional proceso de construc-
ción de las sociedades capitalistas, como una necesidad, no como un ac-
cidente.
El dominio de la naturaleza por el Hombre ha adquirido dimensiones
totales, en el ámbito del conocimiento y de la técnica. El avance científico
no se ha detenido. No obstante, sus beneficios, ni alcanzan a todos ni ase-
guran el bienestar general, ni han roto las cadenas del sufrimiento huma-
no. Por el contrario, han supuesto la aparición de nuevos riesgos derivados
de ese mismo dominio técnico sobre la naturaleza, cuyo equilibrio se ve
amenazado, cuyos recursos desaparecen. Las desgarraduras derivadas del
proyecto modernista en su encarnación capitalista se traducen en aliena-
ción, individualismo, fragmentación, contradicciones entre producción y
consumo. Acompañan el desarrollo capitalista como criatura suya. Argu-
mentos que forman parte del pensamiento crítico desde la Escuela de
Frankfurt.
El postestructuralismo viene a retomar o impulsar una vieja corriente
crítica y reacción social frente a las desmesuras del desarrollo capitalista.
Los nuevos brotes de una vieja corriente se asientan, no obstante, en un
nuevo contexto social.
5. Posmodernidad y capitalismo
y Bricmont, 1997).
esta creciente reacción y distanciamiento frente al posmodernismo (Sokal