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TEMA 3

PROTECCION INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS

la CRBV, establece a lo largo de su Título III, desde el articulo 19 al 135 un


amplio marco en relación a la protección de derechos humanos, tanto
aquellos contemplados dentro de su propio texto, así como también los que
se encuentran desarrollados en los diferentes pactos y convenios que la
republica a suscrito.

Según lo Establecido en el artículo 23 de la CRBV:

"Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos,


suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y
prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas
sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas en esta
Constitución y en las leyes de la República, y son de aplicación inmediata y
directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público".
Por lo anteriormente expuesto, queda claro, que los tratados, pactos y
convenios internacionales, ut supra; relativos a los derechos humanos, tienen
jerarquía Constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en
que contengan normas sobre su goce, más favorables a las establecidas en
la Constitución y en las leyes de la República Bolivariana de Venezuela.

INSNTRUMENTOS SOBRE DERECHOS HUMANOS SUSCRITOS POR EL


REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

Entre los Instrumentos Sobre derechos Humanos, suscritos por La República


Bolivariana de Venezuela de los cuales mencionaremos a continuación son
los siguientes:

1. Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada


por la Resolución de la Asamblea General de la ONU 217 A (III) el 10de
diciembre de 1.948. Que recoge los derechos humanos considerados
básicos. La unión de esta declaración y los Pactos Internacionales de
Derechos Humanos y sus Protocolos comprende lo que se ha denominado
la Carta Internacional de Derechos Humanos Mientras que la Declaración
constituye, generalmente, un documento, orientativo, los Pactos son tratados
internacionales que obligan a los Estados firmantes a cumplirlos.
Declaración Universal de los Derechos Humanos Estructura y contenido: La
DUDH (Declaración Universal de los Derechos Humanos) se compone de un
preámbulo y treinta artículos, que recogen derechos de carácter civil, político,
social, económico y cultural. La primera declaración mundial sobre
la dignidad y la igualdad inherentes a todos los seres humanos.
Para alcanzar el logro de estos objetivos, definidos por los propios pueblos,
las naciones unidas proponen:
• Mantener la paz y la seguridad internacional.
• Fomentar la libre determinación de los pueblos.
• Desarrollar y estimular el respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales de todos.

Como forma de hacer posible el logro de estos objetivos y propósitos, el 10


de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas crea la
declaración universal de los derechos humanos, en donde todos los estados
están obligados a cumplirlas y hacerlas cumplir. Dentro de esta declaración
se señalan 3 atentados, como los más grandes en contra de la humanidad:
El hambre y la miseria, actos de barbarie (ultrajantes para la conciencia de la
humanidad) y la tiranía y la opresión.

2. Convención Americana Sobre Derechos Humanos, San José Costa Rica


22 de noviembre 1969, mejor conocida como “Pacto de San José”. Y entró
en

vigencia el

18

de

julio

de

1978.

Es

una

de

las

bases

del Sistema interamericano. Los Estados partes en esta Convención se


"comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a
garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna".

3. Pacto Internacional Sobre Los Derechos Económicos, Sociales y


Culturales, adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la
Asamblea General en su Resolución 2200 (XXI) del 16 de diciembre de
1966, entrada en vigor el 3 de enero de 1976. Es un tratado multilateral
general que reconoce Derechos económicos, sociales y culturales y
establece...

Los derechos humanos son fundamentales para el desarrollo de cualquier sociedad.


Una de las pocas razones por las que se puede argumentar la importancia del Estado
es, sencillamente, por la necesidad de proteger nuestros derechos. Su valor primordial
radica en que los derechos del hombre son condiciones que le son intrínsecas, que le
permiten ser un fin en sí mismo y darse sus propios fines. El derecho a la vida, a la
libertad y a la propiedad –que son los derechos liberales tradicionales, son
fundamentales no sólo porque permiten al hombre desarrollarse, sino también porque
suponen el fundamento en el cual se asienta el Estado de Derecho.
Esto quiere decir que de cierta manera, las Constituciones de los países tienen
como finalidad establecer el marco de reglas a fin de mantener y respetar esos
derechos fundamentales que se encuentran reconocidos. En el caso Venezolano por
ejemplo, el Art. 2 de la Constitución dispone que uno de los valores del ordenamiento
jurídico y de su actuación sea la preeminencia de los derechos humanos. En
consecuencia, el Estado existe para hacer respetar estos derechos y asegurar que
todas las leyes cumplan esta misión; es la única organización que tiene el poder de la
coacción para poder hacer cumplir el principio de la salvaguarda de nuestros
derechos.
Sin embargo, muchas veces el rol del Estado no termina allí. Las crecientes
demandas de la sociedad han generado una ampliación de las funciones del mismo.
Ya no sólo existe el Estado como ente protector, sino que también se ha atribuido
otras funciones que en la mayoría de los casos generan más problemas que los que
pretenden solucionar. Esto se debe principalmente a que en su afán de garantizar
nuestros derechos –ya no de solo hacerlos respetar, los Estados se extralimitan y
tienden a violar otros por otro lado. Esta realidad, que se ve con más claridad en
gobiernos de carácter socialista, plantea una pregunta importante: ¿Debe el Estado
garantizar los derechos de sus ciudadanos? Si la respuesta es afirmativa, valdría la
pena preguntarse también… ¿Cómo debe el Estado garantizar estos derechos?
La clave para responder a estas preguntas está en la diferencia entre la línea –a
veces muy fina, que separa el «respetar» del «garantizar». Respetar los derechos
está vinculado con el límite que tenemos en nuestro actuar como individuos. Esto
supone que nuestras acciones serán legítimas en la medida que no violenten los
derechos de los demás. En contraste con este escenario se presenta el Estado que
“garantiza” a sus ciudadanos sus derechos. Ya aquí el Estado tiene un rol ampliado:
no sólo busca crear condiciones que permitan el goce de los derechos de las
personas sino que actúa también con la intención de garantizarlos por ellos.
Este segundo escenario, cada vez más extendido en todo el mundo, tiene unas
repercusiones importantes porque esconde una puerta para el desamparo de
derechos que el Estado tiene el deber de proteger. El hecho de que el Estado tenga la
función de ser garante de nuestros derechos, le da la calidad de árbitro de, y de
jugador en, la sociedad, y abre la puerta para que pueda usar la coacción como una
herramienta para tal fin –muchas veces, a costa de la destrucción de la salvaguarda
de nuestros derechos.
Un ejemplo muy claro es el caso del derecho a la vivienda en Venezuela. De
acuerdo con el Art. 82 de la Constitución nacional:
Toda persona tiene derecho a una vivienda adecuada, segura, cómoda,
higiénicas, con servicios básicos esenciales que incluyan un hábitat que
humanice las relaciones familiares, vecinales y comunitarias. La satisfacción
progresiva de este derecho es obligación compartida entre los ciudadanos y
ciudadanas y el Estado en todos sus ámbitos. El Estado dará prioridad a las
familias y garantizará los medios para que éstas, y especialmente las de
escasos recursos, puedan acceder a las políticas sociales y al crédito para
la construcción, adquisición o ampliación de viviendas.

El PAPEL DEL ESTADO EN LA PROTECCION DE LOS DERECHOS HUMANOS:

El Estado no sólo está obligado a satisfacer este derecho, sino que también debe
garantizar los medios. Es decir que puede disponer de la coacción como instrumento
para cumplir con dicha función, como en efecto ha hecho. Las expropiaciones, los
aportes del Fondo de Ahorro Obligatorio para la Vivienda, las Carteras crediticias
obligatorias para Vivienda, las invasiones, etc.; son todas violaciones a la propiedad
privada justificadas por el derecho a la vivienda, y que además no han resuelto el
problema.
La cuestión sobre lo que una agencia de gobierno tiene la facultad de hacer o qué
grado de poder sobre los individuos se le permite ejercer es central en la discusión
que se tiene que dar acerca de la discrecionalidad que tiene Estado para “garantizar”
un derecho.
La consecuencia ulterior termina siendo la destrucción del imperio de la Ley
producto de que el patrimonio (como conjunto de bienes y derechos) de los
ciudadanos, y el ciudadano mismo, comienza a constituir los medios de los que
dispone el Estado para “garantizar” derechos. En la medida que le permitimos al
Estado intentar satisfacer todas nuestras necesidades, estamos abriendo la puerta a
la discrecionalidad y a la violación de nuestros propios derechos.
Respondiendo a las dos preguntas planteadas anteriormente, el Estado no debería
garantizar los derechos de los ciudadanos, sólo hacerlos respetar. Sin embargo, la
participación del Estado es posible siempre y cuando se cumpla la condición de que
dicha participación sea o como árbitro –creando las condiciones idóneas para la
satisfacción de los derechos, o como jugador –siempre que esté regido bajo las
mismas condiciones que los demás actores, pero nunca en ambas calidades.
En conclusión, el rol que tiene el Estado debe estar muy bien definido, asegurando
que el accionar del Estado no atente contra nuestros derechos excusándose en la
garantía de otros. No se trata de argumentar en contra o a favor de un derecho a la
vivienda, sino de preguntarse de qué manera y a costa de qué el Estado podrá
garantizarlo. Si reconocer un derecho supone violentar otro, lo más probable es que
estemos hablando de un “derecho” que nunca lo fue.

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