Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
No hace sino unos cuantas semanas que falleció Giovanni Arrighi. El 18 de junio
pasado, para ser exactos. Han comenzado a aparecer algunas expresiones no sólo de
elogio (altamente merecido) sino de acercamientos de conjunto que pretenden aportar
proposiciones que calibren el tamaño de su obra. En uno de ellos Thomas Reifer, de la
Universidad de San Diego, ha destacado que una de las características de la obra de
éste consistía en su capacidad para sustentar “análisis fundamentados en un contexto
geohistórico de largo plazo” pero; además de ello, destacaba no sólo en cuanto a su obra
sino en su propio perfil personal, el que su “generosidad para con sus interlocutores no
tenía casi parangón” (Reifer, 2009).
Generosidad que quizá se hacía expresa en el modo en que Arrighi encaraba el debate
teórico, tratando de criticar de las teorías sus núcleos duros no sus elementos
superficiales o marginales, es así que en el debate a propósito de la globalización2 que él
identifica como elemento que debe ser considerado por la “Macrosociología histórica”,
y en la cual señala dos expresiones (la de los analistas de sistemas –mundo y la de la
sociología histórica comparativa), es capaz de reconocer lo que es meritorio y criticable
en ambas escuelas (Arrighi, 2003) tratando de propiciar no acuerdos (dado que habrá
temas en los que se disiente), sino aclaración de los temas en disputa. Destaca en ese
sentido la recuperación que promueve del análisis de Charles Tilly, éste también hace
poco más de un año fallecido, contándose como otra víctima más del cáncer (Tilly
falleció el 29 de abril de 2008). En diálogo con Tilly promueve su teorización sobre “El
largo siglo XX”, y con otros autores y autoras de dicha corriente de la macrosociología
histórica intentará alumbrar algunos puntos para mejor desarrollar desde las posiciones
de los análisis de sistemas mundo, entre ellos, uno fundamental, el del Estado (y , en
ello, habría que ubicar los trabajos de Skocpol).
1
Redactada en colaboración con Alba Teresa Estrada. Investigadora del CEIICH UNAM
2
Que para Wallerstein, por el contrario, por ejemplo, es un término más ideológico que analítico. Véase
Wallerstein, 2002.
1
sociología histórica, o como Collins le prefiere calificar, “durante su edad de oro”)
destacan los análisis de autores como Tilly, Skocpol, Mann, Collins mismo, etc., que
orientan sus trabajos en un interés por contemplar los temas “en el largo plazo” (Collins,
1999), primero poniéndose el énfasis en “el regreso del estado al primer plano”
(Skocpol, y a su modo Mann), y luego dando un vuelco aún más sustancial, en lo que se
ha dicho es el mayor aporte de Tilly: la identificación de que “las relaciones constituyen
las unidades sociales básicas” (Tilly, citado en Agular Solé, 2008).
2
Marx, Engels)3. Por ello, la conciencia de la historia está en los orígenes de la
sociología. Los precursores y los fundadores no conciben una separada de la otra.
3
Desarrollo más ampliamente estas ideas en un trabajo publicado en 2005. Ver referencia al final.
3
ser reconocidas como ciencias y adquirir un estatuto académico sólido, las disciplinas
sociales debieron abandonar la perspectiva mundial adoptada en un principio. La
necesidad de una mayor delimitación en los estudios, de una metodología más rigurosa
y una fundamentación teórica sobre conceptos abstractos y no ya sobre una base
empírica amplia y abundancia de ejemplos, fueron alejando a la sociología de una
perspectiva amplia y de la ambición de realizar grandes comparaciones. Bajo la
influencia de Parsons en los Estados Unidos, la teoría social se enfocaba al análisis
abstracto de la estructura y el funcionamiento de la sociedad al margen de toda
referencia histórica. Es lo que Skocpol (2004:8) llama “el eclipse parcial de la
sociología histórica.
Fue hasta los años de la posguerra cuando surgieron esfuerzos y proyectos que
retomaban las preguntas de los clásicos y adoptaban una perspectiva de amplios vuelos
con base en abundante material historiográfico y grandes comparaciones que cruzan
espacios y tiempos. La sociología histórica se ubica entre ellos.
4
nacionales (Rokkan, 1981) Como observa este autor (1981:193), estos requerimientos
encontraron a las disciplinas sociales “mal preparadas para afrontar la oleada de
demandas relativas a los estudios comparados concretos que iban a presentarse durante
los años cincuenta”.
4
Aunque no figura en las nóminas presentadas por Skocpol o Tilly, la obra de Norbert Elias pertenece
sin duda al campo de la sociología histórica. El caso de Elias es -casi tanto como el de Simmel- notable
como ejemplo de marginalidad académica. Nacido en Alemania en junio de 1897, se refugia en Inglaterra
en 1935 huyendo de la barbarie nazi. Sobrevive los primeros años en Londres con una pequeña ayuda
que le otorga un comité de refugiados judíos. A edad avanzada –más de cuarenta años- recibe una beca de
la London School of Economics (LSE). Obtiene su primer empleo académico estable -como profesor en
la Universidad de Leicester- hasta los 57 años, cuando ya había escrito buena parte de su trascendente
obra: El proceso de la civilización, había sido publicado en alemán en 1939 (Ver el Prólogo de Julieta
Varela al libro de Norbert Elias. Conocimiento y poder, Barcelona, Ediciones La Piqueta, s.f. (Genealogía
del Poder, No. 24) También, Eric Hobsbawm (2002) Años interesantes. Una vida en el siglo XX ,
Barcelona, Crítica.
Hay algunas diferencias entre Elías y la mayoría de los exponentes de la sociología histórica: el modelo
de estos es macro causal en tanto que el método de Elias es multicausal. Por otra parte, mientras en
aquellos autores las determinaciones analizadas son casi exclusivamente estructurales y macro causales,
para Elías los modos de subjetivación –junto al poder y el conocimiento- son uno de sus ejes que
atraviesa su obra. Algo que comparte Elías con aquellos, es la certeza de que “únicamente se podía dar
cuenta de la estructura de las sociedades cuando se las comparaba de forma sistemática” Prólogo al libro
de Norbert Elias (Op cit, p. 18).
5
Polanyi mismo se cuenta entre los integrantes de la más alta intelectualidad húngara del Siglo XX, en
cuyo primer cuarto de siglo lideró el grupo Galileo Galilei que si bien no profesaba el socialismo,
tampoco adscribía a la socialdemócracia y se definía más cercano a posiciones del humanismo socialista,
ya en su estancia en la Columbia University influirá a T. K. Hopkins uno de los intelectuales que más
influyeron en Wallerstein, tan es así que Wallerstein dedicará a Hopkins su obra sobre “El moderno
sistema mundial..
6
Skocpol, 2004:16
5
convirtió en historiador a través de la academia sino como parte de su tarea en la
educación de trabajadores adultos y en el Grupo de Historiadores Comunistas de 1946-
1956. En cambio, los trabajos que más han posibilitado aproximaciones disciplinarias
han estado ligadas a vastos proyectos editoriales: las dos generaciones de los
Annales…, la revista Past and Present, Journal of Social History, en los Estados
Unidos, y Social History, New Left Review, en Gran Bretaña, etc.
6
Immanuel Wallerstein El moderno sistema mundial
Abu-Lughod, Janet Before European Hegemony: the World System A.D. 1250-
1350,
(Referencias completas al final del texto)
Los temas que desde la sociología histórica han sido abordados, se refieren a grandes
transformaciones: el surgimiento de los Estados-nación europeos y el desarrollo del
capitalismo; las revoluciones triunfantes, los derrumbes de Estados, los cambios de
régimen; los procesos de industrialización; la proletarización, la burocratización; los
orígenes de la democracia, por mencionar algunos.
Para Theda Skocpol (2004:11) “la sociología histórica puede ser mejor comprendida
como una tradición continuada de investigación, renovada constantemente, y
consagrada a la comprensión de la naturaleza y los efectos de estructuras de gran escala
y procesos fundamentales de cambio”. Skocpol considera que, más que a paradigmas
teóricos clásicos, las investigaciones de la sociología histórica obedecen al deseo de
explicar problemas enraizados en la historia. Como se aprecia, esta visión de la
sociología histórica puede incluir a un espectro muy amplio de trabajos.
Más que como una tradición o escuela sociológica desarrollada por un grupo de
intelectuales nucleados en torno a un proyecto colectivo o a una publicación periódica,
la sociología histórica se consolida sobre el prestigio de un conjunto de obras –de
Bendix, Smelser, Rokkan, Barrington Moore y otros–, concebidas con independencia
entre sí y publicadas en los años cincuenta; un rasgo común es el haber sido realizadas
sobre la base de una vasta información historiográfica. Para Ludolfo Paramio7 lo que las
obras de esos autores comparten es “la utilización del método comparativo de casos
7
Ludolfo Paramio, “Defensa e ilustración de la sociología histórica”, en Revista Zona Abierta, No. 38,
enero-marzo 1986, pp. 1-38
7
históricos para realizar una contrastación multivariante de hipótesis, con el fin de llegar
a un análisis macrocausal del cambio social”. Paramio adscribe a la idea de que es inútil
buscar otros rasgos comunes en estas obras y propone que el interés sustancial de la
sociología histórica radica en “hacer explícita la relación usualmente latente entre teoría
(sociológica) e historia, de dar expresión al diálogo, tan inevitable como reprimido,
entre hipótesis teóricas e investigación concreta de hechos históricos singulares”.
Como Paramio reconoce, fue a raíz de “la notable repercusión” alcanzada por el
primer volumen de El moderno sistema mundial de Immanuel Wallerstein, publicado en
1974, que la sociología histórica se identifica como una disciplina o sub-área más o
menos reconocida. Como quedó asentado en la sexta lección de este curso (Analistas
del sistema mundo) la obra de Wallerstein, encontraría en la colaboración con Giovanni
Arrighi, Samir Amin y André Gunnder Frank una convergencia temporal sobre la base
del interés por el análisis del sistema capitalista como totalidad. Sin embargo esta
asociación, no muy duradera, dejó a la obra de Wallerstein –madurada a lo largo de
treinta y cinco años–, como la única a la que se reconoce un valor paradigmático dentro
de la macrosociología histórica.
8
La sociología rencontró así su verdadero fundamento pues, como Skocpol (2004:7) apunta: “de una
forma básica, la sociología siempre fue una empresa fundada y orientada históricamente”
8
Rokkan mismo, junto con Barrington Moore se cuentan entre los mentores de Charles
Tilly, no por casualidad es que dedica Tilly al primero de ellos su obra sobre Grandes
estructuras... (1991).
El título de esta lección, definido por el responsable del equipo docente, enfatiza la
importancia del método comparativo en las investigaciones realizadas en el campo de la
sociología histórica. El método comparativo, lo mismo que el recurso a la historiografía,
están profundamente enraizadas en los orígenes de las disciplinas sociales,
particularmente de la sociología. En estadística, sociología y antropología, nos
recuerda Rokkan (1981:192-193) los pioneros del siglo XIX fueron fervientes
defensores y practicantes del método comparativo; la posibilidad de generalizar tenía
como sustento la comparación. Para Rokkan todas las ciencias sociales son, en un
sentido u otro, comparativas. “En las ciencias sociales, decía, enunciar es siempre, en
cierta forma, comparar” (1981: 176) Como exponente y promotor de los estudios
transculturales, trans-societales y trans-nacionales, Stein Rokkan realizó vastos estudios
comparativos sobre sistemas políticos, procesos electorales y cultura política en países
de Europa.
Para Rokkan (1981) lo mismo que para Tilly (2001) y Skocpol (1984), la
comparación es una base fundamental de los estudios de sociología histórica. Esta
posición contrasta con la de Paramio (1986:30), para quien el papel de la teoría es de la
mayor importancia en la distinción de las estrategias de investigación: de las tres que él
propone, solo reconoce relevancia a la comparación en la investigación con casos
múltiples.
Este texto de Charles Tilly fue elaborado en 1984, como producto de una
invitación de la Fundación Rusell Sage para escribir un ensayo sobre <<investigación
comparativa e interdisciplinar en ciencias sociales>>. Ello le permitió reflexionar sobre
las virtudes y defectos de los enfoques utilizados para realizar grandes comparaciones
de estructuras y procesos sociales. Tilly se había especializado estudiando procesos
9
macro como la proletarización, la urbanización y la formación de los estados. También
había publicado un trabajo que abarca mil años de historia (990 – 1990) sobre el
surgimiento de los Estados europeos y el papel de los procesos de acumulación y de
coerción en la configuración del nuevo mapa de Europa (Coerción, capital y los estados
europeos); ya antes se había interesado por un estudio que comprendía cinco siglos
(1492 – 1992) a propósito del tema de las revoluciones europeas; también se había
interesado en la acción colectiva (La Vendée; From mobilization to Revolution). Pero no
había reflexionado sobre las premisas y métodos que utilizaba en su quehacer.
Para Tilly, nuestro pensamiento sobre la sociedad arrastra un pesado lastre por la
supervivencia de ideas heredadas del siglo XIX. Nuestras ideas sobre la organización
social y sobre el cambio social están dominadas por esa herencia intelectual. Las
distintas disciplinas de la ciencia social como las conocemos hoy surgieron “a partir de
(las) reflexiones sobre el capitalismo, los estados nacionales y las consecuencias del
desarrollo de ambos” Estas disciplinas, “se sumaron en mayor o menor grado a la
corriente de pensamiento evolucionista propia del siglo”. Llevan su marca de
nacimiento. Tilly resume en ocho postulados perniciosos9, las “concepciones del siglo
XIX que hoy enturbian nuestro pensamiento”. De manera resumida estos postulados
son: 1) La sociedad es algo aparte; 2) El comportamiento social es producto de procesos
mentales individuales; 3) El cambio social es un fenómeno general y coherente,
explicable en bloque; 4) Los principales procesos de cambio social a gran escala se dan
mediante una sucesión de estados clásicos de carácter progresivo; 5) La diferenciación
crea la lógica del cambio a gran escala y conduce al progreso; 6) El estado de orden
social depende del balance entre procesos de diferenciación y procesos de integración o
control; la diferenciación demasiado rápida o excesiva genera desorden. 7) Los
comportamientos sociales reprobables –locura, violencia, adicción, crimen, suicidio y
rebelión- resultan de la tensión producida por un cambio social excesivamente rápido;
8) Formas <<ilegítimas>> y <<legítimas>> de conflicto coerción y expropiación
provienen de procesos esencialmente diferentes.
9
Ver pp. 26-27
10
ser concretos a la hora de referirse a tiempos, lugares y personas reales. Deberían ser
históricos para así limitar su alcance… y reconocer desde el comienzo la importancia
del tiempo -el cuando pasan las cosas… afecta el cómo ocurren-, que toda estructura
o proceso constituye una serie de posibilidades de elección”
Para erradicar los postulados perniciosos heredados del siglo XIX, Tilly propone
dos enfoques: uno directo y el otro indirecto. En el directo, “deberíamos examinar
detenidamente las bases de la lógica y la evidencia a la hora de hacer
generalizaciones… Deberíamos confrontarlas con casos históricos reales y con
descripciones alternativas de lo que realmente ocurrió” (p. 81) En el enfoque indirecto
debemos “acoplar los relatos de cambios ocurridos a generalizaciones con base
histórica” Es aquí donde intervienen los análisis de grandes estructuras, procesos
amplios y comparaciones enormes: “proporcionan el puntal en el que se apoyan
nuestros enunciados históricamente contingentes” (p. 82).
Para Tilly, este tipo de análisis “operan en cuatro niveles históricos, y todos
ellos implican comparaciones”. Estos niveles son el histórico mundial, sistémico
mundial, macro histórico y micro histórico. Tales niveles son discutibles y no deben
reificarse advierte Tilly. Surgen de su apuesta en torno a la idea de que históricamente el
mundo se ha dividido en dos redes de producción, distribución y coerción
independientes. La era actual en una única red, es reciente. Si el mundo siempre hubiese
constituido una única red coherente, entonces los primeros dos niveles (mundial y
sistemico) se fundirían en uno.
Las decisiones sobre unidades de análisis y sobre los procesos cruciales que se
deben analizar dependen del nivel de análisis. En el nivel histórico mundial, las
principales estructuras son los sistemas mundiales; en el nivel sistémico mundial, el
sistema mundial mismo opera como unidad, pero ocurre lo mismo con sus principales
componentes: grandes redes y catnets: de coerción (agrupadas en estados) y/o de
intercambio (agrupadas en modos de producción regionales). En el nivel macrohistórico
nos movemos en el terreno de la historia como se le entiende por lo común: dentro de
un sistema mundial, las unidades de análisis son los estados, los modos regionales de
producción, las asociaciones, las compañías, los ejércitos; Los procesos enfocados son
de dimensiones de la proletarización, la urbanización, la acumulación de capital, la
burocratización, la creación de estados. En este nivel, “las comparaciones trazan
uniformidades y diferencias entre dichas unidades y procesos, así como combinaciones
11
de ambos” (p. 85) Para Tilly el nivel microhistórico no es de su interés, aunque no lo
descarta como susceptible de comparaciones. En este nivel se trazan los puntos de
encuentro de individuos y grupos con las estructuras y procesos amplios para establecer
el vínculo necesario entre la experiencia personal y el curso de la historia. (p. 85)
Al margen de estos niveles, Tilly hace referencia a “un cierto tipo de historia
social populista entre la microhistoria y la macrohistoria”. Se refiere a investigaciones
sobre acción de masas, estructura familiar, movilidad social, revolución, estructura
urbana y otros tópicos desarrollados por gente como Eric Hobsbawm, Goerge Rudé,
Michel Perrot y David Levine. A su parecer “tales investigaciones biográficas colectivas
se refugian en la microhistoria de un modo excesivo” (p. 86). Sin embargo, también
reconoce que “la microhistoria juega un papel indispensable en el análisis de las grandes
estructuras y los procesos amplios”, en la medida en que poner en cuestión algunos de
los postulados perniciosos en el terreno de la vida cotidiana y las interpretaciones sobre
la acción humana.
12
Globalizadora Coloca distintos casos en Rokkan, Wallerstein
distintos puntos del mismo
sistema y explica sus
características como una
función de sus relaciones
con el sistema como un
todo
Rokkan con sus mapas conceptuales, Tilly observa que a pesar de su utilidad estos
instrumentos no dicen sobre los motivos que tuvieron los actores que impulsaron los
estados y el capitalismo y sobre las causas que dieron lugar a distintos tipos de estado.
¿Obedecen tales resultados a una visión o proyecto, aunque fuera burdo, del tipo de
estructura que se quería alcanzar o fueron subproductos involuntarios de unos esfuerzos
dirigidos a otros fines? Tilly concluye que la expansión del poder de los estados
nacionales fue consecuencia de la defensa de intereses propios, de familia y facciones
de clase, en un contexto de luchas y de rivalidad. Las estructuras estatales que se
crearon surgieron en gran medida como subproductos involuntarios de otras actividades
(p. 170)
10
Citado por Juliá, 1989:98
13
fundamento de la historia. Y que tampoco tiene sentido. Porque la Tesis 11 sobre
Feuerbach, sigue resonando en nuestro interés sociológico por la historia; es un interés
guiado por los imperativos del presente: nos interesa comprender para resolver
problemas, ayudar en unas luchas, influir en ciertas decisiones, imprimir una dirección a
los acontecimientos. La nuestra es una ciencia de carácter transformador, en el marco de
relaciones de poder. La ciencia misma es, siempre, una actividad históricamente
condicionada, por ello el análisis del capitalismo efectuado por Marx adquiere un
carácter revolucionario con respecto a la economía política de su época, pues si ésta
des-historiza las leyes de la producción burguesa y las asume como “leyes naturales”,
Marx por el contrario efectúa “un análisis crítico del modo de producción capitalista.
Ese análisis revela que las leyes de las que hablan los economistas son leyes de «ese»
modo de producción y por lo tanto no tienen alcance universal y transhistórico”
(Gómez, 2009: 120). Sin embargo, nuestra tarea va aún más allá de ese inicial punto de
partida, puesto que reconstituir el pensamiento crítico exige hacerlo en el sentido como
lo hacía la Crítica de la economía política, en cuanto a ser crítica de la economía de su
época, sin embargo, la “reconstitución ...[del pensar crítico]... tiene que tener como
punto de partida la economía política burguesa de hoy, no la clásica. Por eso tiene que
partir de las teorías económicas neoclásicas y neoliberales, para efectuar su crítica de la
economía política desde allí” (Hinkelammert, 2009: 19), Distanciándose, entonces, no
sólo de la economía política, sino de la teoría social funcional al orden vigente
(tradicional le llamaban, Horkheimer y Adorno), y haciéndolo desde aquel punto de
partida que se ubica en el sufrimiento humano, en el lugar de los excluidos (Zizek,
2009).
Tilly se pronuncia, con razón, contra una historia total a la manera del Braudel
de Civilisation matérielle, économie, et capitalisme, cuyo objeto de estudio es la
experiencia del mundo entero desde el siglo XV hasta el siglo XVIII. Para Tilly, la
agenda que la sociología histórica debe abordar es prestar atención al examen de “las
interacciones entre los contendientes en su pugna por el poder y sus consecuencias par
la creación de nuevas estructuras políticas. En concreto, las interacciones implicadas en
la guerra, la recaudación de impuestos y la acumulación de capital…”
14
afrontar los desafíos del presente y crear posibilidades a la emancipación y a los
derechos para todas y todos.
Abu-Lughod, Janet (1989), Before European Hegemony: the World System A.D. 1250-
1350, New York, NY, Oxford University Press, xviii, 443 pp.
Agular Solé, Salvador (2008). Homenaje a Charles Tilly. Documento descargado de
www.hacereditorial. es
Anderson, Perry (1974) Linajes of the absolutist state, Londres, NLB (El Estado
absolutista, Madrid, Siglo XXI de España, 1979)
Arrighi, Giovanni. “Globalização e macrossociologia histórica” en Revista de
Sociologia e Política, no.20, Curitiba, June, 2003, págs. 13 – 23.
Bendix, Reinhardt, (1969) Nation- building and Citizenship. Studies of our changing
social order, New York, Anchor Books, 374 pp.
----------------------- (1974 ) Estado nacional y ciudadanía ([traducción Leandro
Collins, Randall (1999). Macrohistory. Essays in Sociology of the Long Run, Stanford:
Stanfor University Press.
Wolfson), Buenos Aires, Amorrurtu, 282 p. (Cosío Villegas: 320.15/B458e)
15
________________(1984) *Force, fate an freedom. On historical sociology, Berkeley-
Los Angeles, University of California Press.
Bendix, Reinhard (1956) Work and authority in industry, Nueva York, John Wiley and
Sons;
Elias Norbert (1989) El proceso de la civilización, 2ª ed. México, F.C.E.
---------------- ( ) La sociedad cortesana
Estrada, Alba Teresa (2005), “Sociología e interdisciplina en el estudio de los
movimientos sociales y el cambio político” en Blázquez, Norma y Patricia Cabrera
(Coords.), Jornadas Anuales de Investigación del CEIICH, México, CEIICH UNAM,
2005, pp.93-99
Goldston, Jack (1991) Revolution and rebellion in the early modern world, Univesity of
California
Gómez, Ricardo J. (2009). “Karl Marx. Una concepción revolucionaria de la economía
política como ciencia” en Herramienta. Revista de debate y crítica marxista, Núm. 40,
marzo, 120 – 141.
Hinkelammer, Franz J. (2009).”Sobre la reconstitución del pensamiento crítico”.
Educación superior: cifras y hechos, Núms. 43 – 44, enero – abril, 19 – 43.
Juliá, Santos (1989) Historia Social/Sociología histórica, Madrid, Siglo XXI
Mann, Michael, et al., (1991) El debate en la sociología histórica británica, Madrid, P.
Iglesias, 242 pp.
Moore, Barrington (1964) Social origins of dictatorship and democracy, Boston Beacon
Press (Los origenes socials de la dictadura y la democracia, Barcelona, Peninsula, 1973)
Paramio, Ludolfo (1986) “Defensa e ilustración de la Sociología Histórica”, (publicado
originalmente en la revista Zona Abierta, No. 38, enero-marzo), en Paramio, Skocpol y
Roy (1988) Sociología histórica, San José, Costa Rica, FLACSO, (Cuadernos de
Ciencias Sociales, 12)
Pérez Rivera, Hésper Eduardo (Ed) (1998) Norbert Elías. Un sociólogo contemporáneo
–Teoría y Método-, Bogotá, Fondo de Ediciones Sociológicas.
Reifer, Thomas (2009). “Giovanni Arrighi, la larga duración del capitalismo
geohistórico y la crisis actual” en Viento Sur, disponible en
http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=2566
Skocpol, Theda (1984) Los Estados y las revoluciones sociales, México, D.F., Fondo de
Cultura Económica.
Skocpol, Theda (1984) “Emerging Agendas and Recurrent Strategies in Historical
Sociology”, capítulo del libro Vision and Meted in Historical Sociology, New York,
Cambridge University Press; version en español: “Estrategias recurrentes y nuevos
temas en Sociología Histórica”, traducción de María Eugenia Gallardo, en Paramio
Scokpol y Roy (1988) Sociología histórica, San José, Costa Rica, FLACSO,
(Cuadernos de Ciencias Sociales
Smelser, Neil (1956) Social Change in the Industrial Revolution, Chicago, The
University of Chicago Press;
Tilly, Charles. Tilly, Charles (1990) Coerción, capital y los Estados europeos 990-
1990, Madrid, Alianza, 378 pp. (Alianza Universidad/721)
16
Tilly, Charles (1991) Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes
(versión española de Ana Balbás) Madrid, Alianza (Alianza Universidad; Ciencias
sociales; 671) (Cossío Villigas: 300.1/T579g)
Thompson, Edward P. (1976) “On history, sociology and historical relevance”, British
Journal of Sociology, 28, pp 387-402
---------------------------- La formación de la clase obrera en Inglaterra
Wallerstein, Immanuel (1979) El moderno sistema mundial I: la agricultura capitalista
y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, traducción de Antonio
Resines, México, Siglo XXI.
Zizel, Slavoj (2009). “Cómo empezar por el principio” en New Left Review, Núm. 57,
julio – agosto, pág. 41 – 52.
17