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EVOLUCIÓN

HISTORICA DE LA
ÉTICA:
Desde que los hombres viven en comunidad, la regulación moral ha sido
necesaria para el bienestar colectivo. Las grandes civilizaciones clásicas,
egipcia y sumeria, desarrollaron éticas no sistematizadas, cuyas máximas y
preceptos eran impuestos por líderes seculares, y estaban mezclados con una
religión estricta que afectaba a la conducta de cada egipcio o de cada
sumerio. En la China clásica, las máximas de Confucio fueron aceptadas
como código moral. Los filósofos griegos, desde el siglo VI a.C. en adelante,
teorizaron mucho sobre la conducta moral, lo que llevó al posterior
desarrollo de la ética como una filosofía.

Este punto nos hace ver el porqué de la ética para poderla definir con los
parámetros contemporáneos, luego de comprender el concepto en el devenir
histórico de la misma.

EDAD ANTIGUA: EPOCA CLASICA


ÉTICA GRIEGA: Denominada etapa antropológica de la filosofía griega.
Sobresale Sócrates y los sofistas, quienes rechazan la tradición cosmológica
y su interés por el hombre.
PROTÁGORAS de Abdera

(Abdera, actual Grecia, 480 a. C. - id., 410 a. C.) Filósofo griego. Fue el
primero en adoptar el calificativo de sofista y el precursor de la
profesionalización de la enseñanza retórica. En su ciudad natal fue al parecer
discípulo de Demócrito. Recorrió a lo largo de cuarenta años gran parte de
las islas del Mediterráneo y parece ser que en el 445 a.C. se estableció en
Atenas, donde alcanzó una gran reputación. Uno de los principales sofistas,
con su doctrina relativista manifestó:” EL HOMBRE ES LA MEDIDA DE
TODAS LAS COSAS" según él cada persona ve las cosas de acuerdo a su
modo de ser y sentir- nada es verdad, nada es mentira, todo es según el cristal
con que se mire.
Amigo de Pericles, al parecer murió ahogado durante un viaje a Sicilia,
cuando huía de las acusaciones de impiedad de las que fue objeto en la ciudad
de Atenas a la muerte de aquél (416 a.C.). Protágoras había afirmado en uno
de sus escritos que "Sobre los dioses no puedo saber si existen o no; hay
muchas dificultades para saberlo con seguridad; el asunto es oscuro y la vida
corta".

De sus obras más importantes, Verdad y Sobre los dioses, se conservan sólo
algunos fragmentos. La doctrina de Protágoras ha sido interpretada,
desde Platón (quien le dedicó un diálogo, titulado Protágoras), como un
relativismo que se expresaría en la célebre máxima de que "el hombre es la
medida de todas las cosas". Afirmaba que de los objetos que conocemos no
son lo que son, sino lo que nos parecen (no la esencia sino la apariencia), al
tiempo que defendía el carácter convencional de las normas morales.
Cuando afirma que: "El hombre es la medida de todas las cosas, de las
que son, en tanto que son, y de las que no son, en cuanto que no son"
Nos dice que no hay verdades objetivas, absolutas y universales, sino que las
cosas son tal y como son percibidas por cada uno de nosotros. Este
relativismo se aplica a todos los ámbitos de nuestra existencia.
Por ejemplo, lo que para una persona sana es un sabor agradable, para un
enfermo es amargo. ¿está confundida la persona enferma? Protágoras dirá
que para él, en su situación, la verdad es que el sabor es amargo.
El relativismo impide establecer un criterio de verdad, teniendo todas las
opiniones la misma validez. Esto nos lleva a poder permitirnos defender tesis
contrarias al mismo tiempo, técnica en la que el filósofo destacó con
maestría y que fue duramente criticada por Platón y Aristóteles.
Sin embargo, según Guthrie, Protágoras difuminó la radicalidad de este
criterio hacia una postura utilitarista: aunque todas las opiniones particulares
tengan la misma validez, algunas son más ventajosas que otras. En el caso
mencionado anteriormente, es ventajoso para el enfermo volver a
reestablecer el sabor que tenían los alimentos antes de la enfermedad.
El relativismo de los valores implica que una misma cosa o acción puede ser
buena para un sujeto y mala para otro. Es más, una acción puede ser mala o
buena para un mismo sujeto dependiendo de cada circunstancia..
SÓCRATES: (469-39) ateniense, quien hace descansar su

pensamiento en dos divisas fundamentales: "conócete a ti mismo" (nosce


te ipsum), según él el fin último del hombre consiste en que cada quien
encuentre su vocación, su virtud, aquello para lo que ha nacido, no hay seres
inferiores y que tan digno es el saber del zapatero como el gobernante.

"Sólo sé que nada sé" da importancia a la ética, exaltando el conocimiento


el cual tiene los siguientes rasgos: UNIVERSAL, ORIENTADO HACIA EL
ASPECTO MORAL, PRÁCTICO, quien domina el conocimiento ejecuta el
ETHOS, ya que es capaz de buscar el bien `último del hombre, o sea DIOS,
por otro lado su intelecto será más recto y moral, virtuoso y sabio, termina
diciendo que el ocio es ignorancia y error.

Filósofo griego, nacido en Atenas, hijo de Sofronicus, un escultor y de


Faenarete, una comadrona.

- El altero profundamente la filosofía, quizás atraves de su más famoso


alumno, Platón.

- Recibió la clásica enseñanza de la literatura, música y gimnasia.

- Siguió la carrera de su padre, como era la tradición.

- Esculpió un grupo de estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la


entrada de Acrópolis durante el siglo II d.C..

- Creyó en la superioridad del argumento sobre la escritura y por lo tanto


gasto la mayor parte de su vida madura en los mercados y lugares públicos
de Atenas, simpatizando en el dialogo y en el argumento con cualquier
persona que escuchase o que se sometiese a preguntar.

- La contribución de Sócrates para la filosofía fue esencialmente ética.


Acredito en un entendimiento puramente objetivo de tales conceptos como
es la justicia, el amor, la virtud y el autoconocimiento, fueron las bases de
sus enseñanzas.

- El creyó que todo el vicio es el resultado de la ignorancia, y las personas


no hacen el mal porque quieren; correspondientemente, virtud es
conocimiento, y aquellos que saben lo que está bien actuara bien.

Sócrates

 LA ESCUELA ÁTICA

Es desarrollada por Sócrates allá por el siglo V a.C.

El pensamiento Ático

Ático proviene del griego ático y hace referencia a lo divino

Definición: el pensamiento ático es el que se desarrolla en los siglos V y IV


a.C. de Pericles, en pleno florecimiento de la cultura griega; es pensamiento,
es iniciado por Sócrates en la Escuela ática y más llevado a cabo por
Aristóteles y Platón.

Los principales temas de los que trata puede ser: el hombre, la política
(ciudades, convivencias, creación de sociedades y niveles sociales),
libertades, justicia, naturaleza, universo, la ciencia, la razón…
PLATÓN
Realmente se llamaba Aristocles, pero la gente le conocía por Platón (apodo
que recibió por el significado de este término en griego, `el de anchas
espaldas'). Nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas en el año
428 a C. Su padre, Aristón, era, descendiente de los primeros reyes de
Atenas, mientras que su madre, Perictione, descendía de Dropides,
perteneciente a la familia del legislador del siglo VI a.C. Solón. Su padre
falleció cuando él era aún un niño y su madre se volvió a casar con
Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.

Como ya hemos dicho antes, de joven, Platón tuvo ambiciones políticas pero
se desilusionó con los gobernantes de Atenas. Más tarde fue discípulo de
Sócrates, aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate: la obtención de
la verdad mediante preguntas, respuestas y más preguntas. Aunque se trata
de un episodio muy discutido, que algunos estudiosos consideran una
metáfora literaria sobre el poder, Platón fue testigo de la muerte de Sócrates
durante el régimen democrático ateniense en el año 399 a.C. Temiendo tal
vez por su vida, abandonó Atenas algún tiempo y viajó a Megara y Siracusa.
En el 387 a.C. Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo
considerada como la primera universidad europea. Ofrecía un amplio plan
de estudios, que incluía materias como Astronomía, Biología, Matemáticas,
Teoría Política y Filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado.
Con la intención de conjugar la filosofía y la posibilidad de aplicar reformas
políticas viajó a Sicilia en el año 367 a. C., para convertirse en tutor del
nuevo tirano de Siracusa, Dionisio II el Joven. El experimento fracasó.
Platón todavía realizó un tercer viaje a Siracusa en el 361 a. C., pero una vez
más su participación en los acontecimientos sicilianos tuvo poco éxito.
Pasó los últimos años de su vida impartiendo conferencias en la Academia y
escribiendo. Falleció en Atenas a una edad próxima a los 80 años,
posiblemente en el año 348 o 347 a. C.

El Mito de la Caverna (Libro VII de "La República) es una narración


simbólica con la que Platón nos explica su teoría de la existencia de dos
mundos: el mundo sensible, el de las apariencias (que percibimos por los
sentidos) y el mundo de las ideas, el verdadero (solo alcanzable mediante la
razón) Describe, metafóricamente, la situación que guarda el ser humano
ante estos dos mundos del conocimiento. Dentro de una caverna se
encuentran, desde su nacimiento, unos prisioneros encadenados de cuello y
piernas, sólo pueden mirar hacia el muro del fondo, detrás de ellos hay una
hoguera encendida, y entre ésta y ellos un camino escarpado, a lo largo de
éste, hay un muro de cierta altura por donde pasan unos hombres con toda
clase de objetos que asoman por encima de él. En el muro del fondo se
proyectan las sombras de estos objetos y de los hombres que los portan. Es
lo único que pueden ver y que han visto los prisioneros durante toda su vida.
Uno de los prisioneros logra liberarse y sale de la caverna, conociendo por
primera vez las cosas reales. Deslumbrado por la luz del sol, no logra
distinguir entre lo verdadero y lo que creía verdadero. Mediante el
razonamiento, logra distinguir entre la idea que tiene de las cosas y lo que
realmente son las cosas. En este diálogo con Glaucón, Platón hace una
"analogía metafórica: Los prisioneros atados representan a los seres humanos
en estado de ignorancia; las sombras proyectadas, son las apariencias, lo que
creemos que son, el mundo sensible; lo que está afuera de la caverna, la luz
(el sol) es el conocimiento verdadero. El prisionero liberado representa al
filósofo, el sabio, el que deberá guiar a los hombres ignorantes hacia el
conocimiento verdadero a través de la razón. Como en toda la obra de Platón,
utiliza la "mayéutica", método socrático que consiste en hacer preguntas al
discípulo para que éste vaya descubriendo el conocimiento latente en él.
Recordemos que para Platón, nacemos sabiendo, lo que hay que hacer es
sacar el conocimiento, con la guía de un maestro al que llama "partero de
almas".
ARISTÓTELES:
Nació en Estragira de Tracia Macedonia, en el año 348 a.C. Quedó huérfano
muy pronto. Fue a estudiar a la academia de Platón cuando contaba con 17
años. Allí permaneció hasta la muerte de Platón. Entonces, Aristóteles
abandona Atenas. Estuvo en Asos de Tróade, allí se caso y dirigió una
escuela platónica. El padre adoptivo de su esposa es asesinado y Platón huye
a mitilene donde conoce a Teofrasto. Este es un período muy interesante para
su producción científica y filosófica en la que se produce un alejamiento
progresivo de la filosofía Platónica.
En el año 343 a.C. es invitado a Fela por Filippo de Macedonia para que se
encargase de la educación de su hijo Alejandro..
En 336 a.C, Alejandro sube al trono y Aristóteles marcha a Estagira donde
actúa como legislador. Un años más tarde, a Atenas donde funda su nueva
escuela, el Liceo, también conocida con el nombre de Peripato (parecida a
las Universidades de hoy). Contaba con el apoyo económico de Macedonia.
Manifestó que la felicidad es un bien supremo y consiste en el ejercicio
interrumpido de una vida activa contemplativa o teórica, que es superiores a
la vida de placeres y diferente a la vida política que busca honores, la
felicidad, requiere de otras condiciones como la madurez, los bienes
externos, la libertad personal y la salud. Destaca que el bien es una virtud
que consiste en hábitos constantes y prudentes, de allí que distingue entre
virtudes éticas (producto del hábito, el carácter, la valentía, la
templanza, la mansedumbre, la libertad, la magnificencia, la veracidad,
la reserva o el pudor, etc. Y las virtudes Diano ÉTICAS o intelectuales
que son producto de la educación y se adquieren por la experiencia y el
tiempo, gracias a la razón.

ARISTOTELES, sostiene que la felicidad sólo se puede encontrara en


la virtud, que significa “excelencia”, la perfección de una función propia
de algo o alguien. Ahora debemos preguntarnos en qué consiste la función
propia del hombre como tal para poder determinar en qué estriba su virtud:

el vivir parece común también a las plantas, y se busca lo propio (del


hombre). Hay que dejar de lado, por tanto, la vida de nutrición y
crecimiento. Vendría después la sensitiva, pero parece que también esta es
común al caballo, al buey y a todos los animales. Queda, por último, cierta
vida activa propia del ente que tiene razón, y éste, por una parte obedece a
la razón; por otra parte, la posee y la piensa.

La virtud del hombre, en consecuencia, consistirá en la perfección del


uso de su propia función, la razón, en el desarrollo completo de su alma
(o vida) racional. Pero el hombre no es solamente racional, sino que en él
hay también una parte irracional de su alma: los apetitos, la facultad de
desear que a veces sigue los dictados de la razón (tal como ocurre en quien
se domina así mismo), pero a veces no (el caso del incontinente). Según lo
cual habrá dos tipos de virtudes: las de la razón considerada en sí misma
(virtudes diaoéticas) y las de la razón aplicadas a la facultad de desear
(virtudes éticas).
Las virtudes éticas o morales, o virtudes del carácter ([éthos] significa
“carácter”, “manera de ser”, “costumbre”) , las define Aristóteles en un
paisaje celebre:

La virtud es un hábito de elección, consiste en una posición intermedia


relativa a nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el
hombre prudente. Posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso
y el otro por defecto.

Aristóteles dice que, en primer lugar, para que haya valor moral en una
persona, sus actos tiene que ser resultados de una elección (es decir,
tienen que ser libres), porque un acto realizado de otra manera -por ejemplo,
el movimiento involuntario de un miembro- no puede calificarse de
moralmente bueno ni malo. Sólo se alaba o censura las acciones voluntarias.

En segundo lugar se trata de un hábito, porque, en efecto, no basta con


que una persona, en un caso dado, haya elegido lo debido para que le
consideremos virtuosa, es decir, una buena acción pos sí sola no revela un
individuo virtuoso, sino sólo en cuanto en esa acción se manifiesta
un carácter virtuoso. La virtud es cuestión de práctica, de ejercicio, por esa
razón Aristóteles dice que es un “hábito”, esto es, cierta manera de obrar
constante, que se ha hecho costumbre en nosotros.

Tal hábito de elección, en tercer lugar, se halla “en una posición


intermedia”. Porque ocurre que en las acciones puede haber exceso, defecto
y término medio, y en elegir el justo término medio reside precisamente la
virtud. Respecto al manejo del dinero, por ejemplo, hay un exceso, la
prodigalidad o el despilfarro, y un defecto, la avaricia; la virtud consistiría
en la liberalidad o generosidad. Respecto a los placeres, el exceso es la
incontinencia o desenfreno; el defecto, la insensibilidad; la virtud reside en
la temperancia, vale decir, en el uso moderado y controlado de los placeres.
La temeridad es vicio por exceso; la cobardía, por defecto; la virtud consiste
en la valentía.

Por último dice Aristóteles que ese término medio, que lo establece la
razón, se lo debe determinar “tal como lo haría en cada caso el hombre
prudente”, el hombre dotado de buen sentido moral. Con esto decimos
que no existe una especie de regla matemática, digamos, que nos permita
determinar, en general y abstractamente, cuál sea el término medio. El
término medio es “relativo a nosotros” pues el término medio no puede
ser siempre el mismo, sino que depende de las circunstancias y de la
persona del caso y de los extremos de los que se trata.
La Virtud Ética superior es la justicia, más todavía, es la virtud misma,
así como la injusticia es el vicio, puesto que lo justo señala la debida
proporción entre los extremos. Sin embargo, ni siquiera la justicia
representa plena autarquía, puesto que requiere otra persona respecto
de la cual podamos ser justos y de la cual por tanto dependemos.
Además, las virtudes éticas no son de por sí completas, ya que -según su
definición- remiten a la prudencia, que es la virtud intelectual.

Las Virtudes Dianoéticas o intelectuales atañen al conocimiento. Unas,


las de la “razón práctica”, se refieren a las cosas contingentes, es decir,
a las que en cuanto caen bajo el poder del hombre, pueden ser o no ser
o ser de otra manera.

Son dos: el arte -“hábito productivo acompañado de razón verdadera”-


y la prudencia -“arte práctico verdadero, acompañado de razón, sobre
las cosas buenas y malas para el hombre”. -Las otras virtudes
intelectuales, las de la “razón teórica”, conciernen al puro conocimiento
contemplativo, y se refiere a la realidad y sus principios, a lo que es y no
puede ser de otro modo, por tanto, a lo necesario. Estas son la ciencia -
“hábito demostrativo”-, la intuición (intelectual) o intelecto -“hábito de
los principios”. – que capta las formas, o el principio de contradicción,
que constituye la base de toda demostración, y la sabiduría, que no sólo
conoce las conclusiones de los principios, sino también la verdad de
éstos, valen decir que reúnen en sí la intuición de los principios y lo que
se desprende necesariamente de ellos.

En estas virtudes del pensamiento, de la pura actividad contemplativa de la


verdad por el puro gozo de contemplarla, en la pura teoría, se encuentra la
felicidad perfecta, pues, en efecto, la vida teórica se basta a sí misma, y llena
entonces la condición que debe tener el fin último:

La independencia o autosuficiencia de la que hemos hablado puede decirse


que se encuentra sobre todo en la vida contemplativa. Sin duda que tanto el
filósofo como el justo, no menos que los demás hombres, han menester de
las cosas necesarias para la vida; pero supuesto que estén ya
suficientemente provisto de ellas, el justo necesita además de otros hombres
para ejercitar en ellos y con ellos la justicia, y lo mismo el temperante y el
valiente y cada uno de los representantes de las demás virtudes morales,
mientras que el filósofo, aun a solas consigo mismo, es capaz de contemplar,
y tanto más cuanto más sabio sea.

El filósofo pues, es el que más o menos se basta a sí mismo, y la vida de


razón, la vida contemplativa, es la más feliz, y la sabiduría, la virtud más
alta.
Pero Aristóteles tiene consciencia de que ningún hombre puede vivir una
vida pura y exclusivamente contemplativa. Por ello una vida puramente
teorética es superior a la humana, y sólo un ideal para el hombre:

Una vida semejante, sin embargo, podría estar quizá por encima de la
condición humana, porque en ella no viviría el hombre en cuanto hombre,
sino en cuanto que hay en él algo divino.

Pero el que sea más humana no indica que se abandone ese ideal, sino todo
lo contrario:

Mas no por ello hay que dar oídos a quienes nos aconsejan, con pretexto de
que somos hombres y mortales, que pensamos en las cosas humanas y
mortales, sino que en cuanto nos sea posible hemos de inmortalizarnos y
hacer todo lo que en nosotros esté para vivir según lo mejor que hay en
nosotros.

OBRA:

Las obras de Aristóteles se dividen en dos grupos:


 “Exotéricas”: dirigidas al gran público, escritas en forma de diálogos en los
que el mismo dirige la conversación. Se conservan solo algunos fragmentos.
 “Esotéricas”: apuntes recogidos en las lecciones que Aristóteles daba en el
Liceo. Muchos de ellos se conservan.
Teniendo en cuenta la evolución de su pensamiento se suelen establecer tres
periodos:
 Las obras escritas durante su permanencia en la Academia en relación con
Platón. De este periodo es: diálogo Eudemo o Acerca del alma, en el que
comparte la teoría de la reminiscencia platónica y la de la inmortalidad y
preexistencia del alma.
 Transición y viajes: las obras de la época de Asos y Mitilene. En esta época
desarrolla sus observaciones biológicas y elabora la historia de los animales
y Partes de los animales. La Física, la Ética a Eudemo, el diálogo Sobre la
filosofía
 Atenas. El Liceo: abarca el periodo del Liceo. Termina la Política, escribe
Ética a Nicómaco, la gran Moral, la Poética, la Retórica y los libros de la
Metafísica. En el Liceo se realizan investigaciones sistemáticas y detalladas
sobre la naturaleza y la historia.
EPICURO de Samos: (341-o 342- 270 a.c.) se le atribuye escritos
sobre la naturaleza, el amor, los dioses, la percepción, las imágenes, la
música, etc. Su ética presenta un eudemonismo (la felicidad como supremo
fin del hombre) hedonismo (identifica el bien con el placer), considera el
placer como el bien que permite alcanzar la felicidad, ultimo bien del
hombre.

Para Epicuro, el placer constituye el bien supremo. Se trata de su idea más


difundida a través de los siglos. Advirtió sin embargo que los placeres
sensuales no deben perturbar a los deleites intelectuales. Por ello resaltó la
moderación como moralidad necesaria. Puntualizó que aquello que
posteriormente se dio en llamar “los placeres de la carne” tendían a perturbar
la paz del espíritu, de modo que si bien no se debía nunca dejar de buscarlos,
se los debía disfrutar con mesura y cuidado.

Dotado de una gran inteligencia, Epicuro vivió entre el 341 y 270 a. de C.


Escribió sobre física, sobre el amor, la justicia, los dioses y otros variados
temas. Habiendo nacido en Samos, fundó su escuela en Mitilene, enseñó
también en Lesbos y por último en Lampsaco, actual Turquía.

EL DOMINIO DEL MIEDO

Epicuro enseñó que todo tipo de temor, y por sobre todo el miedo a la muerte,
solo pueden ser dominados cuando se accede a la serenidad del espíritu. En
esto consiste el fin último de toda la especulación epicúrea. Señaló que desde
que nacemos empezamos a morir y que esto era tan natural como todas las
funciones fisiológicas.
Por otro lado, como casi todos los presocráticos, Epicuro era atomista.
Consideró que vida y muerte eran solo parte, extremos de un continuo, el
entramado de un universo infinito y eterno que consistía en cuerpos y
espacio. Después de veintiséis siglos, la física actual preconiza lo mismo,
con los agregados de los últimos descubrimientos científicos.

Sostuvo que de los cuerpos, algunos son elementos compuestos y otros solo
indivisibles, unidades atómicas estables que son los que conforman los
cuerpos compuestos.

Tanto Cicerón como Séneca, Plutarco y Lucrecio difundieron sus ideas, de


las cuales, en la actualidad, solo nos quedan fragmentos.

Los descubrimientos sobre la selección natural, que se dieron a principios de


la era moderna, fueron anticipados por Epicuro en sus escritos sobre
biología. Entendió que existen fuerzas naturales que dan origen a diferentes
organismos y que sólo aquellas clases que han sido capaces de reproducirse,
superándose a sí mismos, han podido sobrevivir. Para cuando dio a conocer
esta idea, faltaban más de siete siglos para el advenimiento del cristianismo.
En 1966, la Biblioteca de Autores Cristianos de España, publicó un libro bajo
el título de La Evolución, en donde se expone la selección natural, no como
teoría, sino como un hecho.

DE CÓMO EL ALMA SE DILUYE

Otra de las ideas de Epicuro se refiere al alma. Asegura que cuando el cuerpo
muere, el alma se diluye. Se trata de una concepción absolutamente
materialista. En esto consiste justamente la sicología epicúrea. Consideró
que todas las sensaciones son fiables en forma total y que todo error es
simplemente el resultado de una mala interpretación.

Para Epicuro, el alma es material. Consiste en partículas distribuidas por todo


el cuerpo, que solo existen en él y no fuera de él. La muerte significa la
extinción total. Por ello —dice—, no debemos preocuparnos, porque cuando
somos, la muerte no es, y cuando estamos muertos, no somos.

En otro orden, a pesar de su marcado materialismo, Epicuro no negó la


existencia de los dioses. Se trata, según el, de seres felices e imperecederos
que pudieran no tener nada que ver con los asuntos humanos. Supuso que
estos gozaban cuando contemplaban que algunos humanos mantenían un
buen comportamiento.
En este contexto, la religión consiste en que los humanos se limiten a tomar
ejemplo de esos seres elevados e invisibles, hacerlo con desapego, para
alcanzar la tranquilidad y plenitud que constituyen la felicidad verdadera.

No obstante haber tenido algunos detractores que la malinterpretaron por no


haberla estudiado a profundidad, la doctrina epicúrea sigue siendo una de las
más influyentes hasta nuestros días.

ZENON de Citio
Zenón fue discípulo de Polemón, Crates de Tebas y de Estilpón de Megara.
Fue comerciante, como lo fuera su padre, hasta los 45 años, momento en el
que funda su escuela. Se ha propuesto que era de origen fenicio

Su pensamiento toma elementos de Heráclito, de la escuela cínica, de Platón,


y algunos de Aristóteles, y combate sobre todo la escuela contrincante de su
tiempo: la de Epicuro.

Acostumbraba a dar lecciones en público en el pórtico pintado de Atenas —


la stoa poikilé— de donde tomó el nombre su escuela. Zenón y sus discípulos
Cleantes y sobre todo Crisipo fueron los tres miembros principales del
primer período del estoicismo. Zenón, de forma similar al epicureísmo,
subdividió la filosofía en lógica, física y ética (y, al parecer, impulsó a sus
seguidores a dominar la retórica).

Se dice que no tenía reservas en dar sus lecciones a gente de la más baja clase
social. Asimismo tenía relación amistosa con el rey Antígono II Gónatas de
Macedonia,, siendo invitado a los banquetes reales pese a su carácter no dado
a los placeres. Era admirado y emulado por el mismo rey por su buen
carácter. Dice Plutarco que sólo deseaba, al igual que Cleantes o Crisipo, una
vida tranquila, aunque fuera lejos de su patria, dando discursos y lecciones.
Por su cualidad de extranjero nunca pudo dedicarse a la política en Atenas,
aunque sí recomendaba esta actividad.

Era de carácter tolerante pues no se enfurecía por los insultos. Gustaba


mucho de los higos. Juraba por la alcaparra así como en su época juraban por
una determinada legumbre. Creó muchas nuevas palabras y términos en el
griego que hablaban sus contemporáneos. Ateneo señaló de él que "nunca
había usado de una mujer y siempre muchachos, según refiere Antígono
Caristo en la vida del mismo."

Según Numenio tuvo una fuerte polémica con Arcesilao filósofo de su época,
fundador de la Academia Media. En esta "guerra" llegaron ambos a lanzarse
fuertes insultos e injurias. Arcesilao estaba envidioso del éxito de las nuevas
doctrinas estoicas, en especial de la llamada representación comprensiva.
Zenón tampoco permaneció digno (pese a su buen carácter) pues atacó a lo
escrito por Platón, y no a lo que argüía Arcesilao (supuestamente para no
verse rebatido, pues Platón ya había muerto).

De sus escritos se conservan sólo fragmentos. Algunos sostienen que terminó


voluntariamente con su vida en el año 264 a. C.

EDAD MEDIA: Época Medieval.


Ética Cristiana: sobresale el cristianismo, es la etapa decisiva del
pensamiento humano, por su nueva concepción de hombre y mundo.
Sobresale una sola religión procedente del judaísmo, revelada por DIOS y
en consecuencia la única que pretende encerrar la verdad. Según la ética
cristiana, la perfección en la vida radica en el amor a DIOS, perfección que
se logra cumpliendo fielmente la ley Divina.
Las corrientes de pensamiento que sobresale aquí son:

Cristianismo Primitivo: hace énfasis en las enseñanzas mórales de cristo


(nobleza, sencillez y serena grandeza de Cristo), se fundamenta en la ley
mosaica considerado aún como el documento más eficaz que se haya
producida en la historia de la humanidad y que aun regula las relaciones
humanas.

También se habla de la ética pastoral cristiana, que consiste en la práctica de


los sacramentos, espíritu de pobreza, la paz, la pureza, la justicia, el
cumplimiento de la voluntad de DIOS.

La Patrística: se da con el crecimiento de los fieles cristianos, surgen las


discusiones sobre los dogmas, que son explicados por los padres de la iglesia,
pensadores teólogos de la época como lo es San Agustín, quien
considera que el alma contiene una normativa divina que debemos seguir por
medio del amor, de allí que surge su imperativo fundamental "AMA Y HAZ
LO QUE QUIERAS".

San Agustín defiende la libertad del ser humano y por lo tanto el libre
albedrío. La voluntad libre nos hace pecar o vivir bien y conforme a la ley
de Dios. Una acción humana debe juzgarse en relación con la intención que
la guía: si es conforme a la ley de Dios será buena; si no, será pecado. El mal
moral es el abuso que el hombre comete de su libre albedrío, y por ello, es
responsable personalmente del pecado cometido. La voluntad humana tiende
a la felicidad, fin supremo que sólo se consigue en la otra vida, con la
contemplación y amor de Dios.

La Escolástica: época de la madurez cristiana, surgen las escuelas y las


universidades. Entre los destacados está San Anselmo, quien
fundamenta su ética en el saber y dice que `en "NO BASTA EN CREER, SI
NO EN COMPRENDER LO QUE SE CREE".

También está, Santo TOMÀS de AQUINO, quien fundamentó


su ética en la suma teológica (toca problemas relativos al fin de los valores
morales, a la obligación, a la conciencia) y en su libro tercero contra los
gentiles, manifiesta que el intelecto abre los ojos del alma; por otro lado él
trata las virtudes morales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza, etc.) Las
virtudes advierten sobre la realización del bien.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) Considerado el filósofo y el teólogo
de mayor relieve dentro de la filosofía escolástica. Nació en el castillo de
Roccasecca, Frosinone, hijo de Landolfo, conde de Aquino. Se educó en el
monasterio de Monte Cassino y luego en la universidad de Nápoles (1239-
1244), donde a los catorce años emprende el estudio de las «artes». En 1244
ingresa en la orden de los dominicos. La madre, que se oponía a tal decisión,
encarga a otro de sus hijos que le secuestre y encierre en el castillo. Libre, al
fin, de la oposición de su familia, al cabo de un año marcha a París, donde es
discípulo predilecto de Alberto Magno, a quien sigue luego a Colonia; vuelto
a París, redacta el Comentario a las sentencias (1254-1256), inicia su labor
como profesor y enseña en distintos lugares de Italia y Francia: Anagni,
Orvieto, Roma, Viterbo, París y Nápoles. En esta época escribe sus obras,
entre la que destacan Summa contra gentiles, escrito con finalidad misionera,
y sobre todo la Summa theologiae, considerada la obra de mayor relevancia
de toda la escolástica. Muere mientras se dirigía al concilio de Lyón,
convocado por Gregorio X, en la abadía de Fossanova. Fue canonizado por
Juan XXII, en 1323, y proclamado doctor de la Iglesia en 1567. Tras la
Contrarreforma, fue considerado como el paradigma de
la enseñanza católica, pero sus doctrinas no siempre habían sido
comúnmente aceptadas. En 1277, el obispo de París, Tempier, instigado por
el Papa Juan XXI, antes Pedro Hispano, y cuyos manuales se utilizaban en
muchas universidades europeas, condena un determinado número
de tesis entre las cuales una veintena son tomistas; el mismo año, Roberto
Kilwardby, dominico y arzobispo de Canterbury, prohíbe una treintena de
tesis en la universidad de Oxford, la mayoría de las cuales son tomistas.
Desde 1280, los franciscanos recurrían, con fines polémicos, a un
Correctorio sobre el fraile Tomás, redactado por Guillermo de la Mare, en el
que se pasaba revista a los errores tomistas.
El gran mérito que se atribuye a Tomás de Aquino es el de haber logrado la
mejor síntesis medieval entre razón y fe o entre filosofía y teología. Sus
obras son eminentemente teológicas, pero, a diferencia de otros escolásticos,
concede, en principio, a la razón su propia autonomía en todas aquellas cosas
que no se deban a la revelación. Para expresar esta autonomía y naturalidad
de la razón recurre a la filosofía aristotélica como instrumento adecuado y,
así, para combatir el averroísmo latino, utiliza sus propias armas: los textos
mismos de Aristóteles. En la labor de armonización del aristotelismo con
el cristianismo, algunas de las cuestiones que Tomás de Aquino ha de tratar
de diferente manera son: Dios primer motor de un mundo eterno, el alma
mera forma del cuerpo, la preexistencia de las esencias.
Santo Tomás concibe la teoría ética de Aristóteles como una filosofía
pagana, porque no se funda en el saber verdadero el cual es Dios, entonces
decide darle el fundamento que necesita. Para realizar esta fundamentación
de la filosofía pagana, se enfoca sobretodo en la ética aristotélica, ya que esta
tiene que ver mucho con las acciones del hombre cristiano, además toma la
influencia religiosa árabe para darle una reconsideración a tal religión, por
ello La economía felicitaría del cristiano se entenderá uniendo esos
dos paradigmas: pensando proféticamente el eudemonismo griego y
espiritualmente el mesianismo judío. El naturalismo de los filósofos es
interpretado a la luz religiosa, y el historicismo de los israelitas a la luz de la
eterna verdad. El nuevo punto de vista es una economía felicitaría de
salvación en Dios.
Con la nueva concepción ética planteada por Santo Tomás, se determina que
el hombre ético debe tener en claro que es un ser dotado de razón, y con ello
puede mantener una vida moral ejemplar, siempre y cuando la razón haya
sido quien rija las pasiones del hombre. Para que el hombre conozca que la
razón es quien ordena y gobierna, debe descubrir que el mundo tiene un
orden, y este orden surge de la divinidad, esta divinidad se entiendo como el
bien supremo al que debe anhelar el hombre, porque esta divinidad al poseer
razón, tiene una sabiduría infinita y eterna, la cual otorga al hombre la razón
y las facultades necesarias para entender qué y por qué está en el mundo.
El sistema ético tomista, mantiene que La sabiduría es la perfección del
ejercicio racional, y la razón tiene por cometido conocer el orden. El orden
interesa a la razón de cuatro modos. Hay un orden que la razón no hace, sino
sólo considera, describe o explica. Otra forma de orden es el que la razón,
actuando, establece en su propio acto. La tercera forma de orden es quem
ratio considerando facit in operationibus voluntatis. Finalmente el que opera
en las cosas exteriores. Este último corresponde al arte. Por lo tanto la razón
del hombre posee un conocimiento se divide teórico y practico. El cometido
del conocimiento práctico es fundamentalmente la ética. El objetivo de la
ética o filosofía moral es <<la consideración de las operaciones humanas en
cuanto ordenadas entre sí y al fin>>.
En Santo Tomás la ética constituye una parte fundamental de su obra. Para
éste, la ética no es un apartado más dentro de su pensamiento, no es un
accesorio del resto de la obra como en otros pensadores, sino que supone uno
de sus puntos básicos de reflexión. Los aspectos y elementos
de moralidad que Santo Tomás expone se convierten
en valores prescindibles. También son ejes sobre los que giran sus
pensamientos: el bien en todo ser y el obrar del mismo según la naturaleza,
siendo, en el caso del hombre, la naturaleza racional y por tanto la suprema
norma ética. En segundo lugar, elementos de moralidad que describen como
debe ser una acción buena: el hecho y el fin deben ser buenos así como las
circunstancias. La virtud como hábito bueno que se forma por la repetición
de actos del mismo tipo, y cuyas semillas existen en todo hombre.
La ley natural de la cual derivan los "diez mandamientos" y la ley moral que
Dios ha impreso en el corazón de cada uno. En definitiva, el bien común es
la aspiración de toda ley. Por lo tanto se ve en Santo Tomás una fuerte
inclinación hacia la trascendencia de la felicidad y de la prudencia
aristotélica, porque los bienes y fines no se contemplan en la vida terrenal,
sino que se alcanzan en plenitud al trascender a otra vida, en la cual se hallará
la esperanza y la felicidad, porque se puede contemplar el bien supremo, el
cual es Dios.

EDAD MODERNA: Época Renacentista:

Se inicia con el renacimiento (siglo XVI) hasta finales del siglo XVIII y
principios del XIX.
Se caracteriza por su antropocentrismo, en todos los campos (polìtica, arte,
ciencia, moral, etc).Nace el humanismo autónomo y racional con los rasgos
de esta época:
Lo Social: creación y fortalecimiento de la burguesía, el banquero, el
comerciante, reemplazaron al terrateniente y al eclesiástico y al guerrero.
Lo Científico: la ciencia reemplaza a la religión y se convierte en el factor
principal de la nueva mentalidad humana.
Lo Filosófico: se da primacía al uso de la razón.
Lo Político: se logra crear los estados modernos, fragmentando la sociedad
feudal.
Lo religioso: la iglesia deja de ser el poder central.

INMANUEL KANT, con la ética formal El más destacado, que


se encuentra expuesta en tres obras principalmente en la fundamentación
metafísica de las costumbres, la cual está dividida en teoría de las costumbres
y teoría del derecho. No considera lo empírico, sino la razón es una ética
estrictamente racional. El manifiesta que toda significación moral emana de
la voluntad y la rectitud de los propósitos. Concluye diciendo: "DOS COSAS
LLENAN EL ANIMO DE ADMIRACION DE RESPETO, SIEMPRE
NUEVOS Y CRECIENTES: EL CIELO ESTRELLADO Y LA LEY
MORAL SOBRE MI"; para el la validez del acto moral está en la voluntad
y no en la acción misma. Es decir en el sujeto y no en la acción misma, de
allí que no hay actos buenos o malos, sino que bueno o malo es el sujeto que
lo ejecuta.
Dice: el hombre no es una cosa, no es algo que pueda usarse, debe ser
considerado en todas las acciones como un fin en si.

La ética kantiana se engloba dentro de las éticas del deber que niegan que
se pueda justificar y fundamentar la corrección moral de una acción en sus
buenas consecuencias. En lugar de centrarse en las consecuencias, las éticas
de deberes se centran en el deber. Consideran que hay principios o normas
que deben respetarse. De ahí que estas teorías se conozcan como "éticas de
principios".
Contrariamente a lo que plantean muchas teorías consecuencialistas, el
filósofo alemán Inmanuel Kant (1724- 1804) afirmó que la felicidad no es
siempre buena porque a veces conduce a la arrogancia y porque un
espectador razonable e imparcial no sentirá nunca satisfacción al contemplar
a una persona a quien siempre le va todo bien, pero cuya felicidad es
inmerecida ya que su voluntad no manifiesta ningún rasgo de bondad.

Según Kant, lo único absolutamente bueno, siempre y en toda situación, es


a buena voluntad. Y decir que una persona actúa por buena voluntad equivale
a decir que actúa por respeto al deber y no solo conforme al deber. Se puede
actuar conforme al deber, pero por motivos interesados, esto es, movido por
inclinaciones, deseos, ventajas o consecuencias beneficiosas. En cambio,
actuar por respeto al deber es tener como único motivo el propio deber, el
deber puro.
Ahora bien ¿qué significa actuar por deber? El deber es un imperativo. Un
imperativo sin condiciones, un imperativo absoluto o categórico. Sin
embargo, no nos lo impone ni la sociedad, ni una autoridad externa, ni Dios,
ni nuestras propias inclinaciones o creencias: nos lo imponemos nosotros
mismos en tanto que seres racionales. Actuar por deber es obedecer la voz
de la razón que hay en nosotros. La persona que escucha y se guía por la
razón actúa como corresponde a un ser racional, Para nosotros, humanos, la
voz de la razón se nos impone como un deber porque somos seres racionales
imperfectos. Y somos imperfectos porque estamos dotados de deseos e
inclinaciones que nos impulsan en sentido distinto al de la razón. Si fuésemos
seres racionales perfectos, dotados solamente de razón, la voz de la razón no
nos parecería un deber, sino que la seguiríamos espontáneamente.

¿Y cuál es la voz de la razón? ¿Cuál es el deber que la razón nos impone,


que nos imponemos en tanto que seres racionales? Según kant, la razón
prescribe la ley según la cual han de vivir los seres racionales: la ley moral.
Y esta ley moral, que se dirige a los mismos seres racionales que la dictan,
ha de ser tan formal- tan universal y racional, diríamos- que no contenga
referencia alguna a circunstancias particulares- a deseos o inclinaciones, por
ejemplo. Es como si la razón dijera: "Actúa solo según una máxima
(norma o regla) tal que puedas al mismo tiempo querer que se convierta
en ley universal". Kant denomina a este imperativo de la razón, del cual
ofrece hasta cuatro formulaciones distintas, "imperativo categórico".
Otra formulación interesante es la siguiente: "Actúa de tal modo que
trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre y al mismo tiempo como fin, nunca simplemente
como medio". Actuar correctamente nos obliga a no tratar a las personas-
incluso a uno mismo- sólo como medios, sino como fines en sí mismas: las
personas merecen respeto.

La ley moral expresada en el imperativo categórico se concreta en normas


morales que constituyen nuestras obligaciones o deberes. Para conocer
cuáles son esas normas, es decir, para saber si una determinada norma es
compatible con la ley moral hay que comprobar si es universalizable: si se
puede pensar o querer que sea ley universal, es decir, que todos la cumplan.
Una norma es moral si y solo si es universalizable. Cabe afirmar, por tanto,
que para Kant la corrección moral de una acción, o la obligación moral de
realizarla, se justifica solo por la existencia de principios y normas morales
que deben respetarse. A su vez, el fundamento de las normas morales reside
en la exigencia de universalizabilidad de la razón.

Kant propone dos criterios para comprobar la universalizabilidad de una


norma. El 'primero es el criterio de autocontradicción: hay normas que es
imposible pensar que sean leyes universales, ya que si todo el mundo las
cumpliera no se podrían realizar. Si para salir de un apuro económico pido
prestado dinero prometiendo devolverlo aun a sabiendas de que no lo hará,
la norma que justifica mi acción ("hay que hacer promesas falsas") sería
irrealizable al universalizarse. Si todo el que se encontrara en un apuro
prometiera algo con la intención de no cumplirlo, las promesas se harían
imposibles, porque nadie creería lo que se le promete. En un mundo en que
todas las promesas hechas en un momento difícil fuesen falsas, sería
lógicamente imposible hacer en un momento difícil una promesa, porque al
saber que era falsa todos sabrían que no era una promesa.

El segundo es el criterio de la inaceptabilidad: hay normas que es


imposible querer que sean leyes universales, ya que si todo el mundo las
cumpliera resultarían inaceptables para los seres racionales. Si una persona
renuncia a ayudar a otra que está en dificultades. Aún pudiendo ayudarla, la
norma que justifica su acción ("no hay que ayudar a nadie si no se obtiene
beneficio, aunque no cause inconveniente") sería inaceptable al
universalizarse. Esta norma no podría ser querida por un ser racional, dado
que es racional pensar que puede haber muchos casos en que se necesitará la
ayuda de otras personas.

Kant divide los deberes que emanan de las normas morales en deberes
estrictos o perfectos (no admiten ser limitados por otros deberes) y deberes
meritorios o imperfectos (admiten ser limitados por otros deberes) y en
deberes hacia uno mismo y deberes hacia los demás. Esto da cuatro clases:
deberes perfectos hacia uno mismo (conservar la propia vida), deberes
perfectos hacia los demás (no mentir, no hacer promesas falsas, cumplir las
promesas), deberes imperfectos hacia uno mismo (cultivar los propios
talentos) y deberes imperfectos hacia los demás (contribuir a su felicidad, ser
generoso).

Kant supone que las normas morales al ser universalizables no admiten


excepciones. Eso significa, en primer lugar, que obligan a todo ser racional
y, por tanto, nadie es excepcional y, en segundo lugar, significa que han de
cumplirse en toda circunstancia so excepción, sean cuales sean las
consecuencias: nada cambia si, en un caso determinado, tendría mejores
consecuencias no decir la verdad.

Con todo, según Kant, el valor moral de una acción no es sólo la conformidad
con las normas morales que constituyen el deber. Una acción conforme al
deber es simplemente una acción correcta. Su valor moral depende del
motivo por el cual ha sido realizada. Y el único motivo que otorga valor
moral a una acción es realizarla por respeto al deber. El tendero que no pide
un precio excesivo al comprador inexperto actúa honradamente, de
conformidad con el deber, pero dado que el motivo de esta acción podría ser
o la inclinación- querer aumentar la clientela, por ejemplo- o el deber- querer
cumplir el deber-, solo tendrá valor moral, si su motivo ha sido este último.
En definitiva, lo único que da valor moral a una acción es la intención: actuar
por respeto al deber. Esto es la buena voluntad.

Esta teoría también tiene ventajas e inconvenientes. De la ética kantiana se


han destacado algunas características que la puedan hacer convincente. En
primer lugar, la preeminencia de que goza la razón, al convertirse en el
fundamento último de la moral. En segundo lugar, que las acciones correctas
dependan de normas morales parece captar el carácter de obligatoriedad- y
no de deseo, aunque racional- que tiene la moral. En tercer lugar, el carácter
universal de las normas morales, que hace que nadie pueda considerarse una
excepción, introduce el carácter de imparcialidad que tiene la moral. Y
finalmente, que el auténtico valor moral resuda en la intención, ya que parece
más digno de valor moral decir la verdad porque es un deber, que hacerlo
por inclinación egoísta.

El pensamiento de Kant: el «giro copernicano» en filosofía


El sistema filosófico de Kant recibe el nombre general de «criticismo» o
«filosofía crítica» y se halla expuesto, sobre todo, en las tres obras
fundamentales de la Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y
Critica del juicio. Los elementos introductorios de este sistema los denomina
propiamente filosofía trascendental y los expone Kant, principalmente, en
los Prolegómenos y en la primera de las tres Críticas mencionadas. Por
«filosofía trascendental» entiende el examen a que hay que someter a la
razón humana para indagar las condiciones que hacen posible el
conocimiento a priori, o bien el mero intentar responder a la pregunta de
«¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?», o a la de «¿cómo es
posible la experiencia?», o bien a la de «¿cómo es posible la naturaleza?».
Kant dice también que la filosofía trascendental pretende saber «sólo si es en
principio posible alguna cosa parecida a lo que se llama metafísica».

Ante las propuestas de Maquiavelo y Hobbes sobre una ética partiendo de


las pasiones humanas, Kant hace un replanteamiento de lo que en verdad
debe ser la ética, este cambio lo hace desde la Fundamentación De La
Metafísica De Las Costumbres. En Kant la ética es una ciencia de las leyes
de la libertad, no entendida como lo que plantea Hobbes, en donde él
proponía que la ética se descubre en el hombre y sus acciones y por ello es
una analogía con las leyes del movimiento (movimiento de los elementos
igual al movimiento de los animales, el cual es el mismo movimiento de
instintos en el hombre). La ética de Kant es diferente porque no toma la ética
como una ciencia exacta, sino predecible En cambio, tanto la filosofía natural
como la filosofía moral pueden tener cada una su parte empírica, porque
aquélla tiene que determinar sus leyes como un objeto de la experiencia, y
ésta para la voluntad del hombre, en tanto que es afectada por la naturaleza:
las primeras ciertamente como leyes según las cuales todo sucede, las
segundas como leyes según las cuales todo debe suceder, pero sin embargo
también con consideración de las condiciones bajo las cuales frecuentemente
no sucede. De esta manera es como se funda la moral, de algo abstracto e
indeterminado, que se lleva a la práctica a través de la interacción entre los
hombres de una sociedad en donde se definen normas o leyes y estas
conducen a la libertad, pero esta moral ha de ser puramente abstracta, así se
poseen principios puros racionales que determinan el compromiso personal
en el hombre, es decir, El deber es la necesidad de una acción por respeto a
la ley. Al mantener la moral en los principios naturales y animales, se lleva
a un retroceso de lo que va a ser la moral en beneficio del hombre, pues la
moral pasará a ser un iteres individual y no universal.
La fundamentación de la metafísica de las costumbres hace una estructura de
lo que en verdad ha de ser la ética y la moral. Desde aquí se parte en que todo
ser humano debe valorar la intención con que el individuo hace una acción
en la vida cotidiana, porque esta intención es de carácter subjetivo y parte de
la motivación hacia la buena acción, lo que determinará si tal acción es buena
o mala, es la consecuencia, por ejemplo: si un hombre está en un parque y
ve que un niño se va a caer, la intención del hombre será evitar que el niño
caiga, pero si no consigue la finalidad de la intención, no habrá ningún
problema, pues lo que cuenta es la intención del hombre por ayudar a que el
niño no se fuera a lastimar, porque la intención es de carácter puro abstracto
y subjetivo. Por consiguiente el ejemplo anterior justifica que en todo ser
humano hay un principio interno "juzgar el valor de la acción", tal principio
interno es valioso por sí mismo, ya que cuando suceden actividades que
comprometen al hombre a reaccionar en beneficio de otros, sus intenciones
estarán enfocadas hacia una buena acción. La buena voluntad aparece
cuando se tiene que actuar por deber, el cual es determinado por la razón que
es a la vez una condición propia y única del hombre para poder interactuar
con otros. A partir de esta interacción se desarrolla la comunicación y de ella
se construyen sociedades que establecen leyes para canalizar la naturaleza
del hombre y conceder a los hombres la capacidad de que cada uno alcance
sus propósitos o fines, siempre bajo la luz de la razón y el deber. Por lo tanto,
el hombre debe tener tres diferencias fundamentales para la convivencia en
sociedad: (1) La felicidad solamente es empírica. (2) La razón es la que
fundamenta la ética "metafísica". (3) El deber es la moral y es quien indica
cómo se debe actuar en la práctica en sociedad. Todo lo anterior se basa en:
La máxima: es la intención del principio interior subjetivo es lo que impulsa
a actuar, pero esto sólo es válido si se postula como una ley universal para
todo ser racional posible en todas las condiciones del sujeto.
Para Kant La Voluntad
Un acto es moralmente bueno si el sujeto realiza el acto prescrito porque lo
considera como absolutamente debido, como un fin absoluto (como un
imperativo categórico); por el contrario un acto es malo, cuando el sujeto
realiza el acto porque espera sacar de él alguna consecuencia favorable, si lo
realiza como un medio (como un imperativo hipotético).
La moralidad está en la máxima de la acción y no en la acción misma. Los
actos no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto. Nada en el
mundo, y hasta fuera del mundo, puede pensarse como bueno, sin limitación,
sino solamente una buena voluntad.
Lo bueno, según este mismo filósofo, está en la buena voluntad. Ahora bien,
considerada en sí misma, la buena voluntad es, sin comparación, muchísimo
más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiera verificarse en
provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas
las inclinaciones. La utilidad o la esterilidad no pueden ni añadir ni quitar
nada del valor de la buena voluntad.
Tipos de Acciones Según Kant
Acciones conforme al deber: En ellas sólo hay una adecuación externa del
sujeto hacia la norma. El individuo actúa por temor o inclinación a la ley no
por respeto al deber. Por ejemplo, cuando un sujeto paga una deuda sólo por
temor a las consecuencias: comportamiento amoral o sin significación moral.
Según Kant, no es moral el hombre que por accidente cumple con lo que
promete o el que paga sus deudas por temor a ser enjuiciado, o bien por pura
conveniencia.
Acciones conforme al deber y por el deber: Son las que uno realiza guiado
por la buena voluntad; solamente cuando el hombre reconoce que debe pagar
una deuda porque esa es su obligación, entonces es genuinamente una
persona moral.
Para explicar las acciones valiosas, las que se realizan por deber y conforme
al deber, Kant pone el siguiente ejemplo: Cuando las adversidades y una
pena sin consuelo han arrebatado a un hombre todo el gusto por la vida, si
este infeliz, con ánimo entero y sintiendo más enojo que apocamiento o
desaliento, y aun deseando la muerte, conserva la vida, sin amarla, sólo por
deber y no por inclinación o miedo, entonces su máxima sí tiene un contenido
moral.
Acciones contrarias al deber: En ellas ni siquiera se plantea la cuestión de
si pueden suceder por deber. Por ejemplo, el hombre que no paga su deuda,
ni siquiera por inclinación y mucho menos por deber.
El hombre
El hombre, según Kant, no es una cosa, no es algo que pueda usarse como
simple medio; debe ser considerado, en todas las acciones, como fin en sí. El
concepto del hombre como ser racional, como persona que se autolegisla por
medio de la ley moral, conduce a lo que Kant denomina el reino de los fines.

El Reino De los Fines


Por reino de los fines, Kant entiende el enlace sistemático de distintos seres
racionales por leyes comunes. Estas leyes, comunes a todos los seres
racionales, implican que todos deben ser tratados no como medios, sino
como fines en sí mismos.
Pero advierte que este reino es sólo un ideal. Un ser racional pertenece al
reino de los fines como miembro de él, cuando forma en él como legislador
universal, pero también como sujeto a esas leyes. Pertenece al reino como
jefe cuando como legislador no está sometido a ninguna voluntad de otro.
Todo ser racional debe obrar siempre como si fuera un miembro legislador
en el reino universal de los fines. El principio formal de esas máximas es:
Obra como si tu máxima debiera servir al mismo tiempo de ley universal de
todos los seres racionales.
Kant decía que el hombre es un ser conflictivo, porque pertenece a dos
mundos: el mundo natural y el mundo moral.
En conclusión, el hombre ha de ser una persona ética, cuando sus acciones
hacia otros se originan por respeto a las leyes que se han constituido en una
sociedad, es decir, que el hombre mantenga una autonomía moral que lo hará
libre, pero, todo ello se logrará si se obra según una ley moral universal. De
esta manera es como Kant propone que el hombre no debe ser manipulado
por un Leviatán o que actúe por sus instintos, sino que debe actuar desde sus
principios racionales y morales, los cuales son la guía propia para entender
lo que se debe hacer en la cotidianidad de la vida, conservando siempre la
concepción de que cualquier acción humana debe ser en un primer momento
a priori (antes de la experiencia) y de allí se dará el paso a lo a posteriori
(después de la experiencia). Sólo un ser racional posee la facultad de obrar
por la representación de las leyes, esto es, por principios; posee una voluntad.
Como para derivar las acciones de las leyes se exige razón, resulta que la
voluntad no es otra cosa que razón práctica. Si la razón determina
indefectiblemente la voluntad, entonces las acciones de este ser, que son
conocidas como objetivamente necesarias, son también subjetivamente
necesarias, es decir, que la voluntad es una facultad de no elegir nada más
que lo que la razón, independientemente de la inclinación, conoce como
prácticamente necesario, es decir, bueno.

MAQUIAVELO, NICOLÁS (Niccolo Machiavelli) (1469-


1527)
Filósofo, político y dramaturgo italiano. Nació en Florencia. En 1498
accedió al cargo de secretario de la cancillería de la república florentina.
Desde este cargo, Maquiavelo emprendió importantes misiones diplomáticas
en la corte papal, en la corte de Francia y en la del archiduque austríaco
Maximiliano I. Estos viajes le reforzaron la idea de la necesidad de conseguir
la unidad italiana en un solo sistema estatal. En 1512, después de la caída
de la república, ha de abandonar la vida pública, y se retira al campo, época
que aprovechará para redactar su obra principal El Príncipe (dedicada a
Lorenzo de Médicis o Lorenzo el Magnífico, escrita en 1513, aunque no fue
publicada más que póstumamente en 1532), y muchas de sus obras
fundamentales, como Discursos sobre la primera década de Tito Livio, y El
arte de la guerra. También por esta época escribió La mandrágora. Se
incorporó a la vida política directa a partir de 1520, al servicio de los
Médicis. Cuando de nuevo se restauró la república florentina en 1527 tuvo
nuevamente que abandonar todo cargo político. Maquiavelo es considerado
como el fundador del pensamiento político moderno, ya que fue el primero
en dar a conocer la realidad social y política tal como es, y no tal como
debería ser en función de previas consideraciones morales. Su obra principal,
El Príncipe, de carácter básicamente utilitario, destinada a dar consejos sobre
cómo gobernar mejor, es considerada como descripción y expresión de la
separación entre sociedad civil y poder político propia del Estado burgués.
En esta obra, Maquiavelo parte del estudio de la realidad de su tiempo y da
un fiel reflejo de las principales características del moderno Estado burgués,
basándose en el estudio de los mecanismos de poder realmente utilizados por
los «príncipes» de su época. En este sentido, su obra es fruto de su
experiencia política, pero ésta está dirigida por los supuestos propios del
naturalismo que impregnaba determinadas corrientes del pensamiento
renacentista, así como por la asimilación de algunos aspectos de la Política
de Aristóteles (obra que, no obstante, Maquiavelo declaró no haber leído), y
de los pensadores latinos. Por otra parte, su intención era fundamentalmente
la de conseguir la creación de un Estado fuerte capaz de unificar, bajo el
mando de un príncipe, los pequeños estados y ciudades-estado de Italia, lo
que sólo se conseguiría, pensaba, bajo el poder y la acción de un personaje
excepcional, el príncipe, capaz de imponer una monarquía absoluta
amparada por la razón de Estado.
Maquiavelo concibe El ser humano es siempre el mismo –como es siempre
idéntica la naturaleza en general- y en consecuencia también lo son la historia
y la política. Desde la afirmación de Maquiavelo sobre el hombre como un
ser dotado profundamente de naturaleza y de razón para desarrollar la
política, y a través de ella, se consigue la ética.
La visión de ética en Maquiavelo, no es otra cosa que la renovación del
estado en las sociedades, porque el estado es el encargado de ordenar la
convivencia de los hombres.
Además Maquiavelo no quita en el hombre las pasiones, sino que les da más
relevancia, sobre todo a la pasión de la ambición, desde la cual explica cómo
es que los hombre van construyendo sus ideologías, pero cuando se van
realizando tales metas, los hombres entran en conflicto, porque solamente
ven los intereses propios, entonces la solución ética de Maquiavelo para la
ante la demanda de ideales, es reorganizar el estado, porque éste es quien
regula y hace un equilibrio para que los hombres puedan convivir y siempre
que los hombres se ven impedidos de combatir por necesidad lo hacen por
ambición, la cual es tan poderosa en los pechos humanos que jamás los
abandona por muy altos que puedan haber subido. La causa es que la
naturaleza ha creado a los hombres de tal manera que pueden desearlo todo,
pero no conseguirlo. Así que, siempre siendo mayor el deseo que la
capacidad de adquirir, resulta de ello el descontento con lo que se posee y la
poca satisfacción. De ahí viene la mutación de su fortuna, porque deseando
unos hombres tener más y temiendo los otros perder lo conseguido surgen
las enemistades y las guerras y de éstas la ruina de aquel país y el
encumbramiento de éste. (Discorsi, I, 37)
La justificación que elabora Maquiavelo acerca de las guerras y las
insatisfacciones del hombre, a causa de su propia naturaleza, es para
demostrar que el hombre no es ni malo, ni bueno, sólo que no tiene un buen
medio en donde mantenga sus propias convicciones, por eso las virtudes son
móviles y sólo se determinan dependiendo de las situación que viva el
hombre. Por consiguiente, Maquiavelo quiere proponer que para evitar las
guerras, y las diferencias sociales, hay que iniciar por una renovación de los
gobiernos actuales para que de ellos surja el beneficio de un país, pero al
reformar el estado, hay que elegir a un Príncipe, tal Príncipe debe tener las
siguientes características:
 Que no sea rapaz, porque si lo es, el pueblo lo odiará.
 Debe ser prudente con la fortuna que tiene el país, para prever miseria o
cualquier contratiempo que perjudique la estabilidad del país.
 Debe mejorar al país en lo referente a los obras, y ellas deben provenir del
estado.
 Debe conseguir que lo respeten desde la firmeza que tenga, pero no debe
lograr que lo odien, solamente debe preocuparse porque le teman y lo
admiren.

En conclusión la vida del hombre consiste en dejarse llevar por sus pasiones,
porque éstas son naturales en él, pero, para evitar que éstas sean
perjudiciales, hay que implantar unas normas de convivencia desde un estado
dirigido por un Príncipe que haga respetar al país y que le de convicciones a
sus habitantes Maquiavelo ha llegado al convencimiento de que la base para
la conservación de todo Estado, con independencia de su forma, es la
combinación de prudencia y armas. Decir Estado es lo mismo que
decir seguridad y autonomía, es decir, dependencia exclusiva de sí mismo, y
ello comporta necesariamente la posesión d la fuerza o armas capaces de
disuadir a otros estados y de asegurar la confianza de los súbditos. En pocas
palabras para que un país este bien, hay que buscar cualquier cosa para
conseguirlo, de ahí la frase de Maquiavelo ‘‘El fin justifica los medios’’.
THOMÁS HOBBES: (1588-1679)
Filósofo inglés, nacido en Westport, cerca de Malmesbury, en
Gloucestershire, el año de la Armada Invencible. De inteligencia precoz,
aprendió bien y pronto las lenguas clásicas, hasta el punto de que a los 14
años pudo traducir Medea, de Eurípides, del griego al latín. Tras estudiar en
Oxford, en 1608 entra al servicio de lord William Cavendish como tutor,
cargo que le vincula a esta familia durante mucho tiempo y que le
proporciona la ocasión de emprender repetidos viajes por Francia e Italia
que, en París, le relacionan con Mersenne y su círculo de cartesianos, Herbert
de Cherbury y Gassendi y, en Arcetri, con Galileo (1636). La orientación
fundamental de todo su pensamiento puede entenderse como una
trascripción de la física del movimiento de Galileo a toda la realidad: no hay
más que cuerpos en movimiento, y así ha de entenderse no sólo la materia,
sino también el hombre y la misma sociedad.
La influencia de Galileo en Hobbes hace que determine la naturaleza de los
hombres a partir de los movimientos Hay en los animales dos clases de
movimientos que les son propios. Uno llamado vital, que comienza con la
generación, y es continuado sin interrupción a través de su vida entera; así
sucede con la circulación de la sangre, el pulso, la respiración, la
digestión, nutrición, excreción, etc., movimientos para los cuales no se
necesita ayuda de la imaginación. El otro es el movimiento animal, también
llamado movimiento voluntario, como ir, hablar, mover cualquiera de
nuestros miembros en la manera que, en primer lugar, lo imaginan nuestras
mentes. Que el sentido es movimiento en los órganos y parte internas del
hombre, causado por la acción de las cosas que vemos, oímos, etc., y que la
fantasía no es sino la reliquia de este mismo movimiento tras la sensación,
ha sido ya dicho en los capítulos primero y segundo. Y pues ir, hablar, y los
movimientos voluntarios semejantes dependen siempre de un pensamiento
precedente de a dónde, de qué manera y qué, es evidente que la Imaginación
es el primer origen interno de todo movimiento voluntario. Estos
movimiento que hay en los hombres se dan a causa de los apetitos y de los
deseos naturales en el hombre que lo llevan a alcanzar algún fin, es así como
Hobbes plantea que ‘‘la acción explica el fin’’. A partir de la anterior
consideración del hombre, se desprenden algunas justificaciones que afirman
que el hombre es un animal y que por lo tanto es absolutamente natural:
1. Las acciones del hombre son sólo por sus instintos, se llega a pensar que
el hombre como tal es igual que un animal, y que el hombre no controla
sus impulsos, sino que sólo se enfoca por preservar la vida.
2. La naturaleza del hombre consiste en saciar apetitos y evitar el dolor.
3. La naturaleza del hombre es la guerra, pero ésta se justifica en la
naturaleza del hombre, y es así que la ley natural de los apetitos del
hombre van a ser bellum omnia contra omnes guerra de todos contra
todos.

Tomás Hobbes reduce al hombre a un animal, y esto no deja otra salida


que quedarse en la desgracia de que no hay voluntad en los hombres. Ante
tal proposición Hobbes plantea una forma de convivencia en el hombre, en
donde no predominen los instinto naturales, sino que haya algo que límite
estas pasiones, tal planteamiento se define como un contrato social.
El Contrato Social consiste en un acuerdo "libre" (teniendo en cuanta la
limitación del movimiento humano y sus apetitos) interesado por los fines
individuales, por lo tanto la relación social es una relación egoísta, en donde
predomina la utilización de los otros. Por consiguiente, el contrato social deja
una consecuencia de luchas entre los hombres, y para evitar éstas lucha debe
existir ciertos parámetros que delimiten a una sociedad, algunos parámetros
son:
 Un legislador que establezca leyes que condicionen al hombre para fomentar
la convivencia de intereses individuales.
 Las leyes tendrán que ser aplicadas por un imperativo externo "castigo" que
será ejercido por un Leviatán que determinará lo que es bien y lo que es mal.
 Cumpliendo las leyes del Leviatán el hombre será libre.

La necesidad de Hobbes al proponer la idea de un Leviatán como legislador


de una sociedad es porque la naturaleza del hombre lo exige. Así, pues,
encontramos tres causas principales de riña en la naturaleza del hombre.
Primero, competición; segundo, inseguridad; tercero, gloria.
El primero hace que los hombre invadan por ganancia; el segundo, por
seguridad; y el tercero, por reputación. Los primeros usan de
la violencia para hacerse dueños de las personas, esposas, hijos y ganado de
otros hombres; los segundos para defenderlos; los terceros, por pequeñeces,
como una palabra, una sonrisa, una opinión distinta, y cualquier otro signo
de subvaloración, ya sea directamente de su persona, o por reflejo en su
prole, sus amigos, su nación, su profesión o su nombre.
Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin
un poder común que les obligue a todos al respeto, están en aquella condición
que se llama guerra; y una guerra como de todo hombre contra todo hombre.
Pues la guerra no consiste sólo en batallas, o en el acto de luchar; sino en un
espacio de tiempo donde la voluntad de disputar en batalla es
suficientemente conocida. Pues así como la naturaleza del mal tiempo no
está en un chaparrón o dos, sino en una inclinación hacia la lluvia de muchos
días en conjunto así la naturaleza de la guerra no consiste en el hecho de la
guerra, sino en la disposición conocida hacia ella, durante todo el tiempo en
que no hay seguridad de lo contrario. Todo otro tiempo es paz.
De esta guerra de todo hombre contra todo hombre, es también consecuencia
que nada puede ser injusto. Las nociones de bien y mal, justicia e injusticia,
no tienen allí lugar. Donde no hay poder común, no hay ley. Donde no hay
ley, no hay injusticia. Es consecuente también con la misma condición que
no haya propiedad, ni dominio, ni distinción entre mío y tuyo; sino sólo
aquello que todo hombre pueda tomar.
En conclusión la teoría ética de Hobbes esta argumentada por un agente
externo que imparta leyes para que el hombre se desarrolle a partir de éstas
y consiga así la felicidad y la libertad, que por lo general esta coactada por
su naturaleza, es decir que todo se basa en El Leviatán el cual es la única
salida para poder fundar los principios en una sociedad, estos principios
estarán expuestos en el contrato social que determinan las acciones del
hombre y el cómo alcanzar la libertad sin aniquilarse a sí mismo y a los otros.

RENE DESCARTES
se considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna,
independientemente de sus muy relevantes aportes a las matemáticas y la
física. Este juicio se justifica, principalmente, por su decisión de rechazar las
verdades recibidas, p. ej., de la escolástica, combatiendo activamente los
prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema
del conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros
temas de mayor importancia intrínseca: la moral, la medicina y la mecánica.
En esta prioridad que concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán
todos sus principales sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que
lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para
desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de Pascal, Spinoza,
Newton, Leibniz, Malebranche, Locke, Hume y Kant, cuando menos. Sin
embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar el
conocimiento y los estrechos vínculos que este autor mantiene con los
filósofos clásicos, principalmente con Platón y Aristóteles.
La Duda Metódica

En aplicación de la primera regla del método, en busca de una evidencia


indubitable, Descartes pensaba que, en el contexto de la investigación, había
que rehusarse a asentir a todo aquello de lo que pudiera dudarse
racionalmente y estableció tres niveles principales de duda:

En el primero, citando errores típicos de percepción de los que cualquiera ha


sido víctima, Descartes cuestiona cierta clase de percepciones sensoriales,
especialmente las que se refieren a objetos lejanos o las que se producen en
condiciones desfavorables.

En el segundo se señala la similitud entre la vigilia y el sueño, y la falta de


criterios claros para discernir entre ellos; de este modo se plantea una duda
general sobre las percepciones, aparentemente, empíricas, que acaso con
igual derecho podrían imputarse al sueño.

Por último, al final de la Meditación I, Descartes concibe que podría haber


un ser superior, específicamente un genio maligno extremadamente
poderoso y capaz de manipular nuestras creencias. Dicho "genio maligno"
no es más que una metáfora que significa: ¿y si nuestra naturaleza es
defectuosa?, de manera que incluso creyendo que estamos en la verdad
podríamos equivocarnos, pues seríamos defectuosos intelectualmente.
Siendo éste el más célebre de sus argumentos escépticos, no hay que olvidar
cómo Descartes considera también allí mismo la hipótesis de un azar
desfavorable o la de un orden causal adverso (el orden de las cosas), capaz
de inducirnos a un error masivo que afectara también a ideas no tomadas de
los sentidos o la imaginación (vg., las ideas racionales).21
El propósito de estos argumentos escépticos, y en particular los más
extremos (los dos últimos niveles), no es provocar la sensación de que hay
un peligro inminente para las personas en su vida cotidiana; es por ello que
Descartes separa las reglas del método de la moral provisional. Antes bien,
sólo al servicio del método hay que admitir estas posibilidades abstractas,
cuya finalidad es exclusivamente servir a la investigación, en forma
semejante a como lo hace un microscopio en el laboratorio. En realidad los
argumentos escépticos radicales deben considerarse como vehículos que
permiten plantear con claridad y en toda su generalidad el problema
filosófico que para Descartes es central, ¿hay conocimiento genuino? y
¿cómo reconocerlo?.

Descartes hizo sus escritos sobre moral o ética en la última parte de su vida,
no obstante antes, en su obra Discurso del método (1637) adoptó tres
máximas que le permitieran actuar, al mismo tiempo que ponía en duda todas
sus ideas. Estas máximas se conocen como su "moral provisional". A las tres
máximas se le suma una cuarta que las enlaza con el método: juzgar bien
para actuar bien.

En su obra posterior Descartes construye su filosofía moral sobre tres


bases: la Metafísica, la Razón, y la Tradición Estoica. Para él la moral era
una ciencia, la más alta y perfecta, y sus raíces se encuentran en la Metafísica,
al igual que para las demás ciencias.25 Así pues nos habla de la existencia
de Dios, del lugar del hombre en la naturaleza, formula la teoría del dualismo
mente-cuerpo, y defiende el libre albedrío. Por otra parte afirma su
racionalismo cuando nos dice que la razón es suficiente al hombre para la
búsqueda de los bienes que debe perseguir, y también cuando afirma que la
virtud consiste en el «razonamiento correcto» que debería guiar nuestras
acciones.

La calidad del razonamiento depende de los conocimientos, ya que una


mente bien informada se encuentra en mejores condiciones para tomar
buenas decisiones. Las condiciones mentales también influirán en el proceso
de razonamiento y por esto Descartes afirma que una filosofía moral
completa debe incluir el estudio del funcionamiento del organismo humano.
El discutió estos temas en su correspondencia con la Princesa Isabel de
Bohemia y como resultado decidió escribir su tratado «Las Pasiones del
Alma», que contiene un estudio de los procesos y reacciones psicosomáticos
en el hombre, con un énfasis en las emociones y pasiones.

El hombre debería buscar el «bien supremo», que Descartes, siguiendo a


Zenón, identifica con la virtud, que nos produce una felicidad sólida o placer
espiritual, que supera el placer físico. También habla de Aristóteles, para
quien la felicidad dependía de los bienes de fortuna, que Descartes no
desprecia, en cuanto contribuyen a la felicidad, pero nos señala que en buena
parte se encuentran fuera de nuestro control, en tanto que sí que podemos
controlar nuestra mente.

DAVID HUME.
Hume sostiene que la Moral no es objeto de conocimiento racional, sino que
su ámbito propio y específico es el sentimiento. En su Obra Tratado de la
Naturaleza Humana,.” el mérito y demérito de las acciones contradice
frecuentemente y a veces domina nuestras inclinaciones naturales. Pero la
razón no tiene esa influencia. Luego es totalmente inactiva, por lo que nunca
puede ser origen de un principio tan activo como lo es la conciencia o
sentimiento moral."

El sentimiento era definido como un sentimiento especial de placer o de


dolor, que surgía en nosotros frente al hecho observado. Mantiene que la
obligación moral surge como una obligación interesada, ya que el hombre
alcanzará mejor su propia felicidad y bienestar siguiendo las pautas de
conducta.

David Hume es uno de los más representativos portavoces de la Escuela


Empirista inglesa, alcanzando un reconocido prestigio al llevar al empirismo,
mediante el análisis del conocimiento y la crítica de la metafísica y la moral,
a sus últimas consecuencias

Entre sus obras destacamos Investigación sobre los principios de la moral


(1751); Investigación sobre el entendimiento humano (1751); Discursos
políticos (1752); Cuatro disertaciones (1757); Diálogos sobre la religión
natural (1761).

David Hume representa el prototipo de pensador ilustrado, en cuanto


seguidor de las costumbres de su tiempo, y contribuye también a la gestación
de una nueva manera de ser y de pensar. Copartícipe de la cultura ilustrada,
hace una tríada con la naturaleza, las fuentes de las luces y la garantía de la
razón.

La teoría ética: el Emotivismo moral El emotivismo es la teoría ética según


la cual el fundamento de la experiencia moral no lo encontramos en la razón
sino en el sentimiento que las acciones y cualidades de las personas
despiertan en nosotros. Aunque este título no se encuentra en las
investigaciones éticas de Hume, podemos utilizarlo para caracterizar su
punto de vista en relación con el fundamento de la moral.
CRÍTICA DEL INTELECTUALISMO. LA FALACIA
NATURALISTA El emotivismo moral se opone al intelectualismo moral.
Las Éticas hasta el momento pretenden fundar la moralidad en la razón o
afirman que la distinción entre lo bueno y lo malo se fundamenta en el
razonamiento. Esto garantiza la universalidad y objetividad de los juicios
morales. Hume destaca decididamente la importancia de la esfera de los
sentimientos y las emociones en la vida moral. Las éticas clásicas tendían a
buscar el fundamento de la condición moral del ser humano en su misma
condición racional, y en virtud de ella a establecer lo bueno y lo malo, la
virtud y el vicio. Del análisis de la naturaleza humana deducían el catálogo
de obligaciones morales: El hombre es un ser pensante (Aristóteles, Platón),
luego debe vivir una vida racional. El hombre tiene tendencia natural a
conservar la vida, luego tiene obligación moral de hacerlo (Tomás de
Aquino)... Hume entiende que esto no es posible, que el conocimiento moral
no puede fundamentar la moral. Es necesario desplazar la ética del mundo
de la racionalidad al ámbito de los sentimientos y esto fundamentalmente por
las siguientes razones:

1. El conocimiento de los hechos nos muestra cómo son los hechos, no cómo
deben ser. Por tanto, cualquier pretensión de deducir normas morales a partir
de hechos cometerá una falacia, consistente en pasar ilegítimamente del
ámbito del ser al del deber ser. Esto recibe el nombre de «falacia naturalista».
Todas las éticas que fundamentan la moral en el análisis de la naturaleza
humana cometen, a juicio de Hume, la falacia naturalista, ya que deducen las
normas morales del análisis de lo que el hombre es. La moralidad no se ocupa
del ámbito del ser, sino del deber ser, no pretende describir lo que es, sino
prescribir lo que debe ser. Sin embargo, de la simple observación y análisis
de los hechos no se podrá deducir nunca un juicio moral, lo que "debe ser".
2. La razón por sí misma es incapaz de mover al hombre. La lógica no nos
impulsa directamente y por sí sola a la acción. La razón sola no es motivo
para nuestra conducta, ni siquiera para su valoración. Los sentimientos son
los que realmente empujan a obrar.

3. La razón puede ayudamos a decidir cuáles son las consecuencias útiles o


perniciosas de las cualidades y las acciones, y por lo tanto debe tener cierto
papel en la experiencia moral. Sin embargo es insuficiente para fundamentar
dicha TESIS BÁSICAS DEL EMOTIVISMO MORAL En el Apéndice I de
su obra "Investigación sobre los principios de la moral", Hume presenta con
claridad las tesis básicas del emotivismo moral. Los argumentos más
importantes que presenta en dicho Apéndice son: 1. Las distinciones
morales no proceden del conocimiento de hechos. Lo que denominamos
"bueno" y "malo" no puede ser considerado como algo que constituya una
cualidad o propiedad de un objeto moral. Si analizamos una acción moral,
sea buena o mala, y describimos los hechos, aparecerán las propiedades de
los objetos que interviene en la acción, pero no aparecerá por ninguna parte
lo "bueno" o lo "malo" como cualidad de ninguno de los objetos que
intervienen en la acción, sino como un "sentimiento" de aprobación o
desaprobación de los hechos descritos. Si la razón fuese el fundamento de la
moral, entonces lo moral tendría que ser un hecho o algún tipo de relaciones
entre hechos, dado que la razón sólo puede juzgar sobre cuestiones de hecho
o relaciones; pero Hume intenta mostrar que la bondad o maldad morales no
son hechos ni cualidades de los hechos: el carácter de mala o buena de una
acción o cualidad no es algo que se incluya como un elemento o propiedad
real del objeto o cosa que valoramos. Al no ser una cuestión de hecho, dicho
carácter no aparece en la descripción de las propiedades reales de los objetos
que podemos percibir (colores, formas, tamaños, movimientos,). Conocidas
todas las circunstancias de un hecho no es la razón la que juzga sobre la
bondad o maldad, sino el corazón, el sentimiento. 2. La esfera moral tiene
una clara analogía con la esfera del gusto o experiencia estética: tampoco
la belleza es una propiedad que se incluya en los objetos mismos; es cierto
que en la belleza son importantes las relaciones, por ejemplo, la belleza
clásica parece que depende de la proporción, relación y posición de las
partes; pero no por ello la percepción de la belleza consiste en la percepción
de dichas relaciones. Y lo mismo ocurre, dice Hume en la esfera moral: "el
crimen o la inmoralidad no es un hecho particular o una relación que puede
ser objeto del entendimiento, sino que surge por entero del sentimiento de
desaprobación, que, debido a la estructura de la naturaleza humana, sentimos
inevitablemente al aprehender la barbarie o la traición". De todas maneras,
nuestro autor entiende que la razón y el sentimiento concurren en casi todas
las determinaciones y conclusiones morales. Aunque admitimos que ambos
intervienen en todo asunto moral, es preciso reconocer que la determinación
de la conducta incumbe particularmente al sentimiento y no a la razón,
porque los sentimientos son los que realmente empujan a obrar. El
sentimiento moral aparece como una pasión, una emoción, una sensación
(feeling) que nos lleva a aceptar unos comportamientos y a desaprobar otros,
o que nos hace estar conformes con determinados juicios morales y disentir
de otros. Concluye Hume señalando que hay dos esferas en nuestra
subjetividad:

1) La esfera de la razón: . Está a la base del conocimiento del mundo, de la


verdad y la falsedad; Descubre lo que hay; .

Nos enseña los medios para alcanzar los fines de nuestras acciones; . nos
muestra las cosas tal y como están realmente en la naturaleza; . no es motivo
de la acción.

2) La esfera del gusto: . está a la base de la experiencia moral y la estética; .


proporciona el sentimiento de belleza y deformidad, de vicio y de virtud; .
no descubre nada nuevo; . en cierto modo crea rasgos en las cosas:
"embelleciendo y tiñendo todos los objetos naturales con los colores que
toma del sentimiento interno, origina, en cierto modo, una nueva creación";
. da placer o dolor; . se convierte en motivo de acción, y en el resorte o
impulso para el deseo y la volición. Las pasiones son un elemento originario
y propio de las naturalezas humanas, independientes de la razón y no
sometidas a ésta. Son impresiones que proceden de otras percepciones.

Las pasiones están referidas al “yo”. La voluntad, en última instancia, queda


asimilada a las pasiones o está muy próxima a ellas.

Hume distingue dos clases de pasiones:

a) Directas. Son las que dependen en forma inmediata del placer y del dolor;
por ejemplo, el deseo, la aversión, la pena, la alegría, la esperanza, el temor,
la desesperación o la tranquilidad.

b) Indirectas. Proceden también del dolor o del placer, pero en su


constitución intervienen otras cualidades como el orgullo, la humildad, la
ambición, la vanidad, el amor, el odio, la codicia, la piedad, la generosidad
y todas las demás que se derivan de éstas. EL SENTIMIENTO MORAL La
moral descansa fundamentalmente en los sentimientos: Hume cree que hay
sentimientos morales, sentimientos que se despiertan en nosotros con
ocasión de la percepción de ciertas acciones o cualidades de las personas. El
sentimiento moral básico es el que denomina "humanidad": sentimiento
positivo por la felicidad del género humano, y resentimiento por su miseria.
Llamamos acciones virtuosas a todas las acciones que despiertan en nosotros
dicho sentimiento, y vicios a las que despiertan en nosotros el sentimiento
negativo. Nuestras acciones están motivadas en última instancia por los
sentimientos de atracción y aversión que nos producen ciertos
comportamientos. Por eso buscamos lo que nos causa placer y rechazamos
lo que nos causa dolor. Los sentimientos de placer y dolor están, por tanto,
en la base de los juicios morales: el bien es lo que nos complace, mientras
que el mal ocasiona dolor o disgusto. Pero el sentimiento de placer no hay
que entenderlo en el sentido egoísta. Para Hume la simpatía representa la
tendencia que las personas sienten a participar y revivir las emociones de los
demás. Es una tendencia que tiene el sujeto a ponerse en relación con otros
sujetos. Además, la simpatía hace naturales los sentimientos que despiertan
en nosotros las desgracias ajenas, como, por ejemplo, la compasión y la
solidaridad. La causa de la simpatía es la semejanza entre las personas y
actúa como un elemento altruista en las relaciones humanas. En este
contexto, la ética, además de emotivista, es utilitarista, porque concibe como
bien lo que proporciona placer y es útil a la mayoría. Una de las dificultades
de este punto de vista es que parece caer en el subjetivismo y relativismo
morales. Hume intentó eliminar estas consecuencias subjetivistas o
relativistas distinguiendo distintos tipos de sentimientos de agrado y
desagrado y estableciendo ciertas condiciones necesarias para que sea
correcto identificar el agrado con el sentimiento moral. Consideró también
que todos los hombres tienen dichos sentimientos y que aparecen de la
misma manera en todos, puesto que se encuentran en nuestra propia
naturaleza. El problema mayor que plantea la ética emotivista radica en que
al dejar el ámbito de la ética fuera de la racionalidad elimina la posibilidad
de la argumentación y la discusión en temas de moral. El sentimiento es por
definición subjetivo y no universalizable. experiencia moral.

JHON LOCKE
Locke niega la existencia de principios innatos de orden moral o práctico.
Por lo que nuestras ideas morales derivan de la existencia. Hay que distinguir
entre las ideas que aparecen en una proposición ética y la relación afirmada
en ella. Las ideas deben derivar de la experiencia, pero la verdad o validez
de una norma moral no depende de su cumplimiento.

La ética se ocupa de ideas que constituyen esencias reales. Son arquetipos


que nos sirven para distinguir las acciones. Si se definen los términos
morales de forma clara y precisa el conocimiento moral puede alcanzar el
mismo grado que el conocimiento matemático.

El bien moral es la conformidad de nuestras acciones voluntarias con una ley


apoyada en sanciones. Hoy tres tipos de leyes:
Ley divina; nuestras acciones son de acatamiento o transgresión.

Ley civil; nuestras acciones son inocentes o criminales.

Ley de opinión o reputación; nuestras acciones son virtudes o vicios.

Reflexionando sobre la naturaleza de dios y del hombre, se pueden llegar a


establecer principios morales evidentes. Por ello la ética sería, una ciencia
demostrativa.

EDAD CONTEMPORÁNEA:

Es la edad actual: sin límites cronológicos definidos y con un pensamiento


en gestación, donde se destacan algunas corrientes como:

a) El Existencialismo: manifiesta que el hombre es lo que él se hace.

b) El Anarquismo: dice que toda forma de gobierno y principios religiosos


limitan la libertad natural del individuo.

c) El Pragmatismo: resalta al homo Faber, aquel hombre que está para


actuar más que para teorizar, la acción del hombre es asunto de la ética, el
término Moral abarca la vida del hombre.

d) El Marxismo: la moral es el reflejo de las relaciones sociales en


desarrollo y expresada por las clases progresistas, fundamenta los principios
comunistas de la moral de la ayuda mutua, la camaradería.
e) El Colectivismo y el neopositivismo: intenta liberar la teoría de la moral
del dominio de la metafísica y concentrarse en el análisis del lenguaje moral,
en los términos de lo recto, lo justo, lo bueno, la obligación etc. Los cuales
sólo pueden ser aprendidos mediante la práctica conjunta.

Marx, Karl (1818-1883) Revolucionario, filósofo, economista,


historiador y periodista alemán. Nació en Tréveris, en el seno de una familia
judía conversa de tradición liberal y de posición económica desahogada.
Estudió derecho e historia en las universidades de Bonn y Berlín. Pero, bajo
la influencia del pensamiento de Hegel se dedicó de lleno al estudio de la
filosofía. Se relacionó con el círculo de los filósofos pertenecientes a la
llamada izquierda hegeliana, manteniendo especialmente contacto con
Bruno Bauer y con Moses Hess. En 1841 se doctoró en Jena, con una tesis
sobre Las diferencias en la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro,
obra en la que ya se manifiesta su orientación materialista. Durante esta
época Marx y, en general, todo el círculo de los hegelianos de izquierda,
estuvieron muy influenciados por Feuerbach, aunque posteriormente Marx,
que apreciaba la crítica feuerbachiana de Hegel, criticó lo que él consideró
las insuficiencias de este autor. Las dificultades que las
autoridades políticas pusieron al desarrollo de la actividad docente de los
hegelianos de izquierda, provocaron el abandono de la enseñanza
universitaria de varios de ellos, lo que hizo desistir a Marx de dedicarse a la
carrera académica, y empezó a dedicarse al periodismo. Formó parte como
redactor, y más tarde (1842-1843) como director, de la «Gaceta
Renana», periódico radical de Colonia, en el que publicó numerosos
artículos defendiendo el sufragio universal, la libertad de expresión frente al
Estado, e interesándose por los conflictos sociales. Este periódico fue
clausurado en marzo de 1843. Su labor periodística, según él mismo
confiesa, le condujo a una comprensión concreta de la realidad social, y
preparó el camino hacia la radicalización de sus posiciones políticas.
Marx ve la teoría ética propuesta por Kant, y con ello ve que hay un error,
porque la propuesta subjetiva moralista del deber, desecha la practica y se
basa solamente en la teoría, pues la ética no se da en lo abstracto sino en lo
practico, la idea de partir de lo abstracto a la praxis es una metodología de
supuestos, porque al hacer una reflexión de lo universal hacia lo particular,
no se tiene certeza, pues la vida de los hombres es diferente en cada uno y
por lo tanto no puede existir un universal que condense toda la humanidad
en las ideas morales universales subjetivas, sino que para tener un beneficio
social, hay que analizar en qué parámetros y en qué condiciones viven los
hombres, por lo tanto no hay que plantear ideales, sino que hay que buscar
la forma de satisfacer a todos los hombres por igual desde la practica y su
condición de vida. A partir de la búsqueda de la felicidad no universal, sino
más individual y practica, Marx propone que la felicidad se halla en
la igualdad de clases, la valoración del proletariado y la abolición de la
propiedad privada, porque lo que hace esto es suprimir al hombre y
marginarlo en una vida de maquinación y productividad en donde el hombre
no puede ser feliz, nosotros partimos de un hecho económico, actual. El
obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece
su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una
mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. El trabajo no
sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como
mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en
general. Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que
el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como
un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo
que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la
objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta
realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía Política como
desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y
servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación.
En suma lo que pretende hacer Marx es una solución práctica de la ética,
derrocando las desigualdades históricas como el trabajo y la religión, porque
en estas dos dimensiones culturales, el hombre deja de ser hombre y se
convierte en un instrumento del poder para convertirse en objeto dejando
su identidad como sujeto, y lo que es peor aún es que el hombre no despierta
de esa opresión sino que continua y sigue manteniéndose en la enajenación
de la aspiración al bienestar a través del trabajo y la felicidad de una vida
eterna en la religión. Por consiguiente, la visión de Marx sobre el hombre es
la siguiente: El hombre, sin embargo, no es sólo ser natural, sino ser natural
humano, es decir, un ser que es para sí, que por ello es ser genérico, que en
cuanto tal tiene que afirmarse y confirmarse tanto en su ser como en su saber.
Ni los objetos humanos son, pues, los objetos naturales tal como se ofrecen
inmediatamente, ni el sentido humano, tal como inmediatamente es, tal como
es objetivamente, es sensibilidad humana, objetividad humana. Ni objetiva
ni subjetivamente existe la naturaleza inmediatamente ante el ser humano en
forma adecuada; y como todo lo natural tiene que nacer, también el hombre
tiene su acto de nacimiento, la historia, que sin embargo, es para él una
historia sabida y que, por tanto, como acto de nacimiento con conciencia, es
acto de nacimiento que se supera a si mismo. La historia es la verdadera
historia natural del hombre (a esto hay que volver).

Nietzsche, Friedrich: (1844-1900) Filósofo alemán, nació el 15 de


octubre de 1844 en Röcken, en la Turingia, en el seno de una familia
profundamente protestante (tanto sus abuelos como su padre fueron pastores
protestantes). Él era el primogénito, pero tuvo una hermana, Elisabeth, que
jugó un destacado papel en su vida. En 1849 murió su padre, y la familia se
trasladó a Naumburgo, donde realizó sus primeros estudios. A partir de 1859
estudió en la prestigiosa escuela de Pforta (la misma en la que habían
estudiado Fichte, Klopstock, Schlegel y Novalis), donde recibió una
esmerada educación y comenzó a experimentar la influencia
de Schopenhauer. Posteriormente estudió filología clásica y teología en
Bonn durante el curso académico de 1864-1865, aunque abandonó la
teología
para dedicarse solamente a la filología clásica, cuyos estudios prosiguió en
Leipzig, donde fue el protegido del eminente y prestigioso filólogo Ritschl,
y donde trabó amistad con Erwin Rhode, que llegaría a ser otro eminente
filólogo. Durante esta época se acentuó la influencia de Schopenhauer, y en
1868 conoció a Richard Wagner, con quien durante unos años estuvo unido
por una estrecha amistad. También parece que fue durante este período que
contrajo la sífilis, posible causa de su posterior enfermedad cerebral, aunque
al parecer ya antes había experimentado problemas de salud. En 1869 fue
nombrado profesor extraordinario en la Universidad de Basilea. Debido a sus
méritos y a las alabanzas que Ritschl había hecho de su discípulo, la
Universidad de Leipzig le concedió el grado de doctor sin necesidad de
examinarse, basándose en sus publicaciones filológicas. En 1870 fue
nombrado catedrático en la Universidad de Basilea de la que ya era profesor.
Participó brevemente en la guerra franco-prusiana, aunque llevado por su
antigermanismo, renunció a la ciudadanía alemana para nacionalizarse
suizo.
La propuesta nietzscheana acerca de la moralidad y la ética, es que
son inventos de puro carácter utilitario, social y de solos intereses religiosos.
La teoría de Nietzsche es una lucha contra la religión por interrumpir la vida
del hombre, porque no permite que el hombre sea hombre, sino que esta
religión se encarga de la aniquilación del sujeto y la negación de la vida
humana, porque esta religión pone por encima del hombre a Dios un ser
superior e inalcanzable, este Dios es totalmente falso y perjudicial para el
hombre, ya que a través de este ser el hombre es limitado, porque el hombre
no puede pensar más allá de Dios, y está subordinado a ser una simple
criatura, además desde que nace se le coacta de la libertad, pues según la
religión el hombre que acaba de nacer ya tiene culpas de pecado y está
destinado a sufrir y a nunca alcanzar la plenitud de la felicidad en la vida
humana, sino sólo en la negación y aniquilación del sujeto por la aspiración
de un más allá que es incierto y produce terror, porque no se sabe qué y cómo
vivirá el hombre. Con lo anterior sólo deja en claro que Nietzsche busca es
rescatar al hombre de una carga que no tiene por qué llevar, pero que nadie
le ha dicho que la lleva Se deja oír una nueva exigencia. Enunciémosla:
necesitamos una crítica delos valores morales, hay que poner alguna vez en
entredicho el valor mismo de estos valores -y para esto se necesita tener
conocimiento de las condiciones y circunstancias de que aquellos surgieron,
en las que se desarrollaron y modificaron (la moral como consecuencia,
como síntoma, como máscara, como tartufería, como enfermedad, como
malentendido; pero también la moral como causa, como medicina, como
estímulo, como freno, como veneno), un conocimiento que hasta ahora ni ha
existido ni tampoco se lo ha siquiera deseado. Se tomaba el valor de esos
"valores" como algo dado, real y efectivo, situado más allá de toda duda;
hasta ahora no se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en considerar que el
"bueno" era superior en valor a "el malvado", superior en valor en el sentido
de ser favorable, útil, provechoso para el hombre como tal (incluido el futuro
del hombre). ¿Qué ocurriría si la verdad fuera lo contrario? ¿Qué ocurriría si
en el "bueno" hubiese también un síntoma de retroceso, y asimismo un
peligro, una seducción, un veneno, un narcótico, y que por causa de esto el
presente viviese tal vez a costa del futuro? ¿Viviese quizá de manera más
cómoda, menos peligrosa, pero también con un estilo inferior, de modo más
bajo?... ¿De tal manera que justamente la moral fuese culpable de que jamás
se alcanzasen una potencialidad y una magnificencia sumas, en sí posibles,
del tipo hombre? ¿De tal manera que justamente la moral fuese el peligro de
los peligros?
Nietzsche plantea El hombre libre es el ser feliz, capaz de aceptar el azar, la
inseguridad y la provisionalidad de la existencia después de la muerte de
Dios. El ser que no actúa reactivamente, que en lugar de querer la
inmortalidad, quiere el instante, la eterna repetición de su propia existencia.
En conclusión la misión de Nietzsche es construir valores propios desde el
sujeto, el cual se debatirá ante el continuo azar y dejará que todo suceda,
aceptará el cambio y por lo tanto no tendrá más abstracciones que definan
cuales deben ser sus acciones, en cambio a ello será el hombre mismo quien
determine su propia existencia, es aquí donde el hombre será libre, sin
coacciones universales que se han creado a través de la historia, pero sólo
cuando el hombre destruya la vieja historia, podrá caminar por sí sólo, en
el nihilismo, Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño
que ni siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que
convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo
comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer
movimiento, un santo decir sí. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se
precisa un santo decir si: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del
mundo conquista ahora su mundo.

Stuart Mills
John Stuart Mill cursó estudios superiores, científicos en Francia y jurídicos
en Inglaterra. Durante tres años (1865-68) fue miembro de la Cámara de los
Comunes de Inglaterra, desde donde apoyó, entre otras cosas, la inclusión de
las mujeres en el derecho al voto (el sufragismo femenino), escribiendo
además un libro titulado: Sobre la esclavitud de las mujeres (1869), todo lo
cual le ha hecho ganar un lugar de honor dentro del feminismo moderno.
Representante filosófico-científico del empirismo inglés y del liberalismo
político, escribió libros científicos, filosóficos y de economía que fueron
decisivos en la evolución y desarrollo de todas esas disciplinas. Expuso su
teoría ética por primera vez en su libro Sistema de la Lógica (1834) cuyo
libro VI, capítulo XII y último, se titulaba Sobre la lógica de la práctica o
del arte, incluyendo la moralidad y la prudencia, teoría desarrollada en su
libro El utilitarismo, que sería publicado en 1863, antes de emprender su
actividad política, que quedaría subordinada a los principios éticos expuestos
en dicha obra. Como precedentes en el utilitarismo tuvo a su padre, James
Mill y al también jurista, filósofo y político Jeremy Bentham[ii], de quien
pronto superaría la estrecha concepción del liberalismo-mercantilista en la
actualidad vigente como neoliberalismo, orientándose hacia un liberalismo-
emancipatorio cercano al socialismo. Su intención como pensador, político
y escritor era la de reformar el mundo y hacer mejor la Humanidad, en la
línea progresista abierta por el positivismo de Augusto Comte.

En la ética sostuvo el criterio utilitarista de buscar el máximo bienestar del


mayor número de individuos, la felicidad general (General Happiness) como
criterio y fin de la moralidad, apelando al sentido común de los seres
humanos para ser tenido como principio y guía de la acción.
Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los individuos, de cada uno,
depende de la de los demás. En la medida en que logro la felicidad de los
demás consigo también la propia, de manera que para un individuo resulta
útil lograr la felicidad del conjunto en el que se encuentra inmerso. Buscar
lo útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera distinta según el
uso que se haga de ellas. Un cuchillo en sí mismo no es ni bueno ni malo,
resultará bueno si le sirve al conjunto de los individuos para cortar pan o
tallar madera y malo si lo utilizan para matarse. Por tanto, lo malo es lo inútil
para conseguir la felicidad y lo bueno es lo útil para lograrla. No es correcto
decir que un cuchillo puede ser útil para matar, ya que el utilitarista, reserva
el calificativo de útil, tan sólo para aquello que, manejado de determinada
manera, proporciona bienestar al mayor número.
El utilitarismo obliga a repetir constantemente los juicios éticos, que serán
relativos al uso que se haga de las cosas, es decir, a las prácticas o conductas
que se desarrollen con ellas. La religión o la energía atómica no son ni buenas
ni malas, no puede establecerse para siempre la bondad o maldad de algo,
sino que depende, en cada caso, de los resultados prácticos. Resultará, las
más de las veces, que el utilitaristas calificará a las cosas, vinculadas siempre
a conductas, de buenas si resultan beneficiosas y malas si resultan
perjudiciales; resultando algunas de ellas buenas y malas a un mismo tiempo,
al depender de la utilización que se haga de ellas. Así, la energía atómica es
buena (útil, benéfica) en la medida en que proporciona iluminación a las
grandes ciudades y mala (perjudicial) en la medida en que permite fabricar
bombas atómicas o desechar residuos radiactivos al mar. Esta consideración
ética perdura en nuestros días con el nombre de pragmatismo el cual se
caracteriza por hacer depender el juicio ético de los resultados prácticos y así
medir la conducta bajo el criterio de su eficacia social.

MAX SHELER
La teoría objetivista de los valores de Max Scheler, expuesta en su obra Ética,
ve la luz en los inicios del siglo XX, como réplica a las posturas del
relativismo axiológico, al subjetivismo fácil y al empirismo rampante,
manifestando así una nueva misión de la autonomía, objetividad e
inmaterialidad de los valores. Dicha axiología se nutre de la formación ética
kantiana, rescatando el a priori de sus categorías cognitivas, para
transformarlo en un a priori emocional capaz de ser una vía de acceso en la
aprehensión de los valores. Scheler también recibe influencia de la filosofía
de San Agustín y de la “lógica del corazón” del filósofo Pascal. Pero la mayor
parte de su pensamiento se la debe a la fenomenología de E. Husserl en lo
que respecta a la intencionalidad de la conciencia que se proyecta sobre los
objetos. Scheler la convierte en intencionalidad emocional dirigida a los
valores.

¿Qué son los valores para Scheler?


Son instancias o cualidades objetivas, inmateriales e independientes de los
objetos. Estos son los soportes materiales de los valores, los cuales les
otorgan el carácter de bienes u objetos valiosos (catedrales, poemas, cuadros
de pintura). Pero los objetos no generan per se los valores. El valor belleza
por ejemplo, no se extrae por inducción empírica a partir de los objetos, sino
se le descubre realizado en el objeto. Scheler argumenta: ¿Con qué criterio
escogeríamos en los objetos las seguridades para alcanzar el significado de
lo bello? El valor precede al objeto, pero también – contra lo que creía Kant
– el valor moral de una conducta precede al deber y a la conciencia de la ley
ética.

La autonomía de los valores no sólo se refiere a los objetos, sino también a


nuestras apreciaciones, opiniones e intereses personales o de grupo. Es
célebre la sentencia Scheleriana: “Aunque nunca se hubiera juzgado que el
asesinato era malo, hubiera continuado el asesinato siendo malo. Y aún
cuando el bien nunca hubiera valido como bueno sería no obstante bueno”.
Con lo cual vemos que es completamente indiferente a la esencia de los
valores si un hombre o un grupo tienen valores o carecen de el los.

Esto significa que los valores no son solamente objetivos e inmateriales, sino
también absolutos e inmutables y no resultan afectados por los cambios de
los objetos. La traición de mi amigo o de mi amiga no altera para nada el
valor de la amistad. Si la actitud moral tradicional es afectada por un cambio
social revolucionario, los principios morales no sufren ningún
condicionamiento. Sólo se transforman las actitudes valorativas o el
conocimiento de los valores, pero no los valores per se.

¿Cómo se pueden acceder a los valores?

Según Scheler, los valores se aprehenden o descubren en los objetos y


acciones gracia a la intencionalidad afectiva, a la “percepción” emocional.
Hace suya la valorización de las cosas con arreglo a la logique du coeur (la
lógica del corazón) de Pascal: “El corazón tiene razones que la razón
desconoce”. Esto trata de un orden inmaterial que no es caprichoso ni
arbitrario y que está sujeto más bien a reglas muy precisas pero muy distintas
a la lógica intelectual, a la Lógica de la Razón
Para Sartre, el fundamento de la ética es el hombre, y el hombre no es otra
cosa más que un proyecto: “El hombre es ante todo un proyecto que vive
subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor,
nada existe previamente a este proyecto, nada hay en el cielo inteligible, y el
hombre será ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser”.
Por tanto la ética pende del proyecto del hombre. Lo que Sartre llama el
“para-si”, no es otra cosa que lo que el hace.
La moral, nos dirá Sartre, es asunto de humanos, y Dios no tiene que
intervenir en ello. La moral esta, en función de la realidad humana en tanto
que esta constituye su existencia. Así pues en última instancia, la ética
Sartreana encontrara su fundamento definitivo en la libertad. Pero, ?que es
la libertad? Según Sartre” dicho de otro modo no hay determinismo, el
hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe no
encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra
conducta. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresare diciendo que el
hombre está condenado a ser libre”.
Condenado, porque no se ha creado a si mismo, y sin embargo, por otro lado,
libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
En cuanto a la desesperación esta expresión tiene un sentido extremadamente
simple. Quiere decir que nos limitaremos a contar con lo que depende de
nuestra voluntad, o con el conjunto de probabilidades que hacen posible
nuestra acción.

Jean- Paul Charles Aymard Sartre,


Es un francés que nació en 1905 y murió en 1980, fue un filósofo, uno de los
representantes más influyentes del pensamiento existencialista y exponente
del marxismo. Llego a ser Premio Nobel de Literatura, pero lo rechazo.

“El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si


Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la
esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y
que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué
significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el
hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después
se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible,
es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se
haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para
concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino
tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como
solución, se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre
no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del
existencialismo Corriente Filosófica a la que perteneció Jean Paul Sartre.
Jean Paul Sartre formo parte de la filosofía existencialista, esta filosofía es
la corriente que coloca su atención en el análisis y la descripción rigurosa -
dependiendo el método fenomenológico- de la existencia.
El afán fundamental de esta corriente es poner al descubierto estructuras
constitutivas de el hombre, el cual es determinado esencialmente como un
ser abierto a la realidad del mundo, el cual se le presenta como un problema,
un enigma pero que le es inevitable en su quehacer y conocer. Es por eso que
las estructuras antropológicas, no solo sirven de comunicación con el mundo,
sino que son algo esencial que determina al hombre, ya que no es opcional,
a “habérselas con el mundo”, esto significa que el hombre tiene que disputar
ya que es una parte primordial, es parte del hombre. Entonces aquí tenemos
una primera determinación paradójica de la existencia: el mundo es una
sucesión inmediata de su realidad y se le presenta como enigma. La relación
con él es necesaria, y quebradiza, pues no se aporta el elemento que de
sentido y plenitud.
También se haya una segunda paradoja del existencialismo: la realidad de
este mundo se muestra con una luz cegadora, pero también, se aparece como
una áspera opacidad en cuanto su sentido y fundamento. Esto quiere decir
que la realidad de este mundo es mixta, y no tan benevolente, ya que se
muestra una luz cegadora, es el bien, con algún pero de por medio, y también
se habla de una áspera opacidad, entonces esta realidad es muy incierta, no
se sabe cuándo puede llegar la luz o la opacidad.
Propuesta ética de Sartre.
Sartre parte del problema del ser, analiza su conciencia y de ahí proyecta su
filosofía. Con lo sensible y lo material es como se identifica el ser del
fenómeno. Según el principio husserliano de la intencionalidad, “toda
conciencia es conciencia de algo”, la conciencia se proyecta hacia algo
exterior de ella, no se queda al interior, nos lleva hacia un objeto exterior,
hacia un objetivo, pero la conciencia es un vació de lo sensible o exterior a
la cual está orientada. Pero cuando se conoce al objeto se aniquila, por la
intencionalidad hacia lo exterior, aniquila los objetos y crea distancia entre
objeto y conciencia.

El ser-para-si es la conciencia libre e indeterminada por el mundo del ser, y


el ser en si es todo aquello que no tenga conciencia, el ser para si no conoce
nada, es nuestra percepción con un fin, elige y actúa. Sartre dice que “a
conciencia se elige a sí misma como deseo”; esto significa que la conciencia
en realidad se crea por medio de sus elecciones.
“El hombre está condenado a ser libre”, Sartre decía que la existencia
precede de la esencia, es decir, que el ser humano existe antes que nada, que
no hay naturaleza humana, no hay un dios el cual tenga conciencia de ello,
el humano existe por la suma de sus actos.
“El hombre está siempre fuera de sí mismo: solo proyectándose y
perdiéndose puede hacerse existir. Por otra parte al perseguir fines
trascendentes puede el mismo existir. Así el hombre se sobrepasa a sí mismo
y puede captar los objetos solo en relación con este sobrepasarse a si mismo:
él es el corazón y el centro de su auto trascendencia”, esto nos quiere decir
que el hombre crea sus propios ideales, trascendentes, que trascienden en el
mundo (el ser) pero que son el centro de su propia trascendencia.

NICOLAI HARTMANN (1882 – 1950) fue oriundo de la


ciudad de Riga, frecuentó en su juventud el Instituto de Humanidades en
Leningrado, estudió Medicina y Filosofía en Tartu, en Leningrado y en
Marburg am Lahn, universidad esta última donde fue profesor adjunto de
Filosofía con Cohen y Natorp. Sirvió como soldado raso durante la Primera
Guerra Mundial donde fue herido de gravedad.
En 1920, fue nombrado catedrático en la universidad de Marburg, luego, en
1925, en la de Colonia (ahí fue colega de Max Scheler); en e! año 1931, ganó
la cátedra de Filosofía por concurso, en ¡a universidad de Berlín (donde fue
testigo del desastre de 1945 y la virtual destrucción de la ciudad) y, a partir
de 1945, en la universidad de Gotinga, ciudad en la cual falleció el 9 de
octubre del año 1950.
Aún cuando Nicolai Hartmann ha influido fuertemente en la Filosofía actual,
fue no obstante, personalmente, un conservador.
Rechazó la tecnología moderna: el automóvil, el teléfono y hasta la máquina
de escribir. Escribía sus extensas obras a mano y, manuscritas,
las llevaba él mismo a la imprenta. Fue un hombre de una austeridad
proverbial: dormía sobre un sofá, costumbre que le venía de su casa paterna
cuando era un niño o un adolescente y como único adorno de su cuarto de
trabajo tenía colgado en la pared un cuadro de su ciudad natal, Riga, capital
de Letonia.
En Filosofía, estimaba altamente la herencia de los antiguos maestros,
especialmente la de los pensadores griegos y veneraba, por encima de todo,
al gran Aristóteles, el Estagirita, el Filósofo por excelencia.
Consideraba a la filosofía existencial de Heidegger y de Sartre una moda
pasajera. No comprendía en absoluto a los que él denominaba “hombres del
yo”, que tanta importancia se dan a sí mismos y han pretendido poner el
miedo a la muerte (Angst), sistemáticamente sugerido e histéricamente
exagerado, en el centro mismo de la existencia. Rechazaba el culto
semirreligioso que ya comenzaba a practicarse entre los existencialistas.
Tenía tal confianza en el espíritu, que no quiso desacreditar el pensamiento
lógico por la interferencia del sentimiento, de la palabra o de la acción.
Estaba íntimamente persuadido que cada época vive del espíritu atraviesa y
configura la Historia de la Humanidad. Sus principales obras
fueron: Metafísica del conocimiento: dos volúmenes, 1921; Etica.,
1926; Ontología III: la fábrica del mundo real, 1940.

La Metafísica del conocimiento.


Por influencia de Franz Brentano, el gran aristotélico, se produjo un
alejamiento de Kant y del kantismo y un progresivo retorno a la metafísica.
En esta primera época del siglo XX, escribió Peter Wust su “Resurrección
de la Metafísica (1920) y Heinrich Keler anunció la “Metafísica resucitada”
(1821). Este es también el tiempo en que escribió Hartmann su obra
“Metafísica”, que él consideró como su más importante realización.
a) ¿Mundo externo? Es un verdadero cuento de hadas de los neokantianos el
afirmar que somos nosotros mismos, por el conocimiento, los que
producimos todos los objetos, a través de las dos intuiciones fundamentales
de espacio y tiempo y las doce categorías, La experiencia nos muestra
justamente lo contrario: las cosas, los objetos no se preocupan para nada de
si son conocidos o no. Aun cuando el conocimiento se transmite por
imágenes, él no nos da noticia de imágenes, sino de la realidad captada a
través de las imágenes. Convocamos el mundo externo en la medida en que
éste cae dentro de la esfera de luz del límite de nuestra “obyección” o
introyección del objeto.
Pero por nuestra “tendencia a la adecuación”, propia de nuestro espíritu,
buscamos prolongar cada vez más la esfera luminosa hacia la penumbra
colindante. Un conocimiento pleno no nos será nunca concedido; por ello, el
azar, el absurdo, la fatalidad, el mar e! error y la magia permanecerán
siempre en el mundo, no podrán ser nunca totalmente erradicados.
Aparte del conocimiento, existen tres “vías emocionales” que nos conducen
al mundo externo:
1o el dolor de las cosas, que nos oprimen duramente, nos fuerza
necesariamente al reconocimiento de esa realidad;
2° el manejo, la elaboración y el trato con las cosas, nos muestra sus
propiedades reales,
3o el luchar, proyectar, esperar en el mundo que nos rodea y nos determina
se nos presenta a menudo a través de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Quien considera estas tres vías no puede ya pensar en el mundo como mera
“representación” o “esencia”.
b) Las capas o estratos del ser. Nicolai Hartmann supuso cuatro capas del
ser, las que, con su mutua “sobreformación” y “sobreconstrucción
constituyen la totalidad de la realidad:
1) Las cosas inanimadas forman la capa fundamental, de que traía la Física;
2) Los seres “avivados”, es decir, con vida; forman la capa de lo biológico;
3) Los seres “animados”, vale decir, con alma, forman, gracias a sus
experiencias conscientes, la capa de lo psicológico;
4) Los seres espirituales, por la conciencia de sí mismos y por el
pensamiento, forman la capa de lo espiritual.
Las capas del ser no pasan lenta y progresivamente unas a otras sino que lo
que hay son más bien “simas” o hiatos del ser. Ello no quiere decir, sin
embargo, que existan separadas unas de otras. Hay, más bien, seres
“unistráticos” como las rocas, las montañas y los guijarros, seres
“bistráticos” como las plantas y todo el reino vegetal, seres “tristráticos como
los animales y, por último, seres “cuatristráticos” o “tetrastráticos” (seres
humanos).
Cada capa o estrato del ser y, consiguientemente, cada ciencia especial posee
sus categorías propias. Lleva, por ejemplo, a confusión el pretender describir
la realidad de lo vivo con las categorías de la mecánica. Así como los pisos
de una casa estriban unos sobre otros de modo que el piso superior no puede
estar nunca sin el inferior, lo mismo sucede con las capas de! ser. Se sigue
de ahí que, por ejemplo, lo biológico puede darse sin ¡o espiritual, pero la
inversa no es posible Y también se sigue que lo que por su jerarquía es lo
más alto, es en la realidad lo más débil, siendo lo más bajo a ¡a vez lo más
fuerte.
Esta teoría de los estratos, tan cara a Hartmann, representa realmente una
visión intuitiva de su autor, pero pone seriamente en peligro la unidad de!
ser humano. Hartmann se halla así de nuevo ante el problema de Descartes
de la manera cómo, con estos “hiatos”, es posible que el cuerpo obre sobre
el alma y el alma, sobre el cuerpo.
c) La filosofía del espíritu. Puesto que la física, la Biología y la Psicología
ocupan íntegramente las tres capas inferiores, la última capa la espsritual,
conforma el verdadero núcleo de la Filosofía.
Nicolai Hartmann distingue un triple espíritu:
1) El Espíritu “Personal”, que es el espíritu de cada hombre. La
conciencia, que tiene de común con el animal, sólo pasa a ser espíritu cuando
el mismo yo se contrapone a! mundo y se aprehende en su peculiaridad. Sólo
la acción libre, determinada por los valores, constituye la verdadera y única
dignidad del hombre.
2) El Espíritu “Objetivo” es el espíritu del tiempo, que nos envuelve como
la atmósfera, por el que respiramos y obramos . Nadie puede sustraerse al
espíritu del tiempo, que penetra en cada hombre a través de la Historia y la
Ciencia, el Derecho y la Ética, la Moral y la Religión. Sin embargo, el
espíritu de! tiempo no es una sustancia en el sentido hegeliano sino que
requiere, para vivir, la influencia y acción del espíritu “personal”.
3) El Espíritu “Objetivado” ya no vive, sino que está petrificado en
las obras de la literatura y el arte antiguos. Todas las obras de nuestra cultura
poseen, aparte del fondo real “aparente” o de primer plano, consistente en
piedras, sonidos o frases, otro trasfondo “irreal” en cuanto en ella pervive,
en cierto modo aún, es alma de que nacieron.
Este espíritu fijado, estereotipado, anquilosado, necesita, por tanto, del
espíritu “personal” para tornarse, gracias a él, espíritu vivo.
Si el individuo humano es lo bastante fuerte, si tiene verdadero liderazgo,
impondrá su modo de ser; de lo contrario, sucumbirá a So antiguo, lo arcaico,
lo anterior. De ahí, la razón verdadera y profunda de la división entre
conservadores y progresistas, presentes en todos los Estados a través de la
Historia y para siempre.
Es el espíritu quien define a la humanidad y su obra queda plasmada por
acción del espíritu, en sus diversas manifestaciones.
La Ética
Hartmann intentó, en su Ética, conciliar a Kant y a Scheler: quiere fundar
una ética de bienes que tenga, no obstante, absoluta validez. La Ética de
Hartmann fue considerada, en su momento, la más extensa y la más
elaborada de su época.
1. Ética absoluta de bienes.- Es menester suponer un reino propio de
valores eternos e inmutables que existan, en el sentido de las ideas
platónicas, en un modo de ser propio, por encima del mundo
perecedero ¿Cómo franquear el abismo, el hiato, entre este mundo real
y el reino ideal de ios valores? El puente es el hombre, que por su capa
óntica superior se alza hasta el reino del espíritu y se halla, a la par
ligado por sus capas inferiores a todas las realidades de este mundo.
El hombre es así, el administrador de! “deber ser” ideal, la puerta de
entrada al bien el que da sentido al mundo, Sólo él es capaz de hacer
descender del cielo los valores y realizarlos sobre la Tierra. Si él
llegara a faltar, el bien jamás se haría realidad.
Pero ¿cuándo es moral la acción del hombre?. Sólo lo es cuando procede de
la libertad.
Como la libertad es posible que alguna vez falle, Dios, que no puede
fallar, no es, por tanto, libre.
¿Existe realmente la libertad?
Si se mira la acción humana en las capas inferiores, no hay libertad pero si
se mira a los valores a los que ella está dirigida, si existe la libertad, Pero, no
basta para la moralidad de una acción que ella esté dirigida meramente a un
valor sino que la moralidad consiste esencialmente en preferir el valor
superior al inferior. Obra así moralmente el que se decide siempre por lo
mejor, por lo preferible.
Por ello, ningún valor puede ser perseguido sólo por razón de sí mismo. Si
se obra sin miramiento alguno a los restantes valores, se producirá
necesariamente una verdadera “tiranía del valor”: una veracidad hasta el
propio aniquilamiento, una justicia hasta el fanatismo, una fidelidad hasta la
insensatez, una honestidad hasta la locura, una lealtad hasta la pérdida de sí.
valores que llevan por su terrible tiranía, a estados de desvalor o
desesperación.
Es menester, además, tener presente que la altura y la fuerza del valor se
hallan en proporción inversa. Por ello, un pecado contra un valor Inferior
(por ejemplo, matar a un hombre) puede ser un crimen mayor que e\ pecado
contra un valor superior (por ejemplo la limitación de la libertad).
El objeto de la Ética llega, a pesar de todas las dificultades, a una síntesis
armónica de valores.
1. Ética y Religión.- Hasta hoy se había procurado unir Ética y
Religión.
Nicolai Hartmann las tiene por antítesis irreconciliables y enumera
cinco antinomias:
2. La orientación de la Religión hacía el más allá traspone a este todos
los valores, traicionando así el más acá y cometiendo una verdadera
fuga del mundo.
La Ética pretende realizar los valores aquí en la Tierra y considera inmoral
la fuga de! mundo, la que la religión denomina ascesis;
1. La Religión declara la voluntad de Dios corno el mandamiento
supremo a la que deberá someterse toda voluntad humana. La Ética,
en cambio, mira al hombre como lo supremo y ve en aquella
subordinación una traición;
-La Religión propugna la heteronomía, la Ética, la autonomía.
-La Religión fija, por medio de la providencia divina, el destino del hombre;
la Ética pide absoluta libertad,
-La Religión predica la redención de nuestros pecados y faltas; la Ética ve
en la redención la inhabilitación y el rebajamiento del hombre que no
quiere ya responder de sus actos.
En nombre de la Ética había postulado Kant la existencia de Dios: Ahora en
nombre de la misma Ética, postula Hartmann que no hay Dios. Es, desde
luego, sorprendente que dos pensadores lógicos tan eminentes saquen de las
mismas premisas conclusiones opuestas. Pareciera, pues, que las
conclusiones no se obtienen sólo con el entendimiento o el pensamiento
“lógico” sino también con la ideología entera.
Pero tampoco es la Ética de Hartmann un término sino sólo un camino medio
Apuntemos, a título personal, sólo algunos elementos:
1) El reino de los valores”. Los valores contenidos en este reino son
abstracción vacía. Nosotros, los seres humanos, no aspiramos al “valor” de
la comida, de la vida o de! dinero sino a la comida, a la vida y al dinero
mismo. No se deben separar ser y valor. Como lo hacen Kant y Hartmann,
sino que es menester considerarlos en su ser real, tal como lo hicieron Platón,
Aristóteles y iodos los pensadores medievales.
2) La preferencia. ¿Es sólo mora! una acción cuando escojo lo mejor?
¿Es lo mejor siempre lo más moral?. Indudablemente, resulta mejor darle a
un mendigo un traje de lana en pleno invierno que entregarle unas cuantas
monedas para que compre pan. Pero ¿no es también mora! la más pequeña
ayuda que procede de un corazón generoso y bueno? ¿No dijo Cristo que la
mejor acción fue la de aquella pobre viuda que entregó los pocos centavos
que tenía y que constituían todo su haber, frente a las importantes limosnas
de los fariseos? ¿Tendrá que seguir siendo lo mejor enemigo de lo bueno?.
3) Heteronomía: Cuesta poco decir” ¡No seas receptor de las órdenes de
Dios”! pero ¿no es el ser humano, la persona, según Hartmann, un verdadero
“receptor de órdenes” de una especie de central anónima de valores? En
realidad, no ha hecho nuestro autor sino cambiar al Señor personal (divino)
por otro señor objetivo impersonal y, por supuesto, no divino (¿inferior?).
4) Redención: ¿No es posible que un ladrón o un criminal vea lo antisocial
de su acción, se convierta íntimamente, adquiera un nuevo carácter honrado
y se arrepienta de su comportamiento anterior? ¿Es eso no humano? ¿Todo
delincuente cumplida su peno de cárcel, necesariamente recae en su mala
acción siempre? La redención no es, pues, exclusiva de la Religión.
La superación de la acción inmoral es siempre posible (aun cuando no se
considere muy frecuente) y es ella el presupuesto de la amnistía, que el
pensamiento religiosos denomina redención.
Lo que resulta inhumano y repudiable es construir monstruos para luego
darse el gusto de “desenmascararlos” y denunciarlos!

Freud, Sigmund: (1856 - 1939) Médico neurólogo, inventor


del psicoanálisis.
Nacido en Freiberg (Moravia) en 1856, primer hijo del
segundo matrimonio de su padre, Jakob, un comerciante en lanas judío. Se
trasladó con su familia a Viena en el 1959 donde vivió hasta 1938, momento
en que se exilió a Londres huyendo de la persecución nazi. Entre 1860 y
1872 realizó los estudios primarios y secundarios, interesándose más por las
relaciones humanas que por los estudios científicos. A raíz de
una conferencia sobre el poema de Tobler «Sobre la naturaleza» (atribuido a
Goethe), decidió inscribirse en la facultad de medicina (1873), interesándose
particularmente en las Ciencias de la Naturaleza de orientación darwiniana,
por entonces muy en boga. Bajo la dirección de sus maestros Ernst Brücke y
Theodor Meynert realizó trabajos de investigación en fisiología y publicó
algunos artículos en el boletín de la Academia de Ciencias, cambiando
definitivamente su nombre Sigismund por Sigmund. En 1881 obtuvo su
título de doctor en medicina, especializándose en neuropatología. En este
periodo se interesó por los efectos terapéuticos de la cocaína (1884 - 1885).
En 1885 asiste en el hospital de la Salpétrière (París) al tratamiento de la
histeria por la hipnosis, que realizaba el doctor Charcot. Los efectos
espectaculares de este tratamiento, que afectaba a las capas profundas del
psiquismo de los enfermos, le orientan hacia el descubrimiento del
inconsciente.
Freud ve la necesidad de los hombre por ser feliz y a partir de ello ve las
contradicciones que han mantenido los pensadores al tratar de buscar la
felicidad en términos prácticos o abstractos, porque cuando se enfocan a
buscar fundamentos o medios para que el hombre alcance la felicidad,
siempre se tiende a proponer una solución para un determinado grupo de
hombres, pero cuando se plantea como una posible globalización ética, se
esta aniquilando a la misma ética y también se esta perjudicando al hombre,
pues en vez de encontrar igualdad, lo que se esta generando es una
inconformidad aún mayor que la anterior. La felicidad desde la ética de Kant
no se puede lograr porque si el hombre es quien se plantea los deberes ¿acaso
este mismo no los puede desobedecer, siendo él mismo el que hace sus
leyes?, sólo queda en pensar que la vida feliz no se logra sin el hombre no es
por sí mismo EI súper-yo cultural ha elaborado sus ideales y erigido sus
normas. Entre éstas, las que se refieren a las relaciones de los seres humanos
entre sí están comprendidas en el concepto de la ética. En todas las épocas
se dio mayor valor a estos sistemas éticos, como si precisamente ellos
hubieran de colmar las máximas esperanzas. En efecto, la ética aborda aquel
punto que es fácil reconocer como el más vulnerable de toda cultura. Por
consiguiente, debe ser concebida como una tentativa terapéutica, como un
ensayo destinado a lograr mediante un imperativo del súper-yo lo que antes
no pudo alcanzar la restante labor cultural. Ya sabemos que en este sentido
el problema consiste en eliminar el mayor obstáculo con que tropieza la
cultura: la tendencia constitucional de los hombres a agredirse mutuamente;
de ahí el particular interés que tiene para nosotros el quizá más reciente
precepto del súper-yo cultural «amarás al prójimo como a ti mismo». La
investigación y el tratamiento de las neurosis nos ha llevado a sustentar dos
acusaciones contra el súper-yo del individuo: con la severidad de sus
preceptos y prohibiciones se despreocupa demasiado de la felicidad del yo,
pues no toma debida cuenta de las resistencias contra el cumplimiento de
aquéllos, de la energía instintiva del ello y de las dificultades que ofrece el
mundo real. Por consiguiente, al perseguir nuestro objetivo terapéutico,
muchas veces nos vemos obligados a luchar contra el súper-yo,
esforzándonos por atenuar sus pretensiones. Podemos exponer objeciones
muy análogas contra las exigencias éticas del súper-yo cultural. Tampoco
éste se preocupa bastante por la constitución psíquica del hombre, pues
instituye un precepto y no se pregunta si al ser humano le será posible
cumplirlo. Acepta, más bien, que al yo del hombre le es psicológicamente
posible realizar cuanto se le encomiende; que el yo goza de
ilimitada autoridad sobre su ello. He aquí un error, pues aun en los seres
pretendidamente normales la dominación sobre el ello no puede exceder
determinados limites. Si las exigencias los sobrepasan, se produce en el
individuo una rebelión o una neurosis, o se le hace infeliz.

La ética de Jesús de Nazareth, alude a los principios morales que


Jesús proclama para quienes le quieran seguir como discípulos. Se trata,
según el sentido profundo de las llamadas "bienaventuranzas", de establecer
una ética de la bondad que incluye, sin duda, la observancia de una moral
jurídica, pero que la desborda totalmente. Pues no se trata sólo de ser un
hombre "justo", sino, ante y sobre todo, un hombre misericordioso. Si, como
ya adelantaron los filósofos griegos, la justicia constituye la piedra angular
que deberá regir el comportamiento de la vida ciudadana, la misericordia
coloca al hombre en general ante su ilimitada libertad y su capacidad de
perdonar todo acto que se cometa contra cada uno de nosotros, sin que para
ello tenga que exigir contrapartida alguna; elevando a categoría suprema de
la acción individual "el perdón de los enemigos", "le amar a quienes nos
ofenden", a vivir en un amor sin límites que no puede ser destruido por nada,
ni por nadie.
La Ética de Jesús está unida indisolublemente a la moral del Reino de Dios
proclamado por Jesús y es un tanto complicada: predica valores absolutos,
propios del judaísmo de su momento y en plena consonancia con la Biblia,
por ejemplo, el valor absoluto del Decálogo, el mandamiento del amor
fundado en el texto del Levítico 19,18 (“Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”), la imitación de Dios que es bueno tanto para los justos como para
los perfectos (cf. Mt 5,48: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial”) y lo que eran los preceptos del judaísmo común de
su época, etc.
Pero lo que más destaca en esta moral es una serie de normas que afectan al
seguimiento de Jesús y la preparación para la venida del Reino de Dios que
están pensadas para unos instantes determinados. Como veremos
simplemente por su exposición estas normas son absolutamente interinas,
exigentes y quizás imposibles de cumplir, válidas sólo quizás para las
vísperas inmediatas de la llegada del Reino, que no podía prolongarse
durante mucho tiempo.

En líneas generales puede afirmarse que la proclama del Reino de Dios pide
obediencia absoluta: la exigencia del seguimiento a lo que predica Jesús es
radical y total: "El que echa mano al arado y sigue con la vista atrás no vale
para el Reino de Dios" (Lc 9,62; cf. 12,46). El reconocimiento de la validez
de la predicación de Jesús y la respuesta adecuada a ella constituyen la moral
del Reino: la base es la Ley; lo específico, la moral del seguimiento a lo
proclamado para prepararse a la venida de aquél.

Son tres estas normas:


1. Desprendimiento absoluto de todos los bienes necesarios para el
sustento, unido a ataques violentos contra los ricos. Es más Jesús exige a los
que quieren ir tras él la venta de estos bienes: “Mat 19:21 Jesús le dijo: «Si
quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás
un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme” = Lc 18, 25 con el añadido de
“¡Cuán difícil es que entren los que tienen riquezas en el Reino de Dios”).

Las invectivas contra los ricos son variadas. Pongamos sólo un par de
ejemplos: Lc 16,19-31: parábola del pobre Lázaro, que va al cielo y el rico
epulón, que va al infierno o los ayes contra los adinerados como el de Lc
6,25: “Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto”.

2. En segundo lugar, la no exaltación del valor del trabajo como


creatividad necesaria en este mundo. En Lc 12,22 se lee que Jesús dijo a
sus discípulos: “Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida,
qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis [...] fijaos en los
cuervos que ni siembran ni cosechan; que no tienen ni bodega ni granero, y
Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!".

El comunismo de consumo de bienes que practicó la comunidad primitiva


jerusalem, tal como nos lo transmiten los Hechos (2,42-47; 4,32-35), tuvo su
fundamento en los dichos de Jesús que basaban la perfección del discípulo
en la venta de sus bienes y la entrega de éstos a los pobres esperando -sin
trabajar, sólo preocupados de la oración- la venida del Juez.

3. El poco aprecio por los vínculos familiares. Esto se muestra en ciertos


dichos auténticos de Jesús. "Éstos son mi madre y mis hermanos: quien
cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre". se
halla la dura sentencia de que "los muertos deben enterrar a sus muertos", lo
que suponía algo insólito en el ambiente palestino del s. I.

El desligamiento de los vínculos familiares en el seguimiento de Jesús está


expresado con mayor claridad aún en "Caminaba con él mucha gente y
volviéndose les dijo: Si alguno viene donde mí y no odia (es decir, "se
desprende", "estima en menos") a su padre, a su madre, a su mujer, a sus
hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida no puede ser
discípulo mío".

Como se puede observar fácilmente, estos preceptos, o consejos -que


prescinden de los bienes de la tierra, que no exhortan precisamente al trabajo,
que no fomentan los lazos familiares-distan mucho de poder ser cumplidos
en un mundo que dura y continúa: están evidentemente pensados para el
ínterin, para esos momentos anteriores a la irrupción del Reino, con su
cambio total de valores. Tal ética no puede elevarse a categoría de ley
intemporal. Por ello Albert Schweitzer la denominó “ética interina”.

La ética de Jesús puede considerarse sin ambages como profética,


encardinada en la exigente predicación de los profetas de Israel que deseaban
preparar al pueblo para la "visita" divina, es decir, la llegada del reino de
Dios.

A pesar de lo extrema que es, parece evidente que esta ética especial de Jesús
no representa ninguna oposición a la ley de Moisés, sino todo lo contrario.
De ningún modo podemos obtener de la ética de Jesús ninguna idea o
impresión de que estamos ante un personaje que implícita o explícitamente
esté pregonando alguna ética novedosa con la autoridad de un poder personal
divino. Más bien tenemos la impresión de que Jesús predica una ética del
reino divino al servicio del Dios de Israel de quien es un heraldo obediente
y sumiso.

CONFUCIO.
Confucio fue gran pensador y educador de los últimos tiempos del período
de los Reinos Combatientes (770-476 a. C.), fue el fundador de la escuela
filosófica conocida como confucianismo.
Confucio, gran sabio del pasado, vivió en la China antigua hace más de dos
mil quinientos años, cuando en Europa habían comenzado a despuntar las
culturas de Esparta y Atenas, y Rómulo fundaba la ciudad de Roma.
Confucio viajó, de ducado en ducado, intentando ponerse en servicio de los
grandes señores para poner en marcha su ideal. No obstante, el destino fue
tan severo con él que en ningún lugar tuvo éxito, debido a que aquellos
señores feudales sólo aspiraban a satisfacer sus propios intereses o a expandir
su tiranía. Tras una larga búsqueda de catorce años, el Maestro, ya senil
regresó a su tierra, el ducado o el reino de Lu, para dedicarse a una misión
que coincidía con la Voluntad del Cielo: la redacción de los Clásicos, que
consistía no sólo en continuar con la antigua tradición humanista, sino
también en proyectar un nuevo diseño de futuro. Confucio fue en su época
una luz que iluminó tanto el pasado de la oscuridad del olvido, como el
porvenir de una penumbra de incertidumbre.
La ética confuciana se refleja principalmente en sus conceptos de Ren y Li.
Ren y Li son los dos conceptos centrales de la doctrina de Confucio sobre
los seres humanos.
Cuando su discípulo Fan Chi le preguntó sobre el sentido de Ren, Confucio
respondió: Ren significa ''Amar a los hombres''. Esta es la principal
interpretación de Confucio con respecto a Ren. Amor por los hombres
significa amor universal. Pero además el filósofo enfatiza en que este tipo de
amor ''comienza con el amor a los padres''. Para él nadie puede amar a los
demás si no ama a sus propios padres.
Para Confucio la ''piedad filial y los deberes fraternales'' son la esencia de
Ren.
Para Confucio Ren significa el amor universal. ¿Cómo debe amarse la gente?
Dice Confucio: ''Debemos saber que otras personas pueden desear lo mismo
que nosotros. Satisface tus deseos y permite que otros satisfagan los suyos''.
Y también: ''No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti''.
Así, a partir del amor hacia uno mismo, se ama a la familia; a partir de la
familia a la sociedad, hasta desplegar el amor hacia todos.
Un gran letrado confuciano, es quien mejor resumió el significado de Ren:
''Amar a los padres, amar a los demás, amar a todos en el mundo''.
Hoy, la doctrina confuciana de ''no le hagas a los demás lo que no quieras
que te hagan a ti'', sigue estando vigente entre los seres humanos.
La noción de Li hace referencia a los ritos, las tradiciones y las normas de la
vida social. De entre todos ellos, para Confucio los ritos funerarios y la
reverencia a los ancestros son los más importantes porque nacen de los
sentimientos humanos. Dice Confucio: ''Un niño no debe abandonar el
regazo de sus padres hasta que tiene tres años.''
De esta forma, nace naturalmente el amor entre los hijos y sus padres. El rito
de guardar luto por los padres fallecidos durante tres años es expresión del
amor y el recuerdo del hijo hacia ellos. (Cuando Confucio falleció, sus tres
mil discípulos guardaron luto durante tres años, mientras Zigong, durante
seis años, porque cuando el maestro estaba enfermo él no pudo ir a verlo).
Confucio puso un gran énfasis en Li con objeto de preservar el orden social,
la estabilidad y la armonía. Se afirma en Analectas: ''La función de li es
mantener la armonía entre los hombres''.
Li posee, asimismo, implicaciones filosóficas. Los individuos gozamos de
una esperanza de vida limitada, más la vida de la naturaleza es eterna. Los
padres le otorgan a sus hijos el don de la vida que perdura en los hijos de los
hijos. De este modo, una existencia particular limitada se funde con
perdurabilidad de la naturaleza; de la misma manera, el sueño individual de
una vida eterna se puede hacer realidad. A través de los ritos funerarios y de
adoración a los ancestros, las personas experimentamos la continuidad de la
vida, y apreciamos su valor y su verdadero significado, lo que nos
proporciona un profundo consuelo.
Antes de Confucio, tan sólo la nobleza tenía derecho a la educación. Él fue
el iniciador de la enseñanza privada en la historia china. Según los registros
históricos, Confucio se dedicó a la enseñanza durante muchos años y llegó a
tener tres mil discípulos. De ellos 72 fueron sobresalientes en distintos
terrenos. Gran educador, Confucio se ha ganado la admiración de las
generaciones postreras y el apelativo de ''maestro sagrado entre los maestros''
La Ética para CONFUCIO, luchó contra la idea de una sociedad
feudal, buscó una manera de vertebrar la sociedad de forma que los puestos
de responsabilidad fuesen ocupados por el "hombre de moral superior". Un
concepto sin duda revolucionario, tanto en su época como en nuestros
tiempos.

En el Confucianismo, tanto el hombre como la sociedad en la que vive, son


una pequeña parte del universo. El universo está inmerso en un orden, en una
armonía.
Cualquier intento de romper esta armonía genera problemas, en este punto
coinciden con el Taoísmo. De alguna forma, este concepto genera un
sentimiento de predestinación.
Ejemplo de la unidad didáctica - La Ética Confuciana

CINCO PRINCIPIOS CLAVES CONFUCIANOS ("El contenido de la


tradición deliberada"):
1. Educación, Ritual (Li)
"Estudia como si nunca fueras a aprender bastante, como si temieras olvidar
lo aprendido"
2. Humanidad (Ren)
"El autodominio y os ritos traen la Benevolencia (Ren)... La benevolencia
proviene de uno mismo, no de los demás".
"Ren consiste en amar a los demás".
3. Hombre superior (Chun Tzu)
"El hombre superior está centrado en la justicia, el vulgar en el beneficio".
La idea del verdadero caballero, es el hombre que vive con las normas éticas
mas elevadas.
4. Poder (Te) "el poder por el que se rigen los hombres"
El bien no se implanta en la sociedad ni por la fuerza ni por la ley, sino por
la influencia de las personas admiradas y respetadas. Si el líder es inepto, la
sociedad no funcionará.
5. Las artes de la paz (Wen)"Orientemos la voluntad hacia el buen camino,
agarrémonos a la virtud, armonicémonos con la benevolencia, descansemos
en el arte."

La ÉTICA BUDISTA
A diferencia de otras religiones, en el budismo los preceptos éticos existen
no como imposición sino como guías de práctica. Su importancia es
fundamental pero a la vez deben estar sometidos a la indagación personal.
Por tanto, a nivel global existe siempre un debate continuo en referencia a
cuestiones siempre de actualidad y en donde no hay una postura unilateral.
La comunidad budista se divide entre monjes y laicos. Los monjes están
obligados a seguir más de 250 normas de disciplina, cuyo quebrantamiento
es penado en diferentes grados que van desde la confesión pública hasta la
expulsión de la orden monástica. Este camino estricto de reglas se llama
Vinaya y es una de las tres grandes secciones del Canon budista.
Los Laicos observan por su parte sólo cinco preceptos. Vivir es actuar, y
nuestras acciones pueden tener consecuencias tanto perjudiciales como
beneficiosas para uno mismo y los demás. La ética budista se refiere a los
principios y prácticas que ayudan a uno a actuar en formas que ayuden en
vez de hacer daño. Los preceptos no son reglas o mandamientos, sino los
principios de la formación, que se llevan a cabo libremente y con la
necesidad de poner en práctica con inteligencia y sensibilidad. La tradición
budista reconoce que la vida es compleja y arroja muchas dificultades, y no
sugiere que no hay un solo curso de acción que sea justo en todas las
circunstancias. En efecto, en lugar de hablar de acciones que son correctas o
incorrectas, el budismo habla de la destreza de ser (kusala) o torpe (akusala).
LOS CINCO PRECEPTOS
1. No matar o causar daño a otros seres vivos. Este es el principio ético
fundamental para el budismo, y todos los demás preceptos son elaboraciones
de este. El precepto dice que hay que evitar la violencia siempre que sea
posible, lo cual hace que muchos budistas sean vegetarianos por este motivo.
La contrapartida positiva de este precepto es el amor.
2. No tomar lo no dado. El robo es una forma obvia en la que se puede dañar
a otros. Uno puede también aprovecharse de la gente, explotarlos o
manipularlos. Todos estos pueden ser vistos como formas de tomar lo no
dado. La contrapartida positiva de este precepto es la generosidad.

3. Evitar la Mala Conducta Sexual. A través de los siglos diferentes


escuelas budistas han interpretado este precepto en muchos aspectos, pero
básicamente significa no causar daño a uno mismo o a otros en el área de la
actividad sexual. Incluye eludir los compromisos de ruptura en el ámbito de
las relaciones sexuales, y evitar alentar a otros a hacer lo mismo. La
contrapartida positiva de este precepto es la alegría.
4. Evitar el Lenguaje Falso. El lenguaje es el elemento crucial en nuestras
relaciones con los demás, y sin embargo, el lenguaje es un medio
resbaladizo, y muchas veces nos engañamos a nosotros mismos y a otras
personas sin darnos cuenta de que esto es lo que estamos haciendo. La verdad
es la parte positiva de este precepto, por lo tanto, es esencial para una vida
ética. Sin embargo, la veracidad no es suficiente, y en otra lista de preceptos
(los diez mandamientos o los dharmas diez kusala) no menos de cuatro
preceptos del habla son mencionados, ordenando a los demás de que nuestro
discurso debe ser amable, servicial y armonioso.
5. La Abstinencia de Alcohol y Drogas que Nublan la Mente. La
contrapartida positiva de este precepto es la atención, o la conciencia. La
atención plena es una cualidad fundamental para desarrollar el camino del
Buda, y la experiencia muestran que el tomar bebidas embriagantes o drogas
tiende a ser directamente contraproducente para ello.
Para lograr en gran parte cumplir con los preceptos solo tenemos que ser
auténticos, y lo demás va llegando por causa y efecto, lo mas difícil es ser
sincero con nosotros mismos, atención observación practica y más práctica.

Ética de la MADRE TERESA DE CALCUTA.


“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero
el mar sería menos, si le faltara una gota.”
Agnes Gonxha Bojaxhiu, nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje
(Macedonia), entonces perteneciente al Imperio Otomano. Nacida en el seno
de una familia católica albanesa, la Madre Teresa de Calcuta recibió desde
muy pequeña las enseñanzas religiosas de su madre.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de
amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de
las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de
la amistad con Dios.
Ella practica lo que predica. Defiende un camino de sencillez que cualquier
persona puede seguir. La Madre Teresa, conocida en todo el mundo por su
incansable trabajo en favor de los pobres, los enfermos y los moribundos,
dedicó su vida a dar esperanza a los desheredados en más de ciento veinte
países. Nos inspira la manera de trasladar nuestras creencias espirituales a
nuestras acciones cotidianas. ¿Cómo es posible que una mujer haya llevado
a cabo tantas cosas? ¿Cuáles son las directrices que han permitido a esta
humilde monja tener un efecto tan profundo en la vida de millones de
personas?
El cáncer es una enfermedad social, no sólo por su incidencia (es la segunda
causa de muerte en los países industrializados), sino por todos los problemas
que acarrea el tratamiento de una enfermedad crónica e incurable.
La mayoría de los pacientes con cáncer antes de fallecer deberán transitar un
camino de sufrimiento que se va incrementado a medida que se acerca el
final natural. Esta etapa se vive con mayor frecuencia en los hospitales,
donde no se les puede brindar todo el cuidado necesario porque el sistema
no se encuentra capacitado para la asistencia de los pacientes con estas
características.
Este hecho, sumado a la necesidad de dar una respuesta cristiana, concreta e
inmediata, a los pacientes con cáncer en fase terminal, fue motivo, para que
un grupo de voluntarios católicos, sacerdotes, profesionales y no
profesionales, fundemos en la ciudad de Luján, el Hospice Madre Teresa.
El HMT es una institución, inspirada en el ejemplo de santidad de la Madre
Teresa de Calcuta, que se dedica a brindar asistencia y acompañamiento a
los pacientes con cáncer en su fase final. Así como debe respetarse la persona
humana desde el comienzo de la vida, de la misma manera, será exigido ese
respeto hasta su fin natural.

CONCLUSIÓN:
En suma, los pensadores que han elaborado teorías para poder
proporcionarle al hombre la felicidad "ya sea en sus ideales o en sus
pasiones", han desarrollado desde la práctica de la moral y la teoría de la
ética a través de la historia, varios y diferentes puntos de vista para llegar a
una posible forma de alcanzar la felicidad del hombre, lo que sucede es que
estas proposiciones carecen de universalidad, porque cada vez que se plantea
una solución ética a los problemas actuales de la humanidad, se enfoca en un
determinado número de hombres y ello genera que la propia ética en vez de
ser una solución ante los problemas humanos se convierta en la génesis de
nuevos conflictos, porque genera desigualdades las cuales traen como
consecuencia guerras y malentendidos entre los hombres. A partir de la falla
de la ética, sólo queda que el sujeto trate de hacerse así mismo, unas normas
y unas leyes que le ofrezcan felicidad y bienestar propio y que tal convicción
propia e individual sea benéfica para los demás, a través de esta realización
propia se podrá erigir hombre, libre y feliz, pero, ¿qué hacer con los otros?
si los otros igualmente son hombres y tienen anhelos de libertad, y también
querrán ser felices como el hombre que lo es o que lo fue. Por lo tanto al
tratar de dar una solución de carácter netamente individualista, se cae en un
error y es aquí donde pareciese que el hombre estaría destinado a nunca ser
feliz. De esta manera se reconsidera la proposición de la felicidad del hombre
y se formula que la felicidad al no lograrla en forma individual, habrá que
construirla de forma colectiva, teniendo en cuenta las complicaciones del
colectivismo, porque este colectivismo llevará a la pérdida del sujeto. En
conclusión, opino que, la mejor forma de ser feliz es creando por sí mismo
una convicción de querer ser prudente en los actos cotidianos, junto con la
construcción de un ideal que me lleve a determinar lo que debo hacer. De lo
anterior se seguirá la interacción con el otro, durante esta interacción no
habrán propuestas meramente teóricas, sino puramente prácticas, porque si
hay un fundamento teórico de mis convicciones, tal fundamento implicará
que todo ha de ser igual y que no habrá la posibilidad de que ocurran cambios
en la cotidianidad y por ello se caería en el dogmatismo extremo. De esta
manera propongo que la ética y la moral no se deben entender como lo que
significan sino como las acciones diarias entre hombres que viven en
sociedad, un nuevo planteamiento sin fundamentos, con la aceptación del
cambio de la naturaleza y la individualidad de cada hombre.

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