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Por lo tanto, uno de los factores que hace imperiosa la necesidad de incorporar citas en
géneros discursivos académicos es el de dotar de legitimidad lo que decimos. El otro factor,
que será abordado en el próximo apartado, es la necesidad de admitir el origen de nuestras
afirmaciones, pues no podemos hacer pasar como propios ideas o conceptos que pensaron
otros antes. Se trata, como veremos, de una razón ética, pero también puede contemplar
una responsabilidad civil y penal.
En relación a la forma de expresar las ideas provenientes de otros autores, la APA (American
Psychological Association) establece una serie de estándares para la redacción que se
conocen genéricamente con el nombre de “normas APA”, las cuales suelen actualizarse
periódicamente. Se trata de un conjunto de convenciones creadas con el objetivo de
unificar la forma de presentación de textos escritos (tesis de licenciatura, tesinas, artículos
científicos, tesis de maestría, informes), facilitando así la comunicación (APA, 2010).
Estas convenciones, con el tiempo, han sido adoptadas no sólo por psicólogos, sino también
por académicos, profesionales e investigadores de otras áreas de conocimiento. La difusión
del estilo APA ha sido tal que, en la actualidad, los procesadores de texto (p. ej., Word)
incluyen este formato dentro de sus funcionalidades.
Las normas APA no sólo garantizan la unificación de criterios y estilos de redacción, sino
también el respeto por la propiedad intelectual y los derechos de autor.
De acuerdo con la sexta edición (APA, 2010), existen dos formas de citar a los autores y las
fuentes que utilizamos en un trabajo escrito: las citas en el texto y las referencias.
Brevemente, las citas en el texto se refieren a la mención de la fuente, al explicitar la idea
en el cuerpo del texto mediante los datos del/los autor/es y el año de publicación. En
cambio, las referencias contienen los datos completos y detallados de las fuentes, con lo
que el escritor permite al lector remitir a los documentos originales. Éstas suelen ir ubicadas
al final del texto en una sección específica, y listadas por orden alfabético.
Ejemplo de referencia:
Pekrun, R., Goetz, T., Titz, W., & Perry, R. (2002). Academic emotions in
students’ self-regulated learning and achievement: A program of
qualitative and quantitative research. Educational Psychologist, 37, 91-
105.
1) Citas
Según el modo de expresar el contenido que queremos citar en nuestro trabajo,
podemos distinguir entre citas textuales y las paráfrasis.
Las citas que tienen 40 palabras o más se transcriben en párrafo separado, con una
letra de tamaño menor a la del texto y sangría a ambos márgenes; todo ello sirve
para indicar que se trata de una cita textual. Al final de la cita, se coloca entre
paréntesis el/los autor/es, el año de publicación y la/s página/s de la/s que se extrajo
la información. En el caso de que la fuente (autor/es y año de publicación) haya sido
introducida en la línea previa al bloque conformado por la cita textual, solamente se
agrega el/los número/s de página/s al finalizar la cita, entre paréntesis. En ambos
casos, el texto citado no lleva comillas.
Ejemplo:
Se debe transcribir fielmente el texto original, respetando los signos de puntuación, las
palabras y el orden. En caso de omitir alguna frase o palabra de las citas, ello se indica con
una elipse (...).
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
Cuando la obra citada (ya sea textualmente o mediante paráfrasis) contiene entre
tres y cinco autores, la primera vez que se menciona en el texto, se detalla el apellido
de todos los autores, respetando el orden en que aparecen y el año de publicación.
En cambio, si la obra es mencionada nuevamente en el texto, toda vez que se lo haga
se incluirá únicamente el apellido del primer autor seguido de la expresión et al. y el
año de publicación.
Ejemplos:
De acuerdo con Trógolo, Pereyra y Spontón (2012), un factor clave en
la competitividad y los resultados organizacionales es el liderazgo.
Ejemplo:
Si la obra citada contiene uno o dos autores, todas las veces que se haga referencia
a ella en el texto deberá especificarse el apellido del/los autor/es y el año de
publicación.
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
2) Referencias
Ejemplo:
Libro
Autor, A. A., & Autor, B. B. (Año). Título del libro. Lugar: Editorial
Ejemplo:
Capítulo de libro
Autor, A. A., & Autor, B. B. (Año). Título del capítulo. En A. Editor, B. Editor, & C. Editor
(Eds.), Título del Libro (pp. XX-XX). Lugar: Editorial
Ejemplo:
Ejemplo:
Fleitas, D. (2010). Accidentes de tránsito en Argentina. Segundo informe
/ 1997‐ 2008. Recuperado de
http://www.portalseguridad.org/attachments/Accidentes_de_Transit
o_en_Argentina_2010_final.pdf
Asimismo, existen otros documentos que se utilizan con menor frecuencia, pero que
igualmente deben citarse si se utilizan, tales como trabajos presentados en congresos,
informes o libros electrónicos. Para ellos, te sugerimos que consultes la sexta edición del
manual de la APA (2010).
Antes de finalizar con este apartado, a modo de ejercicio práctico te proponemos que
busques en los diferentes módulos ejemplos de diferentes citas textuales y paráfrasis.
¡Adelante!
Nos referimos en este caso al plagio. De acuerdo con Soto Rodríguez (2012), el plagio es un
acto que puede ejercerse de manera accidental, al olvidar hacer referencia a la fuente de
donde se obtuvo la información, por desconocimiento, o cuando existe confusión de la
fuente original de información, o bien de manera deliberada, lo que implica conciencia de
llevar a cabo un acto que atenta contra los derechos de autor y el bien público.
Aunque existen diferentes tipos de plagio, Girón (citado en Soto Rodríguez, 2012) señala
algunas de las situaciones comunes en las cuales se incurre en este delito:
Al utilizar ideas o palabras escritas por otros sin citar el/los autor/es.
Al presentar como propio un trabajo en forma parcial o total sin ser el autor/a de
dicho trabajo.
Como lo hemos señalado, el motivo para citar correctamente reside en la dimensión ética
de reconocer la propiedad intelectual de otro. Los derechos de propiedad intelectual se
asemejan a cualquier otro derecho de propiedad, permitiéndole al creador de una obra
beneficiarse de ella. Estos derechos se encuentran contemplados en el inciso 2 del artículo
27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se establece que toda
persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales resultantes de
la autoría de toda producción científica, literaria o artística (UNESCO, 2008).
De este modo, es esencial el permiso del autor, aunque para el caso de los textos
académicos existe una excepción parcial a este principio general, al tratarse de obras con
fines didácticos o científicos. En tal sentido, el artículo 10 de la mencionada ley expresa que:
Cualquiera puede publicar con fines didácticos o científicos, comentarios, críticas o notas
referentes a las obras intelectuales, incluyendo hasta mil palabras de obras literarias o
científicas u ocho compases en las musicales y en todos los casos sólo las partes del texto
indispensables a ese efecto. Quedan comprendidas en esta disposición las obras docentes,
de enseñanza, colecciones, antologías y otras semejantes (Parada y Errecaborde, p. 471).
Es importante conocer este aspecto legal, pues es muy común que los estudiantes tengan
que recurrir, a la hora de realizar trabajos de producción académica, a ideas y
conceptualizaciones acuñadas por otros, con los que darán apoyatura a sus datos o a sus
posturas. Ello es una práctica más que permitida, siempre y cuando se mencione la fuente
de la que se ha extraído, lo que constituye un acto de honestidad intelectual. Aquí juega un
rol fundamental la forma en que se redacte: más allá del tipo de escrito que sea, diferenciar
las voces para que pueda comprender el lector qué dice el autor y qué toma prestado de
otros autores es la mejor estrategia para aportar comprensión y sentido a quienes son
destinatarios del mensaje objeto de transmisión.