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Modalidades Expresivas en El Juego
Modalidades Expresivas en El Juego
Susana Sneiderman
Revista Actualidad Psicológica
Numero 417 Marzo 2014
Introducción
Sabemos que el ser humano, al igual que los mamíferos, comienza a jugar de
forma espontánea muy tempranamente. Se trata sin duda, de un saber filogenético
presente en toda cultura.
La modalidad de juego de un niño socializado, se va modificando en la medida que se
desarrolla y es atravesado por las diferentes etapas evolutivas. Entendemos que a
través del juego se expresa, crea, descarga, aprehende el mundo y se recrea. Por otra
parte, desde el marco teórico de la teoría freudiana, no sólo se juega para repetir
situaciones placenteras sino también para elaborar aquellas situaciones que resultaron
dolorosas o traumáticas.
Los juguetes para el niño no son meros objetos sino que también son
instrumentos que le permiten dominar experiencias vividas como penosas. El juego le
permite repetir a voluntad dichas situaciones, ya que al jugar, el niño desplaza y
proyecta sus miedos, angustias, fantasías y deseos, dominándolos por medio de la
acción y el pensamiento simbólico que acompaña. Freud fue el primero en describir
este mecanismo en un niño de 18 meses que jugaba con un carretel (“Más allá del
Principio del Placer”. 1919-1920) haciéndolo aparecer y desaparecer, tratando así de
dominar la angustia que le producía la aparición – desaparición de su madre,
simbolizada en el carretel. Este juego es una descarga de fantasías depresivas y de
amor sin riesgos, ya que en el juego se repiten las situaciones pero es posible
transformar lo vivido como pasivo en activo, o bien cambiar los finales según sus
necesidades. La posibilidad de este juego, marca una ganancia psíquica: la defensa
de transformación en lo contrario.
Freud consideraba que el niño del carretel jugaba para elaborar las experiencias
dolorosas sufridas pasivamente en una época en que su yo, débil aun, no podía tolerar
la intensidad y frecuencia de las mismas, llevándolo así a jugar en forma repetida.
Dicho fenómeno fue denominado en el artículo mencionado, como una “compulsión a
la repetición”. El yo del niño se vio confrontado a una experiencia que no pudo
metabolizar de modo inmediato por su inmadurez. De esa manera, el niño a través del
juego dividía esas experiencias excesivas, en pequeñas dosis como un intento de
incorporación de dichas situaciones.
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La técnica de hora de juego diagnóstica hoy
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discriminar las diferencias entre oralidad primaria y secundaria, analidad primaria y
secundaria y fálico uretral y genital.
Otra manera de presentación del juego en la clínica, estaría ligada a las neurosis
infantiles, en donde se manifiestan síntomas que pueden ser más o menos pasajeros.
La modalidad lúdica ya estaría teñida con características más persistentes y ligadas a
ciertos rasgos de formación de carácter. Hablamos de un juego con predominio fálico
genital, fálico uretral o anal secundario donde predominaría la represión.
Creemos además que se presentaría una modalidad lúdica más regresiva, ligada a
momentos más arcaicos, con un predominio oral primario, oral secundario o anal
primario. Esa forma de juego estaría vinculada a características narcisísticas propias
de las primeras etapas psicosexuales donde la corriente psíquica predomínate sería la
de la desmentida.
El juego acorde a fines o adaptativo puede presentarse de tres diferentes formas, bien
puede estar teñido por un predominio oral, anal o fálico:
1) Oral: los niños realizan juegos regresivos donde generalmente se incorpora y todo
gira en torno a actividades orales donde se come, ya sea alimentos o bebidas, o se
chupa, se traga, se babosea y se habla. Ejemplo de este estilo sería jugar a dar de
comer a muñecos, bebés, cocinar, armar comidas con plastilina. También se observan
niños que traen a la consulta golosinas, bebidas, comestibles y toda la hora ingieren
en paralelo a su juego. Puede haber también una expresión de actividad sádico oral
expulsiva donde el niño muerda, escupa, utilice los dientes, etc.
2) Anal: en un juego de características anales los niños encastran con placer,
trasvasan líquidos, ensucian y juegan con elementos desestructurados como plastilina,
plasticota, agua. Las actividades son en torno a expulsar y retener, con mayor o menor
control y desorden de una forma alternada. Oscilan siempre entre ambas actividades y
funciones, entre mayor pasividad o más actividad. Un ejemplo de este tipo de juego
adaptativo es “hacer experimentos” con elementos líquidos o sólidos, ejercitando
también la curiosidad propia de la etapa anal secundaria.
3) Fálico: el juego fálico es acompañado de fantasías ligadas a lo edípico y al temor a
la castración. Los niños (especialmente de 4 a 6 años) juegan con objetos que se
atan, se rompen, se cortan. Arman historias con personajes idealizados o rechazados,
buenos y malos como princesas y reyes, muy estéticos y también amados u odiados,
donde habrá novelas con personajes incluidos y excluidos. Son por lo general escenas
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de triángulos amorosos y familiares, con dramatizaciones donde también se juegan
identificaciones y roles de género.
Juego Neurótico
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contrafóbico (por ejemplo un muñeco u objeto blando). Rechazan cierto tipo de
juguetes que por su contenido simbólico despiertan mayor o menor grado de
ansiedad. Prefieren casi siempre jugar a lo mismo, en forma estereotipada para
sentirse de esa manera seguros. Esta modalidad fóbica se observa en toda la
conducta general del niño, en su vínculo y transferencia de tipo evitativa. En una
primera hora de juego, puede que no logren jugar ya que los invade la ansiedad y la
angustia. Cuando hay confianza, y sienten que el consultorio es un lugar seguro,
pueden aparecer temores y miedos en el consultorio, a diferentes objetos, juegos,
espacios, lugares; como una forma de elaborar aquello a lo que temen y por lo cual
sienten angustia y amenaza. En general poseen mucho temor a la agresión, ajena y
propia. Los temores son exagerados y por lo general infundados, llegando a cercenar
también su vida social. Ejemplos de este tipo de síntomas serian el temor a los baños
no familiares, temor a animales, a las moscas, los indigentes, los payasos, etc.
Los temores y miedos infantiles abarcan una amplia gama de fantasías. La mayor
parte de ellas se vincula a su vez con las fantasías arcaicas, heredadas
filogenéticamente y universales. Nos referimos a la fantasía de seducción, de escena
primaria y de castración. Todas ellas se encuentran ligadas al interrogante acerca del
origen. Además se encuentran siempre presentes adquiriendo diferentes formas en
cada etapa psicosexual.
Es sabido que en la última etapa de la latencia y en la pre-pubertad se resignifican
conflictos y temores ligados a estas fantasías y a etapas previas del desarrollo
psicosexual. Anna Freud correlacionaba los estadios iniciales del desarrollo con los
llamados “miedos arcaicos”. Planteaba por ejemplo que la angustia de separación se
expresa en el miedo a la soledad, a la aniquilación y a la inanición. La angustia ante la
pérdida del amor se expresaría en el miedo al abandono, al rechazo, al castigo, el
temor a fenómenos como los truenos, terremotos, y aún el miedo a la muerte. La
angustia de castración se proyecta en miedo a los fantasmas, ladrones, a la pobreza,
las operaciones, mutilaciones, accidentes, etc. Durante la latencia surgen temores
ligados a la formación de la instancia superyoica acompañados de la fantasía de
“desgracia social”, principalmente proyectado en el ámbito de la escuela.
Volviendo a las características del juego, en la erogeneidad fálico uretral, el ideal está
ligado a la dignidad, a la posibilidad de sostener un proyecto ambicioso a pesar de la
angustia y eventualmente el miedo que produce. Se juegan aquí identificaciones con
personajes fuertes e independientes cuyos logros los han dignificado. Historias de
personajes que a pesar de los avatares llegaron a su meta y a realizar su proyecto.
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Son niños y niñas activos, expresivos, seductores, exhibicionistas y con tendencia a la
exageración. Buscan impactar a través de lo estético. Utilizan la hora de juego para
expresarse por medio de la dramatización, ya sea a través de puestas en escena con
muñecos, títeres y disfraces, o bien con el juego de roles. Se expresan no sólo a
través de la palabra sino a través de lo corporal en sintonía con sus actos del habla.
Estos niños actúan las regresiones pero sin disgregación. En general la acción
dramática que realizan es un intento -a veces fallido- de elaboración de situaciones
vividas como traumáticas. La temática que abordan por lo general es la trama y el
drama de lo familiar, ejercen los roles, muestran lo que viven en el colegio, con los
parientes y amigos. Los temas recurrentes son la exclusión y las separaciones.
Por último, en la erogeneidad fálico genital prevalece el ideal estético y de la belleza.
La fantasía subyacente es la de completud, por lo que aquí las identificaciones serán
con personajes que impactan a través de lo estético, o la belleza. Ejemplos de estos
personajes son las modelos, actores y actrices para el público infantil, bailarinas, la
“Sirenita”, la “Bella”, un Príncipe. Además realizan actividades acompañadas de
movimientos ondulatorios y rítmicos. Estos niños utilizan el espacio del consultorio
como un escenario para mostrar sus virtudes artísticas ante el terapeuta, que debe
mirar pasivamente y con encantamiento.
• Juego Narcisista
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concreto. Lo podemos denominar “actuador” ya que expresan sus deseos y
necesidades mediante acciones, en lugar de hacerlo verbalmente. Aparecen fallas en
la función yoica del control de la motilidad, que se manifiestan como un déficit en el
autocontrol. El lenguaje no parece informar sino que es utilizado como herramienta
para paralizar al otro o inocularlo. En estos niños hubo déficit en la decodificación de
sus necesidades por parte de la madre. Han quedado arrojados a una modalidad sin
palabras. Son poco empáticos, con un elevado monto de sadismo que tratan de
descargar mediante la acción destructiva. La satisfacción está puesta en el ejercicio
mismo, ya que es lo que más los alivia, por eso hacen berrinches, pataletas. Pueden
proyectar aburrimiento y desprecio en el vínculo transferencial. El analista se ve
expuesto a una situación invariable de desgaste y desaliento porque también exigen
atención constante. Suelen ser mentirosos y se colocan en situación de riesgo.
Si prevalece la analidad primaria, el ideal será ante todo la justicia, la actividad
vindicatoria heroica. Se identificará con personajes justicieros, independientes y con
poder de convicción sobre los otros. Juegan a la lucha, guerra, donde todo está
permitido.
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analista. Cambian de juegos y temáticas a gran velocidad. Tocan todo al tiempo que
hablan, sin dejar espacio al analista. Les cuesta pensar y reflexionar. Imprimen un
ritmo acelerado dentro de un clima de alegría y euforia. La finalidad no es la descarga
sino crear ese clima de júbilo para no ponerse en contacto con lo que sienten. Son
defensas que utilizan ante la posibilidad de que surjan el sentimiento de soledad,
abandono y la pérdida de autoestima. Creen que si no son divertidos no serán
queridos. En el vínculo, exigen al analista observar todo su despliegue, su risa y a
divertirse. Si bien a veces parecen presentar problemas de concentración y por ello no
pueden profundizar un tema, esto se debe a lo defensivo y no a lo cognitivo. Es como
si giraran y giraran, se marearan y cayeran de golpe por el contacto con la realidad. En
ellos los sentimientos depresivos aparecen al cesar o suspender el juego. Una de sus
temáticas principales es el manejo de la agresión, como defenderse y expresarse sin
dañar al otro. Transferencialmente establecen un vínculo inmediato, de confianza, y
son por lo general muy apegados. Parecen precoces, brillantes. Algunos también son
sobreadaptados por lo cual presentan somatizaciones por ejemplo se rascan en un
lugar en particular y se lastiman) o pequeños accidentes producto de su
aceleramiento.
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comprometido el cuerpo y la posibilidad de contacto con el otro (la mancha, deportes,
etc) En realidad temen a su propio sadismo y agresividad desmentida y por eso
aparentan no saber defenderse. Por lo general hay un desfasaje entre su alto
desarrollo intelectual y sus capacidades motrices, por lo que son poco competentes en
el área deportiva racionalizando y descalificando dichas actividades. No suelen
compartir con pares y muestran dificultades respecto de la socialización e inclusión en
grupos. Aunque predominan las defensas de tipo omnipotente e intentan aparentar
independencia y poca necesidad vincular, en realidad se sienten solos y con la
vivencia de ser diferentes, como si fueran alguien extraño de otra especie, un
“extraterrestre” o “bicho raro”. En la hora de juego, van a prevalecer elecciones de
actividades pasivas, intelectuales, como rompecabezas, juegos de ingenio, etc.
Utilizarán muy poco espacio y seguramente permanecerán sentados toda la hora.
Pueden interesarse por aparatos, computadoras, construcciones, robots, pero el juego
será más bien estereotipado y poco creativo. Comentarán y explicarán la preparación
del juego más que disfrutarlo al llevarlo a la acción. Pareciera más que prepararan una
escena para mirarla desde afuera y no involucrarse.
Cuando prevalece la oralidad primaria, el ideal es la verdad. Se identificarán con
personajes como por ejemplo un científico que investiga, un explorador, descubridor
Todo aquel en el que prevalezca un pensar abstracto y temas relacionados con
revelaciones místico –religiosas y la contemplación de lo esencial.
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Si existen fijaciones en este momento pre-oral, los rasgos y patologías que se pueden
manifestar serán las denominadas patologías del desvalimiento, traumáticas, los
cuadros psicosomáticos, las traumatofìlias (o tendencia al accidente, entre otras).
La desestimación del afecto es la principal defensa. Lo que se desestima es el sentir,
no el examen de realidad como ocurre en la psicosis.
Las defensas complementarias que vamos a encontrar son: disociación,
intelectualización, introyección orgánica, incorporación, identificación adhesiva y
procedimientos autocalmantes. Los niños con fijación intrasomática, tienen en general
una tendencia a presentar síntomas y enfermedades psicosomáticas en una edad
temprana, como por ejemplo alergias, asma, problemas con la alimentación.
Una de las características principales en su forma de presentación es la escasa
capacidad simbólica. Se trata de un juego estereotipado, de características concretas
y poca creatividad. Nos referimos a la poca creatividad como fenómeno de
“desmantelamineto” tal como lo planteara Meltzer. Dicho fenómeno es una
descomplejización, un proceso por el que la mente parece suspender su
funcionamiento, que se presenta típicamente en los niños psicosomáticos, donde
opera la disociación entre cuerpo y su fantasía, que no llega a estar desplegada. Los
niños verbalizan no “saber jugar” o no saber como hacer para resolver algo si deben
apelar a la creatividad. Hay inhibición en el juego, que se torna mecánico. Hay
sobreadaptación, hacen lo que se espera de ellos en forma complaciente. Hay muy
poca descarga de la agresión, y no aparece angustia. Todo es en realidad un “como
si”, un pseudojuego. Esta modalidad va acompañada por lo general por una gran
cantidad de actividades en su vida cotidiana y con el concomitante cansancio por estar
siempre ocupados. Es un indicador positivo cuando se angustian por sentirse muy
exigidos ante ese superyó sádico y comienzan a tomar conciencia del sometimiento, el
sufrimiento y sus esfuerzos desmedidos.
Bibliografía
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Piaget, J. (1979) La Formación del Símbolo en el Niño, México, Ed. Fondo de Cultura
Económica.
Spitz, R. (1961) El primer año de vida del niño, Madrid, Aguilar
Winnicott, D. (1979) Realidad y Juego, Barcelona, Ed. Gedisa.
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