Está en la página 1de 9

Universidad de El Salvador

Facultad de Ciencias y Humanidades


Departamento de Letras

Carrera: Licenciatura en Letras

Año y Ciclo Académico: Ciclo II – 2017

Asignatura: Curso Monográfico de Literatura

Tema: La unidad de impresión en El retrato oval de Edgar Allan Poe

Ciudad Universitaria, 27 de septiembre de 2017


Durante la primera mitad del siglo XIX, el escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-
1849) dedicó sus esfuerzos a escribir poemas y relatos celebrados en los años siguientes como
renovadores de la literatura internacional. Al mismo tiempo, realizó tareas concernientes a la
crítica literaria, para lo cual desarrolló una teoría del cuento que le sirviera como herramienta
de análisis y como base de su propia producción.

Un elemento fundamental de su propuesta técnica es la unidad de impresión. Para Poe, esta


cualidad es crucial como constituyente estético de una narración. Su valor reside en la
posibilidad de conmover al lector y producir en éste efectos perdurables. En el presente
trabajo se estudia cómo funciona dicho procedimiento en El retrato oval (1842), a partir del
estudio de las ideas principales y subtemas presentes en la historia. Además, se propone un
tema principal del texto y un breve resumen del mismo. Por último, se sintetiza la teoría de
la unidad de impresión y su finalidad en el cuento que nos ocupa.

Al finalizar la lectura se dividió el relato en cuatro partes fundamentales, tomando en


consideración que algunos párrafos se conectan entre sí. De manera que el primer párrafo
constituye la primera parte; los párrafos 2, 3 y 4 conforman la segunda; el párrafo 5 es la
tercera sección y, por último, el número 6 equivale a la cuarta subdivisión.

A continuación, se enumeran las ideas principales contenidas en cada uno de los apartados.
Cabe mencionar que por idea principal se concibe cada información explícita disponible en
la superficie del texto sin necesidad de realizar un proceso inferencial.

Primera parte:

El castillo en el cual mi criado se le había ocurrido penetrar a la fuerza en vez de permitirme,


malhadadamente herido como estaba, de pasar una noche al ras, era uno de esos edificios
mezcla de grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo levantaron sus altivas frentes
en medio de los Apeninos, tanto en la realidad como en la imaginación de Mistress Radcliffe.
Según toda apariencia, el castillo había sido recientemente abandonado, aunque
temporariamente. Nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas y menos
suntuosamente amuebladas. Estaba situada en una torre aislada del resto del edificio. Su
decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de
tapicerías y adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, y de ellos pendían
un número verdaderamente prodigioso de pinturas modernas, ricas de estilo, encerradas en
sendos marcos dorados, de gusto arabesco. Me produjeron profundo interés, y quizá mi
incipiente delirio fue la causa, aquellos cuadros colgados no solamente en las paredes
principales, sino también en una porción de rincones que la arquitectura caprichosa del
castillo hacía inevitable; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón, pues ya era
hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi
cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones,
que rodeaban el lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño,
distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un
pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada, en que se criticaban y
analizaban.

Ideas principales:
1. Descripción del castillo abandonado en los montes Apeninos.
2. Aclaración acerca de la salud del narrador/protagonista.
3. Interés del héroe por las pinturas que adornan el sitio.
4. Mención del volumen crítico que incluye análisis y descripciones de los cuadros

Segunda parte:

Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas devotamente; las horas huyeron, rápidas
y silenciosas, y llegó la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y
extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo
que arrojase la luz de lleno sobre el libro.

Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas
bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta
entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta
entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer. Lo contemplé
rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? No me lo expliqué al principio; pero, en tanto que
mis ojos permanecieron cerrados, analicé rápidamente el motivo que me los hacía cerrar.
Era un movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para asegurarme de que
mi vista no me había engañado, para calmar y preparar mi espíritu a una contemplación
más fría y más serena. Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo el lienzo fijamente.

No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el primer rayo de luz al caer
sobre el lienzo, había desvanecido el estupor delirante de que mis sentidos se hallaban
poseídos, haciéndome volver repentinamente a la realidad de la vida.

Ideas principales:

5. Efecto inesperado de la iluminación del candelabro.


6. Descubrimiento y contemplación del retrato de la joven.
7. Estado de alerta del protagonista.
8. Impresión inexplicable de un modo lógico.

Tercera parte

El cuadro representaba, como ya he dicho, a una joven. se trataba sencillamente de un


retrato de medio cuerpo, todo en este estilo que se llama, en lenguaje técnico, estilo de
viñeta; había en él mucho de la manera de pintar de Sully en sus cabezas favoritas. Los
brazos, el seno y las puntas de sus radiantes cabellos, pendíanse en la sombra vaga, pero
profunda, que servía de fondo a la imagen. El marco era oval, magníficamente dorado, y de
un bello estilo morisco. Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra, ni la excepcional belleza
de su fisonomía lo que me impresionó tan repentina y profundamente. No podía creer que
mi imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la cabeza por la de una persona viva.
Empero, los detalles del dibujo, el estilo de viñeta y el aspecto del marco, no me permitieron
dudar ni un solo instante. Abismado en estas reflexiones, permanecí una hora entera con los
ojos fijos en el retrato. Aquella inexplicable expresión de realidad y vida que al principio me
hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno de terror y respeto, volví el candelabro a
su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la causa de mi profunda agitación,
me apoderé ansiosamente del volumen que contenía la historia y descripción de los cuadros.
Busqué inmediatamente el número correspondiente al que marcaba el retrato oval, y leí la
extraña y singular historia siguiente:

Ideas principales:
9. Descripción de las cualidades formales del retrato.
10. Consideración de la vivacidad que presenta la imagen.
11. Reflexión. Duda sobre las cualidades del retrato.
12. Convencimiento de la realidad y vida del cuadro.

Cuarta parte

“Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al
pintor y se desposó con él. Él tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había
puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza, toda luz y sonrisas, con la
alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no
temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos importunos que le
arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar
del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas
semanas, en la sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido
lienzo solamente por el cielo raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de
hora en hora, de día en día. Y era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía
en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre
aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto para
él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran
fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para
trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más
débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja
su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su
modelo le inspiraba. Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a
nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer por el ardor con que
tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su
esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas
de la que tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no
restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro
sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está
próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en
éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose,
palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: “¡En verdad, esta es la
vida misma!” Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!”

Ideas principales:
13. Creación de la obra de arte.
14. Caracteres del pintor y su musa.
15. Ensoñación y locura del artista.
16. Sucesos extraños en la torre.
17. Sumisión y muerte de la musa.

Además de la información superficial existen datos “no dichos” (subtemas) identificables por
medio de un proceso inductivo conocido como producción de inferencias. En este nivel se ha
profundizado el examen del cuento estableciendo relación con el conocimiento enciclopédico
y contextual-situacional, tanto en el plano de la diégesis como en lo correspondiente al autor
y sus condiciones de producción. Por esta vía se han logrado los siguientes resultados:

a) Diferentes manifestaciones del delirio


b) Frontera entre arte y realidad
c) Elementos fantásticos en la obra de arte
d) Lo sublime como sensación del espectador
A partir de la identificación de los subtemas es posible establecer entre ellos una relación de
continuidad que puede sintetizarse como el tema principal del relato. En este caso, es
enunciado de la siguiente manera: relación entre la vida real y la creación artística.

Por tanto, el artista tiene la capacidad de aproximarse a la realidad por medio de su obra,
como ocurre en la historia en cuestión, con la terrible limitación de que su arte permanece en
el plano de la ficción. De ahí que el mecanismo fantástico presentado en la narración consiste
en suprimir dicha restricción para someter al espectador en un estado sublime imposible de
explicar racionalmente. La técnica descrita con anterioridad produce en el lector la sensación
de terror. Esto se explica por el descubrimiento de la impermanencia de la vida humana
frente a la perdurabilidad de la obra de arte.

Los apartados anteriores conceden los insumos necesarios para redactar un breve resumen de
la historia:

Un caballero herido, presumiblemente en batalla, acude con su sirviente a un castillo


abandonado para pasar la noche. El sitio se encuentra adornado con opulencia a pesar de
encontrarse deshabitado. Sobre las paredes hay muchos cuadros que ganan la atención del
caballero, quien dedica sus horas de insomnio a estudiarlos. En el lugar descubre un
documento explicativo de cada uno de los cuadros. Llegada la media noche, un efecto
luminoso inesperado revela un retrato de forma oval desconocido hasta el momento. El
hombre, afectado por el delirio de sus heridas, se conmueve por la apariencia de la joven
mujer de la pintura. Después de una larga contemplación, asustado por su descubrimiento,
decide que el retrato posee vida propia. Sus sospechas se confirman después de leer la
descripción realizada en el manual, donde se explica la creación de la obra: el pintor,
perdidamente enamorado de su mujer, pierde el juicio elaborando su trabajo mientras ella
posa, contra su voluntad, durante largas jornadas, para satisfacer a su marido. Conforme se
avanza en el proyecto, la mujer desfallece al mismo ritmo que la pintura gana vitalidad. El
relato culmina cuando la obra está concluida y el consecuente fallecimiento de la mujer.
Según la propuesta de Poe, la intencionalidad de la narración es aproximar al lector al plano
de la creación literaria por medio de las impresiones que produce el relato. Por este medio,
el autor norteamericano exalta el principal elemento fantástico de la obra de arte, que se
convierte en símbolo de la vida humana y la trasciende, pues permanece después de la muerte.

Para explicar a cabalidad el manejo de las sensaciones en un relato, es necesario remitirse a


la teoría de la unidad de impresión, desarrollada por Poe para lograr un efecto perdurable en
el lector. Si desea estremecer a los receptores, el autor debe determinar en un momento previo
a la escritura cuál será su objetivo de trabajo, único y singular. Una vez realizado este paso,
se podrán establecer los medios más ventajosos para alcanzar el cometido propuesto y
disponer los incidentes o hechos de la trama.

Para el norteamericano, el principal elemento a cuidar es la extensión. De forma ideal, para


mantener la atención del lector y lograr el impacto deseado, la sesión de lectura debe ser
única y no mayor a dos hora ni menor de media hora. De esta manera se evitan las
interrupciones y el cansancio. Todo el texto debe aplicarse a este cometido.

Del mismo modo, es necesario que el efecto de impresión sea una característica identificable
en todo el cuento, no únicamente en su momento de clímax. Dicha cualidad, conocida como
reticencia, marca el ritmo progresivo del relato por medio de la repetición constante de un
discurso. Por último, es posible aplicar varios temas en el texto si se suscriben a un solo eje
dominante, que sería el tema principal del relato.

En el caso de El retrato oval, se puede notar reticencia en las descripciones físicas del castillo,
que sugieren oscuridad y la rareza de la iluminación: “Pero este movimiento produjo un
efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho
del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra
profunda”. La creación de ese ambiente lleno de incertidumbre es sensible durante el texto
completo. Además, el personaje principal muestra a cada instante la extrañeza que le
producen el sitio y, especialmente el retrato: “Abismado en estas reflexiones, permanecí una
hora entera con los ojos fijos en el retrato. Aquella inexplicable expresión de realidad y vida
que al principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno de terror y respeto,
volví el candelabro a su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la causa de
mi profunda agitación, me apoderé ansiosamente del volumen que contenía la historia y
descripción de los cuadros”.

En conclusión, es posible afirmar que Poe consigue generar el efecto terror en los lectores
por medio de las impresiones descritas, de modo ilógico, por el protagonista que delira no
sólo por causa de sus heridas, sino por los hechos fantásticos, inexplicables que acontecen.
El efecto se logra in crescendo desde las primeras palabras del cuento. También se verifica
el cumplimiento de los principios acuñados por el autor en su teoría referente a la extensión
necesaria para cumplir un objetivo artístico. Lo anterior permite afirmar que se trata de un
relato moderno bien logrado según sus pretensiones estéticas.

También podría gustarte