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¡NO PASARÁN!...

sin pedir permiso

Juan Pablo Goñi Capurro


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Personajes:
MENDOZA: soldado aguerrido
LÓPEZ: soldado cobarde

Dos soldados ingresan a escena, con sus mochilas y armas largas; primero
MENDOZA, patriota con vocación de héroe (estilo RAMBO, con un cuchillo
de monte en la cintura) y luego LÓPEZ, miedoso. LOPEZ tiene un peluquín.
Ambientado en penumbras. Hay unas piedras y unas ramas.
MENDOZA arroja su mochila, pisa fuerte y mira buscando combate;
recorre el escenario apuntando con su rifle.
MENDOZA: ¡El enemigo!, ¿dónde está el enemigo? ¡Vengan cobardes!
LÓPEZ: (lejos de MENDOZA) No se preocupen, si están cómodos donde están,
quédense nomás, no se van a andar molestando por nosotros.
MENDOZA: No pregunto cuántos son, sino que vengan…
LÓPEZ. ¡De a uno!, ¡de a uno! Cita bien los textos, si vas a citar.
MENDOZA: (comienza a olfatear, fuerte, como un perro) Hay olor a cobarde…
LOPEZ: (olfateando sus ropa) Yo le dije a mamá que este desodorante no servía.
LÓPEZ tirita; ve las ramas, deja la mochila y comienza a armar un fuego
detrás de las piedras. MENDOZA desaparece sin que su compañero se
percate de ello. LÓPEZ enciende el fuego, se calienta las manos. Luego
gira y pone el culo sobre el fuego.
LÓPEZ: ¡Qué fueguito me hice MENDOZA! Al fin vamos a pasar una noche

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calentita. Así duelen menos los huesos. Si hubiera sabido, me traía la olla,
un sobrecito de sopa y estábamos completos. A ti te gusta la sopa crema,
¿verdad?
Al no obtener respuesta, gira y descubre que su compañero no está. Mira
por el lugar, aferrándose al fusil, apuntando a diestra y siniestra,
sobresaltándose por las sombras que ve.
LÓPEZ: (susurrando) MENDOZA, ¿dónde estás?... (recorre el escenario)
MENDOZA…MENDOZA…MENDOCITA…
MENDOZA retorna corriendo. LÓPEZ apunta en su dirección, mientras
habla cae al piso.
LÓPEZ: ¡Alto!, ¿q-q-quién vive?
MENDOZA: Soy yo, imbécil, ¿quién va a ser en este desierto? (lo observa,
atónito)¿Qué haces en el piso?
LÓPEZ: (mientras se incorpora) ¿Quién, yo? Este… ensayaba la posición de
combate que ofrece menos ángulo de tiro para el invasor permitiendo así
que el combatiente tenga las mayores posibilidades…
MENDOZA: (lo interrumpe) Cállate LÓPEZ, termínala con el manual de combate y
prepara el arma que los vi, ¡los vi!
LÓPEZ: ¿A quién viste MENDOZA?
MENDOZA: Al enemigo, LÓPEZ, al enemigo, vente conmigo que los atrapamos.
LÓPEZ: Yo no sé, el coronel dijo que nos quedáramos acá y que no nos
moviéramos. ¡Tenemos que resistir!
MENDOZA: ¿A quién tenemos que resistir si no viene nadie?
LÓPEZ: No sé, dijo resistir, será al sueño…
MENDOZA: Ah… Pero te digo que los tenemos, vente conmigo.
LÓPEZ: (se aferra a su fusil, mira hacia el piso) A mi me parece que las órdenes son
órdenes, que no tenemos que desobedecer al Coronel, nos pueden hacer
corte marcial y fusilarnos y cortarnos las cabelleras y…
MENDOZA: ¡Pero qué corte marcial ni corte marcial! Un monumento, nos van a hacer.
LÓPEZ: Sí, el monumento a los caídos.
MENDOZA: ¿Pero qué clase de patriota eres?, ¿no te brillan los ojos teniendo tan cerca
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al enemigo de nuestra patria?, ¿no te hierve el pecho al saber que estamos
a trescientos metros de la gloria?
LÓPEZ: ¿De qué Gloria?, ¿está buena la…? (observa a MENDOZA que lo mira
furibundo) ¿De qué me estás hablando?
MENDOZA: De la gloria, del mármol, de la estatua, de tener la oportunidad de nuestra
vida a trescientos metros…siento que todo se me mueve, por fin tenemos
acción.
LÓPEZ: Cuando quieres decir que estamos a trescientos metros de la acción,
¿quieres decir que estamos a trescientos metros del enemigo?
MENDOZA: Claro.
LÓPEZ: (como reflexionando) Donde está el enemigo, están los tiros. Digo yo, por
una vez que nos dieron la orden de quedarnos lejos de los tiros, calentitos,
¿para qué nos vamos a mover?
MENDOZA: ¡Los tenemos regalados, LÓPEZ!
LÓPEZ: No, no, yo creo que el coronel nos dio una orden y la tenemos que cumplir.
Además, no podemos aceptar regalos por el asunto ese de la corrupción
y…
MENDOZA: Me vuelve loco tu falta de visión. ¿No te das cuenta que si los capturamos
salimos en todos los diarios?
LÓPEZ: Sí, claro que vamos a salir en los diarios, ¡en las necrológicas! (Hay una
pausa. MENDOZA se desespera, se mesa los cabellos) Y lo peor de todo,
es que por una vez que van a decir algo lindo de nosotros, no lo vamos a
poder leer…vamos a estar (hace signos con su mano de ir hacia arriba)
MENDOZA: LÓPEZ, piensa un poco hermano, nada menos que un batallón, ¡un batallón
entero!, a dos pasos…
LÓPEZ: (interrumpiendo) A trescientos metros.
MENDOZA: Me c… Sí, a trescientos metros tenemos un batallón completamente
dormido, ¡nadie nos va a matar!, ¡están durmiendo!, ¿comprendes?
LÓPEZ: Qué estén dormidos no quiere decir nada, se pueden despertar.
MENDOZA: ¡Pero por qué se van a despertar!
LÓPEZ: No sé, capaz que uno se tira un pedo y se despiertan. ¡Acuérdate de
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anoche, cuando Pereira se tiró uno de esos que se manda después del
rancho de porotos, como nos despertamos todos porque no se podía
respirar!
MENDOZA: No puedes ser tan negativo… No se van a despertar.
LÓPEZ: ¿Acaso conoces el menú del enemigo?
MENDOZA: ¿Qué tiene que ver el menú del enemigo?
LÓPEZ: Todo, si el menú incluía porotos, te garantizo que se van a despertar.
MENDOZA: Y yo te garantizo que no se van a despertar.
LÓPEZ: Linda garantía eres tú, que me confesaste que te alistaste para huir de los
acreedores.
MENDOZA: No fue por los acreedores, fue por un tema de impuestos. Te perdonaban
los impuestos atrasados si te alistabas, yo no tengo acreedores. ¡Todo hay
que decírtelo dos veces hasta que entiendas!
LÓPEZ: Pues no te molestes, que por más que lo de atrapar al enemigo me lo
expliques mil veces, tampoco voy a entenderlo. Tú lo has dicho, soy muy
duro de acá. (Se toca la cabeza).
MENDOZA: Pero si aquí no hay nada que entender. Es facilísimo. Llegamos, los
apuntamos, les decimos que tiren las armas y que marchen en fila hasta
nuestro regimiento. Y nos dan una medalla.
LÓPEZ: ¿Un batallón dijiste?
MENDOZA: Sí, por qué…
LÓPEZ: Porque a mí me quedan doce balas y a ti te deben quedar otras tantas, un
batallón deben ser como cien, ¿qué hacemos si se resisten?, ¿les
sacudimos con onomatopeyas? ¡bang, pum, paf! Te digo que estás mirando
mucho Batman.
MENDOZA: (tras una duda, reparando en las palabras de LÓPEZ) El tema, la cuestión
central aquí, es que no se van a resistir, ¿quién sería tan suicida de
resistirse, medio dormido, lejos de su arma, cuando hay dos feroces
enemigos apuntándolos con armas poderosas como estos fusiles?
LÓPEZ: Casi descargados…
MENDOZA: Mira, si alguno amaga, lo limpiamos; después ninguno va a querer más lola.
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¿Acaso tú continuarías resistiendo si me ves caer abatido por una bala
enemiga?
LÓPEZ: ¿Yo? Ni en pedo. No solo no continuaría resistiendo, ni siquiera empezaría.
MENDOZA: ¿Te das cuenta? Me estás dando la razón. No van a resistirse. Vamos, que
si sigues dando vueltas va a amanecer.
LÓPEZ: No sé, yo no quiero desobedecer al Coronel.
MENDOZA: No puedes ser siempre el mismo tonto, ¿no te das cuenta que si no
actuamos ahora, mañana llega el coronel con todo el regimiento y se
quedan ellos con los laureles?
LÓPEZ: Por mí que se los queden, ¿para qué quiero yo laureles si no sé cocinar?
MENDOZA: Hazte el chistoso ahora, bien, cuando las mujeres se tiren a los brazos a los
héroes de la patria y tú lo mires desde afuera, me vas a decir…
LÓPEZ: Y cuando el coronel nos meta en la cárcel, por desobedecerlo, con los
presos de guerra, en el mismo calabozo… ¡tú me vas a decir!, ¡socorro me
vas a decir!
MENDOZA: Imbécil, ya lo tengo todo pensado, tengo el celular de los de la tele, apenas
los capturamos, los llamamos… Imagínate, si salimos como héroes en la
televisión nadie nos va a sancionar, todos van a querer estar en la foto con
nosotros…
LÓPEZ: (hace una pausa, piensa, siempre abrazando a su fusil) ¿Por qué no
hacemos una cosa? Tu vas, los capturas, y, mientras, yo me quedo
cuidando el puesto. Así sí, podemos decir que te fuiste a mear y justo los
encontraste y, ya que estabas, los capturaste y los trajiste para acá…
MENDOZA: (golpea el piso con sus borceguíes, no puede aceptar las objeciones de su
compañero) LÓPEZ, piensa un poco, un poquito no más no sea cosa que te
haga mal. Imagínate que voy solo, me paro, les grito arriba las manos que
están rodeados…los tipos se despiertan y me ven a mí, único enemigo…
¿cómo se lo van a creer?
LÓPEZ: Y si vamos dos, ¡me cago en la diferencia!
MENDOZA: Pero no, porque si vamos dos, uno de cada lado, parece que tenemos un
pelotón detrás cada uno, ¿comprendes?
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LÓPEZ: ¿A ti te parece que son tan boludos?
MENDOZA: ¡Pero LÓPEZ! No puedo creer lo que escucho, toda la vida la gente espera
la posibilidad de ser un héroe de la patria, de aparecer en los manuales
escolares por los siglos de los siglos, y tú, que la tienes ahí, a dos pasos…
LÓPEZ: A trescientos metros.
MENDOZA: ¡Pero sí! A trescientos metros, la felicidad eterna... (se desespera) Digo yo,
¿no tienes sangre en el cuerpo?
LÓPEZ: Claro que sí… y la quiero seguir teniendo, ¡adentro del cuerpo!
MENDOZA se acerca al fuego, estira las manos, se calienta, mientras
piensa cómo convencer a su compañero. LÓPEZ esquiva su mirada.
MENDOZA: A mí me parece que no me crees… toma los prismáticos y compruébalo…
Estira los prismáticos hacia LÓPEZ. Este no quiere tomarlos, se enreda con
el fusil. Finalmente le deja el fusil al compañero y avanza, con mucho
miedo, hacia el lugar por donde fuera MENDOZA al inicio de la escena.
MENDOZA se queda practicando con su arma. LÓPEZ vuelve a los pocos
segundos, más tranquilo. Entrega los prismáticos y recupera su fusil,
mientras MENDOZA lo interroga.
MENDOZA: ¿Y?, ¿los viste?, ¿tenía razón? ¡Contéstame!
LÓPEZ: Mira, ver… lo que se dice ver… vi…
MENDOZA: ¿Y?, ¿entonces?, ¿viste que está fácil?
LÓPEZ: Vi, vi gente, o bultos que parecían gente…
MENDOZA: Gente dormida, ¿no te dije?
LÓPEZ: No puedo saberlo porque también vi carpas y no sé si debajo de las carpas
duermen o…
MENDOZA: O están haciendo el amor, vamos LÓPEZ.
LÓPEZ: ¿Tú crees, MENDOZA? Yo pensé que lo de putos se lo decíamos para
insultarlos, nada más.
MENDOZA: Pero claro que no, por supuesto que no, esos no saben lo que es bueno.
Digo… no me confundas. Esos están durmiendo, lo que viste es gente
dormida.
LÓPEZ: Está bien, si quieres, vi gente dormida…pero…
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MENDOZA: ¿Pero qué? ¡Me tienes harto con tus peros!, ¡das más vueltas que una
mina!
LÓPEZ: Es que… ¿cómo sabes que son enemigos y no son de los nuestros?
MENDOZA: ¿Qué?
LÓPEZ: Eso, lo que escuchaste. Mira si son de los nuestros y abandonamos nuestro
puesto de combate y desobedecemos las órdenes estrictas de un coronel,
¡para despertar a los nuestros!
MENDOZA: ¿Pero de dónde sacaste que son nuestros?
LÓPEZ: ¿Y tú de donde sacaste que son enemigos?, ¿me vas a decir que roncan
en otro idioma? No, yo le hago caso al coronel y de acá no me muevo.
LÓPEZ se sienta estilo indio y calienta sus manos. MENDOZA lo imita tras
descargar su frustración.
MENDOZA: La historia de mi vida, siempre me fallaron los socios, los compañeros.
Siempre rodeado de cobardes.
LÓPEZ: Ja, ja, ja…
MENDOZA: ¿Qué, te causa risa mi desgracia?
LÓPEZ: No, me río de… es decir, rodeado de cobardes, quiere decir que siempre
tuviste que huir, ¡por eso serviste para otra guerra! (percibe la mirada de
MENDOZA) Digo, es gracioso, soldado que huye sirve para otra guerra…o
sea… ¿le pongo otros palitos al fuego? (busca palitos eludiendo la mirada
del compañero)
MENDOZA: Sí, serví para otra guerra, para esta guerra de mierda donde todavía no
disparamos un tiro, y donde tenemos a dos pasos la chance de pasar a la
historia y la dejamos ir.
LÓPEZ: A trescientos me…
MENDOZA: (interrumpiendo) ¡Me vuelves a decir a trescientos metros y te corto el
cuello! Te hablo de la historia y me sales con…
LÓPEZ: Si quieres pasar a la historia, ándale, pasa nomás, adelante. Yo te prometo
que te pongo una cruz junto a las otras, allá en mi pueblo, al lado del cartel
que dice “acá pasaron a la historia muchos automovilistas descuidados”
MENDOZA amaga reaccionar pero, reparando en la inutilidad del gesto, se
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calla por unos instantes. Luego trata de retomar su idea anterior.
MENDOZA: Me decepcionas, LOPEZ, yo pensé que éramos inseparables, una pareja
de héroes que quedaría grabada en la historia.
LÓPEZ: Como Batman y Robin.
MENDOZA: Que no, que Robin es un pendejo.
LÓPEZ: Como Batman y Alfred.
MENDOZA: Alfred es un mucamo, no es un héroe.
LOPEZ: ¡Ya sé! Como Batman y Gatúbela.
MENDOZA: ¡Cállate de una vez! Gatúbela es una supervillana. Y yo no hablo de
dibujos, hablo de héroes de verdad, como, como… ¡Qué importa ya!
Siempre lo mismo, me pierdo la vida por los compañeros que me tocan.
Cuando tenía dieciocho, escúchame bien, éramos cuatro en una carrera de
autos, en la costa. Teníamos una carpa nueva, joya, bonita, colocada junto
a la orilla del mar. Aparecieron cuatro hembras, cuatro lobas, cuatro
promotoras infartantes…nos tiraron onda, ¡pero en serio!, ¡Honda,
Kawasaki, Susuki y todas las motos juntas! En mi vida se me cruzaron
cuatro hembras como esas… (hace una pausa; a LÓPEZ le brillan los ojos
cuando empieza a hablar de las mujeres))
LÓPEZ: ¿Y?, ¿qué pasó con las minas?
MENDOZA: ¿Qué va a pasar? Que el dueño de la carpa tenía orden de la mamá de no
meter mujeres… ¡las tuvimos que dejar ir!
LÓPEZ: No te puedo creer… ¡con lo linda que son esas minas que andan con los
coches en las carreras! Te juro que no te lo puedo creer…
MENDOZA: ¡Mira quien no me puede creer! Si me hicieras caso, saldríamos en la tele,
en todos lados… ¡sabes las de lobas como esas que nos ganaríamos!
LÓPEZ: Pero para qué nos vamos a agarrar a los tiros para eso…yo tengo una
carpa, nos vamos a una carrera y…
MENDOZA: ¡Vete a la p…!
MENDOZA se para y se aleja.
LÓPEZ: ¡MENDOZA! ¿Adónde vas?
MENDOZA: A mear, ¿o le tengo que pedir autorización al coronel para eso?
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MENDOZA le da la espalda y sale de escena. LÓPEZ repite los
movimientos del principio, apuntando sobresaltado en varias direcciones.
LÓPEZ: (susurrando) MENDOZA…MENDOZA… ¿te falta mucho? MENDOZA,
¿dónde estás, MENDOZA? Vuelve, está calentito el fueguito. (hace
piruetas, apunta en varias direcciones) ¿Adónde se fue a mear? Espero
que cuente bien los pasos y no se pierda. Esto se está llenando de ruidos,
capaz que los enemigos son sonámbulos y empiezan a tirar dormidos. O ya
veo que lo escucharon al nabo este cuando fue a espiar y se hicieron los
dormidos y nos agarran a nosotros y nos toman prisioneros y nos torturan y
nos arrancan las uñas y nos despellejan y nos rapan y nos cortan las…ah,
mamita querida. ¡MENDOZA! De todos los soldados del regimiento me
vienen a mandar con este, que se cree Rambo porque en la instrucción
reventó ochenta enemigos. ¡La instrucción la hicimos con la Play Station,
esto no es lo mismo! Acá no tenemos vidas para recargar, pero él no lo
entiende, mira que ir y atacar a cientos de enemigos los dos solos con
veinte balas. Es suicida. (se tira al piso) ¡Ay diosito!, ¿qué fue eso? Te juro
diosito, que si salgo vivo de esta noche, voy a prenderte una vela todos los
sábados, una de esas azules que te gustan tanto, según dice el vendedor
que está afuera de la parroquia. Sí, de esas que valen doscientos pesos
cada una. (pausa) Aunque, pensándolo mejor… Oh, bueno, tú no necesitas
esas cosas, ¿verdad? ¿Quedamos en un padrenuestro cada quince días?
¡MENDOZA!, ¿eres tú? ¡Maldito seas MENDOZA!, irte y dejarme solo frente
al enemigo, cobarde. Has huido. ¿Por qué no me tocó con Pereira? Se tira
unos pedos peores que los gases lacrimógenos pero al menos no es de
andar aventurándose por ahí, cuando tiene la chace de quedarse quietito y
seguro al lado del fuego, ¡bien lejos de esos enemigos! Te portaste mal
conmigo, diosito, mandándome a MENDOZA. Y todavía pretendías velas,
de las azules, de las caras. ¡MENDOZA! ¡Aparece de una vez! Vuelve o le
voy a pedir a diosito que te mueras. Cuento hasta tres, MENDOZA, mira
que rezo de verdad. A la una… a las dos… última oportunidad de seguir
vivo MENDOZA, ¡a las tres! ya está, diosito, que se muera MENDOZA.
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Se oye un grito fuerte, un “ahhh” de MENDOZA, desde el lado por el que
salió.
LÓPEZ: Ay, MENDOZA, pero diosito, ¿qué has hecho? Me has dejado solo de
veras. Yo lo decía de mentira, para que se asustara este pinche cabrón,
¿por qué tienes que tomarte todo al pie de la letra? ¿Ahora qué hago yo?,
con ese grito ha de haber despertado a todos los enemigos. Con lo que he
pagado por esta cabellera no quisiera que me la arranquen, dicen que el
enemigo es salvaje, es tan salvaje que a la carne la comen cruda, ¡y viva! si
me descubren por el grito…Ay, que el miedo me ha dado sed… y que tengo
derecho a una última voluntad, como condenado a muerte que soy. Y que
la cantimplora no tiene agua pero un trago y un cigarrillo no se le niegan a
un hombre que está a dos pasos, o a trescientos metros, de la muerte…
Busca en la mochila, saca una cantimplora, bebe; luego toma un cigarrillo.
Cuando lo va a encender, lo arroja.
¡Pero qué estoy haciendo! Falta que denuncie mi posición con la brasa del
cigarrillo. No habré aprendido a tirar bien, a vivaquear y todas esas
porquerías, pero sí me aprendí de memoria todos los consejos para no
ofrecer un blanco fácil al enemigo. No como ese idiota de MENDOZA, que
sabrá disparar todo lo que quieras pero que no aprendió que lo más
importante es cuidar el culo. Se podía haber muerto en silencio el pelotudo
este, para todo tiene que hacerse notar, siempre queriendo figurar, capaz
que llamó a la televisión en serio, para que filmaran su muerte. Total, el que
va a caer en las garras del enemigo soy yo…O no, los puedo engañar,
puedo hacerme el muerto…Claro que sí. Me darán por muerto y pasarán de
largo y caerán sin aviso sobre nuestros compañeros y los matarán a todos y
les cortarán sus cuellos y sus piernas y sus brazos y sus bolas y se
cansarán de asesinar y beber sangre y entonces se echarán a dormir la
mona y podré levantarme y huir… ¡y ese MENDOZA decía que yo era lento!
Ja, a morir se ha dicho.
LÓPEZ arroja el arma a un costado y se tiende como muerto. Como el
fuego le quedó lejos, empieza a tiritar, le da frío. Se incorpora, mira el
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fuego, se acerca y se acomoda mejor. Después se encuentra incómodo, se
mueve acusando dolor. Finalmente, coloca la mochila de almohada y se
tiende a dormir. Comienza a roncar.
La escena se ilumina de a poco, es de día. Llega MENDOZA, de donde
salió, con su uniforme todo manchado. Observa a su compañero.
MENDOZA: Vergüenza de la patria. Vergüenza para el uniforme. Vergüenza para mí,
que tuve que salir al lado suyo en las fotos del desfile. Esto antes no
pasaba, ahora dejan entrar a cualquiera en el ejército. Antes tenías que
provenir de buena familia, estudiaban a tus padres, a tus abuelos, a tus
bisabuelos. ¡Jamás hubiera entrado en el ejército un tipo como este en los
tiempos de mi padre, de mi abuelo, de mi bisabuelo, de mi tatarabuelo! si lo
sabré yo, el orgullo de la familia, el primero que consiguió vestir el uniforme.
MENDOZA deja caer el arma. Despierta LÓPEZ de una patada. LÓPEZ, al
verlo, se arrodilla, luego se da vueltas por el piso, gritando “ahhh”, en forma
de verdaderos alaridos. MENDOZA, entre tanto, toma un cuchillo y se
vuelve furioso, intentando ver qué ha asustado a su compañero, da
cuchilladas al aire en todas las direcciones. Recorre el área, toma el fusil,
hace piruetas y apunta, hasta que comprende que a LOPEZ le pasa otra
cosa.
LÓPEZ: ¡Ayyy diosito querido, ayy! ¡No vale, diosito, no vale! ¡ayy, virgencita mía!
MENDOZA: Pero che, ni que hubieras visto a un muerto.
LÓPEZ: ¡Y habla también! Es un fantasma completo. ¡Ay, ay , ay, ay! (En este lapso,
MENDOZA observa, toma el cigarrillo aplastado, lo huele; luego toma la
cantimplora, la huele también, mientras sigue hablando LOPEZ) No te bastó
con que hubiera muerto, ahora me lo haces aparecer, ¡y eso sí que no te lo
pedí yo! ¿Por qué tienes que tomarte las cosas tan en serio? ¡Y mira como
está, todo mugriento, reciencito salido de la tumba! Lo hubieras dejado
descansar, pobrecito, total tiene toda la eternidad para vagar como alma
perdida. ¡Qué olor, pobre MENDOZA!, ya deben estar trabajando los
gusanos ahí adentro. ¡Nunca me gustaron los gusanos!, ¡y los fantasmas
menos! En mi casa me asustaban con el fantasma Gasparín. Eso no vale,
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Virgencita mía, los vivos con los vivos y los muertos con los muertos… (se
detiene, recapacita, ante un MENDOZA atónito)¿Estoy muerto?, ¿estoy
muerto acaso?, ¿me mataron?, ¿me falló la estrategia?, ¿cómo se dieron
cuenta que estaba vivo? ¿Por qué, diosito, por qué? ¡Yo no me quería
morir! Soy joven para morir. Tengo un corazón tan… un corazón, tan… un
corazón, dos pulmones, hígados y todas esas tripas. Si me muero aquí,
quedarán para los buitres, ni siquiera para los alumnos de medicina.
¿Quién te va a poner esas velas azules ahora que estoy muerto?, ¿quién
se va gastar los doscientos pesitos todas las semanas, eh? No te habrás
creído lo de cambiar las velas por un rezo, ¿no?, Era una broma, te iba a
poner velas de…
MENDOZA: ¡Basta LOPEZ! ¿Te has vuelto loco?
MENDOZA se acerca, LOPEZ extrae una cadena con una cruz, de entre
sus ropas.
LÓPEZ: ¡Atrás!, ¡atrás! (MENDOZA continúa avanzando hacia él) ¿Por qué no se
detiene?, ¡en las películas funciona! ¿Acaso el cine miente?
MENDOZA: ¡LÓPEZ! silencio. ¿Quieres que vuelva el enemigo y nos liquide?
LÓPEZ: El enemigo no puede liquidarnos, porque para liquidarnos tendríamos que
estar vivos. ¿Comprendes? Tú tendrías que estar vivo. ¿Estás vivo?
MENDOZA: ¡Claro que estoy vivo, hermano!
LOPEZ: (poniéndose de pie y abrazándolo) ¡MENDOZA! ¡Estás vivo!
MENDOZA: ¡Suéltame!
LÓPEZ: Ahorita mismo, con mucho gusto, antes que me desmaye del olor que
tienes. ¿Qué te ha pasado? Mira cómo estas, ¡y como hueles! ¿Has estado
de parranda con Pereira?
MENDOZA: Es el enemigo, que no sabe hacer una construcción como la gente.
LÓPEZ: ¿Qué dices?, ¿el enemigo construyó una bomba de mierda?
MENDOZA.: No, LOPEZ, no. ¿Recuerdas que salí para hacer pis, verdad? Pues, a mitad
de camino se me dio por pensar en eso que decías, que yo solo podía
capturar al batallón enemigo. Todas las mujeres para mí, en tanto tú lo
mirarías por la televisión, que bien merecido lo tendrías. Terminé de hacer
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pis, la sacudí, tres veces exactas, y la guardé para agarrar el fusil. Entonces
me acerqué a ellos, con sigilo.
LÓPEZ: ¿De dónde salió sigilo?
MENDOZA: Con sigilo, con disimulo, ¡que aparte de cagón, eres bruto!
LÓPEZ: Mira quien me llama cagón, basta con verte. O con olerte, mejor dicho.
MENDOZA: Déjame continuar, ¿no quieres conocer mi aventura?
LÓPEZ: Claro que sí, mientras cuentes tu aventura no vas a andar pensando cosas
raras como ir a enfrentar al enemigo.
MENDOZA: Pues eso hacía anoche. (pone voz de misterio) Avanzaba dispuesto a
vender cara mi vida, por la patria.
LÓPEZ: ¡Lástima que no traje pochoclo! Me encanta comer pochoclo con las
películas.
MENDOZA: Silencio, que me desconcentras.
LÓPEZ: (se cubre los ojos) ¡Dale, te prometo que me callo!
MENDOZA: ¿Por qué te tapas los ojos?
LÓPEZ: Me dan miedo las de terror.
MENDOZA: Esta no es una historia de terror, es de aventuras, de coraje. ¿Escuchas
música de terror, acaso? (Se oye una música de fondo, de terror) ¡estoy
rodeado de pelotudos! Calla tú también, imbécil. Vuelvo a empezar.
Avanzaba dispuesto a vender cara mi vida, por la patria.
LÓPEZ: Esa ya la vi. (MENDOZA lo mira feo) Ay, se me escapó.
MENDOZA: (sigue con voz de misterio) Iba sacando pecho para que las balas
rebotaran. La noche, negra. Ni una sola estrella como testigo de mi hazaña.
Futura hazaña, digamos. Un silencio solo cortado por el canto de los grillos.
LÓPEZ: ¿Qué cantaban?
MENDOZA: Pues yo que sé, no conozco la música del enemigo. Había uno que
desafinaba, eso sí, hacía: ¡croac, croac! Pero no me hagas salir de la
historia. Como te decía, me acerqué a su campamento, un solo ruido de
ronquidos. Las tiendas de campaña se inflaban. Casi pisaba el
campamento… cuando vi que tenían un vigía. A la velocidad de la luz, me
escondí tras una construcción muy pequeña. El vigía se acercaba, abrí la
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puerta de madera y me metí dentro de la construcción. ¡Y el piso se hundió!
¡El enemigo no sabe ni hacer un excusado como la gente! Y vos acá,
durmiendo, mientras yo…
LÓPEZ: Te cagabas hasta las patas.
MENDOZA amaga darle un golpe, LOPEZ se protege. Luego MENDOZA
busca con qué limpiarse.
LÓPEZ: Eso, límpiate mejor, ¿qué culpa tengo yo que te hayas equivocado de
camino?
MENDOZA: ¡Yo no equivoqué ningún camino!
LÓPEZ: ¿Ah, no?
MENDOZA: Nunca equivoco el camino.
LÓPEZ: A mí me parece que sí, porque ibas a volver cubierto de gloria y volviste
cubierto de bosta.
MEDOZA se dispone a correr y LÓPEZ lo imita.
En ese momento se oye un sonido de ametralladoras, bombas, helicópteros
y aviones. LÓPEZ se arroja al suelo, se cubre, grita. MENDOZA va hacia su
mochila, entretanto, y saca un celular. Se queda a espaldas de LÓPEZ.
Pulsa un botón y el sonido se detiene, sostiene el celular en alto sin hablar.
LÓPEZ mira hacia adelante, como no escucha más nada, se para de un
salto.
LÓPEZ: ¡Resistimos! Derrotamos al enemigo, no pudieron con nosotros, ¿o no
MENDOZA? (Ve el celular en la mano del otro) ¿Eh?, ¿era tu ringtone?
(MENDOZA asiente) ¿Quiere decir que anoche, cuando te fuiste de juerga
con el enemigo, si llegaban a llamar iba a sonar así, delatando mi
escondite? ¡Me podían haber matado!
LÓPEZ toma un palo para darle por la cabeza, MENDOZA alza un brazo
para defenderse.
MENDOZA: Aguarda que conteste, tú has visto como son estos hincha pelotas que
llaman, si no los atiendes, te tienen todo el día meta llamado. (Escucha, da
un respingo) ¡No, mi coronel, no hablaba de usted! (LÓPEZ hace la venia al
oír el nombre) ¿Pero cómo me voy a ir de juerga, señor? Pavadas que dice
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LOPEZ, nomás. (escucha; todo el tiempo LOPEZ trata de oír o de tomar el
teléfono) ¿Él? Sí, bien escondido para que el enemigo no lo vea, tiene
experiencia en camuflarse, señor. En la batalla anterior, se disfrazó de tierra
y los dos mil soldados enemigos lo pasaron por arriba y no lo descubrieron.
(escucha) ¿Qué le pase con LÓPEZ? Para qué, señor, si es imposible que
me haya ido de juerga, ¿con qué plata, mi coronel?, ¡hace cuatro meses
que no cobramos! (escucha) ¡No, mi coronel!, ¿cómo me voy a quejar si yo
peleo con la patria? Es culpa de LOPEZ, señor, está las veinticuatro horas
quejándose que no cobramos, que le deben la plata, que si sabía que era
así no se anotaba en el ejército…(LÓPEZ niega, desesperado) Acá no
trajimos cepo, señor (escucha) bien, cuando vuelva al regimiento entonces.
Sí. (escucha) ¿Esas son las nuevas órdenes? ¡Ya mismo las cumplimos mi
coronel! (escucha) ¿Cómo? Esa última parte no… (a LÓPEZ) Colgó.
Entendí todo menos el final, no sé qué cosas tenemos que cambiar afuera.
¡No me mires así, che, que el que habló pavadas con el teléfono abierto
fuiste tú, yo sólo arreglé las cosas! Me tienes que agradecer, si no fuera por
mí, corte marcial y fusilamiento por esconderte del enemigo.
LÓPEZ: Y que castigo conseguiste.
MENDOZA: Una pavada. Vamos, que tenemos nuevas órdenes.
MENDOZA busca la mochila. LÓPEZ lo detiene.
LÓPEZ: ¿Qué castigo me van a dar?
MENDOZA: ¡Una pavada, che!
LÓPEZ: Habla de una vez.
MENDOZA: Seis meses en el cepo, a pan y agua, y un año de sueldo sin cobrar.
LÓPEZ: ¿Eh?
MENDOZA: ¿No me agradeces que te salvé del fusilamiento?
LÓPEZ: ¿Y a vos que te dieron?
MENDOZA: Nada, me iban a dar dos meses estaqueado y seiscientos azotes, pero me
indultaron por denunciar a un soldado que se quejaba de los sueldos.
LÓPEZ: ¡Qué suerte que encontraste uno de esos!
MENDOZA disimula. Va a tomar la mochila, ve que está demasiado sucio y
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la va a ensuciar.
LÓPEZ: ¿Y si lo denuncio al flaco Pereyra, me perdonarán?
MENDOZA: ¿Por qué lo vas a denunciar?
LÓPEZ: Sus misiles olorosos pueden guiar a nuestros enemigos hacia nuestros
escondites. Digo, nuestros puestos de combate.
MENDOZA: Eso está bueno, lo podemos usar la próxima vez que nos manden juntos.
Nos traemos a Pereyra de contrabando, lo ponemos de cebo. El enemigo
viene a buscarlo y nosotros dos lo capturamos.
LÓPEZ: Tienes razón, mejor lo dejo a Pereyra tranquilo.
MENDOZA: Ahora tenemos nuevas órdenes, pero como estoy así, me las voy a perder,
no puedo ni caminar con esto que chorrea todavía. ¡Cómo te envidio! Vas a
poder salir de patrulla para buscar al enemigo.
LÓPEZ: ¿Eh?
MENDOZA: Órdenes del coronel. Uno se queda, resistiendo al enemigo, y el otro sale a
buscarlo para conocer su ubicación.
LÓPEZ: Yo le miento y listo, le digo que está ¡a trescientos metros!
MENDOZA: ¡Y dale con los trescientos metros!
LÓPEZ: ¿Qué, los va a contar acaso?
MENDOZA: Tenemos una hora para dar la nueva ubicación, es para bombardearlos. Si
no, los aviones dejarán caer las bombas en su anterior ubicación, que es
esta.
LÓPEZ: (dándose cuenta) Espera un segundo. ¿Cómo esta? ¿No le dijiste que
están trescientos metros?
MENDOZA: ¡Otra vez! ¿Y?, ¿cuál es la diferencia?, ¿no conoces la puntería de
nuestros artilleros?
LÓPEZ mira hacia el cielo, se persigna. MENDOZA va tomar la mochila de
LOPEZ para utilizarla de almohada. LOPEZ se la quita de la mano.
LÓPEZ: La mochila se viene conmigo.
MENDOZA: ¿Para qué quieres la mochila en la misión? Cuanto más liviano mejor, así
en una de esas, corriendo te puedes salvar del enemigo.
LÓPEZ: Voy de misión pero me llevo la mochila.
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MENDOZA: Egoísta. ¿Sabes la cara que va a poner mi vieja, si llego con la mochila
toda sucia de caca a casa?
LÓPEZ: ¿Ahora le dices caca? Te has vuelto fino.
MENDOZA: A la mamma no le gustan las malas palabras. Te aplica uno correctivos que
ni te cuento, ¡otra que el cepo!
LÓPEZ: La mía no me dice nada. Pero me deja sin postre una semana.
MENDOZA aprovecha y con disimulo va a tomar la mochila. LÓPEZ se da
cuenta y vuelve a tirar de ella.
LÓPEZ. ¡Quita la mano de ahí!
MENDOZA: No puedes ir con tanto peso de patrulla. Si ves al enemigo, ¿cómo vas a
correr con tantos kilos? Como dices, trescientos metros, con semejante
carga, no vas a llegar hasta acá para que yo te defienda.
LÓPEZ: Precisamente, si veo al enemigo, necesito la mochica.
MENDOZA: ¡Usa la cabeza!
LÓPEZ: ¿Para darle blanco al enemigo? No señor, no me voy de patrulla sin mi
arma secreta.
MENDOZA: ¿Qué arma secreta?
LÓPEZ: La que tengo en la mochila.
MENDOZA: ¿Tienes un arma secreta en la mochila? Muéstramela.
LÓPEZ: No, no te la muestro, porque es secreta.
MENDOZA: ¿De dónde la sacaste?
LÓPEZ: La fabriqué yo solito.
MENDOZA: ¿Y para cuantos enemigos funciona?
LÓPEZ: Para los que quieras, uno, dos, cien, mil, diez mil.
MENDOZA: ¿Por qué no me la diste anoche, así terminaba con el enemigo?
LÓPEZ: Porque no es un arma ofensiva, es un arma defensiva.
MENDOZA: ¿Dónde se ha visto esto?
LÓPEZ: Puf, en miles de películas.
MENDOZA: ¿Pero cómo funciona?
LÓPEZ: Lo último que te cuento. Si estás rodeado por el enemigo, digamos cien
enemigos, y el enemigo te apunta para disparar, sacas el arma secreta y se
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termina todo.
MENDOZA: ¿Y por qué tenías tanto miedo anoche, con esa arma?
LÓPEZ: ¡Yo no tenía miedo del enemigo! Quería cumplir las órdenes del coronel.
Además, de noche, puede no funcionar bien.
MENDOZA: Quiero verla, me has intrigado demasiado.
LÓPEZ. No, porque le vas a decir al coronel y el coronel me va a hacer una corte
marcial.
MENDOZA: ¡Qué te preocupas si ya vas al cepo!
LÓPEZ: Qué cepo, si sabe que llevo esto, me fusila.
MENDOZA: (exhibiendo el celular) Muéstramela ya mismo o llamo al coronel.
LÓPEZ: Pero júrame que no dirás una palabra.
MENDOZA: ¡Lo juro!
LÓPEZ: Júralo por tu madre, que si dices algo, se caiga en la cocina y caiga sobre
ella la sartén con aceite hirviendo y se despelleje viva y muera
retorciéndose de dolor.
MENDOZA: ¡Lo juro!
LÓPEZ: Júralo por tu padre, que si no, se caiga del caballo…
MENDOZA: Mi padre no anda a caballo, anda en un Toyota.
LÓPEZ: Bueno, pues júralo que si no, se caiga del Toyota…
MENDOZA: ¿Cómo se va a caer de un Toyota?
LÓPEZ: Bueno, pues… júralo que si no, tu padre se caiga en la ducha…
MENDOZA: Mi padre no se ducha.
LÓPEZ: ¿No se ducha?
MENDOZA: Es alérgico.
LÓPEZ: Pues, si que no tendría problemas en abrazarte ahora mismo. Pues no
juramos nada por tu padre que le harías un favor, júralo por tu hermana…
MENDOZA: No tengo hermana.
LÓPEZ: ¡No me haga chistes que mi hermana está casada!
MENDOZA: No es chiste, soy hijo único. Ándale, muéstrame el arma.
LÓPEZ: No, falta un juramento. Júralo por tu novia… (MENDOZA hace gestos que
no) por tu novio… (MENDOZA amaga sacar el cuchillo) bueno, júralo por ti
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mismo, que si hablas, se te pudran los brazos y se te caigan, se te pudran
las piernas y se te caigan, se te pudra…
MENDOZA: ¡Suficiente, ya sé de qué va la idea! Lo juro. (Hace el juramento, cruza
dedos, etc.)
LÓPEZ desconfía, MENDOZA trata de husmear, LÓPEZ esconde la
mochila para abrirla. Se extiende el suspenso. Finalmente, saca una
bandera blanca.
MENDOZA: ¡Cobarde, traidor!
MENDOZA saca el cuchillo, LÓPEZ suelta la bandera, MENDOZA lo corre
hacia la salida, salen de escena. Al instante retornan, ambos, corriendo,
toman la bandera blanca y vuelven a salir, levantándola y extendiéndola.
Fin

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