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El más mínimo disturbio podía

desencadenar la inestabilidad
del sereno Astato.
Caramelos de púas de Mariana Ceballos

porque vos sos libre


acariciando la jaula
Vos no sos como yo de Agustina Ferand

La luna, como la esfera luminosa del


reloj de un edificio público.
20 poemas para ser leídos en el tranvía de Oliverio Girondo

Una muñeca triste y dulce, para que no


estuvieras triste.
20 poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda
Primera mañana de diciembre me
detengo bajo un árbol y lo anoto: buen
trabajo. Los seres que he querido han
podido alejarse de mí.
Lavar a la madre de Carina Sedevich

Hoy estoy de puertas abiertas


a la eternidad.
No esperes,
te regalo este cielo.
Dìptico de Julia Ruiz

Soy tu viento.
Cuando te haga falta dejar ir,
llamame, soy tu viento.
Soplo sueños en tu oído,
desparramo pelos,
me aparezco brisa entre tus cosas.
No es que tenga otros planes
y no sepa qué hacer los domingos,
es así,
soy tu viento.
Nos vamos por las ramas de Alejandro Raymond

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