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Guía de clase
Culpabilidad:
Sólo es admisible el dolo directo. La reforma introducida por la ley 26.551 exige que el
sujeto activo obre con intención de deshonrar o desacreditar. Se exige el llamado animus
injuriandi. El sujeto activo debe querer ofender el honor de una persona física determinada.
Consumación: A pesar de que los verbos empleados parecen exigir como resultado la
deshonra o el descrédito, la injuria siempre ha sido considerada un delito formal, de pura
actividad, de peligro concreto. Se consuma cuando el ofendido (deshonra) o terceros (descrédito)
toman conocimiento de la ofensa, con prescindencia del resultado que la misma produzca.
Cuando el delito se da a distancia, a través de cualquier medio de comunicación, se
complica la determinación del lugar de comisión y, consecuentemente, la competencia territorial.
Tengamos en cuenta que la ofensa puede emitirse en un territorio y recibirse en otro. A su vez, el
lugar en el que el sujeto pasivo toma conocimiento de la ofensa, puede ser distinto de su
domicilio y del lugar donde aquella se difunde, causando o pudiendo causar el descrédito.
Pena: Multa de $ 1.500 a $ 20.000. Por tanto, el plazo de prescripción es de dos años (art.
62 inciso 5º del C.P. y el querellado puede provocar la extinción de la acción penal mediante la
reparación de los daños causados por el delito y el pago del máximo de la multa (art. 64 del
C.P.).
La pena prescribe en un término de dos años (art. 65 inciso 4º del C. P.) y puede ser
extinguida por el ofendido a través del perdón (art. 69 del C.P.).
La "exceptio veritatis":
Principio general: Como, en principio, toda imputación deshonrosa o desacreditante
constituye injuria, aunque fuere verdadera, no interesa la prueba de la verdad, salvo que nos
coloque frente a una causa de justificación o que se dé alguno de los dos supuestos excepcionales
del art. 111 del C.P. Estos son:
Inciso 1) La ley dice: Si el hecho atribuido a la persona ofendida, hubiere dado lugar a un
proceso penal. En realidad, si se atribuyera un “hecho” concreto, que hubiera dado lugar a un
proceso penal, estaríamos en el ámbito de la calumnia. Aquí la atribución debe ser más genérica.
Se trata de que la imputación aluda a un hecho que hubiese dado lugar a un proceso penal, no
interesa si ese proceso se encuentra en curso o concluido al momento de resolver sobre la
admisibilidad de la prueba ofrecida por el querellado por injurias. Por ejemplo, que el querellado
hubiere dicho del querellante que es un degenerado, y hubiese un proceso contra éste por
corrupción de menores; que lo hubiese tratado de ladrón, y hubiese un proceso penal en el que se
le endilgue un robo, hurto o peculado; o que le hubiere dicho corrupto, habiendo sido imputado
por algún delito contra la administración pública, como cohecho, exacción ilegal, negociación
incompatible, etc.
Inciso 2) que el querellante pidiera la prueba de la imputación que le fue dirigida.
Es una excusa absolutoria. Subsiste la responsabilidad civil.
Efecto: si el querellado prueba la verdad de su afirmación deberá ser absuelto.
Confluencia de figuras:
La calumnia absorbe la injuria. Ej: Es un ladrón. Él fue el que ayer robó en la escuela.
Cuando el mismo hecho delictivo es atribuido a distintas personas hay concurso real.
También cuando distintos delitos se atribuyen a una misma persona.
Diferencias con la Falsa denuncia (art. 245 C.P.). Denuncia calumniosa: se da cuando el
mismo hecho se adecua a los arts. 109 y 245 del C.P. Hay concurso ideal (art. 54 C.P.). Menor
penalidad de la calumnia. Importancia del tema respecto de la competencia.
Los medios de difusión tienen derecho a seguir las alternativas de una causa judicial que
interesa a la opinión pública.
El ejercicio responsable de este derecho impide al periodista emitir pre-juzgamientos,
adelantando opiniones o juicios de valor sobre puntos que no han sido objeto de resolución
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judicial. El periodista es responsable civilmente por los desaciertos en que incurre por su
imprudente apresuramiento.
El principio es que la prensa responde civilmente cuando hay un ejercicio imprudente del
derecho de informar.
En Campillay, la Corte da tres pautas para juzgar sobre la prudencia o imprudencia del
periodista en aquellas publicaciones que puedan afectar la reputación de las personas, dada la
frecuente imposibilidad práctica de verificar su exactitud.
Estas son: A) Propalar la información atribuyendo directamente su contenido a la
fuente pertinente.
B) Utilizar un tiempo de verbo potencial.
C) Dejar en reserva la identidad de los implicados en el hecho ilícito.
En el caso Triaca la Corte entendió que la demandada (Diarios y Noticias) no había
incurrido en falsedad al haber transcripto lo que la fuente había manifestado. No se hacía
aplicación de la doctrina de la real malicia porque ésta supone una información inexacta.
En el caso Granada (26/10/93) la Corte estableció que todo medio es responsable de la
falsedad sustancial de las noticias expuestas asertivamente y como propias que afecten la
reputación de una persona. Por ello, no asume tal responsabilidad cuando utiliza un tiempo de
verbo potencial, ya que faltaría el carácter asertivo mencionado; o cuando omite la identidad de
los implicados, puesto que estaría ausente la afectación señalada; o cuando atribuye sinceramente
la noticia a una fuente, dado que aquella dejaría de ser propia del medio.
El Dr. Boggiano dijo que el periódico como medio y el periodista como comunicador, no
responden por las noticias falsas cuando la calidad de la fuente los exonera de indagar la
veracidad de los hechos de la crónica y lo difundido se reduce a la reproducción exacta de la
noticia proporcionada. Y ello es así porque en esos casos no hay imprudencia, negligencia o
impericia que permita calificar como culpable la conducta de la demandada. En este caso,
también se dijo que la acción debió dirigirse contra quien emitió las expresiones atentatorias
contra el honor y no contra los medios de difusión que sólo las reprodujeron.
Revelación de datos personales falsos (art. 117 bis C.P. – Ley 25326):
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El artículo 117 bis del C.P. fue incorporado por artículo 32 de la Ley n° 25326 (B.O.
2/11/00), y dice:
“1°. (Inciso derogado por art. 14 de la Ley n° 26388, BO 25/06/08)
2°. La pena será de seis meses a tres años, al que proporcionara a un tercero a sabiendas
información falsa contenida en un archivo de datos personales.
3°. La escala penal se aumentará en la mitad del mínimo y del máximo, cuando del hecho
se derive perjuicio a alguna persona.
4°. Cuando el autor o responsable del ilícito sea funcionario público en ejercicio de sus
funciones, se le aplicará la accesoria de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos
por el doble del tiempo que el de la condena.”
Inicialmente se previeron dos figuras dolosas, una agravante por el resultado y una
inhabilitación accesoria para los funcionarios públicos. Pero la Ley 26388 (BO 25/06/08) derogó
el inciso 1°, que decía: “Será reprimido con la pena de prisión de un mes a dos años el que
insertara o hiciera insertar a sabiendas datos falsos en un archivo de datos personales”.
Actualmente la inserción ilegítima de datos en un archivo de datos personales se encuentra
prevista en el artículo 157 bis inciso 3º del C.P., en el capítulo de la Violación de secretos y de la
privacidad, dentro del Título 5 del Libro Segundo del C.P., Delitos contra la libertad.
Se encuentra vigente el resto de las figuras. El problema es que la derogación del inciso
primero no fue acompañada de una adaptación del resto de los incisos y, entonces, el primer
inciso actual lleva el número 2 y no especifica el tipo de pena aplicable (art. 5 C.P.). Ello hace
inaplicables los incisos 2º y 3º.
2° La pena será de seis meses a tres años, al que proporcionara a un tercero a sabiendas
información falsa contenida en un archivo de datos personales.
3° La escala penal se aumentará en la mitad del mínimo y del máximo, cuando del hecho se
derive perjuicio para alguna persona.
4° Cuando el autor o responsable del ilícito sea funcionario público en ejercicio de sus
funciones, se le aplicará la accesoria de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos por
el doble del tiempo que el de la condena.”
La importancia social de ciertos datos de las personas y el progreso de la informática han
provocado la formación de importantes bancos de datos de diversa índole que tienen por
finalidad suministrar la información asentada a quienes la soliciten. La inexactitud de dicha
información puede provocar la afectación ilegítima del honor de aquellas personas físicas o
jurídicas respecto de las cuales se informa.
La ley 25326 (B.O. 2/11/00) fue sancionada con el objeto de brindar una protección
integral de los datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios
técnicos de tratamiento de datos, ya sean públicos o privados (por ej: CODEME, VERAZ),
siempre que estén destinados a proporcionar informes.
Conforme al texto del artículo 1, esta protección tiende a garantizar el derecho al honor y a
la intimidad de las personas, así como también el acceso a la información que sobre ellas se
registre, de conformidad a lo que establece el artículo 43 tercer párrafo de la C. N. (“Hábeas data.
Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos
y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a
proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación,
confidencialidad o actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de
información periodística”).
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