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Capítulo 1. Eso que llaman Justicia.

Este es un caso que es más común de lo que aparenta, en donde una joven de treinta y cinco
(35) años, quien ostentaba el cargo de ayudante de enfermera en el Hospital de Brooklyn,
New York, y quien respondía al nombre de Ana Brewer. Esta mujer acuso de conato de
estupro a un individuo de treinta (30) años llamado Murray Goldman, quien ya estaba
aprehendido desde el primero de julio de 1944, destinado a cumplir una sentencia de diez
(10) años.

Ana Brewer alegaba en su defensa, que nunca había visto antes al presunto delincuente que
intento violarla cuando dormía en su habitación en el hospital y quien al saberse
descubierto por Margarita Vini salió huyendo del lugar de los hechos. En cuanto a la
defensa del presunto violador Murray Goldman, contó una historia extraña y poco
convincente, dice que conoció a la mujer en una estación de subway, ella le había
preguntado por la ubicación del hospital, él se ofreció a llevarla pasando así por su
apartamento, en donde sostuvieron relaciones sexuales, para luego, continuar
frecuentándose. El día en que ocurrieron los hechos ellos se iban a encontrar en un café y
este llegó tarde cuando ella ya se había ido por lo tanto fue a buscarla al hospital. Los
medios de comunicación por su parte se encargaron de darle el toque de sensacionalismo
a la historia.

El juez Samuel S. Leibowitz aceptó que Edmond Fitzgerald revisara el caso de Goldman
desde sus inicios. Fitzgerald no era abogado, sino mas bien Jefe de las
Oficinas de Investigaciones de la Corte de Kings, indagó el pasado y presente de Ana
Brewer y se pudo comprender que las circunstancias atenuantes de la mala y desordenada
vida sexual de Ana había arrastrado al Señor Goldman, acusando a Goldman para proteger
su trabajo de enfermera del hospital de Brooklyn, N.Y; las indagaciones de Fitzgerald
demostraron la inocencia del Sr. Goldman.

Una vez más el sistema judicial había triunfado sin haber recibido ninguna ayuda por parte
de los procedimientos legales, se demostró que la culpabilidad o inocencia había sido
ineficaz y falto poco par que esa mujer mandara a un infeliz acusado a pudrirse diez años
en prisión, siendo inocente.

El abogado es el único participante activo en un juicio penal para quien la ignorancia de la


ley y la técnica aprendida son excusables.
Capítulo 2. El Novicio.
Aquí se muestra la familia de Samuel Leibowitz y sus comienzos como estudiante de la
carrera de Derecho en la Universidad de Cornwell.

Una vez graduado, Samuel comenzó a trabajar en una oficina de abogados, pero la tediosa
tarea de escavar precedentes y atacar un contrato de arrendamiento o impedir la redención
de una hipoteca no era para él, aquello resultaba demasiado inofensivo y aburrido.

En sus primeros años consensuaba cualquier tipo de clientes. Había aprendido algo que
muchos abogados más experimentados nunca llegan a aprender: que no se puede
perfeccionar la técnica permaneciendo como espectador.

Muchos juristas le habían recomendado que frecuentara las salas como espectador y que
observara a los abogados veteranos en acción, consideró que no era lo adecuado.

La única manera de llegar al dominio de una profesión es practicándola en forma activa.

Después de sus actividades cotidianas en vez de dormir, estudiaba intentando frustrar los
planes del fiscal en la corte, siempre pensaba dos enfoque, el del fiscal y el de la defensora
así aprendió a anticipar cualquier táctica que su contrincante pudiera esgrimir, no se
sorprendía ante los efectos psicológicos de los fiscales, tenía una destreza sobrenatural para
descubrir las celdas de los fiscales.

Cuando entraba a la sala de jurado era para combatir con todas las armas legales y
dramáticas que había aprendido a usar.

El joven Leibowitz era un actor dispuesto a aceptar cualquier papel con tal de subir a
escena. Un juez lo nombró Defensor de Oficio de un tal Patterson, que estaba acusado de
haber penetrado a una cantina, en las primeras horas de la madrugada y haber extraído siete
(7) dólares de la caja y unas botellas.

Leibowitz pasó dos semanas tratando de imaginar una defensa para un individuo que según
el fiscal no tenía defensa. Patterson se declaró no culpable, había entregado la llave maestra
con la cual había abierto la puerta de la cantina, los testigos policíacos narraron los hechos.

El Defensor de Oficio le pidió al juez, ordenar al jurado ir al lugar del robo a comprobar si
esa llave abre la puerta de la cantina y si no es así pediria que la causa contra su cliente sea
desechada, pero si el juez mandaba al jurado a la escena del robo se tardaría un día entero
y el tribunal tenía más casos por conocer. Concluyó el alegato del fiscal y los doce (12)
jurados dieron el veredicto de “no culpable”.

Aquella llavecita había abierto la puerta a una fabulosa carrera que no ha sido igualada en
la historia de la jurisprudencia americana.
Capítulo 3. La Mosca teje una tela de araña.

En los años de 1929 era el más espectacular de los abogados penalista de New York, podía
ya escoger clientelas, pero luchó por cada uno de sus representados.

Harry Hoffman fue sentenciado a veinte (20) años de prisión por el asesinato de Magda
Bauer, de los cuales de apelación en apelación ya habían pasado cinco (5) años. El convicto
sabia cuáles eran las únicas dos opciones que tenía con esta última apelación, la silla
eléctrica o la libertad, es decir, la muerte o la vida; por lo que decidió escribirle una carta
al abogado Leibowitz, diciéndole que era inocente que solicitaba sus servicios pero que no
tenía con qué pagárselo.

Leibowitz analizó el expediente y quedó inconforme con algunas declaraciones hechas de


por los testigos, por lo cual decidió tomar la defensa de Hoffman, mejor conocido como el
prisionero número 75990.

En el caso de Hoffman, Leibowitz formó una lista de las cosas que estaban en contra de él.
Estas eran: la pistola que poseía, la identificación de una muchacha y la policía con el
testimonio de los ayudantes de proyeccionista, la actitud del propio Hoffman y su aparente
“conciencia” del delito así como el hecho de que no tenía una coartada.

Leibowitz se encaraba con cuatro difíciles problemas y tenía que resolver cada uno de ellos
antes de que en la mente del jurado pudiera nacer una “duda razonable” acerca de la
culpabilidad de Hoffman.

Tenía que demoler la identificación hecha por Bárbara Fahs y el patrullero Mathew
J. McCormack.
Tenía que convencer al jurado que Whittet y Edkins habían mentido (ayudantes de
proyeccionista).
Tenía que demostrar que Butts (especialista en balista del caso) se había equivocado
al afirmar que la bala fatal había salido de la pistola de Hoffman.
Tenía que convencer al jurado de que Hoffman, aunque inocente, había actuado
impelido por un complejo de miedo impulsivo y frenético que lo había hecho
manufacturar su fútil coartada.

Con estos feroces interrogatorios, Leibowitz convenció al fiscal, al jurado y al juez de que
el Señor Hoffman era inocente del juicio por asesinato, el jurado había comprendido qué
traicionera puede ser la “Prueba circunstancial” expresó ante este caso la siguiente frase
"cuando la prueba es principalmente circunstancial, debe no sólo ser consistente con la
culpabilidad, sin que debe excluir, dentro de una certeza moral, toda razonable hipótesis
de inocencia".
Capítulo 4. Dooley era un Gendarme.

En este capítulo Leibowitz frente a un grupo de estudiantes de derecho de la universidad


de New York, expresó que no hay ningún criminal nato, nos dice que los hombres abrazan
la carrera criminal por varias razones, algunos por pobreza, algunos porque sienten que
trabajan para vivir es de tontos, algunos por alguna enfermedad mental, todo de esto le
quita el concepto del bien y el mal.

El lugar de estos últimos no es el hospital, sino la prisión. Las circunstancias empujan a


mucho a la carrera criminal.

Nos presenta la historia de un gendarme llamado Dooley, tímido con complejo de


inferioridad que al perder unas elecciones internas, con pistola en mano mató al Alcalde e
hirió a quien lo haba vencido en dichas elecciones. .

Leibowitz aceptó ser abogado y defenderle declaró que Dooley estaba loco, lleno de furia
y esclavo de los efectos del alcohol al momento de cometer el hecho, y tan abandonado de
la razón que al cometer el hecho no se daba cuenta que obraba mal, que todo lo que hizo
presa de una fuerza demoníaca furiosa y que ante la ley este hecho él no podía ser acusado
de responsable.

El juicio se llevó a cabo, Leibowitz lo fundamento con pruebas científicas y técnicas, al


final, para rematar ofreció unas conclusiones de cuatro (4) horas y media, frente a dos (2)
horas y media de las conclusiones del fiscal, en que a resumidas cuentas, pedía un veredicto
de ‘‘No Culpable’’ por alienación mental, veredicto que fue acuñado por el jurado.
Capítulo 5. El Loco…

Aquí se nos presenta a una persona acusado de homicidio y de ser un homicidamente loco.
Expresa que el individuo ha tenido siempre un gran temor hacia la locura y como la
colectividad reacciona usualmente en la misma forma que el individuo, este temor se ha
expresado siempre en forma de odio.

Este capítulo trata de mostrarnos como ha sido castigada la demencia de un individuo en


la sociedad con el paso del tiempo y presentarnos como es castigado hoy en día en algunos
lugares de Estados Unidos de Norteamérica, bajo el siniestro caso de Roberto Irwin.

En principio los alienados mentales los mataban, y no fue sino hasta el siglo XIX cuando
la sociedad comprendió que la locura era una enfermedad que le llegaba al hombre. El 28
de Marzo de 1937, en Nueva York hubo una matanza, fueron asesinados una señora de
nombreMaria Gedeón, su hija Verónica (Ronnie) Gedeón y un cantinero llamado Francisco
Byrnes.

La madre y la hija habían sido extranguladas y Byrnes había recibido cinco (5) heridas en
la cabeza, los cuerpos fueron encontrados por el padre José Gedeón quien ya se había
separado de su esposa, y su hija menor Estela quien se había casado con Jose Kudner.

Hubo un único testigo que fue el perro de la casa, que según los vecinos no hizo ningún
tipo de ladrido aquel día, lo que llevó a los investigadores a llegar a la conclusión de que
el asesino se trataba de alguien conocido para que el animal no intentara ladrarle.

El primer sospechoso fue el padre, José Gedeón, pero no encontraron pruebas suficientes
y lo liberaron .En el lugar de los hechos encontraron el diario de Ronnie y un guante
ensangrentado; en dicho diario habían notas extrañas sobre Roberto Irwin, cuyo nombre
de pila era Fenelón Arroyo Seco Irwin.

Las investigaciones arrojaron que Roberto Irwin se había obsesionado con


Estela pero ésta no le correspondía, y se había creado un odio enfermizo a Ronnie y a la
madre por oponerse a él. Se supo que Irwin había tenido una infancia pobre y una juventud
frustrada porque vivió muchos años de su vida en diferentes clínicas de enfermos mentales.

La policía había encontrado muchas pruebas pero no había encontrado a Irwin. Luego el
viernes 25 de junio, tres meses después de los asesinatos, Roberto Irwin, se entregó he hizo
una confesión completa; Leibowitz no se preocupa mucho por el caso, no le importó sino
hasta dos días después; el 27 de Junio de 1937.
Capítulo 6. …y la Ley

Roberto Irwin fue a la redacción del Herald and Examiner y dijo: Soy Roberto Irwin, firmó
un contrato con ésta compañía en donde solo le podía dar declaraciones y confesiones a
ellos, durante una semana.

Él se entregó porque las autoridades policíacas de Nueva York habían ofrecido una
recompensa de cinco mil (5,000) dólares y según él los necesitaba para ayudar a sus dos
hermanos uno de ellos estaba preso y el otro era drogadicto. Pero uno de los periodistas
del Herald and Examiner le recomendó que usara el dinero para defenderse, que pudiera
conseguir al mejor abogado de Norteamérica Samuel S. Leibowitz y aceptó la sugerencia.
Irwin fue llevado a la central de Policía, donde el concejal de policía, el fiscal Dodge y el
Inspector Lyons lo esperaban allí, el detenido no quiso hablar porque creía que si lo hacía
se rompería el contrato y no le darían los cinco mil (5,000) dólares.

Después de un tiempo Roberto Irwin habló comenzó diciendo las veces que había sido
recluido en Sanatorios Mentales, contó cómo ocurrieron los hechos, admitió que en
principio pretendió matarse a sí mismo, pero después pensó en Estela Gedeón y quiso
matarla a ella, pero cuando fue a su casa solo estaba su madre y luego llegó el cantinero
Byrnes, discutieron porque la señora no le dijo dónde estaba Estela, entonces según relata,
la ahorque por uno veinte (20) minutos, después llegó Ronnie tampoco me dijo nada sobre
Estela, le di un golpe en la cabeza y la llevé a la habitación, allí la ahorque y después me
dije que el cantinero podría reconocerme y también lo maté.

El doctor Blaisdell del hospital Rockland emitió una declaración acerca de Irwin; dijo que
el acusado sufría de psicosis, pero estaba legalmente sano. El trabajo de Leibowitz era
demostrar que este hombre estaba loco tanto medica como legalmente.

El fiscal se basaba en la sección 34 del código penal cuyo encabezado dice: “Propensión
Mórbida Criminal no es Defensa”. Una Propensión Mórbida Criminal para cometer actos
prohibidos existe en la mente de una persona que no ha demostrado ser incapaz de conocer
lo errado de tales actos, no constituye defensa en una consignación.

Leibowitz sabía que Irwin tenía “Complejo de Dios”y que se sentía por encima de las leyes
por los míseros hombres. Irwin esta médica y legalmente loco según el hospital Rockland.
Mientras que el fiscal aseguraba que durante cometió el asesinato a Byrnes estaba cuerdo
porque admitió que pensó que podría ser descubierto por este. El juicio se abrió ser
descubierto por este. El juicio se abrió el lunes 7 de noviembre de 1938, la defensa de
Leibowitz estaba preparada, pero loco o no mostrare que no es culpable de asesinato en
primer grado, piensen en esos dos ojos verdes que ordenaban a Irwin seguir estrangulando
a Ronnie.
Capítulo 7. Compasión.

En esta parte de la obra, Leibowitz explica que hay muchas razones por las cuales un
ciudadano decente y respetuoso de las leyes, comete repentinamente un acto de violencia,
un acto que no tiene relación con su vida normal y que niega todos los impulsos e instintos
decentes de su carácter.

A veces una abrumadora presión angustiosa, es lo que las personas profanan en llamar
locura "celos". Ocasionalmente el estímulo que se origina es el mecanismo mental de
confusión, como una característica física, que lleva personas a cometer delitos algunas
veces inexplicables.

Hay casos que por la ley de la naturaleza humana a los acusados de violar la ley hace que
tanto el juez, como los abogados defensores tengan compasión de las personas acusadas.

Hay casos de enfermedades físicas que no se perciben por el momento y que solo
contribuyen a causar desajustes mentales que conducen a un homicidio, y que es difícil
planear una defensa.

Sería muy fácil convencer a un jurado de psiquiatras que un acusado no es responsable de


un acto cometido, mientras sufre una tensión mental abrumadora, que excluye toda
meditación racional, pero lamentablemente los jurados no están compuestos por doctores,
por lo que hay que considerar su estado de salud física y mental demostrándola para poder
condicionar al juez a la absolución de un acusado.

La mente humana es un complejo hecho de motivos y mecanismos perfectamente capaces


de torcerse, dice que cualquier individuo medio puede cometer un asesinato y cuenta cuatro
casos el primero el de un señor cuya esposa para él era los más sagrado y que adoraba a su
familia hasta que un día descubrió que su mejor amigo y su esposa tenían u tórrido romance
este lleno de furia y fuera de si mata al amigo, leibowitz fue el defensor y logra que se
declare como no culpable.

El segundo caso habla del Sr. Wente quien se caso con una joven mujer quien lo engañaba
cortantemente con otros hombres el Sr. Wente un día el mata a su esposa y Leibowitz lo
ayuda a no ir a la cárcel, al demostrar con pruebas medicas que el sufre de arterioclerososis
y que esta enfermedad hace que no llegue suficiente sangre al cerebro y es por esto que
sucedió el hecho de esta manera también se declara al Sr. Wente no culpable.

El tercer caso se trata de un individuo ligado a la política quien escatimaba mucho con el
dinero y quien fue asesinado por un Sr. Barletta, quien le había pedido ayuda al Sr. Barck
y este con su tacanada y al ver que el sr, Barletta había apoyado la candidatura opuesta a
el siempre le negaba la ayuda ,a veces le daba pequeñeces y hubo un tiempo en que la
suspendió al esto pasar el sr.Barletta fue a reclamar por el dinero para que la familia pudiese
suscitar y el sr, Barck lo ofendió y estelo mato, leibowitz defendió el caso y aunque todo
el mundo estaba de acuerdo con el Sr. Barletta pues la ciudad repudiaba la actitud de Barck
este fue sentenciado a tan solo 2 años de prisión.

La cuarta historia habla de la eutanasia y de cómo a veces se prefiere la muerte a vivir sin
dignidad en este caso al aplicador de la eutanasia le dieron un veredicto de no culpable.
Capítulo 8. ¡Este es el Hombre!

En este capítulo se demuestra como una débil y sencilla mentira da al traste con la
acusación de una persona por medio de testigos que no dicen la verdad real de los hechos,
pues la constitución está para proteger al ciudadano común, como al criminal y al inocente.
Cuando un testigo cree identificar a un acusado la pasión puede inducirle a cometer errores
“la identificación negligente es por supuesto más frecuente que la deshonesta.

Esto hace que los hombres estén desde luego muchas veces equivocados. Los ojos de los
hombres son útiles pero no infalibles órganos. No es solamente posible identificar a otro
en forma honesta, pero errónea, sino que es posible a 20 hombres identificar de manera
equivocada a un acusado, por estas razones las debilidades de las apariencias visuales
acusamos de manera común y equivocada. Además hay que considerar el elemento de la
sugestión, pues la misma puede ejercer una poderosa influencia sobre la mente de
presuntos testigos.

Como ejemplo de esto, se nos cuenta el caso de Vicente Coll, donde la misma policía
contrata testigo profesional para Atraparlo el caso de Juan Barri Coghling donde lo
confunden con otro y casi lo meten preso así como otras historias más.
Capítulo 9. Asesinato En Los Apartamentos Beekman.

Este capítulo nos habla de los fenómenos de las muertes violentas. Muchas personas son
víctimas de homicidios pasionales, damas, caballeros, esposas, novios, amantes, están
constantemente matándose con pistola, puñales u otros instrumentos.

Aquí nos damos cuenta de cómo las noticias ligadas a relaciones sentimentales y asesinatos
pasionales llaman la atención del público en general y como personas de personalidades
intachables pueden cometer un asesinato también revela como en el caso de las mujeres la
forma de ser o de actuar y muy especialmente la manera en que se vean puede afectar en
un juicio.

Leibowitz presenta casos como el del apartamento Beekman, en la que Gebhardt con un
lenguaje sutil y conquistador se enamoró de Laura Parr. La policía encontró las cartas de
amor enviadas, y como mayor testigo acusó a Laura de haber cometido el crimen.

Al empezar el juicio la muchacha declaró que el la amaba, hasta proponer el matrimonio,


la muchacha luego se dio cuenta de que el era casado y le exigió que se casara con ella.
Ella no sabía tanto de su pasado y que el señor Genhardt era un sádico militante nazi de la
época.

La invitó a su habitación y la violó de manera anal y oral, ella se resistió y ante tanto
forcejeo e intento de estrangulación no tuvo más remedio que defenderse, tomo la pistola
y le disparó causándole la muerte.
Capítulo 10. Dos Damas del Sur…

. Este capítulo habla de los problemas raciales que muchas veces las salas de jurados se
ven envueltas, como es el caso de algún juez de color que se encuentra delante a un acusado
o aun abogado de test blanca. Leibowitz tuvo que enfrentar muchos casos parecidos, pues
el mismo tuvo que sufrir el antisemitismo racial.

Esta historia nos cuenta el largo proceso de un caso en Alabama, Estados Unidos, en donde
nueve (9) hombres de color fueron acusados de estuprar a dos damas llamadas Victoria
Price y Ruby Bates, el 25 de marzo de 1931, quienes eran dos obreras blancas, todos los
hechos ocurrieron en un tren de carga en donde viajaban estos.

Los nueve (9) acusados eran Roy Wright de 13 años, Andrés Wright su hermano de 17
años; Haywood Patterson de 17; Eugenio Williams de 13; Clarence Norris de19; Olin
Motgomery de 17; Guillermo Robertson de 17; Ozzie Powell de 16 y Carlos Weems de
21.

La enfermedad de uno de ellos le hubiese impedido sostener relaciones sexuales. Otro


estaba totalmente ciego. Otro padecía una deformación facial que había transformado su
cara en la de un mono. Cuatro de ellos eran retardados mentales de la más baja inteligencia
posible. Solo tres podían leer y escribir.

Victoria Price aseguraba que estos hombres la habían violado, Leibowitz como parte de su
defensa mando a que construyeran un modelo exacto de aquel tren de carga y cuando la
mujer fue a la silla de testigos no pudo identificar nada sobre el tren. Este no solo era una
caso particular sino que se tratado de un caso jurídico, social, racial y cultural.

Aquí se muestras las diferencias de dos razas humanas totalmente opuestas, donde
prevalecía más su enemistad que lo que había ocurrido verdaderamente en los hechos.
Investigaciones realizadas por periodistas publicaron que no se trataba de mujeres no eran
muy serias y honestas, se presumía que eran prostitutas pero para el pueblo eso paso sin
pena y sin gloria, lo que importaba era que a esos negros los deberían de llevar a la silla
eléctrica.

Después de un tiempo se presento como una testigo de Leibowitz la misma Ruby Bates,
confesó que fue persuadida por su amiga para corroborar con dicha historia.

En Alabama existía una Dirección Internacional de Trabajo, la cual fue la que solicito los
servicios de Leibowitz quien acepto, sin saber que por primera vez en los quince años de
su carrera, se enfrentaba al odio más grande entre dos razas distintas.
Capítulo 11. … y Nueve Negros Del Sur

Pasaron 4 años y numerosos problemas, muchas personas quisieron dar publicidad a este
caso, como los comunistas y las señoritas. Sin embargo, al final gano la Justicia de manera
lenta y escondida, pero a la vez segura, primero quedaron libres 4 y luego los otros 5 de
manera paulatina.

Leibowitz en este caso pudo darse cuenta lo que estaba sucediendo a su alrededor por una
sociedad marcante y de cómo a través de intereses esto se manejaba.
Capítulo 12. Enemigos Públicos.

Siempre se tiene pensado la imagen del chico malo que algunas personas tienden a
caracterizar a otras. Un buen abogado no debe prescindir de cooperar en la defensa de
cualquier persona por más culpable o inocente que sea.

Los periódicos sensacionalistas muchas veces empañan las imágenes o crean algunas
nuevas poniendo los acusados semejantes a monstruo y que no merecen ninguna
compasión humana o ningún perdón. Reza la máxima jurídica "toda persona es inocente
hasta que no se demuestre lo contrario".

Leibowitz llegó a ser abogado defensor de alcapones en caso de asesinatos enBrooklyn, en


la cual evidenció una duda razonable y fue absuelto.

Hay casos en que el abogado debe ser justo con su cliente y en caso de no haber duda
razonable que pueda convencer al fiscal, al juez o al abogado de la banda contraria; se le
debe indicar al cliente que no tiene más remedio que decir la verdad para no cometer actos
de injurias.

Este es el caso de alcapones nunca fue acusado por ningún delito de asesinato ni de
extorsión, pero cuando fue acusado de evadir impuesto Leibowitz le recomendó que tenía
que decir la verdad.

También se nos habla del el famoso caso de el secuestro del niño que nunca aparare ció el
hijo de Limbert defendiendo al acusado responsable del secuestro y el que pidió el rescate
pero del cual nunca se supo la verdadera historia y si realmente habían mas cómplices en
este caso pues lo sentenciaron a la silla eléctrica y aunque leibowitz busco una maniobra
para hacer cantar a Hauptmann no fue posible practicarla.
Capítulo 13. Uno Para La Silla Eléctrica.

Leibowitz nos presenta casos en que el tuvo que ser el abogado defensor de personas
acusadas por la pena máxima en el estado de Brooklyn, New York, aquí nos enseña
diversas técnicas de la importancia de interrogar.

El expresa que el interrogatorio es como una bomba atómica en la sala de jurado y que
puede destruir a cualquier testigo o guerrero abogado de la banda contraria. En otras
palabras se pierden más casos por culpa del interrogatorio de los que se gana.

Cuando tiene uno al frente un testigo hostil, de quien tiene uno la seguridad que está
mintiendo, la única arma para combatir a esos mentirosos es el interrogatorio.

El interrogatorio es la mejor alma contra una acusación incierta, si un testigo ha sido


intimidado por la policía o el fiscal, o si ha sido prometida la inmunidad en pago de
testimonio favorable no se puede sacar esoa luz, sino por medio del interrogatorio.

El objeto del interrogatorio es doble: primero sacar a reducir más verdades que favorezcan
el lado que se defiende; y segundo, denunciar al testigo. El interrogatorio como objeto de
denunciar a un testigo puede ser contraproducente si no se lleva con sumo cuidado.
Capítulo 14. La Toga Negra

En toda sala de jurado hay dos puertas. Una que lleva a la libertad; y la otra a la prisión y
a veces a la muerte.

Este capítulo trata del peso moral que resulta ser un buen juez, pues ante una situación de
deliberación el juez es soberano al deplorar sentencia que puede dar con la conducción de
un inocente a la cárcel o que se pudra en la pena máxima.

Los días de sentencia, los acusados ya convictos permanecen de pie ante el sitial y el juez
tiene que decidir que puerta usará el acusado cuando salga de la sala. Es tremendo el poder
que le ha sido otorgado.

Solo en raras ocasiones la decisión del juez hace mandataria la sentencia, por lo regular el
juez dispone de amplia latitud. Se hace así mismo una sola pregunta: "¿Qué es lo justo en
este caso?", y dicta lo que dispone su soberana conciencia.

Las naciones han considerado el castigo como la vía más corta hacia la reforma, prisión,
tortura y muerte constituyen un tribunal bajo cuya protección la sociedad podría sentirse
segura. Las naciones han confiado en los embargos, la degradación, las mutilaciones, los
azotes ylas marcas candentes.

Las cadenas perpetuas tan exigidas por la población, pero no garantizada por la
constitución, parecen ser un instrumento que apagaría la sed de justicia de la población,
pero es penoso y curioso, el hecho de que no importa que tan doloroso y tan penoso sea el
castigo, "los crímenes aumentan".

Leibowitz habla de una manera acertada opinando que el castigo no disuade al criminal; y
lo asume como una gran verdad. La sociedad ha reconocido esto en pequeño grado pero lo
ve como la mejor vía de compensación judicial.

La toga negra que representa el símbolo de aplicación de justicia y del mejor aliado para
garantizar la armonía entre los hombres.

“El juez tiene en sus manos como los abogados el poder de la vida y de la muerte de
hombres y mujeres, acusados, inocentes y culpables.”
Capítulo 15. Conclusiones

En este capítulo Leibowitz pone en duda la perfección absoluta de la sociedad y de las


instituciones, pues dice que esta están en las manos de hombres imperfectos e infalibles,
por eso en la sala de jurado, tanto los jueces como los abogados pueden cometer errores.

El reconoce el caso de que es muy raro ver a grandes abogados penalistas hacerse cargo de
acusados pobres, pues en grado de justicia los grandes juristas toman casos grandes con
acusados con grades poderes económicos.

Leibowitz recomienda tomar caso sin importar su orden social para cualquier abogado
principiante que desee dedicarse a ser un buen abogado penalista, pues en este ambiente
puede hacerse cargo de defensa de cualquier acusado y poner en práctica todos los
conocimientos adquiridos en las escuelas de derecho y que puede hacer de los abogados
penalistas, buenos abogados de calidad.

Corroboro lo que opina Leibowitz no valdrá la pena ocuparse de la carrera de un abogado


penalista, sino se le concede importancia a la profesión. Expresa que la filosofía legal de
un abogado defensor es ser honrado, que ni el fiscal, ni el juez, ni el público tienen ningún
derecho a prejuzgar acerca de un acusado.

Que ante cualquier situación se deben buscar las circunstancias atenuantes que lleven a un
acusado a cometer algún delito un homicidio. El abogado debe investigar hasta lo más
profundo la situación que llevaron a sus clientes a cometer el hecho y que ni siquiera debe
uno especular acerca de la inocencia y culpabilidad de un individuo.

En las calles de hoy día hay más culpables de delito que lo que están presos en las cárceles,
muchos purgando condenadas siendo inocentes, mientras que en la calle hay muchos
sueltos, viviendo su vida en libertad siendo culpables. La condición del abogado penalista
no es demostrar la culpabilidad o inocencia de su cliente, sino aminorar las penas, si es
culpable y si es inocente procurar su libertad.
Conclusión

Este libro, llamado "Courtroom" en ingles, es un libro excelente para todo aquel que esté
interesado en las leyes, incluso sin ser abogado o estudiante de derecho.

Aquí se pone de manifiesto las diferentes situaciones que pueden darse cita en una corte o
sala de jurados.

Expertamente escrita, estudiando profundamente muchas de las experiencias judiciales de


Liebowitz, analizando sus instintos, su atención al detalle y sus técnicas, sin llegar nunca.
Aprendemos selecciona y convence a sus jurados con argumentos convincentes. Vemos
como su interrogatorio determinado se convierte en imagen de que la más mínima falla en
el testimonio de un testigo en una acusación puede ser utilizada para destrozar la
credibilidad del testigo.

El autor también utiliza su trabajo para hacer frente a algunos de los principales temas de
criminología y la aplicación de la ley de la era de Liebowitz. Estos incluyen la criminología
antropológica, entre otros.

Reynolds hizo un buen trabajo con esta biografía de Liebowitz, señaló el abogado de
defensa criminal de la "era del gángster" y más tarde el Condado de Kings. Nueva York.

En mi opinión "Sala de Jurados" debería ser lectura obligatoria para todo aquel abogado
litigante.

Concluyo con una frase de nuestro protagonista:

‘‘Oigo que mucha gente grita: ¡Castigad al culpable! Pero muy


pocos se preocupan pos reivindicar al inocente. ’’

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