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PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL

DE LAS NUEVAS FORMAS DE CONOCER Y DE PRODUCIR CONOCIMIENTO

Irene Vasilachis de Gialdino

CEIL-PIETTE (CONICET-ARGENTINA)

1. DE LA TENSIÓN ENTRE LA LEGITIMACIÓN Y LA CREACIÓN


No es necesario exhibir aquí el destacado aporte de este Manual, en sus distintas
ediciones, al desarrollo y consolidación de la investigación cualitativa. Tampoco es
menester resaltar su carácter de obra de obligada consulta en lo referente a las diversas
epistemologías, tradiciones, perspectivas, estrategias, metodologías, temas, problemas,
interrogantes ligados a dicho estilo de investigación.
Con todo, por tratarse la presente de la primera versión en español del Manual y, por
ende, tener un destino fuertemente latinoamericano, es oportuno precisar las
contribuciones plasmadas en los distintos capítulos de este volumen que, entiendo,
adquieren mayor significación en este contexto en el que los procesos de investigación
están, habitualmente, marcados por orientaciones epistemológicas, teóricas,
metodológicas originadas fuera de sus límites pero a las que los investigadores necesitan
recurrir si aspiran a que sus trabajos y reflexiones excedan esos mismos límites. Tal
apelación opera aún en los casos en los que las particularidades históricas, culturales,
sociales, económicas, políticas, entre otras, de las situaciones que estudian les imponen
la exigencia de acudir a otras formas de conocimiento y, por tanto, a otros presupuestos
ontológicos y epistemológicos que las sustenten.
En esa tensión entre, por un lado, la legitimación y, por tanto, la aceptación, y, por el
otro, la creación y, frecuentemente, el rechazo, la desaprobación, la exclusión, los
investigadores se interrogan, por ejemplo, acerca de si habrán de restringir las formas de
conocer a aquellas que están hoy avaladas aun poniendo en riesgo la calidad de la
investigación. Se preguntan, además, si han de reducir las formas históricas y posibles
de ser de las sociedades a aquellos modelos de división, jerarquización, ordenación,
distribución consagrados, cuyo conocimiento es posible de acuerdo con los criterios
vigentes en el paradigma predominante, el cual, al naturalizar, contribuye tanto con la
tergiversación como con la asimilación ontológica de la injusticia, la dominación, la
opresión ¿Podrían los investigadores latinoamericanos cuestionar las formas de conocer
mediante las cuales se los ha conocido, y se los intenta conocer durante el persistente
proceso de colonización y, a la vez, postular otras formas alternativas de conocimiento
sin sufrir la condena al ostracismo del mundo de la ciencia?
Esos mismos investigadores cuestionan los perniciosos efectos del mecanismo por el
cual lo que puede llegar a ser: las múltiples, renovadas, disímiles perspectivas utópicas,
se reduce a lo que ha sido y se espera que sea, de acuerdo con las variadas suertes que a
la posibilidad de acción social le atribuyen los asentados y revitalizados determinismos.
La clausura de las formas de conocer se corresponde, pues, con la de las formas de ser
de las sociedades. En tal sentido, este Manual abre las compuertas para que las aguas
largamente estancadas dejen paso a las nuevas corrientes de pensamiento, de
conocimiento, de acción, y para que, entonces, los límites que impone el conocimiento
convencional, normalizado, no se traduzcan en límites a esa acción, y a la admisión del
carácter innovador de las innumerables prácticas cotidianas con las que mujeres y
hombres transforman su mundo y el mundo.

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Son, precisamente, esas nuevas corrientes vinculadas con las formas de conocer y de
producir conocimiento las que considero menester destacar aquí, en especial, en cuanto
a aquellos aspectos en los que diversas perspectivas coinciden como, entre otros, en el
reconocimiento de la copresencia de una multiplicidad de formas de conocimiento, en la
implementación y desarrollo de otras formas de conocer, y en el valor acordado a la
ética de la investigación, y a la ética durante todo el proceso investigativo.

2. DE LA MULTIPLICIDAD DE LAS FORMAS DE CONOCIMIENTO


Como sostienen Denzin y Lincoln en el Prefacio, las ciencias sociales y
políticas, junto con las humanidades, se acercan entre sí,
compartiendo un abordaje interpretativo y cualitativo de la
investigación y la teoría, y aceptando formulaciones paradigmáticas
múltiples, sumadas a complejas críticas éticas y epistemológicas a la
metodología de investigación tradicional en esas ciencias. Esa
multiplicidad de formas de conocimiento, que se vincula con la
posibilidad de dar respuesta, legal y política, a los reclamos sociales,
constituye una forma de resistencia a los regímenes neoliberales de la
verdad, la ciencia y la justicia.
Más adelante, en la Introducción, Capítulo1, Denzin y Lincoln
expresan que el investigador cualitativo opera comprensivamente con
distintos paradigmas, sin pretender integrarlos ya que esos
paradigmas, que representan regímenes de creencias y suponen
determinadas visiones del mundo, implican sistemas filosóficos
globales cada uno de los cuales posee su propia ontología,
epistemología y metodología. En el campo de la investigación
cualitativa coexisten, pues, múltiples opciones. Nunca antes los
investigadores tuvieron a su alcance tantos paradigmas, estrategias
de investigación y métodos de análisis. El momento actual puede
caracterizarse, entonces, como de descubrimientos y
redescubrimientos, y en él se discuten nuevas formas de mirar, de
interpretar, de argumentar, de escribir, reconociendo que ningún
método puede captar todas las sutiles variaciones de la experiencia
humana.
No obstante, Lincoln, en el Capítulo 7, advierte sobre los riesgos que
implica, para la investigación cualitativa, el nuevo conservadurismo
metodológico, estrechamente ligado a cambios legislativos y de las
políticas públicas, el cual se expande en nombre de la investigación
fundada en la evidencia y de la investigación con bases “científicas”.
Este conservadurismo prescribe un conjunto de prácticas de
investigación que han de considerarse como estándares normativos,
a la vez que desaprueba o relega a otras prácticas a una posición
subsidiaria, desconociendo su fuerza innovadora. El énfasis en la
inferencia causal termina por excluir a otras formas de explicación y,
por ende, constriñe, en lugar de ampliar, la comprensión profunda de
determinados procesos microsociales, en particular, si se relacionan
con formas de opresión, injusticia, discriminación, y carencias
económicas y educativas. En ese contexto, para Lincoln, las
probabilidades de realizar investigaciones encaminadas a robustecer
los procesos democráticos y emancipatorios son cada vez más
restringidas, al igual que la posibilidad de que las voces que tales

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indagaciones pretenden transmitir sean escuchadas y reconocidas,
esto es, aquellas que provienen de los pobres, de los oprimidos, de
los pueblos poscoloniales.
La reducción del ámbito de lo que debe ser calificado como
“científico” termina por expulsar a aquellos investigadores que
proceden con epistemologías críticas o alternativas, y que cuestionan
tanto la supremacía del conocimiento científico como su exigencia de
cumplir con las metas de la ciencia: generalización, objetividad,
replicabilidad, carácter desinteresado. Esas epistemologías críticas se
sitúan fuera del “canon occidental” eurocéntrico, y habitualmente
patriarcal, y abogan por el respeto a la diversidad como
condición del desarrollo de una sociedad pluralista.

3. DE LAS OTRAS FORMAS DE CONOCER Y DE PRODUCIR CONOCIMIENTO


3.1. LA INVESTIGACIÓN COGENERATIVA
Greenwood y Levin señalan, en el Capítulo 2, respecto de las ciencias
sociales, su alejamiento del compromiso social, esto es, la divergencia
entre la teoría y la praxis. Se interrogan acerca de la escasa relación
entre el conocimiento que esas ciencias producen y la solución de
problemas sociales. Frente a la noción de conocimiento como un
proceso individual y cognitivo, formado por la capacidad de
comprensión, consideran que constituye un fenómeno
inherentemente colectivo, y socialmente construido y distribuido, y
que, en las ciencias sociales sirve para crear un puente entre la
investigación y las necesidades de conocimiento de la sociedad en
general. En consecuencia, oponen la investigación-acción, que
apoyan y practican, a la de carácter convencional, entendiendo que la
investigación social que no se aplica de manera colaborativa puede
ser denominada especulación pero no investigación.
La investigación-acción, como forma de desarrollar teoría y
conocimientos válidos orientados a promover el cambio social
positivo, apunta a resolver problemas específicos en un contexto
dado, a través de una investigación democrática en la cual los
investigadores profesionales colaboran con los interesados locales
para formular soluciones a problemas importantes para ellos.
Greenwood y Levin denominan a tal proceso investigación
cogenerativa porque se basa en la colaboración entre los
profesionales y los interesados locales, y apunta a resolver, en
contexto, problemas de la vida real. Dicha cooperación alcanza a la
definición de los problemas, y a la reunión y organización del
conocimiento. De modo tal, para esta perspectiva, la investigación-
acción constituye la estrategia central de la investigación social y el
desarrollo organizacional, y es la que hará posible el cambio de la
relación entre los investigadores, las universidades y la sociedad.

3.2. LA TEORÍA DEL MÉTODO


La noción y la práctica del trabajo cualitativo conducen a Fine y Weis a sugerir,
en el Capítulo 3, que ningún grupo puede ser entendido como si se
encontrase fuera de los aspectos relacionales y estructurales de la
formación de la identidad. En el corazón de los estudios

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composicionales que encaran yacen tres movimientos analíticos. El
primero, refiere a la colocación del material etnográfico y narrativo
dentro de una interpretación contextual e histórica de las formaciones
económicas y raciales. El segundo, supone la confianza en las
categorías de la identidad social como formas sociales porosas,
flexibles, a la vez que la resistencia a las categorías sociales -raza,
etnicidad, clase, género- como coherentes y homogéneas, pero sin
dejar de reconocer que tales categorías se tornan “reales” en la vida
institucional. Con el tercero, como corolario del interés de los autores
en las categorías como emplazamientos fluidos para la producción de
sentido, buscan elaborar las variaciones texturizadas de las
identidades que pueden ser halladas dentro de cualquier categoría
singular. Esos tres movimientos: contextual, relacional y
potencialmente centrado en la variación individual, son cruciales para
la que denominan teoría del método, a la que suponen
conceptualmente afín al quehacer de un artista visual que considera
en su composición tanto los espacios positivos como los negativos.
Estas condiciones llevan a Fine y Weis a denominar al método
articulado que proponen como estudios composicionales. Intencional
y conscientemente, politizan la metáfora artística-composicional que
emplean, argumentando que las composiciones etnográficas que
realizan se encuentran en el nexo de las fuerzas estructurales con las
vidas y capacidades individuales. Las identidades son construidas,
luego, en relación con las identidades construidas de otros, así como,
de manera dialéctica, en conexión con la economía y la cultura en
sentido más amplio. Los estudios composicionales, entonces, relevan
y explicitan el mapeo de las formaciones económicas, raciales y
políticas dentro de las estructuras, las relaciones y las identidades.

3.3. LA INVESTIGACIÓN INDIGENISTA


A partir de una perspectiva indigenista Smith, en el Capítulo 4, examina
la urdimbre de problemas en torno a las metodologías, la ética, las instituciones y las
comunidades aludiendo a ciertos espacios históricos, políticos y morales, y a las
relaciones de articulación que se forjan entre las aspiraciones indígenas, el activismo
político y la justicia social. Entiende a las personas indígenas como al conjunto de
aquellos que fueron testigos, excluidos y sobrevivientes de la modernidad y el
imperialismo. Para esta orientación, la historia de la investigación está, por una parte,
estrechamente enlazada con la colonización y con su reproducción, y, por la otra,
apartada de la posibilidad de desarrollo y autodeterminación de los pueblos indígenas.
Los investigadores indigenistas intentan, en nuestros días, desplegar metodologías y
enfoques de investigación que privilegien el conocimiento, las voces, las experiencias
de las personas indígenas, así, como el análisis de sus condiciones sociales, materiales y
espirituales. (esto podría ser análogo a otros sectores sociales también relegados de
la producción de conocimiento) Este cambio de mirada, en palabras de Smith,
implicó dejar de vernos como víctimas pasivas de sucesivas investigaciones para pasar a
considerarnos activistas comprometidos con la lucha contrahegemónica en torno de las
prácticas investigativas. La descolonización de la investigación se propone, entonces,
como un programa cuyo objetivo es transformar la institución de la investigación, las
estructuras profundas y las formas naturalizadas de organizar, conducir y diseminar la
investigación y el conocimiento. Tal descolonización es disruptiva y política porque

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obliga a las sociedades a revisar su pasado desafiando los sistemas estructurales e
institucionales de poder. De esta suerte, la investigación comienza a ser observada
gradualmente como un medio potencial para superar los impactos negativos del
colonialismo, y para recuperar y reconocer los modos alternativos de ser y conocer.
La investigación cualitativa puede constituirse, para Smith, en una
herramienta poderosa para las comunidades indígenas, a fin de librar
la batalla de la representación, para tejer y desentrañar argumentos
que compiten entre sí, para situar, ubicar, contextualizar, para crear
espacios de descolonización, para hacer posible oír el silencio y
escuchar las voces de los silenciados, para crear ámbitos para el
diálogo a través del respeto a la diferencia.

3.4. EL ENFOQUE KAUPAPA MAORÍ


Con el objetivo de promover la autodeterminación entre los participantes de la
investigación, y en el marco del enfoque kaupapa maorí, en el Capítulo 5, Bishop
identifica los problemas de poder ligados a los procesos de investigación y a la
evaluación de ésta. Tales problemas como la iniciación, los beneficios, la
representación, la legitimidad y la responsabilidad son abordados desde la práctica,
centrándose en el pueblo maorí y en su experiencia de investigación. Bishop concluye
en que el control sobre la representación y la legitimidad se conserva dentro de los
límites de los paradigmas y epistemologías tradicionales, y las particularidades locales
de la iniciación y la responsabilidad se sitúan en marcos culturales occidentales, lo cual
impide el despliegue de las formas culturales y los procesos de iniciación y
responsabilidad propios del pueblo maorí. Así, como ejemplo, los criterios de
neutralidad, objetividad y distancia excluyeron al pueblo maorí de la participación en la
construcción, validación y legitimación del conocimiento.
La investigación kaupapa maorí desafía el modo en el que los discursos coloniales y
neocoloniales inscriben la “otredad”, e impugna los criterios de validez que ocultan al
investigador tras el velo de la objetividad y que rechazan las formas de conocimiento
del “otro”, las que están ligadas al tiempo, a la conectividad, al parentesco, al
compromiso y a la participación. Esta investigación propone activar la
autodeterminación, es colectivista y se orienta al beneficio de todos los participantes de
acuerdo con una agenda fijada colectivamente. Cuestiona, por ende, tanto a la
hegemonía de la investigación individualista tradicional, que beneficia primordialmente
a los investigadores y a sus objetivos, como a los modos en los que ese tipo de
investigación define, construye y provee conocimiento sobre los pueblos indígenas.
El proceso de investigación kaupapa maorí es participativo y colaborativamente guiado.
La investigación es dirigida por los participantes, los que definen los problemas de
investigación, evalúan los beneficios probables y los distribuyen, bosquejan el diseño de
trabajo, emprenden las tareas necesarias, otorgan acceso a los resultados, controlan la
distribución del conocimiento, y determinan frente a quien el investigador es
responsable.
Bishop ofrece tres ejemplos de prácticas de investigación culturalmente responsables, y
en todos ellos recurre al proceso de narración colaborativa, orientado a que los
participantes en la investigación reúnan sus experiencias, reflexionen sobre ellas y les
otorguen significado en el marco de su propio contexto cultural y, en particular, en su
propio lenguaje, ubicándose al interior de los discursos en los que se hallan las
explicaciones y significados. Por este medio, las interpretaciones y análisis efectuados
por esos actores pasaron a ser considerados aceptables y legítimos, a diferencia del
punto de vista tradicional que sólo concibe como tales a aquellos que provienen del

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investigador. La narración colaborativa es, así, un enfoque genérico y no sólo una
metodología que transforma la relación entre el investigador y los actores participantes.
Lo investigadores en contextos kaupapa maorí se reposicionan, entonces, de forma tal
que ya no necesitan tratar de emancipar o de dar voz, o poder a los otros, o referirse a
ellos como voces sometidas. Por el contrario, son capaces de escuchar y trabajar en
colaboración con aquellos tradicionalmente “hechos otros”, los que forjan el significado
de sus propias experiencias y conocimientos.

3.5. LA INVESTIGACIÓN COMUNITARIA FEMINISTA


Christians, en el Capítulo 6, señala las particularidades de la
investigación comunitaria feminista: es colaborativa en su diseño y participativa en su
ejecución, los participantes tienen voz respecto de cómo debería llevarse a cabo la
indagación, y voto para realizarla efectivamente, lo que incluye la atribución de decidir
acerca de los problemas que deberían ser estudiados, los métodos adecuados, los
resultados a considerar como válidos, y el modo en el que los descubrimientos habrán
de ser implementados y empleados. Dado su mutualismo cooperativo, la investigación
sirve a la comunidad en la que se ejecuta, más que a la de los productores de
conocimiento y diseñadores de políticas.
La investigación comunitaria se funda en la máxima de que las personas son los árbitros
de su propia presencia en el mundo. La misión de la investigación social consiste, para
esta posición, en alcanzar suficiencia interpretativa, la que busca que las vidas de las
personas, cargadas con múltiples interpretaciones e inmersas en una rica complejidad
cultural, se consideren en toda su integridad y con respeto a la dignidad. La
interpretación para ser suficiente debe cumplir con tres condiciones: representar la
multiplicidad de voces, incrementar el discernimiento moral, y promover la
transformación social.
De acuerdo con el comunitarismo feminista, al ingresar al dominio comunitario, no
desde la perspectiva de la toma de decisiones individual, sino desde una noción
universal de la comunidad, es factible sustentar la creencia en la colaboración entre
investigadores y actores participantes en el ámbito moral. El investigador, lejos de
aproximarse al campo imbuido de preconceptos acerca de esos actores, busca formas de
hacer efectivo, en la interacción, el carácter sagrado de la vida para lo cual cada cultura,
en diversas situaciones, provee una multiplicidad de sentidos y aplicaciones. De esta
suerte, tales actores comparten la noción de bien y los investigadores contribuyen con el
proceso de hacerla realidad.
Partiendo del supuesto de que todas las culturas humanas tienen algo importante que
decir, la investigación en ciencia social reconoce, para Christians, los valores
culturales particulares de acuerdo con la dignidad humana universal.

4. DE LA ÉTICA “EN” Y “DE” LA INVESTIGACIÓN


De acuerdo con la perspectiva de Denzin y Lincoln, presente ya en la
Introducción a este Manual, Capítulo1, las ciencias sociales son disciplinas
normativas, involucradas desde sus comienzos en valoraciones, y en cuestiones de
ideología, poder, deseo, sexismo, racismo, dominación, represión y control. A lo que
ambos aspiran es a una ciencia social comprometida profundamente con temas de
justicia social, no violencia, equidad, paz, y derechos humanos. Para ellos, por tanto, ya
no es una opción viable la de una ciencia social que proclame que esos temas pueden ser
abordados a voluntad.
Smith, en el Capítulo 4, resalta el valor de la ética de la investigación para las
comunidades indígenas, y para otras comunidades marginadas. Esa ética consiste en el

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establecimiento, mantenimiento y cultivo de las relaciones recíprocas y respetuosas, no
sólo de las personas entre sí como individuos sino, también, como colectivos y como
miembros de comunidades, y con las personas que viven y conviven con otras entidades
en su entorno.
La historia de la ética de la investigación que tiene como objeto a los seres humanos
supone, entre otros, tanto el estudio del modo en el que las sociedades, las instituciones,
las disciplinas, los individuos autorizan, describen, colonizan y gobiernan, como el
estudio del imperialismo, del racismo y del patriarcado históricos, y de las nuevas
formaciones de estos sistemas en las relaciones de poder contemporáneas.
De otra parte, las comunidades indígenas tienen un modo alternativo de conocerse a sí
mismas que ha logrado sobrevivir a los ataque de la colonización y a sus impactos. Esta
forma de conocimiento proporciona el acceso a una epistemología diferente, a una
visión alternativa de la sociedad, y a una ética también alternativa para la conducta
humana.
La calidad de las relaciones del investigador con aquellos con los que interactúa, y a los
que habrá de representar en sus textos, es situada por Bishop, en el Capítulo 5, en el
centro de sus reflexiones. Se interroga si esos actores serán observados como puro
forraje para alimentar las afirmaciones del investigador, autocentradas
profesionalmente, o si serán aceptados como sujetos dotados de voz, con opiniones y
dilemas específicos, estos es, como personas unidas a ese investigador por lazos de
reciprocidad. Ofrece, así, estrategias para desarrollar formas de involucramiento y
lograr un reposicionamiento discursivo de los investigadores que haga posible la
autodeterminación de los pueblos indígenas. La investigación kaupapa maorí que
propone surge de un amplio movimiento de revitalización étnica; los grupos de
investigación se desarrollan relacional y organizacionalmente de acuerdo con los
principios de la familia extendida, lo que implica identificar una serie de derechos y de
responsabilidades, compromisos, obligaciones y apoyos que resultan fundamentales
para la comunidad. Las costumbres de la familia extendida suponen: interacciones
personales cálidas, manifestaciones de solidaridad grupal y responsabilidad corporativa
por la propiedad grupal, temas y problemas materiales e inmateriales, como, por
ejemplo, el conocimiento. Estos atributos confluyen en los conceptos de amor, en su
sentido más amplio, o mutualidad, amabilidad, hospitalidad y orientación, los que se
constituyen en aspectos inherentes en y de la investigación. De esta manera, los
métodos y principios empleados en el proceso de investigación no difieren de aquellos
utilizados por los maoríes para establecer sus propias relaciones.
El vínculo entre la libertad humana y el orden moral es examinado por Christians, en
el Capítulo 6, quien sostiene que el Iluminismo insistió
categóricamente en la autonomía de acuerdo con el supuesto de que
la libertad debe distinguirse del orden moral y no integrarse a él. La
preocupación de este autor es abordar la inscripción de las ciencias
sociales en la filosofía liberal del Iluminismo, considerando que la
posibilidad de fundar un paradigma alternativo en esas ciencias
depende de la integración de la autonomía y el orden moral.
Nuestras convicciones morales ampliamente compartidas se
desarrollan, para Christians, a través del discurso en el marco de una
comunidad. Estas comunidades que alimentan y comparten el
discurso moral, representan una alternativa radical frente al
individualismo utilitarista de la modernidad. En el comunitarismo
feminista, que vuelve a aunar la vida humana con el orden moral, las
comunidades son parte de lo universal: el opuesto dialéctico de una

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ética de la autonomía individual, es decir, la solidaridad humana
universal. Nuestra obligación de cuidar el uno del otro, asevera,
define nuestra existencia. El carácter sagrado primigenio de todos, sin
excepción, es el corazón del orden moral y el nuevo punto de partida
para nuestro teorizar.
Para el modelo comunitario feminista, las personas nacen en un
universo sociocultural en el que los valores, compromisos morales y
significados existenciales se negocian en el diálogo y en el que las
metas nunca se cumplen en el aislamiento, sino a través del vínculo
humano, en el epicentro de la formación social. Las acciones
moralmente apropiadas, por definición, están orientadas a la
comunidad. Los valores morales comunes son elementos intrínsecos a
la existencia diaria y a la identidad de una comunidad dada. De forma
tal, la misión de la investigación en ciencias sociales es contribuir a
que prospere la vida de la comunidad, ofreciendo a sus miembros los
instrumentos necesarios para llegar a conclusiones comunes con el
objetivo de lograr la transformación de esa comunidad. El avance del
entendimiento moral está basado en la capacidad de las personas de
compartir sus puntos de vista en una situación social.
El comunitarismo feminista trata de engendrar razonamiento moral
internamente. Las comunidades están entrelazadas por narrativas
que refuerzan su comprensión común de lo bueno y lo malo, la
felicidad y la recompensa, y el significado de la vida y de la muerte. El
cuidado y el acuerdo recíprocos, arraigados en la experiencia
emocional, y no en el consenso formal, constituyen los cimientos
sobre los que se construye la posibilidad del discurso moral.
Las normas presentes en los códigos de ética que regulan la ética de
la investigación, tal como vienen implementándose, afirma Lincoln en
el Capítulo 7, no han podido seguir los pasos de los nuevos
desarrollos operados en las metodologías de investigación. En
especial, han quedado atrás las metodologías cualitativas que se
centran en la colaboración entre los investigadores y los actores
participantes, y en el reclamo de una ética comunitaria y democrática
en el ámbito de la investigación que recoja las epistemologías
emergentes, profundamente ligadas a las tradiciones culturales.

5. DE LOS APORTES, DE LOS DESAFIOS Y DE LA RESPONSABILIDAD


Este Manual se ofrece, así, como una amplia, profundizada y renovada gama de
posibilidades para el quehacer del investigador cualitativo y, al mismo tiempo, como un
desafío que lo interpela y lo estimula a implementar y a reconocer el alcance de
múltiples formas de conocimiento, de variados paradigmas, atendiendo al sistema
filosófico privativo de cada uno de ellos, y a la apropiada relación entre la ontología, la
epistemología y la metodología.
Estas diversas formas de conocer que, por lo demás, operan como modos de
resistencia a los regímenes consolidados y reproducidos de la verdad,
de la ciencia y de la justicia, destacan el carácter inherentemente
colectivo, y socialmente construido y distribuido del conocimiento, se
proponen modificar las estructuras profundas y las formas naturalizadas de organizar,
conducir y diseminar la investigación y el conocimiento, y dan prioridad a otras voces
antes silenciadas, y a otras formas de ser, de conocer y de producir conocimiento.

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Enfrentando a los paradigmas y epistemologías tradicionales, promueven la
transformación social y la cooperación de los actores participantes en la construcción,
validación y legitimación del conocimiento. Asimismo, revisan y redefinen las
características, la elaboración del diseño, los fines y funciones de la investigación,
reservando a la comunidad un lugar prioritario en el proceso de su desarrollo, y en el de
la decisión de sus posibles aportes y beneficios.
La investigación social no puede sino respetar los valores culturales
particulares, al mismo tiempo que la dignidad humana universal. La
ética, como componente esencial del proceso investigativo, evitando
que opere la exclusión de formas alternativas de sociedad y de conducta, procura el
establecimiento, mantenimiento y desarrollo de las relaciones recíprocas y respetuosas,
las que tienen como sujeto tanto a las personas como a los colectivos. Tales lazos de
reciprocidad alcanzan al vínculo entre el investigador y aquellos que participan en su
indagación. La ética de la autonomía individual es sustituida por la
solidaridad humana universal, enraizada en la obligación de cuidar el
uno del otro, y el consenso formal deja el lugar de privilegio al
acuerdo surgido del diálogo, del compromiso, y del reconocimiento
mutuo. Al mismo tiempo, el presupuesto de la distancia, de la separación, propio
del dualismo epistemológico, se diluye frente a la aceptación del principio de igualdad
esencial respecto de los sujetos de la interacción cognitiva. El carácter relacional
de la investigación cualitativa determina, pues, el ineludible
compromiso del investigador de respetar a toda/o “otra/o” en su
identidad, en su alteridad irreductible.

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