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La corta presentación que acaban de ver, sintetiza el trabajo de investigación enviado. Tal
como pudieron observar, la tesina dividida en tres capítulos, pretende analizar las garantías
(normativa, judicial y social) propuestas para proteger los derechos de la población en
desplazamiento, haciendo énfasis en la garantía judicial en donde se encuadra la figura del
‘estado de cosas inconstitucional’ implementada por la Corte Constitucional, a partir de las
acciones de tutelas interpuestas por miles de víctimas del desplazamiento forzado que
tienen el reconocimiento formal de sus derechos, pero no cuentan con los medios materiales
para su ejercicio. Este apunta a conocer si la forma en que se ha desarrollado esta garantía
judicial, ha permitido que se potencialice el valor transformador del derecho, contribuyendo
a la dinamización de la lucha social de los excluidos desplazados que buscan la
reivindicación de sus derechos.
Luego, en ese mismo capítulo se reseñan de forma general algunos de los procesos sociales
que se han dado en la lucha de las víctimas del desplazamiento por la reivindicación de sus
derechos, resaltando algunos casos como el de la Comunidad de Paz de Jiguameandó y
Curvaradó y el trabajo de los líderes sociales, así como el apoyo constante de
organizaciones no gubernamentales, defensores de derechos humanos, agencias
internacionales y la academia. También se explica la respuesta institucional dada por el
Desplazamiento forzado en Colombia: un estado de cosas inconstitucional
Estado a través de garantías normativas amplias que al traducirse en políticas públicas han
resultado insuficientes y han fracasado en su aplicación.
Primero, a pesar de las críticas que se han hecho a la Corte Constitucional por sus
actuaciones en el marco del ‘estado de cosas inconstitucional’, ninguna es lo
suficientemente fuerte para devaluar la figura que se ha propiciado en la garantía de
derechos. Tal como se explicó en la tesina, a todas y cada una de ellas se le puede dar una
respuesta, que está siempre dispuesta al debate, dependiendo la postura que cada cual tenga
sobre el rol del juez constitucional y su intervención en políticas públicas.
En todo caso, lo que no puede perderse de vista es el efecto, sin duda favorable, que ha
tenido la actuación de la Corte frente a los derechos de las personas en desplazamiento. Es
evidente que la garantía encarnada en la Sentencia T-025 de 2004 y sus autos de
seguimiento, junto con la participación decidida de la sociedad civil y de los órganos de
control, han reactivado el escenario de las garantías de los derechos fundamentales.
Segundo, en este proceso varios elementos positivos que pueden ser rescatados y aplicados
a otro tipo de procesos. Desde la teoría crítica de derechos humanos planteada en este
Desplazamiento forzado en Colombia: un estado de cosas inconstitucional
inconstitucional’, tal como se conoce. En definitiva, quedó demostrado que los actores
sociales deben presionar y participar directamente en la formulación y activación de las
garantías institucionales de los derechos, así como procurar mecanismos de autotutela de
los mismos.
En este caso, la garantía social ha jugado un papel fundamental. Pero debe fortalecerse,
para que además de complementar las garantías institucionales, establezca, como
contrapoderes democráticos, un sistema de frenos que sirva para controlar a los poderes
públicos y garantizar la efectividad de los derechos, tal como indica el autor. En este
sentido, se sugieren, sin ser muy exhaustivos que la garantía social en el caso bajo estudio
exige por lo menos cuatro cuestiones:
- Acción coordinada por parte de la sociedad civil.
- Vocería y representación directa de las víctimas del desplazamiento.
- Participación informada y oportuna de población desplazada.
- Apoyo de otros sectores de la sociedad que legitimen la lucha.