Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Coll PDF
Coll PDF
EN HISTORIA ECONÓMICA
SEBASTIAN COLL
Universidad de Cantabria
RESUMEN
ABSTRACT
This article explores possible ways in which economic history may evolve
in the foreseeable future. The author starts with a review of the evolution
of the discipline in past decades, with especial attention to the influx of the
cliometric revolution, and contends that the economic history is presently pas-
sing through a critical situation. To overeóme it, the author makes a plea
for increasing attention towards economic and institutional change, seen as
topics distinctive of the long run, and for a rapprochement to development
economics, growth economics, neo-institutional economics, firm theory and
economics of technical change.
249
SEBASTIAN C01.L
I. INTRODUCCIÓN
250
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
' Entre otros, McCloskey (1987), Field (1987), Whaples (1991) y Dumke (1992).
231
SEBASTIÁN COLL
252
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
"• Véase Fogel (1975), p. 350, para una ilustración de este punto.
733
SEBASTIAN COLL
para siempre. De hecho, bastantes menos casos de los que uno imaginaría
a la vista de las pretensiones originales de la N E H de la primera hora.
Por ello, voy a referirme a un caso clásico, como es el análisis económico
de la esclavitud en el sur de los Estados Unidos antes de la guerra civil
americana. Como los lectores conocen, una pregunta importante en relación
con la esclavitud sureña alude a su rentabilidad. Si el empleo de mano
de obra esclava resultaba no ser rentable en vísperas de la guerra civil,
entonces es lógico pensar que la esclavitud se habría extinguido sola, y
que el baño de sangre de la guerra podría haberse evitado. Las heridas
causadas por las guerras civiles siguen doliendo durante mucho tíempo
después de que esas guerras se hayan acabado, y en los países que las
han sufrido es corriente que se susciten debates acerca de si fueron o
no evitables. En el caso norteamericano, la respuesta a esta pregunta uni-
versal pasaba por una correcta caracterización de la mano de obra esclava.
Conrad y Meyer (1958) se dieron cuenta de que un esclavo era un bien
de capital, de manera que su rentabilidad debía establecerse como se hace
en el caso de otros bienes de capital: a saber, comparando su rédito con
su coste de oportunidad, esto es, con el rédito de otras formas de inversión
de riesgo y plazo comparables. De acuerdo con los resultados de estos
autores, el empleo de esclavos en la agricultura del Sur era rentable, de
manera que no se veían perspectivas para una desaparición autónoma de
la esclavitud. Las investigaciones posteriores llevadas a cabo por Yasuba
(1961), Fogel y Engerman (1974) y muchos otros han venido a confirmar
básicamente esta conclusión fundamental.
Pasando ahora a nuestro segundo tema, la reconstrucción de series
de los grandes agregados económicos ha consumido enormes cantidades
del esfuerzo e imaginación de los cliómetras de cualquier país. Mientras
que esta reconstrucción se lleva bien con la insistencia que éstos ponen
en la cuantificación y en el análisis formalizado, el uso que hacen de la
teoría les permite identificar sustitutivos adecuados o formas de estimación
para aquellas variables sobre las cuales falta información. En el caso nor-
teamericano, esta tarea ha sido (más o menos) completada en las décadas
pasadas, de manera que los cliómetras de esta nacionalidad se encuentran
hoy en día relevados de la misma y en condiciones de canalizar sus energías
hacia otros temas. En países como España, sin embargo, estamos aún en
plena faena. Por ello, y a modo de compensación por el carácter a menudo
frustrante de este tipo de trabajo, espero se me perdonará si empleo un
ejemplo español y hablo en primera persona.
254
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
La reconstrucción del PIB español del siglo xix tropieza con el obstáculo
de la producción agrícola. Como es sabido, las series oficiales de producción
arrancan de la década de 1880, están limitadas a los principales cultivos
—inicialmente, sólo cereales—, y por distintas razones son vistas con des-
confianza por los historiadores. Por lo que respecta al período anterior
a su arranque, la situación es incomparablemente peor, al poseer sólo el
controvertido conjunto de cifras del Censo de Frutos y Manufacturas, el
aún más controvertido que data de 1857, y poco más. En cuanto a las
productividades del trabajo y de la tierra, las deficiencias de nuestras cifras
de producción, tierra cultivada y (en menor medida) población activa com-
prometen seriamente cualquier intento. Las fuentes locales proporcionan
información directa —y relativamente abundante— sobre los rendimientos
de la tierra, pero su fiabilidad y representatividad son debatibles. En este
estado de cosas, la tentación de acudir a estimaciones indirectas es fuerte.
Prados (1988 y 1995) y Simpson (1989) han tratado de deducir el producto
agrícola a partir de cifras sobre población o transporte. Ahora bien, sus
intentos dependen en gran medida de sus supuestos relativos al consumo
per cápita, los cuales, a su vez, remiten al cálculo del PIB. Más recien-
temente, en la reciente tesis de Miguel Ángel Gutiérrez Bringas se ha optado
por una estrategia diferente'. La idea básica es: si no podemos calcular
las productividades medias del trabajo y de la tierra, calculemos sus pro-
ductividades marginales. Como es sabido, en mercados competitivos el pre-
cio de un factor equivale a su productividad marginal en valor. Esto es,
dado el factor "f', usado en la producción del bien "g", Pf = PMaf • Pg.
De aquí se sigue que el cociente resultante de dividir el precio del factor
por el precio del bien producido nos proporciona una medida de la pro-
ductividad marginal física de ese factor. A partir de este simple principio,
Gutiérrez Bringas ha aprovechado la información —comparativamente
rica— que existe sobre precios de productos y factores, ha dividido dos
índices de salarios agrícolas y de precios de la tierra entre un índice de
precios de los productos, y como resultado ha estimado dos series de pro-
ductividades del trabajo y de la tierra (véanse figuras 1 y 2). Por ahora,
las dos series son discontinuas, pero permiten hacerse una idea de la ten-
dencia temporal de las variables corírespondientes, así como determinar
qué cifras de productividad media son fiables y cuáles no lo son.
De hecho, Coll y Gutiérrez Bringas (1995) han empleado la información
sobre precios de productos y factores para estimar la evolución de la pro-
255
SEBASITÁN CÜLL
FIGURA 1
Productividad de la tierra cultivada, 1818-1935
(Ntimeros índices, 1930/35 = 100)
O)
ü
c
Años
Véase Coll y Gutiérrez Bringas (1998) para una versión breve de su trabajo.
256
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
FIGURA 2
Productividad del trabajo, 1731-1935
(Números índices, 1930/35 = 100)
120
100
C/J
a> 80
o
60 •
c
40 •
20
O
Años
—•— Producto medio —•— Producto marginal
SUS cálculos, se ajusta de hecho a los datos mejor que cualquier otra forma
funcional— y, a partir de aquí, han podido estimar no sólo la productividad
total de los factores sino la producción agrícola como tal. Siempre de acuer-
do con Jorgenson, un índice de precios de los factores dividido entre otro
índice de precios de los productos es lo mismo que un índice de cantidades
de los productos dividido entre otro de cantidades de los factores, por
ser ambos cocientes iguales a la productividad global. Ahora bien, si tene-
mos datos sobre precios de productos y factores y sobre las cantidades
de factores, entonces resuka posible calcular un índice para las cantidades
de productos. En la práctica, el problema se complica un poco por la
ausencia de datos fiables sobre la cantidad de tierra cultivada en la España
del siglo XK. Sin embargo, sabemos que los funcionarios españoles cal-
culaban la producción a partir de las cifras de superficie cultivada, mul-
tiphcándolas por los rendimientos medios. Tenían conocimiento de primera
mano, aunque impreciso, sobre estos últimos, el cual, de acuerdo con nues-
tras estimaciones indirectas sobre productividad de la tierra, resultaba ser
bastante bueno. De esta manera, las cifras oficiales sobre producción agrí-
cola y sobre tierra cultivada tienen que presentar la misma tasa de ocul-
tación la cual se convierte así en la única incógnita de nuestra ecuación.
257
SEBASTIAN COLL
TABLA 1
Tasas de crecimiento anual de la productividad total
de los factores en la agricultura española, 1799-1931 (porcentaje)
258
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
TABLA 2
índices de la producción agrícola en España, 1799-1931
(1931 = 100)
259
SEBASTIÁN CÜLL
para cuando esa tierra esté totalmente poblada, es posible que la densidad
de población sea alta. Como la esclavitud y la servidumbre sólo traen cuenta
en condiciones de baja densidad de población \ la existencia comprobada
de esclavos en los primeros imperios podría interpretarse como prueba
en contra de la teoría. A mayor abundamiento, el supuesto de poblamiento
completo del territorio parece inconsistente con la experiencia de Egipto.
Así pues, parece que se necesita un análisis económico más fino. El clió-
metra Robert C. AUen (1997) ha desarroUado esta teoría, ampliándola al
caso de baja densidad de población. Según él, el poblamiento de toda
la tierra no es requisito necesario para que una parte de sus habitantes
emprenda la conquista del todo. Antes bien, la conquista del todo sí es
un requisito para el éxito a la hora de impedir la huida de los conquistados
hacia tierra no ocupada. En definitiva, la hipótesis original puede ampliarse
para tomar en cuenta un rango mayor de casos, y el empleo de razonamiento
económico explícito y completo parece ser conveniente incluso cuando se
trata de refinar hipótesis brillantes y útiles como la de Carneiro.
Sin embargo, algunos imperios crecieron por encima de los límites de
esas áreas «delimitadas», siendo el caso de Roma el más evidente. Y es
que la consideración sólo de los beneficios, sin atención a los costes, resulta
incompleta. El economista Leonard Dudley (1990 y 1991) ha hecho una
interesante adaptación del modelo de equiHbrio de la empresa en el largo
plazo a la actividad guerrera del Estado, con vistas a explicar el surgimiento
de esos inmensos imperios. De acuerdo con el modelo, en el largo plazo
la empresa alcanzará aquel tamaño que minimice el coste medio: si su
tecnología presenta rendimientos crecientes a escala, la empresa crecerá,
y si aparecen rendimientos decrecientes a escala, dejará de crecer. Fiján-
donos ahora en la tecnología militar, existen rendimientos crecientes a esca-
la siempre que varios combatientes puedan luchar simultáneamente contra
uno solo. El combate con armas de fuego proporciona un buen ejemplo,
aunque el mismo fenómeno aparece también cuando se emplean otras
técnicas. En todos estos casos, los rendimientos crecientes aparecen porque,
caeteris paribus, las bajas sufridas por cada bando dependen del número
de combatientes enemigos. Así, el número absoluto de bajas en el ejército
más grande resulta ridiculamente bajo comparado con las del ejército más
pequeño. 1 or el contrario, otras técnicas guerreras como el combate a
caballo no permiten que varios combatientes luchen a la vez contra uno
En caso contrario, la competencia entre los sin tierra deprime los salarios y eleva
las rentas de la tierra, de manera que los arrendamientos o la explotación directa con mano
de obra asalariada aseguran elevados ingresos a los terratenientes.
260
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
261
SEBASTIAN COLL
FIGURA 3
Tamaño de la unidad política y presión fiscal
cuando la tecnología militar favorece a los ejércitos grandes
Presión fiscal
esperada
Tamaño esperado
de la unidad política
FUENTE; Dudley (1990), p. 227.
262
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
FIGURA 4
Presión fiscal
esperada
Tamaño esperado
de la unidad política
* Las ponencias y los comentarios a las mismas fueron más tarde publicados en formato
de libro. Véase Parker (ed.) (1986).
263
SEBASTIAN COLL
' En otro ejercicio de adivinación sobre el futuro de la historia económica, Tilly, Tilly
y Tilly (1991, p. 647), abogaban por «deseconomizar la historia económica y reeconomizar
la historia social» (la cursiva es suya). Aunque no puedo estar más de acuerdo con su reco-
mendación, y aunque trabajos como los de Alien (1997) o Dudley (1990 y 1991) hacen
exactamente aquello que los Tilly aconsejaban, el beneficio de casi una década de experiencia
—el plazo que estos autores marcaban a su previsión— permite afirmar que esos ejemplos
siguen siendo escasos, tienden a pasar desapercibidos para los historiadores no económicos,
y, en definitiva, que las esperanzas de los Tilly no se han visto cumplidas.
264
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
265
SEBASTIAN COLL
con la parábola que empleaba Solow (1986), hablando del escaso interés
que despierta la mayor parte de la historia económica desde el punto de
vista del teórico:
La situación me recuerda a una historia que oí contar una vez a una
antropóloga que había pasado unos meses recopilando los mitos y leyendas
de un gruf)o de apaches en Nuevo Méjico. Una noche, justo antes de ter-
minar su trabajo de campo y volverse a casa, los indios le dijeron: "Nos
hemos pasado todos estos meses contándote nuestras leyendas; ¿por qué
no nos cuentas una de las vuestras?" La antropóloga pensó con rapidez,
y salió airosamente del trance contándoles a los indios una versión de la
historia de Beowulf. Años después, ojeando un ejemplar de una revista de
antropología, se encontró en el índice con un artículo titulado "Sobre la
existencia entre los apaches tal y tal de una leyenda parecida a la de Beowulf.
No hace falta añadir que el único interés que podía encerrar el artículo
en cuestión para la protagonista era el humorístico.
El hecho es que la teoría económica actual no es, en su mayor parte,
«una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las nacio-
nes». Más bien es un conjunto, aunque articulado con lógica, de modelos
enfocados principalmente al corto plazo y aislados del mundo exterior por
una lista de restricciones y supuestos simplificadores. El análisis de equi-
librio estático es la herramienta favorita de los economistas; sin embargo,
muchos de los problemas económicos más interesantes son de naturaleza
dinámica. Los economistas teóricos suponen constantes muchas condicio-
nes a lo largo del período analizado; ahora bien, este supuesto es claramente
inadecuado en el largo plazo. La mayor parte de los teóricos no se pregunta
cómo han llegado a darse esas condiciones, por lo cual no puede predecir
cuándo pueden cambiar y en qué dirección. Asimismo, en el corto plazo
es posible que la causalidad entre dos variables vaya en un solo sentido;
sin embargo, es dudoso que podamos considerarlo así en un plazo más
largo. Luego, cuando los teóricos hablan de eficiencia, siempre se refieren
a eficiencia estática; no obstante, como ya indicó Schumpeter (1942), cabe
en principio la posibilidad de que una institución u organización económica,
o un modelo de mercado, sea eficiente desde un punto de vista estático,
pero ineficiente desde un punto de vista dinámico, o a la inversa. Como
último ejemplo de las limitaciones de la teoría y de su aplicación a la
Historia, el análisis de equilibrio general identífica numerosas restricciones
—relativas a aspectos distributivos y de otro tipo— que deben cumplirse
para que podamos considerar al crecimiento del PIB como algo inequí-
vocamente deseable. Se supone que esas condiciones se cumplen en el
266
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
267
SEBASTIAN COLL
habitan tribus más pequeñas, algunas de las cuales simultanean una preo-
cupación especial por temas del largo plazo con una entrañable inclinación
hacia la Historia. Mi objetivo en esta sección y en la siguiente es argumentar
que las posibilidades de que la historia económica haga una verdadera
contribución a la construcción del edificio de la economía pasan por su
colaboración con esas subdisciplinas '^. Que esa contribución vaya a ser
grande o pequeña es algo que nadie puede adivinar; sin embargo, me
parece que no hay alternativa real.
Uno de los miembros más exóticos de la gran familia de la economía
es la economía del desarrollo. Sus practicantes ven el análisis de equilibrio
de manera muy parecida a como lo hacen los historiadores económicos,
esto es, con sentimientos que van desde el «sí, pero» hasta la hostilidad
abierta. En el fondo, su grupo es tan heterogéneo como el que compone
el conjunto de los economistas, y es posible que los economistas ortodoxos
tengan razón cuando estigmatizan a parte de la economía del desarrollo
como algo inútil. Sea como fuere, los miembros de este grupo comparten
un conjunto común —aunque limitado— de rasgos. Así, a menudo coin-
ciden en desdeñar la causalidad unidireccional de los modelos económicos
simples, prefiriendo hablar de causalidad circular, de círculos viciosos —o
virtuosos— y de procesos acumulativos, y, en general, les gustaría com-
plementar el mecanismo actual del análisis económico para convertirlo en
una máquina multiusos. Los economistas ortodoxos suelen arrugar la nariz
ante sus diseños, que les parecen algo así como un coche atado con cuerdas,
y a veces cunde el desánimo entre los economistas del desarrollo; pero
cada cierto tiempo vuelven a la arena con un modelo nuevo.
Muchos especialistas en economía del desarrollo ven a ésta y a la historia
económica básicamente como la misma cosa, idea que algunos de ellos
han expresado en términos convincentes: a título de ejemplo, véase Feeny
(1987). Desde luego, hay varios (y famosos) pioneros que han hecho su
hogar en la frontera entre los dos territorios. David Feeny, Jeffrey WilBam-
son y otros proporcionan buenos ejemplos, aseguran la rápida transmisión
de las posibles novedades en los dos sentidos, y ellos mismos han llevado
a cabo innovaciones. Su ejemplo invita a pensar que la fertilización mutua
'' Por supuesto, no quiero decir que una colaboración similar con la corriente principal
de la economía vaya a ser infructuosa. Al contrario, los historiadores económicos tienen
aún mucho que aprender de la teoría standard, así como de sus recientes desarrollos. Pongo
por ejemplo las posibilidades que brindan a la historia económica los nuevos modelos de
la economía industrial, la economía de la información o la teoría de juegos. Lo que quiero
decir es que la colaboración con estos campos seguirá siendo asimétrica, básicamente en
beneficio de la historia económJca.
2Ó8
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
269
SEBASTIAN COLL
270
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
271
SEBASTIAN COLL
272
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
273
SEBASTIAN COLL
274
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
BIBLIOGRAFÍA
ALLEN, Bobert C. (1997): «Agriculture and the Origins of the State in Ancient
Egipt», Explorations in Economic History, 34, núm. 2, pp. 135-154.
ARROW, Kenneth J . (1986): «History: the View from Economics», en PARKER (ed.),
pp. 13-20.
ARTHUR, W . Brian (1989): «Competing Technologies, Ingreasing Returns and
Lock-in by Historical Events», Economic Joumal, 99, núm. 1, pp. 116-131.
ARTHUR, W . B . ; ERMOLIEV, Y. M., y KANIOVSH, Y. M. (1987): «Path-Dependent
Processes and the Emergence of Macro-Structure», European Joumal of Ope-
rational Research, 30, pp. 294-303.
BARRO, Robert J. (1991): «Economic Growth in a Cross Section of Countries»,
Quarterly Joumal of Economics, 106, núm. 2, pp. 407-443.
BORODKIN, Leonid, y Svisciiov, Mijail (1992): «El sector privado de la economía
soviética en los años veinte: modelado de los procesos sociales», Revista de
Historia Económica, X, núm. 2, pp. 241-262.
CARLOS, Ann, y LEWIS, Frank (1995): «Property Rights, Competition and Depletion
in the Eighteenth-Century Canadian Fur Trade: The Role of the European
Market», mimeo.
CARNEIRO, R. (1970): «A Theory of the Origin of the State», Science, 169,
pp. 733-738.
CoLL, Sebastián (1990): «La Nueva Historia Económica y su Influencia en Espa-
ña», en RUEDA, Germán (ed.), Doce Estudios de Historiografía Contemporánea,
Santander, Universidad de Cantabria/Asamblea Regional de Cantabria,
pp. 69-119.
CoLL, Sebastián, y GUIJARRO, Marta (1999): Estadística Aplicada a la Historia y
a las Ciencias Sociales, Madrid, Pirámide.
CoLL, Sebastián, y GUTIÉRREZ BRINCAS, Miguel A. (1995): «Estimating Production
Figures from Price Data. An Application to the Case of 19th-Century Spanish
Agricultural Production», Universidad de Cantabria, Departamento de Eco-
nomía, Documento de Trabajo núm. 9506.
— (1998): «A Supply-Side Method for Output Estimation. Application to
19th-Century Spanish Agricultural Production», Ponencia presentada al XII
Congreso Internacional de Historia Económica, Madrid, 24-28 de agosto de
1998, Sesión C54, «Production et Productivité Agricoles dans le Monde Occi-
dental (xcr-xr siécles)».
CONRAD, Alfred, y MEYER, John R. (1958): «The Economics of Slavery in Ante-Be-
Uum South», Joumal ofPolitical Economy, 66, pp. 95-130.
275
SEBASTIAN COLL
276
PERSPECTIVAS DE lUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
277
SEBASTIAN COLL
V8
PERSPECTIVAS DE FUTURO EN HISTORIA ECONÓMICA
279