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TEMA: Llamados al arrepentimiento

El tema que trataremos como ya se mencionaba “llamados al arrepentimiento”, quiero

plantearlo a la luz de los documentos de la Iglesia y a la luz de la Sagrada Escritura, por lo

que deseo que pueda ayudar a la formación y enriquecimiento. Iniciemos preguntándonos

¿Es para nosotros el arrepentimiento? O ¿de qué cosa debo yo de arrepentirme?

Por lo que partiremos de lo que expresa muy claramente el Concilio sobre el hombre

y su constitución misma:

El hombre, unitario en su dualidad de cuerpo y alma es, por su condición corporal,

una síntesis del universo material, de tal modo que los elementos encuentran en el su

plenitud y pueden alabar libremente a su Creador1; de ahí que no esté permitido al hombre

despreciar su propia vida corporal, sino que está obligado a considerar su cuerpo como

bueno y digno de honor, ya que ha sido creado por Dios y ha de resucitar el ultimo día. Sin

embargo, por la herida producida por el pecado, tiene que someterse a las rebeliones del

propio cuerpo. Reclama, por consiguiente, la dignidad del hombre que de gloria a Dios aun

en su propio cuerpo2 y que no le consienta vivir esclavo de las depravadas inclinaciones del

corazón3.

Respondiendo la primera pregunta que nos hemos realizado, ¿Es para nosotros el

arrepentimiento? A la luz del concilio podemos decir que en nuestra composición dual es

de cuerpo y alma por las cuales estamos en contacto con las referencias del mundo físico,

por medio de nuestro propio cuerpo que se pone en contacto con lo material, es decir, con

las cosos que podemos tocar, por lo que se convierte en nosotros motivo de acceso al

1
Dan. 3,57 - 90
2
1 Cor. 6, 13 - 20
3
C. V II. Constitución Dogmática Gaudium et spes 14.
pecado de lo que cada uno se tiene que arrepentir, pero nos podemos preguntar sobre esto:

¿Qué es para nosotros el pecado? Por lo que hay que hacer esta definición de pecado.

¿Qué es el pecado?: El Pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la ley de

Dios, que consiste en decir, hacer, pensar o desear algo contra los mandamientos de la Ley

de Dios o de la Iglesia, o faltar al cumplimiento del propio deber y a las obligaciones

particulares, estos se dividen en pecado venial los cuales podemos mencionar; perder el

tiempo, ser desordenado con tus cosa, perder la paciencia, mentir en cosas sin importancia

para quedar bien, usar un lenguaje grosero, hacer correr un chisme, y los capitales son la

clasificación que hace el cristianismo sobre los vicios en que pueden caer las personas

entre ellos están la avaricia, la soberbia, envidia, ira, lujuria, gula y la pereza; de los cuales

el hombre no está ausente de poder realizarlos o ejecutarlos

Ciertamente el hombre no se equivoca cuando se reconoce superior a las cosas

corporales y cuando se considera algo más, que una parte particular de la naturaleza o un

elemento anónimo de la ciudad humana. Con su capacidad de interiorización supera la

universalidad del cosmos y es capaz de tocar esas profundidades cuando mira a su corazón,

donde le espera Dios, que escruta los corazones4, y donde solo él puede decidir su propio

destino ante los ojos de Dios. Reconoce en sí mismo la presencia de un alma espiritual e

inmortal, no es víctima de un falaz espejismo, procedente solo de condiciones físicas y

sociales, sino que, en realidad, toca una verdad profundísima5.

Pero hoy en día el ser humano está acostumbrado a disculparse por ofensas que dice

que no los hará otra vez, pero las vuelve a hacer, vez tras vez. Puesto que el llamado al

4
1 Re. 16, 7; Jer. 17, 10
5
Ibiden
arrepentimiento es una necesidad absoluta en la proclamación del evangelio, tenemos que

tener una correcta comprensión de la naturaleza del arrepentimiento y su manifestación en

la conversión genuina. Los siguientes son ocho características esenciales de un verdadero

arrepentimiento bíblico:

 El cambio de la mente

 Dolor por el pecado

 Reconocimiento personal y confesión del pecado

 Alejamiento del pecado

 Renuncia a la justicia propia o buenas obras

 Volverse a Dios

 Obediencia práctica

 Una obra continua y profunda de arrepentimiento

Es imperativo que entendamos que estas características de un verdadero

arrepentimiento no aparecerán necesariamente en su forma más completa o más madura en

el momento de la conversión, pero seguirán creciendo y profundizando a través de la vida

del creyente. Sería terriblemente engañoso y destructivo sugerir que la verdadera

conversión requiere que una persona deba alcanzar una profundidad de arrepentimiento y

fe, que rara vez se ve en la vida del cristiano más maduro. Jesús mismo dijo que incluso la

fe de una semilla de mostaza es suficiente para mover montañas si es genuina.

En el momento de la conversión, la comprensión de la naturaleza atroz del pecado de

una persona puede ser pobre, pero será real. La profundidad de quebrantamiento de un
nuevo convertido puede ser leve en comparación con la del creyente maduro, pero con toda

seguridad, será genuino. La evidencia final de que el arrepentimiento y la fe de una persona

son la salvación será que tantas estas gracias seguirán creciendo y profundizándose en su

vida a través de la obra permanente de Dios de la santificación.

El espíritu de Dios regenera el corazón de una persona, y la verdad ilumina su mente

oscurecida. Entonces, como un ciego recibiendo vista o un soñador despertado de un sueño,

se le hace saber que toda su vida se ha regido por sus propias ilusiones y que ha estado

equivocado en todo. Por primera vez en su vida, él ve y reconoce lo que es verdad. Sus

pensamientos erróneos e incluso blasfemos sobre Dios son reemplazados por una

comprensión exacta aunque escasa del único Dios verdadero. Sus opiniones vanas de su

propia virtud y mérito son reemplazados por la conciencia de la depravación de su

naturaleza y la miseria absoluta de sus actos. Su arrogancia, confianza en sí mismo, y la

independencia son reemplazadas por la humildad genuina, la desconfianza de sí mismo, el

quebrantamiento por el pecado, y la dependencia de Dios, de quien busca el perdón. El

entonces, se aferra a la misericordia de Dios en la persona y obra de Jesucristo y se dispone

a hacer la voluntad de Dios. Por lo tanto, su mente ha sido cambiada y su vida

transformada. Él se ha arrepentido.

Pero ahora me regocijo, no de que son entristecidos, sino de que fuiste entristecido

para arrepentimiento; porque fuiste entristecido conforme a la voluntad de Dios, para que

no sufras pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a la voluntad

de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la

tristeza del mundo produce muerte. (2 Cor. 7: 9-10).


Aunque hay una “tristeza del mundo,” es decir sin la fe y que conduce a la muerte

como en el caso de Judas Iscariote, nunca debemos mirar negativamente a la tristeza según

Dios que acompaña a un arrepentimiento genuino y lleva a la vida (2 Cor. 7:10 ). Es el

testimonio de la Escritura que Dios estima altamente tal dolor. Él no lo despreciará a “un

corazón quebrantado y contrito” (Sal 51:17.), Sino más bien Él mira a la persona que es

“pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Isaías 66:2). Aunque Él habita

en un lugar alto y santo, Él también está con los humildes y contritos de espíritu para

revivirlos. Por lo que Jesús nos enseña en las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que

lloran, porque ellos serán consolados” (Mat. 5:4).

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