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La versión de Palma[editar]
La primera versión sobre Catalina Huanca proviene de Ricardo Palma, quien en una de
sus tradiciones cuenta que era hija del curaca o cacique huanca Cristóbal Apu Alaya y que
nació en el pueblo de San Jerónimo de Tunán (cerca de la actual Huancayo), siendo su
padrino de bautizo el conquistador Francisco Pizarro. Este último gesto implicaba un
simbolismo: la alianza de los huancas con los invasores españoles, para enfrentar la
guerra de resistencia desatada por los incas (encabezados estos por Manco Inca). El dato
del bautizo nos indicaría que Catalina Huanca nació antes de 1541, año en que Pizarro fue
asesinado.
Continuando con la versión de Palma, Catalina heredó el cacicazgo a la muerte de su
padre y sumado a las inmensas propiedades y rentas que poseía, se convirtió en un
personaje opulento y con gran poder. Hacía frecuentes viajes a Lima, desplegando gran
pompa y cortejo. Era muy religiosa y caritativa. Donó los azulejos y maderas para la fábrica
de la iglesia y convento de San Francisco, cuyo valor se calculó en cien mil pesos
ensayados. Se dice también que, asociada al arzobispo Loayza y al obispo de la Plata
fray Domingo de Santo Tomás, edificó el convento de Santa Ana.
Fue también protectora de los indios y benefactora de los pobres, a los que socorría con
esplendidez. Falleció en los tiempos del virrey Marqués de Guadalcázar (1622-1629), con
cerca de noventa años de edad, y fue llorada por todos. El tradicionista finaliza relatando
las leyendas que circulaban sobre los tesoros que Catalina, al parecer, dejó ocultos en San
Jerónimo y otros lugares, los cuales explicarían la fortuna inagotable que desplegó en vida.