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APRENDIENDO A LIDIAR CON EL MUNDO

Mateo 13:24-30; 36-43

EXORDIO:
Los cristianos somos llamados a ser fieles mayordomos de Aquel que es dueño de todo cuanto existe.
En la búsqueda de esa fidelidad tenemos que luchar contra muchas cosas.

PROPOSICIÓN:
El propósito de este sermón es que cada uno de nosotros decida lidiar con el mundo, pero que esa
lucha la enfrentemos en el reconocimiento de la soberanía de Dios sobre el mundo, en el
reconocimiento de la maldad del diablo en el mundo, y en el reconocimiento de la esperanza de Dios
para el mundo.

CONFIRMACIÓN:
I. El reconocimiento de la soberanía de Dios sobre el mundo
El cristiano, al buscar ejercer una mayordomía integral en el mundo en que vive, se verá en la
tentación de hacerlo en el ejercicio de su supuesta libertad, ignorando la soberanía de Dios; sin
embargo, deberá hacerlo en el reconocimiento de esa soberanía del Señor en el mundo.

Hay tres cosas que el cristiano debe comprender en cuanto a la soberanía de Dios respecto a la
mayordomía integral que debe ejercer: 1) Dios es quien lo sembró a usted en el mundo: “El reino de
los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo” (13:24). 2) Usted es para Dios
una buena semilla: “El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre. El campo es el mundo, y
la buena semilla representa a los hijos del reino” (13:37,38). 3) Dios es quien lo deja crecer a usted
junto con la mala hierba: “Le preguntaron los siervos: ‘¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?’
‘¡No!, les contestó, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo’” (13:28,29).
Usted no está aquí porque lo haya decidido, Dios lo puso; usted no debe vivir como se le antoje, Dios
ha hecho de usted en Cristo una buena semilla; Dios no le ha dado la oportunidad de escoger entre el
mundo y él, solamente lo ha dejado crecer al lado de la mala hierba.

Si usted y yo como hijos del reino buscamos vivir una mayordomía que agrade a Dios, debemos
dejar a un lado nuestra supuesta libertad y reconocer más la soberanía de Dios en el mundo. Si estoy
aquí es porque Dios me puso; si soy buena semilla es porque Dios en Cristo me ha recreado; si crezco
junto con la mala hierba es porque Dios así lo ha decidido para que yo no sea lastimado.

II. El reconocimiento de la maldad del diablo en el mundo


El cristiano, al buscar ejercer una mayordomía integral en el mundo en que vive, enfrentará por parte
de éste muchas otras propuestas en cuanto a los criterios y maneras de ejercer dicha mayordomía.

Según la parábola, en el mismo campo donde crece el trigo está creciendo también la mala hierba:
“Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando
brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba” (13:25,26). Esta mala hierba la
ha sembrado el diablo, y son todos aquellos que viven bajo la influencia de éste: “La mala hierba son
los hijos del maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo” (13:38,39), “Los siervos fueron al
dueño y le dijeron: ‘Señor, ¿no sembró usted semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió
la mala hierba?’ ‘Esto es obra del enemigo, les respondió’” (13:27,28). En el mundo crece a la par el
trigo y la mala hierba, ésta afectará al trigo que el Señor ha sembrado. Los hijos del reino crecerán
junto con los hijos del maligno, y la influencia de estos sobre aquellos será inevitable.
Si usted y yo como hijos del reino buscamos vivir una mayordomía que agrade a Dios, hemos de
reconocer que mucha de esa mayordomía se verá influenciada por el mal que hay en el mundo. ¿Quién
le está diciendo a usted cómo invertir su tiempo, sus talentos, sus conocimientos, sus bienes
materiales, sus recursos económicos? ¿Qué criterios y patrones está siguiendo para administrar todos
estos recursos? Es muy normal que confundamos los criterios del diablo con los criterios de Dios.
Para poder dar un paso y avanzar en una mayordomía que agrade a Dios, debemos reconocer la
maldad del diablo en el mundo.

III. El reconocimiento de la esperanza de Dios para el mundo


El cristiano, al buscar ejercer una mayordomía integral en el mundo en que vive, se verá tentado a
hacerlo según los resultados que pueda prever dentro del esquema que él planee; sin embargo, debe
hacerlo según la esperanza que en Dios hay en cuanto al lugar que él tiene en la eternidad para él/ella.

Según la parábola será hasta el día de la siega cuando el trigo y la mala hierba serán separados,
mientras tanto crecerán juntos: “Le preguntaron los siervos: ‘¿Quiere usted que vayamos a
arrancarla?’ ‘¡No!, les contestó, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala
hierba, átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero’” (13:28-
30). Este trabajo de separación lo harán los ángeles: “La cosecha es el fin del mundo, y los segadores
son los ángeles” (13:39). Y la mala hierba será echada al horno encendido y los justos, que serán
puestos en el granero, brillarán: “Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá
también al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos
los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de
dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol” (13:40-43). En la parábola
Jesús nos habla de la esperanza que es dada a los hijos del reino, y esa esperanza es la que nos debe
animar a vivir una mayordomía que agrade a Dios.

Si usted y yo como hijos del reino buscamos vivir una mayordomía que agrade a Dios, debemos
hacerlo no buscando qué es lo que más nos va a redituar, sino buscando que nuestra vida vaya a ser
puesta en el granero eterno. Cuando le preguntemos a Dios acerca de cómo administrar nuestros
recursos bueno sería preguntarle: “Señor, esto me va a llevar al granero o al horno”. Para poder dar
un paso y avanzar en una mayordomía que agrade a Dios, debemos reconocer la esperanza que en
Dios tenemos.

EPÍLOGO:
Lidiar con el mundo para ejercer una fiel mayordomía sobre todo lo que el Señor ha puesto en nuestras
manos, se requiere que reconozcamos la soberanía del Señor sobre el mundo, que reconozcamos la
maldad del diablo en el mundo y que reconozcamos la esperanza de Dios para el mundo.

RESOLUCIÓN:
Usted y yo somos llamados a ser fieles mayordomos, y para ello tenemos que luchar contra el mundo.
Por esta situación no debemos lamentarnos, pues el Señor nos ha enseñado cómo enfrentar esa lucha.
Caminemos hacia adelante dando pasos con firmeza en nuestra mayordomía.

Pastor Abraham Banda Robles


Iglesia Bautista Siloé
13 de Enero de 2019

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