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En 1902 Alfonso XIII inicia su reinado, bajo la sombra del Desastre del 98.

La pérdida de las
últimas colonias provoca una situación de conflictividad política y social, y la situación exterior
en Marruecos se hace cada vez más insostenible y caótica.

Los líderes de los partidos políticos, Antonio Maura por parte del Partido Conservador y José
Canalejas por parte del Partido Liberal, emprenden un programa de reformas fundamentado
en la ampliación de los derechos sociales con el objetivo de impulsar una revolución desde
arriba para evitar que la masa social la emprendiera desde abajo.

A partir de 1907 el gobierno de Maura comienza a impulsar estas medidas: la creación del
Instituto Nacional de Previsión (1908); la regulación del descanso dominical y de la jornada
laboral para mujeres y niños; el establecimiento de Consejos de Conciliación y Arbitraje,
formados por representantes de patronos y obreros para resolver conflictos laborales; el
reconocimiento oficial del derecho a huelga de los obreros (1909).

La caída del gobierno de Maura no supone la clausura de estas políticas revisionistas, pues
desde 1910 a 1912, José Canalejas decide continuar con el revisionismo. Por ello, durante el
gobierno del Partido Liberal se aprueba la Ley de Mancomunidades y se impulsa una fuerte
política anticlerical, reflejada en la llamada Ley del Candado (1910). Canalejas es asesinado
por un anarquista en noviembre de 1912.

A pesar de los esfuerzos de Maura y Canalejas por revitalizar el sistema, el régimen se ve


envuelto en una serie de situaciones problemáticas que provocan la desconfianza social y que
las masas sociales se levanten en su contra.

Las posesiones que España detenta en la costa del Rif se convierten en el principal objetivo de
las continuas rebeliones armadas de la población indígena. Los problemas surgen a finales de
1908, cuando varias empresas mineras españolas establecidas en Melilla son atacadas por las
kábilas locales. Ante la situación, el gobierno envía más tropas para defender la zona, sin
embargo, éstas sufren un asalto masivo de grupos indígenas que se salda con una sangrienta
derrota conocida como el desastre del Barranco del Lobo (1909). A partir de ese momento el
problema marroquí se convierte en un problema nacional de primer orden, y en 1920 se crea
la Legión Española, dirigida por el General Millán Astray para desempeñar la guerra colonial,
que no podrá evitar el Desastre de Annual de 1921, que desatará una gran crisis política en
España, que salpicará inclusa a la propia monarquía y desembocará en una acción armada
dirigida por el General Miguel Primo de Rivera en 1923 para imponer una dictadura militar.

El desastre del Barranco de Lobo causa una honda conmoción en el país que indispone a la
población española contra la aventura colonial del norte de África. Esta oposición se hace
notable en Cataluña y desemboca en una insurrección popular que se conoce como la Semana
Trágica de Barcelona, donde unas protestas de parte de los familiares de los militares que iban
a ser embarcados hacia Marruecos se convierten en una rebelión social cuando las fuerzas
anarquistas, socialistas, republicanas y nacionalistas toman las calles y convocan una huelga
general. La protesta se convierte en una oleada masiva de violencia, dirigida contra los
edificios oficiales y religiosos. Tras esto, las autoridades declaran el estado de guerra y envían
al ejército a sofocar a los insurrectos. La represión posterior será contundente y desatará una
oleada de protestas internacionales contra el gobierno español, que forzará finalmente la
caída de Maura de la presidencia del gobierno.

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La Primera Guerra Mundial estalla en 1914, España se mantiene neutral y llega un periodo de
fuerte expansión económica para el país, por ser el abastecedor de materias primas y
productos industriales a los países involucrados. Sin embargo, se produce un fuerte
desabastecimiento interno como consecuencia de la demanda exterior, que da lugar a la
subida de los precios y además el crecimiento económico únicamente beneficiará a
determinadas fortunas, por lo que, al terminar la guerra, muchas empresas se arruinan y crece
el desempleo obrero.

En 1917 tienen lugar una serie de acontecimientos que desatan la explosión de un conflicto
militar, político y social.

La crisis militar ocurre en Barcelona, donde se crean las llamadas juntas defensa como arma
corporativa para presionar al gobierno y hacer valer las pretensiones de los militares, como la
subida de los salarios y el fin del ascenso automático por méritos de guerra. Esto llega a
constituir un gran problema de indisciplina e insubordinación militar, pues la asociación militar
es ilegal. Tras esto, el gobierno de García Prieto interviene y encarcela a los cabecillas del
movimiento, sin embargo, las juntas militares amenazan al gobierno con una acción armada si
no se libera a los detenidos y se reconoce la legalidad de las juntas. García Prieto dimite y el
nuevo presidente, Eduardo Dato, claudica ante la presión de los militares.

La crisis política surge como motivo de la suspensión de las garantías constitucionales del
gobierno de Eduardo Dato, que paraliza la soberanía nacional con la excusa del problema
juntista. Ante este bloqueo democrático, un grupo de parlamentarios procedentes de
nacionalismo catalán, del socialismo y del republicanismo, liderados por Cambó deciden
reunirse en Barcelona para constituir una asamblea parlamentaria alternativa a las cortes, con
el propósito de expulsar a Dato de la jefatura de gobierno y llevar a cabo un proceso
constituyente para establecer una autentica democracia en el país.

El final de la Primera Guerra Mundial trae nefastas consecuencias económicas para el país,
pues aumenta el desempleo, descienden los sueldos y la creciente inflación golpea duramente
la economía de la clase obrera. Ante este problema, los dos grandes sindicatos proletarios, la
UGT y la CNT, se unen para convocar una huelga general que paralice al país y fuerce la caída
del régimen y diseñan un gobierno provisional donde Melquíades Álvarez ocupe la presidencia
y Pablo Iglesias el ministerio de Trabajo. En julio comienzan los primeros paros en el sector
ferroviario y en agosto la huelga se extiende a las demás ciudades. El gobierno responde
decretando el estado de guerra y los sindicatos proclaman la Huelga General el 9 de agosto de
1917. Los principales centros urbanos e industriales quedan paralizados y salpicados de
numerosos episodios de violencia, sin embargo, a los pocos días la huelga demuestra ser un
rotundo fracaso, debido a la ausencia de una consigna clara, ya que los anarquistas abogan
por la revolución pero los socialistas no; la desconexión entre las células sindicales de cada
zona; la marginación del campesinado; el temor del nacionalismo catalán y del
republicanismo a respaldar la huelga y la dura represión militar llevada a cabo por el
gobierno.

La Huelga de 1917 deja abierta una fractura entre la oligarquía restauracionista y la clase
obrera y la influencia de la Revolución Bolchevique triunfante en Rusia anima al movimiento
obrero a llevar a cabo de forma decidida el uso de la violencia como vía revolucionaria. A
partir de 1918, las organizaciones obreras experimentan un gran crecimiento de afiliados, se
radicalizan los discursos y se funda el Partido Comunista de España en 1921.

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Los conflictos entre en movimiento obrero y la patronal aumentan exponencialmente con
numerosas huelgas (hasta tres mil) como la huelga de La Canadiense en 1919, además, las
ocupaciones de tierras por parte de los anarquistas se multiplican en el campo andaluz. La
burguesía industrial y terrateniente, amenazada por la revolución social recurre a la violencia
para defender sus intereses. Por un lado, los gobiernos no dudan en enviar al ejército contra
el movimiento obrero, por otro, la patronal apuesta por la violencia de clase para frenar el
empuje obrero recurriendo a despidos masivos; a la creación de sociedades armadas y al
pistolerismo mercenario, como el practicado por el llamado Sindicato Libre.

El Trienio Bolchevique (1919- 1921) es un periodo negro donde las calles de las principales
ciudades se llenan de enfrentamientos, atracos, asesinatos, terrorismo, que tiene como punto
culminante el magnicidio de Eduardo Dato en 1921. La escalada imparable de violencia, el
peligro de una revolución social, unido al Desastre de Annual motiva una vez más a que el
ejército decida intervenir para determinar el devenir político en España.

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña,


protagoniza un golpe de estado donde pone fin de forma definitiva al régimen de la
Restauración.

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El incremento de la violencia política y social, tras la gran crisis de 1917, durante el llamado
Trienio Bolchevique, la creciente actividad de los nacionalismos periféricos en contra del
centralismo restauracionista, y fundamentalmente la crítica situación en Marruecos agudizada
tras el Desastre de Annual en 1921, convencen a algunos círculos militares de la necesidad de
intervenir nuevamente para determinar el destino político del país.

Los acontecimientos que terminan de decidir la situación, son la decisión del gobierno de
disolver las Juntas de Defensa en 1922, y especialmente la formación de un comité de
responsabilidades para desentrañar la culpabilidad de lo ocurrido en Annual. El informe
emitido por el comité salpica a numerosos mandos militares, e incluso a la monarquía, y se
conoce como el Expediente Picasso. Diversos mandos no están dispuestos a convertirse en los
cabezas de turco de la catástrofe marroquí, y deciden sellar el destino de la Restauración.

El 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Barcelona, Miguel Primo de Rivera, da un


golpe de estado, acabando así con el sistema político que había imperado en España desde
1874. El golpe resulta incruento, pues la mayor parte de la oligarquía restauracionista y el
propio rey, Alfonso XIII apoyan la táctica del militar.

Primo de Rivera emite un manifiesto para justificar su acción, donde a la necesidad de salvar
la patria, amenazada por la corrupción, la violencia, el anticlericalismo, el separatismo, la
situación en Marruecos y el fracaso del sistema parlamentario. Alfonso XIII encarga a Primo de
Rivera la formación de gobierno, iniciando un periodo conocido como el Directorio Militar
(1923 – 1925).

Inicialmente el nuevo poder debería tener un carácter provisional hasta que se resuelvan los
males que afectan al país. Para ello, Miguel Primo de Rivera lleva a cabo las siguientes
medidas:

Disuelve el sistema parlamentario y el régimen constitucional, es decir, clausura las cortes,


ilegaliza los partidos políticos, anula la Constitución de 1876 y declara el estado de guerra. Por
tanto, elimina los derechos y libertades individuales en España. Además, conforma un poder
unipersonal reservándose para sí mismo la detentación de todos los poderes del estado.

A partir de 1923 crea una nueva administración militar eliminando la administración civil, de
este modo, todos los cargos institucionales son asumidos por mandos militares y el
funcionamiento de una administración totalmente militarizada pasa a regirse por el principio
de jerarquía castrense, en lugar de la legislación civil.

Represión del movimiento obrero y las fuerzas nacionalistas, considerados los principales
elementos desestabilizadores del orden burgués y tradicional. Primo de Rivero dicta la
ilegalización de los partidos nacionalistas, prohibiendo el uso del himno y la bandera catalana,
clausurando los periódicos afines y encarcelando a sus principales dirigentes. La política de
represión hacia el movimiento obrero se proyecta fundamentalmente sobre los anarquistas de
la CNT, pues los socialistas de la UGT comienzan a colaborar con el nuevo poder, rompiendo de
forma definitiva todo vínculo con los anarquistas de la CNT.

La solución del problema de Marruecos tiene un desenlace exitoso, gracias a la colaboración


militar con Francia. Ambos países acuerdan una operación conjunta en Marruecos en 1925
conocida como el Desembarco de Alhucemas, primer desembarco aéreo-naval de la historia,
donde las tropas franco-españolas logran derrotar definitivamente a Abd el Krim y recuperar el
control sobre Marruecos.

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A partir de 1925 cambia la orientación de la dictadura, pues Primo de Rivera se inspira en el
modelo de régimen fascista italiano, sin abandonar los valores del tradicionalismo hispano. En
esta etapa, conocida como el Directorio Civil (1925-1930), se ponen en marcha las siguientes
medidas:

Se sustituye la oficialidad militar al frente de la administración por personal civil para


normalizar la apariencia política del régimen. Se crea un partido único, la Unión Patriótica, que
busca copiar la función del partido fascista italiano.

Se conforma una Asamblea Nacional Consultiva en 1927 para iniciar un proceso constituyente
y elaborar un anteproyecto constitucional que debería ser la base jurídica del nuevo régimen, y
que finalmente ve la luz en 1929.

Se incrementa la actividad legislativa en materia económica y social reforzando la política


intervencionista del estado mediante políticas proteccionistas, que protegían los intereses
económicos de la oligarquía española, y creando monopolios estatales en los sectores
energéticos (CAMPSA) y de telecomunicaciones (Telefónica).

Del mismo modo aumentan las inversiones en obras públicas e infraestructuras. Otra de las
grandes novedades es la creación de Comités Paritarios, es decir, organismos reguladores de
las relaciones laborales en los que los representantes obreros y patronales establecen los
acuerdos pertinentes del sector bajo el arbitraje y supervisión de los funcionarios estatales.

Sin embargo, los intentos de institucionalización del régimen por parte del dictador se vieron
frustrados a partir de 1928 debido a diversos factores, como la gran crisis mundial de 1929 y la
movilización de importantes sectores del ejército en contra de la perpetuación en el poder de
Primo de Rivera, incluso el propio monarca le retira su apoyo tras duros enfrentamientos
dialecticos entre ambos.

Con una oposición política que se estaba reorganizando, sin apoyos, y con un precario estado
de salud, Miguel Primo de Rivera presenta su dimisión el 28 de enero de 1930 y se retira a
París, donde morirá dos meses después. Tras esto, el General Damaso Berenguer asume la
jefatura de gobierno en medio de una completa incertidumbre sobre el destino político de
España.

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