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El filósofo y educador español Carlos Goñi Zubieta, nos sugiere junto con su esposa
algunos puntos básicos para responder a la primer interrogante: ¿Por qué nuestros hijos
no obedecen? Te los comparto:
1 La autoridad no viene legitimada por quien la ejerce, sino por cómo la ejerce
Al respecto, el Dr. Goñi nos dice que -contrario a lo que desearíamos- se requiere algo
más que ser una figura de autoridad, para lograr hacerse obedecer.
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Pero, ¿cómo conseguir ejercer positivamente la autoridad? Para eso, necesitamos revisar
nuestro tipo de paternidad en el siguiente punto.
El gran escultor Miguel Ángel, modestamente, afirmaba que cuando creaba sus
maravillosas obras de arte, lo que hacía era solamente “quitar lo sobrante” a los grandes
bloques de mármol que utilizaba. Si conoces algunas de sus magníficas obras, te darás
cuenta de su gran talento, y de su gran humildad. Sin embargo, el ejemplo encaja
perfectamente en este punto y nos ilustra cómo debemos educar a nuestros hijos.
El término “educar”, proviene del latín y significa “sacar de dentro”, y según otros
expertos, también “guiar”. Nuestra misión como padres, debe ser un trabajo de
fondo. Debe ser un conocimiento, enamoramiento y comprensión del gran bloque de
mármol que es cada uno de nuestros hijos, y un proceso delicado de cincelado, que
logre poco a poco “quitar el sobrante” de lo que a nuestros hijos les impide mostrar su
gran belleza interior.
Retomando las recomendaciones del Doctor Goñi, él considera que existen cinco tipos
de padres: proteccionistas, desertores, permisivos, autoritarios y los padres con
autoridad.
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Los padres proteccionistas, no educan ni corrigen a sus hijos, porque no son capaces de
ver lo que les conviene (se confunden entre protegerlos y sobre protegerlos). Los padres
desertores, renuncian a educar a sus hijos, porque la labor les parece simplemente muy
complicada. Los padres permisivos, consideran que si “limitan” a sus hijos, los pueden
traumatizar o esclavizar. Los autoritarios, saben doblegar las conductas, pero
consiguen ser obedecidos a través de la imposición, y no del convencimiento. Por
último, los padres con autoridad, reconocen que hacerse obedecer es una labor de amor,
de servicio, para hacer crecer a sus hijos.
Saber mandar es un arte. Este arte, requiere -para empezar- una actitud positiva de los
padres frente a la educación. Para lograr esta actitud positiva, es preciso comprender los
beneficios de la sujeción de nuestros hijos a la autoridad:
¿Para qué necesitamos que nuestro hijo se “obedezca a sí mismo”? ¡Para que sea libre!,
para que pueda autodeterminarse. Para que frente a dos escenarios apetecibles, pueda
elegir el que mayor crecimiento le aporte.
Cuando los educamos para asumir la autoridad paterna, no solamente nos hacemos la
vida mas fácil, consiguiendo una relación civilizada y un buen comportamiento de
nuestro hijo; lo más importante es que le enseñamos a ir forjando su carácter.
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El doctor Goñi y su esposa, Pilar Guembe, nos brindan consejos muy prácticos que te
anoto a continuación:
Cariño y visión
El cariño no tiene por qué estar peleado con la autoridad. Especialmente, porque se
manda por el bien del hijo, no por ser un ogro monstruoso e iracundo. Es mucha más
rica la autoridad y la educación, cuando vamos enseñando a nuestros hijos a buscar
“portarse bien” para ser buenos, para ser mejores, -y mucho mejor-, para llegar al Cielo.
Claridad
Buscar que las órdenes sean concretas y claras. Además, procurar que tengan sentido y
que sean pocas, para que sean efectivas. No pretendas encasquetar a tu hijo un estilo de
vida casi militar desde el principio, comienza por lo mas urgente, lo que compromete su
seguridad, lo que tu pequeño necesita con mas urgencia. En vez de sugerir: “sé bueno”,
dile “cuando lleguemos a casa de la abuelita, procura no saltar ni pisar en el sillón
blanco”.
Coherencia
Procura vivir de acuerdo a lo que exiges a tus hijos. Manda lo que tú estés dispuesto a
hacer también, y lo que puedas supervisar.
Colaboración
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Conformidad
Es importante también que las órdenes vayan de la mano de la edad y estilo de vida de
nuestros hijos. No puedes pedirle a un niño de 3 años que barra su habitación, pero sí
puedes pedirle que junte sus juguetes.
Consideración
Las órdenes no se deben cumplir “porque sí”. Tu hijo es una persona, tiene derecho a
conocer el sentido y necesidad de la indicación que recibe. Obviamente, siempre de
acuerdo con su edad.
Constancia
Perseverar en las metas e indicaciones que damos a nuestros hijos les dará seguridad y
consistencia.
Conveniencia
Es distinto dar una orden a nuestros hijos cuando es tarde y han tenido un mal día, a
indicarles lo que deben hacer cuando se encuentran tranquilos y relajados. Asimismo, si
le solicitamos algo cuando se encuentra con un amigo, será más difícil lograr el
cumplimiento.
Convicción
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Unidad
Es importante estar de acuerdo los padres en lo que se pedirá a los hijos. De esta
manera, ninguno restará autoridad al otro y los hijos no tendrán una grieta de donde
escaparse para obedecer.