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Siguiendo a Vicente Garrido Genovés (2010), la última persona que ha presenciado un

crimen o un delito es la propia víctima. Si la víctima sobrevive a su agresor la información


que ésta aporte a los investigadores será de gran importancia para lograr la detención y
enjuiciamiento del victimario. Sin embargo, si la víctima fallece, son los hechos que
quedan narrados en la escena del crimen y en el cuerpo de la víctima los que contarán
que ha ocurrido.

En el supuesto de que la víctima no haya sobrevivido el análisis victimológico es


fundamental para encontrar al asesino. Consiste en el estudio exhaustivo y minucioso de las
características de la víctima y estas pueden proporcionar información relevante muy útil
para poder realizar una parte del perfil criminológico del victimario o asesino. El análisis
victimológico es uno de los pilares de la investigación criminal. Edmon Locard acuñó a
principios del siglo XX la “Teoría de la transferencia” o “Teoría del intercambio” que
sostiene que todo contacto deja rastro de modo que tras la comisión de un hecho delictivo,
y tras el contacto que ha existido entre la víctima y el victimario, algo de la víctima se
transmite al autor del delito y viceversa. En el siglo XXI el axioma de Locard sigue intacto
y esa transferencia debe descubrirse tras un pormenorizado análisis victimológico.

Para que la investigación criminal sea eficaz no se ha de tocar a la víctima hasta que no se
hayan recogido todas las evidencias que sobre ella puedan existir y solo después de ser
fotografiada. Se ha de indicar la situación exacta del lugar dónde se ha encontrado a la
víctima y describir con exactitud todo lo que se ve. Se debe dar respuesta a la siguiente
pregunta: ¿Por qué se ha cometido este crimen con esta víctima? En la secuencia de
actuaciones que llevan a cabo los expertos tras la comisión de un hecho delictivo (tanto con
resultado muerte, como si sobrevive la víctima), la Victimología juega un papel capital en
la investigación criminal, ya que sin el análisis de la víctima y la aportación de testimonios
y evidencias, sería imposible ya no solo esclarecer los delitos, sino el simple hecho de saber
que se ha producido.

EL PERFIL VICTIMOLÓGICO
“Cuanto más se conoce a la víctima, más podemos saber de su agresor”. Esta frase define
cual es el objetivo del perfil victimológico: el estudio integral de la víctima, a través del
análisis victimológico, permite identificar factores victimológicos y circunstancias
explicativas que contribuyen al esclarecimiento de los crímenes o de los delitos cometidos.
Se trata de dar un paso más, de ir más allá del estudio forense y de la autopsia. Se trata de
estudiar la realidad personal de esa víctima, su vida, cada uno de sus movimientos.

El perfil victimológico consiste en elaborar una biografía de la víctima que incluya todos
los datos necesarios para llegar a conocer a esa persona a la perfección ya que las
características de la víctima nos pueden ayudar a explicar las motivaciones del agresor o del
asesino y darnos datos importantes sobre quién puede ser el autor de ese delito. Westham
afirmaba en su obra “The show os violence” (1948) que “no se puede comprender la
psicología del asesino sin comprender la sociología de la víctima”.

ELEMENTOS NECESARIOS PARA REALIZAR EL PERFIL DE LA VÍCTIMA:


HOLMES Y HOLMES 2002.
Hay una serie de elementos y de cuestiones que debe analizar un criminólogo o un
investigador para poder realizar un perfil victimológico. Todos estos datos los obtendremos
a través de entrevistas con los vecinos de la víctima, sus familiares, amigos, pareja
sentimental, compañeros de trabajo, o conocidos de los lugares dónde iba habitualmente así
como de la documental médica y jurídica.

• Rasgos físicos: la edad, por ejemplo es un factor de selección habitual de los agresores o
delincuentes, una determinada forma de vestir, la etnia a la que pertenece la víctima, llevar
tatuajes, el color del pelo o de los ojos etc. Recordemos que Ted Bundy, siempre escogía
como víctimas a mujeres jóvenes, con el pelo castaño y peinadas con raya en medio.
Rodríguez Vega, abuso sexualmente y asesinó a 16 ancianas. En su caso no le interesaban
las chicas jóvenes.

• Relaciones afectivas: la víctima puede estar casada, soltera, divorciada o viuda. Las
relaciones afectivas de la víctima suelen ser un hilo importante en la investigación policial
ya que en muchas ocasiones, dentro de ese círculo afectivo se encuentran los responsables
de delitos violentos. Es importante averiguar que se dice de la víctima en este aspecto,
desde el exterior así como conocer que dice o decía la víctima a otras personas de su círculo
más cercano acerca de sus relaciones afectivas.

• Estilo de vida de la víctima: es muy importante conocer sus hábitos, sus rutinas diarias (si
va al gimnasio, si sale a correr, a andar en bici, etc.) si tiene una intensa vida social, una
habitual vida nocturna, si es consumidora esporádica o habitual de drogas y/o alcohol, si
tras el trabajo va directamente a casa o se reúne con amigos, etc. En este caso los cambios
injustificados de su rutina, deben ser investigados al detalle.

• Profesión: se ha de investigar sus relaciones profesionales, las relaciones con sus


compañeros de trabajo, clientes, personal de otras empresas. Se ha de realizar un estudio
minucioso de las situaciones de enemistad o rivalidad con otros profesionales de su
entorno, así como de si existen o existían relaciones sentimentales dentro de su ámbito
laboral.

• Educación: relaciones con sus compañeros de clase, con los profesores, nivel de
inteligencia, si acude habitualmente a clase, a la biblioteca, etc. Ted Bundy fue compañero
de clase de psicología de su primera víctima: Lynda Ann Healy.

• Datos del vecindario: conocer el lugar donde vive la víctima, información que nos puedan
aportar los vecinos sobre la víctima, los peligros a los que se exponía, si habitualmente traía
personas a casa, el ambiente urbano de esa zona, como pudo acceder el victimario a la
víctima, que vías de escape ha tenido, etc. También es importante la composición étnica de
la zona, así como el nivel socio-económico del barrio de la víctima.

• Historia psiquiátrica y médica: debe estudiarse su historia clínica, si padecía algún


trastorno mental, alguna enfermad, alguna adicción, algún tipo de fobia que nos permita
entender mejor su estilo de vida y con qué tipo de personas se relacionaba. Al hacer el
perfil victimológico debemos preguntarnos si las últimas conductas que la víctima llevó a
cabo eran normales o si eran anormales atendiendo a su estado físico y/o mental en ese
momento.
• Historia judicial: se ha de conocer que contacto ha tenido con el sistema de justicia, si ha
sido detenida alguna vez, si ha interpuesto alguna denuncia, si ya había sido víctima con
anterioridad, etc.

• Historia sexual y social: personas con las que se relacionaba, si tenía pareja estable, si
mantenía relaciones sexuales con diferentes personas, lugares que frecuentaba (discotecas,
bares, gimnasio, bibliotecas, etc.), grupo de personas con las que salía y se relacionaba,
tendencia sexual etc. Determinadas prácticas sexuales pueden ser consideradas de riesgo,
en la medida que pueden poner a esa persona en contacto directo con sujetos con tendencias
violentas, como la prostitución, el sado-masoquismo, etc.

• Últimas actividades: analizar exhaustivamente todas y cada una de las actividades que la
víctima llevo a cabo justo antes de su muerte o antes de ser agredida (24 horas). Se pueden
analizar los whatsapp, las llamadas de teléfono, su perfil de facebook, twitter o instagram,
los últimos lugares donde ha estado, las compras que ha hecho con su tarjeta de crédito, el
trayecto que ha recorrido para ir de un lugar a otro, etc.

Por lo tanto para realizar un buen perfil victimológico es necesario que nos familiaricemos
con la vida de la víctima. Brent Turvey (2008) determina que “a menos que sepamos quién
es (o era) esa víctima, y cómo vivía, no podemos decir que realmente conocemos el
contexto de su fallecimiento, o de las circunstancias que condujeron a ese resultado”. “Si
podemos comprender cómo y por qué un delincuente ha seleccionado determinadas
víctimas, entonces seremos igualmente capaces de establecer un vínculo relacional de algún
tipo entre esas víctimas y el delincuente. Esos vínculos pueden ser geográficos, laborales,
de ocio, de estudios o de otra índole. Lo cierto es que esas conexiones proporcionan un
conjunto de sospechosos que incluye a aquellos que están relacionados con esas diversas
áreas”.

Un buen perfil victimológico es fundamental para poder determinar en qué grupo de


personas se ha de buscar al agresor o al asesino. Toda la información que podamos obtener
de la víctima puede sernos útil para llegar a comprender porque razón esa persona fue
elegida por el agresor y no otra. Si logramos descubrir cómo y por qué un delincuente o un
criminal selecciona a sus víctimas, seremos capaces de establecer un vínculo de relación
(del tipo que sea) entre las víctimas y el agresor y esto nos llevará a comprender que
criterios de selección lleva a cabo el victimario lo que nos permitirá “predecir” el tipo de
víctimas futuras.

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