Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
en una zona del Colegio de Santa Isabel. Bibliografía: AVP, I, pp. 375-379, 528-533; Ca-
En agosto de 1939, se trasladó a la Resi- tálogo IV Centenario de la Real Fundación del
dencia Universitaria de la calle de Jenner, Convento de Santa Isabel de Madrid, Madrid,
en el número 6. Tras firmar un contrato de Patrimonio Nacional-Fundación Yanes, 1990;
Benito Badrinas, “Josemaría Escrivá de Bala-
arrendamiento para no perjudicar a futuros
guer, sacerdote de la diócesis de Madrid”, AHIg,
rectores, cedió gratuitamente su vivienda 8 (1999), pp. 47-76; Beatriz Comella Gutiérrez,
a las Agustinas Recoletas, que la ocupa- “La jurisdicción eclesiástica de la Real Capi-
ron hasta 1946, año en que finalizaron las lla de Madrid (1753-1931)”, Hispania Sacra, 58
obras de restauración del Monasterio. (2006), pp. 145-170; Id., “Introducción para un
Otra intervención del rector Escrivá de estudio de la relación de Josemaría Escrivá de
Balaguer tuvo relación con el estatuto legal Balaguer con el Real Patronato de Santa Isabel
de Madrid”, SetD, 3 (2009), pp. 175-200; Id., Jo-
del Real Colegio de Santa Isabel-La Asun-
semaría Escrivá de Balaguer en el Real Patronato
ción después de la Guerra Civil. Como de Santa Isabel de Madrid (1931-1945), Madrid,
ocurriera durante la Segunda República, Rialp, 2010; José Luis Sáenz Ruiz Olalde, Las
las autoridades competentes pretendían Agustinas Recoletas de Santa Isabel la Real de
vincular el centro educativo al Ministerio Madrid, Madrid, Real Monasterio de Santa Isa-
de Educación Nacional. En ese supuesto, bel, 1990; María Leticia Sánchez Hernández, Pa-
desaparecerían la figura del rector y cape- tronato regio y órdenes femeninas en el Madrid
llanes de la histórica fundación eclesiásti- de los Austrias, Madrid, Fundación Universitaria
ca. San Josemaría defendió el cargo ape- Española, 1997; Ana Sastre, Tiempo de caminar.
lando a la secular historia del Monasterio Semblanza de Monseñor Josemaría Escrivá de
Balaguer, Madrid, Rialp, 1989; Andrés Vázquez
y Colegio y a la voluntad fundacional de
de Prada, El Fundador del Opus Dei, Madrid,
Felipe II, relativa a la rectoría y capellanías. Rialp, 1983.
Sus argumentos convencieron a las auto-
ridades y se mantuvo el status quo del Pa- Beatriz COMELLA GUTIÉRREZ
tronato, que pasó a depender de la Casa
Civil del Jefe de Estado (cfr. AGP, serie A.3,
319, 1, 5).
SANTIDAD
En 1942, el nuevo Jefe de Estado con-
firmaba en su cargo de rector de Santa Isa- 1. Santidad y santificación en medio del
bel a san Josemaría, a petición del obispo mundo. 2. Santidad y vida sacramental.
de Madrid-Alcalá, Mons. Leopoldo Eijo y 3. La santidad como identificación con
Garay (cfr. AGP, serie A.5, 208, 3, 2). Cristo. 4. Santidad y apostolado. 5. El ca-
mino de la santidad.
En 1946, ante la perspectiva de la ex-
pansión del trabajo apostólico del Opus Con palabras de san Pablo que fueron
Dei por diversos países y su futura apro- repetidamente objeto de su consideración
bación como institución de derecho pon- y de su predicación, san Josemaría mos-
tificio, san Josemaría se trasladó a Roma. traba su convicción de que la santidad es
En diciembre de 1945 solicitó la dimisión la meta exacta, adecuada, de la vida del
como rector-administrador del Patronato cristiano: “Vosotros y yo formamos parte
de Santa Isabel, que volvió a visitar duran- de la familia de Cristo, porque Él mismo
te un viaje por España y Portugal en 1972. nos escogió antes de la creación del mun-
En esta visita, el antiguo rector recordó con do, para que seamos santos y sin mancha
emoción los años transcurridos en Santa en su presencia por la caridad, habiéndo-
Isabel (cfr. Vázquez de Prada, 1983, p. 389). nos predestinado como hijos adoptivos
por Jesucristo, a gloria suya, por puro
Voces relacionadas: Madrid (1927-1936); Ma- efecto de su buena voluntad (Ef 1, 4-5).
drid (1939-1946). Esta elección gratuita, que hemos recibi-
1113
do del Señor, nos marca un fin bien deter- fiesto, a la vez, la universalidad con que el
minado: la santidad personal, como nos fundador del Opus Dei proclama la llama-
lo repite insistentemente San Pablo: hæc da a la santidad (los cristianos pueden di-
est voluntas Dei: sanctificatio vestra (1 Ts rigirse a otros con el apelativo de “santo”)
4, 3), ésta es la Voluntad de Dios: vuestra y la fundamentación bíblica de ese modo
santificación. No lo olvidemos, por tanto: de proceder. Conviene por tanto que dedi-
estamos en el redil del Maestro, para con- quemos unas líneas a considerar la doctri-
quistar esa cima” (AD, 2; cfr. en el mismo na bíblica sobre la santidad y su recepción
sentido AD, 294). por san Josemaría.
Como se puede apreciar en el texto La etimología de la palabra “santo” su-
apenas citado –paradigmático en el tema giere la idea de separación, de algo reser-
que aquí nos ocupa, pero sólo uno entre vado, de algo trascendente. En el Antiguo
muchos–, la santidad del hombre es para Testamento, el concepto, en su plenitud,
san Josemaría el objeto de una llamada conviene exclusivamente a Dios: sólo Dios
de Dios, de una elección, de una voca- es santo por esencia, alejado de todo pe-
ción. Una vocación que está presente en cado y de toda imperfección, plenitud de
la eternidad de Dios y que arranca con la vida y perfección (cfr., por ejemplo, Ex 15,
existencia misma del hombre (cfr. ECP, 1). 11; I Sam 2, 2; Os 11, 9; Is 6, 3; y comenta-
Al enseñar que el hombre ha sido creado rios en Ancilli, 1984, pp. 346-347; Illanes,
para Dios, san Josemaría asumía la cons- 2007, p. 129; Marti, 2006, p. 26).
tante tradición de la Iglesia, tomándola La santidad es una propiedad exclu-
como punto de partida radical. Como con- siva de Dios, pero Dios –plenitud del amor
secuencia, en sus escritos, el hombre, el trinitario– la puede comunicar a los demás
cristiano, es siempre contemplado como seres, especialmente a los espirituales, ha-
el objeto de una elección divina, de una ciéndoles partícipes de su vida. La criatura
predilección de Dios, que mira con amor será santificada en la medida en que se se-
a cada uno, y a cada uno destina a la co- pare del pecado y se sustraiga de todo lo
munión de vida con Él (cfr. ECP, 1). La san- que la aparte de Dios. Así, se puede hablar
tidad no es otra cosa que esa comunión de personas santas, lugares santos, etc.
de vida con Dios: “Santidad no significa (cfr. Ex 3, 5; Ex 35, 2; Ex 19, 6; Lv 11, 44;
exactamente otra cosa más que unión con Lv 11, 20-26; Lv 21, 6-8; Sal 5, 8; Ne 8,
Dios; a mayor intimidad con el Señor, más 11). Y así, también, el pueblo de Dios es
santidad” (AIG, p. 21). Unión con Dios que, santo, y está llamado a corresponder a la
como veremos, tiene en san Josemaría libre elección divina purificándose de toda
unos perfiles bien definidos. inmundicia incompatible con la santidad
de Dios: “Sed santos, porque yo, Yahveh,
1. Santidad y santificación en medio del Dios vuestro, soy santo” (Lv 19, 2; 20, 26).
mundo El Nuevo Testamento hace también
“«Saludad a todos los santos. Todos sujeto de este atributo divino a Jesús (cfr.
los santos os saludan. A todos los santos Hch 3, 14). En Cristo, la comunicación de
que viven en Efeso. A todos los santos en la vida y la santidad divinas alcanza su
Cristo Jesús, que están en Filipos.» –¿Ver- punto máximo al hacerse su naturaleza
dad que es conmovedor ese apelativo humana partícipe de la santidad del Verbo,
–¡santos!– que empleaban los primeros fie- quedando así santificada, penetrada de la
les cristianos para denominarse entre sí?” vida de Dios. Cristo es santo en su ser, en
(C, 469). Este punto de Camino en el que su persona, y en su operación, en la que
san Josemaría aúna tres textos paulinos (2 la voluntad humana se une perfectamen-
Cor, 13, 2; Ef 1, 1; Flp 1, 1), pone de mani- te a la divina. Y junto a Jesús, también el
1114
cristiano es denominado santo, por la par- que participa realmente del ser de Cristo.
ticular unión que alcanza con Cristo por Con el Bautismo, la Trinidad viene a habi-
el Bautismo (cfr. Hch 9, 13; Rm 16, 2; Rm tar en el cristiano por la infusión en el alma
16, 31; Rm 15, 25; 1 Co 16, 1; 2 Co 1, 1) de una nueva realidad que la transforma:
gracias a la acción del Espíritu Santo, que la gracia, a la que acompañan las virtudes
Cristo envía desde el Padre. De esta mane- sobrenaturales y los dones del Espíritu
ra, el cristiano es santo porque es templo Santo. Así, con la gracia y con la efusión
del Espíritu Santo (cfr. 1 Co 6, 19), nueva en él del Espíritu Santo, el cristiano es di-
criatura en Cristo (cfr. Ga 6, 15) y, en suma, vinizado (cfr. Ga 6, 15; 1 Jn 3, 1), se hace
hijo de Dios (cfr. Rm 8, 14-17; 1 Jn 3, 1-2) partícipe de la naturaleza divina (cfr. 2 P
(cfr. Illanes, 2007, p. 131). 1, 4). De esa santidad ontológica, real, del
Los textos del Nuevo Testamento im- hombre cristiano, surgen sus obras como
plican una notable profundización en la no- de una nueva naturaleza; de modo que es-
ción de santidad respecto a los del Antiguo tas obras, en la medida en que correspon-
(cfr. Illanes, 2007, p. 132). La santidad no den a esa nueva naturaleza, son también
se predica sólo del pueblo de Israel, sino santas, expresión y fuente de santidad (cfr.
de toda persona que recibe la gracia. Y la Ancilli, 1984, pp. 347-350).
palabra adquiere una densidad particular: En el Bautismo, el cristiano, por obra
connota no solamente algo moral, sino del Espíritu Santo, es injertado en Cristo
algo mucho más íntimo: la participación y comienza a vivir de la santidad de Dios
en la vida misma de Dios. Más concreta- como hijo de Dios en Cristo. Toda reali-
mente, una participación en la vida misma zación ulterior de la realidad cristiana se
de Cristo, y en Él y por Él en la de la Tri- fundamenta y se inserta en el Bautismo.
nidad, que afecta a los niveles más pro- La plenitud de la vida, la santidad, no será
fundos del ser, que transforma y eleva al otra cosa que la realización acabada y per-
hombre, elevando también su acción. Al fecta de todo lo que la vida divina ha pues-
mismo tiempo, se universaliza la aplica- to en el corazón del cristiano.
ción del concepto: “No estamos destina- “Tienes obligación de santificarte. –Tú
dos –decía san Josemaría– a una felicidad también. –¿Quién piensa que ésta es labor
cualquiera, porque hemos sido llamados a exclusiva de sacerdotes y religiosos? A
penetrar en la intimidad divina, a conocer todos, sin excepción, dijo el Señor: «Sed
y amar a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios perfectos, como mi Padre Celestial es per-
Espíritu Santo y, en la Trinidad y en la Uni- fecto»” (C, 291; la historia de este punto,
dad de Dios, a todos los ángeles y a todos en CECH, pp. 471-473). La santidad es la
los hombres. Esa es la gran osadía de la fe meta propia del bautizado y también, a tra-
cristiana: proclamar el valor y la dignidad vés de la Iglesia, la de todo hombre, ya que
de la humana naturaleza, y afirmar que, todo hombre está llamado desde la obra
mediante la gracia que nos eleva al orden redentora de Cristo a la salvación, que se
sobrenatural, hemos sido creados para al- opera en la Iglesia y por el Bautismo. El
canzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía transcurrir de la historia irá propiciando la
ciertamente increíble, si no estuviera basa- aparición de muy diversos modos de reali-
da en el decreto salvador de Dios Padre, zar en el tiempo esa llamada: la historia de
y no hubiera sido confirmada por la san- la Iglesia está jalonada de santos, también
gre de Cristo y reafirmada y hecha posible reconocidos por la Iglesia (canonizados)
por la acción constante del Espíritu Santo” que manifiestan la riqueza de aspectos y
(ECP, 133). facetas de la santidad. Esta misma historia
Dicho con otras palabras, en el cristia- pone de relieve que en determinadas épo-
no no sólo se da una santidad moral sino cas la percepción de la santidad como la
también una santidad ontológica, puesto meta común a la que todo cristiano está
1115
1116
lo configuran con Cristo y hacen posible Santo, que no sólo nos configura con
que desarrolle la vida en Cristo que esa Cristo, como sucede en el Bautismo,
configuración trae consigo (cfr. ECP, 78). sino que nos cristifica por entero, aso-
No es por eso de extrañar que los diversos ciándonos a la plenitud de Cristo Jesús
sacramentos ocupen un papel destacado (Catequesis, 22, 3)” (ECP, 87).
en la predicación del fundador del Opus – “El matrimonio está hecho para que los
Dei. Sirvan de ejemplo algunos textos: que lo contraen se santifiquen en él, y
– “El cristiano se sabe injertado en Cris- santifiquen a través de él: para eso los
to por el Bautismo; habilitado a luchar cónyuges tienen una gracia especial,
por Cristo, por la Confirmación; llama- que confiere el sacramento instituido
do a obrar en el mundo por la partici- por Jesucristo. Quien es llamado al
pación en la función real, profética y estado matrimonial, encuentra en ese
sacerdotal de Cristo; hecho una sola estado –con la gracia de Dios– todo lo
cosa con Cristo por la Eucaristía, sa- necesario para ser santo, para identi-
cramento de la unidad y del amor” ficarse cada día más con Jesucristo, y
(ECP, 106). para llevar hacia el Señor a las perso-
– “En el bautismo, Nuestro Padre Dios nas con las que convive” (CONV, 91).
ha tomado posesión de nuestras vi- En el conjunto de citas que acabamos
das, nos ha incorporado a la de Cristo de realizar se pueden distinguir dos co-
y nos ha enviado el Espíritu Santo. El sas. En primer lugar, la íntima conexión de
Señor, nos dice la Escritura Santa, nos la doctrina de san Josemaría con toda la
ha salvado haciéndonos renacer por tradición cristiana y, si se quiere, particu-
el bautismo, renovándonos por el Es- larmente con la de los Padres de la Iglesia.
píritu Santo, que Él derramó copiosa- En segundo lugar, que esa acentuación
mente sobre nosotros por Jesucristo sacramental de san Josemaría –según la
Salvador nuestro, para que, justifica- perspectiva espiritual que le es propia– en-
dos por la gracia, vengamos a ser he- tronca y en parte se adelanta a algunos de
rederos de la vida eterna conforme a los desarrollos en la fundamentación o en-
la esperanza que tenemos (Tt 3, 5-7)” foque de la teología moral contemporánea.
(ECP, 128). Abandonando un planteamiento en parte
– “«Induimini Dominum Jesum Chris- voluntarista y en parte intelectualista –en
tum» –revestíos de Nuestro Señor el que incidió gran parte de la teología mo-
Jesucristo, decía San Pablo a los Ro- ral del siglo XVI y siguientes–, en nuestros
manos. –En el Sacramento de la Peni- días se ha abierto paso en la teología mo-
tencia es donde tú y yo nos revestimos ral un planteamiento de fundamentación,
de Jesucristo y de sus merecimientos” confirmado por Juan Pablo II en la Cart.
(C, 310). Enc. Veritatis splendor, que se apoya en
– “Se entiende que la Misa sea el centro la comprensión del sujeto moral cristiano
y la raíz de la vida espiritual del cristia- como “hijo de Dios en Cristo por obra del
no. Es el fin de todos los sacramentos Espíritu Santo”, viendo en el Bautismo y en
(cfr. S.Th. III, q. 65, a. 3). En la Misa se la Eucaristía los dos momentos fundamen-
encamina hacia su plenitud la vida de la tales de esa configuración.
gracia, que fue depositada en nosotros El Bautismo incorpora a la persona que
por el Bautismo, y que crece, fortaleci- lo recibe a aquello que un día vivió Cristo:
da por la Confirmación. Cuando parti- su muerte y su resurrección, su experien-
cipamos de la Eucaristía, escribe San cia de la muerte y su paso a la vida. Parti-
Cirilo de Jerusalén, experimentamos la cipando en el Bautismo del acontecimien-
espiritualización deificante del Espíritu to de la Cruz, el hombre se ve realmente
1117
liberado del pecado. Y así como la muerte En sintonía con estas verdades cris-
y sepultura de Cristo no son hechos aisla- tianas, san Josemaría recalca la necesidad
dos, sino que se ordenan a su resurrección de que el sacrificio eucarístico, la santa
–y han de ser comprendidos en conjunto–, Misa, constituya el centro y la raíz de la
así también, el sacramento del Bautismo vida del bautizado: “Lucha para conse-
tiene por objetivo un cambio completo del guir que el Santo Sacrificio del Altar sea el
hombre, el don de la vida nueva, la partici- centro y la raíz de tu vida interior, de modo
pación en la vida misma de Cristo resucita- que toda la jornada se convierta en un acto
do (cfr. VS, 21). Se participa, por tanto, de de culto –prolongación de la Misa que has
la muerte de Jesús para pasar a una vida oído y preparación para la siguiente–, que
libre del pecado en comunión con Cristo se va desbordando en jaculatorias, en visi-
resucitado. tas al Santísimo, en ofrecimiento de tu tra-
bajo profesional y de tu vida familiar…” (F,
La Eucaristía a su vez se ordena a lle-
69; cfr. en el mismo sentido, subrayando la
var a la plenitud esa vida nueva recibida en
razón de fin de todos los sacramentos que
el Bautismo. En efecto, siguiendo el para-
tiene la Eucaristía, ECP, 86-87). Y como
lelismo tradicional que la teología católica prolongación de la celebración eucarística,
establece entre los sacramentos y la vida el trato con Jesús en el Sagrario: “¡Sé alma
natural del hombre, se puede decir que, así de Eucaristía! –Si el centro de tus pensa-
como nacer no es vivir, aunque para vivir mientos y esperanzas está en el Sagrario,
hay que nacer, de modo análogo, el nacer hijo, ¡qué abundantes los frutos de santi-
a la vida cristiana, siendo imprescindible, dad y de apostolado!” (F, 835).
no lo es todo: hay que vivir y ese vivir, que
La participación en la vida de Cristo,
implica el actuar libre que desenvuelve la
la unión con Cristo, presupone la acción
vida y la lleva a plenitud, es alimentado y
del Espíritu Santo y, a la vez, conduce a
hecho posible por la Eucaristía. Participar
abrazarse a ella. Es el Espíritu Santo quien
en la Eucaristía supone para el bautizado
santifica al hombre (cfr. C, 57), quien guía
recibir a Cristo mismo y tomar parte en
al cristiano en el proceso de configuración
la donación incondicionada de Cristo por
de la propia vida según Cristo: “el Espíritu
amor, reconocer el amor sacrificial de Cris- Santo es quien, con sus inspiraciones, va
to y hacerlo propio configurando el propio dando tono sobrenatural a nuestros pen-
modo de vivir al del Señor que se les en- samientos, deseos y obras. Él es quien nos
trega. El vivir del cristiano puede así ser un empuja a adherirnos a la doctrina de Cristo
vivir desde y por amor, en una donación y a asimilarla con profundidad, quien nos
incondicionada al Padre y a los demás da luz para tomar conciencia de nuestra
hombres, como el de Cristo. vocación personal y fuerza para realizar
Dicho con otras palabras, mediante la todo lo que Dios espera. Si somos dóci-
celebración de la Eucaristía, Cristo arran- les al Espíritu Santo, la imagen de Cristo
ca al creyente de la posesión egoísta de se irá formando cada vez más en nosotros
sí mismo y lo hace partícipe de su misma e iremos así acercándonos cada día más a
caridad. Participando en este sacramento, Dios Padre. Los que son llevados por el Es-
el cristiano se hace capaz de articular su píritu de Dios, esos son hijos de Dios (Rm
conducta desde el fundamento originario 8, 14)” (ECP, 135; cfr. C, 273).
de su nueva vida, desde el amor, confi- Junto al Bautismo y a la Eucaristía san
gurándose plenamente a Cristo y siendo Josemaría concedía un lugar de privilegio
capaz de vivir la vida del Señor, y así, con- en la vida del cristiano al sacramento de
vertirla en el seguimiento de Cristo, en la la Penitencia. Era bien consciente de que
identificación con Jesús. en la respuesta libre del hombre a los do-
1118
nes de Dios cabe la posibilidad del error, Cristo. Está claro que el imitar y el seguir
de la flaqueza. De ahí que la santidad del tienen aquí un sentido pleno, como lo en-
cristiano se configure siempre con la forma seña de modo catequético Juan Pablo II,
de una lucha interior que no cesará has- en la Cart. Enc. Veritatis splendor: el fun-
ta el momento mismo de la muerte: “La damento esencial y original de la moral
santidad está en la lucha, en saber que te- cristiana es seguir a Cristo, un seguimiento
nemos defectos y en tratar heroicamente que no se reduce a una mera imitación ex-
de evitarlos. La santidad –insisto– está en terior, sino a un seguir interior, conformán-
superar esos defectos..., pero nos morire- dose a los sentimientos mismos de Jesús,
mos con defectos: si no, ya te lo he dicho, compartiendo su vida y su destino, hacien-
seríamos unos soberbios” (F, 312). En esa do del amor la expresión de la propia vida
vida de amor y empeño, ocupa un lugar (cfr. VS, 19).
importante la Penitencia. “Cristo, que nos El seguimiento y la imitación de Cris-
perdonó en la Cruz, sigue ofreciendo su to entendidos de este modo son comple-
perdón en el Sacramento de la Penitencia” tamente análogos a lo que designamos
(AD, 214), y poco después añade: “En este como identificación con Cristo. De hecho,
Sacramento maravilloso, el Señor limpia san Josemaría utiliza en muchas ocasio-
tu alma y te inunda de alegría y de fuerza nes esas expresiones: seguimiento de
para no desmayar en tu pelea, y para re- Cristo (cfr. S, 728), imitación de Cristo (cfr.
tornar sin cansancio a Dios” (ibidem). De ECP, 106). Pero se puede establecer un
esa forma, la santidad del cristiano se va matiz que las diferencia de la identificación
haciendo realidad mediante la sinergia de con Cristo. El matiz consiste en que para
la voluntad y los dones de Dios, y la co- san Josemaría, la identificación con Cristo
rrespondencia libre, agradecida, amorosa es como la meta o el ideal al que tienden
y filial del hombre (cfr. S, 668; F, 429 y 990). y en el que naturalmente han de terminar
el seguimiento y la imitación de Cristo. El
3. La santidad como identificación con cristiano es y ha de llegar a ser “ipse Chris-
Cristo tus”, el mismo Cristo, dirá innumerables
Con toda la tradición cristiana, san Jo- veces: “En la vida espiritual no hay una
semaría entiende la santidad como unión nueva época a la que llegar. Ya está todo
con Dios. Una unión a la que se ordenan dado en Cristo, que murió, y resucitó, y
los dones recibidos con el Bautismo y ple- vive y permanece siempre. Pero hay que
nificados por la Eucaristía, que configuran unirse a Él por la fe, dejando que su vida
con Cristo. El cristiano se une a Dios sien- se manifieste en nosotros, de manera que
do configurado con Cristo y viviendo de lo pueda decirse que cada cristiano es no ya
que Cristo es por la obra del Espíritu San- alter Christus, sino ipse Christus, ¡el mismo
to. Dicho con otras palabras, la santidad Cristo!” (ECP, 104).
forma una sola cosa con la identificación Citamos dos textos más en los que
con Cristo. san Josemaría pone de relieve la cercanía
La expresión “identificación con Cris- y la orientación de los conceptos de se-
to” tiene un valor específico. No es, por lo guimiento e imitación de Cristo con el de
demás, la única que permite la descripción identificación con Cristo:
de la vida cristiana como vida de relación – “Hemos de aprender de Él, de Jesús,
con Cristo. El Nuevo Testamento mismo nuestro único modelo. Si quieres ir
nos ofrece al menos otras dos: imitación adelante previniendo tropiezos y ex-
de Cristo y seguimiento de Cristo, de tal travíos, no tienes más que andar por
modo que la santidad puede ser caracte- donde Él anduvo, apoyar tus plantas
rizada como el seguir a Cristo y el imitar a sobre la impronta de sus pisadas,
1119
1120
1121
1122
1123