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EL MUNDEO DE LAS HADAS

E s muy difícil describir la apariencia de un hada. Ellas


viven en un mundo paralelo al nuestro y, según cuentan
algunas personas que dicen poder notar su presencia,
tenemos la certeza de que están en las cosas cotidianas
que nos suceden cuando dan una clave misteriosa en
nuestros oídos, como una melodía, como un murmullo.
Otra forma de percibirlas es cuando recibimos la fuerza
de un perfume que se apodera de nosotros, nos envuelve,
nos penetra como un halo de fragancia indescriptible.
Estas cualidades comunes al mundo angelical pueden
confundirnos y no saber discernir si estamos en la
presencia de un ángel o de un hada. Sólo cuando
percibimos sus formas podemos diferenciarlos, dado que
los primeros (todo ello, insisto, según algunas personas
que dicen estar dotadas de cualidades especiales) adoptan
formas leves pero con vestimentas más corpóreas.

En el caso de las hadas las visiones de sus ropajes tienen una


marcada diferencia: se presentan ataviadas y cubiertas por
gasas, muselinas, casi transparentes con colores traslúcidos
ocupando espacios fluidos y sus cuerpos gráciles son esbeltos
y femeninos con manos alargadas, pies pequeños, torso
estilizado, irisados cabellos que caen cubiertos por velos
transparentes; algunas de ellas tienen su cabeza cubierta por
un sombrero cónico muy parecido al de los magos y como
ellos también utilizan varas mágicas con las que producen
sus fenómenos.
Podemos creer en los ángeles y en las
hadas según nuestra capacidad de
aceptación; debido a lo sutil del tema,
cuando a una persona le hablan de
hadas, en realidad lo que piensa o
analiza es la respuesta automática y
mental de los cuentos de hadas.
¿Cuales son sus dominios? Por los
mitos recibidos a través de las historias
contadas a los niños, deducimos que un
mundo de amor. Muchas personas
desean creer fervientemente en la
existencia de las hadas; sobre todo los
seres más pequeños que tienen un
recuerdo especial de sus sueños.
Las hadas son seres dulces y traviesos.
Acostumbran a vivir en los bosques, los
ríos de aguas claras y cantarinas, las
montañas y en los valles. Pero no hay
que confundirlas con sus hermanas las
ninfas.
Las hadas son en su mayoría
femeninas, aunque también podemos
encontrar ejemplares del sexo
masculino, aunque en menor cantidad.
No hay que confundirlas con el resto de
los seres mágicos, del mismo modo que
es muy difícil que vivan cerca de las
ciudades ya que les molesta mucho el
ruido y la contaminación.

Estos seres viven para amar y


divertirse, uniéndose con la Naturaleza
que es quien les provee de alimento y
casi la mitad de su magia.
Les encantan las rosas, el tomillo y los
tréboles, y entre sus alimentos
favoritos se encuentra la miel , las
frutas dulces y la leche que les gusta
beber directamente de las ubres de las
vacas.

Dicen que las hadas son ángeles que no


pudieron volver al Reino de los Cielos.
Por ese motivo siempre están
dispuestas a ayudar al hombre, y es
muy frecuente verlas cerca de los
niños, ya que les gusta mucho jugar con
ellos.
También dicen que tan sólo ellos y los
puros de corazón pueden verlas.
Porque al ser puros como ellas,
conservan en su corazón, la dulzura y la
inocencia.

La creencia en hadas y otros seres

mágicos hunde sus raíces en la noche de los tiempos y el


recuerdo de esta creencia persiste en lo más profundo de
psique humana. En toda Europa, el pueblo, y en especial las
comunidades rurales, ha conservado una gran riqueza de
tradiciones relativas a estos seres que adoptan una gran
variedad de formas y que pueden ser buenos o malos,
perjudiciales o benéficos, pero a los que en cualquier caso
hay que tratarlos con gran prudencia, pues ofenderlos puede
ser muy peligroso. Para protegerse de ellos o para ganarse su
favor, hay muchos amuletos, gestos rituales, etc., en los que
el pueblo confiaba ciegamente.
Y es que la relación entre hadas y humanos es muy compleja
a menudo, de mutua dependencia y regida por unos
parámetros fuera de lo cotidiano, ya que el mundo de las
hadas tiene sus propias leyes, muy distintas de las nuestras.
Algunas de estas creencias son tan antiguas como la vida
misma: existen crónicas medievales de principios del siglo
XII en las que aparecen cuentos que son ejemplo de ellas, y
en algunos lugares de las Islas Británicas, el folklore relativo
a las hadas es de una riqueza impresionante y hasta cierto
punto sigue aún vivo.

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