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Rousseau expone un método para llegar al equilibrio administrativo del territorio, lo que
se le llama gobernar un Estado, “El contrato social”, un contrato que busca el bienestar
e interés general, con el cual se propone un equilibrio entre Estado, gobierno, pueblo y
soberano, llegar a tal equilibrio significaría un buen gobierno y un Estado con igualdad
con una soberanía pluralista; realmente es una muy buena dinámica que bien
empleada es un gran método, pero no es algo sencillo de perpetuar en un gobierno,
pues no es fácil hacer que grandes masa marchen al mismo ritmo, no todos tienen los
mismos intereses, no todos actúan igual, y no todos piensan igual; de ahí la necesidad
de órganos legisladores que instauren leyes, normas que debe cumplir cada
ciudadano, nótese que se habla de cada ciudadano, sólo al territorio que le compete y
toda su población incluyendo sus líderes, pero entonces ¿Acaso se sugiere que el ser
humano por más que persista nunca será totalmente libre?, si, precisamente las
personas nunca son libres en su totalidad, pero siendo parte de la soberanía, se tiene
la posibilidad de que tales leyes sean creadas colectivamente para que posteriormente
se cumplan por los mismos; siendo las normas creadas por mi soberanía y la del resto
del pueblo, esto hace que aquello que estoy obligado a hacer, lo debo hacer porque
fue mi propia voluntad, por lo tanto técnicamente estoy actuando bajo la libertad de mi
ser.
De tal modo se entiende que ciertos gobiernos apliquen ese tipo de pluralidad priven a
su pueblo del conocimiento de su soberanía, pues ¿Qué ganan ellos con que el pueblo
sepa lo que puede y no hacer?, después de todo si el gobierno priva al Estado de tal
conocimiento, entra a una gran libertad para hacer lo que su voluntad particular les
dicte, y este es un caso que quebranta el sistema político que plantea el contrato social,
pues este es muy opuesto al despotismo, sin embargo eso no impide que muchas
naciones lo hagan.
Entonces ¿Cómo elegir a alguien cuyo interés nunca se desvie del general? Es difícil
encontrarlo, pues el poder es un germen que corroe rápidamente y no discrimina, con
esto no quiero decir que todo gobierno es corrupto; bien dio a saber Rousseau con su
obra que la misma forma de gobierno no conviene a todo país, cada cual tendrá ciertos
puntos más fuertes que otros, los cuales paulatinamente se van convirtiendo en los
pilares del gobierno de tal país, pues no es lo mismo gobernar a China con su gran
biodiversidad, su extenso territorio, su gran población e industria, que gobernar a
Egipto, con su tierra seca, gran hotelería y turismo, clima caluroso y territorio reducido,
cada cual tiene ciertos factores que hacen que una forma de gobierno sea más eficaz
que la otra; si tales factores no son analizados y aprovechados propiamente, esto es lo
que genera que la soberanía recaiga sobre unos pocos y que estos pocos ejerzan una
fuerza grande y tiránica sobre la mayoría, haciendo que el Estado este a su merced y
tenga que obedecer aun cuando la voluntad que mueve al cuerpo no es la misma que
poseen las personas, este tipo de gobiernos son agresivos y propio de déspotas.
Por lo tanto según lo que se ha mencionado hasta acá ¿Es Colombia gobernada
óptimamente?, tristemente la respuesta es no, a pesar de que Colombia sea un país
democrático mixto, y que con ello supone y asegura que sus mandatarios son buenos
gobernadores, lo que Aristóteles “llamaría nacido para gobernar”, no es así,
lastimosamente la mayoría de líderes colombianos tienen un interés muy particular, que
ni a veces ocultaban a su público, porque su pueblo es tan individualista que
permanece en los extremos de riquezas o pobreza, con un intermedio no muy común; y
cuando llega un aparente buen mandatario, su propio pueblo lo asesina, y es así pues
como el territorio colombiano se hunde paulatinamente en corrupción.
CONCLUSIONES