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La evolución

afectiva
y
social.

Psicología Infantil.

Paul A. Osterrieth.
La evolución afectiva y social.

Todo el desarrollo del niño está profundamente impregnado de afectividad, tanto en el


crecimiento motor como en el intelectual.

Con los progresos motores (disminución impotencia infantil) con la representación simbolica o
verbal, se introduce modificaciones en este terreno:

- Se localiza el porqué de estas reacciones,aun mantienen su carácter de descarga ciegs


pero se puede identificar hacia un objeto o persona.
- Las emociones se van desligando un poco del momento inmediato, (el niño es capaz
de recordar o anticipar satisfacciones y frustraciones vividas). Se ha realizado un gran
progreso cuando el niño llega a comprender que una satisfacción puede retrasarse, sin
que por ello quede denegada. Pero es esencial que no se sienta engañado por
afirmaciones o promesas falsas.
- El niño puede compensar sus penas o realizar sus deseos en el terreno simbólico.
Puede descargar sus tensiones por medio de la transferencia en el juego y en la
palabra (juego simbólico). Puede golpear una puerta o regañar a su muñeca, expresar
con palabras la cólera es un poco menos que sufrirla, y si esa cólera produce en el
adulto reacciones de reprobación y de reproche, el niño aprenderá paulativamente a
conternerse, con obejeto de no ocurrir en esa merma de afecto.
- La ansiedad, es sin duda, en el fenómeno afectivo que domina esta edad que
estudiamos, aunque en general se mal identificada por los padres, mas sensibles a la
alegría de vivir que manifiesta el niño.

El adulto fuente de todos sus bienes, que se distancia a medida que se precisa, puede
llegar a faltarle, y con su ausencia desaparecen todos los beneficios. Perdiendo a su madre,
el niño se perdería a si mismo, y entonces se comprende mejor ese aferamiento integral y
a veces desesperado que aumenta incesantemente con la edad durante el periodo
presente.

Por otro lado a medida que crece, va conociendo un nuevo aspecto del aduto: el que dicta
exigencias y prohibciones e incluso castigos. La desaprovacion, la reprimenda, significan
para el niño una perdida de valor, una disminución de afecto que debe evitar a toda costa
para conservarse seguro. El niño aprende de los demás para su propia valoración; se forja
una imagen de si mismo según la que de el le presenta los adultos: si son amables, será por
que el los es; si se muestran frios y brutales, será porque es malo y sin valor.

A podido desmostrarse que las actitudes aprendidas a través de las reacciones de los
padres son fundamentales para la posición adoptada por el niño respecto de si mismo.

Demasiados adultos olvidan que las amenazas verbales, las advertencias siniestras, no solo
son comprendidas a esta edad, sino que son tomadas al pie de la letra por el niño,
alimentando asi su ansiedad.

- Se encuentra un tercer factor de ansiedad infantil en las popias carateristicas de su


pensamiento. Los limites psíquicos entre el yo y los otros no están aun bien
establecidos.
Si el niño tiene miedo cuando lo tenemos nosotros, en reciprocidad, no duda ni un por un
momento de que lo tenemos cuando lo tiene el. Lo mismo sucede con sus tendencias
agresivas, particularmente acentuadas en esta edad. En su agresividad el niño no duda de
la nuestra, cuya existecia puede comprobar en ocasiones, ya sea objetiva ( cuando nos
irrita…), ya sea en la interpretación que se froja de mnuestros actos. Su agresividad se
vuelve asi contra el mimo, reavvando

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