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Se han encontrado animales capaces de realizar la fotosíntesis, tales como Elysia chlorotica,
una babosa marina que parece una hoja, y Ambystoma maculatum, una salamandra.[cita requerida]
A comienzos del año 2009, se publicó un artículo en la revista científica Nature Geoscience en
el que científicos norteamericanos daban a conocer el hallazgo de pequeños cristales de
hematita (en el cratón de Pilbara, en el noroeste de Australia), un mineral de hierro datado en
el eón Arcaico, reflejando así la existencia de agua rica en oxígeno y, consecuentemente, de
organismos fotosintetizadores capaces de producirlo. Según este estudio y atendiendo a la
datación más antigua del cratón, la existencia de fotosíntesis oxigénica y la oxigenación de la
atmósfera y océanos se habría producido desde hace más de 3.460 millones de años, de lo que
se deduciría la existencia de un número considerable de organismos capaces de llevar a cabo
la fotosíntesis para oxigenar la masa de agua mencionada, aunque solamente fuese de manera
ocasional, si bien la formación biológica de dichos restos está cuestionada.567
Índice
1 Historia del estudio de la fotosíntesis
o 1.1 Desde la Antigua Grecia hasta el siglo XIX
o 1.2 Siglo XX
2 El cloroplasto
o 2.1 Desarrollo
o 2.2 Estructura y abundancia
o 2.3 Función
3 Fase luminosa o fotoquímica
o 3.1 Fotofosforilación acíclica (oxigénica)
o 3.2 Fase luminosa cíclica (Fotofosforilación anoxigénica)
4 Fase oscura o sintética
5 Fotorrespiración
o 5.1 Ruta de Hatch-Slack o de las plantas C4
o 5.2 Las plantas CAM
6 Fotosistemas y pigmentos fotosintéticos
o 6.1 Los fotosistemas
6.1.1 Fotosistema I y Fotosistema II
o 6.2 Los pigmentos fotosintéticos y la absorción de la luz
7 Factores externos que influyen en el proceso
8 Fotosíntesis anoxigénica o bacteriana
9 Fotosíntesis artificial
o 9.1 Intentos de imitación de las estructura fotosintéticas
o 9.2 Célula de Grätzel
o 9.3 Disoluciones homogéneas
10 Véase también
11 Referencias
12 Bibliografía básica
13 Enlaces externos
Ya en la Antigua Grecia, el filósofo Aristóteles propuso una hipótesis que sugería que la luz
solar estaba directamente relacionada con el desarrollo del color verde de las hojas de las
plantas, pero esta idea no trascendió en su época, quedando relegada a un segundo plano. A su
vez, la idea de que las hojas de las plantas asimilaban el aire fue propuesta por Empédocles,8 y
descartada por Aristóteles y su discípulo Teofrasto, quien sostenía que todo el «alimento» de
las plantas provenía de la tierra.9 De hecho, esas ideas no volvieron a ser recuperadas hasta el
siglo XVII, cuando el considerado padre de la fisiología vegetal, Stephen Hales, hizo mención
a las citadas hipótesis, y afirmó que el aire que penetraba por las hojas en las plantas era
empleado por ellas como fuente de alimento.10
Personajes cuyos estudios fueron clave para el conocimiento de la fotosíntesis (desde arriba y
hacia la derecha): Aristóteles, Stephen Hales, Joseph Priestley, Justus von Liebig y Julius
Sachs.
Durante el siglo XVIII comenzaron a surgir trabajos que relacionaban los incipientes
conocimientos de la química con los de la biología. En la década de 1770, el clérigo inglés
Joseph Priestley (a quien se le atribuye el descubrimiento del O2) estableció la producción de
oxígeno por los vegetales reconociendo que el proceso era, de forma aparente, el inverso de la
respiración animal, que consumía tal elemento químico. Fue Priestley quien acuñó la
expresión de aire deflogisticado para referirse a aquel que contiene oxígeno y que proviene de
los procesos vegetales, así como también fue él quien descubrió la emisión de dióxido de
carbono por parte de las plantas durante los periodos de penumbra, aunque en ningún
momento logró interpretar estos resultados.11
En la misma línea de los autores anteriores, Jean Senebier, ginebrino, realiza nuevos
experimentos que establecen la necesidad de la luz para que se produzca la asimilación de
dióxido de carbono y el desprendimiento de oxígeno. También establece, que aún en
condiciones de iluminación, si no se suministra CO2, no se registra desprendimiento de
oxígeno. J. Senebier sin embargo opinaba, en contra de las teorías desarrolladas y confirmadas
más adelante, que la fuente de dióxido de carbono para la planta provenía del agua y no del
aire.
El químico alemán Justus von Liebig, es uno de los grandes promotores tanto del
conocimiento actual sobre química orgánica, como sobre fisiología vegetal, imponiendo el
punto de vista de los organismos como entidades compuestas por productos químicos y la
importancia de las reacciones químicas en los procesos vitales. Confirma las teorías expuestas
previamente por de Saussure, matizando que si bien la fuente de carbono procede del CO2
atmosférico, el resto de los nutrientes proviene del suelo.
La denominación como clorofila de los pigmentos fotosintéticos fue acuñada por Pelletier y
Caventou a comienzos del siglo XIX. Dutrochet, describe la entrada de CO2 en la planta a
través de los estomas y determina que solo las células que contienen clorofila son productoras
de oxígeno. Hugo von Mohl, más tarde, asociaría la presencia de almidón con la de clorofila y
describiría la estructura de los estomas. Sachs, a su vez, relacionó la presencia de clorofila con
cuerpos subcelulares que se pueden alargar y dividir, así como que la formación de almidón
está asociada con la iluminación y que esta sustancia desaparece en oscuridad o cuando los
estomas son ocluidos. A Sachs se debe la formulación de la ecuación básica de la fotosíntesis:
Andreas Franz Wilhelm Schimper daría el nombre de cloroplastos a los cuerpos coloreados de
Sachs y describiría los aspectos básicos de su estructura, tal como se podía detectar con
microscopía óptica. En el último tercio del siglo XIX se sucederían los esfuerzos por
establecer las propiedades físico-químicas de las clorofilas y se comienzan a estudiar los
aspectos ecofisiológicos de la fotosíntesis.
Siglo XX
En la década de 1920, Cornelius Bernardus van Niel propuso, tras haber estudiado a las
bacterias fotosintéticas del azufre, que el oxígeno liberado en la fotosíntesis provenía del agua
y no del dióxido de carbono, extrayéndose que el hidrógeno empleado para la síntesis de
glucosa procedía de la fotólisis del agua que había sido absorbida por la planta. Pero esta
hipótesis no se confirmó hasta el año 1941, tras las investigaciones realizadas por Samuel
Ruben y Martin Kamen con agua con oxígeno pesado y una alga verde (Chlorella).210
En 1937, Robert Hill logró demostrar que los cloroplastos son capaces de producir oxígeno en
ausencia de dióxido de carbono, siendo este descubrimiento uno de los primeros indicios de
que la fuente de electrones en las reacciones de la fase clara de la fotosíntesis es el agua.
Aunque cabe destacar que Hill, en su experimento in vitro empleó un aceptor de electrones
artificial. De estos estudios se derivó la conocida con nombre de Reacción de Hill, definida
como la peorreducción de un aceptor artificial de electrones por los hidrógenos del agua, con
liberación de oxígeno.13
En el año 1982, los químicos alemanes Johann Deisenhofer, Hartmut Michel y Robert Huber
analizaron el centro de reacción fotosintético de la bacteria Rhodopseudomonas viridis, y para
determinar la estructura de los cristales del complejo proteico utilizaron la cristalografía de
rayos X. Sin embargo, esta técnica resultó excesivamente compleja para estudiar la proteína
mencionada y Michel bachelet tuvo que idear un método espacial que permitía la cristalografía
de proteínas de membrana.151617
Cuando Michel consiguió las muestras cristalinas perfectas que requería su análisis, su
compañero de investigación desenvolvió los métodos matemáticos para interpretar el patrón
de rayos X obtenido. Aplicando estas ecuaciones, los químicos lograron identificar la
estructura completa del centro de reacción fotosintética, compuesto por cuatro subunidades de
proteínas y de 10 000 átomos. Por medio de esta estructura, tuvieron la oportunidad con
detalle del proceso de la fotosíntesis, siendo la primera vez que se concretó la estructura
tridimensional de dicha proteína.1015
El cloroplasto
Artículo principal: Cloroplasto
De todas las células eucariotas, únicamente las fotosintéticas presentan cloroplastos, unos
orgánulos que usan la energía de la luz para impulsar la formación de ATP y NADPH,
compuestos utilizados con posterioridad para el ensamblaje de azúcares y otros compuestos
orgánicos. Al igual que las mitocondrias, cuentan con su propio ADN y se han originado a
partir de bacterias simbióticas intracelulares (teoría endosimbiótica).
Desarrollo
A pesar de que las semillas suelen germinar en el suelo sin luz, los cloroplastos son una clase
de orgánulos que exclusivamente se desarrollan cuando el vástago queda expuesto a la luz. Si
la semilla germina en ausencia de luz, los proplastos se diferencian en etioplastos, que
albergan una agrupación tubular semicristalina de membrana llamada cuerpo prolamelar. En
vez de clorofila, estos etioplastos tienen un pigmento de color verde-amarillento que
constituye el precursor de la misma: es la denominada protoclorofila.18
Después de estar por un pequeño intervalo de tiempo expuestos a la luz, los etioplastos se
diferencian transformándose los cuerpos prolamelares en tilacoides y lamelas del estroma, y la
protoclorofila, en clorofila. El mantenimiento de la estructura de los cloroplastos está
directamente vinculada a la luz, de modo que si en algún momento estos pasan a estar en
penumbra continuada puede desencadenarse que los cloroplastos vuelvan a convertirse en
etioplastos.18
Además, los cloroplastos pueden convertirse en cromoplastos, como sucede a lo largo del
proceso de maduración de los frutos (proceso reversible en determinadas ocasiones).
Asimismo, los amiloplastos (contenedores de almidón) pueden transformarse en cloroplastos,
hecho que explica el fenómeno por el cual las raíces adquieren tonos verdosos al estar en
contacto con la luz solar.18
Estructura y abundancia
Los cloroplastos se distinguen por ser unas estructuras polimorfas de color verde, siendo la
coloración que presentan consecuencia directa de la presencia del pigmento clorofila en su
interior. Los cloroplastos están delimitados por una envoltura formada, en la mayoría de las
algas y en todas las plantas, por dos membranas (externa e interna) llamadas envueltas, que
son ricas en galactolípidos y sulfolípidos, pobres en fosfolípidos, contienen carotenoides y
carecen de clorofila y colesterol. En algunas algas, las envueltas están formadas por tres o
cuatro membranas, lo que se considera prueba de que se han originado por procesos de
endosimbiosis secundaria o terciaria. Las envueltas de los cloroplastos regulan el tráfico de
sustancias entre el citosol y el interior de estos orgánulos, son el lugar de biosíntesis de ácidos
grasos, galactolípidos y sulfolípidos y son el lugar de reconocimiento y que contiene los
elementos necesarios para permitir el transporte al interior de los orgánulos de las proteínas de
cloroplastos codificadas en el núcleo celular.1920
En las plantas superiores, la forma que con mayor frecuencia presentan los cloroplastos es la
de disco lenticular, aunque también existen algunos de aspecto ovoide o esférico. Con respecto
a su número, se puede decir que en torno a cuarenta y cincuenta cloroplastos coexisten, de
media, en una célula de una hoja; y existen unos 500.000 cloroplastos por milímetro cuadrado
de superficie foliar. No sucede lo mismo entre las algas, pues los cloroplastos de estas no se
encuentran tan determinados ni en número ni en forma. Por ejemplo, en el alga Spirogyra
únicamente existen dos cloroplastos con forma de cinta en espiral, y en el alga
Chlamydomonas, solamente hay uno, de grandes dimensiones.
En el interior y delimitado por la membrana plastidial interna, se ubica una cámara que alberga
un medio interno con un elevado número de componentes (ADN plastidial, circular y de doble
hélice, plastorribosomas, enzimas e inclusiones de granos de almidón y las inclusiones
lipídicas); es lo que se conoce por el nombre de estroma. Inmerso en él se encuentran una gran
cantidad de sáculos denominados tilacoides, cuya cavidad interior se llama lumen o espacio
tilacoidal. En las membranas de los tilacoides se ubican los complejos proteínicos y complejos
pigmento/proteína encargados de captar la energía lumínica, llevar a cabo el transporte de
electrones y sintetizar ATP. Los tilacoides pueden encontrarse como vesículas alargadas
repartidos por todo el estroma (tilacoides del estroma), o bien, pueden tener forma discoidal y
encontrarse apilados originando unos montones, denominados grana (tilacoides de grana).
Función
Existen dos variantes de fotofosforilación: acíclica y cíclica, según el tránsito que sigan los
electrones a través de los fotosistemas. Las consecuencias de seguir un tipo u otro estriban
principalmente en la producción o no de NADPH y en la liberación o no de O2.
El proceso de la fase luminosa, supuesto para dos electrones, es el siguiente: Los fotones
inciden sobre el fotosistema II, excitando y liberando dos electrones, que pasan al primer
aceptor de electrones, la feofitina. Los electrones los repone el primer dador de electrones, el
dador Z, con los electrones procedentes de la fotólisis del agua en el interior del tilacoide (la
molécula de agua se divide en 2H+ + 2e- + 1/2O2). Los protones de la fotólisis se acumulan en
el interior del tilacoide, y el oxígeno es liberado.
Los electrones pasan a una cadena de transporte de electrones, que invertirá su energía
liberada en la síntesis de ATP. ¿Cómo? La teoría quimioosmótica nos lo explica de la
siguiente manera: los electrones son cedidos a las plastoquinonas, las cuales captan también
dos protones del estroma. Los electrones y los protones pasan al complejo de citocromos bf,
que bombea los protones al interior del tilacoide. Se consigue así una gran concentración de
protones en el tilacoide (entre éstos y los resultantes de la fotólisis del agua), que se compensa
regresando al estroma a través de las proteínas ATP-sintasas, que invierten la energía del paso
de los protones en sintetizar ATP. La síntesis de ATP en la fase fotoquímica se denomina
fotofosforilación.
Los electrones de los citocromos pasan a la plastocianina, que los cede a su vez al fotosistema
I. Con la energía de la luz, los electrones son de nuevo liberados y captados por el aceptor A0.
De ahí pasan a través de una serie de filoquinonas hasta llegar a la ferredoxina. Esta molécula
los cede a la enzima NADP+-reductasa, que capta también dos protones del estroma. Con los
dos protones y los dos electrones, reduce un NADP+ en NADPH + H+.
El balance final es: por cada molécula de agua (y por cada cuatro fotones) se forman media
molécula de oxígeno, 1,3 moléculas de ATP, y un NADPH + H+.
Esquema de la etapa fotoquímica, que se produce en los tilacoides
El objetivo que tiene la fase cíclica tratada es el de subsanar el déficit de ATP obtenido en la
fase acíclica para poder afrontar la fase oscura posterior.
Cuando se ilumina con luz de longitud de onda superior a 680 nm (lo que se llama rojo lejano)
solamente se produce el proceso cíclico. Al incidir los fotones sobre el fotosistema I, la
clorofila P700 libera los electrones que llegan a la ferredoxina, la cual los cede a un citocromo
bf y este a la plastoquinona (PQ), que capta dos protones y pasa a (PQH2). La plastoquinona
reducida cede los dos electrones al citocromo bf, seguidamente a la plastocianina y de vuelta
al fotosistema I. Este flujo de electrones produce una diferencia de potencial en el tilacoide
que hace que entren protones al interior. Posteriormente saldrán al estroma por la ATP-
sintetasa fosforilando ADP en ATP. De forma que únicamente se producirá ATP en esta fase.
En la fase oscura, que tiene lugar en la matriz o estroma de los cloroplastos, tanto la energía en
forma de ATP como el NADPH que se obtuvo en la fase fotoquímica se usa para sintetizar
materia orgánica por medio de sustancias inorgánicas. La fuente de carbono empleada es el
dióxido de carbono, mientras que como fuente de nitrógeno se utilizan los nitratos y nitritos, y
como fuente de azufre, los sulfatos. Esta fase se llama oscura, no porque ocurra de noche, sino
porque no requiere de energía solar para poder concretarse.
En primer lugar se produce la fijación del dióxido de carbono. En el estroma del cloroplasto, el
dióxido de carbono atmosférico se une a la pentosa ribulosa-1,5-bifosfato, gracias a la enzima
RuBisCO, y origina un compuesto inestable de seis carbonos, que se descompone en dos
moléculas de ácido 3-fosfoglicérico. Se trata de moléculas constituidas por tres átomos de
carbono, por lo que las plantas que siguen esta vía metabólica se llaman C3. Si bien, muchas
especies vegetales tropicales que crecen en zonas desérticas, modifican el ciclo de tal manera
que el primer producto fotosintético no es una molécula de tres átomos de carbono, sino de
cuatro (un ácido dicarboxílico), constituyéndose un método alternativo denominado vía de la
C4, al igual que este tipo de plantas.
Con posterioridad se produce la reducción del dióxido de carbono fijado. Por medio del
consumo de ATP y del NADPH obtenidos en la fase luminosa, el ácido 3-fosfoglicérico se
reduce a gliceraldehído 3-fosfato, que puede seguir caminos diversos. La primera vía consiste
en la regeneración de la ribulosa 1-5-difosfato (la mayor parte del producto se invierte en
esto). Otras rutas posibles involucran biosíntesis alternativas: el gliceraldehído 3-fosfato que
queda en el estroma del cloroplasto puede destinarse a la síntesis de aminoácidos, ácidos
grasos y almidón; el que pasa al citosol origina la glucosa y la fructosa, que al combinarse
generan la sacarosa (azúcar de transporte de la mayoría de las plantas, presente en la savia
elaborada conducida por el floema) mediante un proceso parecido a la glucólisis en sentido
inverso.
En un primer momento, los iones nitrato se reducen a iones nitrito por la enzima nitrato
reductasa, requiriéndose el consumo de un NADPH. Más tarde, los nitritos se reducen a
amoníaco gracias, nuevamente, a la enzima nitrato reductasa y volviéndose a gastar un
NADPH. Finalmente, el amoníaco que se ha obtenido y que es nocivo para la planta, es
captado con rapidez por el ácido α-cetoglutárico originándose el ácido glutámico (reacción
catalizada por la enzima glutamato sintetasa), a partir del cual los átomos de nitrógeno pueden
pasar en forma de grupo amino a otros cetoácidos y producir nuevos aminoácidos.
Síntesis de compuestos orgánicos con azufre: partiendo del NADPH y del ATP de la
fase luminosa, el ion sulfato es reducido a ion sulfito, para finalmente volver a
reducirse a sulfuro de hidrógeno. Este compuesto químico, cuando se combina con la
acetilserina produce el aminoácido cisteína, pasando a formar parte de la materia
orgánica celular.
Fotorrespiración
Artículo principal: Fotorrespiración
La piña (Ananas comosus), que pertenece a la familia Bromeliaceae, tiene un metabolismo de
tipo CAM, que poseen muchas plantas crasuláceas.
Este proceso, que implica el cierre de los estomas de las hojas como medida preventiva ante la
posible pérdida de agua, se sobreviene cuando el ambiente es cálido y seco. Es entonces
cuando el oxígeno generado en el proceso fotosintético comienza a alcanzar altas
concentraciones.
Cuando una molécula de RuBisCO reacciona con una de oxígeno, se origina una molécula de
ácido fosfoglicerico y otra de ácido fosfoglicólico, que prontamente se hidroliza a ácido
glicólico. Este último sale de los cloroplastos para posteriormente introducirse en los
peroxisomas (orgánulos que albergan enzimas oxidativos), lugar en el que vuelve a reaccionar
con oxígeno para producir ácido glioxílico y peróxido de hidrógeno (la acción de la enzima
catalasa catalizará la descomposición de este compuesto químico en oxígeno y agua). Sin
embargo el ácido glioxílico se transforma en glicina, aminoácido que se traspasa a la
mitocondrias para formarse una molécula de serina a partir de dos de ácido glioxílico (este
proceso conlleva la liberación de una molécula de dióxido de carbono).
En los vegetales propios de las zonas con clima tropical, donde la fotorrespiración podría
revestir un problema de notable gravedad, se presenta un proceso diferente para captar el
dióxido de carbono. En estas plantas se distinguen dos variedades de cloroplastos: existen
unos que se hallan en las células internas, contiguos a los vasos conductores de las hojas, y
otros que están en las células del parénquima clorofílico periférico, lo que se llama mesófilo.
Es en este último tipo de cloroplasto en el que se produce la fijación del dióxido de carbono.
La molécula aceptora de este compuesto químico es el ácido fosfoenolpirúvico (PEPA), y la
enzima que actúa es la fosfoenolpiruvato carboxilasa, que no se ve afectada por una alta
concentración de oxígeno.
Partiendo del ácido fosfoenolpirúvico y del dióxido de carbono se genera el ácido oxalacético,
constituido por cuatro carbonos (es de aquí de donde proviene el nombre de plantas C4). El
susodicho ácido se transforma en ácido málico, y este pasa a los cloroplastos propios de las
células internas a través de los plasmodesmos. En estos se libera el dióxido de carbono, que
será apto para proseguir el ciclo de Calvin. A consecuencia de ello, en estas plantas no se
produce ningún tipo de alteración a consecuencia de la respiración.
Las plantas CAM
Las plantas CAM están adaptadas a las condiciones de aridez extremas, por lo que resulta
lógico que sus estomas se abran durante la noche, para evitar en la medida de lo posible la
pérdida de agua por transpiración, fijando dióxido de carbono en oscuridad por una reacción
de carboxilación de PEP (ácido fosfoenolpirúvico) catalizada por la enzima PEP-carboxilasa
en el citosol. Como resultado, se produce la formación de oxalacetato y malato que es
almacenado en la vacuola, sobreviniéndose una acidificación nocturna de la hoja. El malato
almacenado en la vacuola es liberado durante el día mientras los estomas que permanecen
cerrados, siendo llevado al cloroplasto. Una vez en este orgánulo, el malato es descarboxilado
por la enzima málico NADP dependiente y el dióxido de carbono que se desprende es fijado
en el ciclo de Calvin. El ácido pirúvico se convierte nuevamente en azúcares, para finalmente
convertirse en almidón. La fijación y reducción del carbono en las plantas CAM presenta unos
requerimientos energéticos, en términos de ATP, mayores que en las plantas C3 y C4. Su
rendimiento fotosintético por unidad de tiempo es menor y su crecimiento es más lento. Como
consecuencia de la adaptación de estas plantas a sus hábitats extremos, los mecanismos que
regulan el equilibrio entre transpiración y fotosíntesis están encaminados fuertemente hacia la
minimización de las pérdidas de agua, asegurando así la supervivencia en el medio desértico,
aunque a costa de una menor productividad.6
En la antena, que también puede aparecer nombrada como LHC (abreviatura del inglés Light
Harvesting Complex), predominan los pigmentos fotosintéticos sobre las proteínas. De hecho,
existen entre doscientas y cuatrocientas moléculas de pigmentos de antena de varios tipos y
tan sólo dos proteínas intermembranales. Sin embargo, la antena carece de pigmento diana.
En el centro de reacción, mentado en algunas ocasiones como CC (abreviatura del inglés Core
Complex), las proteínas predominan sobre los pigmentos. En el centro de reacción es donde
está el pigmento diana, el primer aceptor de electrones y el primer dador de electrones. En
término generales, se puede decir que existe una molécula de pigmento diana, unas cuantas de
pigmentos no diana, una de primer dador de electrones y una de primer aceptor. Mientras
existen entre dos y cuatro proteínas de membrana.
Fotosistema I y Fotosistema II
El Fotosistema I (PSI) capta la luz cuya longitud de onda es menor o igual a 700 nm y
en las plantas superiores, su antena se caracteriza por encerrar dentro de sí una gran
proporción de clorofila α, y una menor de clorofila β. En el centro de reacción, la
molécula diana es la clorofila αI que absorbe a 700 nm, siendo llamada por ello
clorofila P700. El aceptor primario de electrones se denomina aceptor A0 y el dador
primario es la plastocianina. Sobre todo, se hallan presentes en los tilacoides del
estroma.
El Fotosistema II (PSII) capta luz cuya longitud de onda es menor o igual a 680 nm.
Los pigmentos fotosintéticos son lípidos unidos a proteínas presentes en algunas membranas
plasmáticas, y que se caracterizan por presentar alternancia de enlaces sencillos con enlaces
dobles. Esto se relaciona con su capacidad de aprovechamiento de la luz para iniciar
reacciones químicas, y con poseer color propio. En las plantas estos pigmentos son las
clorofilas y los carotenoides, en las cianobacterias y las algas rojas también existe ficocianina
y ficoeritrina, y, finalmente, en las bacterias fotosintéticas está la bacterioclorofila.
La clorofila está formada por un anillo porfirínico con un átomo de magnesio en el centro,
asociado a un metanol y a un fitol (monoalcohol de compuesto de veinte carbonos). Como
consecuencia, se conforma una molécula de carácter anfipático, en donde la porfirina actúa
como polo hidrófilo y el fitol como polo lipófilo. Se distinguen dos variedades de clorofila: la
clorofila a, que alberga un grupo metilo en el tercer carbono porfirínico y que absorbe luz de
longitud de onda cercana a 630 nm, y la clorofila b, que contiene un grupo formilo y que
absorbe a 660 nm.
Los carotenoides son isoprenoides y absorben luz de 440 nm, pudiendo ser de dos clases: los
carotenos, que son de color rojo, y las xantófilas, derivados oxigenados de los nombrados
anteriormente, que son de color amarillento. Las ficocianinas y las ficoeritrinas, de color azul
y rojo respectivamente, son lípidos asociados a proteínas originando las ficobiliproteínas.
Como los pigmentos fotosintéticos tienen enlaces covalentes sencillos que se alternan con
enlaces covalentes dobles, se favorece la existencia de electrones libres que no pueden
atribuirse a un átomo concreto.
Al igual que sucede en la fotosíntesis oxigénica, existe tanto una fase dependiente de luz como
una independiente de luz, distinguiéndose en la primera un transporte de electrones acíclico y
otro cíclico. Mientras en el cíclico únicamente se obtiene ATP, en el acíclico se reduce el
NAD+ a NADH, que posteriormente es empleado para la reducción del CO2, NO3-, entre otros.
El NADH también puede ser obtenido en ausenca de luz, gracias al ATP procedente del
proceso cíclico.
Fotosíntesis artificial
Artículo principal: Fotosíntesis artificial
Desde hace cuatro décadas, en el ambiente científico se ha extendido el interés por la creación
de sistemas artificiales que imiten a la fotosíntesis. Con frecuencia, lo que se hace es
reemplazar a la clorofila por una amalgama de compuestos químicos, ya sean orgánicos o
inorgánicos, que tienen la capacidad de captar la luz. Sin embargo, se desconoce lo que se
debe de hacer con los electrones liberados en el proceso fotosintético.25
Molécula de fullereno C60, llamada buckminsterfullereno, con forma igual a la de una pelota
de fútbol.
En el año 1981 fue fabricado el primer cloroplasto artificial,26 constituido por una mezcla de
compuestos orgánicos sintéticos relacionados con la clorofila y que, al iluminarse, tenía la
capacidad de llevar a cabo la reacción de fotólisis del agua, generando hidrógeno y oxígeno en
estado gaseoso. El tamaño físico del cloroplasto artificial era mucho mayor que el de los
cloroplastos naturales, y además, su eficacia de conversión de energía lumínica en química era
notablemente inferior. Este primer experimento fue todo un hito y supuso el primer paso hacia
la construcción de un dispositivo fotosintético obtenido artificialmente que funcionara.25
Célula de Grätzel
A pesar de que ya en 1972, el alemán Helmunt Tributsch había creado células solares
fotoelectroquímicas sensitivizadas con colorante, con capacidad para producir electricidad,
usando electrodos densos convencionales. Los desarrollos con electrodos de óxidos
sensitivizados generaron eficiencias próximas al 2,5 % limitadas por la reducida superficie
fotoactiva de estos electrodos.
Disoluciones homogéneas
El hecho de que la regeneración del catalizador de rodio no sea perfecta, obliga a tener que
reabastecerlo cada cierto período para mantener la reacción, por lo que en la actualidad se
sigue investigando para obtener el catalizador que mejor se adecue.25