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UNIDAD 1 . Personas.

Bienes

1. La persona: concepto y clases


El CU, no ha dado un concepto de persona que englobe a las personas humanas (antes,
denominadas personas físicas o de existencia visible) y a las personas jurídicas (también
nominadas en el C.C. como personas de existencia ideal), sino que ha optado por dar
tratamiento a la persona humana y a su problemática en el Título I del Libro I y hacer lo propio
en el Título II con respecto a las personas jurídicas.
Las especies que prevé el CU son personas humanas y personas jurídicas (instituciones u
organizaciones públicas o privadas).

La persona humana:
Comienzo de la existencia de la persona humana. La concepción.
El art.19 CU, siguiendo el Proyecto de 1998, dispone: “La existencia de la persona humana
comienza con la concepción”. De este modo, mediante el nuevo texto, se da amparo legal
también al óvulo que está siendo fecundado “in vitro”, antes de su implantación en la madre.
El art.20 CU establece que “época de la concepción es el lapso entre el máximo y el mínimo
fijados para la duración del embarazo. Se presume, excepto prueba en contrario, que el
máximo de tiempo del embarazo es de trescientos días y el mínimo de ciento ochenta,
excluyendo el día del nacimiento”. “El máximo del tiempo del embarazo se presume que es de
trescientos días y el mínimo de 180 días; con exclusión del día del nacimiento. Esta presunción
admite prueba en contrario”).
Así, entonces, a partir de la fijación del tiempo máximo y mínimo del embarazo, se presume
que la concepción se produjo dentro de los primeros 120 días de los 300 que precedieron al
parto.
Adquiere importancia determinar el momento en que la concepción se produjo porque permite
establecer si un hijo es matrimonial o no (art.566 CU); establecer a quién corresponde la
paternidad del hijo si, por ejemplo, la mujer viuda o divorciada, que contrajere nuevo
matrimonio antes de los 300 días de la muerte de su primer esposo o de la disolución del
matrimonio, al tiempo diere a luz un hijo (art.568 CU).
A efectos de una completa comprensión del tema en análisis, haremos una breve referencia a
las presunciones legales.
Como vimos, el art.20 CU, al establecer el lapso máximo y mínimo del embarazo, refiere que
tales plazos se presumen, excepto prueba en contrario.
Las presunciones legales son afirmaciones contenidas en la ley, que dan certeza respecto de
los hechos a que se refieren (en el caso, con relación a la duración del embarazo). Las
presunciones se basan en la observación del orden regular de los acontecimientos y en el
estado de avance del conocimiento acerca de la cuestión sobre las que recaigan.
Existen dos tipos de presunciones legales: “iuris tantum”, que admiten prueba con contrario,
como es el caso del lapso máximo y mínimo del embarazo (la ciencia médica ha comprobado
que existen embarazos mayores a trescientos días y menores a ciento ochenta, aunque no es
lo común); y “iuris et de iure”, que para el orden legal son verdaderas y no admiten prueba en
contrario (el art.74 CU, cuando se refiere al domicilio legal dispone que “…es el lugar donde la
ley presume, sin admitir prueba en contra, que una persona reside de manera permanente para
el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones…”).

El nacimiento con vida como condición


El CU prevé la situación en el art.21: “Los derechos y obligaciones del concebido o implantado
en la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida. Si no nace con vida, se
considera que la persona nunca existió. El nacimiento con vida se presume”.
Si la criatura nace con vida y vive aunque sea unos instantes, los derechos recibidos durante la
concepción quedan irrevocablemente adquiridos y pasan a sus padres por sucesión.

Los derechos y obligaciones de las personas por nacer


El art. 64 C.C.preveía la posibilidad de admitir la representación de las personas por nacer
cuando éstas hubieren de adquirir bienes por donación o herencia.
La doctrina, en general, ha entendido que no eran estos los únicos casos de derechos que
podían adquirir, ni tampoco los únicos supuestos en que resultaba admisible la representación
legal de las personas por nacer. Así, por ejemplo, puede darse el caso de que la persona por
nacer resulte beneficiaria de una indemnización pagada por una compañía de seguros. Por
ejemplo, una persona contrata un seguro de vida en el que nombra beneficiario al hijo de otra;
ocurrido el fallecimiento del tomador del seguro, se da la situación de que el beneficiario aún no
ha nacido, pero se encuentra en concepción. Es un caso para que se admita el ejercicio de la
representación legal de quien aún no ha nacido, con vistas a la debida protección de sus
intereses. Puede ocurrir también que la madre en estado de gravidez, beneficiaria de una cuota
alimentaria, solicite, a raíz de su embarazo, un aumento de dicha cuota al obligado. En
puridad, el titular del aumento de la cuota alimentaria es la persona por nacer, aunque será la
madre quien ejercerá su representación legal para accionar judicialmente. También puede
darse que la madre no reciba ninguna cuota alimentaria, pero que su embarazo la coloque en
la necesidad de incurrir en mayores gastos de atención medica y de preparación del ajuar para
el nacimiento, a los que no puede hacer frente con sus ingresos. En este caso, el reclamo
alimentario a emprender lo será en representación de la persona por nacer.
El art.21 CU antes visto, en su primer párrafo, establece: “Los derechos y obligaciones del
concebido o implantado en la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida…”.
En primer lugar la disposición ya no se refiere a la herencia o donación como única posibilidad
de adquirir derechos, con lo cual las demás formas que vimos en los ejemplos precedentes
también son posibles.
En otro orden, el artículo hace referencia a que durante la concepción la persona pude contraer
obligaciones. El caso típico es el de las donaciones con cargo, es decir, aquellas en que el
donante impone una obligación accesoria a cumplir por el beneficiario (ej: una persona dona
una cierta cantidad de dinero al hijo en concepción de determinada mujer, pero le impone el
cargo de que una parte de lo recibido sea donado, a su vez, a un determinado hospital. La
madre, en ejercicio de la representación legal de su hijo en concepción, acepta la donación y,
por tanto, también el cargo accesorio. De este modo, la persona por nacer contrae una
obligación hacia un tercero).
El art.100 CU, referido a la representación de los incapaces, en su inc.a) dispone que son
representantes de las personas por nacer sus padres.

Fin de la existencia de la persona humana

1. La muerte y su prueba
La existencia de la persona humana termina por su muerte (art.93).
La muerte del ser humano es un hecho jurídico, esto es, un acontecimiento que, conforme al
ordenamiento jurídico, produce el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas (conf. art.257 CCivCom.). Así, por ejemplo, si la persona fallecida es
casada, la muerte disuelve el vínculo matrimonial; si había tomado un seguro de vida, la
muerte (salvo el caso suicidio) genera a la aseguradora la obligación de indemnizar al
beneficiario; entre ascendientes, descendientes y cónyuge, el heredero queda investido de su
calidad de tal desde el día de la muerte del causante, aunque ignore esta circunstancia y
también desconozca sus derechos a la herencia (conf. art.2337 CCivCom.), etc.
El art.94 CU atribuye a la ciencia médica y a sus estándares, en evolución constante, la
comprobación de la muerte de la persona.

Derechos de la personalidad: concepto y caracteres


Son aquellos íntimamente vinculados a la condición de ser humano, y cuya negación
determinaría la de su propia existencia como tal. Ellos son el derecho a la vida, a la libertad, a
la integridad física, a la honra, a la intimidad.

Son sus caracteres:


a) Absolutos:
Porque resultan oponibles "erga omnes", es decir, contra cualquiera que intente desconocerlos
o avasallarlos.
b) Extrapatrimoniales:
No tienen un valor pecuniario, aun cuando su lesión por acción de terceros pueda originar
acciones de daños y perjuicios, que sí tienen un objetivo económico.
c) Innatos:
Connaturales; nacidos con el sujeto mismo. Aunque el ejercicio de la mayoría de estos
derechos se va a dar luego del nacimiento, su origen se liga al principio de la existencia del ser
humano; esto es, al momento en que se origina la concepción.
d) Inalienables:
No son susceptibles de ser enajenados (transferidos o cedidos a terceros) Están fuera del
comercio.
e) No caducan por el transcurso del tiempo.

2. Atributos de la personalidad
El de “persona” es un concepto netamente jurídico, no obstante que en el lenguaje común la
palabra persona sea tomada y entendida como sinónimo de ser humano.
La persona es tal porque puede actuar en el campo del Derecho, como sujeto activo o pasivo
de una relación jurídica.
La personalidad jurídica posibilita, tanto al ser humano (persona humana), como a las
instituciones u organizaciones (personas jurídicas), adquirir derechos y contraer obligaciones.
La personalidad jurídica otorga, a quienes la detentan, ciertas cualidades que favorecen su
actuación en el plano jurídico. A esas cualidades se las denomina atributos de la personalidad.
Son atributos de la personalidad el nombre, la capacidad, el domicilio y el patrimonio.
Tratándose de personas humanas, se agrega un nuevo atributo: el estado, que es el lugar que
estas ocupan en la sociedad y principalmente, en la familia (en doctrina se lo ha referido como
“estado civil” y con el paso del tiempo esa denominación ha cambiado por la de “estado de
familia”).
Los atributos de la personalidad presentan los siguientes caracteres:
a) Necesarios: no se concibe una persona que pueda carecer de ellos.
b) Únicos: en el sentido de que nadie puede tener sino un solo atributo de igual especie.
c) Inalienables: no pueden ser enajenados.
d) No caducan por el transcurso del tiempo.

Capacidad
Concepto y especies

Se denomina capacidad, en general, a la aptitud de la persona para adquirir derechos y


contraer obligaciones.
Se distinguen dos especies de capacidad: de derecho (también denominada de goce) y de
ejercicio (de hecho).
Capacidad de derecho es la aptitud para ser titular de relaciones jurídicas, en tanto que
capacidad de hecho es la posibilidad de la persona humana de ejercer por sí los derechos y
cumplir las correlativas obligaciones o deberes jurídicos que esas relaciones jurídicas suponen.
El CU se refiere a la capacidad de derecho en el art.22: “Toda persona humana goza de la
aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta
capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados”. Por su parte, el
art.23 CU se ocupa de la capacidad de ejercicio: “Toda persona humana puede ejercer por sí
misma sus derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una
sentencia judicial”.
En correspondencia con los conceptos dados, existen, entonces, incapacidades de derecho e
incapacidades de ejercicio, es decir, existen personas que, por determinadas características o
calidades que poseen, no pueden ser titulares de determinadas relaciones jurídicas y existen
otras que, por su situación de falta de madurez o de salud mental, son incapaces de ejercitar
por sí un determinado derecho, debiendo valerse de representante legal.

Incapacidad de derecho

Fundamento
La ley establece las incapacidades de derecho sustentándose en razones de orden moral, que
aconsejan, por ejemplo, impedir a ciertas personas celebrar contratos con otras o respecto de
bienes determinados.

Caracteres:
Las incapacidades de derecho son excepcionales y de interpretación restrictiva, es decir, que
no pueden extenderse a otras situaciones no previstas, por vía de analogía. Siempre son
relativas, es decir, para casos especialmente previstos, dado que admitir incapaces de derecho
absolutos supondría la muerte civil de la persona de que se trate. La regla es la capacidad de
derecho y la excepción las incapacidades o inhabilidades.

Distintos casos:
A continuación haremos una breve reseña de algunos supuestos que el CU expresamente
prevé, con la advertencia de que no son los únicos casos de inhabilidades o incapacidades de
derecho contenidos en la ley. Así, por ejemplo, el art.689 CU establece que los progenitores no
pueden hacer contrato alguno con el hijo que está sometido a su responsabilidad parental
(denominación más abarcativa que la antigua patria potestad); y el art.120 CU dispone que los
tutores no pueden, ni con autorización judicial, celebrar con el tutelado los actos prohibidos a
los padres respecto de sus hijos menores de edad.

Incapacidades para contratar:


Bajo el título de “inhabilidades especiales”, el art.1002 CU dispone: “No pueden contratar en
interés propio:
a)los funcionarios públicos, respecto de bienes de cuya administración o enajenación están o
han estado encargados;
b)los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y mediadores, y sus auxiliares,
respecto de bienes relacionados con procesos en los que intervienen o han intervenido;
c)los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en procesos en los que
intervienen o han intervenido;
d)los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí.
Los albaceas que no son herederos no pueden celebrar contrato de compraventa sobre los
bienes de las testamentarias que estén a su cargo”.

Incapacidades para recibir bienes por sucesión testamentaria


Bajo el título de “inhabilidad para suceder por testamento”, el art.2482 CU establece: “No
pueden suceder por testamento:
a) los tutores y curadores a sus pupilos, si éstos mueren durante la tutela o curatela o antes de
ser aprobadas las cuentas definitivas de la administración;
b) el escribano y los testigos ante quienes se haya otorgado el testamento, por el acto en el
cual han intervenido;
c) los ministros de cualquier culto y los líderes o conductores espirituales que hayan asistido al
causante en su última enfermedad”.

Incapacidad de ejercicio

Fundamento:
Las incapacidades de ejercicio son establecidas por la ley para preservar o defender los
intereses de personas que, por su falta de madurez o de salud mental, no se encuentran en
condiciones de ejercer por sí los derechos o de cumplir las obligaciones o deberes jurídicos a
su cargo, derivadas de las relaciones jurídicas.

Caracteres:
Las incapacidades de ejercicio se sustentan en la falta de aptitud psíquica de la persona, que
le impide ejercitar por sí sus derechos y cumplir las obligaciones o deberes jurídicos a su
cargo. Esas incapacidades, de carácter protectorio o tuitivo, son susceptibles de ser suplidas a
través de la representación de la persona de que se trate o de un sistema de apoyos que
regula especialmente el CU. A diferencia de la incapacidad de derecho, que siempre es
relativa, las incapacidades de ejercicio pueden ser absolutas o relativas.

Distintos casos: Enunciación


El art.24 CU dispone que son incapaces de ejercicio:
a) las personas por nacer;
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente; y
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa
decisión.

Los menores: concepto y clases


El art.25 CU denomina menor de edad a la persona que no ha cumplido dieciocho años y
adolescente al menor que cumplió trece años.
De esta forma quedan sin efecto las denominaciones, contenidas en los arts.126 y 127 del
anterior C.C., de menores impúberes y de menores adultos.
En distintas partes el CU se refiere a los menores como niños/as y adolescentes (arts. 109,
114, 583, 589, 590, 716, 2640, etc.), por lo tanto, las denominaciones que corresponden son la
de niño/a desde el nacimiento hasta los doce años inclusive y de adolescente desde los 13
años hasta los 17 años, ambos inclusive.
El art. 26 CU dispone que “la persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus
representantes legales.
No obstante, la que cuenta con edad y grado de madurez suficiente puede ejercer por sí
los actos que le son permitidos por el ordenamiento jurídico. En situaciones de conflicto
de intereses con sus representantes legales, puede intervenir con asistencia letrada.
La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial que le concierne
así como a participar en las decisiones sobre su persona.
Se presume que el adolescente entre trece y dieciséis años tiene aptitud para decidir por sí
respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado
de salud o provocan un riesgo grave en su vida o integridad física.
Si se trata de tratamientos invasivos que comprometen su estado de salud o está en riesgo
la integridad o la vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus
progenitores; el conflicto entre ambos se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre
la base de la opinión médica respecto a las consecuencias de la realización o no del acto
médico.
A partir de los dieciséis años el adolescente es considerado como un adulto para las
decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo”.
El fundamento de la disposición debe buscarse en la Ley de Protección Integral de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes N° 26.061(especialmente, arts.19 y 27) que
consagran el principio de capacidad progresiva para el ejercicio de los derechos, en
consonancia con el creciente grado de madurez de los adolescentes para decidir sobre
cuestiones relativas a sus intereses y a sus propias personas.
Ahora bien, de acuerdo con el 2° párrafo del artículo transcripto, ¿cuáles son los actos que el
ordenamiento jurídico posibilita a los menores a ejercer por sí, a condición de haber alcanzado
cierta edad y el grado de madurez suficiente?. Expondremos a continuación algunos de esos
actos.
1. En el discernimiento de la tutela, el niño/a o adolescente debe ser oído previamente por el
juez y éste debe tener en cuenta sus manifestaciones en función de su edad y madurez
(art.113 CU).
2. El hijo matrimonial que lleva el apellido de uno de sus padres, con edad y madurez suficiente
se puede agregar el apellido del otro (art.64 CU).
3. El hijo mayor de dieciséis años puede ejercer empleo, profesión o industria, dado que la
autorización de sus progenitores se presume (art.683 CU).
4. El menor tiene la administración de los bienes que hubiere adquirido con su empleo,
profesión o industria (art.686 inc.a)CU).
5. El hijo con grado de madurez suficiente, con asistencia letrada, puede demandar al
progenitor que falta a la prestación de alimentos (art.661 inc.b) CU).
6. El hijo adolescente, sin autorización de sus padres, puede estar en juicio cuando sea
acusado criminalmente, y también reconocer hijos (art. 680 CU).
7. Los hijos menores pueden celebrar por sí contratos de escasa cuantía de la vida cotidiana.
La autorización de los padres se presume (art.684).
8. Los progenitores adolescentes, estén o no casados, ejercen la responsabilidad parental de
sus hijos pudiendo decidir y realizar por sí mismos las tareas necesarias para su cuidado,
educación y salud (art.644 CU).
9. La persona menor de edad que ha obtenido título habilitante para el ejercicio de una
profesión puede ejercerla por cuenta propia sin necesidad de previa autorización. Tiene la
administración y disposición de los bienes que adquiere con el producto de su profesión y
puede estar en juicio civil o penal por cuestiones vinculadas a ella (art.30 CU).

Emancipación por matrimonio


Para contraer matrimonio se exige ser mayor de edad, es decir, haber cumplido dieciocho años
(art.403 inc. f) CU). Ello no obstante, el art.404 CU establece que el menor de edad que no
hubiere cumplido 16 años de edad, podrá contraerlo, con dispensa judicial previa y el que
tuviere dieciséis años cumplidos podrá hacerlo con autorización de sus representantes legales
o, a falta de ésta, mediante dispensa judicial.
La celebración del matrimonio antes de los dieciocho años emancipa a la persona menor de
edad.
La persona emancipada goza de plana capacidad de ejercicio, con algunas limitaciones que el
propio CU prevé (art.27 CU).
La emancipación es irrevocable. La nulidad del matrimonio no deja sin efecto la emancipación,
excepto respecto del cónyuge de mala fe (quien conocía el vicio que afectaba el acto), para
quien cesa a partir del día en que la sentencia pase en autoridad de cosa juzgada (la sentencia
queda firme porque a su respecto no caben más recursos).
Es importante destacar que la circunstancia de que el emancipado por matrimonio goce de
plena capacidad de ejercicio no implica que por esa circunstancia haya alcanzado la mayoría
de edad. Tanto es así que, en su último párrafo el art.27 CU deja en claro que “si algo es
debido a la persona menor de edad con cláusula de no poder percibirlo hasta la mayoría de
edad, la emancipación no altera la obligación ni el tiempo de su exigibilidad”.
El art.28 CU dispone que la persona emancipada no puede, ni con autorización judicial:
a) aprobar las cuentas de sus tutores y darles finiquito.
Si el menor emancipado hubiere estado sometido a tutela, no podrá, hasta alcanzar la mayoría
de edad, aprobar la rendición de cuentas que le efectúe su tutor.
b) hacer donación de bienes que hubiese recibido a título gratuito.
Esta prohibición es difícil de controlar respecto de los bienes comunes cuya transferencia sólo
exige tradición manual. En cambio, es sencillo el control cuando se trate de bienes registrables
(aquellos para cuya transferencia la ley exige su inscripción en un registro de la propiedad).
c) afianzar obligaciones (ser fiadores o garantes de obligaciones de terceros).
Los actos otorgados en contravención a las prohibiciones contenidas en el art.28 CU se hallan
afectados de nulidad relativa, es decir, que esta sanción civil se impone en interés del
emancipado (art.386 CU). Ello así, el acto llevado a cabo en infracción a la prohibición es
susceptible de ser confirmado por el emancipado luego de desaparecida la causal de nulidad
(art.393 CU). En el caso, podría ser confirmado cuando el emancipado alcanzare la mayoría de
edad.
El emancipado requiere autorización judicial para disponer de los bienes recibidos a título
gratuito. La autorización debe ser otorgada cuando el acto sea de toda necesidad o de ventaja
evidente (art.29 CU). Es de hacer notar que ya no se trata de la donación de bienes recibidos a
título gratuito que, como vimos, está prohibida. El caso se refiere a la disposición a título
oneroso de un bien recibido a título gratuito. La solución legal es acertada por cuanto será el
juez quien merituará la necesidad de venta alegada por el emancipado o la ventaja evidente de
la operación.

Restricciones a la capacidad de ejercicio


El CU ha innovado en forma trascendente, siguiendo en la materia los lineamientos de la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (aprobada por Ley
N°26.378) y de la Ley Nacional de Salud Mental N°26.657.
El art. 31 CU establece las reglas generales relativas a las restricciones a la capacidad de
ejercicio:
a) la capacidad general de ejercicio de la persona humana se presume, aun cuando se
encuentre internada en un establecimiento asistencial;
b) las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional y se imponen siempre en
beneficio de la persona;
c) la intervención estatal tiene siempre carácter interdisciplinario, tanto en el tratamiento como
en el proceso judicial;
d) la persona tiene derecho a recibir información a través de medios y tecnologías adecuadas
para su comprensión;
e) la persona tiene derecho a participar en el proceso judicial con asistencia letrada, que debe
ser proporcionada por el Estado si carece de medios;
f) deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y
libertades.
El art.32 CU habilita al juez a restringir la capacidad para determinados actos de una persona
mayor de trece años que padece una adicción o una alteración mental permanente o
prolongada, de suficiente gravedad, siempre que estime que del ejercicio de su plena
capacidad puede resultar un daño a su persona o a sus bienes.
En relación con dichos actos, el juez debe designar el o los apoyos necesarios (personas de
conocimiento directo o relacionadas afectivamente con aquel a quien se restringe la
capacidad), especificando las funciones con los ajustes razonables en función de las
necesidades y circunstancias de la persona.
El o los apoyos designados deben promover la autonomía y favorecer las decisiones que
respondan a las preferencias de la persona protegida.
Por excepción, cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de
interaccionar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato
adecuado y el sistema de apoyos resulte ineficaz, el juez puede declarar la incapacidad y
designar un curador.
El CU asume que la mayoría de las discapacidades reconocen un origen social. Prevé un
sistema de apoyos que, a diferencia de la representación legal que ejerce el curador,
complementan la voluntad de la persona restringida en su capacidad. No se trata de excluir la
voluntad de la persona, sino de favorecerla.
El último párrafo del art.32 CU deja en claro que sólo por excepción procede la declaración de
la incapacidad de la persona y la designación de un curador.
De acuerdo al art.33 CU, están legitimados para solicitar la declaración de incapacidad y de
capacidad restringida:
a) el propio interesado;
b) el cónyuge no separado de hecho y el conviviente mientras la convivencia no haya cesado;
c) los parientes por consanguinidad dentro del cuarto grado y los parientes por afinidad dentro
del segundo grado;
d) el Ministerio Público (se trata de un órgano público, independiente, con autonomía funcional
respecto de los tres poderes del Estado, cuya organización y atribuciones se encuentran
previstas en la Ley N° 24.946. Está compuesto por el Ministerio Público Fiscal –Procurador
General de la Nación y fiscales dependientes- y el Ministerio Público de la Defensa –Defensor
General de la Nación, defensores oficiales, curadores y tutores públicos-).
Durante el proceso, el juez debe ordenar las medidas necesarias para garantizar los derechos
personales y patrimoniales de la persona. En tal caso, la decisión debe determinar qué actos
requieren la asistencia de uno o varios apoyos, y cuáles la representación de un curador.
También puede designar redes de apoyo y personas que actúen con funciones específicas
según el caso (art.34 CU).
El juez debe garantizar la inmediatez con el interesado durante el proceso y entrevistarlo
personalmente antes de dictar resolución alguna, asegurando la accesibilidad y los ajustes
razonables del procedimiento de acuerdo a la situación de aquél. El Ministerio Público y, al
menos, un letrado que preste asistencia al interesado, deben estar presentes en las
audiencias. La persona en cuyo interés se lleva adelante el proceso es parte y puede aportar
todas las pruebas que hacen a su defensa. Del mismo modo, la persona que solicitó la
declaración de incapacidad o la restricción a la capacidad puede aportar pruebas para acreditar
los hechos en que fincó su denuncia (arts. 35 y 36 CU).
La sentencia se debe pronunciar sobre los siguientes aspectos:
a) diagnóstico y pronóstico;
b) época en que la situación se manifestó;
c) recursos personales, familiares y sociales existentes;
d) régimen para la protección, asistencia y promoción de la mayor autonomía posible.
Para expedirse, es imprescindible el dictamen de un equipo interdisciplinario (art.37 CU).
De acuerdo al art.5° de la Constitución Nacional es facultad de las Provincias organizar la
administración de justicia en sus territorios. Paralelamente, también les cabe el dictado de los
códigos de procedimientos. Ahora bien, en su última parte el art.37 CU destaca que para dictar
sentencia en los procesos que nos ocupan resulta imprescindible el dictamen de un equipo
interdisciplinario; por esa razón, aunque los códigos procesales provinciales actualmente no
prevean este recaudo en forma expresa en el trámite de los juicios orientados a restringir la
capacidad de las personas, igualmente deberán cumplir el requerimiento legal.
La ley N°26.657 de Salud Mental, en su art.8, a modo orientativo, establece: “Debe promoverse
que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por
profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la
autoridad competente. Se incluyen las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social,
enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes”.
La sentencia que se dicte debe determinar la extensión y alcance de la restricción y especificar
las funciones y actos que quedan limitados, procurando que la afectación de la autonomía
personal sea la menor posible. Paralelamente, se debe designar una o más personas de apoyo
o curadores, según la gravedad del caso (ver última parte del art. 32 CU), y señalar las
condiciones de validez de los actos específicos sujetos a la restricción contenida en la
sentencia. Se deberá indicar, además, la o las personas intervinientes y la modalidad de su
actuación (p.ej: si la sentencia se inclina por un régimen de apoyos, deberá especificar cuál es
la persona que debe intervenir para prestar conformidad a un determinado acto y la forma en
que debe hacerlo) (conf. art.38 CU).
La sentencia debe ser inscripta en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas y
se debe dejar constancia al margen del acta de nacimiento de la persona restringida en su
capacidad. Esta forma de publicidad apunta a salvaguardar el interés de los terceros que
pudieran contratar con la persona objeto de la medida judicial.
Los actos celebrados por la persona restringida en su capacidad producirán efectos contra
terceros recién a partir de la fecha de inscripción de la sentencia en el registro (conf.art.39 CU)
El interesado, en cualquier momento puede pedir la revisión de la sentencia declarativa de su
restricción. La sentencia debe ser revisada por el juez en un plazo no superior a tres años, a
contar de la solicitud, sobre la base de nuevos dictámenes interdisciplinarios y mediando la
audiencia personal con el interesado. Es deber del Ministerio Público fiscalizar el cumplimiento
efectivo de la revisión judicial del caso (conf. art.40 CU).
La internación sin consentimiento de una persona, tenga o no restringida su capacidad,
procede sólo si se cumplen los recaudos previstos en la legislación especial (por ejemplo, la
Ley de Salud Mental N°26.657 en sus arts.14 a 29 establece el régimen a que deben sujetarse
las internaciones) y las reglas generales siguientes:
a) debe estar fundada en una evaluación de un equipo interdisciplinario, que señale los motivos
que la justifican y la ausencia de una alternativa eficaz menos restrictiva de su libertad;
b) sólo procede ante la existencia de riesgo cierto e inminente de un daño de entidad para la
persona protegida o para terceros;
c) es considerada un recurso terapéutico de carácter restrictivo y por el tiempo más breve
posible; debe ser supervisada periódicamente;
d) debe garantizarse el debido proceso, el control judicial inmediato y el derecho de defensa
mediante asistencia jurídica;
e) la sentencia que aprueba la internación debe especificar su finalidad, duración y periodicidad
de la revisión (conf. art.41 CU)
Si bien quienes normalmente disponen las internaciones son los equipos de salud que evalúan
los casos, excepcionalmente se admite que la autoridad pública (funcionarios públicos en
cumplimiento de sus funciones, policía) pueda disponer el traslado de una persona cuyo estado
no admita dilaciones y se encuentre en riesgo cierto e inminente de daño para sí o para
terceros, a un centro de salud para su evaluación. En este caso, si fuese admitida la
internación, debe cumplirse con los plazos y modalidades establecidos en la legislación
especial (arts.14 a 29 Ley de Salud Mental N°26.657 y su reglamentación). Las fuerzas de
seguridad y servicios públicos de salud deben prestar auxilio inmediato (conf. art. 42 CU).
Las disposiciones referidas a la internación, dado su carácter escueto, deben ser vistas como
un standard mínimo a cumplirse. Luego, las distintas jurisdicciones, por aplicación de la Ley de
Salud Mental, de su decreto reglamentario N°603/2013, o de las normas locales, podrán exigir
mayores requisitos, siempre con vistas a la mayor protección de la persona en situación de
internación.

Sistemas de apoyo al ejercicio de la capacidad


El art.43 CU establece: “Se entiende por apoyo cualquier medida de carácter judicial o
extrajudicial que facilite a la persona que lo necesite la toma de decisiones para dirigir
su persona, administrar sus bienes y celebrar actos jurídicos en general.
Las medidas de apoyo tienen como función la de promover la autonomía y facilitar la
comunicación, la comprensión y la manifestación de voluntad de la persona para el ejercicio de
sus derechos.
El interesado puede proponer al juez la designación de una o más personas de su confianza
para que le presten apoyo. El juez debe evaluar los alcances de la designación y procurar la
protección de la persona respecto de eventuales conflictos de intereses o influencia indebida.
La resolución debe establecer la condición y la calidad de las medidas de apoyo y, de ser
necesario, ser inscripta en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas”.
En el punto precedente, al analizar el texto del art.32 CU, dijimos que el sistema de apoyos es
una novedad legislativa que se orienta a complementar la voluntad de la persona restringida en
su capacidad y no a sustituirla. En tal inteligencia, el apoyo brindado por personas de
conocimiento de aquélla o vinculadas afectivamente a ella, se estima como una medida
dignificante de la persona restringida en su capacidad. La intensidad de los apoyos variará con
la gravedad o complejidad del caso (así, por ejemplo, una persona restringida en su capacidad
de ejercicio, podrá necesitar como apoyo únicamente un acompañante terapéutico y otra
persona que lo asista con su conformidad previa, en los actos de disposición de bienes).

Actos realizados por la persona incapaz o con capacidad restringida


El art.44 CU dispone que “son nulos los actos de la persona incapaz y con capacidad
restringida, que contrarían lo dispuesto en la sentencia, realizados con posterioridad a su
inscripción en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas”. En cambio, los actos
anteriores a la inscripción de la sentencia pueden ser declarados nulos, sólo si perjudican a la
persona incapaz o con capacidad restringida, y se cumple alguno de los siguientes extremos:
a) que la enfermedad mental fuera ostensible a la época de la celebración del acto;
b) que quien hubiere contratado con la persona fuera de mala fe;
c) que el acto otorgado fuera a título gratuito (conf. art.45 CU).
Se trata, en ambos casos, de supuestos de nulidad relativa, en la medida que la sanción se
impone en protección del interés de la persona incapaz o restringida en su capacidad (art.386
CU).
Luego del fallecimiento de la persona incapaz o restringida en su capacidad, los actos entre
vivos otorgados con anterioridad a la inscripción registral de la sentencia no pueden
impugnarse, excepto que la enfermedad mental que afectara a la persona resultare del acto
mismo (p.ej: contener cláusulas irrazonables, otorgar excesivas ventajas a la contraparte o
establecerse un precio irrisorio para la venta de la cosa que pertenecía al incapaz o restringido
en su capacidad), que la muerte haya acontecido después de promovida la acción para la
declaración de incapacidad o capacidad restringida, que el acto sea a título gratuito, o que se
pruebe que quien contrató con ella actuó de mala fe (conf. art.46).

Cese de la incapacidad y de las restricciones a la capacidad


El cese de la incapacidad o de la restricción a la capacidad debe decretarse por el juez que la
declaró, previo examen de un equipo interdisciplinario, que dictamine sobre el restablecimiento
de la persona. Si el restablecimiento no es total, el juez puede ampliar la nómina de actos que
la persona puede realizar por sí o con la asistencia de su curador o apoyo (conf. art.47 CU).
El trámite del cese debe desarrollarse en un juicio similar al que declaró la incapacidad o la
restricción.
Se encuentran legitimados para solicitar el cese las mismas personas que lo estaban para
requerir la declaración de incapacidad o la restricción de la capacidad: el interesado, el
cónyuge no separado y el conviviente, los parientes por consanguinidad hasta el cuarto grado y
los parientes por afinidad hasta el segundo grado y el Ministerio Público (art.33 CU).
Si la sentencia dispone el cese de las restricciones que pesaban sobre la persona, se
procederá a la inmediata cancelación de la inscripción registral (conf. art. 39 “in fine” CU).

Inhabilitados
El art.32 CU, en su primer párrafo, dispone que las personas mayores de trece años que
padecen una adicción o una alteración mental permanente o prolongada de suficiente
gravedad pueden ser objeto de una restricción judicial de su capacidad para determinados
actos. De este modo se ha dado respuesta legal a los casos de adicciones al alcohol y a las
drogas y a los supuestos de personas disminuidas en sus facultades mentales, que, eran
supuestos de inhabilitaciones en el régimen del C.C.
Ha quedado, entonces, como único supuesto de inhabilitación reglado en el CU el de los
pródigos.
El art.48 CU dispone que pueden ser inhabilitados quienes por la prodigalidad en la gestión de
sus bienes expongan a su cónyuge, conviviente o a sus hijos menores de edad o con
discapacidad a la pérdida del patrimonio. A estos fines, se considera persona con
discapacidad, a toda persona que padece una alteración funcional permanente o prolongada,
física o mental, que en relación a su edad y medio social implica desventajas considerables
para su integración familiar, social, educacional o laboral. La acción sólo corresponde al
cónyuge, conviviente y a los ascendientes y descendientes.
La declaración de inhabilitación importa la designación de un apoyo, que debe asistir al
inhabilitado en el otorgamiento de actos de disposición entre vivos y en los demás actos que el
juez fije en la sentencia.
El cese de la inhabilitación se decreta por el juez que la declaró, previo examen
interdisciplinario que dictamine sobre el restablecimiento de la persona.
Si el restablecimiento no es total, el juez puede ampliar la nómina de actos que la persona
puede realizar por sí o con apoyo (arts.49 y 50).
A diferencia del régimen anterior en que siempre se designaba un curador al inhabilitado, en el
CU se prevé que un apoyo asista a aquél en los actos de disposición de bienes y en aquellos
que especialmente haya señalado la sentencia.

Situación de los condenados a prisión por más de tres años


Tradicionalmente, en doctrina se incluía entre los inhabilitados a los condenados a pena de
prisión por más de tres años. La razón de ello es la previsión contenida en el art.12 del Código
Penal, que establece: “La reclusión y la prisión por más de tres años llevan como inherente la
inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, la que podrá durar hasta tres años más, si
así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole del delito. Importan además la privación,
mientras dure la pena, de la patria potestad, de la administración de los bienes y del derecho
de disponer de ellos por actos entre vivos. El penado quedará sujeto a la curatela establecida
por el Código Civil para los incapaces”.
Como surge del texto, la inhabilitación absoluta es una pena accesoria de la de prisión (art.19
Código Penal), con consecuencias totalmente diversas de la inhabilitación que regula el CU
respecto de los pródigos.
Hoy, como vimos, la curatela resulta improcedente en casos de prodigalidad y ha sido
sustituida por el sistema de apoyos.
Por las razones expuestas, en nuestra opinión, la situación de los penados no puede
encuadrarse en el instituto de la inhabilitación previsto en los arts.48 a 50 CU).

Representación y asistencia. Tutela y curatela


El principio general en materia de representación legal está contenido en el art.100 CU: “Las
personas incapaces ejercen por medio de sus representantes los derechos que no pueden
ejercer por sí”.
Son representantes (art.101 CU):
a) de las personas por nacer, sus padres;
b) de las personas menores de edad no emancipadas, sus padres. Si faltan los padres, o
ambos son incapaces, o están privados de la responsabilidad parental, o suspendidos en su
ejercicio, el tutor que se les designe;
c) de las personas con capacidad restringida, el o los apoyos designados cuando, conforme a
la sentencia, éstos tengan representación para determinados actos; de las personas incapaces
o con capacidad restringida, mayores de trece años que padezcan una adicción o una
alteración mental permanente o prolongada, el curador que se les nombre.
Las situaciones de privación o suspensión del ejercicio de la responsabilidad parental, que
prevé el inc. b) del art.101 CU, se encuentran establecidas en los arts.700 y 702 CU.
De acuerdo al art.700 CU, cualquiera de los padres queda privado de la responsabilidad
parental por ser condenado como autor, coautor, instigador o cómplice de un delito doloso
contra la persona o los bienes del hijo; abandonarlo, dejándolo en un total estado de
desprotección, aun cuando quede bajo el cuidado del otro progenitor o la guarda de un tercero;
poner en peligro su seguridad o su salud psicofísica; haberse declarado su estado de
adoptabilidad.
El ejercicio de la responsabilidad parental -dispone el art.702- queda suspendido mientras dure
la declaración de ausencia con presunción de fallecimiento; el plazo de la condena a reclusión
y la prisión por más de tres años; la declaración por sentencia firme de la limitación de la
capacidad por razones graves de salud mental que impiden al progenitor dicho ejercicio; la
convivencia del hijo con un tercero, separado de sus progenitores por razones graves.
Dispone el art. 103 CU que la actuación del Ministerio Público respecto de personas menores
de edad, incapaces y con capacidad restringida, y de aquellas cuyo ejercicio de capacidad
requiera de un sistema de apoyos puede ser, en el ámbito judicial, complementaria o principal.
a) Es complementaria en todos los procesos en los que se encuentran involucrados intereses
de personas menores de edad, incapaces y con capacidad restringida; la falta de intervención
causa la nulidad relativa del acto.
b) Es principal:
i) cuando los derechos de los representados están comprometidos, y existe inacción de los
representantes;
ii) cuando el objeto del proceso es exigir el cumplimiento de los deberes a cargo de los
representantes;
iii) cuando carecen de representante legal y es necesario proveer la representación.
En el ámbito extrajudicial, el Ministerio Público actúa ante la ausencia, carencia o inacción de
los representantes legales, cuando están comprometidos los derechos sociales, económicos y
culturales.
La actuación complementaria del Ministerio Público, que en el régimen del Código Civil era
denominada “representación promiscua”, se orienta a velar por los intereses de menores o
incapaces, de modo tal que, ante cualquier cuestión que surja en los procesos judiciales donde
aquéllos toman parte, de la que pueda derivarse un perjuicio a su respecto, exista una
intervención obligada del representante de dicho Ministerio que emita opinión al respecto y, en
su caso, peticione al juez de la causa las medidas que estime procedentes. No se trata de
menores o incapaces sin representación o sin asistencia (puede tratarse de una causa de
divorcio en que los padres de un menor están acordando un régimen alimentario y de visitas);
de ahí que la función del Ministerio Público tome características de supervisión del
procedimiento, en lo que a los intereses de los menores e incapaces se refiere.
A diferencia de lo señalado, los supuestos de procedencia de la actuación principal del
Ministerio Público, dan cuenta de una situación de verdadera indefensión de los menores o
incapaces.

Nombre

Concepto y caracteres
Es la denominación que se da a una persona, que permite identificarla y distinguirla de las
demás. Este instituto no fue previsto en el régimen del Código Civil. Recién en 1969 se dicto la
Ley 18.248, que lo reguló en forma orgánica, receptando en gran medida el derecho
consuetudinario entonces vigente. El CU ha actualizado el texto de dicha norma, para
adecuarlo a principios constitucionales que priorizan el derecho a la identidad, a la autonomía
de la voluntad y a la igualdad (Fundamentos del Anteproyecto de CU).

Son sus caracteres:


a) Necesario.
b) Único.
c) Inalienable.
d) Inembargable: al estar fuera del comercio, no puede ser embargado por los acreedores de la
persona, con vistas a su posterior venta y cobro con el producido de ella.
e) No caduca por el transcurso del tiempo.
f) Inmutable: ninguna persona puede cambiar su nombre a voluntad, sino que es la ley la que
habilita al cambio en determinadas circunstancias.

Naturaleza jurídica
Se trata de un atributo de la personalidad, que asume características de derecho y de deber a
la vez. Derecho, porque la persona tiene la facultad de hacer respetar su nombre y de acudir a
las vías legales para impedir que se obstaculice o impida su uso; y deber, porque el orden
social y jurídico exige un medio de individualización de las personas. En este sentido, el art.62
CU establece: “La persona humana tiene el derecho y el deber de usar el prenombre y el
apellido que le corresponden”.

El prenombre
El art.63 CU prevé las reglas básicas a que deberá ajustarse el prenombre (anteriormente
denominado nombre individual o nombre de pila) de las personas: “La elección del prenombre
está sujeta a las reglas siguientes:
a) corresponde a los padres o a las personas a quienes ellos den su autorización para tal fin; a
falta o impedimento de uno de los padres, corresponde la elección o dar la autorización al otro;
en defecto de todos, debe hacerse por los guardadores, el Ministerio Público o el funcionario
del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas;
b) no pueden inscribirse más de tres prenombres, apellidos como prenombres, primeros
prenombres idénticos a primeros prenombres de hermanos vivos; tampoco pueden inscribirse
prenombres extravagantes;
c) pueden inscribirse nombres aborígenes o derivados de voces aborígenes autóctonas y
latinoamericanas”.

El apellido

Noción y distintos casos


El apellido es la denominación que corresponde a los miembros de una misma familia.
Según que la adquisición del apellido sea originaria o derivada, se presentan varios supuestos
a distinguir.
A - Casos de adquisición originaria (vinculada a la filiación de la persona)

a) Hijos matrimoniales:
El art.64 CU, en consonancia con la ley de matrimonio igualitario, con la doctrina de la Corte
Suprema orientada a eliminar de la legislación toda forma de discriminación por razones de
sexo, y atendiendo al superior interés del niño, modifica sustancialmente el régimen anterior, y
establece: “El hijo matrimonial lleva el primer apellido de alguno de los cónyuges; en caso de
no haber acuerdo, se determina por sorteo realizado en el Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas. A pedido de los padres, o del interesado con edad y madurez
suficiente, se puede agregar el apellido del otro. Todos los hijos de un mismo matrimonio deben
llevar el apellido y la integración compuesta que se haya decidido para el primero de los
hijos...”.
Hijos extramatrimoniales:
El art.64 CU, en su última parte, de acuerdo con los principios tenidos en mira para reglar el
apellido de los hijos matrimoniales, prevé la situación de los hijos extramatrimoniales: “…El hijo
extramatrimonial con un solo vínculo filial lleva el apellido de ese progenitor. Si la filiación de
ambos padres se determina simultáneamente, se aplica el primer párrafo de este artículo. Si la
segunda filiación se determina después, los padres acuerdan el orden; a falta de acuerdo, el
juez dispone el orden de los apellidos, según el interés superior del niño”.
El art.65 CU establece que la persona menor de edad sin filiación determinada debe ser
anotada por el oficial del Registro del Estado Civil y Capacidad de las personas con el apellido
que está usando, o en su defecto, con un apellido común”. Prácticamente en los mismos
términos, esta solución estaba consagrada en el art.6 de la Ley 18.248.
Bajo el título de “Casos Especiales”, el art.66 CU determina que la persona con edad y grado
de madurez suficiente que carezca de apellido inscripto puede pedir la inscripción del que está
usando.
La disposición repite la solución que para este caso consagraba el último párrafo del art.6 de la
Ley 18.248, pero, a diferencia del antecedente, ya no exige que la persona haya alcanzado la
mayoría de edad, sino una “edad y grado de madurez suficiente”. Esta mención se
corresponde con la previsión contenida en el art.26 CU, según la cual “la persona menor de
edad ejerce sus derechos a través de sus representantes legales. No obstante, la que cuenta
con edad y grado de madurez suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos
por el ordenamiento jurídico…”.
Aunque es plausible la posibilidad que el art.66 CU acuerda a los menores de edad para actuar
por sí en el pedido de inscripción del apellido que estén usando, la dificultad se le va a generar
al jefe del Registro Civil para determinar “el grado de madurez suficiente” en el peticionante,
que la disposición exige.
c) Hijos adoptivos:
El CU en los arts.619 y 620 regula tres tipos de adopción:
a) plena: confiere al adoptado la condición de hijo y extingue los vínculos jurídicos con la
familia de origen, con la excepción de que subsisten los impedimentos matrimoniales. El
adoptado tiene en la familia adoptiva los mismos derechos y obligaciones de todo hijo.
b) simple: confiere el estado de hijo al adoptado, pero no crea vínculos jurídicos con los
parientes ni con el cónyuge del adoptante
c) de integración: se configura cuando se adopta al hijo del cónyuge o del conviviente
(mantiene el vínculo filiatorio y sus efectos derivados entre el adoptado y su progenitor de
origen, cónyuge o conviviente del adoptante).
En materia de nombre, y con alcance a las tres formas de adopción, el art.623 establece: “El
prenombre del adoptado debe ser respetado. Excepcionalmente y por razones fundadas en las
prohibiciones establecidas en las reglas para el prenombre en general o en el uso de un
prenombre con el cual el adoptado se siente identificado, el juez puede disponer la modificación
del prenombre en el sentido que se le peticione”.
En la adopción plena, el apellido del hijo se rige por las reglas siguientes (art. 626 CU):
a) si se trata de una adopción unipersonal, el hijo adoptivo lleva el apellido del adoptante; si el
adoptante tiene doble apellido, puede solicitar que éste sea mantenido.
b) si se trata de una adopción conjunta, se aplican las reglas generales relativas al apellido de
los hijos matrimoniales, anteriormente vistas.
c) excepcionalmente, y fundado en el derecho a la identidad del adoptado, a petición de parte
interesada, se puede solicitar agregar o anteponer el apellido de origen al apellido del
adoptante o al de uno de ellos si la adopción es conjunta.
En todos los casos, si el adoptado cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, el juez
debe valorar especialmente su opinión.
En la adopción simple, el art.627 inc. d) del CU prevé que el adoptado que cuente con la edad
y grado de madurez suficiente o los adoptantes, en su caso, pueden solicitar se mantenga el
apellido de origen, sea adicionándole o anteponiéndole el apellido del adoptante o uno de ellos.
A falta de petición expresa, la adopción simple se rige por las mismas reglas de la adopción
plena.
Toda vez que la adopción simple, a diferencia de la plena, es revocable (causa de indignidad;
petición justificada del adoptado mayor de edad; acuerdo de adoptante con el adoptado mayor
de edad manifestado judicialmente), el art.629 CU “in fine” dispone que, revocada la adopción,
el adoptado pierde el apellido de adopción. Sin embargo, con fundamento en el derecho a la
identidad, puede ser autorizado por el juez a conservarlo.
Por último, en la adopción de integración el adoptado tiene un solo vínculo filial de origen, se
inserta en la familia del adoptante con los efectos de la adopción plena. En materia de nombre
se aplican las reglas antes vistas, establecidas en el art.626 CU.
En cambio, en el supuesto de que el adoptado tenga doble vínculo filial de origen, tanto él,
cuando cuente con edad y grado de madurez suficiente, como los adoptantes, en su caso,
podrán solicitar se mantenga el apellido de origen, sea adicionándole o anteponiéndole el
apellido del adoptante o uno de ellos. A falta de petición expresa en tal sentido, se aplican las
reglas de la adopción plena en materia de apellido (conf. arts.631, 621 y 627 inc.d) CU)
La adopción de integración es revocable por las mismas causales previstas para la adopción
simple (art.633 CU). Si bien nada se establece en el CU respecto de los efectos que de tal
revocación se derivan, parece lógico la aplicación analógica de la solución contenida al final del
art.629 CU: “…Revocada la adopción, el adoptado pierde el apellido de adopción. Sin
embargo, con fundamento en el derecho a la identidad, puede ser autorizado por el juez a
conservarlo”.

B - Casos de adquisición derivada (vinculada al cambio de estado civil de la persona)


El art.67 CU establece: “Cualquiera de los cónyuges puede optar por usar el apellido del otro,
con la preposición “de” o sin ella. La persona divorciada o cuyo matrimonio ha sido declarado
nulo no puede usar el apellido del otro cónyuge, excepto que, por motivos razonables, el juez la
autorice a conservarlo. El cónyuge viudo puede seguir usando el apellido del otro cónyuge
mientras no contraiga nuevas nupcias, ni constituya unión convivencial”.
En el nuevo régimen cualquiera de los cónyuges puede usar el apellido del otro, sea
anteponiéndole la preposición “de” o no.
Luego de la admisión legislativa del matrimonio igualitario, la Ley del Nombre N° 18.248,
admitía la situación que prevé el art.67 CU, pero solamente entre cónyuges del mismo sexo.
En el matrimonio heterosexual, la posibilidad de utilizar el apellido del cónyuge precedido de la
preposición ”de” sólo cabía a la esposa.
En el CU cada cónyuge puede usar el apellido del otro o no hacerlo, dado que el art.67, en su
inicio deja en claro que se trata de una opción facultativa.
En el CU: mediando divorcio o nulidad de matrimonio la persona no puede continuar utilizando
el apellido del otro cónyuge, salvo que medie autorización judicial fundada en motivos
razonables (en el régimen del CU se suprime el instituto de la separación personal). Entre las
razones fundadas puede mencionarse el caso de que la persona que pretende continuar con el
uso del apellido de su ex cónyuge fuese conocida públicamente por tal apellido en el ámbito
profesional, artístico, industrial, empresarial, etc.
El último párrafo del art.67 CU, con mejor redacción, continúa con la solución que ya preveía la
Ley 18.248. El viudo o viuda puede seguir usando el apellido de su cónyuge, mientras no
contraiga nuevas nupcias o constituya una unión convivencial (unión basada en relaciones
afectivas de carácter singular, pública, notoria, estable y permanente de dos personas que
conviven y comparten un proyecto de vida común, sean del mismo o de diferente sexo).

Estado
Concepto
El estado como atributo es la posición jurídica que una persona ocupa en sociedad, de la cual
se deriva un conjunto de derechos y obligaciones.
En nuestro orden, por sus importantes consecuencias en el plano jurídico, sólo alcanza
relevancia el estado de familia. De ahí que -a nuestro entender- no corresponda dar otra
significación al estado como atributo de la personalidad. Así, entonces, se podrá tener el
estado de hijo, de padre, de soltero, viudo, casado o divorciado, etc.

Caracteres
a) Es de orden público: en aras de la organización de la sociedad, el Estado dicta normas
regulatorias del estado de familia que tienen carácter imperativo, es decir, que no pueden
ser dejadas de lado por voluntad de las partes.
b) Inalienable.
c) Irrenunciable.
d) No caduca por el transcurso del tiempo.

Posesión de estado
Se dice que hay posesión de estado de familia cuando una persona ocupa una determinada
posición en la misma, disfruta de las prerrogativas y asume los deberes que de esa situación
se derivan.

Prueba del estado

b) Las partidas y su valor probatorio


Se denominan partidas a los asientos volcados en los libros del Registro Civil y a las copias de
tales asientos, extraídas con las formalidades de ley que las doten de autenticidad.
El art.289 inc.b) CU establece: “Son instrumentos públicos:…b) los instrumentos que extienden
…los funcionarios públicos con los requisitos que establecen las leyes;…”.
El instrumento público hace plena fe en cuanto a que se ha realizado el acto, la fecha, el lugar
y los hechos que el oficial público enuncia como cumplidos por él o ante él hasta que sea
declarado falso en juicio civil o criminal (art.296 inc.a) CU). En similares términos se expresaba
el art.993 CC.
Es importante destacar que las manifestaciones hechas por los interesados, que también se
consignan en el asiento (p. ej. que el padre que concurre a inscribir el nacimiento de su hijo
refiera que éste tiene calidad de hijo matrimonial) pueden ser validamente atacadas por simple
prueba en contrario.
El art.23 de la Ley 26.413 establece que los testimonios, copias, certificados, libretas de familia
o cualesquiera otros documentos expedidos por la dirección general del registro y/o sus
dependencias, que correspondan a inscripciones registradas en sus libros o en las copias a
que se refiere el artículo 5º y que lleven la firma del oficial público y sello de la oficina
respectiva, son instrumentos públicos y crean la presunción legal de la verdad de su contenido.

c) Nulidad de las partidas


Las partidas, como todo instrumento público, pueden ser declaradas nulas por tres causales
básicas:
a) ausencia de capacidad del oficial público otorgante del acto;
b) carencia de competencia, por materia o territorio, del oficial interviniente (arts.292 y 293 CU);
y

c) por la no observancia de las formalidades prescriptas por la ley para el otorgamiento del acto
(art.290 CU).
Es criterio general en la materia que, cuando el vicio de forma que afecte el acto resulte
subsanable, no procederá la nulidad; ello, con vistas a evitar el perjuicio que una medida de tal
magnitud acarrearía a las partes interesadas, que a partir de ese momento quedarían
imposibilitadas de probar los hechos o actos respecto de los cuales esas partidas hacían plena
fe.

d) Rectificación de las partidas


El principio general en esta materia está contenido en el art.84 de la Ley 26.413, según el cual,
las inscripciones sólo podrán ser modificadas por orden judicial (salvo que la propia ley autorice
específicamente alguna rectificación).
En todos los casos, antes de dictar resolución, los jueces deberán dar vista a la dirección
general que corresponda. En las actuaciones respectivas será juez competente el que
determine la jurisdicción local del domicilio del peticionante o el del lugar donde se encuentre la
inscripción original. El procedimiento será sumario con intervención del Ministerio Público.
La dirección general del registro, cuando compruebe la existencia de omisiones o errores
materiales en las inscripciones de sus libros, que surjan evidentes del propio texto o de su
cotejo con otros instrumentos públicos, podrá, de oficio o a petición de parte interesada,
ordenar la modificación de dichas inscripciones previo dictamen letrado y mediante resolución
o disposición fundada (conf.art. 85 de la Ley 26.413)
En todos los casos en que sea necesaria la intervención judicial para registrar inscripciones o
para modificar las existentes en los libros del registro, la dirección general del registro está
facultada para promover las acciones correspondientes (art.86 Ley 26.413).

e) Prueba supletoria del nacimiento y muerte de las personas


El CU, en sus arts.96 a 99 ha previsto la cuestión en términos sencillos y en concordancia con
las previsiones contenidas en otras normas.
Dispone el art.96 CU que el nacimiento ocurrido en la República, sus circunstancias de tiempo
y lugar, el sexo, el nombre y la filiación de las personas nacidas, se prueba con las partidas del
Registro Civil.
Del mismo modo se prueba la muerte de las personas fallecidas en la República.
La rectificación de las partidas se hace conforme a lo dispuesto en la legislación especial (en el
caso, de conformidad con lo previsto en los arts.84 a 86 de la Ley 26.413, analizados en el
apartado precedente).
El nacimiento o la muerte ocurridos en el extranjero se prueban con los instrumentos otorgados
según las leyes del lugar donde se producen, legalizados o autenticados del modo que
disponen las convenciones internacionales, y a falta de convenciones, por las disposiciones
consulares de la República.
Los certificados de los asientos practicados en los registros consulares argentinos son
suficientes para probar el nacimiento de los hijos de argentinos y para acreditar la muerte de
los ciudadanos argentinos (art.97 CU).
Tanto el nacimiento como la muerte de las personas son hechos jurídicos. La nacionalidad de
la persona que nace o muere, al igual que toda otra particularidad, son ajenas al hecho a
probar.
La solución que consagra el artículo se corresponde con el respeto y consideración que
nuestro país acuerda a las legislaciones extranjeras y con la necesaria interacción que debe
existir entre las naciones de un mundo globalizado.
El art.97 CCivCom., con la legalización consular que exige para la vigencia en Argentina de los
certificados expedidos conforme a legislaciones extranjeras, garantiza que las constancias de
dichos instrumentos no afecten el orden público nacional (conf.art.13 CU).
Si no hay registro público o falta o es nulo el asiento, el nacimiento y la muerte pueden
acreditarse por otros medios de prueba.
Si el cadáver de una persona no es hallado o no puede ser identificado, el juez puede tener por
comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el registro, si la desaparición se
produjo en circunstancias tales que la muerte debe ser tenida como cierta (art. 98 CU).
Los medios de prueba a los que se puede recurrir ante la falta de asiento en el registro o su
nulidad son los establecidos en los códigos de procedimientos vigentes en el ámbito nacional y
en las jurisdicciones provinciales.
El art.99 CU, por último, establece que si no es posible establecer la edad de las personas por
los medios indicados en el presente Capítulo, se la debe determinar judicialmente previo
dictamen de peritos.

Domicilio
Concepto
Es el lugar que la ley establece como asiento de una persona, con vistas a la producción de
efectos jurídicos.

Distintas especies
En primer lugar, se distingue entre domicilio general y domicilio especial.
El domicilio general es el que la ley fija para producir con amplitud efectos jurídicos respecto de
la persona (produce efectos cualesquiera sean las relaciones jurídicas implicadas). El domicilio
especial, en cambio, está previsto para producir efectos jurídicos determinados (respecto de
algunas relaciones jurídicas específicas).
El domicilio general, a su vez, reconoce dos subespecies: domicilio real y domicilio legal.
El domicilio especial, que en el régimen del C.C.se subdividía, a su vez, en convencional,
procesal, de sucursales, etc., en el CU ha sido previsto en el art.75 CU como sinónimo de
domicilio contractual.

Domicilio real: concepto


El art.73 CU establece que “la persona humana tiene domicilio real en el lugar de su residencia
habitual…”.
La residencia es el elemento material del domicilio. La residencia de una persona es el lugar en
el que habita en forma permanente; es una situación de hecho. La ley, como vemos, le asigna
el carácter de domicilio real al lugar de residencia habitual de la persona humana.
La habitación, en cambio, es el lugar en que accidentalmente se encuentra una persona. Se
trata de un concepto sin implicancias jurídicas.
En su segundo párrafo, el art.73 CU dispone: “Si ejerce actividad profesional o económica lo
tiene en el lugar donde la desempeña para el cumplimiento de las obligaciones
emergentes de dicha actividad”.
De este modo, el CU mejora sustancialmente la redacción contenida en el art.89 C.C., según la
cual el domicilio real de las personas era el lugar en que tenían establecido el asiento principal
de su residencia y de sus negocios.
En el nuevo régimen, una persona humana podrá tener un domicilio real, que es donde
reside en forma habitual y otro domicilio real en el lugar donde desempeña su actividad
profesional o económica.
En la normativa del C.C. el domicilio real era único; ahora, en cambio, puede existir una
persona humana con más de un domicilio real.

Elementos del domicilio real


a)Material o corpus: es la residencia efectiva de la persona humana en un lugar.
b)Subjetivo o animus: está dado por la intención de la persona humana de permanecer en
dicho lugar y de convertirlo en asiento principal de su vida en relación.

Caracteres del domicilio real


a) Voluntario: su fijación depende exclusivamente de la voluntad de la persona humana.
b) Variable: la persona humana puede cambiarlo sin limitación alguna. A este respecto, el art.77
CU prevé: “El domicilio puede cambiarse de un lugar a otro. Esta facultad no puede ser
coartada por contrato, ni por disposición de última voluntad. El cambio de domicilio se verifica
instantáneamente por el hecho de trasladar la residencia de un lugar a otro con ánimo de
permanecer en ella”.

Domicilio legal: concepto


Es el lugar donde la ley presume, sin admitir prueba en contra, que una persona reside de una
manera permanente para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus obligaciones
(conf. art. 74 CU). El CU prácticamente reproduce el texto del encabezado del art.90 C.C.

Caracteres del domicilio legal:


a) Forzoso: la ley lo impone, con independencia de cuál sea la voluntad de la persona.
b) Excepcional: su vigencia lo es para los casos especialmente previstos por la ley, los que no
podrán extenderse, por vía de analogía, a otras situaciones no previstas.

Distintos supuestos
El art.74 CU, en forma taxativa, prevé diversos casos de domicilio legal:
a) los funcionarios públicos, tienen su domicilio en el lugar en que deben cumplir sus funciones,
no siendo éstas temporarias, periódicas, o de simple comisión.
b) los militares en servicio activo tienen su domicilio en el lugar en que lo están prestando.
c) los transeúntes o las personas de ejercicio ambulante, como los que no tienen domicilio
conocido, lo tienen en el lugar de su residencia actual.
La misma solución se reitera en el art.76 CU: “La persona cuyo domicilio no es conocido lo
tiene en el lugar en que se encuentra; y si este también se ignora en el último domicilio
conocido”.
d) las personas incapaces lo tienen en el domicilio de sus representantes.
En el caso de las personas jurídicas privadas, los arts.152, 169 y 170 CU han previsto lo
relativo a su domicilio y sede social. De ahí que corresponda su exclusión de la enumeración
de los casos de domicilio legal. Por lo demás, es de señalar que en materia de personas
jurídicas regularmente constituidas es determinante la sede social que se encuentre inscripta
ante la autoridad de contralor en materia de personas jurídicas.

Domicilio especial
El art.75 CU,establece que “las partes de un contrato pueden elegir un domicilio para
el ejercicio de los derechos y obligaciones que de él emanan”
Es el lugar particularmente previsto para producir efectos jurídicos determinados.
La fijación de un domicilio especial a los fines del contrato es una práctica común que,
ante el supuesto de incumplimiento, posibilita a las partes promover las acciones legales
sin necesidad de recurrir a indagaciones para conocer el domicilio al que habrá de
notificarse la demanda.
Los domicilios especiales no pueden ser cambiados si no media consentimiento previo de
las partes del contrato.

Caracteres:
Es voluntario y excepcional. Aunque una vez establecido, se transforma en obligatorio
para las partes del contrato (conf. art.959 CU).
Efecto:
El art.78 CU, mejorando sensiblemente la redacción del art.102 C.C., establece: “El domicilio
determina la competencia de las autoridades en las relaciones jurídicas. La elección de un
domicilio produce la prórroga de la competencia”.
La prórroga de la competencia es el principal efecto derivado de la fijación de un domicilio
especial en un contrato. La cuestión a decidir (normalmente relativa a la interpretación o
ejecución del contrato), en lugar de ser sometida, por ejemplo, al juez del domicilio del lugar en
que deba cumplirse la obligación, como correspondería de acuerdo al art.5° inc.3 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, va a ser planteada al juez del domicilio constituido por
el deudor.
Es importante destacar que la prórroga de la competencia sólo resulta procedente cuando en la
materia sobre la que habrá de resolver el juez del domicilio especial no se encuentre implicado
el orden público. Así, por ejemplo, si el deudor (incumplidor del contrato) se encuentra
concursado, el acreedor no puede promover una acción individual de cobro de lo adeudado por
ante el juez del domicilio especial contractual, porque en los concursos (proceso universal)
opera el denominado “fuero de atracción”, en virtud del cual todas las acciones judiciales de
contenido patrimonial contra el deudor deben tramitar ante el juez del concurso. Esto es así,
porque el “fuero de atracción” es de orden público.

Patrimonio. Remisión (ver punto 6)

Los derechos y actos personalísimos en el CU

.El art.51 CU establece: “La persona humana es inviolable y en cualquier circunstancia tiene
derecho al reconocimiento y respeto de su dignidad”.
El art.52 CU, en enumeración no taxativa, dispone: “La persona humana lesionada en su
intimidad personal o familiar, honra o reputación, imagen o identidad, o que de cualquier
modo resulte menoscabada en su dignidad personal, puede reclamar la prevención y
reparación de los daños sufridos, conforme a lo dispuesto en el Libro Tercero, Título V,
Capítulo 1” (normas relativas al deber genérico que pesa sobre todas las personas de evitar
causar daño a otro, disminuir su magnitud o no agravarlo, según las circunstancias del caso;
y de repararlo, en caso de haberse causado).
El art.53 CU, refiere que para captar o reproducir la imagen o la voz de una persona resulta
necesario el consentimiento previo de ésta, salvo:
a) que la persona participe en actos públicos;
b) que exista un interés científico, cultural o educacional prioritario, y se tomen las
precauciones suficientes para evitar un daño innecesario;
c) que se trate del ejercicio regular del derecho de informar sobre acontecimientos de
interés general.
En caso de personas fallecidas, pueden prestar el consentimiento sus herederos o aquel a
quien hubiere designado el causante en su testamento. En caso de existir desacuerdo entre
los herederos de un mismo grado (en una sucesión el grado determina la mayor o menor
proximidad parental del heredero con el causante; así, los hijos del fallecido están en el
primer grado con respecto a éste, los nietos en el segundo, los bisnietos en el tercero) es el
Juez quien debe resolver. Pasados veinte años desde la muerte de la persona de que se
trate, la reproducción no ofensiva de su imagen o voz es libre.
Es importante destacar que, no obstante la excepción que la disposición prevé, la
reproducción de la imagen o la voz de una persona pública (funcionario gubernamental,
artista, deportista, etc.) debe corresponderse con actos, reuniones o eventos en los que
intervenga públicamente lesa persona. La vida privada de una persona pública, es privada
es ilegítima cualquier intromisión.
El art.54 CU establece que “no es exigible el cumplimiento del contrato que tiene por objeto
la realización de actos peligrosos para la vida o la integridad de una persona, excepto que
correspondan a su actividad habitual y que se adopten las medidas de prevención y
seguridad adecuadas a las circunstancias”. La disposición tiene estrecha relación con el
tema del Objeto de los Contratos y no corresponde su análisis en este momento. De todos
modos, es de resaltar la preocupación del Legislador por dar amplia protección a la persona
humana, aun en situaciones en que pueda haber prestado su consentimiento para llevar a
cabo una tarea o labor de riesgo.
El art.56 CU prohíbe los actos de disposición sobre el propio cuerpo, en la medida que
ocasionen una disminución permanente de su integridad o resulten contrarios a la ley, la
moral o las buenas costumbres, excepto que sean requeridos para el mejoramiento de la
salud de la persona, y excepcionalmente de otra persona, de conformidad a lo dispuesto en
el ordenamiento jurídico. La ablación de órganos para ser implantados en otras personas se
rige por la legislación especial. El consentimiento para los actos no comprendidos en la
prohibición establecida en el primer párrafo no puede ser suplido, y es libremente
revocable”.
Esta disposición complementa de algún modo a la previsión contenida en el art.17 CU,
según la cual: “Los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no tienen un valor
comercial, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser
disponibles por su titular siempre que se respete alguno de esos valores y según lo
dispongan las leyes especiales”.
La prohibición contenida en el art.56 CU reconoce distintas excepciones. Tal el caso de las
intervenciones quirúrgicas orientadas a preservar la salud de la persona, o la ablación
consentida de un órgano para ser transplantado a otra persona. La misma situación de
excepción se da en el supuesto de que una persona mayor de edad se someta
voluntariamente a una intervención quirúrgica de esterilización (ligadura de las trompas de
Falopio en la mujer o vasectomía en el hombre), especialmente regulada en la Ley 26.130.
También supone una excepción, como surge claro del texto del artículo 56 CU, la ablación
de órganos para transplantes, que se rige por la Ley 24.193 y modificatorias.
El art.59 CU está referido a los recaudos que deben cumplirse para lograr el consentimiento
para actos médicos e investigaciones en salud.
La disposición exige que el paciente reciba información clara, precisa y adecuada, respecto
a:
a) su estado de salud;
b) el procedimiento propuesto y los objetivos que se persiguen;
c) los beneficios esperados;
d) los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;
e) la especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y perjuicios
en relación con el procedimiento propuesto;
f) las consecuencias previsibles de la no realización del procedimiento propuesto o del
alternativo sugerido;
g) en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando se encuentre en
estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, el derecho a
rechazar los procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de reanimación
artificial o al retiro de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o
desproporcionados en relación a las perspectivas de mejoría, o produzcan sufrimiento
desmesurado, o tengan por único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio
terminal irreversible e incurable;
h) el derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso de atención de su
enfermedad o padecimiento.
En su última parte, la norma expresa: “Ninguna persona con discapacidad puede ser
sometida a investigaciones en salud sin su consentimiento libre e informado, para lo cual se
le debe garantizar el acceso a los apoyos que necesite. Nadie puede ser sometido a
exámenes o tratamientos clínicos o quirúrgicos sin su consentimiento libre e informado,
excepto disposición legal en contrario. Si la persona se encuentra absolutamente
imposibilitada para expresar su voluntad al tiempo de la atención médica y no la ha
expresado anticipadamente, el consentimiento puede ser otorgado por el representante
legal, el apoyo, el cónyuge, el conviviente, el pariente o el allegado que acompañe al
paciente, siempre que medie situación de emergencia con riesgo cierto e inminente de un
mal grave para su vida o su salud. En ausencia de todos ellos, el médico puede prescindir
del consentimiento si su actuación es urgente y tiene por objeto evitar un mal grave al
paciente”.
El artículo complementa el panorama de protección y seguridades que brindan a la persona
humana la Ley 26.529, relativa a los Derechos del paciente, historia clínica y consentimiento
informado y su modificatoria N°26.742, que introdujo algunos cambios en la primera norma,
con vista a incluir previsiones en materia de “muerte digna”.

3. Persona jurídica: concepto y cuestión terminológica


El art.141 CU establece: “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el
ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer
obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación ”.
La fórmula utilizada mejora sustancialmente la redacción contenida en el art.32 C.C.,
según la cual eran personas jurídicas todos los entes susceptibles de adquirir derechos
o contraer obligaciones que no fueran personas de existencia visible.

Clasificación
El art.145 CU clasifica a las personas jurídicas en públicas y privadas. El CU se aparta de la
denominación que se utilizaba en la clasificación contenida en el art.33 C.C., que las mencionaba como
de carácter público o privado.

Personas jurídicas públicas


De acuerdo al art.146 CU, son personas jurídicas públicas:

a) el Estado nacional, las provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los municipios, las
entidades autárquicas y las demás organizaciones constituidas en la República a las que el
ordenamiento jurídico atribuya ese carácter;

b) los Estados extranjeros, las organizaciones a las que el derecho internacional público reconozca
personalidad jurídica y toda otra persona jurídica constituida en el extranjero cuyo carácter público
resulte de su derecho aplicable;

c) la Iglesia Católica.

Se rigen en cuanto a su reconocimiento, comienzo, capacidad, funcionamiento, organización y fin de


existencia, por las leyes y ordenamientos de su constitución (art.147).
Esta clasificación de las personas jurídicas públicas mejora la contenida en la primera parte del art.33 y
en el art. 34 C.C., en tanto incluye a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, da cabida también a las
personas jurídicas públicas no estatales, como los partidos políticos, los sindicatos, las obras sociales,
los colegios profesionales, etc., y a las organizaciones internacionales, tales como la Organización de
las Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos, UNESCO, FAO, etc.

Dispone el art.148 CU: “Son personas jurídicas privadas: a) las sociedades; b) las
asociaciones civiles; c) las simples asociaciones; d) las fundaciones; e) las iglesias,
confesiones, comunidades o entidades religiosas; f) las mutuales; g) las cooperativas;
h) el consorcio de propiedad horizontal; i) toda otra contemplada en las disposiciones
de este Código o en otras leyes y cuyo carácter de tal se establece o resulta de su
finalidad y normas de funcionamiento”.
La existencia de la persona jurídica privada comienza desde su constitución, es decir,
desde el otorgamiento del instrumento que le da origen. No es necesaria la autorización
legal para funcionar, salvo que una disposición expresamente así lo exija. En este
último caso, la persona jurídica no puede comenzar a funcionar antes de obtenerla
(conf. art.142 CU).

Comienzo de la existencia de las personas jurídicas privadas


El art.142 CU dispone: “La existencia de la persona jurídica privada comienza desde su
constitución. No necesita autorización legal para funcionar, excepto disposición legal en
contrario. En los casos en que se requiere autorización estatal, la persona jurídica no puede
funcionar antes de obtenerla”.
Un problema que puede crearse, y que la disposición no soluciona, es el de la actuación de
representantes y administradores de la persona jurídica que necesita autorización estatal, en el
interregno que va entre el otorgamiento del acto constitutivo a la emisión del acto administrativo
de autorización.
Entiendo que la solución está dada por aplicación de las reglas de interpretación que brinda el
propio CU. El art.2°, según ya vimos, establece: “La ley debe ser interpretada teniendo en
cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los
tratados sobre derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo coherente con
todo el ordenamiento”.
En el caso, la cuestión puede ser solucionada por aplicación de las leyes análogas: los arts.
183 y 184 de la Ley General de Sociedades se refieren a los actos cumplidos durante el
período fundacional de la sociedad anónima y a las responsabilidades derivadas.
Por aplicación analógica de tales artículos, los representantes y administradores de la
persona jurídica, durante el referido interregno, sólo tienen facultades para obligar a la
entidad respecto de los actos necesarios para obtener la autorización para funcionar y
son solidaria e ilimitadamente responsables por esos actos mientras la sociedad no esté
formalmente autorizada.
Por los demás actos cumplidos antes de la inscripción (los no orientados a la obtención
de la inscripción registral), serán responsables ilimitada y solidariamente las personas
que los hubieran realizado y los que los hubieren consentido.
Una vez obtenida la inscripción en el caso de las sociedades, o la autorización estatal,
en el supuesto de las asociaciones civiles y fundaciones, los actos necesarios para la
obtención de la inscripción registral o de la autorización estatal, se tendrán como
originariamente cumplidos por la sociedad, quedando los representantes y
administradores liberados frente a terceros de las obligaciones emergentes de esos
actos.

Estatutos

Es el conjunto de reglas de carácter interno en base al cual se organiza el


funcionamiento de las personas jurídicas. En ellos están contenidos el objeto social, los
derechos y deberes de los miembros, la formación del capital o el patrimonio de la entidad,
la composición de los órganos de administración, fiscalización y gobierno, las causales de
disolución.
Los estatutos deben contar con la aprobación de la Ins pección General de Justicia o
de la autoridad de contralor de personas jurídicas de cada jurisdicción (dejamos fuera a
las Mutuales y Cooperativas, debido a que están regidas por leyes especiales y tienen
un organismo de contralor particular).
La reforma de los estatutos debe decidirla el órgano de gobierno de las entidades, que
es la asamblea de asociados o la reunión de socios. Las decisiones se adoptan de
acuerdo a las mayorías previstas en el estatuto o exigidas por la ley de modo supletorio.
En las fundaciones, tal como hemos visto, no existe un órgano deliberativo de tales
características. Atento a ello, el estatuto debe prever el procedimiento a seguir para
reformar el estatuto.
El art.157 CU dispone:”El estatuto de las personas jurídicas puede ser modificado en la
forma que el mismo o la ley establezcan. La modificación del estatuto produce efectos
desde su otorgamiento. Si requiere inscripción es oponible a terceros a partir de ésta,
excepto que el tercero la conozca”.

Consecuencias derivadas de la personalidad jurídica


La persona jurídica tiene una personalidad distinta de la de sus miembros. Los miembros no
responden por las obligaciones de la persona jurídica, excepto en los supuestos expresamente
previstos y lo que disponga la ley especial (conf. art.143 CU).
La separación del patrimonio de la persona jurídica de los patrimonios de los socios es la principal
consecuencia derivada del reconocimiento de la personalidad jurídica. Y, salvo excepción, ni los
acreedores personales de sus asociados o integrantes podrán cobrar sus créditos de los bienes de la
entidad, ni los acreedores de la persona jurídica ir contra los bienes de los asociados o integrantes de
ésta.

Atributos de la personalidad
En los fundamentos que acompañaron en su momento al Anteproyecto de Código Civil y Comercial,
la Comisión Redactora refiere como novedad en el texto normativo: “La regulación de los atributos y
efectos de la personalidad jurídica, entre ellos el nombre –cuya importancia ante la complejidad de las
relaciones sociales amerita algún grado de detalle en la regulación-, el domicilio y la sede social, el
objeto como determinante de la capacidad de derecho de la persona, y el patrimonio y su función no
sólo de garantía de los derechos de terceros, sino de aptitud para el cumplimiento del objeto de la
persona jurídica…”.
Los veremos suscintamente a continuación.

a.Nombre:

El art.151 CU establece: “La persona jurídica debe tener un nombre que la identifique como tal, con el
aditamento indicativo de la forma jurídica adoptada. La persona jurídica en liquidación debe aclarar
esta circunstancia en la utilización de su nombre.
El nombre debe satisfacer recaudos de veracidad, novedad y aptitud distintiva, tanto respecto de otros
nombres, como de marcas, nombres de fantasía u otras formas de referencia a bienes o servicios, se
relacionen o no con el objeto de la persona jurídica.
No puede contener términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público o las buenas
costumbres ni inducir a error sobre la clase u objeto de la persona jurídica. La inclusión en el nombre
de la persona jurídica del nombre de personas humanas requiere la conformidad de éstas, que se
presume si son miembros. Sus herederos pueden oponerse a la continuación del uso, si acreditan
perjuicios materiales o morales”.
El nombre, según hemos visto al referirnos a este atributo en las personas humanas, es la
denominación que se da a una persona, que permite identificarla y distinguirla de las demás.
En materia de personas jurídicas, en general, los registros locales, no autorizan la denominación
cuando sea igual o similar a otras ya existentes o cuando pueda inducir a error sobre la naturaleza o
características de la entidad, o confundirse con la denominación de otras entidades, especialmente,
de bien público.

b.Domicilio:

Establece el art.152 CU: “El domicilio de la persona jurídica es el fijado en sus estatutos o en la
autorización que se le dio para funcionar. La persona jurídica que posee muchos establecimientos o
sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos establecimientos sólo para la ejecución de
las obligaciones allí contraídas. El cambio de domicilio requiere modificación del estatuto. El cambio
de sede, si no forma parte del estatuto, puede ser resuelto por el órgano de administración”.
Se tienen por válidas y vinculantes para la persona jurídica todas las notificaciones efectuadas en la
sede inscripta (art.153 CU).
El domicilio es la jurisdicción territorial en que la persona jurídica se inscribe o recibe la autorización
estatal para funcionar (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ciudad de La Plata - Provincia de Buenos
Aires, Ciudad de Resistencia - Provincia de Chaco; Concepción del Uruguay – Provincia de Entre
Ríos), la sede social es la indicación de calle y número. En el estatuto debe figurar el domicilio, en
tanto que la sede social puede comunicarse a la autoridad de contralor en materia de personas
jurídicas mediante una nota del órgano de administración.

c.Patrimonio:

La persona jurídica debe tener un patrimonio. En su etapa de formación, puede inscribir


preventivamente a su nombre los bienes registrables (conf. art.154 CU).
El patrimonio es el conjunto de bienes de que la persona jurídica es titular.
En el caso de las asociaciones civiles, el patrimonio inicial estará representado por una suma de
aporte mínimo exigido por cada jurisdicción local, tomando en consideración que será a partir del
ingreso de asociados y el pago de las cuotas periódicas el modo en que se acrecentará ese
patrimonio, que es el que posibilitará cumplir las finalidades de la entidad.
El art.170 CU, referido al contenido del instrumento constitutivo de las asociaciones civiles, en el inc.
g) se ocupa del patrimonio: “las contribuciones que conforman el patrimonio inicial de la asociación
civil y el valor que se les asigna. Los aportes se consideran transferidos en propiedad, si no consta
expresamente su aporte de uso y goce”.
Las fundaciones son, por naturaleza, un patrimonio de afectación a la consecución de un fin de bien
común.
El art.194 CU establece al respecto: “Un patrimonio inicial que posibilite razonablemente el
cumplimiento de los fines propuestos estatutariamente es requisito indispensable para obtener la
autorización estatal. A estos efectos, además de los bienes donados efectivamente en el acto
constitutivo, se tienen en cuenta los que provengan de compromisos de aportes de integración futura,
contraídos por los fundadores o terceros.
Sin perjuicio de ello, la autoridad de contralor puede resolver favorablemente los pedidos de
autorización si de los antecedentes de los fundadores o de los servidores de la voluntad fundacional
comprometidos por la entidad a crearse, y además de las características del programa a desarrollar,
resulta la aptitud potencial para el cumplimiento de los objetivos previstos en los estatutos”.
El patrimonio de las sociedades surge a partir de los aportes de los socios que conforman el capital de
la sociedad. Ese capital en giro, para el desarrollo y cumplimiento del objeto social, se convierte en el
patrimonio de la empresa.

d. Objeto:

El art.156 CU establece: “El objeto de la persona jurídica debe ser preciso y determinado”.
Referimos al inicio del punto que la Comisión Redactora juzga al objeto como determinante de la
capacidad de derecho de la persona jurídica. Hace aplicación del “principio de especialidad”, según el
cual las personas jurídicas pueden realizar solamente aquellos actos vinculados al objeto de la
entidad y, aunque no se encuentren previstos especialmente en el estatuto, llevar a cabo aquellos
otros que hagan a la mejor consecución de los fines de la entidad.
Si bien la intención de la Comisión Redactora ha sido la de incluir en el Código una parte general en
materia de personas jurídicas, es necesario reconocer que en lo relativo al objeto existen importantes
diferencias entre las asociaciones civiles y las fundaciones (reguladas especialmente en el CU), por
una parte, y las sociedades, dotadas de una ley especial, por la otra.
El art.168, dispone que “la asociación civil debe tener un objeto que no sea contrario al interés general
o al bien común. El interés general se interpreta dentro del respeto a las diversas identidades,
creencias y tradiciones, sean culturales, religiosas, artísticas, literarias, sociales, políticas o étnicas que
no vulneren los valores constitucionales. No puede perseguir el lucro como fin principal, ni puede tener
por fin el lucro para sus miembros o terceros”.
El art.193, relativo a las fundaciones, dispone que éstas son personas jurídicas que se constituyen
con una finalidad de bien común y sin propósito de lucro.
En ambos casos (asociaciones civiles y fundaciones), que requieren autorización del Estado para
funcionar, la aplicación del referido “principio de especialidad”, derivación lógica de la postura de la
Comisión, según la cual el objeto es la medida de la capacidad, no encuentra mayores obstáculos.
Distinta es la situación en la Ley General de Sociedades, N°19.550, donde la doctrina comercialista
mayoritaria no ve en el objeto un límite a la capacidad de la sociedad sino un criterio apto para el
juzgamiento de la responsabilidad de representantes y administradores de la entidad (conf. art. 58
LGS).

Inoponibilidad de la personalidad jurídica


La actuación que esté destinada a la consecución de fines ajenos a la persona jurídica, constituya un
recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de cualquier persona,
se imputa a quienes a título de socios, asociados, miembros o controlantes directos o indirectos, la
hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados.
Lo dispuesto se aplica sin afectar los derechos de los terceros de buena fe y sin perjuicio de las
responsabilidades personales de que puedan ser pasibles los participantes en los hechos por los
perjuicios causados (art.144 CU).
Es importante aclarar que la inoponibilidad de la personalidad jurídica no supone, de ahí en más,
privar de personalidad a la entidad. Puede tratarse de un acto determinado en que los
administradores hayan actuado en la forma descripta en el artículo. En defensa de los terceros,
entonces, la ley determina que esos actos no les resultan oponibles y que sus consecuencias
recaigan sobre los representantes y administradores en forma personal.
La inoponibilidad de la personalidad jurídica es una especie de sanción prevista para el caso de que la
entidad se constituya en un recurso para violar la ley, el orden público, la buena fe o para la frustración
de derechos de terceros.
La situación que describe el artículo 144 CU no supone una persona jurídica constituida para violar la
ley. Puede tratarse de una entidad regularmente constituida, con fines auténticos, que en su actividad
comete algunos actos ilegales sancionados por la ley, como es el supuesto del empleo no registrado o
la falta de depósito de los aportes previsionales del personal. En estos casos no se utilizó a la
sociedad como instrumento para la comisión de tales irregularidades, aunque sus administradores,
por ejemplo, deban responder plenamente y de manera personal por los perjuicios causados.

Funcionamiento

El estatuto debe contener normas sobre el gobierno, la administración y representación y, si la ley la


exige, sobre la fiscalización interna de la persona jurídica.
Los administradores de la persona jurídica deben obrar con lealtad y diligencia. No pueden perseguir
ni favorecer intereses contrarios a los de la persona jurídica. Si en determinada operación los tuvieran
por sí o por interpósita persona, deben hacerlo saber a los demás miembros del órgano de
administración o en su caso al órgano de gobierno y abstenerse de cualquier intervención relacionada
con dicha operación.
Los administradores responden en forma ilimitada y solidaria frente a la persona jurídica, sus
miembros y terceros, por los daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus
funciones, por acción u omisión (conf. arts. 158 a 160 CU).

Disolución
La disolución es un acto jurídico por el cual, ante la comprobación de la existencia de alguna de las
causales previstas en la ley o en el estatuto, se da apertura al proceso liquidatorio que pondrá fin a la
existencia como persona jurídica de la entidad de que se trate.
De acuerdo al art.163 CU, la persona jurídica se disuelve por:
a) la decisión de sus miembros adoptada por unanimidad o por la mayoría establecida por el estatuto
o disposición especial;
b) el cumplimiento de la condición resolutoria a la que el acto constitutivo subordinó su existencia;
c) la consecución del objeto para el cual la persona jurídica se formó, o la imposibilidad sobreviviente
de cumplirlo;
d) el vencimiento del plazo;
e) la declaración de quiebra; la disolución queda sin efecto si la quiebra concluye por avenimiento o se
dispone la conversión del trámite en concurso preventivo, o si la ley especial prevé un régimen
distinto;
f) la fusión respecto de las personas jurídicas que se fusionan o la persona o personas jurídicas cuyo
patrimonio es absorbido; y la escisión respecto de la persona jurídica que se divide y destina todo su
patrimonio;
g) la reducción a uno del número de miembros, si la ley especial exige pluralidad de ellos y ésta no es
restablecida dentro de los tres meses;
h) la denegatoria o revocación firmes de la autorización estatal para funcionar, cuando ésta sea
requerida;
i) el agotamiento de los bienes destinados a sostenerla;
j) cualquier otra causa prevista en el estatuto o en otras disposiciones de este Título o de ley especial.

En los casos en que una persona jurídica necesita autorización del Estado para funcionar (p.ej:
asociaciones civiles y fundaciones), la revocación de dicha autorización debe fundarse en la comisión
de actos graves que importen la violación de la ley, el estatuto y el reglamento.
Antes del vencimiento del plazo de duración fijado en el estatuto, el órgano de gobierno de la persona
jurídica (asamblea de socios o asociados, consorcistas, miembros de Consejo de Administración en
las fundaciones, etc.) puede prorrogarlo, mediante el voto de las mayorías previstas en el estatuto o
exigidas por la ley. La resolución en tal sentido debe ser presentada ante la autoridad de contralor
que corresponda, antes del vencimiento del plazo.

Una vez vencido el plazo de duración, la persona jurídica podrá ser reconducida (reactivada)
mientras no haya concluido su liquidación, por decisión de sus miembros adoptada por unanimidad o
la mayoría requerida por la ley o el estatuto, siempre que la causa de su disolución pueda quedar
removida por decisión de los miembros o en virtud de la ley (conf. arts.164 a 166 CU).

Liquidación
Operada una causal de disolución se abre el proceso liquidatorio de la persona jurídica.
El art.167 CU dispone que, vencido el plazo de duración, resuelta la disolución u ocurrida otra causa y
declarada en su caso por los miembros, la persona jurídica no puede realizar operaciones, debiendo
en su liquidación concluir las pendientes.
La liquidación consiste en el cumplimiento de las obligaciones pendientes con los bienes del activo del
patrimonio de la persona jurídica o su producido en dinero. Previo pago de los gastos de liquidación y
de las obligaciones fiscales, el remanente, si lo hay, se entrega a sus miembros o a terceros,
conforme lo establece el estatuto o lo exige la ley.
En caso de infracción responden ilimitada y solidariamente sus administradores y aquellos miembros
que, conociendo o debiendo conocer la situación y contando con el poder de decisión necesario para
ponerle fin, omiten adoptar las medidas necesarias al efecto.

Responsabilidad de la persona jurídica


a) Responsabilidad civil de la persona jurídica
El art.1763 CU, repitiendo la fórmula contenida en el art.43 C.C., texto según Ley 17.711, dispone: “La
persona jurídica responde por los daños que causen quienes las dirigen o administran en ejercicio o
con ocasión de sus funciones”.
En cuanto a la actuación de representantes y administradores, siguiendo los lineamientos
establecidos en los arts.59 y 274 la Ley de Sociedades Comerciales N° 19.550 (ahora denominada
Ley General de Sociedades), el art.159 CU expresa: “Los administradores de la persona jurídica
deben obrar con lealtad y diligencia. No pueden perseguir ni favorecer intereses contrarios a los de la
persona jurídica. Si en determinada operación los tuvieran por sí o por interpósita persona, deben
hacerlo saber a los demás miembros del órgano de administración o en su caso al órgano de
gobierno y abstenerse de cualquier intervención relacionada con dicha operación. Les corresponde
implementar sistemas y medios preventivos que reduzcan el riesgo de conflictos de intereses en sus
relaciones con la persona jurídica”.
Los administradores responden en forma ilimitada y solidaria frente a la persona jurídica, sus
miembros y terceros, por los daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus
funciones, por acción u omisión (art.160).
b) Responsabilidad penal
Vélez, en la nota al antiguo art. 43 C.C., exponía su criterio contrario a la responsabilidad penal: el
Derecho Penal atiende a la voluntad del sujeto para penalizarlo; la persona jurídica carece de
voluntad propia y se vale de la de sus representantes para actuar en el plano del derecho, en
consecuencia, la persona jurídica no puede ser responsabilizada penalmente.
No obstante la clara idea de nuestro Codificador al respecto, la realidad demuestra muchas veces que
una persona jurídica es utilizada como medio para la comisión de delitos (así, por ejemplo, el art. 19
de la Ley de Sociedades declara nulas de nulidad absoluta a las sociedades de objeto lícito, pero de
actividad ilícita) o que, en el desarrollo de su actividad, viola el orden jurídico. Siempre podrá decirse
-claro está- que son sus socios o sus administradores los que en última instancia toman la decisión y
se sirven de la entidad. Sin embargo, razones de orden práctico han llevado a algunas leyes a
declarar la responsabilidad penal de las personas jurídicas y a imponerles penas acordes a su
estructura (multas, inhabilitaciones para operar).
Se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, en que se prescinde de la atribución subjetiva del
hecho, a título de culpa o dolo, para poner el acento en la magnitud del daño y, especialmente, en el
interés colectivo afectado.
Así, por ejemplo, se sanciona con multa, suspensión o cancelación de la inscripción en el Registro
Nacional de Generadores y Operadores de Residuos Peligrosos, a las empresas transportistas de
residuos peligrosos que por acción u omisión contaminen el medio ambiente (arts.23, 29 y 49 Ley
24.051); también se sanciona con inhabilitación para operar a las empresas pesqueras que operen
sin autorización o en zonas prohibidas (arts.21 y 64 de la Ley 24.922).
Si bien en estos casos (transporte de residuos peligrosos y pesca) se trata de la sanción de
contravenciones administrativas, la realidad es que el sistema contravencional reconoce sustancia
penal y responde a muchos de los principios sobre los que se estructura el Derecho Penal. De ahí
que el tema se trate como responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Pero también existen casos de aplicación directa de tipos penales a personas jurídicas.
Las Leyes 26.683 y 26.733, modifican el Código Penal en materia de lavado de dinero y de delitos
bursátiles, respectivamente, y en los arts.304 y 312 de dicho cuerpo incorporan sanciones específicas
para las personas jurídicas intervinientes.

4) Personas jurídicas privadas


a) Sociedades
El art.33 C.C. incluía a las sociedades civiles y comerciales. El CU ha eliminado el instituto de las
sociedades civiles, de escasa o nula utilización, y todas las sociedades quedan reguladas por la Ley
General de Sociedades (LGS), que es la denominación que adopta, a partir de las modificaciones
introducidas por la Ley N°26.994, la antigua Ley de Sociedades Comerciales N°19.550.
De acuerdo a la LGS, los únicos tipos de sociedades regulares que pueden constituirse son las
colectivas, de capital e industria, en comandita simple, de responsabilidad limitada, anónima (la Ley
N°26.994 ha introducido como novedad en nuestro sistema legal la figura de la sociedad anónima
unipersonal) y en comandita por acciones.
La sociedad sólo se considera regularmente constituida con su inscripción en el Registro Público que
lleva la autoridad de contralor en materia de personas jurídicas de la jurisdicción del domicilio (conf.
arts.5 y 7 LGS).
Brindaremos a continuación un breve panorama sobre los distintos tipos societarios previstos en la ley
y haremos una somera referencia a las sociedades que no se hallan constituidas regularmente.
Las sociedades colectivas son aquellas en que los socios contraen responsabilidad subsidiaria,
solidaria e ilimitada por las obligaciones sociales. Esto quiere decir que, en caso de ejecución de una
deuda por los acreedores de la sociedad, si los bienes de ésta no alcanzaren a cubrir el total del
crédito, por el saldo deberán pagar los socios con sus bienes personales. La solidaridad supone que
la deuda impaga, una vez ejecutados los bienes sociales, le es exigible a cualquiera de los socios (el
socio que realiza el pago, posteriormente tiene acción para recuperar de sus consocios la parte de la
deuda abonada, en proporción a la participación que cada uno de ellos tenga en el capital social).
La sociedad en comandita simple tiene dos tipos de socios: comanditado, que responde por las
obligaciones sociales como los socios de la sociedad colectiva, y comanditario que responde sólo
hasta el límite de la parte de capital que se obligue a aportar. De cada tipo de socio puede haber uno
o más.
La sociedad de capital e industria también tiene dos tipos de socios: capitalista, que responde por las
obligaciones sociales como los socios de la sociedad colectiva, e industrial, que aporta su industria
(obligaciones de hacer) y responde hasta el límite de las ganancias que él aun no hubiere percibido.
Como en el caso anterior, de cada tipo de socio puede haber uno o más.
En la sociedad de responsabilidad limitada (S.R.L.) el capital se divide en cuotas (porciones ideales o
alícuotas), los socios limitan su responsabilidad por las obligaciones sociales a la parte de capital que
se hubieren comprometido a aportar. Es el único tipo social que tiene límite máximo de socios: no
puede exceder de cincuenta. Como los socios limitan su responsabilidad, la LGS, en defensa de los
eventuales acreedores, exige que los aportes sean de bienes susceptibles de ejecución forzada (en
dinero o en especie); esto es, que puedan ser embargados y ejecutados judicialmente.
En la sociedad anónima, el capital se representa en acciones y los socios limitan su responsabilidad
por las obligaciones sociales a la parte de capital que se hubieren comprometido a aportar. Las
acciones son partes de capital, que pueden estar incorporadas a títulos representativos o no. Al igual
que en las S.R.L. y por idénticas razones, los socios sólo pueden aportar obligaciones de dar,
susceptibles de ejecución forzada. La Ley N°26.994, entre las modificaciones incorporadas a la LGS,
ha receptado la figura de la sociedad anónima unipersonal (S.A.U.) originaria y sobreviniente (se
puede constituir una sociedad unipersonal, tanto por una persona humana como por una persona
jurídica, y también se puede transformar en S.A.U. una sociedad de cualquiera de los otros tipos cuyo
número de socios haya quedado reducido a uno).
Finalmente, la sociedad en comandita por acciones tiene dos tipos de socios: comanditado, que
responde por las obligaciones sociales como los socios de la sociedad colectiva, y comanditario, que
limita su responsabilidad a la parte de capital que se obligue a aportar. Solamente los aportes de los
comanditarios se representan en acciones.
De las sociedades típicas referidas, las de mayor difusión son las sociedades de responsabilidad
limitada, que se adaptan a las exigencias de la pequeña y mediana empresa y las sociedades
anónimas que sirven de marco jurídico apto a la gran empresa (esta afirmación no implica que
pequeñas empresas asuman la forma de S.A. y que otras, de mayor envergadura e importancia de
capital, decidan funcionar como S.R.L.). Los otros tipos sociales han caído en desuso a raíz de la
responsabilidad plena (subsidiaria, solidaria e ilimitada) que imponen a todos o a algunos de sus
socios.
La S.R.L. y la S.A. presentan la ventaja de posibilitar la limitación de la responsabilidad de los socios
por las obligaciones sociales.
Ahora bien, las sociedades que no se adecuen a ninguno de los tipos mencionados (sociedades que
omitan requisitos esenciales tipificantes y las antiguas sociedades irregulares y de hecho) tienen un
régimen especial, establecido en los arts.21 a 26 de la Ley General de Sociedades, que prevé la
responsabilidad mancomunada de los socios por las obligaciones asumidas por la sociedad; esto es,
la deuda se divide por la cantidad de socios y cada uno de ellos sólo se verá obligado a hacerse cargo
del pago de su parte. La modificación legal en esta materia es importante, porque en el anterior
régimen la responsabilidad de los socios en las sociedades irregulares o de hecho era solidaria (la
deuda podía serle reclamada a cualquiera de ellos por el total).

b) Asociaciones civiles
Las asociaciones civiles son entidades creadas con un objeto altruista o de bien común, de carácter
abierto al ingreso y egreso de asociados, que se sostienen con las cuotas, ordinarias y
extraordinarias, que aportan periódicamente sus asociados y las donaciones de personas que
colaboran con la institución. En cada jurisdicción, deben inscribirse ante la entidad pública de contralor
en materia de personas jurídicas, que es quien les otorga la autorización estatal para funcionar y las
dota de personería jurídica, previo control de
necesarias para la vida institucional son desarrolladas por distintos órganos.
La administración está a cargo de la Comisión Directiva, cuyos principales cargos son el de
Presidente, Secretario y Tesorero. De acuerdo a la importancia de la Entidad, el órgano de
administración puede ser más amplio, agregándose a su integración Vicepresidente, Prosecretario,
Protesorero y Vocales.
La representación legal de la Asociación está a cargo del Presidente de la Comisión Directiva.
Como en toda organización asociativa, el órgano de gobierno está conformado por la Asamblea de
Asociados (cuando la Entidad, como por ejemplo algunos clubes deportivos, tiene una gran masa de
socios, el órgano de gobierno está compuesto por la Asamblea de Representantes o de Delegados).
Finalmente, el órgano de fiscalización, que no tiene una denominación establecida por la ley (a veces
recibe el nombre de Consejo de Gastos y Recursos, de Sindicatura, de Junta Revisora de Cuentas),
está a cargo de asociados y su función básica de controlar la administración institucional.
El CU las regula en los arts.168 a 186.

c) Simples asociaciones
En el régimen del Código Civil, las simples asociaciones carecían de personería jurídica, aunque en el
art.46 se les reconocía el carácter de sujetos de derecho, lo que originó no pocas discusiones en
doctrina acerca de qué era lo que podían hacer y qué lo que les estaba vedado; tanto más cuando los
conceptos de “personalidad jurídica” y ”sujeto de derecho” expresan exactamente lo mismo, es decir,
aptitud para crear, modificar, transferir y extinguir derechos u obligaciones.
El CU puso fin a las discusiones, en la medida que las incluyó entre las entidades con personalidad
jurídica.
Las simples asociaciones deben apreciarse como una manifestación del ejercicio del derecho
constitucional, contenido en el art.14 C.N., de asociarse con fines útiles. Así, son simples asociaciones
los clubes barriales, las sociedades de fomento, peñas, ateneos, etc.
No se les exige registración ante la autoridad de control en materia de personas jurídicas de la
jurisdicción en que funcionen, pero sí deben cumplir un requisito de forma, orientado a probar la
existencia de la entidad: el instrumento constitutivo debe ser otorgado por instrumento público o por
instrumento privado con firmas certificadas por escribano público. El nombre elegido debe llevar el
aditamento “simple asociación” o “asociación simple” (art.187 CU).
La simple asociación comienza su existencia como persona jurídica a partir de la fecha del acto
constitutivo.

d) Fundaciones
Las fundaciones son entidades sin fines de lucro que se conforman a partir de un patrimonio que se
afecta al cumplimiento de un fin de bien común. En muchos casos, una persona como disposición de
última voluntad incluida en su testamento, destina parte de su patrimonio a la creación de una
fundación. Otras veces, una empresa o personas particulares deciden destinar parte de sus bienes
para crear la entidad.
Lo destacable, en todo caso, es que coetáneamente con dicha decisión de asignación de un
patrimonio a la creación de la entidad, se fija el objeto de la misma (el fin de bien común).
La fundación no tiene asociados. Necesita autorización estatal para funcionar . Debe inscribirse ante
la Inspección General de Justicia, u organismo equivalente de cada jurisdicción, para obtener
personería jurídica.
Debe organizar su representación legal, administración y gobierno. Como no se trata de un ente
asociativo, la representación legal, administración y gobierno de la Entidad es desempeñada por un
único órgano: el Consejo de Administración (el estatuto establece cómo se eligen y remueven los
miembros de este órgano y cuánto duran en sus cargos).
La fiscalización de las fundaciones es externa y está a cargo de la autoridad de contralor en materia
de personas jurídicas de la jurisdicción que corresponda.
La Ley N°26.994, aprobatoria del Código Civil y Comercial de la Nación (CU) derogó la Ley de
Fundaciones N°19.836 y regula el instituto en los arts.193 a 224
CU.

e) Iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas


Si bien, de acuerdo al art.2 de la Constitución Nacional, la Nación Argentina sostiene el culto católico
apostólico romano, y por esa razón se incluye a la Iglesia Católica entre las personas jurídicas
públicas previstas en el art.146 CU, la realidad es que en nuestro país rige la libertad de cultos.
Las otras iglesias o confesiones, entonces, tendrán el carácter de personas jurídicas privadas y
podrán actuar para la consecución de sus objetos y fines, previa inscripción ante la Secretaría de
Culto, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores.

f) Mutuales
Constituyen un tipo específico de asociaciones civiles que por la importancia y trascendencia que han
adquirido con el tiempo, han merecido el dictado de una ley especial.
La Ley N° 20.321, en su art.2°establece: “Son asociaciones mutuales las constituidas libremente sin
fines de lucro por personas inspiradas en la solidaridad, con el objeto de brindarse ayuda recíproca
frente a riesgos eventuales o de concurrir a su bienestar material y espiritual, mediante una
contribución periódica”.
Son prestaciones mutuales aquellas que, mediante la contribución o ahorro de sus asociados o
cualquier otro recurso lícito, tiene por objeto la satisfacción de necesidades de los socios ya sea
mediante asistencia médica, farmacéutica, otorgamiento de subsidios, préstamos, seguros,
construcción y compraventa de viviendas, promoción cultural, educativa, deportiva y turística,
prestación de servicios fúnebres, como así también cualquiera otra que tenga por objeto alcanzarles
bienestar material y espiritual (conf. art.3 Ley N° 20.321).
El origen de estas entidades se reconoce en la voluntad asociacionista orientada a mejorar las
condiciones de vida del grupo o comunidad. Ante determinadas contingencias de la vida, los sectores
sociales más desprotegidos aúnan esfuerzos para ayudarse entre sí.
Como antecedentes se registran las sociedades de socorros mutuos constituidas por las
colectividades extranjeras que inmigraron a la Argentina en la segunda mitad del siglo XIX y principios
del siglo XX.
El organismo de contralor es el Instituto Nacional de Asociacionismo y Economía Social (INAES).
Su organización es muy similar a la de las asociaciones civiles, a punto tal que, en doctrina, se las
considera como asociaciones civiles en sentido amplio.

g) Cooperativas
Son entidades fundadas en el esfuerzo propio y la ayuda mutua para organizar y prestar servicios,
que reúnen los siguientes caracteres:
-Tienen capital variable y duración ilimitada.
- No ponen límite estatutario al número de asociados.
- Conceden un solo voto a cada asociado, cualquiera sea el número de sus cuotas sociales y no
otorgan ventaja ni privilegio alguno a los iniciadores, fundadores y consejeros, ni preferencia a parte
alguna del capital (a diferencia de las sociedades, el capital está al servicio del trabajo).
- Cuentan con un número mínimo de diez asociados y no tienen número máximo.
- Distribuyen los excedentes (diferencia entre el costo del servicio o producto y el precio a que se
venden) en proporción al uso de los servicios sociales (el socio que más trabajó, el que más produjo).
- No tienen como fin principal ni accesorio la propaganda de ideas políticas, religiosas, de
nacionalidad, región o raza, ni imponen condiciones de admisión vinculadas con ellas.
- Fomentan la educación cooperativa.
- Prestan servicios a sus asociados y a no asociados.
- Limitan la responsabilidad de los asociados al monto de las cuotas sociales suscriptas.
- Establecen la irrepartibilidad de las reservas sociales y el destino desinteresado del sobrante
patrimonial en casos de liquidación (conf. art.2 Ley N° 20.337 de Cooperativas).
Existen cooperativas de producción, de trabajo, de servicios, de consumo, etc. En muchas provincias
de nuestro país, los servicios domiciliarios de electricidad o de gas son prestados por cooperativas.
Han servido muchas veces de vehículo legal apto para que empresas en situación de quiebra
continuaran trabajando bajo la dirección de sus propios trabajadores nucleados en cooperativas.
Al igual que las mutuales, están sometidas al contralor del INAES.

h) Consorcio de propiedad horizontal


En los arts.2037 a 2072 el CU regula el derecho real de propiedad horizontal. En concordancia con la
inclusión del consorcio de propietarios en la clasificación de las personas jurídicas privadas, el
art.2044 CU dispone: “El conjunto de los propietarios de las unidades funcionales constituye la
persona jurídica consorcio. Tiene su domicilio en el inmueble. Sus órganos son la asamblea, el
consejo de propietarios y el administrador. La personalidad del consorcio se extingue por la
desafectación del inmueble del régimen de propiedad horizontal, sea por acuerdo unánime de los
propietarios instrumentado en escritura pública o por resolución judicial, inscripta en el registro
inmobiliario”.
En los hechos, y desde hace años, los Consorcios de Propiedad Horizontal funcionaban como si
tuvieran personería jurídica. La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) les otorgaba un
número de Código Único de Identificación Tributaria (CUIT), se inscribían como empleadores de los
encargados de los edificios, podían estar en juicio, como actores y demandados. Por todas estas
circunstancias, la doctrina se dividía entre quienes afirmaban que tenía la calidad de persona jurídica
y entre quienes le negaban esa calidad. El CU, al incluirlos en la clasificación de las personas jurídicas
privadas, ha resuelto la cuestión en forma definitiva.
Al final del artículo 148 CU, luego de la enumeración de las distintas personas jurídicas privadas, se
prevé:”…i) Toda otra contemplada en disposiciones de este Código o en otras leyes y cuyo carácter
de tal se establece o resulta de su finalidad y normas de funcionamiento”.
La previsión de este último inciso da idea de que la enumeración contenida en la disposición no es
taxativa, sino meramente ejemplificativa. En los Fundamentos del Anteproyecto se expresa la
preferencia de la Comisión por una enumeración de las personas jurídicas privadas basada en la
legislación especial, pero que debe dejarse abierta, ya que la personalidad jurídica es conferida por el
legislador como un recurso técnico según circunstancias variables de necesidad o conveniencia que
inspiran la política legislativa; por tanto, otras normas legales pueden crear figuras que amplíen el
catálogo de las existentes.

5) Bienes con relación a las personas de incidencia colectiva. Remisión (ver al final
pto.7)

6) Patrimonio

Concepto

El art.2312 C.C. establecía: “El conjunto de los bienes de una persona constituye su
patrimonio”.
El patrimonio debe ser concebido como una masa de bienes que constituye una entidad
abstracta, es decir, independiente de los elementos que la componen. Tales elementos
(derechos reales, títulos públicos, acciones, patentes industriales, mobiliario, etc.) pueden
cambiar o disminuir sin que se altere el conjunto como tal.
Ahora bien, el concepto de patrimonio sólo es completo si se consideran a las deudas que lo
gravan como parte integrantes de aquél.
Cuando el Código en su definición hacía referencia únicamente a los bienes, no lo hacía con
el objeto de excluir del concepto de patrimonio a las deudas que pesaban sobre la persona.
Salvat, saliendo al cruce de las críticas que había merecido la definición de patrimonio
incluida en el art.2312 C.C., explicaba que la palabra bienes tenía en el artículo un alcance
limitado a los bienes que quedan una vez deducidas las cargas que pesan sobre el
patrimonio. Es más, circunstancialmente, el patrimonio puede ser negativo, lo que se da en
el supuesto de que las deudas que lo graven superen a los bienes del titular; aun en este
caso extremo, el concepto de patrimonio no se diluye ni extingue.
A esta altura, resulta ocioso discutir si el patrimonio está integrado únicamente con bienes y
existen deudas por fuera de él que lo gravan o si, por el contrario, bienes y deudas son
parte del patrimonio, cuando la realidad de la vida diaria nos demuestra que las cargas,
deudas y gravámenes están cada vez más indisolublemente ligadas a la existencia y
mantenimiento de los bienes. Compramos con tarjeta de crédito en varias cuotas,
hipotecamos el inmueble que adquirimos o decidimos refaccionar, prendamos el automóvil
nuevo, somos deudores de servicios públicos, tasas municipales y de servicio de agua
corriente domiciliaria, expensas comunes si habitamos en un departamento bajo el régimen
de propiedad horizontal, impuestos por las ganancias obtenidas en el año y por el
incremento de bienes personales, etc. En fin, resulta una tarea ímproba imaginarnos un
patrimonio esencialmente puro y despojado de deudas, justamente porque las deudas están
ahí, integrándolo.
Para culminar, y siempre con referencia a la discusión de si las deudas son o no parte
integrante del patrimonio de las personas, cabe resaltar que lo que puede generar algún tipo
de duda con respecto a las personas físicas, surge meridianamente claro cuando la
situación se analiza desde el punto de vista de las personas jurídicas. Allí no caben dudas
de que el patrimonio, como atributo de la personalidad, está integrado tanto por bienes
como por deudas.
El CU no contiene una norma equivalente al art.2312 C.C.; por tal razón, hemos
desarrollado el concepto de patrimonio a partir del antiguo art. 2312 C.C. y de la doctrina
que se ha formado en torno a él.

El patrimonio como atributo de la personalidad

El patrimonio como universalidad de derecho


El patrimonio es una universalidad de bienes, o sea, una pluralidad de bienes a los que es
posible tratar unitariamente, como un todo.
Cuando la conformación de esa universalidad depende de la voluntad del propietario de los
bienes, que es quien ha dispuesto los elementos integrantes (una biblioteca, un rebaño de
ovejas, las mercaderías guardadas en un depósito, etc.), la universalidad es de hecho.
Si, en cambio, la conexión de los elementos particulares no depende de la voluntad del
propietario, sino de la determinación de la ley, la universalidad es de derecho o jurídica.

Caracteres del patrimonio general


a) Es una universalidad jurídica.
b) Es necesario, porque a toda persona le corresponde un patrimonio general.
c) Es único, porque ninguna persona puede tener más de un patrimonio general.
Como hemos explicado, pueden coexistir con el patrimonio general uno o varios patrimonios
especiales, entendidos como masas de bienes escindidas del patrimonio general, no por
voluntad de su titular, sino en virtud de un régimen legal especial.
d) Es inalienable, porque no puede transferirse como unidad. Sólo pueden venderse sus
elementos integrantes.

Contenido

a) Derechos personales o creditorios:


Están referidos a la facultad que le cabe a una persona (acreedor) de exigir a otra (deudor)
el cumplimiento a su respecto de una determinada prestación (p. ej.: el comprador que ha
pagado el precio tiene el derecho de exigir del vendedor la entrega de la cosa adquirida).

b) Derechos reales:
Son aquellos que confieren a su titular un poder o señorío inmediato sobre una cosa, de
modo tal de poder usarla, servirse de ella, beneficiarse con sus frutos, etc. Tales
atribuciones son plenas en el derecho de dominio y más limitadas en los otros derechos
reales: servidumbre, usufructo, uso, etc.
Los derechos reales sólo pueden ser creados por ley (art.1884 CU), por tanto, la
enumeración que de ellos hace el art.1887 CU tiene carácter taxativo (se sigue en esta
materia el principio de número cerrado contenido en el art.2503 C.C.).
Como particularidad destacable, cabe decir que los derechos reales atribuyen a su titular la
facultad de perseguir la cosa en poder de quien se encuentre y de hacer valer su
preferencia con respecto a todo otro derecho real que pueda haberse constituido con
posterioridad sobre la misma cosa (conf. art.1886 CU).

c) Derechos intelectuales:
Se denominan así a los que tiene el autor de una determinada obra, de carácter artístico,
literario, musical, científica, para explotarla comercialmente y, en su caso, disponer de ella,
autorizando su publicación, su usufructo o transfiriéndola a terceros. También son derechos
intelectuales los que les corresponden a los inventores sobre sus creaciones.
En nuestro país es la Dirección Nacional del Derecho de Autor donde se registran obras
literarias, científicas, musicales, etc.; en tanto que el Instituto Nacional de la Propiedad
Industrial lleva los registros de Marcas, Patentes, Modelos y Diseños Industriales.

d) Las deudas:
Según ya lo hemos señalado, las deudas de la persona integran su patrimonio, pudiendo
darse el caso de un patrimonio de signo negativo cuando las deudas sean superiores a los
activos.

El patrimonio como prenda común de los acreedores

Se dice que el patrimonio es prenda común de los acreedores, para significar que los bienes
que lo integran se hallan afectados al cumplimiento de las obligaciones que pesan sobre la
persona.
Si bien en el C.C. no existía disposición alguna que consagrara este principio, la
El CU, ha consagrado expresamente el principio. El art.242 establece: “Todos los bienes del
deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y constituyen la garantía
común de sus acreedores, con excepción de aquellos que este Código o leyes especiales
declaran inembargables o inejecutables. Los patrimonios especiales autorizados por la ley
sólo tienen por garantía los bienes que los integran”.

Ejecución individual y ejecución colectiva


Por lo común, el modo de hacer efectiva la garantía de que hablamos es a través de la
ejecución judicial del crédito, que permite al acreedor individual obtener el embargo de los
bienes del deudor y cobrarse con el producido de su venta en pública subasta.
Sin embargo, cuando el deudor se encuentra en cesación de pagos (estado de insuficiencia
patrimonial proyectado en el tiempo), la ley prevé un procedimiento de ejecución colectiva
denominado concurso (preventivo o liquidativo), que posibilita, bien la recuperación
patrimonial del deudor mediante un acuerdo con los acreedores que brinde facilidades de
pago, o bien la venta de los activos y la cancelación de las deudas abonando a prorrata
(proporcionalmente) a los distintos acreedores que hubieren presentado sus créditos a
verificar en el procedimiento concursal (quiebra).
La ejecución colectiva está regulada por la Ley de Concursos y Quiebras, N° 24.522,
modificada por Ley N°26.684.
El art.243 CU establece: “Si se trata de los bienes de los particulares afectados
directamente a la prestación de un servicio público, el poder de agresión de los acreedores
no puede perjudicar la prestación del servicio”.
La limitación contenida en el CU tiene que ver con la necesidad de privilegiar el interés
general por sobre el de los particulares.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha tenido oportunidad de expedirse, declarando
su inembargabilidad, en diversos casos en que aparecían en riesgo bienes de las
Municipalidades afectados a servicios públicos.

Bienes excluidos de la garantía común


Existen diferentes normas que declaran la inembargabilidad de ciertos bienes:
a.El art.219 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCC) dispone: “No se
trabará nunca embargo:
1º) En el lecho cotidiano del deudor, de su mujer e hijos, en las ropas y muebles de su
indispensable uso, ni en los instrumentos necesarios para la profesión, arte u oficio que
ejerza.
2º) Sobre los sepulcros, salvo que el crédito corresponda a su precio de venta, construcción
o suministro de materiales.
3º) En los demás bienes exceptuados de embargo por ley.
Ningún otro bien quedará exceptuado”.
b.El art.539 CU dispone que el derecho a reclamar o percibir alimentos no puede ser objeto
de gravamen o embargo alguno.
c. Las prestaciones que se acuerden por el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones
son inembargables, con la salvedad de las cuotas por alimentos y litisexpensas (art.14 Ley
24.241).
d.El salario mínimo vital (que se actualiza periódicamente por el Consejo del Salario) es
inembargable en la proporción que establezca la reglamentación, salvo por deudas
alimentarias (art.120 de la Ley de Contrato de Trabajo N°20.744 (remuneraciones inferiores
al doble del salario mínimo vital mensual, son embargables hasta el 10% del importe que
excediere a dicho salario base; remuneraciones superiores al doble del salario mínimo vital
mensual, son embargables hasta el 20% que excediere del salario base, conf. Decreto
484/87).
e.El inmueble sometido al régimen de bien de familia, a no ser por deudas anteriores a su
constitución. También puede ser embargado por deudas posteriores correspondientes a
impuestos, tasas y contribuciones y expensas comunes (art.249 CU).
Las indemnizaciones por accidentes de trabajo (art.13 inc.2 Ley Nº 24.028).

Medidas precautorias de orden procesal destinadas a proteger el crédito


a) Embargo:
Supone la imposibilidad de disponer del bien, aunque no de usarlo. Tratándose de
inmuebles y muebles registrables (automotores, buques, aeronaves) la traba del embargo
se efectiviza a través de un oficio que el juez que lo dispone dirige al Registro respectivo.
En caso de muebles comunes, el embargo se lleva a cabo a través de un mandamiento
judicial, que el oficial de justicia de la zona del domicilio del deudor cumplimenta,
generalmente con la presencia del deudor, donde hace constar en un acta los bienes objeto
de embargo (es común que en la misma diligencia se designe depositario de los bienes
embargados al propio deudor, quien, en caso de que disponga de ellos, incurre en delito).
Cuando, a juicio del oficial de justicia, no existiere persona apta para nombrarla depositaria
sin serio riesgo de los bienes, se podrá disponer el secuestro de aquéllos y su depósito a la
orden del juzgado.

b) Inhibición general de bienes:


Cuando no se conocieren bienes al deudor, el juez dispondrá su inhibición para disponer de
bienes. Esta medida se inscribirá mediante oficio ante los distintos registros de la propiedad
que el acreedor solicitare (de la propiedad inmueble, de la propiedad del automotor, registro
nacional de buques, etc.). De este modo, cuando el deudor quiera disponer de un bien
inscripto en esos registros, la inhibición cobrará virtualidad y no podrá vender sin
presentarse en el proceso judicial en que se decretó la medida y hacer frente al pago de la
deuda, como paso previo al levantamiento de la inhibición.

c) Anotación de litis:
Cuando exista un pleito judicial relacionado con bienes registrables (muebles o inmuebles),
se puede solicitar que se inscriba en el registro respectivo la existencia de ese juicio, de
modo tal que los terceros que pudieran tener interés en esos bienes tomen conocimiento
que, como consecuencia del pleito, puede llegar a existir un cambio en la titularidad del bien
o reconocerse derechos sobre el mismo a quien no consta aún como propietario registrado.

d) Prohibición de innovar:
Cuando existiere la posibilidad de que la alteración de una situación de hecho o de derecho
pudiere influir en la sentencia a dictarse en un pleito o tornar en meramente ilusorio el fallo,
el juez podrá decretar una medida de no innovar, con distintos alcances, según las
particularidades del pleito (p.ej: disponer que ciertos bienes deban permanecer en cierto
lugar; que no se otorgue acto jurídico alguno que implique a cierto bien; que no se extienda
una certificación hasta que no se devele en el pleito una situación de duda, etc.).

e) Intervención judicial:
El juez podrá designar un interventor judicial en distintas situaciones: para desplazar al
órgano de administración de una sociedad o entidad hasta que se designe otra
administración; para recaudar periódicamente fondos que deban ser pagados por terceros al
deudor demandado (p. ej.: se designa un interventor recaudador para que los sábados y
domingos retire los ingresos de caja de un restaurante); etc.
Las referidas son las principales medidas precautorias o cautelares reguladas en los arts.
195 a 233 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
BIENES Y COSAS

7) Bienes y cosas: distinción conceptual

El art. 2 3 11 del C.C. disponía: “Se llaman cosas en este Código, los objetos
corporales susceptibles de tener un valor” .
La reforma introducida por la Ley 17.711 sustituyó el término "corporales" contenido
en el artículo, por el de "materiales", que permitió considerar a la energía y a los
fluidos como cosas; lo que antes no era posible, teniendo en cuenta que tales
elementos carecen de corporalidad.
Coherente con lo expuesto, la citada reforma agregó a la norma que nos ocupa el
siguiente párrafo: "Las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía
y a las fuerzas naturales susceptibles de apropiación".
El CU, en consonancia con lo señalado en los Fundamentos del Anteproyecto por la
Comisión Redactora, en el sentido de incluir en el texto legal sólo aquellas
definiciones que tienen efecto normativo (ver pto.II Método), no contiene disposición
alguna referida a los conceptos de “bienes” y “cosas”. Por esa razón, seguiremos aquí
la rica elaboración doctrinaria formada durante la vigencia del Código Civil.
Entre bienes y cosas existe una relación de género a especie. Bienes son, tanto los
objetos materiales susceptibles de tener un valor económico (cosas en el concepto del
art. 2 3 11 C . C . ) , como los objetos inmateriales susceptibles de tener un valor econó -
mico (derechos personales, reales e intelectuales).
En el Capítulo anterior, cuando tratamos el contenido del patrimonio, no mencionamos
a las “cosas” en forma independiente y como un ítem más. Procedimos así porque las
cosas quedan comprendidas como objeto de los derechos reales.

Clasificación de las cosas consideradas en sí mismas

a) Muebles e inmuebles
Son inmuebles por su naturaleza el suelo, las cosas incorporadas a él de una manera
orgánica y las que se encuentran bajo el suelo sin el hecho del hombre.
Son inmuebles por accesión las cosas muebles que se encuentran inmovilizadas por
su adhesión física al suelo, con carácter perdurable. En este caso, los muebles
forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto de un derecho separado sin
la voluntad del propietario.
No se consideran inmuebles por accesión las cosas afectadas a la explotación del
inmueble o a la actividad del propietario (arts.225 y 226 CU).
Son cosas muebles las que pueden desplazarse por sí mismas o por una fuerza
externa (art.227).

Las cosas se clasifican en muebles e inmuebles según pue dan trasladarse o se hallen
fijas en un lugar determinado, respectivamente.
Los inmuebles pueden serlo por naturaleza (las cosas que se encuentran inmovilizadas
por sí mismas, por ejemplo, el suelo y todas las cosas incorporadas a él) o por
accesión física (las cosas muebles adheridas físicamente al suelo con carácter
perdurable, como, por ejemplo, una piscina).
El CU ha eliminado de la clasificación una categoría de difícil interpretación, como lo
era la de los denominados inmuebles por accesión moral, contenida en el art.2316
C.C., que establecía: “Son también inmuebles las cosas muebles que se encuentran
puestas intencionalmente, como accesorias de un inmueble, por el propietario de éste,
sin estarlo físicamente”. Un ejemplo de inmuebles por accesión moral estaba dado por
el mobiliario de un departamento, ubicado en una ciudad balnearia, cuyo propietario
destina a alquiler durante la temporada de verano. Dado que esos muebles habían
sido destinados por el propietario al confort del inquilino, se transformaban en
inmuebles por accesión moral.
El art.226 CU, en su última parte dispone que no se consideran inmuebles por
accesión las cosas afectadas a la explotación del inmueble o a la actividad del
propietario, tal como serían, por ejemplo, un tractor que se utiliza para las tareas
agrícolas que se desarrollan en el campo de que se trate, o los equipos instalados en
una habitación de la casa que el propietario utiliza como consultorio odontológico.
Las cosas muebles que se mueven por sí mismas se denomi nan semovientes (ej.:
ganado), en tanto que las que exigen de una fuerza externa para su traslado o que tienen
incorporados mecanismos de propulsión se denominan locomóviles.

b) Divisibles e indivisibles
Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en porciones reales sin ser destruidas,
cada una de las cuales forma un todo homogéneo y análogo tanto a las otras partes
como a la cosa misma.
Las cosas no pueden ser divididas si su fraccionamiento convierte en antieconómico su
uso y aprovechamiento. En materia de inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento
parcelario corresponde a las autoridades locales (art.228 CU).
Para determinar si una cosa es divisible, la norma exige que, luego de materializada la
división, cada una de las partes resulte homogénea y análoga con las otras y con la cosa
misma.
La disposición veda la división de la cosa cuando su fraccionamiento convierte en
antieconómico su uso y aprovechamiento. Cabe preguntarse cuándo se da esta situación.
Un antiguo caso resuelto en el año 1969 por la Sala A de la Cámara Civil de la Capital
Federal determinó que “si la unidad de explotación de equilibrio económico oscila en la
zona de ubicación del bien alrededor de las 454 hectáreas, y el proyecto de subdivisión
da tres fracciones de 537, 581 y 617 hectáreas, no se afecta el aprovechamiento y uso
de la tierra, debiendo considerarse a cada una de esas tres parcelas como “unidades
económicas”.
En lo que hace a la división de inmuebles, el artículo, en su última parte, coloca en
cabeza de las autoridades locales dictar las normas relativas a su fraccionamiento.
Los inmuebles son divisibles, salvo casos excepcionales en que su fraccionamiento
resulta materialmente imposible o económicamente inconveniente (vetustez del edificio,
precariedad de alguna de sus construcciones, no tener cada una de las partes las
medidas mínimas exigidas por la Municipalidad del lugar de ubicación).

c) Principales y accesorias
El art. 229 CU establece: “Son cosas principales las que pueden existir por sí mismas”.
Son cosas accesorias aquellas cuya existencia y naturaleza son determinadas por otra
cosa de la cual dependen o a la cual están adheridas. Su régimen jurídico es el de la
cosa principal, excepto disposición legal en contrario.
Si las cosas muebles se adhieren entre sí para formar un todo sin que sea posible
distinguir la accesoria de la principal, es principal la de mayor valor. Si son del mismo
valor no hay cosa principal ni accesoria (art.230 CU).
Ejemplificaremos los casos.
Entre un camión y el acoplado, éste es accesorio del primero. Del mismo modo, las
autopartes consideradas individualmente son accesorias del automóvil.
Si a un automóvil se le instala un nuevo motor, pasan a formar un todo. ¿Cuál es la cosa
principal?. Parecería serlo el automóvil, porque es el de mayor valor.
Pero si se tratara de un automóvil viejo y de un motor nuevo, donde no se pudiera
determinar cuál es la cosa más valiosa, no habría cosa principal ni accesoria.
Frutos y productos
Establece el art.233 CU: “Frutos son los objetos que un bien produce, de modo
renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia.
Frutos naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza.
Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la cultura de la
tierra.
Frutos civiles son las rentas que la cosa produce.
Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los frutos civiles.
Productos son los objetos no renovables que separados o sacados de la cosa alteran o
disminuyen su sustancia.
Los frutos naturales e industriales y los productos forman un todo con la cosa, si no son
separados”.
Los frutos son cosas que periódicamente proceden de otra y cuya sustancia no alteran.
Los productos, en cambio, si bien proceden de otra cosa, una vez extraídos no vuelven a
generarse, por lo que sí alteran la sustancia de esta última (p. ej.: el mineral metalífero
que se extrae de un yacimiento). Unos y otros, mientras permanecen en la cosa principal,
le son accesorios.

d) Consumibles y no consumibles

El artículo 231 CU establece: “Son cosas consumibles aquellas cuya existencia termina
con el primer uso. Son cosas no consumibles las que no dejan de existir por el primer uso
que de ellas se hace, aunque sean susceptibles de consumirse o deteriorarse después
de algún tiempo”.
Son cosas consumibles los artículos de pirotecnia, el agua con que se riegan las plantas,
los alimentos, los medicamentos. Son no consumibles, por ejemplo, la ropa, los muebles
y enseres de una casa, los libros, los cuadros.

e) Fungibles y no fungibles

Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo de la especie equivale a otro
individuo de la misma especie, y pueden sustituirse por otras de la misma calidad y en
igual cantidad (art.232 CU).
Son cosas fungibles el trigo, el aceite, el vino, la sal, etc. Son no fungibles aquellas cosas que
tienen individualidad propia, lo que obsta a que puedan sustituirse o reemplazarse de una
forma perfecta (vg. una escultura, una pintura, un lote de tierra, una joya famosa,
etc.).
Tal como aclara la Comisión Redactora en los Fundamentos del Anteproyecto, la
fungibilidad involucra poder de sustitución (ver Título III, Cap. 1).
En materia de obligaciones de dar, si la cosa a entregar por el deudor es fungible, éste
queda libre si entrega otra de las mismas características, calidad y cantidad; en cambio,
si lo debido es una cosa no fungible, debe entregar exactamente la misma cosa a que se
comprometió.

f) Bienes fuera del comercio


Establece el art.234 CU: “Están fuera del comercio los bienes cuya transmisión está
expresamente prohibida:
a) por la ley;
b) por actos jurídicos, en cuanto este Código permite tales prohibiciones”.
El art.2336 C.C.disponía: “Están en el comercio todas las cosas cuya enajenación no fuere
expresamente prohibida o dependiente de una autorización pública”.
El CU amplía el concepto, dado que se refiere a “bienes” y no a “cosas”. Recordemos que, tal
como adelantamos en el Capítulo precedente, entre bienes y cosas existe una relación de
género a especie.
Está expresamente prohibida la transmisión del derecho a reclamar o percibir alimentos
(art.539 CU); también lo está la transmisión del derecho real de habitación (art.2160 CU), de
los bienes públicos del Estado (art.237 CU).
También está prohibida la enajenación de inmuebles respecto de los cuales el testador
hubiere dispuesto mantener el estado de indivisión por un período que, de acuerdo al
art.2330 CU) no puede exceder de diez años.

Clasificación de los bienes con relación a las personas a que pertenecen

Bienes pertenecientes al dominio público


El art.235 CU establece: “Son bienes pertenecientes al dominio público, excepto lo
dispuesto por leyes especiales:
a) el mar territorial hasta la distancia que determinen los tratados internacionales y
la legislación especial, sin perjuicio del poder jurisdiccional sobre la zona contigua,
la zona económica exclusiva y la plataforma continental. Se entiende por mar
territorial el agua, el lecho y el subsuelo;
b) las aguas interiores, bahías, golfos, ensenadas, puertos, ancladeros y las playas
marítimas; se entiende por playas marítimas la porción de tierra que las mareas
bañan y desocupan durante las más altas y más bajas mareas normales, y su
continuación hasta la distancia que corresponda de conformidad con la legislación
especial de orden nacional o local aplicable en cada caso;
c) los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por cauces naturales, los
lagos y lagunas navegables, los glaciares y el ambiente periglacial y toda otra agua
que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general,
comprendiéndose las aguas subterráneas, sin perjuicio del ejercicio regular del
derecho del propietario del fundo de extraer las aguas subterráneas en la medida de
su interés y con sujeción a las disposiciones locales. Se entiende por río el agua, las
playas y el lecho por donde corre, delimitado por la línea de ribera que fija el
promedio de las máximas crecidas ordinarias. Por lago o laguna se entiende el agua,
sus playas y su lecho, respectivamente, delimitado de la misma manera que los ríos;
d) las islas formadas o que se formen en el mar territorial, la zona económica
exclusiva, la plataforma continental o en toda clase de ríos, estuarios, arroyos, o en
los lagos o lagunas navegables, excepto las que pertenecen a particulares;
e) el espacio aéreo suprayacente al territorio y a las aguas jurisdiccionales de la
Nación Argentina, de conformidad con los tratados internacionales y la legislación
especial;
f) las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública
construida para utilidad o comodidad común;
g) los documentos oficiales del Estado;
h) las ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos”.

La enumeración sigue los lineamientos del art.2340 C.C., aunque se innova en la ubicación
que se le da al tema. Anteriormente, el Título I “De las cosas consideradas en sí mismas o
en relación a los derechos”, daba inicio al Libro III “De los Derechos Reales”. Esto era así,
porque se tomaba a las cosas como elemento de los derechos reales.
Actualmente, el Título III “Bienes” está ubicado en la Parte General del CU, que es donde se
legisla sobre los elementos de la relación jurídica: sujeto, objeto y causa. Los bienes (que
comprenden a las cosas) se toman con un sentido más amplio, como elemento de todos los
derechos (conf. Fundamentos del Anteproyecto).
En lo que a la nómina de bienes del dominio público se refiere, se trata de muebles e
inmuebles afectados al uso y goce de la población.
De acuerdo con el art.237 CU, son bienes inenajenables, inembargables e imprescriptibles
(que no pueden ser adquiridos por prescripción adquisitiva). Por principio, el uso debe ser
gratuito, sin perjuicio de que pueda percibirse alguna entrada o pase, de escaso valor
económico, orientado al mantenimiento del bien de que se trate.
Estos bienes pertenecen al Estado Nacional, Provincial o Municipal, según su ubicación o la
jurisdicción que hayan declarado las leyes a su respecto (conf. art.237 CU).
Como novedad importante debe resaltarse que se han incluido en la enumeración del inciso
c) “los glaciares y el ambiente periglacial y toda otra agua que tenga o adquiera la aptitud de
satisfacer usos de interés general”, en correspondencia con la toma de conciencia que la
población ha tomado acerca de la importancia de ese recurso natural, de los riesgos a que
está sometido y de la necesidad de su preservación.
Como se desprende de la mera lectura del artículo, la mayoría de los bienes mencionados
son naturales y el dominio público y su afectación al uso de la comunidad en general surgen
como lógica consecuencia.
En el caso de las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública
construida para utilidad o comodidad común, a que se refiere el inciso f), su afectación al
dominio público exigirá el dictado de una ley Nacional, Provincial o de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
La desafectación de un bien del dominio público, también exige el dictado de una ley (p.ej:
por la construcción de una nueva ruta, que pasa a integrar el dominio público, el antiguo
camino, deja de usarse, se desafecta y pasa a ser una vía vecinal, que se integra al dominio
privado del Municipio respectivo).

Bienes pertenecientes al dominio privado del Estado

Dispone el art.236 CU que pertenecen al Estado nacional, provincial o municipal, sin


perjuicio de lo dispuesto en leyes especiales:
a) los inmuebles que carecen de dueño;
b) las minas de oro, plata, cobre, piedras preciosas, sustancias fósiles y toda otra de interés
similar, según lo normado por el Código de Minería;
c) los lagos no navegables que carecen de dueño;
d) las cosas muebles de dueño desconocido que no sean abandonadas, excepto los
tesoros;
e) los bienes adquiridos por el Estado nacional, provincial o municipal por cualquier título.

Respecto de los inmuebles que carecen de dueño, mencionados en el inciso a), es difícil
decir cuáles son estos bienes. Pueden ser inmuebles que, como en el ejemplo dado, hayan
pertenecido al dominio público y hubieren sido desafectados. También pueden ser
inmuebles integrantes de una herencia vacante.
En lo que hace a los lagos no navegables que carecen de dueño, pareciera ser que también
se hallarían comprendidos en el inciso a), en su calidad de “inmuebles que carecen de
dueño”. Ocurre que si los lagos navegables pertenecen al dominio público y los no
navegables que se encuentren dentro de una heredad privada, pertenecen a su dueño, no
quedan más opciones. La previsión del inciso c) resulta ociosa.
Es difícil determinar, con referencia al inciso d), cuáles son las cosas muebles de dueño
desconocido que no sean abandonadas. Pareciera ser que la disposición se refiere a cosas
que hayan sido perdidas por su dueño, que fueren encontradas por alguna persona y
entregadas a las autoridades (fuerzas policiales, municipios, juzgados).
En cuanto a los tesoros, que la disposición excluye de su régimen, están regulados en los
arts.1951 a 1954 CU. Por tesoro se entiende toda cosa mueble de valor, sin dueño
conocido, oculta en otra cosa mueble o inmueble.
Por último, el inciso e) se refiere a los bienes adquiridos por el Estado. Se trata de las
compras de materiales, suministros, mobiliario, maquinaria, inmuebles que el Estado
Nacional, Provincial o Municipal adquiere para ser afectados al uso de la Administración
Pública. También aquí podrían considerarse los bienes integrantes de herencias vacantes
que pasan al Estado.
La Constitución Nacional, la legislación federal y el derecho público local determinan el
carácter nacional, provincial o municipal de los bienes del dominio público y del dominio
privado del Estado (art.237 CU).

Bienes de los particulares


Los bienes que no son del Estado nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires o municipal, son bienes de los particulares sin distinción de las personas que tengan
derecho sobre ellos, salvo aquellas establecidas por leyes especiales (art.238 CU). Una de
estas leyes especiales es el Código de Minería de la Nación que, en su art.2° y con relación
a los derechos que dicho cuerpo normativo reconoce y acuerda, divide a las minas en tres
categorías: minas de las que el suelo es un accesorio, que pertenecen exclusivamente al
Estado, y que sólo pueden explotarse en virtud de concesión legal otorgada por autoridad
competente (minería metalífera); minas que por las condiciones de su yacimiento, se
destinan al aprovechamiento común (arenas metalíferas y piedras preciosas que se
encuentran en el lecho de los ríos, salinas, turberas), y por último, minas que pertenecen
únicamente al propietario, y que nadie puede explotar sin su consentimiento, salvo por
motivos de utilidad pública (producciones minerales de naturaleza pétrea o terrosa, y en
general todas las que sirven para materiales de construcción y ornamento, cuyo conjunto
forma las canteras).

Aguas de los particulares


En atención a la concientización pública que se ha producido en los últimos años acerca de
la importancia del agua como recurso natural indispensable para la vida y el desarrollo, el
CU ha incluido en su art.239 una disposición novedosa que tiene estrecha relación con el
derecho fundamental de acceso al agua potable (Fundamentos del Anteproyecto): “Las
aguas que surgen en los terrenos de los particulares pertenecen a sus dueños, quienes
pueden usar libremente de ellas, siempre que no formen cauce natural. Las aguas de los
particulares quedan sujetas al control y a las restricciones que en interés público establezca
la autoridad de aplicación. Nadie puede usar de aguas privadas en perjuicio de terceros ni
en mayor medida de su derecho.
Pertenecen al dominio público si constituyen cursos de agua por cauces naturales. Los
particulares no deben alterar esos cursos de agua. El uso por cualquier título de aguas
públicas, u obras construidas para utilidad o comodidad común, no les hace perder el
carácter de bienes públicos del Estado, inalienables e imprescriptibles.
El hecho de correr los cursos de agua por los terrenos inferiores no da a los dueños de
éstos derecho alguno”.

Bienes con relación a los derechos de incidencia colectiva


El art.240 CU establece los límites al ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes
pertenecientes al dominio público, al dominio privado del Estado, a los particulares
(incluidas las aguas), declarando que debe ser compatible con los derechos de incidencia
colectiva. Tal ejercicio debe hacerse de conformidad con las normas del derecho
administrativo nacional y local dictadas en interés público, no debe afectar el funcionamiento
ni la sustentabilidad de los ecosistemas de la flora, la fauna, la biodiversidad, el agua, los
valores culturales, el paisaje, entre otros, según los criterios previstos en la ley especial.
A partir de la reforma de 1994, se receptan en los arts.16 a 43 los denominados “Nuevos
derechos y garantías”.
El art.43, que contiene las normas procesales orientadas a la defensa de tales derechos y a
la activación de las garantías, y en lo específico trata de la acción de amparo, en su
segundo párrafo expresa: “Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al
usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general,…”.
Vale decir que los derechos de incidencia colectiva no se agotan en la enumeración
contenida en la primera parte del párrafo, sino que hay más.
Son también derechos de incidencia colectiva los que surgen de los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos con jerarquía constitucional (art.75 inc.22 C.N.);
el derecho a la competencia y al control de los monopolios (arts.42 y 43 C.N.); los derechos
de los usuarios a la protección de sus intereses económicos (art. 42 C.N.), el derecho a la
no discriminación (art.75 inc.22 C.N.); el derecho a un ambiente sano (art.41 C.N.).
Con relación a los derechos de incidencia colectiva la Corte Suprema de Justicia Nacional
sostuvo que son aquellos que tienen por objeto bienes colectivos. El bien colectivo –agrega
el fallo- es el que pertenece a toda la comunidad, siendo indivisible y no admitiendo
exclusión alguna (p.ej: el ambiente). Estos bienes no tienen por titulares a una pluralidad
indeterminada de personas, sino que pertenecen a la esfera social (Halabi, Ernesto c/P.E.N.
s/ Amparo Ley 16.986, 24-02-2009).

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