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3 Cosas Que Cada Líder De Adoración Debe

Saber Hacer
POR MARCO BARRIENTOS

¿Qué hace la diferencia entre una reunión más, y un tiempo precioso de comunión
con Dios? ¿Cómo puede un líder de adoración transcender la rutina, y llegar a la
expectativa de algo fresco? La respuesta se encuentra en la aplicación de tres cosas
que cada líder de adoración debe saber hacer:

Abrir el Corazón
Sabemos que hay que abrir el corazón para que entre Jesús, pero también debemos
abrirlo para que emane la vida de Jesús, en la forma de adoración. Cuando abrimos el
corazón, el fluir del Espíritu se manifiesta a través de las palabras, a través de las
manos, y a través de tocar un instrumento. Del corazón mana la vida. En otras
palabras, no podemos hacer nada que transmita vida si no abrimos el corazón para
que fluya de ahí la bendición.

Abrir la Boca
Como creyentes sabemos que hay que abrir la boca para confesar a Jesús como
Señor, pero también es necesario abrirla para que fluya de nuestro interior hacia
afuera. El río de Dios está en todo su potencial dentro de cada creyente para traer
cambios a esta tierra. Sin embargo, muchos no han desatado el poder de este fluir
transformador en sus vidas porque tienen sus bocas cerradas. Se necesita dar un
paso de fe y decir: “Señor, yo reconozco que el río de Dios ha venido a mi vida, y que
en mi esta la capacidad y decisión de dejarlo correr. Por tanto yo abro mi boca para
que fluya de mi interior”.

Entender El Fluir Del Espíritu Santo


El fluir del Espíritu sensibiliza el interior, pero esto no tiene nada que ver con las
emociones. Jesús usa el término “interior”, refiriéndose a las entrañas, a la parte más
interna de nuestro ser. Hay una gran diferencia entre lo que sale del interior de tus
entrañas y lo que sale del interior de tu mente. Es necesario que seamos entendidos
de lo que Dios esta haciendo precisamente con este derramamiento del Espíritu
Santo. La tierra será llena del conocimiento de su Gloria, pero esto solo será una
realidad palpable si estamos dispuestos a abrirnos ante Dios y ante los hombres. Ante
Dios para ser continuamente llenos del Espíritu, y ante los hombres para tener un
corazón transparente y genuino.

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