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El fin primordial de este estudio es corroborar la pervivencia de una tradición épica que parte
de la Antigüedad Clásica y llega hasta la literatura medieval (yo más bien hablaría del influjo
que la épica homérica ha tenido en la épica medieval, sin hablar de otros cantares, (Chanson
de Roland, Nibelungos, etccc) o cómo ha servido de modelo para el género épico posterior).
En concreto, he decidido centrarme en Homero, por ser el autor de las dos obras que han
servido como modelo de poemas épicos, desde los orígenes de la literatura occidental hasta
nuestros días: Ilíada y Odisea. Por otra parte, porque los rasgos de su literatura mantienen un
importante paralelismo con algunos de los elementos más significativos del Cantar del Mío Cid,
obra cumbre de la poesía épica medieval española.
De este modo, mi objetivo es señalar qué elementos de la obra medieval guardan algún tipo
de relación con otros de la obra del autor clásico, analizar su significado y relevancia, y los
posibles cambios que estos hayan podido sufrir. Así, comentaré los rasgos definitorios de la
épica de Homero, a la vez que señalaré su semejanza con los del Cantar del Mío Cid, y de esta
manera, constatar su paso en el tiempo: en forma, contenido, ideología y finalidad.
No cabe duda de que el origen de nuestra literatura ha sido la oralidad; una tradición que se
bastaba con transmitir las obras de generación en generación, gracias a la capacidad
memorística de quienes las transmitían. Antes del nacimiento de la escritura hacia el siglo IX o
VII a.C., las historias que se narraban transmitían una historia, aunque mitificada, (de qué
escritura hablas: griega o española, si es la griega el alfabeto fue tomado de los fenicios en el
siglo VIII y es a partir de esa época que se ponen por escrito esas historias ?) con cierta verdad,
que ensalzaba el carácter fundador de los pueblos de Grecia.
De esta manera, surgieron los aedos – del verbo ἀείδω: “cantar”-, quienes cantaban esos
poemas épicos acompañados de una cítara, y solían moverse en ambientes cortesanos o casas
de la nobleza. Homero fue uno de los primeros, conocido también, como el aedo de Quíos.
Estos aedos guardan mucha similitud con los juglares que representaban los cantares de gesta
en la Edad Media, y es que, son los herederos de sus prácticas y también se encontraban en
relación con esas clases altas.
Desde el punto de vista argumental, podemos destacar las siguientes características de la épica
homérica:
DIGRESIONES Y ACCIONES AL MARGEN del eje argumental básico. Nos aportan datos
sobre la vida cotidiana de la sociedad de la época, hacen que la lectura se vuelva más
compleja.
Dimensión humana