Está en la página 1de 17

Lección 8

Sociología histórica comparativista1

No hace sino unos cuantas semanas que falleció Giovanni Arrighi. El 18 de junio
pasado, para ser exactos. Han comenzado a aparecer algunas expresiones no sólo de
elogio (altamente merecido) sino de acercamientos de conjunto que pretenden aportar
proposiciones que calibren el tamaño de su obra. En uno de ellos Thomas Reifer, de la
Universidad de San Diego, ha destacado que una de las características de la obra de
éste consistía en su capacidad para sustentar “análisis fundamentados en un contexto
geohistórico de largo plazo” pero; además de ello, destacaba no sólo en cuanto a su obra
sino en su propio perfil personal, el que su “generosidad para con sus interlocutores no
tenía casi parangón” (Reifer, 2009).

Generosidad que quizá se hacía expresa en el modo en que Arrighi encaraba el debate
teórico, tratando de criticar de las teorías sus núcleos duros no sus elementos
superficiales o marginales, es así que en el debate a propósito de la globalización2 que él
identifica como elemento que debe ser considerado por la “Macrosociología histórica”,
y en la cual señala dos expresiones (la de los analistas de sistemas –mundo y la de la
sociología histórica comparativa), es capaz de reconocer lo que es meritorio y criticable
en ambas escuelas (Arrighi, 2003) tratando de propiciar no acuerdos (dado que habrá
temas en los que se disiente), sino aclaración de los temas en disputa. Destaca en ese
sentido la recuperación que promueve del análisis de Charles Tilly, éste también hace
poco más de un año fallecido, contándose como otra víctima más del cáncer (Tilly
falleció el 29 de abril de 2008). En diálogo con Tilly promueve su teorización sobre “El
largo siglo XX”, y con otros autores y autoras de dicha corriente de la macrosociología
histórica intentará alumbrar algunos puntos para mejor desarrollar desde las posiciones
de los análisis de sistemas mundo, entre ellos, uno fundamental, el del Estado (y , en
ello, habría que ubicar los trabajos de Skocpol).

Señalamos esto para hacer notar que, ciertamente, en el marco de discusión de


estas escuelas, ambas integrantes de la macrosociología histórica (al decir de Arrighi) y
que se despliega con mayor fuerza en los años setenta (con la segunda generación de la

1
Redactada en colaboración con Alba Teresa Estrada. Investigadora del CEIICH UNAM
2
Que para Wallerstein, por el contrario, por ejemplo, es un término más ideológico que analítico. Véase
Wallerstein, 2002.

1
sociología histórica, o como Collins le prefiere calificar, “durante su edad de oro”)
destacan los análisis de autores como Tilly, Skocpol, Mann, Collins mismo, etc., que
orientan sus trabajos en un interés por contemplar los temas “en el largo plazo” (Collins,
1999), primero poniéndose el énfasis en “el regreso del estado al primer plano”
(Skocpol, y a su modo Mann), y luego dando un vuelco aún más sustancial, en lo que se
ha dicho es el mayor aporte de Tilly: la identificación de que “las relaciones constituyen
las unidades sociales básicas” (Tilly, citado en Agular Solé, 2008).

Surgimiento de la sociología histórica

La separación entre historia y sociología no es tajante en los inicios de esta disciplina


nacida en el siglo XIX. Mientras la historia tiene precursores claros en la antigüedad
griega con Heródoto y Tucídides como grandes exponentes, la sociología sólo surge
tardíamente. Pero la idea de la historia en Las guerras del Peloponeso es la de un
retorno cíclico -el eterno retorno-, no la de un progreso lineal o un desarrollo a saltos. El
tardío nacimiento de una pretendida ciencia de la sociedad se explica en buena medida
porque la conciencia ineluctable del cambio social es producto de los grandes
descubrimientos y de las grandes transformaciones que tuvieron lugar en los dos siglos
previos y que acompañaron al auge del capitalismo en Occidente y su expansión en
ultramar: desarrollo de la ciencias y fin del oscurantismo religioso; guerras de conquista
y colonización; lucha por el dominio marítimo en Europa y de las rutas comerciales;
Reforma protestante; Revolución Inglesa, Revolución Francesa; Independencia de
Estados Unidos; revoluciones del siglo XIX, Comuna de París; grandes cambios
demográficos, industrialización y urbanización. Se trata de siglos convulsionados y
cambiantes que provocaron reacciones de temor pero también de esperanza. La
sociología nace como reacción intelectual a esos sentimientos provocados por el espíritu
de época de la Ilustración -seguida de la reacción romántica e historicista- y por tres
siglos de revoluciones científicas y sociales. Las respuestas son encontradas; las teorías
también. La sociología nace en un campo de confrontación entre dos grandes fuerzas
que se alinean separadas por su reacción ante el cambio. Nace de la confrontación entre
un pensamiento conservador que busca sustituir con la ciencia (espíritu positivo) la
capacidad de cohesión social que habían perdido las religiones en los siglos previos
(Bonald, de Maistre, Comte), y un pensamiento crítico y revolucionario que ve en las
contradicciones del desarrollo capitalista y en la explotación que le es consustancial la
oportunidad histórica para la emancipación de la humanidad (Prudhon, Saint Simon,

2
Marx, Engels)3. Por ello, la conciencia de la historia está en los orígenes de la
sociología. Los precursores y los fundadores no conciben una separada de la otra.

Se ha señalado en diversos lugares la importancia de las fuentes históricas en la


obra y el pensamiento de quienes hoy consideramos fundadores de la sociología: Marx,
Tockeville, Weber, Durkheim. Sin embargo, no podemos soslayar el amplio periodo –
que abarca las primeras décadas del siglo XX– en el que la sociología, vivió un
progresivo alejamiento de los estudios de base histórica, eclipsados por el auge del
positivismo primero, y del empirismo abstracto y del estructural funcionalismo después,
en las universidades más prestigiosas del mundo occidental y de los Estados Unidos en
particular.

El predominio del historicismo en la historiografía y del estructural


funcionalismo en la sociología ahondó el distanciamiento y levantó fronteras entre
ambas disciplinas. En Europa, la historia política mantenía una visión
predominantemente positivista de la disciplina, buscando sustentar la cientificidad de su
quehacer en bases empíricas. Para Santos Juliá (1989:6), mas que positivista, esta
concepción “científica” de la historia puede calificarse como “historia hermenéutica”
pues se basa en: “investigación de fuentes, crítica de documentos y comprensión de
sentido como elementos de la actividad científica (que) serán las tres herencias que la
historiografía alemana dejará a todas las demás, incluso a sus críticos”.

Los Annales d’Histoire Economique et Sociale, fundados por Marc Bloch y


Lucien Febvre en 1929, habían encabezado ya una reacción frente a esa visión de la
historia y planteaban una búsqueda de alternativas de acercamiento del pensamiento
histórico y social. Junto con los Anales de historia social de 1941 de los mismos Bloch
y Fevbre; y los escritos de Braudel, la obra de los historiadores marxistas Eric
Hobsbawm, E.P. Thompson configuran una corriente que se ha conocido como
Historia Social. Estos esfuerzos precedieron el surgimiento de la sociología histórica

En el plano académico, la institucionalización de las disciplinas sociales había


supuesto un alejamiento de las ambiciosas metas y de las grandes preguntas formuladas
por el pensamiento social del siglo XIX. Como Rokkan (1981) nos recuerda, fue la
institucionalización de las ciencias sociales como disciplinas académicas lo que llevó a
abandonar la agenda y la perspectiva comparativista de los fundadores. En su lucha por

3
Desarrollo más ampliamente estas ideas en un trabajo publicado en 2005. Ver referencia al final.

3
ser reconocidas como ciencias y adquirir un estatuto académico sólido, las disciplinas
sociales debieron abandonar la perspectiva mundial adoptada en un principio. La
necesidad de una mayor delimitación en los estudios, de una metodología más rigurosa
y una fundamentación teórica sobre conceptos abstractos y no ya sobre una base
empírica amplia y abundancia de ejemplos, fueron alejando a la sociología de una
perspectiva amplia y de la ambición de realizar grandes comparaciones. Bajo la
influencia de Parsons en los Estados Unidos, la teoría social se enfocaba al análisis
abstracto de la estructura y el funcionamiento de la sociedad al margen de toda
referencia histórica. Es lo que Skocpol (2004:8) llama “el eclipse parcial de la
sociología histórica.

Fue hasta los años de la posguerra cuando surgieron esfuerzos y proyectos que
retomaban las preguntas de los clásicos y adoptaban una perspectiva de amplios vuelos
con base en abundante material historiográfico y grandes comparaciones que cruzan
espacios y tiempos. La sociología histórica se ubica entre ellos.

A semejanza de la reacción que en el terreno de la historia encabezó la escuela


de los Anales en contra de una historia científica de cuño positivista, el surgimiento de
un conjunto de obras de sociológicas sobre base histórica -que conocemos como
“sociología histórica”- representó una reacción al predominio, momentáneo pero
hegemonizante, de enfoques cuantitativos, empiristas y funcionalistas en la sociología.

En el surgimiento de la sociología histórica como corriente encabalgada en dos


disciplinas muy cercanas, confluyen factores múltiples de carácter histórico y
geoestratégico y de orden intelectual y académico. La sociología histórica se consolida
como perspectiva teórica y metodológica en los años 1950. En esa década, los Estados
Unidos emergen como el gran ganador de la segunda guerra mundial confrontados
militar e ideológicamente con el polo soviético en una disputa por la hegemonía
mundial que se conoció como Guerra Fría. Junto al nuevo orden mundial y su frágil
equilibrio –amenazado por el creciente poderío nuclear de las nuevas potencias–, se
fortalece la conciencia de la globalidad e interconexión de los espacios mundiales y
surgen multiplicidad de organismos multilaterales, financieros, económicos, políticos y
gubernamentales de carácter internacional. Las asociaciones profesionales y las
universidades -del mundo desarrollado primero y de la periferia después-, se ven
crecientemente requeridas para la organización y realización de investigaciones
comparativas sobre problemáticas y procesos trans-culturales, trans-societales y trans-

4
nacionales (Rokkan, 1981) Como observa este autor (1981:193), estos requerimientos
encontraron a las disciplinas sociales “mal preparadas para afrontar la oleada de
demandas relativas a los estudios comparados concretos que iban a presentarse durante
los años cincuenta”.

La sociología histórica no surge en un ámbito exclusivamente académico pues,


con excepción de Wallerstein, sus autores más representativos (al menos, los de la
primera generación) están lejos de ser exponentes típicos de carreras académicas.

Varios de ellos escribieron sus obras en condiciones de marginalidad4 y a veces


de oposición al establishment. Algunos –como E.P. Thompson, Perry Anderson, Karl
Polanyi5 e Immanuel Wallerstein– asumieron esta tarea como un compromiso
intelectual coherente con sus posiciones políticas de izquierda. Por ejemplo “Anderson
no siguió una carrera académica regular en ningún sentido”, dice Skocpol (2004:16).
Sus esfuerzos teóricos “totalizantes”, estuvieron asociados al proyecto socialista
revolucionario de los intelectuales izquierdistas ingleses agrupados en la New Left
Review. La propia Skocpol afirma - citando a Bloch y Somers-, que “Polanyi escribió
La gran transformación… como una intervención política consciente dirigida a
influenciar la forma del mundo después de la Segunda Guerra Mundial”6. La carrera de
Thompson, por su parte, tampoco fue la de un típico profesor universitario ni se

4
Aunque no figura en las nóminas presentadas por Skocpol o Tilly, la obra de Norbert Elias pertenece
sin duda al campo de la sociología histórica. El caso de Elias es -casi tanto como el de Simmel- notable
como ejemplo de marginalidad académica. Nacido en Alemania en junio de 1897, se refugia en Inglaterra
en 1935 huyendo de la barbarie nazi. Sobrevive los primeros años en Londres con una pequeña ayuda
que le otorga un comité de refugiados judíos. A edad avanzada –más de cuarenta años- recibe una beca de
la London School of Economics (LSE). Obtiene su primer empleo académico estable -como profesor en
la Universidad de Leicester- hasta los 57 años, cuando ya había escrito buena parte de su trascendente
obra: El proceso de la civilización, había sido publicado en alemán en 1939 (Ver el Prólogo de Julieta
Varela al libro de Norbert Elias. Conocimiento y poder, Barcelona, Ediciones La Piqueta, s.f. (Genealogía
del Poder, No. 24) También, Eric Hobsbawm (2002) Años interesantes. Una vida en el siglo XX ,
Barcelona, Crítica.
Hay algunas diferencias entre Elías y la mayoría de los exponentes de la sociología histórica: el modelo
de estos es macro causal en tanto que el método de Elias es multicausal. Por otra parte, mientras en
aquellos autores las determinaciones analizadas son casi exclusivamente estructurales y macro causales,
para Elías los modos de subjetivación –junto al poder y el conocimiento- son uno de sus ejes que
atraviesa su obra. Algo que comparte Elías con aquellos, es la certeza de que “únicamente se podía dar
cuenta de la estructura de las sociedades cuando se las comparaba de forma sistemática” Prólogo al libro
de Norbert Elias (Op cit, p. 18).
5
Polanyi mismo se cuenta entre los integrantes de la más alta intelectualidad húngara del Siglo XX, en
cuyo primer cuarto de siglo lideró el grupo Galileo Galilei que si bien no profesaba el socialismo,
tampoco adscribía a la socialdemócracia y se definía más cercano a posiciones del humanismo socialista,
ya en su estancia en la Columbia University influirá a T. K. Hopkins uno de los intelectuales que más
influyeron en Wallerstein, tan es así que Wallerstein dedicará a Hopkins su obra sobre “El moderno
sistema mundial..
6
Skocpol, 2004:16

5
convirtió en historiador a través de la academia sino como parte de su tarea en la
educación de trabajadores adultos y en el Grupo de Historiadores Comunistas de 1946-
1956. En cambio, los trabajos que más han posibilitado aproximaciones disciplinarias
han estado ligadas a vastos proyectos editoriales: las dos generaciones de los
Annales…, la revista Past and Present, Journal of Social History, en los Estados
Unidos, y Social History, New Left Review, en Gran Bretaña, etc.

Principales exponentes, obras y temas de la sociología histórica

La nómina es amplia, pero se consideran clásicos de la sociología histórica los autores y


obras siguientes (ver cuadro)

Cuadro 1. Autores y obras de sociología histórica


AUTORES OBRAS
E.P. Thompson .La formación de la clase obrera en Inglaterra
Marc Bloch La sociedad Feudal;
La historia rural francesa
S. N. Einsestadt The Political System of Empires
Barrington Moore Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia;
La injusticia. Bases sociales de la obediencia y la rebelión
Karl Polanyi. La gran transformación
Perry Andreson El estado absolutista;
Reinhardt Bendix. Work and authority in industry;
Nation Building and Citizenship
Stein Rokkan Citizens, Elections, Parties;}
“Investigación transcultural, trans-societal y trans-
nacional”
Norbert Elias El proceso de la civilización
La sociedad cortesana
Conocimiento y poder
Charles Tilly From mobilization to revolution;
La Vendée;
Coerción, Capital y los Estados europeos
Theda Skocpol El Estado y las revoluciones sociales. Un análisis
comparativo de Francia, Rusia, China y México
Goldstone, Jack Revolution and rebellion in the early modern world

6
Immanuel Wallerstein El moderno sistema mundial
Abu-Lughod, Janet Before European Hegemony: the World System A.D. 1250-
1350,
(Referencias completas al final del texto)

Los temas que desde la sociología histórica han sido abordados, se refieren a grandes
transformaciones: el surgimiento de los Estados-nación europeos y el desarrollo del
capitalismo; las revoluciones triunfantes, los derrumbes de Estados, los cambios de
régimen; los procesos de industrialización; la proletarización, la burocratización; los
orígenes de la democracia, por mencionar algunos.

Qué es la sociología histórica

Para Theda Skocpol (2004:11) “la sociología histórica puede ser mejor comprendida
como una tradición continuada de investigación, renovada constantemente, y
consagrada a la comprensión de la naturaleza y los efectos de estructuras de gran escala
y procesos fundamentales de cambio”. Skocpol considera que, más que a paradigmas
teóricos clásicos, las investigaciones de la sociología histórica obedecen al deseo de
explicar problemas enraizados en la historia. Como se aprecia, esta visión de la
sociología histórica puede incluir a un espectro muy amplio de trabajos.

Aunque sus exponentes no se propusieron desarrollar un programa de


investigación interdisciplinario, la sociología histórica se presenta como una amalgama
disciplinaria: un ejercicio de “sociólogos históricamente orientados”, para utilizar la
expresión de Skocpol (2004), que abordan al estudio de grandes estructuras y procesos
amplios mediante comparaciones enormes (Tilly, 2001).

Más que como una tradición o escuela sociológica desarrollada por un grupo de
intelectuales nucleados en torno a un proyecto colectivo o a una publicación periódica,
la sociología histórica se consolida sobre el prestigio de un conjunto de obras –de
Bendix, Smelser, Rokkan, Barrington Moore y otros–, concebidas con independencia
entre sí y publicadas en los años cincuenta; un rasgo común es el haber sido realizadas
sobre la base de una vasta información historiográfica. Para Ludolfo Paramio7 lo que las
obras de esos autores comparten es “la utilización del método comparativo de casos

7
Ludolfo Paramio, “Defensa e ilustración de la sociología histórica”, en Revista Zona Abierta, No. 38,
enero-marzo 1986, pp. 1-38

7
históricos para realizar una contrastación multivariante de hipótesis, con el fin de llegar
a un análisis macrocausal del cambio social”. Paramio adscribe a la idea de que es inútil
buscar otros rasgos comunes en estas obras y propone que el interés sustancial de la
sociología histórica radica en “hacer explícita la relación usualmente latente entre teoría
(sociológica) e historia, de dar expresión al diálogo, tan inevitable como reprimido,
entre hipótesis teóricas e investigación concreta de hechos históricos singulares”.

Como Paramio reconoce, fue a raíz de “la notable repercusión” alcanzada por el
primer volumen de El moderno sistema mundial de Immanuel Wallerstein, publicado en
1974, que la sociología histórica se identifica como una disciplina o sub-área más o
menos reconocida. Como quedó asentado en la sexta lección de este curso (Analistas
del sistema mundo) la obra de Wallerstein, encontraría en la colaboración con Giovanni
Arrighi, Samir Amin y André Gunnder Frank una convergencia temporal sobre la base
del interés por el análisis del sistema capitalista como totalidad. Sin embargo esta
asociación, no muy duradera, dejó a la obra de Wallerstein –madurada a lo largo de
treinta y cinco años–, como la única a la que se reconoce un valor paradigmático dentro
de la macrosociología histórica.

A nuestro parecer el mayor aporte de la sociología histórica es haber recuperado


la condición histórica de la sociedad como fundamento del conocimiento social
extraviado momentáneamente por la sociología en aras de la Gran Teoría8. Esta
recuperación no sólo supone el recurso a la historiografía para la construcción de la
evidencia, sino la consideración del carácter procesual de los fenómenos estudiados y el
énfasis en el cambio social como eje del análisis. Otros rasgos que han caracterizado a
esta perspectiva son el uso del método comparativo; la elección de vastos objetos de
estudio y grandes unidades de análisis; la intención de explicar causalmente y no sólo
describir o documentar los procesos estudiados y el enfoque macrocausal en la
búsqueda de la explicación. Estudiosos como Rokkan, promovieron la
internacionalización de las ciencias sociales mediante la definición de conceptos,
programas, estrategias, objetos e instrumentos de investigación que buscaron traspasar
los marcos de una cultura, sociedad o país; sus mapas conceptuales son una de las
herramientas más conocidas para el estudio comparativo de procesos amplios en
diversos países como las elecciones, los cambios de régimen y la cultura política.

8
La sociología rencontró así su verdadero fundamento pues, como Skocpol (2004:7) apunta: “de una
forma básica, la sociología siempre fue una empresa fundada y orientada históricamente”

8
Rokkan mismo, junto con Barrington Moore se cuentan entre los mentores de Charles
Tilly, no por casualidad es que dedica Tilly al primero de ellos su obra sobre Grandes
estructuras... (1991).

Relevancia del método comparativo en la sociología histórica

El título de esta lección, definido por el responsable del equipo docente, enfatiza la
importancia del método comparativo en las investigaciones realizadas en el campo de la
sociología histórica. El método comparativo, lo mismo que el recurso a la historiografía,
están profundamente enraizadas en los orígenes de las disciplinas sociales,
particularmente de la sociología. En estadística, sociología y antropología, nos
recuerda Rokkan (1981:192-193) los pioneros del siglo XIX fueron fervientes
defensores y practicantes del método comparativo; la posibilidad de generalizar tenía
como sustento la comparación. Para Rokkan todas las ciencias sociales son, en un
sentido u otro, comparativas. “En las ciencias sociales, decía, enunciar es siempre, en
cierta forma, comparar” (1981: 176) Como exponente y promotor de los estudios
transculturales, trans-societales y trans-nacionales, Stein Rokkan realizó vastos estudios
comparativos sobre sistemas políticos, procesos electorales y cultura política en países
de Europa.

Para Rokkan (1981) lo mismo que para Tilly (2001) y Skocpol (1984), la
comparación es una base fundamental de los estudios de sociología histórica. Esta
posición contrasta con la de Paramio (1986:30), para quien el papel de la teoría es de la
mayor importancia en la distinción de las estrategias de investigación: de las tres que él
propone, solo reconoce relevancia a la comparación en la investigación con casos
múltiples.

En cambio para Charles Tilly, la comparación es la clave principal de los


estudios realizados en este campo. En su obra Grandes estructuras, procesos amplios,
comparaciones enormes (1991), la discusión y análisis detallado del uso del método
comparativo en la sociología histórica es el centro de su atención.

Este texto de Charles Tilly fue elaborado en 1984, como producto de una
invitación de la Fundación Rusell Sage para escribir un ensayo sobre <<investigación
comparativa e interdisciplinar en ciencias sociales>>. Ello le permitió reflexionar sobre
las virtudes y defectos de los enfoques utilizados para realizar grandes comparaciones
de estructuras y procesos sociales. Tilly se había especializado estudiando procesos

9
macro como la proletarización, la urbanización y la formación de los estados. También
había publicado un trabajo que abarca mil años de historia (990 – 1990) sobre el
surgimiento de los Estados europeos y el papel de los procesos de acumulación y de
coerción en la configuración del nuevo mapa de Europa (Coerción, capital y los estados
europeos); ya antes se había interesado por un estudio que comprendía cinco siglos
(1492 – 1992) a propósito del tema de las revoluciones europeas; también se había
interesado en la acción colectiva (La Vendée; From mobilization to Revolution). Pero no
había reflexionado sobre las premisas y métodos que utilizaba en su quehacer.

Para Tilly, nuestro pensamiento sobre la sociedad arrastra un pesado lastre por la
supervivencia de ideas heredadas del siglo XIX. Nuestras ideas sobre la organización
social y sobre el cambio social están dominadas por esa herencia intelectual. Las
distintas disciplinas de la ciencia social como las conocemos hoy surgieron “a partir de
(las) reflexiones sobre el capitalismo, los estados nacionales y las consecuencias del
desarrollo de ambos” Estas disciplinas, “se sumaron en mayor o menor grado a la
corriente de pensamiento evolucionista propia del siglo”. Llevan su marca de
nacimiento. Tilly resume en ocho postulados perniciosos9, las “concepciones del siglo
XIX que hoy enturbian nuestro pensamiento”. De manera resumida estos postulados
son: 1) La sociedad es algo aparte; 2) El comportamiento social es producto de procesos
mentales individuales; 3) El cambio social es un fenómeno general y coherente,
explicable en bloque; 4) Los principales procesos de cambio social a gran escala se dan
mediante una sucesión de estados clásicos de carácter progresivo; 5) La diferenciación
crea la lógica del cambio a gran escala y conduce al progreso; 6) El estado de orden
social depende del balance entre procesos de diferenciación y procesos de integración o
control; la diferenciación demasiado rápida o excesiva genera desorden. 7) Los
comportamientos sociales reprobables –locura, violencia, adicción, crimen, suicidio y
rebelión- resultan de la tensión producida por un cambio social excesivamente rápido;
8) Formas <<ilegítimas>> y <<legítimas>> de conflicto coerción y expropiación
provienen de procesos esencialmente diferentes.

Frente a esta herencia obsoleta Tilly se pregunta ¿qué debemos hacer?


Responde: “Deberíamos construir análisis históricos concretos de las grandes
estructuras y amplios procesos que caracterizan a nuestra época. Los análisis deberían

9
Ver pp. 26-27

10
ser concretos a la hora de referirse a tiempos, lugares y personas reales. Deberían ser
históricos para así limitar su alcance… y reconocer desde el comienzo la importancia
del tiempo -el cuando pasan las cosas… afecta el cómo ocurren-, que toda estructura
o proceso constituye una serie de posibilidades de elección”

Para erradicar los postulados perniciosos heredados del siglo XIX, Tilly propone
dos enfoques: uno directo y el otro indirecto. En el directo, “deberíamos examinar
detenidamente las bases de la lógica y la evidencia a la hora de hacer
generalizaciones… Deberíamos confrontarlas con casos históricos reales y con
descripciones alternativas de lo que realmente ocurrió” (p. 81) En el enfoque indirecto
debemos “acoplar los relatos de cambios ocurridos a generalizaciones con base
histórica” Es aquí donde intervienen los análisis de grandes estructuras, procesos
amplios y comparaciones enormes: “proporcionan el puntal en el que se apoyan
nuestros enunciados históricamente contingentes” (p. 82).

Para Tilly, este tipo de análisis “operan en cuatro niveles históricos, y todos
ellos implican comparaciones”. Estos niveles son el histórico mundial, sistémico
mundial, macro histórico y micro histórico. Tales niveles son discutibles y no deben
reificarse advierte Tilly. Surgen de su apuesta en torno a la idea de que históricamente el
mundo se ha dividido en dos redes de producción, distribución y coerción
independientes. La era actual en una única red, es reciente. Si el mundo siempre hubiese
constituido una única red coherente, entonces los primeros dos niveles (mundial y
sistemico) se fundirían en uno.

Las decisiones sobre unidades de análisis y sobre los procesos cruciales que se
deben analizar dependen del nivel de análisis. En el nivel histórico mundial, las
principales estructuras son los sistemas mundiales; en el nivel sistémico mundial, el
sistema mundial mismo opera como unidad, pero ocurre lo mismo con sus principales
componentes: grandes redes y catnets: de coerción (agrupadas en estados) y/o de
intercambio (agrupadas en modos de producción regionales). En el nivel macrohistórico
nos movemos en el terreno de la historia como se le entiende por lo común: dentro de
un sistema mundial, las unidades de análisis son los estados, los modos regionales de
producción, las asociaciones, las compañías, los ejércitos; Los procesos enfocados son
de dimensiones de la proletarización, la urbanización, la acumulación de capital, la
burocratización, la creación de estados. En este nivel, “las comparaciones trazan
uniformidades y diferencias entre dichas unidades y procesos, así como combinaciones

11
de ambos” (p. 85) Para Tilly el nivel microhistórico no es de su interés, aunque no lo
descarta como susceptible de comparaciones. En este nivel se trazan los puntos de
encuentro de individuos y grupos con las estructuras y procesos amplios para establecer
el vínculo necesario entre la experiencia personal y el curso de la historia. (p. 85)

Al margen de estos niveles, Tilly hace referencia a “un cierto tipo de historia
social populista entre la microhistoria y la macrohistoria”. Se refiere a investigaciones
sobre acción de masas, estructura familiar, movilidad social, revolución, estructura
urbana y otros tópicos desarrollados por gente como Eric Hobsbawm, Goerge Rudé,
Michel Perrot y David Levine. A su parecer “tales investigaciones biográficas colectivas
se refugian en la microhistoria de un modo excesivo” (p. 86). Sin embargo, también
reconoce que “la microhistoria juega un papel indispensable en el análisis de las grandes
estructuras y los procesos amplios”, en la medida en que poner en cuestión algunos de
los postulados perniciosos en el terreno de la vida cotidiana y las interpretaciones sobre
la acción humana.

Tilly recomienda distinguir entre diferentes modos de comparar grandes


estructuras y amplios procesos, clasificando diferentes tipos de proposiciones. Lo hace
mediante una simplificación sociológica para definir y combinar dos dimensiones
propias do toda comparación: contribución de todos los casos y multiplicidad de
formas. Dentro de lo que llama contribución, la variación posible va de un simple caso
(presentar las características del caso en cuestión correctamente) a todos los casos
posibles (presentar las características de todos los casos). Dentro de lo que llama
multiplicidad el principio resultante de la comparación puede ser simple (todos los
casos posibles de un fenómeno tienen propiedades comunes) o múltiple (un fenómeno
se manifiesta en múltiples formas) Una clasificación cruzada da lugar a lo siguientes
tipos de comparación (ver cuadro)

Cuadro 2. Tipos de comparación


TIPO CARACTERISTICAS AUTOR MODELO
Individualizadora Casos específicos Bendix
Características peculiares
Universalizadora Cada caso sigue la misma Skocpol
regla (Ej, teoría de los
estadios)
Diferenciadora Se busca un principio de Paige
(Identificadora de la variación
diferencia)

12
Globalizadora Coloca distintos casos en Rokkan, Wallerstein
distintos puntos del mismo
sistema y explica sus
características como una
función de sus relaciones
con el sistema como un
todo

El crecimiento del capitalismo y de los estados nacionales se produjo


conjuntamente. Pero al analizar trabajos comparativos como los emprendidos por

Rokkan con sus mapas conceptuales, Tilly observa que a pesar de su utilidad estos
instrumentos no dicen sobre los motivos que tuvieron los actores que impulsaron los
estados y el capitalismo y sobre las causas que dieron lugar a distintos tipos de estado.
¿Obedecen tales resultados a una visión o proyecto, aunque fuera burdo, del tipo de
estructura que se quería alcanzar o fueron subproductos involuntarios de unos esfuerzos
dirigidos a otros fines? Tilly concluye que la expansión del poder de los estados
nacionales fue consecuencia de la defensa de intereses propios, de familia y facciones
de clase, en un contexto de luchas y de rivalidad. Las estructuras estatales que se
crearon surgieron en gran medida como subproductos involuntarios de otras actividades
(p. 170)

Partiendo de estas preguntas implícitas en los mapas de Rokkan, Tilly concluye


que “la interacción de la guerra, los impuestos y la acumulación de capital fueron
determinantes en la formación de los estados. Los europeos no llevaron a cabo esas tres
importantes actividades con la intención de crear organizaciones políticas centralizadas,
diferenciadas, autónomas y de gran alcance –estados nacionales”; tampoco previeron
que esas organizaciones emergerían como consecuencia de la guerra, los impuestos y la
acumulación de capital.

Límites y posibilidades. hacia donde tienden los estudios de sociología histórica


(problemas y agenda)

“La teoría sociológica no se puede desarrollar sin conocimiento de la historia”, decía


Michael Mann en Las fuentes del poder social10. Parafraseando y ampliando la
proposición de Mann diríamos que no se puede desarrollar la teoría sociológica sin el

10
Citado por Juliá, 1989:98

13
fundamento de la historia. Y que tampoco tiene sentido. Porque la Tesis 11 sobre
Feuerbach, sigue resonando en nuestro interés sociológico por la historia; es un interés
guiado por los imperativos del presente: nos interesa comprender para resolver
problemas, ayudar en unas luchas, influir en ciertas decisiones, imprimir una dirección a
los acontecimientos. La nuestra es una ciencia de carácter transformador, en el marco de
relaciones de poder. La ciencia misma es, siempre, una actividad históricamente
condicionada, por ello el análisis del capitalismo efectuado por Marx adquiere un
carácter revolucionario con respecto a la economía política de su época, pues si ésta
des-historiza las leyes de la producción burguesa y las asume como “leyes naturales”,
Marx por el contrario efectúa “un análisis crítico del modo de producción capitalista.
Ese análisis revela que las leyes de las que hablan los economistas son leyes de «ese»
modo de producción y por lo tanto no tienen alcance universal y transhistórico”
(Gómez, 2009: 120). Sin embargo, nuestra tarea va aún más allá de ese inicial punto de
partida, puesto que reconstituir el pensamiento crítico exige hacerlo en el sentido como
lo hacía la Crítica de la economía política, en cuanto a ser crítica de la economía de su
época, sin embargo, la “reconstitución ...[del pensar crítico]... tiene que tener como
punto de partida la economía política burguesa de hoy, no la clásica. Por eso tiene que
partir de las teorías económicas neoclásicas y neoliberales, para efectuar su crítica de la
economía política desde allí” (Hinkelammert, 2009: 19), Distanciándose, entonces, no
sólo de la economía política, sino de la teoría social funcional al orden vigente
(tradicional le llamaban, Horkheimer y Adorno), y haciéndolo desde aquel punto de
partida que se ubica en el sufrimiento humano, en el lugar de los excluidos (Zizek,
2009).

Pero ¿por dónde buscar las alternativas?

Tilly se pronuncia, con razón, contra una historia total a la manera del Braudel
de Civilisation matérielle, économie, et capitalisme, cuyo objeto de estudio es la
experiencia del mundo entero desde el siglo XV hasta el siglo XVIII. Para Tilly, la
agenda que la sociología histórica debe abordar es prestar atención al examen de “las
interacciones entre los contendientes en su pugna por el poder y sus consecuencias par
la creación de nuevas estructuras políticas. En concreto, las interacciones implicadas en
la guerra, la recaudación de impuestos y la acumulación de capital…”

Desde una vertiente latinoamericana del pensamiento neomarxista se vislumbra


una promesa que puede confluir en la puesta a punto de una teoría social capaz de

14
afrontar los desafíos del presente y crear posibilidades a la emancipación y a los
derechos para todas y todos.

Lo histórico no está sólo en la certeza del conocimiento de lo social, en las bases


de su validación como saber científico; o en la definición de los fines de ese
conocimiento. Está, sobre todo, en la ontología del ser social: el ser es tiempo, el ser
social es histórico. No hay una naturaleza de lo social en sentido fijo, pero hay dos
características que son inherentes al ser social y que lo constituyen: la historicidad y la
politicidad. El ser social transcurre en el tiempo inserto en tramas de poder Por ello
historia y política son coordenadas fundamentales en el conocimiento de lo social y no
pueden estar separadas en el abordaje de su objeto si quieren dar cuenta de su
complejidad.

En un sentido amplio las posibilidades que abre la fusión de la sociología y la


historia van más allá de los parámetros propuestos por la sociología histórica. Si a la
sociología histórica sólo pueden adscribir estudios comparativos de carácter macro (de
grandes estructuras procesos amplios y comparaciones enormes) es claro que estudios
de un solo caso o comparaciones en el nivel microhistórico tendrían que ser excluidos.
Sin embargo, las posibilidades de colaboración, integración o fusión entre la sociología
y la historia están abiertas; son una doble vía que cruza un vasto territorio por explorar.

Referencias citadas en el texto y no incluidas en la bibliografía del curso.

Abu-Lughod, Janet (1989), Before European Hegemony: the World System A.D. 1250-
1350, New York, NY, Oxford University Press, xviii, 443 pp.
Agular Solé, Salvador (2008). Homenaje a Charles Tilly. Documento descargado de
www.hacereditorial. es
Anderson, Perry (1974) Linajes of the absolutist state, Londres, NLB (El Estado
absolutista, Madrid, Siglo XXI de España, 1979)
Arrighi, Giovanni. “Globalização e macrossociologia histórica” en Revista de
Sociologia e Política, no.20, Curitiba, June, 2003, págs. 13 – 23.
Bendix, Reinhardt, (1969) Nation- building and Citizenship. Studies of our changing
social order, New York, Anchor Books, 374 pp.
----------------------- (1974 ) Estado nacional y ciudadanía ([traducción Leandro
Collins, Randall (1999). Macrohistory. Essays in Sociology of the Long Run, Stanford:
Stanfor University Press.
Wolfson), Buenos Aires, Amorrurtu, 282 p. (Cosío Villegas: 320.15/B458e)

15
________________(1984) *Force, fate an freedom. On historical sociology, Berkeley-
Los Angeles, University of California Press.
Bendix, Reinhard (1956) Work and authority in industry, Nueva York, John Wiley and
Sons;
Elias Norbert (1989) El proceso de la civilización, 2ª ed. México, F.C.E.
---------------- ( ) La sociedad cortesana
Estrada, Alba Teresa (2005), “Sociología e interdisciplina en el estudio de los
movimientos sociales y el cambio político” en Blázquez, Norma y Patricia Cabrera
(Coords.), Jornadas Anuales de Investigación del CEIICH, México, CEIICH UNAM,
2005, pp.93-99
Goldston, Jack (1991) Revolution and rebellion in the early modern world, Univesity of
California
Gómez, Ricardo J. (2009). “Karl Marx. Una concepción revolucionaria de la economía
política como ciencia” en Herramienta. Revista de debate y crítica marxista, Núm. 40,
marzo, 120 – 141.
Hinkelammer, Franz J. (2009).”Sobre la reconstitución del pensamiento crítico”.
Educación superior: cifras y hechos, Núms. 43 – 44, enero – abril, 19 – 43.
Juliá, Santos (1989) Historia Social/Sociología histórica, Madrid, Siglo XXI
Mann, Michael, et al., (1991) El debate en la sociología histórica británica, Madrid, P.
Iglesias, 242 pp.
Moore, Barrington (1964) Social origins of dictatorship and democracy, Boston Beacon
Press (Los origenes socials de la dictadura y la democracia, Barcelona, Peninsula, 1973)
Paramio, Ludolfo (1986) “Defensa e ilustración de la Sociología Histórica”, (publicado
originalmente en la revista Zona Abierta, No. 38, enero-marzo), en Paramio, Skocpol y
Roy (1988) Sociología histórica, San José, Costa Rica, FLACSO, (Cuadernos de
Ciencias Sociales, 12)
Pérez Rivera, Hésper Eduardo (Ed) (1998) Norbert Elías. Un sociólogo contemporáneo
–Teoría y Método-, Bogotá, Fondo de Ediciones Sociológicas.
Reifer, Thomas (2009). “Giovanni Arrighi, la larga duración del capitalismo
geohistórico y la crisis actual” en Viento Sur, disponible en
http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=2566
Skocpol, Theda (1984) Los Estados y las revoluciones sociales, México, D.F., Fondo de
Cultura Económica.
Skocpol, Theda (1984) “Emerging Agendas and Recurrent Strategies in Historical
Sociology”, capítulo del libro Vision and Meted in Historical Sociology, New York,
Cambridge University Press; version en español: “Estrategias recurrentes y nuevos
temas en Sociología Histórica”, traducción de María Eugenia Gallardo, en Paramio
Scokpol y Roy (1988) Sociología histórica, San José, Costa Rica, FLACSO,
(Cuadernos de Ciencias Sociales
Smelser, Neil (1956) Social Change in the Industrial Revolution, Chicago, The
University of Chicago Press;
Tilly, Charles. Tilly, Charles (1990) Coerción, capital y los Estados europeos 990-
1990, Madrid, Alianza, 378 pp. (Alianza Universidad/721)

16
Tilly, Charles (1991) Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes
(versión española de Ana Balbás) Madrid, Alianza (Alianza Universidad; Ciencias
sociales; 671) (Cossío Villigas: 300.1/T579g)
Thompson, Edward P. (1976) “On history, sociology and historical relevance”, British
Journal of Sociology, 28, pp 387-402
---------------------------- La formación de la clase obrera en Inglaterra
Wallerstein, Immanuel (1979) El moderno sistema mundial I: la agricultura capitalista
y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, traducción de Antonio
Resines, México, Siglo XXI.
Zizel, Slavoj (2009). “Cómo empezar por el principio” en New Left Review, Núm. 57,
julio – agosto, pág. 41 – 52.

17

También podría gustarte