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Fortificaciones Acanto-Libre PDF
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All content following this page was uploaded by Rafael Bolado del Castillo on 10 November 2014.
1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo trata acerca de las fortificaciones del siglo XX que se localizan en el territorio de la
Comunidad Autónoma de Cantabria. Se trata, básicamente, de construcciones y trabajos de
fortificación relacionados con dos períodos históricos concretos muy cercanos en el tiempo: la
Guerra Civil Española (1936-1939) y el primer Franquismo (década de 1940).
Figura 1. Mapa provisional con la localización de las estructuras defensivas de la Guerra Civil y el primer Franquismo en
Cantabria. Ha sido realizado a partir de los datos recogidos en varias publicaciones y de trabajos de campo llevados a cabo
por algunos de nosotros.
Inmediatamente después del fin de la Guerra Civil y mientras en Europa tenía lugar la II Guerra
Mundial, la España franquista, con estatus de “no beligerancia”, pero con indisimuladas
simpatías hacia el Eje, llevó a cabo un importante esfuerzo de fortificación de las fronteras con
Francia y Gibraltar, y de toda la costa, estas últimas en previsión de un eventual desembarco
aliado. Estas construcciones, que se vieron complementadas con el acantonamiento de tropas
con funciones de vigilancia, tampoco fueron utilizadas en combate, ya que la agresión externa
nunca se produjo y el desarrollo de los acontecimientos políticos y militares, en el marco de la
Guerra Fría, las convirtió en completamente innecesarias pocos años después.
La mayor parte de las fortificaciones fueron abandonadas al final de la Guerra Civil y ninguna
siguió en uso a partir de la década de 1950. Su destino hasta nuestros días fue el abandono, la
destrucción, la reutilización o el olvido. En ese tiempo algunas han desaparecido
completamente y otras se encuentran en un estado de ruina muy avanzada que las hace
prácticamente irrecuperables. Sin embargo, debido a su localización en zonas rurales y con
una orografía bastante complicada, muchas aún se conservan en condiciones aceptables,
aunque recientemente han comenzado a enfrentarse a un nuevo enemigo: la presión
urbanística.
El olvido generalizado de este tipo de fortificaciones en España ha sido una constante hasta las
últimas décadas, cuando desde diversos ámbitos han comenzado a ser tenidas en cuenta
como la parte del Patrimonio Histórico que son. Por el contrario, en el resto de Europa
occidental, el tratamiento de los restos de fortificaciones de las dos Guerras Mundiales ha sido
muy diferente ya desde hace muchos años, destacando los trabajos llevados a cabo en las
últimas décadas. Allí, algunas fortificaciones han sido objeto de excavaciones arqueológicas y
de puestas en valor. Las trincheras del frente occidental de la Gran Guerra, las fortificaciones
de la “Muralla Atlántica” alemana o el propio campo de prisioneros en el que tuvo lugar la fuga
que inspiró el largometraje La Gran Evasión, son algunos ejemplos significativos, aunque hay
muchos más. En los últimos años han tenido lugar numerosas iniciativas y actuaciones en
diferentes puntos de la geografía peninsular, relacionadas con la documentación, protección
y/o puesta en valor de restos materiales de la Guerra Civil Española. Desde excavaciones
arqueológicas a trabajos de documentación en campo, pasando por la reconstrucción y
musealización, todas ellas se enmarcan dentro de un proceso general de cambio de
mentalidad respecto a aquellos. Ese cambio, aunque tardío, está sirviendo para valorar este
tipo de estructuras y escenarios en su justa medida, exactamente igual a lo que viene siendo
norma habitual en todos los países desarrollados de nuestro entorno geográfico y cultural.
Publicaciones científicas como la de la actuación arqueológica desarrollada en el Cerro de La
Gavia y en el yacimiento de Casas de Murcia (Madrid) (Morín et alii, 2005) constituyen los hitos
principales de un proceso que podríamos decir que ha llegado a su punto culminante -y de no
retorno- con la publicación de un número monográfico de la revista Complutum dedicado a la
arqueología de la Guerra Civil Española (V.V.A.A., 2008).
El primer autor en incluir un fortín de la Guerra Civil como resto arqueológico fue Javier Marcos
Martínez, quien, en su libro sobre Montehano (Marcos, 1992), da a conocer la existencia de un
“búnker” y una trinchera excavada en la roca muy cerca de la fortificación medieval que se
levanta en la cima de esa eminencia, muy dominante sobre la desembocadura del Asón.
Además, tras analizar algunos grafitos, consiguió localizar y entrevistar a uno de los miembros
del batallón que levantó la fortificación.
Años después Manuel García Alonso (2001) publicó, como un apéndice introductorio a las
memorias de un soldado republicano en el Frente Norte, un estudio sobre algunos restos de
fortificaciones en varias zonas del Sur de Cantabria: Cervatos, El Escudo, Los Tornos, etc. Este
autor ha seguido tratando el tema de las fortificaciones de la Guerra Civil en otros trabajos,
como, por ejemplo, en la publicación de sus sondeos arqueológicos en el campamento romano
de campaña de El Cincho (García Alonso, 2003).
En 2004, las asociaciones C.A.E.A.P. y “Mortera Verde” elaboraron un catálogo de las
fortificaciones de la Sierra de Tolío o de La Picota (Piélagos) para la Consejería de Cultura. Ese
trabajo inédito, muy detallado, sirvió de base para un artículo (Montes et alii, 2004) en el que
las estructuras se dieron a conocer por primera vez de forma científica.
Figura 2. Localización de las estructuras que forman el conjunto de La Picota sobre ortofotografía (Fuente: DigitalGlobe 2010,
GeoEye 2010 y Cnes/Spot 2010).
Por su parte, el investigador Miguel Ángel Fraile López (2004) ha publicado la que, hasta la
fecha, es la obra más completa sobre este tema de las conocidas hasta la fecha. Su libro, La
Guerra Civil. Geografía y Arqueología del Frente Norte, es una pequeña monografía centrada
en los restos de las fortificaciones del frente Sur del territorio controlado por el Consejo
Interprovincial y las de las tropas sublevadas que se les enfrentaban. Se trata, básicamente, de
un catálogo muy detallado de las estructuras y de un pequeño análisis de su papel en las
operaciones militares desarrolladas en esa zona.
Otro autor que ha tratado el tema de las fortificaciones, desde un punto de vista completamente
diferente a los demás, es Fernando Obregón Goyarrola. En su serie de monografías (Obregón,
2004; 2005; 2007a y 2007b) acerca de la Guerra Civil en diferentes zonas de Cantabria, en las
que se sirve, principalmente, de la documentación oral, ha recogido numerosos testimonios de
personas que participaron en la construcción de ese tipo de estructuras. Esos relatos son del
máximo interés porque aportan información hasta ahora desconocida acerca de algunos
elementos ya conocidos y, además, nos indican la localización de otros cuya existencia no
había trascendido. Además, en alguno de sus libros también publica un plano con la
localización de algunas estructuras defensivas (Obregón, 2007b).
En el verano de 2007 uno de nosotros, José Ángel Hierro Gárate, presentó algunas
fortificaciones y conjuntos inéditos o muy poco conocidos hasta la fecha, en un ciclo de
conferencias sobre el Patrimonio Fortificado en Cantabria organizado por la Asociación
“Galvanes”.
3. LAS FORTIFICACIONES
Las estructuras militares construidas durante la Guerra Civil en Cantabria responden a varios
tipos y pueden englobarse en las siguientes categorías: fortines, trincheras, nidos de
ametralladoras y otros.
Figura 03. Interior, en forma de galería y con varias bocas de fuego, del fortín de Sámano.
Los fortines, por lo general, suelen ser estructuras de hormigón, semiexcavadas en el suelo o
en la roca, de planta rectangular alargada y varios metros de longitud. Presentan numerosas
bocas de fuego alineadas, la mayoría para fusil, aunque combinadas con algunas para
ametralladora. A diferencia de los nidos de ametralladoras, diseñados para ser ocupados por
una o, como mucho, dos personas, los fortines estaban pensados para albergar a un número
más elevado de soldados. Encontramos los mejores ejemplos de fortines en la Línea del Asón
y en el magnífico ejemplar de Sámano.
Las trincheras son los elementos más numerosos y se reparten por toda la geografía cántabra.
Se trata de largas zanjas excavadas en el suelo, generalmente en tierra, aunque también hay
ejemplos excavados en terrenos pedregosos e incluso en roca viva. Generalmente suelen tener
una planta sinuosa, en zig-zag, para evitar que, tanto los ametrallamientos desde uno de sus
flancos -especialmente los aéreos- como la metralla de las explosiones, hiciesen estragos entre
sus ocupantes. Hay algunos ejemplos rectilíneos, pero son los menos. Las trincheras pueden
aparecer de forma individual o formando parte de complejos mucho más grandes, en los que
también están presentes otro tipo de elementos, como túneles, refugios o pozos de tirador.
También, en ocasiones, los accesos a estructuras como nidos o fortines se realizan a través de
trincheras excavadas en el suelo.
Los nidos de ametralladoras, por su parte, pueden ser de dos tipos: muy similares a los “pozos
de tirador” y formados por un agujero excavado en el suelo con un pequeño parapeto; o
estructuras construidas más complejas.
Figura 04. Imagen de uno de los nidos de ametralladoras del conjunto de la Sierra de Tolío o de La Picota.
Estos últimos, generalmente de mampostería y/o hormigón y con cubierta abovedada, suelen
tener planta más o menos circular y presentar una o varias bocas de fuego abocinadas en sus
paramentos. Además, en algunos ejemplares puede observarse una “banqueta” de hormigón
colocada al pie de la boca de fuego principal y que serviría para apoyar en ella las patas o las
ruedas -dependiendo del modelo- de la ametralladora. Los ejemplos más numerosos de este
tipo de construcciones se encuentran el conjunto de “La Picota”, aunque los de la “Línea del
Asón”, de varios tipos diferentes, presentan una mayor calidad constructiva y un mejor diseño.
Además de estos tres tipos principales, hay que considerar la existencia de otras
construcciones, como los ya citados pozos de tirador, refugios y/o puestos de mando
excavados en la roca o “blocaos”, aunque quizá estos últimos podrían considerarse como un
tipo específico de fortín.
En este trabajo queremos destacar, a modo de ejemplo, algunos conjuntos que nos parecen
significativos, tanto por su ubicación como por la cantidad y calidad de las estructuras que los
conforman.
En primer lugar, es obligado hacer mención, necesariamente breve, pues la mayor parte ya ha
sido publicada con detalle (Montes et alii, 2004), a las estructuras de la Sierra de Tolío o de La
Picota (Piélagos). Se trata de un conjunto o “línea de defensa”, formado por 23 nidos de
ametralladoras y varios centenares de metros de trincheras, que pretendía hacer frente a un
eventual ataque desde el Oeste, bien mediante un desembarco en la playa de Liencres, bien
con un avance por tierra desde esa dirección, como realmente ocurrió en Agosto de 1937, y en
el que la orografía y las características del terreno jugaban un papel fundamental.
Todo esto por lo que respecta a las fortificaciones de la Guerra Civil. En cuanto a las de la
década de 1940, hay que precisar que todas se localizan en la costa, en previsión de un
desembarco como ya se comentó en la introducción.
Figura 08. Vista lateral de la casamata de artillería de costa de Los Pinares (Noja).
Su ubicación parece haber sido cuidadosamente estudiada y, a falta de una imagen completa
que vaya más allá de las evidencias dispersas que manejamos, parece responder a un plan de
defensa. Sirva como ejemplo que gran parte de los puertos o rías susceptibles de servir como
puntos de atraque de embarcaciones -Arenillas, Castro-Urdiales, etc.- cuentan con nidos de
ametralladoras desde los que podían ser vigilados y, en caso de necesidad, batidos fácilmente.
Por otra parte, las casamatas de artillería que contenían baterías de costa, están situadas en
puntos desde los que existe un magnífico campo de visión, como Cabo Mayor en Santander o
Los Pinares en Noja. Estos dos, aunque no los únicos -hemos localizado otras estructuras de
diferentes tipos en la zona de Ajo y tenemos noticias de la existencia de otras en el Cabo
Quintres o en Monte (Santander), por citar algunas- son los principales ejemplos de este tipo
de elementos defensivos. En el caso de Cabo Mayor, el conjunto está formado por una
casamata de artillería y dos plataformas, que parecen haber albergado piezas antiaéreas, que
la flanquean. Además, una trinchera que recorre parte de la cima acantilada sobre la que se
sitúan y dos grandes estancias excavadas en la roca, posibles santabárbaras o refugios, lo
completan. Estas dos últimas se encuentran en el más completo abandono y han servido como
lugar de habitación de indigentes y/o basurero desde hace décadas.
En el de Noja únicamente se conservan la casamata -sin duda el mejor ejemplo que existe en
Cantabria de este tipo de construcción- y elpolvorín/refugio subterráneo anexo, que, como en el
caso santanderino, se encuentra completamente abandonado y lleno de basura.
4 CONCLUSIÓN
Aunque consideramos que la declaración de BIC con la categoría de Zona Arqueológica para el
conjunto de fortificaciones de la Guerra Civil de la Sierra de Tolío ha supuesto un enorme paso
adelante, creemos que aún queda mucho trabajo por hacer. La mayor parte de las estructuras
defensivas de la Guerra Civil y el primer Franquismo que se localizan en Cantabria carecen,
hoy por hoy, de cualquier tipo de protección frente a las numerosas agresiones a las que están
expuestas. Por tanto, desde el Grupo Arqueológico ATTICA realizamos esta propuesta,
consistente en dos medidas y que también haremos llegar a las autoridades con competencias
en la materia:
- Por una parte, la realización de un inventario general de todas estas obras de fortificación,
que recoja su ubicación precisa, sus características principales y su estado de conservación; y
que garantice su protección jurídica. Este catálogo, como ocurre con los ya existentes de
Fortificaciones Históricas y de Ingenios Hidráulicos, deberá ser de obligada consulta para la
redacción de los Planes Generales de Ordenación Urbana o las Normas Subsidiarias de los
diferentes municipios de la Comunidad Autónoma.
En relación con el primer punto, en una conversación reciente, Roberto Ontañón -arqueólogo
del Servicio de Patrimonio- nos ha confirmado la intención de este órgano de incluir, en un
futuro no muy lejano, este tipo de fortificaciones en el Inventario General del Patrimonio
Cultural de Cantabria.
BIBLIOGRAFÍA
CAEAP y Asociación Cultural Mortera Verde, (2004): Catálogo de estructuras militares del
Monte Picota (1936-1943). Piélagos-Cantabria, Informe inédito depositado en el Servicio de
Patrimonio de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria
FRAILE LÓPEZ, M. A. (2004): La Guerra Civil. Geografía y Arqueología del Frente Norte,
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GARCÍA ALONSO, M. (2003): “El campamento romano de “El Cincho” (Campoo de Yuso):
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