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AYN RAND

LA ÉTICA OBJETIVISTA

Dado que la naturaleza no provee al hombre de una forma de supervivencia automática, ya que debe mantenerse con vida
mediante su esfuerzo personal, la doctrina que dictamina que es malo preocuparse por el interés personal significa, en
consecuencia, que el deseo de vivir es malo, que la vida humana, como tal, es mala. Ninguna doctrina podría ser más
malvada que ésta.

La ética objetivista sostiene que el actor siempre debe ser el beneficiario de sus acciones y que el hombre tiene que actuar
en favor de su propio interés racional. Así como el hombre no puede sobrevivir por medios arbitrarios, sino que debe
descubrir y practicar los principios que su supervivencia requiere, tampoco puede el interés personal del ser humano estar
determinado por ciegos deseos o caprichos arbitrarios, sino que debe ser descubierto y logrado mediante la guía de
principios racionales. Esta es la razón por la cual la ética objetivista es una moral de interés personal racional o de egoísmo
racional. Dado que el egoísmo es "la preocupación por el interés personal", la ética objetivista utiliza este concepto en su
exacto y más puro sentido.

¿Qué es la moral o la ética? Es un código de valores para guiar las elecciones y acciones del ser humano, aquellas que
determinarán el propósito y el curso de su vida. La ética, como ciencia, se ocupa de descubrir y definir tal código.

¿Decreta una convención humana arbitraria, una mera costumbre, que el hombre debe guiar sus acciones de acuerdo con un
conjunto de principios, o hay un hecho de la realidad que así lo demanda? ¿Está la ética sujeta a caprichos, a emociones
personales, a edictos sociales y a revelaciones místicas o se origina en la razón?
¿Es la ética un lujo subjetivo o una necesidad objetiva?

Para cuestionar la premisa básica de cualquier disciplina es menester comenzar por el principio. En la ética hay que empezar
por preguntarse: ¿Qué son los valores? ¿Por qué los necesita el hombre? "Valor" es aquello que nos lleva a actuar para
obtenerlo y/o conservarlo. El concepto de "valor" no es un concepto primario, pues presupone una respuesta a la pregunta:
¿Valor para quién o para qué? Presupone la existencia de una entidad capaz de actuar para alcanzar una meta, frente a una
alternativa. Donde no hay alternativas no pueden existir metas ni valores.

"Hay sólo una alternativa fundamental en el Universo: existencia o no existencia, y le pertenece a una sola clase de
entidades: los organismos vivientes. La existencia de la materia inanimada es incondicional; la existencia de la vida, no;
depende de un curso de acción específico. La materia es indestructible, puede cambiar sus formas pero no puede dejar de
existir. Sólo un organismo vivo enfrenta la constante alternativa: la cuestión de la vida o la muerte. La vida es un proceso de
acción auto-sostenida y autogenerada. Si un organismo fracasa en esta acción, muere; sus elementos químicos perduran,
pero su vida termina. Sólo el concepto de 'Vida' hace posible el concepto de 'Valor'. Sólo para un ser viviente las cosas
pueden ser 'buenas o malas'".

¿Qué norma determina lo que es adecuado en este contexto? La norma o estándar es la vida del organismo, o sea aquello
que es necesario para la supervivencia de éste.. En un sentido fundamental, la inacción es la antítesis de la vida. Ésta sólo
puede mantenerse a través de un constante proceso de acción de auto-sustentación. La meta de esta acción, el valor supremo
que, para ser conservado, debe ganarse en cada momento, es la vida del organismo. Un valor supremo es aquella meta o
destino final para alcanzar el cual todas las metas inferiores son medios. Tal valor supremo determina el patrón según el
cual se evalúan las metas inferiores. La vida de un organismo es su patrón de valor; lo que ayuda a su vida es bueno,
aquello que la amenaza es malo.

Un ser que no sabe en forma automática qué es verdadero y qué es falso tampoco puede saber automáticamente qué es
correcto y qué es incorrecto, es decir, qué es lo bueno y qué es lo malo para él. Sin embargo, necesita este conocimiento
para vivir. No está exento de las leyes de la realidad; es un organismo específico, con una naturaleza específica, que
requiere acciones específicas para mantenerse con vida. No puede lograr su supervivencia de manera arbitraria, ni con actos
efectuados al azar, ni por ciegas urgencias, ni por casualidad, ni por capricho. Es su naturaleza la que determina lo que
requiere para sobrevivir, y esto no queda sometido a su arbitrio. Lo que sí está abierto a su elección es únicamente si lo
descubrirá o no, si habrá de elegir las metas y valores correctos o no. Es libre para efectuar una elección errada, pero no
para tener éxito a través de una mala elección. Es libre para evadir la realidad, para desenfocar su mente y trastabillar
ciegamente en cualquier pendiente que le plazca, pero no para evitar el abismo que se niega a ver. El conocimiento, para
cualquier organismo consciente, es un instrumento de supervivencia; para una conciencia viviente todo "es" implica un
"debe". El hombre es libre para elegir no ser consciente, pero no es libre para escapar a la sanción que merece la falta de
conciencia: su destrucción. El hombre es la única especie viviente que tiene el poder de actuar para destruirse a sí misma, y
ése es el modo en que ha actuado a lo largo de la mayor parte de su historia.

¿Cuáles son, entonces, las metas correctas que debe perseguir? ¿Cuáles son los valores que demanda su supervivencia? Esa
es la pregunta que debe ser contestada por la ciencia de la ética. Y ésa es la razón por la cual el ser humano necesita un
código de ética.
La Racionalidad es la virtud básica del hombre, la fuente de sus demás virtudes. El vicio básico, el origen de todos sus
males, es el acto de desenfocar su mente, la suspensión de su conciencia, lo cual no equivale a cegarse sino a negarse a ver,
ni a ignorar sino a negarse a saber. La irracionalidad es el rechazo del medio fundamental de supervivencia del hombre y, en
consecuencia, implica condenarse a un Curso de ciega destrucción; aquello que está en contra de la mente está en contra de
la vida.

La virtud de la Productividad es el reconocimiento de que el trabajo productivo es el proceso mediante el cual la mente del
hombre sustenta su vida; el proceso que lo libera de la necesidad de ajustarse al entorno, como hacen los animales, y que le
da el poder de ajustar el entorno a sus necesidades.

El principio social básico de la ética objetivista es que, así como la vida es un fin en sí misma, todo ser humano viviente es
un fin en sí mismo, y no el medio para los fines o el bienestar de los otros; en consecuencia, el hombre debe vivir para su
propio provecho, sin sacrificarse por los demás y sin sacrificar a los demás para su beneficio. Vivir para su propio provecho
significa que el propósito moral más elevado del hombre es el logro de su propia felicidad.

Desde el punto de vista psicológico, la cuestión de la supervivencia del hombre no se impone a su conciencia como una
cuestión de "vida o muerte" sino como una cuestión de "felicidad o sufrimiento". La felicidad es el estado exitoso de la
vida; el sufrimiento es la señal de alarma, del fracaso o la muerte. Así como el mecanismo de placer-dolor en el cuerpo del
hombre es un indicador automático del bienestar o del daño de su organismo, un barómetro de su alternativa básica, la vida
o la muerte, el mecanismo emocional de su conciencia está programado para realizar esa misma función, como un
barómetro que registra la misma alternativa por medio de dos emociones básicas: la alegría y el sufrimiento. La felicidad es
aquel estado de conciencia que surge de los logros de los propios valores. Si un hombre valora el trabajo productivo, su
felicidad será la medida de su éxito en el servicio a que dedica su vida. Pero si lo que valora es la destrucción, como el
sádico, o la tortura autoinfligida, como el masoquista, o la vida de ultratumba, como el místico, o la excitación momentánea,
como el corredor de autos de carrera, su aparente felicidad será la medida de su éxito puesta al servicio de su propia
destrucción. Debe agregarse que el estado emocional de todos esos irracionalistas no puede verdaderamente designarse
como felicidad, ni siquiera como placer, ya que es sólo el momentáneo alivio del estado de terror crónico. Ni la vida ni la
felicidad pueden lograrse persiguiendo caprichos irracionales.

La conservación de la vida y la búsqueda de la felicidad no son dos cuestiones separadas. Considerar a la propia vida como
el valor supremo y a la propia felicidad como el propósito personal más elevado son dos aspectos de la misma realización.

El principio político básico de la ética objetivista es: ningún hombre tiene el derecho de iniciar el uso de la fuerza física
contra otro. Ningún hombre, grupo, sociedad o gobierno tiene el derecho de asumir el rol de un criminal e iniciar el uso de
la compulsión física contra hombre alguno. Los hombres sólo tienen el derecho de recurrir a la fuerza física en represalia
cuando se los ataca, y únicamente contra aquellos que inician su uso. El principio ético involucrado aquí es simple y claro:
es la diferencia entre el asesinato y la autodefensa. Un atracador busca obtener un valor, la riqueza, asesinando a su víctima;
la víctima no se enriquece matando al atracador. El principio es: ningún hombre tiene derecho de obtener valor alguno de
otros hombres utilizando su fuerza física. El único propósito correcto, moral, de un gobierno es la protección de los
derechos del hombre, y esto significa protegerlo de la violencia física, proteger su derecho a su vida, su libertad, su
propiedad privada y a la prosecución de su felicidad. Sin derechos de propiedad ningún otro derecho es posible.

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