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Apartado 1B Lévinas
Apartado 1B Lévinas
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Jean Grondin afirma que, si se quisiese hablar de metafísica en Heidegger, esta se determina en cuanto la
trascendencia de lo ontológico sobre lo óntico. “Si el Dasein comprende al ser, es ciertamente porque
<supera> al ente, abriéndose así al ser, al suyo y al de las cosas que son. Este es el sentido más elevado de
trascendencia, y hasta lo es también del pensamiento del ser, según Heidegger. (…) Toda buena metafísica
mundo sea una constitución misma del Dasein, manifiesta que todo ente, es decir, todo aspecto óntico,
debe ser comprendido y encuentra su significatividad a partir de allí. El existir del Dasein en el
mundo, entonces, es la libertad de poseer el ente, de aprensarlo, de poderlo cerrar en la totalidad de
mi comprensión, de lo Mismo. En otras palabras, de violentar su alteridad. El existir, por lo contrario,
no se resume para Lévinas en la experiencia de la libertad de comprender, sino que se da en el
acontecimiento de hacerle justicia a la alteridad del otro. El otro escapa a la totalidad de lo Mismo,
pues el otro es lo infinito, la trascendencia del ego. En este sentido, la relación con el otro no puede
ser ontológica, ¡es menester cuestionar el primado de la ontología! Este es el imperativo que encarna
la temeraria labor de Lévinas de cuestionar la ontología como filosofía primera. Sin embargo, y a
partir de lo dicho, ¿cuál podría ser el punto de partida para criticar una disciplina fundamental,
originaria, y que se ha otorgado la primacía ante otras disciplinas, e incluso, sobre otros tipos de
manifestaciones respecto a la relación que tenemos con el mundo? ¿cuál podría ser el punto de partida
que tome la relación con el otro a partir de lo infinito que es y no desde la totalidad del ser? La
respuesta de Lévinas será la ética. “Al advenimiento del ser en general, como base del conocimiento,
como sentido del ser, le antecede la relación con el ente que se expresa; el plano ético precede al
plano de la ontología” (Lévinas, 2006, p. 214). Heidegger y Lévinas, como se señaló previamente, se
destacan en la historia de la filosofía a razón de que son pensamientos que se presentan como crítica
radical al filosofar previo. Lévinas, no obstante, manifiesta ir más allá del discurso expuesto por la
filosofía al establecer ya no el ser como discurso fundante sino el otro modo que ser, es decir, el otro.
Este ir más allá de Lévinas, entonces, se ve representando por la trascendencia del ser, es decir, se ve
representado por una metafísica ética.
Siguiendo otro caso de la filosofía tradicional, Kant había definido la metafísica en la Crítica de la
razón pura como las condiciones a priori de nuestro entendimiento, y en relación a la moral, en la
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, definió la metafísica como las condiciones a
priori de todo curso de acción de la voluntad. La metafísica en el pensar kantiano tiene, entonces,
como punto de partida el sujeto y su voluntad. Si atendemos al aspecto moral, el ser humano se puede
definir a partir de su libertad, pues esta es la que le permite decidir entre lo correcto y lo erróneo, lo
bueno y lo malo. En contra de las pasiones e inclinaciones naturales que determinan a los instintos,
se le opone el deber; se le oponen las leyes con las que se determina el sujeto a sí mismo para actuar
por deber y no contra ni conforme a él. La metafísica kantiana se ubica, así pues, en el discurso del
ser en cuanto es el punto tanto partida para la aprehensión del mundo como también de mi actuar con
los otros. El ir más allá de la metafísica en Kant se entiende como el dominio de lo trascendental a
priori sobre lo externo, es decir, sobre lo ente indeterminado que incluso, me puede conducir a la
minoría de edad, a la heteronomía alejándome de mi humanidad en cuanto ser libre.
Tanto la metafísica kantiana del sujeto y su libertad, como la metafísica heideggeriana en cuanto el
movimiento de superación del ser sobre el ente, para Lévinas deben ser superados a razón de que en
ellas es inmanente la eliminación de la alteridad del otro. El giro levinasiano en relación a la
metafísica es expulsar de ella el núcleo de la ontología para otorgárselo a la ética.
Reducción de lo otro a lo mismo
(…) habría reconocido que la pregunta ontológica era más originaria que la pregunta por el conocimiento
óntico. Esta solidaridad esencial lleva a Heidegger a presentar su propio pensamiento, en los años 1928-1930,
como una radicalización de la metafísica” (Grondin, 2006, p. 326-326).