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Viaje al Puerto
María de la Luz Soto

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Dirección editorial: M". Angélica Fuster

Ilustraciones y cubierta: Fernando Estades


Diagramación: MS. Gabriela de la Fuente
Diseño de cubierta: José Luis Grez
© María de la Luz Soto
© Ediciones sm Chile SA Seré feliz con todas y cada una
Pocuro 2087, Providencia, Santiago.
de las cosas que poseo y
ISBN 956-264-171-6
Depósito legal: N° 123.246
tomaré todas las oportunidades
Primera edición: diciembre de 2001, 3.000 ejemplares. ~ para ser mejor.

Impresión: Imprenta Salesianos S.A.


Bulnes 19, Santiago.

IMPRESO EN CHILE f PRINTED IN CHILE.

No está permitida la reproducción total o parcial de


este libro, ni su tratamiento informático, ni su
transmisión de ninguna forma o por cualquier medio,
ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por
registro u otros métodos, sin el permiso previo y
por escrito de los titulares del copyright.
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ANGRO SE acercó al María Elena, el
bote rojo y blanco que pertenecía a su abuelo,
de un salto estuvo dentro y comenzó a
levantar las redes que empapadas parecían
pesar más del doble.
Pancho tenía doce años y estaba
acostumbrado a la dura faena de pescador.
Se levantaba a las cuatro de la mañana y se
e. hacía a la mar junto a su abuelo; al viejo no
le gustaba salir de noche, decía que tenía
muchos años encima y que en una mala ~

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marea no podría hacer nada por salvar al
muchacho.
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El niño revisó la amarra de la pequeña pesca de ese día. Atravesando el pecho y la
embarcación como lo hacía cada tarde, echó espalda llevaba una cuerda ancha que
las redes en el sucio saco, las tiró fuera del terminaba en un bolso de cuero donde
bote y de un nuevo salto estuvo sobre la habían guardado los espineles que más tarde
crujiente madera del viejo muelle de la isla. prepararían para la pesca del día siguiente.
Se echó el saco a la espalda y empezó a subir Dos veces giró el abuelo la cabeza para
por el sendero que llevaba al poblado de una ver si divisaba a su nieto, Pancho era todo lo
veintena de casas donde vivía él y su abuelo. que tenía en este mundo.
La tarde estaba muy oscura y una fina Después de recorrer las dos primeras
llovizna mojaba su cara a pesar del gorro hileras de casas, el viejo Aníbal, se detuvo
negro con visera que Pancho jamás se sacaba. en una puerta entreabierta iluminada
Sinlevantarr-nucholacabezacamh1ólo tenuemente' por dos lámparas a gas colgadas
más rápido que pudo y pronto distinguió la en ambos extremos del cuarto, implemen-
figura inconfundible de su viejo abuelo, tado pobremente con una pequeña estan-
pantalones negros, un feo y raído chaquetón tería y un viejo y sucio mesón. Era el negocio
impermeable de color café, su gorro de lana de don Aureliano donde se podía adquirir
del mismo color y los pesados bototos que algunos alimentos.
parecían acentuar la cojera de su pie -Buenas Aureliano -dijo el viejo
izquierdo. dejando la caja en el suelo.
Un poco encorvado por el peso de los -Muy buenas Aníbal ¿Cómo estamos?
años, el anciano, que era bastante alto, pare- ¿Y el muchacho?
cía muy disminuido, con ambas manos -Pisándome los talones, replicó el
sujetaba.. la caja de madera que contenía la anciano.
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-Buen chiquillo ese Pancho.
-Que me dices a mí, si no fuera por él
yo ya no saldría él. la mar. Debe venir apenitas
con las redes, tetminó diciendo el abuelo.
-y -¿en que lo puedo servir don
Aníbal? -preguntó Aureliano.
-Dígame ¿le queda por ahí algún
pancito amasado de esos caseros?
-Algo queda todavía don, sólo tres,
agregó Aureliano sacando los panes del
canasto.
-Suficiente don Aureliano -dijo el
abuelo-. ydígame, ¿tendría usted una porción
de charqui? Al Pancho le gusta muchísimo
y agregue un paquete de tabaco, me estuve
fumando el olor de la' pipa toda la tarde.
-Aquí está tu nieto -anunció Aureliano-
¿quétalnrruchacho?
-Buenas don Aure -dijo el niño-.
Fríasa esta la noche pues, tengo los dedos
entumecidos-, mientras, juntando las nrranos
las acercaba a la boca para recibir el calor de
su aliento.

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-Eso es todo, vamos andando chiquillo. que se palpaba los bolsillos para encontrar
-Buenas noches don Aureliano, -dijo los fósforos.
el niño echándose al hombro el saco con las Pancho, vigila a esos ladronzuelos, agre-
redes que había puesto en la entrada de la gó, mientras encendía la lámpara a parafina.
tienda. Fuera, gritó el chiquillo entrando la caja
Abuelo y nieto caminaron en silencio y poniéndola sobre un piso y cubriéndola
hasta llegar a la casa. entera con una caja un poco más grande.
Dos puntos brillantes se movieron A pesar del mucho humo que salía del
acercándose y pronto Negro les saludó con vidrio de la lámpara, ésta iluminaba suficien-
dos ladridos cortos como era su costumbre. temente- como para distinguir el modesto
-Sale Negro, no te cruces gato travieso, mobiliario de la habitación.
vas a botarme animal ¡quita, quita!, decía Alrededor de la mesa se encontraban
Pancho riéndose. dos sillas muy rústicamente fabricadas en
El abuelo puso la caja sobre un hechiza madera de la zona. Al otro extremo, dos ca-
banca de troncos y empujó la puerta de la tres de fierro negro con un par de colchones
vivienda. de lana pura y unas cuantas mantas tejidas
Dos gatos plomizos y flacos aparecieron a telar en coloridos tonos conformaban las
como por encanto maullando y acercándose camas del nieto y del abuelo.
a la caja del pescado que olía maravillo- Sobre un piso hecho de cañas había un
samente para ellos. lavatorio enlozado con algunas saltaduras y
-Ya llegaron estos frescos, murmuró el un recipiente nuevecito puesto al lado para
abuelo, dirigiéndose a tientas hasta la mesa vaciar el agua sucia. Dos chuicos vestidos de
que se hallaba al centro del cuarto, a la vez mimbre contenían el agua limpia.

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Un antiguo, cable eléctrico forrado de -Buenazo pues abuelo -dijo el chiqui-
negro, sobrante de alguna instalación en otro llo muy contento como si ya sintiera el
lugar, colocado entre dos postes de alerce, calorcito de la sopa en su cuerpo.
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.sostenía la poca ropa que poseían los -No me demoraré nadita, agregó el
.' ", .habitantes de la casa. abuelo, tira las cucharas a la mesa y no le
Don Aníbal se acercó al tambor de aceite quites los ojos al cajón.
que un día fue de color verde y que les servía -No se preocupe abuelo, los gatos no
de fogón y removió las cenizas con el resto entrarán.
de palo que no se consumió entero; agregó Pancho se sentó a la mesa después de
dos o tres palos más, un poco de papel y le poner en ella el pan, el charqui y dos tazones
acerco un fósforo. Otro intento y una llama para la sopa. El abuelo trajo la ennegrecida
amarillenta apareció creciendo por momen- olla que Jenía hirviendo y le sirvió al niño la
tos y disminuyéndose enseguida por efecto humeante sopa.
del vientecillo que se colaba por entre las La luz amarillenta atraía a uno que otro
tablas de la pared. insecto nocturno que revoloteaban a su
El viejo puso la ennegrecida tetera al alrededor.
fuego y preguntó: Tres golpes secos en la puerta, don
r..
-¿Se siente el silbido de Juano? Aníbal se paró a abrir.
-Aún no abuelo, pero debe estar por -Amigo Aníbal -¿cómo estuvo la
llegar. faena?- dijo la voz chillona de [uano.
-Bien, preparemos un buen caldo de -Más o menos no más pues, egoísta se
cholgas y comeremos charqui con pan ha portado la mar, pero pase, pase, tenemos
amasado, ¿qué te parece hijo? una sopa hirviendo.

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-Mire, le diré que le voy a aceptar veremos, ya veremos, agregó, con su


porque usted es el primer pescador que acostumbrada carcajada.
visito, de modo que la carretilla allá afuera -Coma charqui, amigo [uano.
está vacía, de otra forma los gatos harían su -No, don Aníbal, tengo que irme, el
agosto, agregó [uano mostrando la barco pasará a las once y para esa hora tengo
desdentada boca en una sonora carcajada. que tener recogida toda la pesca para que se
Pancho se paró para dejarle la silla y la lleve. Yo le traigo la hoja de entrega
después de saludarlo fue a buscar el piso mañana como siempre. Buenas noches
poniendo el lavatorio en el suelo. amigo y muchas gracias.
Juano se quitó la bufanda tejida a mano -Buenas Juano, saludos a la familia,
y la puso sobre una de sus rodillas. dijo el abuelo, sin moverse de la silla.
El abuelo le sirvió un tazón de caldo y -Hasta'mañana -dijo Pancho, acompa-
Juano, tomando la cuchara, preguntó sí no ñándolo hasta la puerta, entrando luego con
tenían un poquito de picante. el saco con las redes que había quedado
-No, dijo Aníbal y como disculpán- afuera.
dose, agregó, pero sírvase pancito amasado. Negro aprovechó de entrar también y
Comieron mientras hablaban de la se instaló junto al fogón cerrando enseguida
pesca y de la familia de Juano que era los ojos. Pancho cerró la puerta y volvió a
bastante numerosa, tres hijas mujeres abrirla al escuchar los maullidos de los dos
seguidas de cuatro varones, uno de los cuales desteñidos felinos.
tenía apenas unos días. -¡¿Qué?!, ¿también quieren entrar?
-La patrona no quiere más familia,dijo Adentro, pues.
Juano -bueno que son hartos críos, ya El abuelo los miró entre indiferente y

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resignado porque sabía que se echarían a los abuelo se mezclaban con una tos seca y una
pies de su cama. Cada noche les regañaba, respiración entrecortada que le asustaban.
aunque cada vezmás reconocía que no se le Leyó seis páginas y se le empezaron a
entibiarían sus flacos huesos a no ser por el cerrar los ojos, aún no eran las nueve de la
calor de los dos plumones gatunos. noche, pero el día había sido muy ajetreado.
-¿Le sirvo su taza de hierbas abuelo? Pancho había ido a la escuela hasta quinto
-preguntó el niño-la tetera ya hirvió. año y luego la dejó para ayudar a su abuelo.
-Si hijo, por favor, ya sabes que el Sin embargo, había hecho un compromiso
charqui me produce mucha sed. Antes me con él, l~er todo lo que el abuelo pudiera
, echaba un buen vaso de vino, pero ahora ya conseguir. Cada noche Pancho cumplía su
no puedo beber, mi pobre estómago tal vez parte, al día,,,iguiente el abuelo le explicaría
sea lo más resentido de mi viejo organismo. lo que el niño no hubiese entendido o
Se acercó el viejo a la lámpara y comentó simplemente, escucharía lo que Pancho le
al niño: contase de lo aprendido.
!,i -Queda parafina para que leas un El muchacho cerró el libro y salió afuera
poco, así que no te acuestes antes de hacerlo, alejándose un poco para orinar. Casi todas
ya sabes que hicimos un trato. las viviendas cercanas aún tenían sus
-Lo sé abuelo y ese libro que me trajo el lámparas encendidas; a lo lejos la mar se veía
. nuevo capitán del barco es muy entretenido . como una gran mancha oscura; la noche
j:
l'

El abuelo tomó su taza de agua con estaba fría y no había luna.


hierbas y se fue a la cama. Al poco rato Volvió sobre sus pasos y cerró el postigo
Pancho le escuchó roncar, el muchacho se que protegía la pequeña ventana de cuatro
movió inquieto en la silla, los ronquidos del vidrios, fija, ya que el excesivo viento que a

19
diario soplaba en la isla no permitía abrirla.
Cerró la puerta amarrándola por dentro con
un par" de vueltas de un alambre que
-, atravesaba dos pequeños orificios hechos en
. la madera de la puerta y la pared de la
. entrada, .

. .P\_' LA MAÑANA siguiente, P


despertó d~ pronto como asustado por
claridad que se filtraba por las
rendijas que existían en la pared. Se
restregándose los ojos y al ver la cama
abuelo recorrió la habitación con la
como queriendo encontrarlo. En eso esta
cuando entró el viejo Aníbal con un cubo.
agua fresca, al ver al chico con esa cara
sorpresa se sonrió y 10 saludó como si na
especial ocurriera.
-Buenos días hijo -¿cómo te
tras hoy?
-Buenos días abuelo -respondió

20
entender lo que ocurría. Un buen tacho de café con leche y dos
r ¿qué hora es? huevos duros para cada uno fue el desayuno
de las ocho, contestó el
...............V.L que tomaron .
-Bien -dijo el abuelo- te diré lo que
Qué pasa?, ¿por qué no salimos a sucede, he decidido ir al Puerto.
. , ¿está usted enfermo? -¿Al Puerto?, interrumpió el niño sin
. que anoche me lo preguntarías poder creerlo.
.no arreglamos los espineles- respon- -Sí, al Puerto. Quiero hacer allí un par
de cosas que ya no deben esperar más. Lo
. verdad, tal vez fue el cansancio o prepararemos todo temprano y a la tarde,
. '.la visita de Juano, por eso yo lo olvidé. . cuando pase el barco carguero, nos embar-
, bueno, desayunemos pronto, caremos si háy lugar. y el abuelo continuó:
el anciano con su acostumbrado -¿ Te gusta la idea?
-Estoy muy contento -replicó el niño-
.' ~Si abuelo -respondió el chiquillo- me agregando, ha sido una gran sorpresa .
. y me visto enseguida. -Bien, dijo entonces el anciano, ordena
El abuelo encendió el fogón, mientras un poco tu ropa y prepara una muda para
. se lavaba. Vestido ya, salió a llevar, pues alojaremos por lo menos una
. . afuera el agua sucia del recipiente. La noche en la Isla Grande.
estaba nubosa y fría como casi siem- -Si, pues el barco llega sólo hasta la Isla
esa zona del país. Mirando al cielo Grande, dijo Pancho como eco de su abuelo.
sus pasos a la vivienda, convencí- -Mientras tanto yo iré a hablar con don
el día abriría, por lo menos, un poco. José Avendaño, tu maestro, necesito

1,
23 I
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¡:
conversarle ciertas cosas. Tú Pancho, prepara
comida para dejarles a estos brutos, al negro
y los dos plomos.
-No se preocupe abuelo, dijo Pancho
muy dispuesto.
En realidad 10 que le hubiese pedido lo
habría hecho igualmente feliz, tal era su
disposición.
y así fue, Pancho a sus deberes y el
abuelo partió en dirección a la casa del
profesor Avendaño. Desde la puerta Pancho
lo vio alejarse caminando lentamente como
si necesitara tiempo para pensar muy bien
lo que tenía que decir.
Pancho limpió un poco sus gruesos za-
patos, no hacía mucho que les había cam-
biado los cordones, le duraban poco, pues el
paso por tantísimo ojetillo los iba desgastan-
do. El bolsillo de su mejor pantalón estaba
algo descosido, pero eso Pancho no sabía
arreglarlo. Mirando su ropa el muchacho
suspiró y levantando las cejas se dijo en voz
baja: ¿por qué mamá tendría que morirse?
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'.!' El abuelo le había contado un par de cían todas las madres de la isla. El parto fue ,.

. . . como había sucedido, pero el niño normal, el niño saludable y robusto. La com-
pudo comprenderlo. plicación vino a los dos días, Estrella estaba
;:Estrella, su madre, era una joven de la muy afiebrada y rápidamente se sumió en
.. Según su abuelo, era muy alegre la inconsciencia; al tercer día murió sin al-
se le parecía mucho en su carácter. Se canzar a recibir ayuda médica alguna.
con Francisco, el único hijo del abuelo Yo creo que fue por haberse cortado las
a vivir con ellos en una casa que trenzas, había comentado el abuelo.
levantado al extremo norte de la isla. Al ser interrogado por Pancho l~ contó,
ba bien -decía el viejo- sólo que que unos días antes de que él naciera 'el tiem-
la falta de papas en la pequeña isla po estaba muy bueno y el sol alumbraba y
abundantes en su tierra natal. calentaba cO_qlonunca. Entonces una maña-
Pasamos tres años muy buenos -había na Estrella se'lavó el negro cabello que le caía
L~",,""LV el abuelo- y cuando Estrella quedó cubriéndole entera la espalda, si se lo solta-
a Pancho la alegría los unió aún ba, lo secó un poco al aire y lo peinó como
Como todas las mujeres de la isla, acostumbraba en dos gruesas y morenas
.""
.........
~- preparó toda la ropa para recibir a trenzas.
. . hijo. El abuelo clavó una buena cuna y se Estaba sentada en la banca -recordó el
......regaló. Era una chiquilla cariñosa y bien abuelo, tenía un delantal muy blanco ama-
. criada, había comentado una vez el viejo rrado a la cintura, yo estaba a poca distancia
'.Aníbal, refiriéndose a su madre. de ella- siguió con voz entrecortada el
Estrella fue atendida en su alumbra- anciano. De pronto tomó las tijeras que tema
.....
miento por dos mujeres vecinas como lo ha- a su lado y se cortó las trenzas que cayeron

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pesadamente sobre su falda. Estrella las miró
sonriente y les amarró a ambos extremos con
.. una cinta.
:.' ·"A mí me impresionó mucho lo que hizo,
'agregó- el-abuelo, aunque nunca supe muy
bienpor qué, y después tu madre las envol-
vió en un trozo de papel.
Pancho las había mirado muchas veces,
con cuidado abría el envoltorio café y se que-
daba mirándolas como si fuese siempre la
EN UNPAR DE horas el abuelo estu-
primera vez que las veía, parecía que algo
vo dé regreso, traía un pescado que colgaba
de la vida de ella le fuese traspasado al pasar
de un alambre enganchado en su boca
suavemente sus dedos sobre el pelo. Era lo
abierta y que goteaba un agua rojiza. Su bolso
único que el muchacho conservaba de su
madre. de cuero contenía pan, un poco de azúcar y
un par de cebollas.
-Todo lo tengo en orden abuelo" -dijo
Pancho al verlo.
-¡Bien!, jbíen muchacho! replicó el
anciano. Prepararé un buen caldillo y almor-
zaremos pronto, a la vez que ponía el pesca-
do sobre la mesa.
Pancho sacó del fogón la olla que
contenía la comida de los animales y la puso'

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el suelo mientras el abuelo buscaba en su Laniebla matinal había volado hasta las
un afilado cuchillo para limpiar el
',"L1\.:}'~0:7~.LL"" partes altas de la isla y a lo lejos se divisaba .." '
, o. Se quitó el chaquetón y la bufanda el mar quieto pero oscuro. La temperatura ¡,
r
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puso manos a la obra. del medio día estaba muy agradable
'

Negro, que había entrado tras el comparada con la que tenían a las cuatro de
ciano, pegó un aullido de ,dolor al la mañana cuando iban diariamente camino
. quemarse el hocico intentando probar su al muelle.
comida recién hecha. Don Aníbal entró a la casa y se dirigió
Elabuelo destripó el pescado y tiró todo al fogón, destapó la olla que humeaba y
. . para afuera, donde ya estaban esperándolo oliendo el oloroso contenido, comentó a
los dos gatos. Con rápidos movimientos picó .Pancho:
la cebolla y metió un par de veces las presas ' =-Estarrjos listos muchachos y huele
en agua limpia. En pocos minutos el caldo muy bien.
encebollado de pescado estaría hirviendo. -Ya lo creo abuelo y tengo mucha
Pancho recogiódos pares de medias que hambre, respondió el niño.
terna colgadas en la cabecera de su cama y -Vamos a comer enseguida entonces
las puso en la bolsa de saco harinero que pues, invitó el abuelo.
llevaría con sus cosas para el viaje. Y diciendo esto, alcanzó el cucharón de
, '. Don Aníbal encendió la pipa, pero en aluminio que colgaba en la pared, junto a
un par de chupadas la tos parecía ahogarlo coladores y otros utensilios propios de la
de modo que tuvo que apagarla. Salió al cocina y que poseían, escasamente, el viejo
patio para tomar un poco de aire fresco. y su nieto.
Pancho lo observó muy intranquilo. Dos platos hondos de loza barata

30 31 .¡
quedaron colmados del líquido hirviente costumbre en ellos mientras comían. Tal vez
donde nadaban trozos de cebollas y, como sería porque su comida diaria era siempre a
una isla al centro del plato, una presa de base de pescado lo que significaba poner
fresco pescado blanco. mucho cuidado al comerlo, por que en reali-
Sentados uno frente al otro, nieto y abuelo, dad don Aníbal y Pancho siempre tenían
devoraron en silencio cada uno de sus muchas cosas que decirse y comentar. Se te-
almuerzos. Limpio el plato, Pancho levantó nían y necesitaban uno al otro.
los ojos y ambos rieron como si el muchacho Pancho conocía a todos los muchachos
hubiese sido sorprendido en una travesura. vecinos naturalmente, pero como había de-
-¿Quieres más verdad? -preguntó el jado la escuela, ahora les veía muy de tarde
abuelo. en tarde, algunas pichangas de fútbol el día
-Sí pues señor, respondió Pancho, con . domingo ers'todo el contacto que tenía con
un gesto de alegría muy propio de él, esti- ellos. En general, los muchachos de las islas
rando un poco la boca y pestañeando repe- se hacen hombres muy jóvenes ya que las
tidas veces. pesadas faenas de sus padres los requieren
-Ahora mismo te sirvo, queda bastante con ellos muy pronto. Pancho conocía sólo
y debemos comerlo todo, ya que a la noche a un chico que se fue a vivir al Puerto con
no estaremos aquí, dijo el abuelo. unos parientes a fin de seguir la enseñanza
-y los animales tienen mucha comida media.
¿verdad?, agregó Pancho, sobándose las Don Aníbal, por su parte, sólo tenía co-
manos en presencia del nuevo plato llenito. nocidos y aunque se llevaba muy bien con todo
El abuelo también repitió su ración y el pueblo, jamás tuvo un amigo. Blanca su
volvieron al silencio que se había hecho una esposa partió de este mundo cuando Fran-

32 33
cisco tenía quince años y desde entonces el
viejo se convirtió en un solitario. Su hijo era
muy diferente a él y cada vez que podía se
iba a la Isla Grande a ver a parientes y ami-
gos. A Francisco no le gustaba la pesca,.pero
no había otra cosa que hacer; sólo ser pesca-
dor era todo el destino de los jóvenes de esa
isla y de todas las que estaban hacia el sur.
Francisco estaba siempre esperando la opor-
tunidad de trabajar en los barcos que reco-
rrían el archipiélago. Uno era el barco factoría
que se hallaba en alta mar a la altura de la.
isla del Gran Faro.
La otra posibilidad estaba en ocupar
algún puesto en los barcos correos de la
marina que visitaban las islas cada quince
días llevando con ellos auxilio médico y
policial.
Sin embargo, el sueño de Francisco era
construir su propio barco para hacer el reco-
rrido entre las islas llevando y trayendo carga
y animales y hasta algún pasajero si se daba
..Ja . ocasión.
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la puerta de la vivienda para sacudir las La bolsa puesta sobre la mesa perfuma-
ropas que se encontraban colgadas por largo ba el ambiente con una calidez más allá del
tiempo. Mientras tanto, Pancho ajetreaba de calor propio de la horneada. Aníbal puso los
un lado para otro haciendo lo suyo. Con dos tachos con café y Pancho sacó un pan
dificultad, el abuelo se subió sobre la cama y que tuvo que tirar varias veces hacia arriba
estirándose un poco alcanzó una pequeña
l
hasta poderlo tomar en la mano.
caja de metal que tenía escondida entre la -Qué chiquillo travieso -decía el abue-
viga madre y otro pie derecho del centro del lo mientras soplaba el trozo de pan que había
cuarto. Se sentó al borde de la cama y sepuso arrancado a un redondo amasado.
a contar el dinero que ahí tenía I guardado. .: A la~ seis en punto cerraron la casa y se
Con un gesto entre sorprendido y contento .:.. _despidieron de Negro encargándole que la
movió la cabeza con aprobación yse fitéfió . - cuidara bie!l' En realidad ..en e~e lugar ~o
el dinero en el bolsillo del pantalón. Luego -- había peligro alguno ¿Que vecino querna
revisó las hojas de entrega que [uano le traía - hacerle daño a otro vecino cuando allí todos
a diario y que podría cobrar si quería en la se necesitaban tanto?
Isla Grande o en las oficinas que el barco Recientemente un fuerte temporal había
factoría tenía en el Puerto. azotado la isla por varios días. El viento
A las cinco de la tarde prepararon un arreciaba sin contemplación a las pobres
poco de café y comieron pan amasado viviendas; las tejuelas de alerce de algunas
calientito que Pancho había ido a buscar techumbres cedieron a la intensa lluvia. Las
donde doña Carmen que amasaba todas las familias más afectadas se refugiaron en las
tardes y que vivía tres casas más allá de la casas vecinas y la población más cercana se
de ellos. organizó para que la comida no le faltara a

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nadie, ya que estuvieron casi doce días sin desde lejos les saludaba levantando el brazo
poder salir a pescar. El barro se fue haciendo con un papel blanco en la mano moviéndolo
cada vez más profundo y no apareció barco como si fuese un pañuelo.
alguno por allí en mucho tiempo. Era sabido -¡Amigo Aníbal, su papeleta!, gritaba
que no vendrían, pues el mar golpeaba de Juana.
tal forma que la amenaza de naufragio era -Gracias Juana -respondió el abuelo
inminente. cuando estuvieron lo suficientemente cerca-
-Vamos pues -dijo el abuelo. Andando aprovecharé de cobrarla. Pancho y yo vamos
muchacho. al Puerto.
A Pancho le pareció que su abuelo esta- _. No me diga ¿y cómo no me comentó
ba contento. Nunca se quejaba de nada, pero nada ayer pues don?
tal vez la idea de salir un poco de la isla le -Así soy yo, dijo el viejo, nada de anti-
entusiasmaba. ciparme, primero hay que ver si uno ama-
Pancho había estado una vez en su vida nece vivo.
en el Puerto, pero por más que hacía esfuer- -Así es señor" así no más es, dijo [uano
zos por recordar lo que entonces había visto, alejándose. Dio dos o tres pasos y se volvió,
sólo conseguía ver las casas de varios pisos para gritarles:
de la ciudad y muchos barcos enormes en el -¡Buen viaje y buen retorno!
muelle. De la Isla Grande recordaba haber -Así sea, contestaron nieto y abuelo al
visitado algunos parientes, que por allá mismo tiempo y continuaron su camino.
habían muchos niños y que las viviendas

roi
eran iguales alas de su poblado isleño.
el camino encontraron a Juano que

40 41
LLEGARON AL MUELLE cuando ya
había oscurecido, y algunas estrellas empe-
zaban a diJisarse entre las nubes que aún
no despejaba el cielo.
-Parece que nos tocará linda noche,
comentó el abuelo. .
-Sí, estrellada, pero condenada de fría
-replicó Pancho- que sabía muy bien que la
belleza del cielo estrellado significaba muy
bajas temperaturas.
En la oscuridad de la noche divisaron a
dos personas bajando por el sendero. Tal vez
eran pasajeros que esperaban poder subir al
carguero q11epasaría como a las ocho. '.. .... ~....

43

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-Se respira bien, rezongó el viejo, como revisó las amarras y volvió a sus
si el aire no le fuese concedido siempre. mientos encaminándose al muelle.
Pancho caminó por la pedregosa playa La inconfundible sirena del carguero .
levantando la cabeza cada cierto rato para sacó de su ensimismamiento con alegría.
ver si divisaba venir el barco. lo lejos se adivinaban las dos luces que
Los caminantes del sendero se acercaron encendidas el carguero, una alta en la
saludando, eran don Manuel Bustos y don otra en la punta de la popa. Cuando a
Pedro Albacete vecinos del lado este de la prendería las luces de la cabina. Dos
isla. Durante el tiempo que tardó en venir el más sonó la sirena y el barco estuvo junto
carguero cada uno de ellos comentó con el muelle. Había recorrido cinco islas antes
viejo Aníballa razón de su viaje. Uno iba a llegar hasta allí y venía muy cargado.
comprar alimento que le ofrecían a buen -¿Cuántos suben?, gritó el ayudan
precio unos familiares y el otro por materia- del capitán.
les para acondicionar algo su vivienda. -Cuatro-gritó donManuel-tres
El chiquillo chuteaba las piedras bres y un niño.
mojadas con las manos en los bolsillos -iBien! No podría tampoco subir ni
mientras sus pensamientos divagaban a su cristiano más, dijo el navegante, sal
gusto. sobre el muelle y enrollando en una
Seis años hacÍa que no salía de la isla; maniobra un grueso cordel al poste
quizás el Puerto estuviese muy cambiado. de la orilla.
Pancho se acercó al María Elena que se Al primer acercamiento don Manuel
encontraba bien amarrado a un poste sobre pó de un salto, volviéndose enseguida para
la pedregosa playa.algo retirado de la orilla, dar la mano al siguiente. Pancho, sostenido'

44
firmemente por las manos de su abuelo, su-
bió sin ninguna dificultad. Otro acercamien-
to y Albacete ayudó al abuelo a subir y en .1

un ágil movimiento trepó él también. El bar-


co se movió como alejándose por el oleaje
retomando enseguida y golpeando con sua-
vidad el muelle de madera.
El navegante subió llevando con él la
amarra.
-Estamos listos -gritó con la mano en
.. la boca formando una bocina.
_ .....
El ruido del motor sonó diferente por . \.
''''__~/ "
.(
efecto del cambio de marcha. El carguero se
quejó un poco rechinando y emprendió la
r. .navegación lentamente como resignado a su

.destino.
\.
Todo el barco despedía el tibio y familiar
)
de la modesta vivienda de Aníbal y
; era una mezcla de cholgas secas,
1
'.humedad y leña quemada, además del no
r
agradable, pero igualmente conocido,
,_ de la piel de las ovejas y vacas, como de
a propios guanos.
o
El metraje del pequeño barco estaba to- El abuelo se acercó al grupo de hombres
talmente ocupado, dos vacas gordas amarra- y Pancho se quedó cerca de la jaula con
das del cuello a los fierros del puente, se gallinas que se movieron revolviéndose entre
mecían somnolientas al ritmo del mar; ocho sí y volviéndose a echar sobre sus patas
ovejas arrinconadas en la popa se empujaban entrecerrando los ojos como si quisieran que
inquietas unas a otras; dos jaulas con gallinas las dejasen dormir.
puestas una sobre otra ocupaban un espacio El viaje duraría toda la noche de manera
rectangular en el centro de la proa, varias que era mejor tener disposición y buen
cajas conteniendo tiras de cholgas y navajue- ánimo. Más tarde los hombres destaparon
las se apilaban en los bordes; otro tanto ocu- una botella con agua ardiente y un vaso fue
rría con los paquetes de algas y sacos con pasando de mano en mano. Era su forma de
productos que los pasajeros llevaban al pasar el frío...-yhacer las horas más cortas.
Puerto para vender. Pancho miraba la noche que caía oscura
Unos hombres sentados en el suelo -sin ser negra- pintada de algunos lunares
fumaban y conversaban animadamente brillantes que eran escasos por cierto. El
cuando nuestros isleños subieron. Todos se oleaje se fue ondulando y el chiquillo
saludaron, pues nadie era un desconocido necesitó afirmarse fuertemente a la borda.
en esos alrededores, Tres mujeres viajaban -Muchacho -gritó el abuelo- entra a la
en la cabina que tenía cuatro hileras de cabina, parece que tendremos movimiento. ..
asientos de madera. Una de ellas llevaba un -No, abuelo, prefiero quedarme aquí .•
niño pequeño en sus brazos al que arropaba un rato -respondió Pancho como si le .
constantemente con una frazada, pues el avergonzara la idea de viajar donde iban las
chiquillo no dejaba de toser. mUJeres.

48 49
.
Durante más de una hora no hubo enderezó y como sacando fuerzas de la ilu-
cambio alguno en la navegación. Más o sión del viaje, saliendo de debajo del bote,
menos a media noche empezó a caer una se animó a sacar del bolso un pan y se dis-
persistente llovizna que obligó a los hombres puso a comerlo. Algunas aves sobrevolaron
a cubrirse con una lona que traía el barco la nave como queriendo darle la bienvenida.
para esos efectos. Pancho se refugió debajo El grupo de hombres parecía dormir
de uno de los botes salvavidas de los tres que .'~. aún bajo la lona. Cansados y algo bebidos,
llevaba el carguero. habían capeado un poco el fríoy la lluvia.
-Siete cambios tiene la noche, La sirena los despertó a todos, menos al
. murmuró Pancho, con el deseo que la lluvia pequeñín, que calientito en los brazos de su
.. pasara mientras, encogido, trataba de madre, había descansado bien.
cobijarse. ."
Con el at:ercamiento, la Isla iba crecien-
. -'-~.

Afirmándose con dificultad llegó hasta ~~.


do y Pancho pudo darse cuenta enseguida
él don Aníbal. que allí había mucho más que veinte casas.
-Aquí tienes la manta -dijo, abrígate El carguero atracó sin ninguna dificul-
bien. tad. Poco a poco los hombres y las mujeres
-y usted abuelo ¿tiene a mano la suya? fueron bajando, luego los bultos, cajas y sacos
preguntó, a su vez, el muchacho. se fueron amontonando en el muelle
-Sí hijo, la tengo, trata de dormir un construido de material sólido, que era por
poco, agregó el viejo volviéndose al grupo. lo menos cuatro veces más largo y ancho que
Al amanecer las pocas luces de la Isla el de su pequeña isla, según calculaba Pan-
Grande se podían divisar. cho. Con lentitud descargarían a los anima-
Entumecido, Pancho tiritaba pero se les, labor que requería de tiempo y cuidado.

50 51
El viejo y el niño tomaron sus bolsas y, nuó el abuelo, algo parecido al encendido de I
apat
despidiéndose, se alejaron por la primera un motor. Te lo explicaré mejor cuando veas
calle que enfrentaba el muelle. la instalación. Esos son los cables, ¿recuerdas dolE
Pancho miraba para atrás constante- el libro de experimentos que leímos?
mente como si quisiera guardar en su me- En eso iban cuando se abrió la puerta. del
moria la escena que se vivía allá abajo. Una mujer flaca y ojerosa apareció en ella. allí
Caminaron largo rato. Empezaba a ama- -Pero si es don Aníbal, dijo la mujer. ..fan
necer y luego de recorrer algunas cuadras, Pase, pase usted. . ·se 1
llegaron ante la fachada de una casa de dos :-¿ Y.no me diga que éste es Panchito?
pisos que tenía una ampolleta colgando so- agregó sorprendida.
bre la puerta. -El mismo -dijo el abuelo, empujando
-Aquí es, dijo el abuelo. La casa es de al chiquillo '1laciaadentro a la vez que le esti-
tu abuela materna, doña Gracia, así se llama, raba la mano a la Rosa, única tía de Pancho,
ya sabes. hermana de su difunta madre.
Dos golpes en la madera y enseguida -Saluda pues niño, dijo el abuelo, qui- cíe
se sintió ruido al interior. tándole la gorra al muchacho. mi
Se prendió la luz de la ampolleta y Pan- -¿ Cómo está señora?, dijo Pancho.
cho abrió los ojos sin poder creerlo. -Mamá, venga, no sabe la sorpresa que
-Aquí tienen luz eléctrica chiquillo, le se va a llevar.
explicó el abuelo. La casa era espaciosa y estaba caliente,
Sorprendido a tal extremo estaba Pan- se veía que allí al fogón estaba prendido toda
cho, que se quedó callado. ,.
. :.~. la noche. Pancho y el abuelo tenían muchí-
-~uf:lGi<?~a con un interruptor, con ti- simo frío .
.~,. ...
" - . ".

; \

52 '0 ::".1 •
53
El niño miraba hacia arriba sin poder -Perdone don, pero por ver al niño ni
e
s
apartar los ojos de la ampolleta. siquiera lo he saludado a usted, pero
-Por aquí don Aníbal, dijo Rosa, abrién- siéntese, por favor, dijo doña Gracia;
s
doles paso hacia la cocina. c.
'!-
estirando su mano y recibiendo elrespetuoso
Como es propio de esa zona, la mesa apretón de mano de don Aníbal.
del comedor se encontraba en la cocina y Doña Gracia tendría alrededor de
allí pasaban todos los miembros de la ..... ', cincuenta y cinco años, sin embargo parecía
familia cuando estaban en la casa. Pancho bastante mayor, muy canosa, bajita y
? se había equivocado, aquí no había fogón, regordeta, había luchado a pareja con su
en su lugar se encontraba una gran cocina esposo para sacar adelante a su familia. De
)
a leña con cuatro platos y un tubo que hecho, tanto la Estrella como la Rosa habían
sacaba afuera el humo. La tetera de cinco recibido todé la enseñanza escolar.
litros hervía prometiendo una buena taza Después de su viudez quedó sola con
I
de café caliente. Rosa que ya parecía que vestiría santos,
Doña Gracia apareció jubilosa y emo- aunque recién iba por los veintiocho años,
cionada, se acercó al niño y lo abrazó tierna- pero, era tan quitada de bulla que era muy
mente. Pancho, que no estaba acostumbrado difícil que consiguiera novio.
a este tipo de manifestaciones, no sabía si Doña Gracia poseía unos terrenos de
esquivarla o quedarse quieto, algo confuso varias cuadras que había alquilado bastante
recibió la caricia que la abuela le hacía en la bien a una firma extranjera que se interesó
cara, mientras decía: por instalar en el país una fábrica de harina
-Eres muy parecido a mi Estrella, sí, de pescado.
muy parecido. -Les serviré desayunito enseguida

54 55
¡Cómo vendrán de entumecidos!, dijo Rosa, Las tazas de café humeante, puestas
agregando atropelladamente: ¿y qué?, ¿cómo sobre un mantel muy blanco, invitaron a
se portó el mar? A mí no me den esos todos a volver a la realidad. Unos pancitos
viajecitos -siguió diciendo con un simpático calientes con mantequilla y el queso fresco
mohín, que le gustó mucho a Pancho. hecho en casa completaban el esperado
La mirada del niño iba de una mujer a desayuno. ..
otra tratando de adivinar entre ambas la -Quisiéramos lavamos un poco, dijo
figura de su madre. El abuelo había dicho el viejo Aníbal al ver la mesa lista. A su vez
que no era muy alta, entonces en eso se Pancho recordó la necesidad que tenía de ir
parecía a la abuela; pero los ojos oscuros y al baño."'-""
sonrientes debieron ser como los de la tía _" Pero, claro, no faltaba más, dijo la
Rosa. doña. Adelante, pasen por favor.
Sin darse cuenta, Pancho parecía Al fondo del pasillo, algo estrecho, es-
haberse esfumado de la realidad, creando un taba el cuarto de baño. Pancho lo encontró
ser vivo como quien plasma una figura en el parecido a uno que había visto en una revis-
papel. Al poco rato su imaginación había ta, aunque estos artefactos eran más modes-
conformado casi por completo a la descono- tos, funcionaban perfectamente.
cida que había sido su madre. -Abuelo, ¿mi madre era rica?, pregun-
Doña Gracia tampoco dejaba de mirar- tó el niño.
lo, logrando otros tantos descubrimientos -No Pancho, lo que tú ves es corriente
en el rostro de Pancho, mientras seguía a en las ciudades. Don Alejo, tu abuelo, pudo
medias la conversación entre Rosa y don adquirir estos bienes y comodidades porque
Aníbal. trabajó duro y nunca le fallaron las fuerzas.

56 57
en la Isla Grande las oportunidades
conseguir buenas faenas han sido siempre
más que las nuestras.
-Viven bien ¿verdad? -insistió el chi-

-Sí, así parece hijo, respondió el abuelo,


su mano por la cabeza de Pancho
un poco su rebelde cabellera.
Vueltos a la cocina, bien sentado, Pan-
disfrutó su desayuno. Mientras lo hacía
.........
,.......
la la habitación con la mirada como era
costumbre. Así descubrió dos ventanas
unas cortinas tejidas muy blancas, un
estante, que llamaban aparador, conté-
innumerables tazas, platos, vasos, jarros
. quizás cuantas cosas que no se veían detrás
dos puertas en la parte de abajo cuyas
llaves estaban puestas.
-Mermelada, Rosa, trae mermelada
para el niño, seguro que va a gustarle.
Claro que le gustó y mucho, era mer-
'melada de frutilla y jamás Pancho la había
. probado. Nunca recordó bien si fueron tres
'~:',-.

o cuatro las tazas de café con leche que se


tomó, pero'cuando se paró parecía que había Ropa, se dijo asimismo Pancho,
engordado varios kilos. falta que me hace.
Pancho comió mientras las mujeres lo -Bueno; doña, dijo el abuelo a .
miraban satisfechas y felices. Don Aníbal que se paraba, yo me acercaré a lo de ~4''''""
también se sirvió lo suyo y durante un par Leiva para saludar a mi viejo compadre.
de horas estuvieron alrededor de la mesa. -Mire don, yo alguna vez he visto a
-Espero que usted y el niño se queden don Leiva, siempre me ha preguntado si sa •.
unos días con nosotros don AruDal,dijo Doña bemos algo de usted. .,',
Gracia. +-Estaré allí un rato, le gusta recordar'
-No, no señora, nos quedaremos sólo viejos tiempos, bueno ya es el único que nos
hasta que vuelva alguno de los barcos, tal va quedando, recuerdos. .
vez un día o dos. ~} -Queje parece si deja al niño, así no-,.
-Mire pues don, nosotros tenemos sotras aprovecharemos de probarle la ropita. '.•
guardado un paquete con ropita para el niño,
pero como ha pasado tantísimo tiempo y al ,l Pancho miraba a cada uno de los inter-
locutores apenas pestañeando.
ver 10 grande que está, se me hace que quizás
le ande chica, comentó la señora en su típico
lenguaje, tan propio de la gente de esos
australes lugares.
f~I hijo?
-Si él quiere, está bien pues ¿qué dices '•.

Pancho dudó un momento, pero al ver.


las caras de súplica de su tía y de su abuela, ;
Un paquete pensó el abuelo, en doce j decidió quedarse.
años han mandado un solo paquete y el otro
i Pasaré a'cobrar mis papeletas de entrega ..'
estuvo aquí esperando, vaya, vaya.
.,~
'j:~
:.'~¿~
y de paso veré cuando tenemos barco para
regresar.

60
.•.~ ... 61
-"'--si:;i!W!.:ttAI!I!II. t:'lii!!IIÚpt"".J. ~:.. ..;....'.""'"' .... '""l!
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~_~_....- __ .._~_
._.....
.
-Entonces don, ¿lo esperamos para el tanto desilusionada. ¡Le hubiese gustado
almuerzo?, preguntó Rosa. tanto vestirlo!
-No, no señora por favor, a mí me gus- -Ven por aquí, en mi habitación podrás
ta caminar con libertad, no se preocupe. cambiarte, dijo Rosa, señalando la primera
El abuelo salió y enseguida como si tu- puerta por el pasillo.
vieran un juguete nuevo la abuela apuró a Ledejaron toda la vestimenta, advirtién-
la Rosa a traer el paquete de la ropa. Llegó la .dole que vendrían a ver como le quedaba.
tía con el pedido y fueron saliendo del en- pancho se sentó en una de las dos camas
voltorio camisetas, calzoncillos, calcetines, que cubiertas por colchas blancas tejidas en
tres pantalones, tres chalecos y dos camisas. "pítilla, parecían relucientes, un velador las
Rosa se acercó a Pancho y le quitó el separaba, sobre él una pequeña lámpara y
viejo chaquetón azul. Cuando siguió con ,el un marco r:qetálico con una foto. Bajo la
.' chaleco, Pancho reaccionó preguntando: ventana habla una cómoda de tres cajones y
-¿Me va a sacar la ropa señorar .. en la pared cercana a la puerta un gran
-Sí, claro -dijo Rosa- agregando, y no ropero de tres cuerpos, con una luna de
....... llames señora, recuerda que 'soy ..tu tía espejo en la puerta del medio. Dos choapinos
,Rosa. tejidos en lana natural de color negro, con
-La ropa me la saco solo, dijo el mu- tosas rojas en el centro, estaban colocados
algo molesto. como bajadas de cama. Dos grandes cojines
-Está bien, nosotras solamente quere- en cada cama destacaban por sus vuelos
probarte la ropa nueva. bordados.
-Yo lo haré solo, insistió Pancho. Después del recorrido por la habitación,
-Déjale entonces -díjo la abuela- un Pancho volvió sus ojos al velador y tomó la

63
fotografía: dos jovencitas sonrientes tenían o echarse a llorar. A Pancho le había hecho
sus cabezas muy juntas; en realidad no se mucha ilusión la ropa nueva; en verdad rara
parecían entre ellas, lo único que las aseme- vez el abuelo le podía comprar algo. Bueno,
jaba eran las trenzas negras que ambas lucían pensó moviendo la cabeza negativamente,
sobre los hombros. lo mejor será sacármelo.
El niño volvió a poner la fotografía N o alcanzó a hacerlo cuando las dos
sobre el velador y se desvistió sin dejar de mujeres ya estaban dentro de la habitación.
mirarla. '-Mira niña, qué barbaridad, si parece
Tres golpecitos suaves en la puerta y la que no fuera de él, exclamó la abuela con voz
voz de la tía Rosa diciendo: afligida,"
-Panchito, cámbiate desde los calzon- -¿Puedo sacármelo preguntó Pancho?
cillos. -Espéfa, veremos si alguno de los otros
-Así lo haré, respondió el niño. dos pantalones te anda mejor, replicó tía
y así lo hizo. Primero los calzoncillos y Rosa.
las camisetas; ambas prendas le quedaban Efectivamente uno de los tres era bastante
muy bien, ¡estaban tan nuevas, abrigaditas! más largo.
Las camisas, sin embargo, le quedaban todas -Hijo, cámbiate el pantalón por éste
chicas, especialmente cortas de mangas, el ¿quieres?, propuso la tía.
pantalón fatal casi a media pierna. Buscó -Bien, si salen me lo pongo, insistió el
entonces el chaleco que le pareció más muchacho.
grande y se lo puso; por suerte éste corregía Rápidamente se cambió y salió de la
el problema de la camisa. Se acercó al espejo habitación. Ahí estaban las dos junto a la
y al verse en aquellas fachas no sabía si reírse puerta.
, .

64
..
.;.
-¡Te
ves muy bien! -dijo la abuela, seguida del niño, mientras la abuela recogía
)
ya parecía que nuestras compras la ropa vieja de Pancho. Al verla, alarmado
sido un fracaso.
LU.V .......... el chiquillo quiso rescatarla gritando:
-¿Te gusta cómo te ves Panchito? No -Señora, no irá usted a botar mis cosas.
LI evitar preguntar la abuela.
................ -No hijo, claro que no, sólo vaya
-Sí, claro, me gusta y la verdad me lavarla para luego remendarla un poco, no
to muy abrigado, dijo el niño sin mencio- te preocupes, terminó diciendo la abuela.
lo de las mangas cortas. Pancho entró al baño detrás de Rosa, la
Sin dejar de contemplarlo con cariño la mujer abrió una llave y puso la mano debajo
tía le propuso darse un buen baño para que de ella varias veces hasta que exclamó:
uego ella pudiese cortarle el pelo. -Ya está saliendo muy calientita.
.. Pancho se rascó la cabeza antes de Fue entonces que Pancho se dio cuen-
. responder. No estaba tan seguro si las dos ta que se metería en el tremendo recipiente
mujeres no tratarían de bañarlo. Ya empe- blanco que él creía que era para juntar
•zaba a arrepentirse de no haber ido con el agua.
• 'abuelo donde el compadre. -Te quitas la ropa, la pones sobre la
-y ¿dónde vaya bañarme?, preguntó tapa de la taza. Este es el jabón y la esponja
..•.por fin. que puedes ocupar, dijo Rosa, volviéndose
-Yo te mostraré, será muy fácil, dijo la hacia la puerta.
tía. -¡Ah!, y con estas toallas te secas bien.
-Bien vamos, respondió Pancho como No hay apuro, házlo tranquilo.
si quisiera darles en el gusto. La verdad, Pancho disfrutó mucho del
La mujer joven caminó hacia el baño baño. Si bien alguna vez allá, en la isla el

66 67
.... .,,..__,,..., _~_---- -_ _--_
... ...... •. .. _ ......
_~.__ ..•
..... --- ..
abuelo le había entibiado un poco de agua y De pronto recordó que en los bolsil
lo había hecho meterse en la batea, no se del pantalón tema unas cosas que eran
parecía en nada a lo que le estaba sucedien- importantes para él; dos caracoles de
do. Sin embargo, pensó el niño, el agua fría color azul nacarado muy raros de encontr
que me tiro en las mañanas me hace sentir un candadito pequeñísimo que se encon
mejor que todo. Aquí empiezo a sentirme una vez que estaba mariscando con
como una señorita. chicos de la isla, y tres envoltorios de
Más tarde, vestido del todo, Pancho lle- americanos que le regaló en una
gó hasta la cocina. Rosa tenía preparadas una el capitán del barco correo. ..
toalla vieja y un par de tijeras para cortarle Se'paró de un salto y dijo: ."
el pelo. Pancho, muy preocupado, se sentó -Señora ¿dónde puso usted mi ropa?
donde la tía le indicó; el único que le cortaba Es muy irt\portante que yo la vea antes '
el pelo era su abuelo. Esto no le gustaba nada. la moje.
Mientras le ordenaba el cabello, Rosa -La saqué afuera, pero aún no la ..
pasó revista al lavado de orejas. mojado, respondió doña Gracia ab . . '..
La abuela se ocupaba del almuerzo y una puerta que daba al patio de atrás.
cada cierto rato le preguntaba a Pancho si le Rápidamente Pancho rescató sus tesoros y' ..,
gustaban los alimentos que estaba prepa- los puso en el bolsillo de su nuevo pantalón. '
rando. . Las mujeres se miraron sorprendidas y :'
Lo cierto era que Pancho no tenía nada Rosa dio por finalizado el corte de pelo. '•
de apetito con ese tremendo desayuno al que pancho recorrió la cocina en un par de ,
no estaba acostumbrado, de modo que decía vueltas y luego se asomó al pasillo. Al ver a ,
sí a todo sin pensarlo siquiera. Rosa salir de una de las habitaciones se .

68
acercó a ella y le preguntó: miró a la mujer como agradeciéndole
-Señora ¿quién está en esa fotografía infinitamente el gesto. Rosa salió afuera para
de su dormitorio?, en el velador, agregó. esconder su emoción.
-Bueno soy yo y mi hermana, la Estre- Elniño al verse solo se sentó en la cama
lla, fue la respuesta. sin dejar de mirar el objeto de su atención.
Pancho se puso pálido. Era lo que se Una vez había visto una fotografía de su
había imaginado, giró sobre sus talones y se padre. Algo amarillenta, se distinguía apenas
detuvo enseguida, se tocó la frente como tra- la figura alta y delgada de un hombre;
tando de pensar en algo. aunque los rasgos no eran muy definidos,
-¿ Quieres volver a mirarla? Preguntó Pancho tenía una idea de como era él.
tía Rosa con voz tan suave como la de un Rosa y Estrella estaban sentadas, de
ángel. manera qUfl se les veía medio cuerpo, pero
Rosa empujó la puerta del dormitorio y los rostros eran muy nítidos. Con mucho
Pancho avanzó lentamente a la vez que cuidado, Pancho puso el retrato sobre el
estiraba sus brazos. De pie entre las dos velador y salió retrocediendo.
camas con la fotografía en sus manos la Ya eran casi las dos de la tarde y la
miraba en silencio, sin atreverse a preguntar abuela anunció que el almuerzo estaba
cuál de las dos era su madre. Pasado unos servido.
segundos en que Rosa había respetado el Pancho se sentó a la mesa, tomó la
silencio' del muchacho se acercó a él y cuchara y sorbió el caldo de gallina apenas
señalando con el dedo a la más risueña de notando que estaba caliente. Tanto la abuela,
las dos mujeres retratadas le dijo: esta es que ya se había enterado de lo sucedido,
Estrella, tu madre. Pancho levantó los ojos y corno la tía Rosa no le hablaron durante el

70 71
almuerzo, se veía que el chico estaba sumido -Por suerte algo le quedó bueno comen-
en sus pensamientos. Rosa sirvió el segundo tó la abuela, un poco avergonzada.
plato y Pancho seguía ajeno a la realidad. -Yo le arreglaré lo demás, dijo Rosa,
Los golpes en la puerta de la calle lo sacaron tal vez alcance a tenérselo a la vuelta del
de su ensimismamiento. Rosa se paró a abrir Puerto.- Sale un bus a las cuatro quince, y':
y la abuela retiró los platos de la mesa. llega al Puerto a las ocho, entonces nos
Don Anibal entró en la cocina dando las acomoda bien, dijo el abuelo.
buenas tardes, tomó la silla que le ofrecían y -Pero deberán pasar la noche en un "
al mirar a Pancho se dio cuenta enseguida hotel, comentó doña Gracia, ¿por qué no .
que algo le ocurría al niño. Cuando sus ojos viajan mañana temprano?, insistió la abuela; ,
se encontraron, le pareció que un rasgo de ', así usted podría descansar un poco don :
adulto le había cruzado el rostro y que se Aníbal. ~
quedaría allí para siempre. -No 'señora, tengo todo calculado y ....
-¿Le sirvo don?, preguntó la abuela, estoy acostumbrado a dormir poco. .
añadiendo, está bien calientito todavía. Rápidamente se despidieron y salieron
-No, doña Gracia, yo comí donde mi a la calle.
compadre -que por cierto se encuentra en Pancho respiró tres o cuatro veces profun-
cama, me quedé para acompañarle un rato, damente como si el aire puro del exterior le
se me ocurre que es la última vez que voy a estuviese haciendo falta.
verlo. Después de un corto recorrido llegaron
-y ahora jovencito nos vamos para el al terminal de buses. El abuelo sacó los
Puerto. Lo veo muy ordenado y elegante, pasajes, subieron a un vehículo que a Pancho
agregó el viejo Aníbal complacido. le pareció muy grande y cómodo, en realidad

72 73
lo era. Como llegaron temprano pudieron dose un poco, ahora viene lo más entretenido
tomar los dos primeros asientos de modo que de nuestro viaje.
~osa, antes de que oscureciera el niño disfrutó y así fue. El bus espero haciendo la fila
1 del mucho del paisaje. para entrar en el transbordador que los cru-
:e, y La Isla Grande era muy fértil y el verde zaría por el mar entre la Isla Grande y el
nos y amarillo de las siembras se veía a ambos Puerto. Cuando el bus empezó a moverse de
.'.lados del camino. A lo lejos el mar, en conti- nuevo, Pancho se puso de pie para observar
un nuo movimiento, perfumaba el ambiente de mejor lo que estaba ocurriendo. Entonces el
no aires marinos; que arrastrados por el frío abuelo le preguntó si le gustaría bajarse.
~la'
- .I viento de la tarde, inundaban la isla dándole -Sí, abuelo bajemos -contestó el mu-
on ·un carácter tan propio. chacho entre asustado y entusiasmado.
. El bus calefaccionado y con música Bajaroa y se acomodaron a un costado
'y · ambiental le pareció a Pancho un verdadero del transbordador. Desde allí las luces del
lujo. Al caer la oscuridad de la noche, mecí- Puerto se veían enfrente en impresionante
>n r dos y acunados por el suave movimiento del cantidad y luminosidad. La luz de la Isla
bus, agradables melodías y la exquisita tem- . Grande era más amarillenta y tenue pues
l- ·peratura ambiente; abuelo y nieto se durmíe- tenía un antiguo sistema de alumbrado.
e ;ron sin siquiera darse cuenta. Lentamente se deslizó el transbordador
Llegaron al extremo de la isla a las siete atravesando las movidas aguas. El viento
1 ....quince de la tarde. El bus se detuvo, Pancho helado hacia doler la piel de los rostros y el
despertó y dijo muy bajito: abuelo se cruzó la bufanda tapándose la boca
-Abuelo, abuelo ya llegamos. y la nariz. Pancho a su vez se subió el cuello
-No hijo, respondió el abuelo movién- del chaquetón y se metió las manos en los

75

. .... - ... . .. - _ ..._-- .... '--- ._ _ .._-, .._ ..~,---_._..._-_.- _.---- ~.....,_---_.-__
.. .. . .._-, ...
bolsillos. Fijos los ojos en el agua, el mucha- Era un sitio muy curioso: una larga fila'
cho permanecía en un desacostumbrado si- de casetas pegadas unas a otras, cada una '.,
lencio. de las cuales era una pequeña cocinería '
De pronto el abuelo preguntó: donde se preparaban platos típicos de •
-¿Te ocurrió algo muchacho en casa de pescados y mariscos. Dos o tres mesit~s muy'.
doña Gracia? sencillas con algunas bancas por asientos.
-Sí, dijo Pancho, así es. Y sin levantar Modesto servicio y exquisita comida. En la
los ojos agregó: conocí a mi madre, vi su puerta de cada cocinería estaba una meso-
, fotografía. nera que gritaba las especialidades invitando
El abuelo no dijo nada, perdió su mira- a los 'clientes a pasar. Todos los vidrios de la
da en las pocas estrellas que brillaban en el ventana estaban
,., escritos con el menú y la
cielo. , oferta del ata.
Alrededor de una hora duró la navega- Sentados frente a dos humeantes platos
ción. Vueltos al bus en un breve período de de greda que contenían una sabrosa sopa
tiempo, salieron del transbordador como marinera, estaban los dos viajeros.
[onás del vientre de la ballena. Unos veinte' Más tarde encaminaron sus pasos por
minutos más y estaban en el terminal del las calles laterales del mercado hasta llegar
Puerto. a una modesta vivienda que en la parte alta
La noche estaba fría y húmeda. del frontis decía: «Pensión Reyes». Saludó el
-Iremos hacia las cocinerías, dijo el abuelo al hombre que abrió la puerta, quien
abuelo, tomando a Pancho por el hombro. después de unas breves palabras y de recibir
Caminaron cinco cuadras, dieron un par de un dinero les hizo pasar a una habitación de
vueltas y estuvieron en el lugar. dos camas. El viejo se quitó la bufanda y el

76 77
.': chaquet~tt! mientras Pancho hacía 10 mismo
:tiila . su gorra.y su chaqueta.
una -¿Qu{~res pasar al baño Pancho?,
ería el abuelo.
; de
;"$f.~ór, vamos los dos fue la respuesta.
nuy Dé:'~élta a la pieza se desvistieron y se
tos. en las camas.
OM.::lIT'r1,n

n la
-Bueno, dime hijo ¿qué te pareció la
$0-
? Buen marisco, bien preparado ¿no?
ido
e la
-Sí abuelo, yo, la verdad tenía mucha
-dijo el niño sonriendo al abuelo.
E
RAN CERCA DE las siete de la
mañana cuando el abuelo se despertó.
. la
-Debemos dormir pues mañana tene- Pancho do'irrúa el mejor de los sueños. El
mucho que hacer. Nos levantaremos viejo lo estuvo observando un largo rato,
tos
pa pensando que tal vez le costó conci.liar ~l
Haciendo un gracioso gesto de afirm- sueño después de la fuerte expenencla
Pancho se bajó de la cama para apagar vivida en casa de la abuela.
or ·luz. La sensación del interruptor como El viejo Aníbal se vistió y se dirigió al
ar mágico, lo motivó a volver a prenderla
ta baño. Cuando habló a Pancho, éste se
vez apagarla. Fue el piso de heladas despertó, sin recordar donde se encontraba.
el lo que lo hizo apurar la vuelta a la
,~.......
,vo,.......
Después de ordenar las escasas prendas que
n
andaban trayendo en la bolsa salieron a la
ir
calle que ya se encontraba bastante concu-
e
~1 rrida.

79
7

~_,-___,.._-.."..,.._~_._.-_ ..... __ ._._-_.~-----~--._--_._ ...•. - _o, _ ......


Subieron algunas cuadras y doblando los familiarizaba. Muy callados, como gene- :
a la izquierda encontraron un edificio de dos l.,
ralmente es la gente de la zona, esperaban'
pisos que decía en grandes letras de color como acostumbrados a tener paciencia para '.
negro: «Consultorio N° 2». sobrevivir.
El abuelo se dirigió a la ventanilla de Cuando llamaron Aníbal Reynoso, el ' rne
atención y después de hablar un momento o'" i
abuelo se puso de pie y dijo: •• des
con la señorita que recibía los pacientes, le -No me tardaré, no debes moverte de '
dijo a Pancho: aquí hasta que yo salga. pin
-AquÍ esperaremos un rato, me lla- La consulta de don Aníbal tardó unos ' al r
marán. veinte minutos, al cabo de los cuales salió el ; ell<
-¿Por qué estamos aquí abuelo? ¿Es viejo, abrochándose su chaquetón y con la "
acaso este un servicio médico?, preguntó el bufanda ~ la mano.
niño. -Eso ha sido todo, dijo, vamos andan-
-Sí hijo, así es. Quiero hablar un mo- do hijo.
mento con el doctor. Tendremos que tener -¿Cómo lo encontró el doctor abuelo? jaI
algo de paciencia, hay varias personas antes -No me ha dicho por qué vinimos aquí, in:
que yo. preguntó el niño un tanto afligido.
Algunas mujeres con niños en los brazos -Nada que yo no sepa, respondió el es
o de la mano se encontraban en la sala de viejo.
espera. Era fácil adivinar su modesta condi- -¿Está usted enfermo?, insistió el niño.
ción, todas ellas vestían ropas descoloridas -La vejez no es una enfermedad, dijo
y.pobres. Pancho se fijó que un dejo de el abuelo empujando la puerta de vidrios
tnsteza en los rostros era la característica que para salir a la calle.

8
80 81
-Iremos por una taza de café ¿qué te que luego se puso a freír era un sabor absolu-
~e-
parece? tamente nuevo para él.
In
-Me parece muy bien, ya tengo ganas -Te dije que te gustarían muchacho, rió
ra
de tomar algo caliente. el abuelo, parecido a esto son los llamados
-. Aquí cerquita, si mivieja memoria no picarones.
el
me engaña, hay un lugar donde podremos -Traiga unas pocas más amigo por
desayunar. favor, pidió el abuelo, mientras Pancho no
le
Al llegar al sitio una puerta batiente, podía decir palabra por tener la boca llena.
pintada de rojo, les franqueó el paso. Junto Terminado el exquisito desayuno, salie-
>s al mesón había algunos pisos de totora yen ron encaminándose al centro de la ciudad.
~l ellos se instalaron abuelo y nieto . A medida que avanzaban por las calles
.a
-Dos cafés con leche,pidió don Aníbal. principales; Pancho parecía cada vez más
-¿Le pongo algo más señor?, preguntó, sorprendido: las casas pareadas de materia-
l-
el dueño del boliche. les sólidos que no era madera, los edificios,
-¿Un pancito con fiambre, queso, algunos de los cuales tenían hasta cinco
?
, ··.jamón
. o unas sopaipillas?, ¿qué le parece? pisos, le hacían elevar los ojosy sentir un bre-
t,
.insistió el hombre. ·ve vértigo que le daba la impresión de que
-¡Eso! ¡Sopaipillas!,dijo el abuelo con caería de espalda.
1
especial y desconocido entusiasmo. La gente que circulaba en todas di-
El café con leche tuvo que esperar, pues recciones, el bullicio al que no estaba
Pancho se encontraba consumiendo con acostumbrado, los autobuses que junto a la
. deleite las sopaipillas que le puso el meso- gran cantidad de autos particulares le
...nero. Lamezcla de harina, zapallo y manteca, parecían al muchacho una verdadera locura.

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El comercio que se extendía por todo lo largo -¿En qué puedo servirle señor?, dijo
de la calle principal, variando desde ferre- el dependiente.
terías hasta elegantes tiendas de ropa, se -Bueno, empezó el abuelo, quiero va-
encontraban ese día con todo el movimiento
.
nas cosas.
normal de una ciudad relativamente grande -Dígame no más, interrumpió el joven.
como era el Puerto, lugar de entrada y salida -Se trata de material de dibujo para mi
hacia todas las islas que formaban el gran nieto, siguió el viejo.
archipiélago, en una de las cuales vivía el -Empezaremos por papel, entonces un
viejo y su nieto. block de dibujo.
Pancho caminaba poco menos que '-Ponga cinco, dijo el abuelo.
boquiabierto, chocándose con cuanto -Carboncillo para el dibujo, ¿qué
transeúnte pasaba o salía de algún comercio. número qaÍere?, preguntó el vendedor.
El viejo Aníbal necesitó tironear al -Esteeee, tartamudeo el viejo, la verdad
muchacho para sacarlo de las vitrinas en que no lo sé. Algo que le sea útil ¿comprende?
se quedaba absorto mirando. -Le daré el más corriente, o tal vez de
Al llegar a una gran librería el abuelo se tres grosores.
detuvo y dijo: aquí entraremos. -Eso, de tres grosores respondió don
Muy sorprendido, Pancho siguió sus Aníbal. Ponga usted seis juegos.
pasos dándose vueltas a mirar ambas vitri- -¿Algún tipo de pastel u óleo? -pre- .
nas una y otra vez. En varios giros de izquier- guntó el joven.
da a derecha, alcanzó al abuelo que ya se -Las dos cosas, dijo el abuelo con más
encontraba frente al vendedor que iba a seguridad.
:-i:~J;~·~~·
:
atenderlo. ; >T.~r -Entonces necesitará diluyente, tre-

84 85
o .,mentina y pinceles, agregó el vendedor -¿Agregaría usted algo más joven?, in-
sobre el mesón todo lo mencio- sistió don Aníbal.
-Creo que no, replicó el dependiente,
-Y, ¿acuarelas señor?, insistió el joven. a no ser que el joven no tenga caballete para
:l. -¡Sí! ¡esomismo', ¡por supuesto!, acua- pintar.
U también, respondió el abuelo. -¿Caballete?, dijo el abuelo
-Entonces, le daré otros pinceles y otro sorprendido pensando en algo relacionado
m pel apropiado. con los caballos.
-¿Usted cree que está todo?, preguntó -Este es un caballete -dijo finalmente
Aníbal con aire preocupado. el vendedor mostrando el triángulo de
-Yo agregaría solamente una buena madera propio para afirmar las telas.
de borrar. -¡Ah!;sí, claro. No, no tiene. Ydígame
td -Sí, sí, claro, ponga cuatro por favor. ¿cuánto puede costar uno de esos?,preguntó
A estas alturas Pancho no podía creer el abuelo.
• que estaba sucediendo. El abuelo debía -Doce mil pesos el más económico,
loco. Si estaba pensando comprar todo respondió el vendedor.
dejaría ahí el dinero de muchas duras -Quiero uno más grande -replicó el
de pesca. abuelo con voz fuerte, con algo de orgullo,
El niño miró al viejo con tal cara de cosamuy extrañaen él,quizásfuesóloemoción.
Imresa que el anciano sonriente le tocó la Aquí ya Pancho no podía contener el
diciéndole: susto que le estaba entrando.
-No te preocupes hijo, está todo bien -Oiga joven y agregue dos de esas telas
continuó el abuelo. Mejor que sean cuatro

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de las mismas que usted mencionó. su cojera era muy pronunciada. Se acercó a sen
-¿Eso sería todo?, preguntó una vez él, lo miró un momento y le tomó la gruesa sile
más el vendedor. y callosa mano. El viejo, que no sabía de cari- mtl
Pancho tiró la manga del abuelo como cias, respondió apretando la mano del chi- síe
suplicándole que no pidiera nada más. quillo, sintiendo que algo estremecedor le be]
Entonces el vendedor empezó a sumar recorría por dentro. lár
cantidades. Salieron de la librería y ahora los dos al;
-Son treinta y ocho mil quinientos cua- sonreían. de
renta pesos, señor, dijo por fin. Se encaminaron hacia la plaza Mayor de se
-Casi cuarenta mil pesos -díjo Pancho la ciudad, la gran plaza que se encontraba
en voz baja, sintiendo que las mejillas se le en el plans¡ Como todos los puertos, las ca- dE
ponían rojas y el suelo se escapaba de sus lles se empinaban por los cerros formando
.
pIes. ':,,/ 1
pequeñas poblaciones, cerca de las cuales
el
el
-j Bien!, respondió el abuelo. Usted me •!
." .~ siempre había una hermosa área verde. Lo
hará el favor de envolver todo muy bien con lluvioso de la zona permitía el crecimiento
mucho papel grueso, ya que nosotros somos de grandes bosques que constituían patrimo- d
de las islas costeras al sur de la Isla Grande. nio de la' riqueza del país.
Mientras hacían el paquete, el abuelo Una monumental catedral los recibió a
se dirigió a la caja para pagar; Pancho lo su llegada a la plaza. Ésta imponía su bella
observaba desde lejos y no pudo evitar ver arquitectura que acrecentaban los olorosos 1
en el rostro del anciano Aníbal una sonrisa pinos que la rodeaban.
muy especial, era una sonrisa de sa tisfac- -Entremos un momento -invitó el
ción. Al ver venir al abuelo el niño notó que abuelo.

88 89

-J
Con respeto, Pancho se quitó la gorra y la Isla Grande. Cual sería la sorpresa de Pan-
a
sentados en la última fila permanecieron en cho al ver que el bus abría su barriga para
a
silencio. Pancho recorría todo con los ojos que depositaran en ella maletas y paquetes
muy abiertos, una y otra vez, como si qui- en su interior. Por supuesto que el suyo tam-
siera grabar en su memoria cada detalle del bién fue a dar allí y Pancho viajó intranquilo
bellísimo conjunto de columnas, vitrales, todo el camino.
lámparas y las enormes vigas que colocadas El día estaba muy luminoso, casi tanto
a la vista aportaban a la misticidad y belleza como el corazón de Pancho y de su abuelo.
de la Iglesia algo propio del pueblo que allí Cada cierto trecho se veían manadas de
" se recogía. ovejas pastando en las fértiles praderas de
t
Se detuvo en la observación minuciosa la isla. La Isla Grande, como decían los luga-
,'del imponente altar mayor, todo construido reños, que:eomo una madre vigilaba con su
'en mármol blanco. Casi sin poder evitarlo, enorme faro a todas las pequeñas islas que
',el muchacho se fue acercando a él hasta te- conformaban el archipiélago y que sólo a tra-
.nerlo tan cerca que podía tocarlo. vés de ella podían acercarse al continente.
Calmadamente,. Pancho volvió al lado Llegaron a casa de la abuela a las cinco
abuelo y éste le dijo: de la tarde.
-Demos gracias por nuestro viaje y pi- La vieja ropa de Pancho estaba limpia,
protección para la vuelta. planchada y arreglada; también le habían
-Sí señor -respondió el niño haciendo arreglado los pantalones que le quedaron-
señal de la cruz y rezando el Padrenuestro. cortos y las camisas. Los dos chalecos tejidos
Debían tomar nuevamente el cómodo a mano, prometieron tejerlos de nuevo y
que atravesaría el mar para llegar a enviarlos a la isla.

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Mientras la abuela les servía algo de
comer, Rosa ponía en una caja de cartón al-
gnnos frascoscon mermelada, dos salchicho-
nes, dos bolsas de frutas, un paquete de fru- .~.

tos secos y otros comestibles en conservas.


La amarró con varias vueltas de cordel y la
puso en el suelo.
-La ropa la pondré en una bolsa, será
más fácil llevarla -dijo tía Rosa.
-Quiero que lleve un par de sacos de
papas -dijo doña Gracia, dirigiéndose al
abuelo y agregó: Yo sé que por allá no se
merecen.
-Así es doña, se le agradece pues.
-Yo te compré dos barras de chocolate,
dijo tía Rosa a Pancho, tocándole la nariz en
un gesto tierno.
-Gracias señora, respondió Pancho.
En pocos momentos estuvieron listos
para bajar al muelle.
-¿Se van en el carguero?, preguntó
doña Gracia.
-No, iremos en el correo. El carguero

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-----....-_~-.....,..._ __,.,._
.. _._. __ __ .. -.. .. .. -
,
~..

mañana en la noche, fue la respuesta. Pancho cargó con el paquete de la librería,


-José chico vendrá a ayudarles con los el saco de ropas y las bolsas que trajeron al
, explicó Rosa. Está por llegar. venir.
-Bueno, agradecido pues -dijo don El barco correo era mucho más cómodo
al, tendiendo la mano a la abuela que el carguero de manera que abuelo y nieto
y luego él la tía. pudieron ubicarse sentados bajo techo.
Doña Gracia abrazó al niño acercándolo Tapados con las mantas se durmieron apenas
. su pecho y con un gran suspiro le dijo: el barco se hizo a la mar.
-No nos olvides Panchito, ya sabes La noche estuvo tranquila, nubosa, pero
así es que a ponerle unas letras a tu
"' ....LJ.U' ......
• no demasiado fría.
abuela. Al amanecer despertó el abuelo y vio al
-Sí señora, seguro que lo haré, respon- chiquillo r~ostado sobre su brazo. Movién-
Pancho muy serio. dolo un poco, consiguió que éste abriera los
-Adiós Pancho, dijo Rosa, abrazándo- ojos.
'. y besando su frente. Toma, esto es para ti -Ya casi estamos en casa hijo -dijo el
bajito. Pancho estiró su mano espe- abuelo.
recibir los chocolates prometidos, pero -Me alegro señor -respondió el mu-
frío metal del marco le sacó de su error, chacho.
Rosa le regalaba la fotografía del velador. -¿Sabes Pancho por qué te compre
José chico se echó al hombro un saco de todo éso en la librería?
y con la mano contraria tomó la caja. -Porque usted sabe que me gusta
Anibal puso las mantas en su hombro mucho dibujar y pintar .señor -replicó el
prO,"'hn y sobre ellas acomodó el otro saco. niño.

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. . -o. _.•........... 0 •••• • '._'" •••••• _ •••• _._~"..,._ ~ .... ,~ •• ,. ••• _,_._._._ ... __ ,~_ • __ ,. • __ _ ._.. • ...... _ •• _. ._ .... _." ...... • __ ",_,_,_. _

......
-Sí, hijo. Por eso. Y porque tu maestro -Nunca supe si a él le gustaba
me prometió ayudarte. Dice el señor Aven- dijo el abuelo, pensando en voz alta.
daño que tienes muchas condiciones para Había amanecido del todo cuando
llegar a ser un gran pintor, y una inequívoca barco empezó a acercarse a la pequeña ~
alma de artista, y yo no quiero que se pierda Los techos de tabletas de alerce, construí
ese don si te lo dio el Señor. en cuatro bajadas, se veían verdosos por
-Por otra parte -siguió el abuelo me musgo que se había acumulado por la
quedan pocos años de vida y es todo lo que dad. Desde algunas de aquellas tech
puedo dejarte como herencia. Te pondrás a ya se veía salir el humo del fogón.
trabajar desde mañana mismo, quiero ver . El barco atracó sin problemas como
pronto tu primera obra. el muelle lo atrajera en contínuos vaiv
-Sí abuelo, lo prometo -dijo el niño Desde las'tasas construidas en palafitos a
muy feliz. orilla de la playa, salieron a asomarse
El viejo se quedó pensativo. Fija su nos vecinos.
mirada: en el brillo que un tímido rayo de Tres personas bajaron corriendo p~r
sol proyectaba en el mar, recordaba a su hijo ladera para recibir la carga que les traía
Francisco, quién después de la muerte de barco. Un isleño de los que ocupaban
Estrella, se fue a trabajar más al norte, a las casas de la orilla corrió hasta su vi
minas de carbón, tal vez para salir del lugar para traer una especie de carro de
y olvidar su desgracia. Antes de pasados seis sin ruedas a fin de cargar los sacos y
meses, recibieron la noticia que había falle- tes de don Aníbal y acompañarlo hasta
cido en un accidente en la vieja y mal tenida
casa.
mina bajo el mar.

96

--_ - ,._..._
... ..•. .....- ..... _. _._- .... ..
, -
r, Subieron por el lodoso sendero, las I
figuras de Aníbal Reynoso y Francisco
Aníbal Reynoso se van perdiendo entre la
densa niebla de la isla.
I

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