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DIFERENCIAS ENTRE PATIO Y CLAUSTRO

Uno de los grandes aportes de la arquitectura colonial en el Perú es el recorrido y


distribución a nivel espacial de las tipologías más representativas de la época, como
son los complejos conventuales (siempre anexos a una iglesia) y las casas patio, que
aparecieron en muchos ámbitos geográficos en el Perú. En ambos casos particulares,
existe un elemento protagonista que define cómo la organización espacial tan
particular de aquellas edificaciones que marcaron la pauta en el territorio peruano,
durante la época de la colonia: el claustro y el patio.
Al escuchar ambas denominaciones, podemos caer en el error de que ambas, por ser
espacios no techados, rodeados en todos sus lados, y ser espacios principales y
organizadores espaciales, significan y describen un mismo espacio. Para el mejor
entendimiento de ambas denominaciones es necesario definir ambos términos y de
ese modo poder empezar a hacer las respectivas diferenciaciones. Según la RAE un
claustro es: “Galería que cerca el patio principal de una iglesia o convento.”, y un
patio es: “Espacio cerrado con paredes o galerías, que en las casas y otros
edificios se suele dejar al descubierto.”
Teniendo como premisa las definiciones literales y generales de ambos espacios se
tiene un punto de partida para diferenciar los mismos, ya de manera arquitectónica.
Desde el inicio, la RAE hace ya un hincapié en la definición de lo que es un claustro y
a que tipología arquitectónica pertenece, señalando que esta ceñida estrictamente al
ámbito conventual religioso. Esta denominación también señala
CLAUSTRO PRINCIPAL

Como en la mayoría de edificaciones conventuales religiosas de importancia, existe la

presencia de un espacio no techado que, no solo es el espacio principal, sino que

actúa como organizador espacial del edificio, a este se le denomina claustro. Sabemos

ya, que para que tenga la denominación de claustro, tiene que ser un patio, con cuatro

galerías que lo rodean y estar necesariamente dentro de una edificación religiosa. En

el caso del convento de San Francisco, edificación religiosa de primer orden en la

ciudad de Lima, se dan tales condiciones que hacen que ese importantísimo patio sea

llamado claustro. El análisis arquitectónico de este elemento contempla la

diferenciación clara de los dos cuerpos o niveles del mismo, los cuales tienen

características independientes, que permiten diferenciarlos claramente, por lo que

serán analizados por separado.

Para entender mejor el contexto en el cual esta edificación fue realizada es necesario

saber un poco de la historia y cronología de este espacio tan importante en este


complejo conventual, esta inicia poco después de instaurado el Virreinato del Perú,

teniendo como su sede principal la ciudad de Lima. En el año de 1574, cuando como

virrey se encontraba Francisco de Toledo, se inicia con la construcción del claustro de

San Francisco, en la que se contempló tan solo erigir un solo cuerpo sencillo, hasta

que después de casi 60 años es derruido para construir un nuevo claustro, que ya tuvo

los dos cuerpos que conserva en la actualidad en el año de 1630.

El Claustro, a través del paso del tiempo sufrió una seria de modificaciones en la

conformación de las galerías que lo rodean, no solo en la cantidad de arcos que lo

componen sino también en la forma, pero las características iniciales en la forma de la

planta del mismo se mantienen desde el día de su concepción hasta la actualidad. El

claustro principal tiene, visto en planta, una forma cuadrada, rodeado de galerías en

sus cuatro lados.

Todas las galerías se encuentran cercadas por un zócalo de altura considerable que

evita que todas las perforaciones generadas por los arcos de medio punto sean

utilizados como ingresos al patio, tan solo las entradas al mismo carecen de zócalo.

Cabe resaltar que estos ingresos, presentes en el medio de las cuatro galerías, tienen

una fragmentación en la continuidad lineal leía en planta ya que para definir

justamente esta transición entre la galería y el patio, se extrude un cuerpo que actúa

como umbral entre el interior y el exterior del claustro.

Las galerías, constituidas en dos cuerpos diferentes, están soportadas

estructuralmente por pilares de sección cuadrada, cosa que no ha cambiado hasta

ahora. Estas galerías en la actualidad están conformadas en cada lado de once arcos

de medio punto (según historiadores antes eran ocho), pero que en encuentro de cada

tramo o crujía existen arcos carpaneles en las esquinas interiores de las galerías, que

permiten una mejor transición a nivel estético entre cada elemento pero que termina

siendo un par de arbotantes que ayuda estructuralmente a le edificación.


Es necesario hacer la incidencia en la contraposición que existe en los dos cuerpos del

claustro, ya que el primero se caracteriza por tener un lenguaje sobrio renacentista, el

cual contrasta, pero no se divorcia del lenguaje barroco del segundo cuerpo. Este

lenguaje renacentista está marcado por el decoro que existe en sus componentes, Las

arquerías a simple vista, pareciera que fuesen un par, cada uno rectangular, que se

juntan formando un pilar cuadrado recubierto de un almohadillado rectangular, sin

embargo esta percepción cambia, cuando en la imposta existe una moldura o cornisa

que hace cambiar de percepción y unifica la composición. Luego de esta se dibuja el

arco de medio punto, en el que se divisan claramente sus componentes (dovelas y

clave) que está enmarcado por una archivolta de yeso pintada de rojo y albanegas

grabadas, sobre las que se consolida el entablamento. El arquitrabe está conformado

por cuatro molduras corridas y del mismo color que el resto de la composición sin

marcar ningún tipo de distinción, seguido por un friso sin decoración adicional y

finalmente, para terminar con el primer cuerpo, la cornisa con molduras.

Las cuatro galerías tienen techumbres de madera de cedro de estilo mudéjar con

diseños variados dentro de cada encasetonado con geometría cuadrada u octogonal.

“Las arquerías en el segundo cuerpo del claustro principal del

Convento de San Francisco son una de las más bellas

realizaciones del barroco limeño. Difieren del sobrio estilo

renacentista de las arquerías del primer cuerpo en el mismo

claustro; y fueron introducidas en un tiempo muy posterior al

primer cuerpo. Han sido vinculadas estas galerías superiores

franciscanas con los artífices don Constantino de Vasconcelos

y Manuel de Escobar, sin aportar ninguna prueba documental

que lo avale “1. (San Cristóbal, Antonio, pg. 67).

1
“Nueva visión de San Francisco de Lima”. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos – Banco Central de
Reserva del Perú, 2006, pg. 67.
Resulta claro y evidente, que los dos cuerpos fueron hechos en espacios temporales

distintos, debido a los diferentes estilos que manejan, pero que de ninguna manera se

encuentran divorciados uno del otro. La transición del primer cuerpo al segundo se

encuentra enmarcada por un zócalo corrido que hace la vez de baranda y presenta

extrusiones en cada columna, acentuando de este modo este elemento estructural de

importante belleza y aporte al barroco limeño. Este zócalo se encuentra rematado por

molduras que definen el término del mismo y el inicio de la columna como tal, la cual

ya se encuentra anunciada por la extrusión mencionada anteriormente.

Es en este elemento tanto estructural como estético que se genera uno de los

mayores aportes del estilo barroco limeño de la época. La esbeltez de los arcos es

mayor debido a que la carga es mucho menor en el segundo nivel. Las columnas

agrupadas de a dos mantienen el eje estructural del primer cuerpo y por cada columna

inferior, se transforman en dos superiores, se sigue manteniendo la sección cuadrada

Las mismas, se encuentran separadas por una perforación ovalada, que le brinda

ligereza y una menor masividad a la columna, generando de este modo un aporte

significativo a nivel estético. Cada columna se encuentra ornamentada mediante un

ligero trampantojo extruido, pero acentuado por el color rojo del fondo.

Las columnas rematan en capiteles que hacen referencia al orden toscano, pero sin

tomar literalmente las condicionantes generando transgresiones, propias del aporte

barroco, mediante la utilización de molduras corridas de planta cuadrada. Estos

capiteles a su vez conforman la imposta del arco de medio punto que se erige encima,

tanto en la perforación mayor como en el vano generado por el óvalo. Generando de

este modo una arquería corrida a lo largo de la galería con un intercalado en la

dimensión de los arcos. La diferencia es que en ambos casos el ápice se encuentra a

alturas diferenciadas marcadas por la flecha que maneja cada una. Se genera en el

más pequeño, una venera, en el que se trabaja un ornamento utilizando también un

ligero trampantojo extruido. En la rosca del arco del mismo también se aplica el
trampantojo a nivel ornamental. Sobre el este se encuentra la archivolta la cual esta

remarcada y acentuada por el color rojo. Coronando y rematando sobre la venera se

encuentra una cartela que termina de generar el extraordinario aporte de este segundo

cuerpo, pero que también sube hasta el friso del entablamento. En los arcos de medio

punto se trabaja de igual modo el trampantojo en la rosca, coronado por la archivolta

acentuada en rojo.

A medida que se asciende el trabajo ornamental alcanza un mayor detalle y desarrollo;

en el arquitrabe existen molduras que generan la debida transición de un elemento

arquitectónico a otro, sobre este se trabaja un friso en relieve de estilo mudéjar, sobre

el que al final remata la cornisa con molduras, pero ya a menor detalle ornamental.

La techumbre del segundo cuerpo de la galería del claustro principal está menos

trabajada que la del primero, pero presenta una rítmica y sencilla colocación de

viguetas de madera que soportan la cobertura final.

Lo interesante de este segundo cuerpo es que posee una doble galería para que el el

tránsito y repartición a otros espacios sea indirecto y no se tenga que utilizar de

manera forzada la galería que da al claustro, esta segunda galería está marcada por

una sucesión de columnas de madera color verde de orden toscano que sostienen a

su vez una enorme viga madre que ayuda a sustentar la cobertura y los siguientes

entrepisos.

SEGUND CUERPOOO

En el caso del segundo cuerpo, este contrasta por su carácter barroco con el

renacentista del primer cuerpo. En el campo de la hipótesis se le atribuye la obra a los

alarifes don Constantino de Vasconcelos y Manuel de Escobar. Hay conflicto en

ordenar la historia de este segundo cuerpo ya que en un primer manuscrito de 1651 el

cuerpo contenía 82 columnas de piedra mármol negra y en 1773 se decía que estas
fueron quitadas para ser sustituidas por una estructura de madera recubierta con

cañas y yeso aparentando una “…prolija labor de piedra y entre cada dos pilares un

óvalo»” para que no se derrumbara por efectos de los terremotos. Esta discordancia

podemos explicarla con la historia, dado que sabemos que luego de los terremotos

ocurridos en 1687 y los siguientes, se optó por un cambio en la materialidad, por lo

que ambos manuscritos tendrían razón.

La composición del segundo cuerpo se ha mantenido desde su construcción solo con

el cambio en el material de pesado a ligero. Sus arcos son más angostos que los del

primer cuerpo y su calidad ornamental es mayor. A demás de esto, se inicia el

segundo cuerpo en una base continua al igual que el primer cuerpo de la que parten

los pedestales cuadrados y bajos de los pilares decorados con grabados pintados en

color rojo. Sobre ellos se montan los capiteles asociados con el orden toscano

teniendo un collarino de dimensiones pequeñas seguido de una pequeña moldura que

contrastan con la moldura de gran dimensión que va después. Los capiteles a su vez

forman la imposta para la unión con los arcos de medio punto que varían en tamaño.

Observamos un orden de un arco grande seguido por uno chico a lo largo de toda la

arquería. En el caso de los arcos de medio punto grandes, estos guardan un

tratamiento similar a los arcos del primer cuerpo, teniendo una rosca con un

tratamiento de grabado, aunque en este caso no se diferencian tan claramente las

novelas y la clave y sobre esta la archivolta como una línea que circunda la rosca que

acaba pintada de roja. La diferencia notoria es el tratamiento de la albanega que no

llega a tener la forma de un triángulo con bordes curvos ya que toma también el

contorno de la archivolta de los arcos pequeños, siendo una figura de geometría

irregular con distinto diseño de grabado. En el caso de los arcos de medio punto de

menor dimensión, estos se encuentran cegados de la línea imposta hacia arriba.

Desde esta línea imaginaria hasta abajo, se encuentra el vano parcialmente cegado

entre los pilares dado que encontramos unas perforaciones ovaladas u óculos que
terminan a la altura de la imposta. Al estar cegada la parte superior que coincide con el

arco se ve una venera sobre la cual vemos la rosca decorada con grabados en relieve

y la archivolta. La albanega la comparten dos arcos de medio punto de gran dimensión

y un arco del mismo carácter de menor dimensión. En ella se ve un modillón con el

diseño de una voluta coincide con el eje vertical del arco pequeño. Sobre estas

decoraciones se quiebran los entablamentos. Como cobertura del segundo cuerpo

observamos un techo sencillo de madera con las vigas de madera expuestas y todo

plano.
BIBLIOGRAFÍA
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ANEXOS

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