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¿QUÉ ES EL VIH?

El VIH o Virus de la Inmunodeficiencia Humana es un retrovirus que ataca al sistema inmunitario de la persona infectada.
El sistema inmunitario es la defensa natural de nuestro cuerpo frente a los microorganismos infecciosos, como las
bacterias, virus y hongos capaces de invadir nuestro organismo.
En concreto, el VIH ataca y destruye los linfocitos CD4, que son un tipo de células que forman parte del sistema inmune
y que se encargan de la fabricación de anticuerpos para combatir las infecciones causadas por estos agentes externos.

Incubación
Uno de los factores más importantes sobre el contagio del VIH es su periodo de incubación ya que no muestra síntomas
inmediatamente. Hay que estar muy atentos a estos plazos si crees que has estado en una situación de riesgo.
Se puede tardar de cinco a 15 años. El grave problema del VIH es que en muchas personas en un inicio es asintomático y
cuando presenta síntomas estos pueden ser confundidos por condiciones menores como gripas, infecciones
estomacales, estrés.

Forma de Trans.
SÍ se transmite por:
El VIH puede transmitirse por tres vías: Sexual, sanguínea y vertical (madre a hijo/a).
Para que se produzca la infección es necesario que el virus penetre en el organismo a través de la sangre o las mucosas
de la vagina, el ano, el pene o la boca.

Síntomas clínicos
Primeros síntomas del VIH
En general, las personas que contraen la infección lucen y se sienten sanas durante mucho tiempo. Pueden transcurrir
10 años o más hasta que la infección por VIH manifiesta síntomas, e incluso mucho más tiempo en el caso de quienes
toman medicamentos antivirales. Por eso, es fundamental realizarse pruebas de VIH periódicas, en especial si has tenido
sexo sin protección o compartido agujas. Los tratamientos para la infección por VIH pueden ayudar a mantenerte sano.
Los tratamientos también pueden disminuír e incluso detener las probabilidades de contagiar a otras personas de VIH
durante el sexo.
Las primeras 2 a 4 semanas después de contraer el VIH, puedes sentir algo de fiebre, dolor y malestar. Estos síntomas
similares a los de la gripe son la primera reacción del cuerpo a la infección por el VIH. Durante esta etapa, hay una gran
concentración del virus en tu organismo, de modo que es fácil transmitirlo a otras personas. Los síntomas desaparecen
tras unas semanas y habitualmente no vuelves a tenerlos en años. Una vez tienes VIH, puedes transmitírselo a otros,
bien sea que tengas síntomas o no.
Síntomas tardíos de la infección por VIH/SIDA
El VIH destruye las células del sistema inmunitario llamadas células CD4 o células T. Sin células CD4, a tu organismo se le
hace muy difícil combatir las enfermedades. Esto te hace más propenso a enfermarte gravemente por infecciones que
generalmente no te harían daño. Con el pasar del tiempo, el daño que el VIH causa en tu sistema inmunitario provoca el
SIDA.
Una persona tiene SIDA cuando sufre infecciones raras (denominadas oportunistas), ciertos tipos extraños de cáncer o
tiene un recuento muy bajo de células CD4. En general, esto sucede alrededor de 10 años después de contraer el VIH y
no recibir tratamiento. Con tratamiento, la aparición del SIDA puede tardar mucho más.

Medidas de Prevención
El VIH se contagia a través del contacto con la sangre o con las secreciones sexuales (como el semen y los fluidos
vaginales), normalmente durante el sexo vaginal y anal. Por eso, la única forma de estar 100% seguros de evitar el
contagio es no tener sexo vaginal o anal.
Sin embargo, la mayoría de las personas tienen sexo en algún momento de su vida, por lo que es importante informarse
sobre la prevención de VIH y el sexo seguro. El uso de condones REALMENTE disminuye el riesgo de contagio del VIH. Si
vas a tener sexo, la mejor manera de protegerte es usar condón cada vez que lo hagas. También existe una píldora de
uso diario que puedes tomar - llamada PrEP - que puede ayudarte a prevenir el VIH. Tu doctora o enfermero puede
indicar si PrEP es adecuada para ti.
En lo que respecta al VIH, algunas actividades sexuales son más seguras que otras. Las siguientes actividades son de
“riesgo nulo”, es decir, nunca se ha reportado un caso de VIH por hacerlas:
Masturbarse
Tocar los órganos genitales de tu pareja
Frotarse el cuerpo mutuamente con la ropa puesta
Besarse
Tener sexo oral con un condón, barrera de látex bucal o envoltura plástica
Usar juguetes sexuales limpios
Estas actividades son de “bajo riesgo”, es decir, sólo se han reportado algunos casos de VIH (entre millones) por
hacerlas:
Darse besos con lengua (si la persona con VIH tiene llagas o sangrado en la boca)
Tener sexo vaginal con condón y/o PrEP
Tener sexo anal con condón y/o PrEP
Sexo oral sin condón ni barrera bucal
Estas actividades son de “alto riesgo”, es decir, millones de personas se contagian del VIH al hacerlas:
Tener sexo vaginal sin condón o PrEP
Tener sexo anal sin condón o PrEP
Es mucho más fácil que el VIH entre a tu cuerpo si tienes llagas, cortes o aberturas en la piel por los cuales puede
penetrar el semen, las secreciones vaginales o la sangre. Por eso, no debes tener sexo si tienes una erupción de herpes u
otras infecciones. Si sufres otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), tienes más probabilidades de contagiarte
del VIH, por eso es recomendable que te hagas pruebas periódicas de ETS.

Cólera
El cólera es una enfermedad infecciosa aguda, provocada por la bacteria 'Vibrio Cholerae'. Se caracteriza por desarrollar
de forma muy brusca una diarrea muy importante y vómitos ocasionales. Estas características hacen que en principio
sea difícil distinguirla de otro motivo de diarrea. Aunque en general el cuadro clínico es leve, puede suceder que
la deshidratación sea extrema, lo que puede provocar la muerte. La enfermedad requiere cuarentena y es de
declaración obligatoria nacional e internacionalmente.

Periodo de Incubación
La bacteria del cólera también puede vivir en ríos salubres y aguas costeras. La transmisión persona a persona es poco
común; por lo tanto, el contacto casual con una persona infectada no constituye un riesgo para contraer la enfermedad.
El período de incubación es de 2 a 3 días, con un rango de 0 a 5 días como máximo.

Formas de Transmisión
El Vibrio cholerae se transmite a través de la materia fecal. Se contrae al consumir alimentos o beber agua contaminados
por la materia fecal de una persona infectada. Esto ocurre con mayor frecuencia en países que carezcan de
abastecimiento apropiado de agua y eliminación adecuada de aguas residuales.

Síntomas
Por lo general, la enfermedad comienza con una diarrea repentina, indolora y acuosa, además de vómitos. En los casos
graves se llega a perder casi un litro de líquido por hora, pero usualmente la cantidad es mucho menor. En tales
situaciones graves, la gran disminución de agua y sal produce una marcada deshidratación con intensa sed, calambres
musculares, debilidad y una producción mínima de orina.

Prevención
Son necesarias medidas de salud pública, como abastecimiento de agua limpia, instalaciones adecuadas para la
eliminación de aguas fecales, mejora del estado de nutrición de la población y cambios en las normas de manipulación y
conservación de los alimentos. No tiene ninguna utilidad el tratamiento colectivo sistemático con antibióticos o la
profilaxis masiva. Las medidas individuales de prevención más eficaces son las siguientes:
Cocer los alimentos completamente y consumirlos aún calientes.
Evitar que los alimentos cocinados entren en contacto con los alimentos crudos para que no se contaminen, así como
con el agua o el hielo, moscas, superficies contaminadas, cubiertos sucios y otros.
No comer frutas ni verduras crudas sin mondarlas en el momento del consumo, ni dejarlas expuestas.
Medidas habituales de higiene que no hay que descuidar, como lavarse las manos antes de tocar cualquier alimento.
Enfermedad crónica
Enfermedad o afección que por lo general dura 3 meses o más, y es posible que empeore con el tiempo. Las
enfermedades crónicas casi siempre se presentan en adultos mayores y a menudo se controlan, pero no se curan. Los
tipos más comunes de enfermedades crónicas son el cáncer, la cardiopatía, el derrame cerebral, la diabetes y la artritis.

Medidas de Prevención
Cuando uno habla de prevención de enfermedades, en realidad se está refiriendo a tres tipos de prevención y son
importantes entender para aumentar su beneficio.
La llamada prevención primaria, consiste en evitar que el agente causante de enfermedad, se ponga en contacto con el
organismo. No fumar o no dejar que fumen delante de nosotros es un ejemplo de esa prevención primaria. Otros
ejemplos son la alimentación saludable (impedir que sustancias causantes de enfermedad como grasas-trans y
colesterol ingresen a nuestro cuerpo), protegerse de los rayos ultra violetas y vacunarse contra el virus papiloma
humano (VPH).
Prevención secundaria, es lo que llamamos despistaje, tamizaje o cribaje, y se basa en el concepto de que muchas
enfermedades tienen un largo período de desarrollo y sus inicios no presentan síntomas. Al descubrir la enfermedad
antes que se desarrolle, mediante exámenes específicos, es posible curarla con índices muy altos de curación. Ejemplos
son la detección precoz del cáncer de las mamas, del cuello del útero, del intestino grueso, de la próstata, de la diabetes
mellitus, y las enfermedades del corazón.
Prevención terciaria, por su parte, es impedir que una enfermedad ya tratada pueda provocar complicaciones por sus
secuelas. Ejemplos son la rehabilitación de un paciente que ha tenido un derrame cerebral o un infarto cardíaco o de un
paciente que ha sobrevivido al cáncer.
En la actualidad, muchos países en desarrollo, incluido el Perú, están atravesando un fenómeno muy curioso: no están
terminando de controlar las enfermedades infecciosas del pasado, pero ya están mostrando altos índices de las
enfermedades crónicas de sociedades modernas más afluentes. No es raro entonces encontrar en Perú niños pobres con
obesidad y desnutrición y adultos mayores con enfermedades del corazón y cáncer.
La adopción de prácticas de medicina preventiva exige un profundo cambio en la mentalidad de la gente pues no existe
una bola mágica que permita vivir más años y con más calidad. Para eso es necesario un diario trabajo en alimentación
saludable, ejercicio, evitar sustancias que se sabe causan enfermedades, y prácticas metódicas de exámenes de
detección para encontrar las enfermedades cuando aún son tratables y curables.
La medicina preventiva del futuro va a requerir que se cambien los comportamientos no saludables de poblaciones
extremadamente resistentes al cambio. En ese sentido, no es fácil convencer a una persona que cambie hábitos
profundamente enraizados en su vida. Aprender a alimentarse saludablemente, tener fuerza de voluntad para hacer
ejercicios, luchar con la adicción a la nicotina, vencer el temor para enfrentar una visita periódica al médico son
comportamientos difíciles de implementar.
La idea, estimado lector, es que siguiendo los próximos cuatro consejos básicos, usted pueda prevenir y detectar una
enfermedad crónica y pueda llegar a viejo, lo más joven posible.
Alimentándose saludablemente. Comer de todo en porciones pequeñas, prefiriendo alimentos de origen vegetal.
Practicando treinta minutos de actividad física diaria.
No fumando cigarrillos ni dejando que fumen delante de usted.
Visitando anualmente a su médico para hacerse las pruebas de detección necesarias de acuerdo a su edad y riesgo.

Factores de riesgo
José María Olayo olayo.blogspot.com Obesidad La obesidad está considerada como uno de los
principales factores de riesgo de un buen número de condiciones crónicas y problemas de salud, incluyendo
la enfermedad coronaria y cerebrovascular, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y algunos tipos de
cáncer.

Síntomas clínicos
Además de los síntomas específicos de la enfermedad, la gente a menudo se queja de síntomas invisibles como dolor,
fatiga, y cambios en el estado de ánimo. El dolor y la fatiga se pueden convertir en una parte frecuente durante tu día.
Los cambios físicos de la enfermedad pueden cambiar tu apariencia. Estos cambios pueden cambiar una imagen positiva
a una negativa. Cuando no te sientes bien contigo mismo, puede que prefieras estar solo y retraerte de tus amigos y
actividades sociales. Los trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad, son quejas comunes entre la
gente con enfermedades crónicas, pero también son muy tratables.
Las enfermedades crónicas también pueden afectar tu capacidad de trabajar. La rigidez a la mañana, disminución del
rango de movimientos y otras limitaciones físicas te pueden forzar a cambiar tus actividades laborales y medio
ambiente. Una disminución de tu capacidad para trabajar también puede llevarte a tener problemas con tus finanzas.
Si eres un ama de casa, puede que tardes mucho más en hacer tu trabajo. Puede que necesites la ayuda de tu esposo,
un familiar, o un proveedor de cuidados de salud que venga a tu hogar. A medida que cambia tu vida, puedes sentirte
que pierdes el control, ansiedad e incertidumbre de lo que depara el futuro. Además, puede que haya un cambio de
papeles en la familia, ya que muchos miembros de la familia que antes se quedaban en casa ahora tienen que volver a
trabajar, debido a la incapacidad de su pareja para hacerlo.
El estrés se puede acumular y puede moldear tus sentimientos sobre la vida. Un estrés prolongado puede llevar a tener
frustración, enfado, desesperación, y en ciertos momentos, depresión. La persona que tiene la enfermedad no es la
única afectada; los miembros de la familia también se pueden ver afectados por los problemas de salud crónicos de una
persona amada.
Irritabilidad
Tristeza
Pérdida del interés en las cosas de las que antes disfrutaba
Trastorno del sueño
Fatiga
Dolores del cuerpo
Dolor
Ansiedad
Tensión
Dolores de cabeza
Problemas cognitivos
Dificultad con las relaciones

Diabetes
La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el
cuerpo humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia.
La insulina es una hormona producida por el páncreas. Su principal función es el mantenimiento de los valores
adecuados de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las
células, en donde se transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las
células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria.
En las personas con diabetes hay un exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia), ya que no se distribuye de la forma
adecuada. Noemí González, secretaria de la Sociedad Española de Diabetes (SED) y especialista en Endocrinología y
Nutrición del Hospital La Paz, de Madrid, explica que la glucosa elevada puede ser perjudicial "para todo el organismo,
pero principalmente para el corazón, el riñón y las arterias, por lo que las personas que tienen diabetes y no lo saben o
no la tratan tienen más riesgo de problemas renales, infartos, pérdida de visión y amputaciones de miembros
inferiores".

Prevención
En la actualidad no es posible prevenir la diabetes tipo 1, a pesar de los múltiples intentos que se han hecho.
La diabetes tipo 2, que es la más frecuente, sí se puede prevenir. Puesto que la causa más importante es la obesidad,
"todas las acciones que tengan que ver con la prevención de la obesidad -evitar el sedentarismo, la comida basura, las
bebidas azucaradas...- van a tener un resultado positivo", subraya González, quien afirma que se sabe "que un estilo de
vida saludable reduce en un 80 por ciento las posibilidades de tener diabetes tipo 2".
Una vez que se ha diagnosticado la enfermedad, hay que prevenir la aparición de complicaciones micro y
macrovasculares. El seguimiento del tratamiento prescrito, así como de las recomendaciones dietéticas y de actividad
física es fundamental para evitar complicaciones como las cardiovasculares, las renales, la retinopatía diabética o el pie
diabético. Además, se aconseja la realización de revisiones periódicas, entre las que destacan las siguientes:
Fondo de ojo.
Análisis de la función renal.
Revisiones de los pies.
Electrocardiograma
Medición de la presión arterial.

Factores de riego
Actualmente la diabetes tipo 1 no se puede prevenir, y de momento no es posible saber qué personas van a padecerla.
Sin embargo, cada persona tiene una serie de factores que, sumados, aumentan la probabilidad de tener diabetes tipo
2. Adquiriendo hábitos de vida saludable podemos disminuir los factores de riesgo modificables, como son:
Sobrepeso
Falta de actividad física
Hipertensión
Colesterol elevado
Hábito de fumar
Otros factores no son modificables, no dependen de nuestra voluntad y conducta:
El riesgo de diabetes aumenta con la edad
Genética: tener familiares diabéticos, o pertenecer a determinada raza (negra, hispana o asiática)
Mujeres con diabetes durante las gestaciones
Otras enfermedades o tratamientos

Síntomas
Entre los posibles síntomas de una elevación de la glucosa se encuentran los siguientes:
Mucha sed (polidipsia).
Sensación de mucha hambre (polifagia).
Necesidad de orinar continuamente, incluso de noche (poliuria).
Pérdida de peso, a pesar de comer mucho.
Cansancio.
Visión borrosa.
Hormigueo o entumecimiento de manos y pies.
Infecciones fúngicas en la piel recurrentes.
Si la glucosa sube despacio, de forma progresiva (en general, en la diabetes tipo 2), pueden pasar años hasta que
comiencen los síntomas, y por ello la enfermedad puede pasar inadvertida. "Que no duela no quiere decir que no haga
daño, y de ahí la importancia del diagnóstico precoz para prevenir la aparición de complicaciones", recalca González.

Hipertensión arterial
La presión arterial es una medición de la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón
bombea sangre a su cuerpo. Hipertensión es el término que se utiliza para describir la presión arterial alta.
Si se deja sin tratamiento, la presión arterial puede llevar a muchas afecciones médicas. Estas incluyen enfermedades
del corazón, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal, problemas en los ojos y otros problemas de salud.
Las lecturas de la presión arterial generalmente se dan como dos números. El número superior se denomina presión
arterial sistólica. El número inferior se llama presión arterial diastólica. Por ejemplo, 120 sobre 80 (escrito como 120/80
mm Hg).
Uno o ambos números pueden ser demasiado altos. (Nota: estas cantidades aplican a personas que no están tomando
medicamentos para la presión arterial y para quienes no están enfermos).
Una presión arterial normal es cuando la presión arterial es menor a 120/80 mm Hg la mayoría de las veces.
Una presión arterial alta (hipertensión) es cuando uno o ambos números de la presión arterial son mayores de 130/80
mm Hg la mayoría de las veces.
Si el valor del número superior de su presión arterial es entre 120 y 130 mm Hg y el valor del número inferior es menor a
80 mm Hg, se denomina presión arterial elevada.
Si tiene problemas cardíacos o renales, o si tuvo un accidente cerebrovascular, es posible que el médico le recomiende
que su presión arterial sea incluso más baja que la de las personas que no padecen estas afecciones.
Medidas de prevención
Es recomendable medirse la tensión arterial al menos 2 veces en el año y consultar a un médico si esta es elevada. Todos
podemos adoptar medidas para reducir la probabilidad de tener hipertensión arterial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda:
Dieta saludable:
mantener una nutrición adecuada;
reducir la ingesta de sal a menos de 5 g al día (menos de una cucharita cafetera);
reducir la ingesta total de grasas saturadas.
Evitar el uso excesivo del alcohol (no más de una bebida al día).
Actividad física:
realizar actividad física (caminar, trotar, andar en bicicleta, etc) al menos 30 minutos al día, cinco días a la semana).
mantener un peso normal. Si el peso es excesivo, cada pérdida de 5 kg puede reducir la tensión arterial sistólica entre 2
y 10 puntos.
Abandonar el consumo de tabaco y la exposición a los productos de tabaco.

Factores de riesgo
El cuerpo se nutre mediante la sangre con sustancias que transportan los vasos sanguíneos. Se distinguen dos tipos de
vasos sanguíneos: las arterias que llevan la sangre oxigenada a todo el cuerpo y lo nutren, y las venas que recogen la
sangre ya utilizada de las diferentes partes del organismo. Cuando las arterias se estrechan y se obstruyen por diferentes
factores, la sangre no circula libremente, originando así trastornos circulatorios que llevan a enfermedades
cardiovasculares.
Los siguientes llamados factores de riesgo favorecen la aparición de estas enfermedades.
Factores de riesgo
Tabaquismo
Hipertensión arterial
Sedentarismo
Diabetes
Alimentación
Estrés
Obesidad
Colesterol
La claudicación intermitente

Síntomas
En la mayoría de los casos, no se presentan síntomas. En la mayoría de las personas, la hipertensión arterial se detecta
cuando visitan a su proveedor de atención médica o se la hacen medir en otra parte.
Debido a que no hay ningún síntoma, las personas pueden sufrir enfermedad cardíaca y problemas renales sin saber que
tienen hipertensión arterial.
La hipertensión maligna es una forma peligrosa de presión arterial muy alta. Los síntomas incluyen:
Dolor de cabeza fuerte
Náuseas o vómitos
Confusión
Cambios en la visión
Sangrado nasal

La insuficiencia renal o fallo renal


Se produce cuando los riñones no son capaces de filtrar adecuadamente las toxinas y otras sustancias de desecho de
la sangre. Fisiológicamente, la insuficiencia renal se describe como una disminución en el flujo plasmático renal, lo que
se manifiesta en una presencia elevada de creatinina en el suero.
Todavía no se entienden bien muchos de los factores que influyen en la velocidad con que se produce la insuficiencia
renal o falla en los riñones. Los investigadores todavía se encuentran estudiando el efecto de las proteínas en la
alimentación y las concentraciones de colesterol en la sangre para la función renal.
Prevención
Es necesario prevenir y tratar todas aquellas afecciones que puedan provocar el daño renal para evitar o retrasar la
aparición de una insuficiencia renal crónica. El control de la hipertensión arterial, con la medicación adecuada y unos
hábitos de vida sanos (dieta equilibrada y sin sal, ejercicio físico regular y abstención de fumar) es fundamental, tanto
para prevenir el desarrollo de patologías renales, como para evitar la progresión del daño renal cuando ya se ha
instaurado la enfermedad.
Los diabéticos también deben vigilar sus niveles de azúcar en sangre y su presión arterial, porque la diabetes es la
principal causa de fallo renal crónico.
Las personas que padezcan hipertensión arterial o diabetes, o cualquier enfermedad sistémica que pueda perjudicar a
los riñones, deben seguir controles médicos periódicos de estas patologías y, además, evaluar regularmente su función
renal.
No se deben emplear medicamentos sin consultar previamente con el médico, porque podrían dañar al riñón.
Para mantener en buen estado la salud de los riñones es importante seguir una dieta equilibrada, beber diariamente
entre 1,5 y 2 litros de agua, reducir al mínimo el consumo de alcohol, y realizar ejercicio físico con regularidad.

Factores de riesgo
El cuerpo se nutre mediante la sangre con sustancias que transportan los vasos sanguíneos. Se distinguen dos tipos de
vasos sanguíneos: las arterias que llevan la sangre oxigenada a todo el cuerpo y lo nutren, y las venas que recogen la
sangre ya utilizada de las diferentes partes del organismo. Cuando las arterias se estrechan y se obstruyen por diferentes
factores, la sangre no circula libremente, originando así trastornos circulatorios que llevan a enfermedades
cardiovasculares.

Síntomas
Entre los signos y síntomas de la insuficiencia renal aguda se incluyen los siguientes:
Disminución del volumen de orina excretado (diuresis), aunque a veces se mantiene estable
Retención de líquido, que causa hinchazón en las piernas, los tobillos o los pies
Falta de aire
Fatiga
Desorientación
Náuseas
Debilidad
Ritmo cardíaco irregular
Dolor u opresión en el pecho
Convulsiones o coma en casos severos
A veces, la insuficiencia renal aguda no provoca signos ni síntomas y se detecta a través de pruebas de laboratorio que
se realizan por otros motivos.

Hepatitis A
La hepatitis A es una enfermedad hepática causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Éste se transmite principalmente
cuando una persona no infectada (y no vacunada) come o bebe algo contaminado por heces de una persona infectada
por ese virus. La enfermedad está estrechamente asociada a la falta de agua salubre, un saneamiento deficiente y una
mala higiene personal.
A diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica y rara vez es mortal,
pero puede causar síntomas debilitantes y hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que
se asocia a una alta mortalidad.
La hepatitis A se presenta esporádicamente y en epidemias en el mundo entero, y tiende a
reaparecer periódicamente. El virus de la hepatitis A es una de las causas más frecuentes de
infección de transmisión alimentaria.
Periodo de Incubación
El virus de la hepatitis A tiene un periodo de incubación que dura entre 14 y 28 días, por lo que los
síntomas no se presentan hasta que haya pasado este tiempo. Los síntomas de la enfermedad son comunes
a las formas de hepatitis A, B y C.

Formas de transmisión
El virus de la hepatitis A se encuentra en las heces (deposiciones) de las personas infectadas y
generalmente se contagia a por vía oral y fecal. La hepatitis A se puede contagiar a través de los alimentos
preparados o manipulados por una persona infectada que no se lava bien las manos.+

Síntomas
La hepatitis puede comenzar y mejorar rápidamente. También puede volverse una enfermedad prolongada. En algunos
casos, puede llevar a daño hepático, insuficiencia hepática, cirrosis o incluso cáncer de hígado.
Existen varios factores que deciden la gravedad de la afección. Estos incluyen la causa del daño hepático y cualquier
enfermedad que usted tenga. La hepatitis A, por ejemplo, a menudo es de corta duración y no conduce a problemas
hepáticos crónicos.
Los síntomas de la hepatitis incluyen:
Dolor o distensión en la zona abdominal
Orina turbia y deposiciones de color arcilla o pálidas
Fatiga
Fiebre baja
Picazón
Ictericia (coloración amarillenta de la piel o los ojos)
Falta de apetito
Náuseas y vómitos
Pérdida de peso

Medidas de prevención
Para reducir el riesgo de propagar o contraer el virus de la hepatitis A:
 Siempre lávese las manos cuidadosamente después de usar el baño y cuando entre en contacto con
sangre, heces u otros fluidos corporales de una persona infectada.
 Evite el agua y los alimentos impuros.

Hepatitis B
La hepatitis B es una infección hepática grave causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Para algunas personas, la
infección de la hepatitis B se vuelve crónica, lo que significa que dura más de seis meses. Tener hepatitis B crónica
aumenta el riesgo de contraer insuficiencia hepática, cáncer de hígado o cirrosis, enfermedad que causa cicatrices
permanentes en el hígado.
La mayoría de los adultos infectados con hepatitis B se recupera por completo, incluso si los signos y síntomas son
graves. Los bebés y niños son más propensos a contraer una infección crónica (duradera) de hepatitis B.
La vacuna puede prevenir la hepatitis B, pero no existe cura si ya padeces la enfermedad. Si estás infectado, tomar
ciertas precauciones puede prevenir el contagio del virus a otras personas.

Periodo de incubación
Si sabes que has estado expuesto a la hepatitis B, comunícate con el médico de inmediato. Un tratamiento preventivo
puede reducir el riesgo de infección si lo recibes dentro de las 24 horas posteriores a la exposición al virus.
Si crees que tienes signos y síntomas de hepatitis B, comunícate con el médico.
El período medio de incubación de la hepatitis B es de 75 días, pero puede oscilar entre 30 y 180 días. El virus, que se
puede detectar entre los 30 y los 60 días de la infección, persiste durante un período de tiempo variable.
Formas de transmisión
El virus de la hepatitis B está en la sangre y en menor medida, la saliva, el semen y otros fluidos corporales
de la persona infectada. Se contagia mediante el contacto directo con fluidos corporales infectados,
generalmente a través de un pinchazo de aguja o por contacto sexual.

Síntomas
Los signos y síntomas de la hepatitis B pueden oscilar entre leves y graves. Generalmente, aparecen de uno a cuatro
meses después de la infección, aunque es posible que los veas apenas dos semanas después de la infección. Es posible
que algunas personas, en general, los niños pequeños, no tengan síntomas.
Los signos y síntomas de la hepatitis B son:
Dolor abdominal
Orina oscura
Fiebre
Dolor articular
Pérdida de apetito
Náuseas y vómitos
Debilidad y fatiga
Pigmentación amarilla de la piel y la parte blanca del ojo (ictericia)

Prevención
En 1982 se desarrolló la vacuna contra la hepatitis B. Hoy por hoy es la principal vía para prevenir el contagio de la
hepatitis B. De hecho, las autoridades sanitarias recomiendan que se administre la vacuna a todos los recién nacidos en
las primeras 24 horas de vida.
Desde que se administra la vacuna se ha reducido el contagio a menos del 1 por ciento entre los niños vacunados.
La dosis inicial deberá ir seguida de dos o tres dosis para completar la serie primaria. La serie completa puede generar
unos niveles de protección superiores al 95 por ciento en lactantes, niños y adultos jóvenes. Esta protección dura por lo
menos 20 años y, en algunos casos, toda la vida
Los grupos de riesgo que deben administrarse la vacuna son:
Niños y adolescentes de menos de 18 años que no hayan sido vacunados con anterioridad.

Pacientes que necesitan transfusiones y receptores de trasplantes de órganos sólidos.

Personas que están en prisión.

Consumidores de drogas por vía parenteral.

Parejas y contactos familiares de pacientes con infección crónica por el virus de la hepatitis B.

Personas sexualmente promiscuas, así como el personal sanitario y otras personas que por su trabajo podrían estar
expuestas al contacto con sangre y productos sanguíneos.

Personas que no hayan completado la serie de vacunación contra la hepatitis B y prevean viajar a zonas en las que la
enfermedad es endémica.

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