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¡Domine su espíritu!
“CIERTO siquiatra ha hallado que las
personas coléricas y cínicas tienen
cinco veces más probabilidad de morir
antes de los 50 años de edad que las
personas tranquilas y confiadas.” Esto
se publicó en The New York Times del
17 de enero de 1989. El Dr. Redford B.
Williams, catedrático del Centro Médico
de la Universidad de Duke, en Durham,
Carolina del Norte, “basó sus
descubrimientos en una gran cantidad
de estudios”. “Dijo que el corazón
confiado dura más porque está
protegido de los estragos del sistema
nervioso simpático”, informó el Times.
La cólera puede aumentar la presión
sanguínea, causar dificultades
respiratorias y tener otros efectos
desfavorables. La furia puede
trastornar los procesos mentales, y tras
esto con frecuencia viene un período
de extrema depresión mental.
La cólera también puede tener mal
efecto en la salud espiritual de uno.
Con razón la Biblia dice: “Un corazón
calmado es la vida del organismo de
carne”. (Proverbios 14:30.) Sí, es
saludable que dominemos nuestro
espíritu. Pero considere otras razones
para obedecer ese consejo.
Siga el derrotero de la sabiduría
Toda persona en sus cabales quiere
manifestar sabiduría en sus actos. Una
manera de hacer esto es desplegando
autodominio. A este
respecto, Proverbios 29:11 declara:
“Todo su espíritu es lo que el estúpido
deja salir, pero el que es sabio lo
mantiene calmado hasta lo último”.
En la Biblia, con frecuencia “espíritu” se
refiere a la actitud dominante que
mueve a uno a seguir cierto derrotero.
“El estúpido” deja salir todo su espíritu
porque no puede dominarlo. Deja que
su cólera estalle sin tomar en cuenta
las consecuencias. Puede que al
principio el espíritu dentro del estúpido
le dé a su rostro apariencia airada.
Después su espíritu pudiera desatarse
en habla violenta y acciones
insensatas.
Pero el sabio mantiene su espíritu
“calmado hasta lo último”. Lo domina, y
considera detenidamente lo que podría
ocurrir si diera rienda suelta a la ira.
Aunque tenga buena razón para
enojarse, se da cuenta de que el obrar
inmediatamente en ese estado de
ánimo perturbado o indignado podría
causar mucho daño. Por eso ejerce
autodominio y se refrena de expresar
su cólerasin ejercer cuidado ni
restricción. Acude a Jehová por ayuda,
quizás orando inmediatamente en
silencio. Finalmente, para el beneficio
de todos los implicados, el sabio puede
apaciguar su cólera y razonar con
claridad según las Escrituras y la
voluntad de Dios. Además, el sabio
comprende que no debe permanecer
encolerizado, porque eso podría
endurecerlo hasta tal punto que
actuara de un modo imprudente y
cometiera algún pecado.
La persona sabia también aplica el
consejo del apóstol Pablo: “Estén
airados, y, no obstante, no pequen; que
no se ponga el sol estando ustedes en
estado provocado, ni dejen lugar para
el Diablo”. (Efesios 4:26, 27.) Si con
buena razón algo le causa enojo, no se
mantenga en estado provocado ni
permita que se ponga el Sol estando
usted en esa condición. ¿Por qué?
Porque entonces daría a Satanás el
Diablo la oportunidad de aprovecharse
de usted y quizás inducirlo a hacer algo
malo y así incurrir en la desaprobación
de Dios. (Salmo 37:8, 9.) Más bien,
domine su espíritu y resuelva
inmediatamente cualquier dificultad que
haya provocado su cólera. (Mateo
18:15-17.)
Sea sereno de espíritu
Otro proverbio dice: “Cualquiera que
retiene sus dichos posee conocimiento,
y un hombre de discernimiento es
sereno de espíritu”. (Proverbios 17:27.)
La persona que tiene conocimiento de
la Palabra de Dios “retiene sus dichos”
y no habla sin dominio, con
impetuosidad, particularmente cuando
está perturbada. Porque tiene
presentes su relación con Jehová y su
debido lugar en la organización de
Dios, no deja que el calor de la ira la
venza. En vez de eso, “un hombre de
discernimiento” se esfuerza por
mantenerse sereno y equilibrado en su
modo de pensar. Con ese espíritu,
usted también puede dominar las
circunstancias que llevarían al
insensato a pecar.
Con relación a esto leemos: “El que es
tardo para la cólera abunda en
discernimiento, pero el que es
impaciente está ensalzando la
tontedad”. (Proverbios 14:29.) El perder
la paciencia cuando se está agitado
emocionalmente puede llevar a actos
imprudentes. ¡Cuánto mejor es
considerar lo que podría ocurrir debido
a conducta o habla desenfrenada! De
lo contrario, la persona podría
impacientarse y actuar insensatamente,
“ensalzando [así] la tontedad”. Por eso,
sea “tardo para la cólera”, al igual que
Dios, y así podrá evitar acciones
apresuradas e insensatas. (Éxodo
34:6.)
Evite el orgullo
Por orgullo alguien pudiera ser
desconsiderado con otros y hasta
desplegar mal genio. Por eso leemos:
“El hombre dado a la cólera suscita
contiendas, y cualquiera dispuesto a la
furia tiene muchas transgresiones”.
(Proverbios 29:22.) El que no domina
su espíritu, sino que es “dado a
la cólera”, podría ‘suscitar contiendas’
aun entre amigos. Y el que está
“dispuesto a la furia tiene muchas
transgresiones”. Sí, lo más probable es
que peque... algo que la persona sabia
y piadosa querría evitar.
Nunca olvide que Jehová no aprueba la
altivez ni los arrebatos de cólera del
orgulloso. (Proverbios 16:18.) Es
mucho mejor buscar la ayuda de Dios
para aguantar una prueba, y obrar
humildemente, que ceder a la cólera o
ira con arrogancia. (Proverbios 29:23.)
Actúe con apacibilidad
Es necesario que seamos humildes
cuando alguien en autoridad nos
reprende. En ese caso, ¿cuál sería
nuestra reacción inmediata? Tal vez
sería responder con habla precipitada e
imprudente. Pero la Biblia aconseja: “Si
el espíritu de un gobernante se
levantara contra ti, no dejes tu propio
lugar, porque la calma misma templa
grandes pecados”. (Eclesiastés 10:4.)
¡Cuánto más sabio es responder con
apacibilidad! En realidad, “una
respuesta, cuando es apacible, aparta
la furia”. (Proverbios 15:1.) Se requiere
autodominio para responder con
apacibilidad, pero este proceder sabio
lima asperezas y promueve relaciones
pacíficas.
Si a usted se le reprende sin que lo
merezca, sería de esperar que la
persona con autoridad le diera la
oportunidad de explicar qué ha pasado.
Por supuesto, cualquier explicación
debería darse con un espíritu apacible
y con la esperanza de corregir todo
punto de vista erróneo. La persona con
autoridad tendría que dominar su
propio espíritu para permitir tal
explicación, y así mostraría su
sabiduría y fortaleza.
Sea que el cristiano esté en posición
de autoridad o no, debe recordar que
“como una ciudad en que se ha hecho
irrupción, que no tiene muro, es el
hombre que no tiene freno para su
espíritu”. (Proverbios 25:28.) La
persona que no es de genio apacible y
no domina su espíritu puede ser
invadida por pensamientos impropios
que pudieran impulsarla a actuar mal.
Jesucristo, quien dio el ejemplo
perfecto, era “de genio apacible y
humilde de corazón”. (Mateo 11:29.)
Además, la apacibilidad es un fruto del
espíritu santo de Dios, el cual los
cristianos deben pedir en oración.
(Lucas 11:13; Gálatas 5:22, 23.)
¿Por qué dominar su espíritu?
Todos apreciamos las palabras
apacibles, pero muchas veces no
estamos al tanto de lo que ha causado
un arrebato de cólera. Sí, ¡alguien sin
principios hasta quizás tuviera éxito en
ocultar su cólera y su resolución
de desquitarse de otra persona por una
ofensa real o imaginaria! Puede que,
con hipocresía, esté a la espera del
tiempo oportuno para decir algo que
perjudique a la persona a quien ha
llegado a odiar. Un cristiano de ninguna
manera debe permitir que se desarrolle
esa clase de espíritu en él, pues el
apóstol Juan escribió: “El que odia a su
hermano está en la oscuridad y está
andando en la oscuridad, y no sabe a
dónde va, porque la oscuridad le ha
cegado los ojos”. Juan también dijo:
“Todo el que odia a su hermano es
homicida, y ustedes saben que ningún
homicida tiene la vida eterna como
cosa permanente en él”. (1 Juan
2:11; 3:15.)
El que oculte su orgullo, hipocresía o
cualquier otra característica impía, no
engaña a Dios con ese disfraz. Ni las
pretensiones clamorosas ni el
ostentarse como justo pueden ocultar
de Dios lo que hay en el corazón.
Dice Proverbios 16:2: “Todos los
caminos del hombre son puros a sus
propios ojos, pero Jehová está
avaluando los espíritus”. A Dios nunca
se le engaña.
Así que, por su propio bien y por las
razones bíblicas que hemos
considerado, sea como Jesús y otros
sabios que han evitado el orgullo y han
desplegado apacibilidad. A toda costa,
¡domine su espíritu!
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