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Capitulo único
Art. 372. Las Cortes en sus primeras sesiones tomarán en consideración las infracciones de la
Constitución, que se les hubieren hecho presentes, para poner el conveniente remedio y hacer
efectiva la responsabilidad de los que hubieren contravenido a ella.
Art. 373. Todo español tiene derecho a representar a las Cortes o al Rey para reclamar la
observancia de la Constitución.
Art. 374. Toda persona que ejerza cargo público, civil, militar o eclesiástico, prestará juramento, al
tomar posesión de su destino, de guardar la Constitución, ser fiel al Rey y desempeñar
debidamente su encargo.
Art. 375. Hasta pasados ocho años después de hallarse puesta en práctica la Constitución
en todas sus partes, no se podrá proponer alteración, adición ni reforma en ninguno de sus
artículos.
Los demás artículos tratan del procedimiento para hacer las modificaciones de la Constitución.
2 Sobre el valor normativo de la constitución en el constitucionalismo español, ver:
- J. Varela Suanzes-Carpegna, Constitución y ley en los orígenes del estado liberal, Rev. Esp.
Der. Const. 45 (1995), 347 ff.;
3 De forma análoga:
- D. Rauschning, Die Sicherung der Beachtung von Verfassungsrecht (La defensa del respeto a
la constitución), 1969, 14.
Este concepto general de defensa de la constitución está en contradicción con el modelo más
restringido, que sólo defiende los principios constitucionales fundamentales, concepto que se
desarrolló en la República de Weimar, sobre todo con C. Schmitt, Der Hüter der Verfassung (El
guardián de la Constitución), 3. Aufl. 1985, 158.
4 “Art. 117. En todos los años el día 25 de febrero se celebrará la última junta preparatoria, en la
que se hará por todos los diputados, poniendo la mano sobre los santos Evangelios, el juramento
siguiente: ¿Juráis defender y conservar la religión católica, apostólica, romana, sin admitir otra
alguna en el reino? - R. Sí juro. ¿Juráis guardar y hacer guardar religiosamente la Constitución
política de la Monarquía española, sancionada por las Cortes generales y extraordinarias de la
Nación en el año de mil ochocientos y doce? -R. Sí juro. ¿Juráis haberos bien y fielmente en el
encargo que la Nación os ha encomendado, mirando en todo por el bien y prosperidad de la
misma Nación? - R. Sí juro. Si así lo hiciereis, Dios os lo premie; y si no, os lo
demande.” (Constitución de Cádiz).
“Art. 58. Además de la potestad legislativa, corresponde a las Cortes: 1º. Recibir al Rey, al
sucesor inmediato de la Corona y a la Regencia el juramento de guardar la Constitución y las
leyes. (…)”. (Constitución de 1845)
Ver sobre este tema M. Lorente Sariñena, Juramento constitucional: 1812, en: Antiguo Régimen y
liberalismo, Tomo 3, 1994, 209 ss.
5 Así, se condena
— la alta traición o traición contra el Estado (Art. 188-191, 248 del Código Penal español de
1822, Art. 139-144 del CPE de 1848 y de 1850, Art. 136-143 del CPE de 1870),
— los delitos contra la Patria (Art. 249- 258 del CPE de 1822),
— así como los delitos contra la paz y la independencia del Estado (Art. 149-258 del CPE de
1822, Art. 145-153 del CPE de 1848 y 1859, 144-152 del CPE de 1870).
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tradiciones históricas no positivas.6
2. Por otra parte, el concepto de soberanía del legislador conduce a
una mezcla y confusión entre LEY y CONSTITUCIÓN, que hace
imposible la sumisión del legislador a la constitución.
— Es el Parlamento el que aprueba la Constitución, ya que posee un
poder legislativo que sólo depende de su propia voluntad.
— Para ello basta con que respete los procedimientos
preestablecidos (de orden legislativo o constituyente).7
— A esta manera de pensar le resulta extraña la idea de la prioridad
de una constitución jurídicamente positiva.
6 Así pues, las constituciones de 1834 y 1845 reciben la influencia del concepto de constitución
histórica acuñado por JOVELLANOS.
M. A. Medina Muñoz, La reforma constitucional de1845, Rev. Der. Polit. 203 (1975), 75 ss.
7 Ver, por ejemplo, a este respecto, el Art. 383 de la Constitución de Cádiz de 1812 así como el
Título XV de la Constitución de 1856.
— “Art. 383. La reforma propuesta se discutirá de nuevo; y si fuere aprobada por las dos
terceras partes de diputados, pasará a ser ley constitucional, y como tal se publicará en las
Cortes.”
Art. 87. Las Cortes con el Rey tienen la facultad de declarar que ha lugar a revisar la Constitución,
designando al propio tiempo el artículo o artículos que hayan de modificarse.
Art. 88. Hecha esta declaración, el Rey disolverá inmediatamente el Senado y el Congreso de los
Diputados, y en la convocatoria de las nuevas Cortes, que se han de reunir dentro de dos meses,
se insertará textualmente la resolución prescrita en el artículo anterior.
Art. 89. Las nuevas Cortes serán Constituyentes, única y exclusivamente para decretar la reforma.
(…)
En otros casos, las Constituciones permitían su alteración mediante mayoría legislativa simple,
prevista, por ejemplo, en el título XI de la Constitución de 1869: “TÍTULO XI DE LA REFORMA DE
LA CONSTITUCIÓN
— Art. 110. Las Cortes, por sí o a propuesta del Rey, podrán acordar la reforma de la
Constitución, señalando al efecto el artículo o artículos que hayan de alterarse.
— Art. 112. Los Cuerpos Colegisladores tendrán el carácter de Constituyentes tan sólo
para deliberar acerca de la reforma, continuando después con el de Cortes ordinarias. Mientras
las Cortes sean Constituyentes, no podrá ser disuelto ninguno de los Cuerpos Colegisladores.”
Sin embargo, las constituciones españolas del siglo XIX no contenían mecanismos generales
para su propia modificación (p. e., las Constituciones de 1834, 1837 o 1876).
Ver sobre esto el trabajo de A. Pace y J. Varela, La rigidez de las Constituciones escritas,
1995.
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- CONCLUSIÓN: NO SE PODÍA DESARROLLAR UNA TEORÍA INDEPENDIENTE Y
AUTÓNOMA DE “DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN”, DISTINTA DEL MERO
CUMPLIMIENTO DE LA LEY.
• Estos deficit del ordenamiento jurídico español se intensifican debido a la
ausencia de verdadera ciencia jurídica en España hasta prácticamente el
último tercio del siglo XX.
• En el siglo XIX se produce un distanciamiento entre las doctrinas
constitucionales española y alemana, debido al gran desarrollo de esta última
frente al estancamiento de la primera8.
• Hasta esta fecha (último tercio del siglo XX) la literatura jurídica sobre temas
constitucionales tenía un carácter político-moral, de manera que la Defensa
de la Constitución se consideraba un problema político más que jurídico.9
- La Constitución de la II República (29.12. 1931) sí contenía el presupuesto normativo
que se necesita para elaborar un concepto de Defensa de la Constitución, pues se
basaba en la idea de superioridad de rango de la constitución respecto de la ley.10
• Su corta duración impidió que se desarrollara esta idea en el campo judicial y
en el de la ciencia jurídica.11
Un signo de esta actitud era la circunstancia de que la ciencia que se ocupaba de analizar las
constituciones se denominaba “Derecho Político”.
La Constitución de 1831 previó por primera vez un Tribunal Constitucional (Art. 100), con la tarea
clásica de poder declarar como nulas las leyes inconstitucionales.
11 A diferencia de lo que ocurrió por esas fechas en la República de Weimar, donde se desarrolló
a fondo esta problemática.
Ver: C. Gusy, Weimar – Die wehrlose Republik? (¿La República indefensa?), 1991, 152 ss.;
12 Esta ley definía como “acto agresivo contra la República” entre otros, la instigación a la
resistencia o a la desobediencia a la ley y a las indicaciones impartidas por las autoridades (Art. 1
Sec. 1), la incitación a la desobediencia o la desmoralización en las fuerzas armadas así como
entre estas y la población civil (Art. 1 Sec. 2) así como toda acción o manifestación, que
conduzca al desprestigio de las instituciones y órganos del Estado (Art. 1 Sec. 5).
Ver sobre esto, sobre todo: M. García Canales, La Constitución española de 1931 y su
aplicación, Rev. Der. Polit. 31-32 (1983), 209 ss.
13Ver: Otto y Pardo (Nota 12), 25 s.;
15 Ver: Schmitt (Nota 6), 158; C. Schmitt, Die Diktatur: Von den Anfängen des modernen
Souveränitätsgedankens bis zum proletarischen Klassenkampf (La Dictadura: Desde los inicios
del concepto moderno de soberanía hasta la lucha de clases proletaria), 4. Edición 1978, 242 s.
P. Häberle, Die Menschenwürde als Grundlage der staatlichen Gemeinschaft (La dignidad
humana como fundamento de la sociedad estatal), en: J. Isensee/P. Kirchhof (edic.), Handbuch
des Staatsrechts Manual de Derecho Público), Volumen I, Historische Grundlagen (Fundamentos
Históricos), 1987, 820 ss.
En dicho estudio se somete a un análisis crítico toda la literatura publicada hasta ahora.
Ver además las investigaciones de I. von Münch sobre el Art. 10 de la Constitución española y,
al mismo tiempo, sobre su paralelo en la Ley Fundamental de Bonn Art. 1. 1: La dignidad del
hombre en el Derecho Constitucional, Rev. Esp. Der. Const. 5 (1982), 9 ss.
Este trabajo de Münch es citado con frecuencia en la literatura española y ha ejercido una gran
influencia.
22 G. Peces Barba, Los valores superiores, 1984, 89;
P. Lucas Verdú, Artículo 1: Estado social y democrático de derecho, ie: O. Alzaga Villamil
(edic.), Comentarios a la Constitución Española de 1978, Vol. I, 1996, 119 ss.
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la defensa de la constitución tiene como consecuencia la defensa de estos
valores no positivos.
• Entre estos valores está el principio democrático (Art. 1.1).
• Según la opinión de muchos esto permite prohibir los partidos
antidemocráticos, aunque esto no esté previsto expresamente en el texto
de la constitución.23
• Este procedimiento general para la prohibición de los partidos que
rechazan la democracia se especifica en la doctrina de dos maneras
distintas:
1ª La primera se remite a la prescripción de los derechos fundamentales,
cuando el uso de los derechos políticos fundamentales limitados son empleados
por el partido prohibido para la supresión de la democracia constitucional,24 en
la medida, al menos, en que su ideología se opone al principio democrático que
subyace al Art 1.1 de la constitución.25
—> Por tanto, la prohibición de ideologías antidemocráticas se apoya en la
interpretación de normas constitucionales positivas, excluyendo el contenido de
los derechos fundamentales.
2ª La segunda se basa en el Art. 6: “Los partidos políticos expresan el
pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son
instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su
actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley”.
J. Jiménez Campo, Diez tesis sobre la posición de los partidos en el ordenamiento jurídico
español, in: M. Ramírez Jiménez/J. Jiménez Campo (edic.), Régimen jurídico de los partidos y
Constitución, Centro de Estudios Constitucionales, 1994, 41.
25 Este resultado se distingue de la democracia militante conocida por el derecho comparado y
que se quere incorporar al ordenamiento jurídico español. La democracia militante representa
más bien decisión fundamental derivada de las normas de la LF de Bonn.