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Hola, a quien esté leyendo mi carta, sólo escribo estas líneas para

desahogarme, ya que hace tiempo que esta triste historia me sucede, por a
vos también te pasó.
Mi vida es un completo desastre. Desde que tengo uso de razón mi vida ha
tenido altas y bajas, y para ser sincera más bajas que otra cosa. ¿Qué podría
pasar si muero? ¿Serían las personas más felices sin mí?
Mis padres me abandonaron, a mis hermanas y a mí, con nuestra abuela,
mamá se fue a vivir con un tipo que al final la terminó dejando. Y papá
tiene otra mujer. Sé muy poco de la vida de ellos, la verdad daría todo
porque fuésemos una familia unida.
Mi hermana es mejor que yo, sabe hacer de todo, es sociable, simpática, le
gustan los mismos chicos que a mí, hasta empezó a salir con el chico que
siempre me gustaba, ella es la atracción de las reuniones, siempre consigue
lo que quiere, en cambio yo siempre tengo que conformarme con lo que
tengo.
No tengo el suficiente dinero para hacer el deporte que me gusta, hasta
ahora lo único que me gusta hacer y que me sale bien es pintar, dibujar y
escuchar música, por horas, amo hacer esas cosas. Es lo que me distrae.
Volviendo a las preguntas de más arriba, ¿qué pasaría si me muero?, la
respuesta es bastante sencilla, si ahora que sigo viva no valgo nada para
nadie, cuando esté muerta dejaré de ser un estorbo para la gente y seguirán
felices con sus vidas.
¿Serán las personas más felices si mi?, también está claro, las peleas se
terminarían y dejarían de ver mi estúpida cara todos los días.
Hasta aquí dejo esta triste carta, sobre mi vida, es una de esas pocas
historias que no tienen un final feliz.
¿Por qué es importanteconoce
Detrás de una sonrisa
(Esta historia es de Ana, una chica muy simpática que todo el mundo
quiere).
“Tengo dos hermanos y vivimos con mamá. Mi vida consiste en acompañar
a mi madre al trabajo, de ahí al colegio y luego a casa. Todo el día llevo una
sonrisa en mi rostro como si nada pasara, como si nada importara, pero no
es así”.
Cuando terminaba el día y llegaba la noche, se encontraba con la verdadera
Ana, en la oscuridad de su habitación. La Ana que se odia, que le duelen las
palabras, que era más frágil que cualquier cosa que se rompe. La que se
lastima porque sabe que todo sería mejor si ella. “Qué alivio poder cortarme
las piernas y brazos, tanto dolor acumulado que por algún lugar tiene que
salir”.
Esa Ana está cansada de los insultos, de que la traten como una basura.
“Sos un cero a la izquierda”, “no serivís ni para limpiar el piso”, “sos una
inútil”, “imbécil”. “Y hace tiempo también que me provoco el vómito, es
que me veo tan fea, gordita, no sé cómo parar de hacerme daño. Mis ojos y
mi cuerpo están cansados de tanto sufrir, me siento consumida. Detrás de
mi sonrisa me escondo, hago creer que todo está bien, nadie puede
ayudarme porque nadie se imagina el dolor que llevo”.
A los padres y familiares
Si vos estás leyendo y tenés hijos, te pido algo desde mi humilde ser,
acercate a ellos, hablá, ponete un segundo en su lugar; están viviendo una
revolución de sentimientos debido a sus cambios hormonales, físicos,
psicológicos. Necesitan orejas, tiempo compartido, que los motives para
que sean quien ellos desean ser, no quien vos querés que sean.
Elevalos con halagos, qué mejor detalle que destacar sus virtudes y no sus
defectos, alguna vez vos también fuiste adolescente, y si te trataron mal,
estás a tiempo de revertirlo con tus hijos. Acompañalos, no los compares
con sus hermanos, no son iguales, son únicos, necesitan de tu amor, de tus
caricias, de un compartir constante. Quieren tu compañía.
Desde un rol como docente podemos ayudar, pero no tanto si vos no te unís
desde tu hogar. No importa la situación familiar, el amor debe estar
presente, y basta con él para que des lo mejor de vos. Deseo desde lo más
profundo, que estas historias puedan servir para crear conciencia que
nuestros adolescentes son tan vulnerables y una sola palabra puede ser un
mundo para ellos. ¿Me ayudás?

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