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Nuestro Primer Presidente
Nuestro Primer Presidente
Este promisorio comienzo sufrió sus primeras grietas el 6 de febrero de 1826, con la
creación del cargo de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los
defensores del proyecto pretendieron utilizar la situación de guerra con el Brasil para
transformar en permanente el cargo provisorio que había sido delegado en el
gobierno de Buenos Aires. El candidato elegido fue Bernardino Rivadavia, lo que
molestó aún más a las provincias puesto que representaba a la tendencia unitaria.
Fue un hombre clave del gobierno de Martín Rodríguez y desde su ministerio impulsó
reformas como la religiosa, la administrativa y la militar. También motorizó nuestra
primera deuda externa: el empréstito Baring y la Ley de Enfiteusis que permitía al
Estado bonaerense alquilar la tierra pública de la provincia hipotecada como garantía
del empréstito.
En diciembre de 1826 se terminó por aprobar una Constitución que, si no fuera por su
declarado republicanismo, coincidía en cuanto a su tendencia centralizadora con la de
1819 y, como aquella, provocó la airada repulsa de los caudillos y los pueblos.
Así fracasó este nuevo intento de organizar al país. Antes de presentar su renuncia
en junio de 1827, Rivadavia alcanzó a decir: “Fatal es la ilusión en que cae un
legislador cuando pretende que sus talentos y voluntades pueden mudar la naturaleza
de las cosas”.
Pocos días después el poder nacional quedaba disuelto y cobraban nuevos impulsos
la guerra civil y las autonomías provinciales.
Los hijos mayores, Benito y Bernardino, tenían otros planes: se habían sumado a la
causa federal y estaban luchando para que Juan Manuel de Rosas asumiera
definitivamente el poder.