Desde hace no mucho tiempo vengo realizándome esa pregunta.
Empecé a indagar en internet,
pero solo veía versos filosóficos e imágenes de superación. Luego de eso, decidí por preguntarles a mis primeros profesores: mis padres. Inicie con mi madre y me dijo lo siguiente: “Hijo, has llegado al punto en donde todo ser humano decide su destino. Si bien esto despende de tus decisiones, tan solo te pido que no te apartes del camino de bien y siempre orar. Refuerza los valores que te dimos y sigue adelante.” Interprete estas palabras como un “tu puedes” pero en el fondo sabía que no era así, que esas palabras tenían más significado que mi analogía. Acto seguido, le formulé la misma pregunta a mi padre y me dijo: “depende de tus elecciones y de cómo estas agraden a Dios. El sentido de la vida del ser es tal cual cómo vivió Jesús. Él es la máxima representación de modelo de vida que ha tenido la humanidad”. En mi cabeza, presupuestaba que la respuesta de mi papá era desde un enfoque cristiano pero que no estaba tan alejado de la verdad. “Solo piénsalo, Jesús era un hombre humilde que dio la vida por salvarnos del pecado, pero antes de llegar a su fatal destino, fue hijo, profesor, alumno, vecino, hermano. En todas sus facetas un hombre ejemplar pero que lastimosamente tuvo que entregarse a la muerte para poder cumplir la palabra de su padre.” Hasta este punto mi respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida todavía estaba incompleta. Faltaba mi razón de ser. Aquí acudí a mis amigos, quienes me categorizan como el “gordito chistoso” o “el buen pata”. Dicen que hubo veces en que los hice reír en un mal momento de sus vidas y me agradecen por ello. Al tener conocimiento de cómo me perciben mis seres queridos, creo que mi sentido de vida es el dar felicidad a los demás sin importar el cómo este yo, ya que, si logro que una persona este feliz, yo también lo seré. Pero no solo realizando algo gracioso, sino con actos. Quiero que mis padres tengan una vida placentera y llena de orgullo al saber que su hijo es profesional, quiero que mis amigos sean felices en sus vidas y que se desarrollen como personas de bien. Sin embargo, siempre queda algo por aprender y esta vida tiene fin, así que, hasta donde pueda y quiera Dios, seguiré los consejos de mi padres hasta encontrar esa felicidad que, matemáticamente, es igual a mi sentido de vida.