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La infancia en Kabul

Los primeros años en Kabul son maravillosos. Nuestro protagonista, Amir, vive en
una casa bastante elegante con su padre, a quien llama Baba, y sus sirvientes, Alí
y Hassan (quienes también son padre e hijo). La madre de Amir murió dando a
luz, y la de Hassan huyó tan pronto lo tuvo a él; de modo que ambos crecen sin
ningún referente materno. Al libro también le gusta resaltar el hecho de que
comparten la misma nodriza (la mujer que los amamanta de bebés). Por lo visto,
este hecho une a las personas.
Sin embargo, en la casa se palpa algo de tensión. Alí y Hassan son hazara; es
decir, que pertenecen a una minoría étnica. No tienen el mismo estatus que Amir y
Baba. Estos rara vez realizan comentarios racistas, pero Alí es víctima de insultos
por parte de los niños del vecindario. Para hacer que la situación sea un poco más
incómoda, Amir no recibe la suficiente atención de su padre. Parece que a Baba le
desagrada su hijo: es débil, prefiere la poesía a los deportes violentos, etcétera.
De hecho, a veces da la sensación de que Baba siente más afecto por el hijo de
su sirviente, Hassan.
¿Cómo intenta solucionar el problema nuestro protagonista? Aprovechando la
única oportunidad que tiene: ganar un concurso de lucha de cometas y, de este
modo, ganar el amor de su padre. En Afganistán, la gente no solo hace volar
cometas, sino que lucha con ellas. Esto supone largos hilos empapados en una
mezcla de vidrio y cola. El objetivo es cortar el hilo de las otras cometas. Amir y
Hassan se proponen entonces ganar el torneo anual de lucha de cometas. Tras
una vistosa estrategia y un poco de suerte, Amir se alza con la victoria. Lo único
que necesita ahora es que Hassan se apodere de la cometa que acaba de ser
derrotada, tras lo cual conseguirá el amor de su padre. (Pregunta: ¿Se trata del
típico caso en el que el padre intenta ganarse el cariño de su hijo, pero al revés?).
Hassan sale disparado tras la cometa perdedora. Consigue agarrarla, pero en ese
momento tropieza con tres personajes despreciables: Wali, Kamal y Assef. Amir y
Hassan ya tuvieron agarradas con estos buenos para nada en el pasado, y ahora
Assef, el cabecilla del grupo, tiene sed de venganza. Para dar una lección a
Hassan, lo viola en un callejón, bajo la atenta mirada de Wali y Kamal. Para
empeorar las cosas aún más, Amir acaba de llegar, pero no tiene las agallas para
alzarse en defensa de Hassan. La escena es horrible por numerosas razones: la
cobardía de Amir, la crueldad de Assef, la victimización de Hassan, y el
sentimiento generalizado de todas las partes involucradas de que un hazara no
merece el respeto que recibe la etnia mayoritaria de Afganistán.
Hassan está conmocionado después de lo ocurrido en el callejón, pero no lo habla
con Amir. Ambos pretenden que no pasó nada, pero el sentimiento de culpa
empieza a invadir a Amir: ¿Cómo puede seguir con su vida si cada vez que ve a
Hassan, este le recuerda a su cobardía? Además, Baba parece prodigar aún más
cariño que antes a Hassan, por lo que Amir debe añadir la envidia a su cada vez
mayor lista de problemas.
La solución de Amir a todo esto es cruel y cobarde. En lugar de contarle a Baba lo
sucedido, o confesarle a Hassan que fue testigo de la violación, decide alejar a Alí
y Hassan. Después de su fiesta de cumpleaños, mete un fajo de billetes y un reloj
bajo el colchón de Hassan, y le dice a su padre que no encuentra lo que acaba de
ocultar. Debido a que tiene un corazón de oro, y porque sabe que Baba nunca
perdonaría a Amir semejante traición, Hassan confiesa haber robado el dinero y el
reloj. Alí y Hassan se van. Baba está destrozado.

La época de Fremont
La guerra llega a Afganistán casi al mismo tiempo que el concurso de lucha de
cometas. La situación empeora cada vez más para Amir y Baba. Los soviéticos
tienen espías por todas partes y Kabul deja de ser un lugar seguro. De modo que
padre e hijo hacen las maletas y se cuelan por la frontera con Pakistán. Desde ahí
vuelan a California.
América lo cambia todo para ambos. Aunque Baba trabaja a destajo en Fremont,
les cuesta llegar a fin de mes, y venden objetos de segunda mano en un tianguis o
mercado de pulgas para ganar algo de dinero extra. Por otro lado, Amir se
enamora de una atractiva joven llamada Soraya en el mercado.
Lo cierto es que es triste ver a Baba en América. No logra trasladar su inmensa
fortuna de Afganistán a los Estados Unidos, y se ve obligado a trabajar durante
largas horas en una gasolinera. Su salud se deteriora. Cuando Amir descubre que
su padre escupe sangre al toser (esto nunca es buena señal en una novela), lo
lleva al médico, quien le diagnostica cáncer. Ya está extendido y es terminal. Pero
antes de morir, Baba organiza la boda de Amir y Soraya. La ceremonia es
preciosa y ambos están muy enamorados. Tras la boda, Soraya y Amir intentan
tener hijos, pero no lo consiguen. Su historia se detiene temporalmente en junio de
2001.

Regreso a Kabul
Uno de los amigos de Baba, un hombre que era como un segundo padre para
Amir, lo llama un día por teléfono. Su nombre es Rahim Kan. Quiere que regrese a
Afganistán, y le dice en forma de mensaje cifrado: "Hay una forma de volver a ser
bueno" (14.19). Amir lo deja todo en América y viaja a su país natal para reunirse
con Rahim Kan.
Rahim Kan lo pone al día de todo lo ocurrido desde que se fue de Afganistán. Él,
Hassan y Farzana (la esposa de Hassan) se mudaron a la casa de Baba. Hassan
tuvo un hijo llamado Sohrab. Sin embargo, en un cruel giro de los acontecimientos,
los talibán asesinaron a Hassan y Farzana, y Sohrab quedó huérfano. Ahora,
Sohrab está en algún lugar de Kabul sin familia ni protección alguna. Rahim Kan
quiere que Amir vaya a Kabul y lo rescate. Al principio, Amir no está muy de
acuerdo con el plan, pero Rahim Kan lo convence cuando le revela que Hassan y
él eran medio hermanos. Eso significa que Baba se acostó con Sanaubar, la
esposa de Alí, y, por lo tanto, traicionó a su sirviente y amigo. Baba nunca se lo
contó a Hassan ni a Amir. Las cosas simplemente se volvieron mucho más
complicadas.
Salvar a Sohrab es una forma de expiar los pecados de Baba y Amir, pero no es
tan sencillo. Sohrab no está en el orfanato. Un oficial talibán, que también es un
pedófilo, y resulta ser el repugnante de Assef, está reteniendo a Sohrab en su
casa. Amir, en su primer acto realmente valiente de la novela, se enfrenta a Assef
mano a mano. (Literalmente, ya que Assef y Amir se enzarzan en una pelea con el
fin de determinar el destino de Sohrab). Amir no tiene nada que hacer contra
Assef, quien, para ser sinceros, también usa puños de acero. Pero, ¡sorpresa! Al
igual que Hassan, Amir es inigualable con el tirachinas. Sohrab le clava las uñas a
Assef justo en el ojo y lo ciega. Amir y Sohrab aprovechan ese momento para
escapar.
Amir quiere llevarse a Sohrab a América, pero surge una complicación: es
prácticamente imposible adoptar a Sohrab porque no hay ningún documento que
certifique la muerte de Hassan y Farzana. Amir ya prometió a Sohrab que lo
llevaría con él a Estados Unidos y, lo que es más importante, que nunca lo metería
en un orfanato. Pues bien, para realizar la adopción, Amir se ve obligado a dejarlo
en un orfanato temporalmente para poder completar el papeleo.
Sohrab está consternado e intenta suicidarse. (¿Nos está golpeando alguien en el
estómago? Ah, no, simplemente estamos leyendo una novela lacrimógena).
Aunque Sohrab sobrevive, no perdona totalmente a Amir, pero la novela termina
con una escena esperanzadora. Amir lleva a Sohrab a un parque en el que unos
niños afganos están volando cometas. Sohrab y Amir vuelan una cometa juntos e
incluso luchan contra otra, y ganan. Este momento trae a la mente de Amir todos
sus recuerdos de Kabul, y creemos que muestra cómo el amor de ambos por
Hassan los llevó a estar juntos.

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