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LA JERUSALÉN DE COLOMBIA

Por: Deisy Dayana Reyes Ortega

Conocida por muchos como “La Jerusalén de Colombia”, allí se celebra la Semana Santa

en vivo. Otros la conocen por sus desiertos áridos y otros más por la gastronomía, pues

allí se vende la mejor gallina de Colombia, eso se lo puedo asegurar. ¿Ya sabe de qué

lugar les estoy hablando?, así como se lo acaba de imaginar, si, de Sachica, donde la

gente es amable y muy colaboradora.

Cerca de Tunja, escondida entre las montañas de la Provincia de Ricaurte, a 45 minutos

de la capital de los boyacenses se encuentra esta querida población, casas coloniales,

variedad de jardines, un calor intenso y muchos campesinos netamente boyacenses.

Bajo el cielo despejado y un sol radiante en Sachica-Boyacá el reloj marcaban las 10 de

la mañana, me encontraba en el parque principal del municipio sentada en una pila con

agua un poco verdosa que se movía al son del viento. Los saquicences iban y venían por

el parque cuando se escuchan uno, dos y tres campanazos anunciando que los feligreses

han cumplido con su labor.

Me acerco curiosamente hacia el aglomerado de gente que va saliendo de la iglesia y

veo entre ellos una campesina de aproximadamente 1,50 de estatura, con su falta hasta

la rodilla, zapatos en cuero, saco de lana y dos trenzas blancas que adornan su cabeza,

es doña María Campos una campesina de Sachica, una mujer de 82 años de edad pero

su alma parece de 30.

Buenos días Doña María Campos, la saludo muy sonrientemente y ella con una sonrisa me

responde el saludo “buenos días sumerce”, la invito a tomar algo para la sed y nos vamos

caminando hacia una tienda ubicada en diagonal al palacio municipal, parecíamos dos

viejas amigas que no se veían desde hace años, ella me miraba fijamente y yo agachaba
la cabeza mientras revisaba en mi libreta las cosas que quería preguntarle, mientras

tanto la tendera nos alcanzaba una cerveza para ese calor un poco agotador.

Conversando entre una y otra cosa doña María Campos recuerda con gran alegría cuando

ganó el reinado de la chicha que año tras año se realiza en esta población “yo fui y sigo

siendo la reina, también ayudo a organizar el reinado, pero que rabia me da porque han

cogido esto como un burlesco, las señoritas salen casi empelotas y eso es una falta de

respeto, salen con unos vestiditos que no les tapan nada, entonces yo al ver esto no quise

volver a colaborar; cuando gané el reinado salí con mis faldas más debajo de la rodilla,

en el hombro un chorote que pesaba oh Dios mío santo, un montón”

Una sonrisa se dibujaba en su rostro mientras me contaba lo de su reinado, esa sonrisa

ya sin las perlas blancas que dejan entrever que los años han pasado ya su factura, doña

María Campos es una mujer a quien la vida no le ha tocado fácil, sus manos cuarteadas

por el frio y el sol, su rostro arrugado y moreno, su caminar lento por las tres cirugías

que se ha tenido que realizar en los últimos dos años me demuestran que la vida del

campo no es tan fácil como algunos se la imaginan. “me levanto a las cuatro de la mañana

y voy a ver mis animales, les hecho agüita y ordeño las vacas, saco a los pollos del corral

y le pongo pasto a una chivita que tengo cerca de mi casa, y así me la paso todo el día

para allá y para acá porque no me gusta quedarme quieta” comenta doña María mientras

se toma la cerveza con gran satisfacción.

El reloj seguía avanzando y nosotras conversábamos de las maravillas que tiene Sachica,

sus desiertos que atraen a muchos turistas, la iglesia colonial, la cebolla y los más

importante la gallina sachiquense, ya era la una y meda del día y nos despedimos

prometiéndonos volver a vernos, y me dijo lo siguiente “no se vaya a ir sin probar la

gallina”. Ella llevaba prisa y se alejó rápidamente por una carretera solitaria acompañada

de uno de sus sobrinos.

Así como me lo recomendó aquella campesina, así lo hice, me fui a comer gallina en un

restaurante ubicado a una cuadra del parque principal, la gallina es la comida típica en
Sachica y es muy famosa, las personas que pasan por este municipio no se van sin antes

probarla, hablé con don Jerónimo Sarmiento un señor de estatura media, tez blanca y

de aproximadamente unos 60 años, “ la gallina es muy rica, pero tiene mucho condimento,

a uno ya por lo viejo le toca cuidarse, las gallinas que preparan son las que ya no ponen

huevos, son flacas y ya ni sabor, tienen por eso son tan dañosas para el organismo” sin

embargo me decía eso mientras se comía una gallina con plátano frito, yuca y papa. A

veces lo que más nos hace daño es lo que más queremos comer le comentaba mientras lo

miraba fijamente.

Probé la gallina y me sorprendí mucho porque si estaba muy deliciosa así como me la

habían recomendado, terminé de almorzar y salí hacia el parque, el parque de Sachica

recoge mucha historia, según la Secretaria de cultura del municipio allí vivía una

población indígena, en el parque se encuentra una escultura tallada en piedra donde se

azotaban a los indígenas que se negaban a pagar los impuestos al régimen español,

también hay una pileta donde sobresale una cebolla en honor al sustento de la población,

Sachica es la capital cebollera de Colombia, allí se produce gran cantidad de la cebolla

que se consume en todo el país, pese a la sobreproducción la tierras se han resecado y

ya la producción ha bajado sus índices, en la actualidad se está optando por el cultivo

de tomate de guiso y de árbol, sin embargo la escasez de agua en esta región les está

jugando una mala pasada, las tierras para que produzcan hay que dejarlas descansar en

temporadas y el agua hay que racionarla, hoy día el mayor ingreso económico es el

turismo, condominios y hoteles muy lujosos se pueden apreciar en el municipio, a los

turistas les llama mucho la atención los desiertos que se encuentran allí y de esta forma

el pueblo de Sachica ha podido sobrevivir.

Quisiera haberme quedado en Sachica para poder conocer el desierto pero el tiempo

me ganó, me despido no sin antes decirles que conozcan este municipio, que sean

rebeldes con su estómago y prueben gallina. Así como lo diría doña María Campos Adiós

lindos sachiqueños, Dios no los olvidará

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