Está en la página 1de 1

La historia de Chocó es una historia de saqueos, enclaves, desidias, tomas26, desalojos,

desarraigos y desplazamientos o confinamientos forzados, al igual que de masacres. La riqueza


minera y biológica de la región no ha sido un activo democratizador, sino una fuente de enclaves
económicos y rentas capturadas por los armados, vía la violencia, el terror y la barbarie. Sus
regalías formales también han sido capturadas por diversas prácticas tanto clientelares como de
corrupción política y administrativa, que no profundizan la esfera pública sino las apropiaciones
privadas. Su posición estratégica lo ha convertido en las últimas décadas en un escenario atractivo
para el negocio ilícito de narcotráfico. Los chocoanos creían que se salvaría de la coca por la acidez
de sus suelos, pero tal creencia hoy en día es constatada por una realidad que narra la expansión
creciente de cultivos ilícitos27.

Las proyecciones de la riqueza chocoana y las declaratorias estatales de áreas de exploración y


explotación de hidrocarburos también han resultado violentas, al igual que desconocedoras de
modos alternos de desarrollo. Las esperanzas de población libertaria por tierras propias y las
solidaridades tejidas a través de este sueño han sido saboteadas por los armados y una suerte de
contrarreforma emprendida para apoderarse de territorios colectivos étnicos, fracturando sus
tejidos sociales.

Los consultados identificaron el robo del departamento como un evento diagnóstico en clave de
conflicto, al igual que centenares de desplazamientos, resaltando los perpetrados en 1997 y 1998
en Riosucio y la escabrosa masacre de Bojayá (Cuadro 1). Cabe señalar que el desplazamiento es
un patrón con continuidad en el Chocó, y varía entre cuencas hidrográficas dependiendo de los
movimientos de los armados y sus controles.

La cantidad de personas y familias que han salido de sus territorios en la cuenca del Baudó es
crítica, como lo señala el Consejo Comunitario General del Río Baudó, la Diócesis, la Defensoría del
Pueblo y agencias del Sistema de Naciones Unidas28. También resaltaron cómo el territorio ha
sido tomado por los armados, intereses privados y, para contrarrestarlos, se ha militarizado dando
la sensación de que los foráneos son los habitantes ancestrales. Con dolor e indignación,
recuerdan operaciones militares como la Génesis, llevada a cabo en 1997 en los ríos Salaquí y
Truandó, cuenca del río Cacarica, que ocasionó sucesivos desplazamientos y la muerte de líderes
de comunidades negras. El caso se llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
cuya sentencia estableció la responsabilidad estatal en los hechos y demandó el restablecimiento
de los derechos de las comunidades negras de la citada cuenca29. El pasado proyecta su sombra y
los recuerdos de lo acontecido emergen de nuevo, avivando fantasmas y miedos. En consecuencia,
hoy las comunidades le temen a lo que pasará en sus territorios con la Fuerza de Tarea Conjunta
Titán. Hablan de un aumento constante de militares sin que ello tenga como correlato la
disminución de organizaciones guerrilleras y paramilitares. Por el contrario, se relata un
fortalecimiento del ELN y una alianza de diversas bandas criminales alrededor de las Autodefensas
Gaitanistas de Colombia (AGC)30.

También podría gustarte