¿Te has preguntado en algún momento si escogiste el camino correcto y si
realmente estas dónde siempre quisiste estar?... Tal vez recuerdes como de niño o niña soñabas con ser astronauta, doctor, pintor y hasta fotógrafo. ¿Recuerdas que tu mayor preocupación era no poder colorear dentro de la raya o aprenderte las tablas de multiplicar? A algunos nos habrá sucedido que no entendimos cómo pasamos de ese nivel de preocupación al que día a día nos atañe en el trabajo; correr y dejar a los niños listos para el colegio, subirse al “amigable” Transmilenio que nos saca unas cuantas canas en el día y llegar corriendo a la oficina a hacer las mismas tareas de costumbre y revisar el reloj a las 12 y a las 5 para salir de nuevo corriendo a nuestras casas. Tal vez y sólo tal vez…. Si fuéramos como niños, no veríamos en nuestro día a día un sacrificio, si no que disfrutaríamos del juego y daríamos la milla extra para poder ganar. Si fuéramos como niños, nos involucraríamos con nuestros compañeros sin esperar una recompensa o la tan anhelada “palmita en el hombro”, solo por verse ganar como equipo. Si volviéramos a ser soñadores, seriamos más proponentes y menos ejecutores, veríamos el día a día como una oportunidad para maravillarnos de lo que nos rodea, podríamos ser más creativos, innovadores y podríamos obtener más fácilmente nuestros resultados. De niños entendíamos muy bien lo que nos gustaba y lo que no, y sabíamos movernos de acuerdo a esto; y que tal ¿Si aprendiéramos hoy a gestionarnos a nosotros mismos?, seguramente entenderíamos que las habilidades de nuestros compañeros pueden ser distintas a las mías y que aun así su contribución es igual de importante, estaríamos más dispuestos a enseñar y nos sentiríamos menos amenazados por el talento del otro. Si aprendiéramos a gestionarnos, nos daríamos cuenta que nuestras debilidades son las que nos hacen ser nosotros mismos y que depende de nosotros quejarnos de ellas o convertirlas a través de nuestras fortalezas en un trampolín del éxito. Cuando aprendemos a reconocer en lo que sobresalimos y en lo que no, podemos entender que nuestro compañero y/o jefe también cuentan con habilidades y oportunidades de mejora, somos capaces de colocarnos en el lugar del otro y brindar oportunidades y si es necesario nuestra ayuda para que como equipo triunfemos. Y es que a veces olvidamos que a través de los años hemos ido corrigiendo nuestros errores, y que al igual que nosotros, algunos de nuestros compañeros requieren de esa mano amiga que los oriente y fortalezca; cuando actuamos desde nuestra experiencia (positiva o negativa) somos capaces de calzar otros zapatos y entender lo que puedo brindar para que el otro crezca y para que mi equipo se fortalezca. En el momento en el que soy capaz de entender que mi actitud ayuda o no al cambio de mi equipo de trabajo, puedo pensar que no hablamos de triunfos personales, sino grupales y que la derrota del otro significa de una u otra forma una derrota para mí. Cuando soy capaz de gestionarme, me hago responsable de las relaciones que establezco; aun cuando esto implica relacionarme con otros sistemas de valores y de creencias que puedan entrar en conflicto con mis intereses, entonces seré capaz de entender a las relaciones como indispensables y al respeto como un precursor de las mismas. Entonces….Si comprendo que Nipro Medical Corporation – Colombia somos todos y cada uno de los que hacemos parte de este equipo, entonces entenderé que mi aporte es valioso y que mi contribución no se mide sólo por mi resultado sino por la capacidad que tengo de gestionarme y ayudar a otros a gestionarse, para obtener las metas que como empresa nos hemos trazado. Si quieres saber cómo puedes comenzar, lee el artículo de Peter F. Drucker “Gestionarse a sí mismo” de la revista Harvard Business Review (América Latina).