Está en la página 1de 7

DISCAPACIDAD Y/O ESTADO DE INTERDICCIÓN.

Estado de interdicción.

Discapacidad

La convención reconoce que la discapacidad es un concepto que evoluciona y que es el


resultado de la interacción entre la deficiencia de una persona y los obstáculos tales como
barreras físicas y actitudes imperantes que impiden su participación en la sociedad. Cuantos
más obstáculos hay, más discapacitada se vuelve una persona. Las discapacidades incluyen
deficiencias físicas, mentales, intelectuales y sensoriales tales como ceguera, sordera,
deterioro de la movilidad y deficiencias en el desarrollo. Algunas personas tienen más de
una forma de incapacidad y muchas, si no todas, podrían llegar a tener alguna discapacidad
en algún momento de su vida debido a lesiones físicas, enfermedades o envejecimiento.
CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD

¿Por qué necesitamos una convención especial para las personas con discapacidad? ¿No tienen
los mismos derechos que todos los demás?

En un mundo perfecto, los derechos enumerados en la Declaración Universal de Derechos Humanos


serían suficientes para proteger a todos. Pero en la práctica, a ciertos grupos, como las mujeres, los
niños y los refugiados, les ha ido mucho peor que a otros y las convenciones internacionales tienen
por objeto proteger y promover los derechos humanos de tales grupos. Del mismo modo, los 650
millones de personas con discapacidad –alrededor del 10% de la población mundial—carecen de las
oportunidades que tiene la población en general. Se enfrentan a un cúmulo de obstáculos físicos y
sociales que:

 Les impiden recibir educación;


 Les impiden conseguir empleo, incluso cuando están bien cualificados;
 Les impiden tener acceso a la información;
 Les impiden obtener el adecuado cuidado médico y sanitario;
 Les impiden desplazarse;
 Les impiden integrarse en la sociedad y ser aceptados.

¿Creará esta convención obligaciones para los Estados?

Sí. Los Estados se verán obligados a introducir medidas destinadas a promover los derechos de las
personas con discapacidad y a luchar contra la discriminación. Estas medidas incluirán una
legislación antidiscriminatoria, eliminarán las leyes y prácticas que establecen una discriminación
hacia estas personas y las tendrán en cuenta en la aprobación de nuevos programas o nuevas
políticas. Se tratará también de prestar servicios, proporcionar bienes y crear infraestructuras
accesibles a las personas con discapacidad.

¿Cuál fue el proceso de negociación?

La Asamblea General estableció en 2001 un Comité Especial para negociar la convención. La primera
reunión se llevó a cabo en agosto de 2002, y la redacción del texto comenzó en mayo de 2004. En
agosto de 2006, el Comité llegó a un acuerdo en torno al texto. Los delegados del Comité Especial
representaban a las organizaciones no gubernamentales, a los gobiernos, a las comisiones
nacionales de derechos humanos y a las organizaciones internacionales. Fue la primera vez que las
organizaciones no gubernamentales participaron activamente en la formulación de un tratado de
protección a los derechos humanos.

Se requiere la ratificación de 20 países para que entre en vigor una convención.

http://www.un.org/spanish/disabilities/convention/qanda.html
La Suprema Corte y el caso Ricardo Adair: una mala decisión
Articulo.

El pasado miércoles 16 de octubre, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia (SCJN)


resolvió el amparo en revisión 159/2013 referente al caso de Ricardo Adair con cuatro votos
a favor y uno en contra.

La SCJN concluyó que el estado de interdicción en el Distrito Federal no resulta


inconstitucional “siempre y cuando se interprete a la luz del modelo social relativo a las
personas con discapacidad”. El voto en contra del ministro Cossío considera que “no es
posible forzar la constitucionalidad” del estado de interdicción ya que éste “va en contra de
las obligaciones contraídas por el Estado mexicano”, y que la sentencia propuesta “no sólo
va más allá de lo pedido por el propio quejoso, sino incluso en contra de sus propias
pretensiones”.
En las siguientes líneas argumentaremos cómo es que la sentencia 159/2013 de la SCJN es
contraria a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) y,
de una manera más general, a la reforma constitucional en materia de derechos humanos
de 2011.[1]

 Breves antecedentes del caso


Ricardo Adair es una persona adulta con discapacidad intelectual (síndrome de Asperger),
que vive bajo la tutela de sus padres debido a que hace cinco años fue sometido a un juicio
de interdicción del cual nunca fue informado. De acuerdo con la legislación mexicana, este
juicio es un mecanismo legal mediante el cual se priva a una persona de su facultad de
tomar decisiones, designando un tutor que adopta cualesquier decisión en su lugar.
Por esa razón, en el año 2011, Ricardo Adair promovió un juicio de amparo indirecto en el
que solicitó que se declarara inconstitucional de, entre otros, los artículos 23 y 450 fracción
II del Código Civil para el Distrito Federal, que regulan el estado de interdicción. En concreto,
Ricardo y sus abogados alegaron que el estado de interdicción restringe totalmente su
capacidad jurídica, lo priva del derecho de tomar sus decisiones (designándole a un
representante, en lugar de apoyarlo a que tome las decisiones por sí mismo) y que el estado
de interdicción resulta contrario al modelo social y jurídico previsto en el artículo 12 de la
CDPD.

El Juez Sexto de Distrito en Materia Civil del Distrito Federal no sólo le negó el amparo, sino
que consideró que lo que solicitaba Ricardo iba “en contra de toda tradición jurídica” y, ex
officio (es decir, sin que Ricardo lo hubiera solicitado) ordenó que el expediente de
interdicción se reabriera ante el juez de lo familiar, a efecto de que se subsanara cierto error
procesal (que Ricardo fuera oído personalmente por el juez de lo familiar, conforme lo
ordena la ley y fue omitido en el procedimiento de raíz).

Ante esta resolución, Ricardo interpuso el recurso de revisión correspondiente, y debido a


la importancia y novedad jurídica del asunto, el recurso fue “reasumido” por la SCJN. De
conformidad con el expediente de reasunción de competencia 21/2012, la Primera Sala de
la SCJN tendría que determinar, con plenitud de jurisdicción, si el estado de interdicción en
el Distrito Federal cumplía o no con lo establecido en la CDPD, haciendo uso del nuevo
régimen de control de constitucionalidad a través de la revisión convencional reafirmado a
partir de la ya referida reforma constitucional en materia de derechos humanos.
El derecho a la capacidad jurídica de las personas con discapacidad

El derecho a la capacidad jurídica se encuentra contemplado en el artículo 12 de la CDPD,


siendo el elemento central de la misma para el ejercicio de los demás derechos por parte
de las personas con discapacidad. Es este artículo el precepto emblemático del cambio de
paradigma que implica la CDPD en relación con el tratamiento hacia las personas con
discapacidad. De acuerdo con este cambio de paradigma, las personas con discapacidad son
“sujetos” del ejercicio de derechos y ya no “objetos” de caridad o misericordia y, como
cualquier otra persona, tienen derecho a ejercer su capacidad jurídica de manera plena,
recibiendo los apoyos que necesiten para tal efecto.

Conforme a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas
(OACNUDH), el artículo 12 de la CDPD implica un cambio sustancial en la legislación civil a
nivel mundial. Lo que, de acuerdo con lo señalado insistentemente por el Comité sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas (Comité CDPD), sólo puede
ser logrado a través del reemplazo total del estado de interdicción y demás mecanismos de
sustitución en el ejercicio de la capacidad jurídica por la adopción de mecanismos de toma
de decisiones con apoyo.

Con ello se potencializa la posibilidad del ejercicio no sólo del derecho a la capacidad jurídica
de las personas con discapacidad –y en este caso, de las personas con discapacidad
intelectual– sino también de todos los demás derechos contemplados en la CDPD, cuyo
ejercicio resulta nugatorio en un sistema que parte de la premisa de eliminar su voluntad e
insertar a un tercero (tutor) que ejerza los derechos de la persona en cuestión. De hecho,
el Comité CDPD, en todas sus observaciones de informes de los Estados parte, se ha
pronunciado de manera especialmente enfática en la falta de implementación de este
derecho y la necesidad de un cambio sustancial a nivel mundial. Actualmente, el Comité
CDPD se encuentra preparando su primera observación general a la CDPD, misma que versa
precisamente sobre el tema de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad.
Contrariedad de la decisión 159/2013 de la SCJN

La sentencia del 16 de octubre de 2013 no sólo es incoherente con los estándares


internacionales, sino que dice que otorga el amparo a Ricardo Adair cuando en realidad
sostiene lo resuelto en su contra por el Juez Sexto de Distrito en Materia Civil del Distrito
Federal. En breve, lo que hizo la Primera Sala de la Corte fue mandar a Ricardo a preguntarle
una vez más al Juez Trigésimo Quinto de lo Familiar del Distrito Federal, qué actos puede
hacer y cuáles no, cuando la CDPD en lugar de limitar el ejercicio de decisión prevé el
establecimiento de apoyos para que todas las personas con discapacidad puedan ejercer el
referido derecho, en las mismas condiciones que las demás.

Según la SCJN, es posible y necesario interpretar el estado de interdicción a la luz del artículo
12 de la CDPD. En este sentido, la Corte fundamenta el ejercicio de este derecho, en una
decisión judicial que limitará la capacidad de una persona, dependiendo del grado de
discapacidad, lo que según la SCJN es la forma en que deben presentarse los mecanismos
de toma de decisiones con apoyo que establece el artículo 12 de la CDPD.

El proyecto de sentencia votado considera que “el objetivo del procedimiento de


interdicción es conocer la verdad material de una discapacidad y a partir de ello, en su caso,
limitar la capacidad de ejercicio”, a la vez que establece que “el tutor no podrá sustituir su
voluntad”. Lo cual no sólo es jurídicamente incongruente, sino que crea un estado total de
incertidumbre sobre la forma en que el tutor podrá sustituirse en la voluntad de la persona
con discapacidad. En este sentido, el CONAPRED considera que el sólo hecho de dejar a la
discrecionalidad del juez familiar, continuará agravando el esquema de estigma y
discriminación en que viven las personas con discapacidad.

De esta forma, en lugar de establecer un modelo de asistencia en la toma de decisiones, tal


y como lo manda la CDPD, la SCJN basa su resolución de nuevo en un concepto médico y
erróneo de la discapacidad, al enviar a Ricardo de nuevo al juez familiar, tal y como lo había
hecho el Juez Sexto de Distrito, cuando eso es lo único que Ricardo nunca solicitó. De
manera perversa, en el extracto inicial del proyecto de sentencia, la SCJN le pinta la
resolución a Ricardo de una manera positiva, haciendo una apología del propio concepto
de discapacidad que tiene la SCJN.

Esta decisión conlleva a una privación a la capacidad jurídica de las personas y es, por lo
tanto, contraria lo estipulado por el artículo 12 de la CDPD que otorga una protección
absoluta y sin excepción alguna, para que las personas con discapacidad ejerzan su derecho
a la capacidad jurídica. Asimismo, la SCJN ignora el incontable material internacional que le
fue presentado en los cinco memoriales de “amigo de la corte”, preparados por comisiones
de derechos humanos, organizaciones de la sociedad civil y expertos independientes.

La SCJN pretende mejorar un sistema (el estado de interdicción), que es sustancialmente


incompatible con la CDPD, reviviendo una política asistencialista del Estado mexicano que
se ha opuesto históricamente al reconocimiento de este derecho a las personas con
discapacidad, y que refleja una visión médica e infantilizante respecto a las personas con
discapacidad intelectual. En este sentido, no podemos olvidar que la oposición de México
respecto a la adopción de este artículo se presenta desde el año 2005 en el marco de la
quinta sesión del Comité Ad Hoc de la CDPD. Posteriormente, el Senado de la República
establece una declaración interpretativa sobre la materia, misma que fue retirada, casi por
accidente, al final de la administración anterior, al basarse dicho retiro de la declaración
interpretativa en el establecimiento constitucional en 2011 del principio pro homine, más
que en el reconocimiento del Estado mexicano del nuevo paradigma del artículo 12 de la
CDPD.

En resumen, la sentencia 159/2013 de SCJN es no sólo contraria a los estándares


internacionales obligatorios para el Estado mexicano y, por lo tanto, contraria al análisis de
convencionalidad que debe realizar la Corte conforme a la reforma constitucional de 2011,
sino que es moralmente inaceptable para el máximo órgano legal de este país. El cual lejos
de adoptar una resolución progresista que hubiera sido bien observada por la comunidad
internacional, entorpece nuevamente el ejercicio de los derechos de las personas con
discapacidad intelectual.

Afortunadamente, al menos uno de los ministros estudió el asunto y consideró lo


incongruente de la resolución. Ricardo deberá ahora analizar la posibilidad de adoptar
nuevas estategias para la defensa de su causa. Las organizaciones de personas con
discapacidad, a partir de este momento, tendrán que analizar la posibilidad de continuar
con su entorpecida lucha, esta vez frente a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, u
otros órganos legislativos a nivel local en que se logren implementar el cambio de
perspectiva y promesas del artículo 12 de la CDPD.
https://eljuegodelacorte.nexos.com.mx/?p=3297#_ftn1

También podría gustarte