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en una zona del Colegio de Santa Isabel. Bibliografía: AVP, I, pp. 375-379, 528-533; Ca-
En agosto de 1939, se trasladó a la Resi- tálogo IV Centenario de la Real Fundación del
dencia Universitaria de la calle de Jenner, Convento de Santa Isabel de Madrid, Madrid,
en el número 6. Tras firmar un contrato de Patrimonio Nacional-Fundación Yanes, 1990;
Benito Badrinas, “Josemaría Escrivá de Bala-
arrendamiento para no perjudicar a futuros
guer, sacerdote de la diócesis de Madrid”, AHIg,
rectores, cedió gratuitamente su vivienda 8 (1999), pp. 47-76; Beatriz Comella Gutiérrez,
a las Agustinas Recoletas, que la ocupa- “La jurisdicción eclesiástica de la Real Capi-
ron hasta 1946, año en que finalizaron las lla de Madrid (1753-1931)”, Hispania Sacra, 58
obras de restauración del Monasterio. (2006), pp. 145-170; Id., “Introducción para un
Otra intervención del rector Escrivá de estudio de la relación de Josemaría Escrivá de
Balaguer tuvo relación con el estatuto legal Balaguer con el Real Patronato de Santa Isabel
de Madrid”, SetD, 3 (2009), pp. 175-200; Id., Jo-
del Real Colegio de Santa Isabel-La Asun-
semaría Escrivá de Balaguer en el Real Patronato
ción después de la Guerra Civil. Como de Santa Isabel de Madrid (1931-1945), Madrid,
ocurriera durante la Segunda República, Rialp, 2010; José Luis Sáenz Ruiz Olalde, Las
las autoridades competentes pretendían Agustinas Recoletas de Santa Isabel la Real de
vincular el centro educativo al Ministerio Madrid, Madrid, Real Monasterio de Santa Isa-
de Educación Nacional. En ese supuesto, bel, 1990; María Leticia Sánchez Hernández, Pa-
desaparecerían la figura del rector y cape- tronato regio y órdenes femeninas en el Madrid
llanes de la histórica fundación eclesiásti- de los Austrias, Madrid, Fundación Universitaria
ca. San Josemaría defendió el cargo ape- Española, 1997; Ana Sastre, Tiempo de caminar.
lando a la secular historia del Monasterio Semblanza de Monseñor Josemaría Escrivá de
Balaguer, Madrid, Rialp, 1989; Andrés Vázquez
y Colegio y a la voluntad fundacional de
de Prada, El Fundador del Opus Dei, Madrid,
Felipe II, relativa a la rectoría y capellanías. Rialp, 1983.
Sus argumentos convencieron a las auto-
ridades y se mantuvo el status quo del Pa- Beatriz COMELLA GUTIÉRREZ
tronato, que pasó a depender de la Casa
Civil del Jefe de Estado (cfr. AGP, serie A.3,
319, 1, 5).
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En 1942, el nuevo Jefe de Estado con-
firmaba en su cargo de rector de Santa Isa- 1. Santidad y santificación en medio del
bel a san Josemaría, a petición del obispo mundo. 2. Santidad y vida sacramental.
de Madrid-Alcalá, Mons. Leopoldo Eijo y 3. La santidad como identificación con
Garay (cfr. AGP, serie A.5, 208, 3, 2). Cristo. 4. Santidad y apostolado. 5. El ca-
mino de la santidad.
En 1946, ante la perspectiva de la ex-
pansión del trabajo apostólico del Opus Con palabras de san Pablo que fueron
Dei por diversos países y su futura apro- repetidamente objeto de su consideración
bación como institución de derecho pon- y de su predicación, san Josemaría mos-
tificio, san Josemaría se trasladó a Roma. traba su convicción de que la santidad es
En diciembre de 1945 solicitó la dimisión la meta exacta, adecuada, de la vida del
como rector-administrador del Patronato cristiano: “Vosotros y yo formamos parte
de Santa Isabel, que volvió a visitar duran- de la familia de Cristo, porque Él mismo
te un viaje por España y Portugal en 1972. nos escogió antes de la creación del mun-
En esta visita, el antiguo rector recordó con do, para que seamos santos y sin mancha
emoción los años transcurridos en Santa en su presencia por la caridad, habiéndo-
Isabel (cfr. Vázquez de Prada, 1983, p. 389). nos predestinado como hijos adoptivos
por Jesucristo, a gloria suya, por puro
Voces relacionadas: Madrid (1927-1936); Ma- efecto de su buena voluntad (Ef 1, 4-5).
drid (1939-1946). Esta elección gratuita, que hemos recibi-

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do del Señor, nos marca un fin bien deter- fiesto, a la vez, la universalidad con que el
minado: la santidad personal, como nos fundador del Opus Dei proclama la llama-
lo repite insistentemente San Pablo: hæc da a la santidad (los cristianos pueden di-
est voluntas Dei: sanctificatio vestra (1 Ts rigirse a otros con el apelativo de “santo”)
4, 3), ésta es la Voluntad de Dios: vuestra y la fundamentación bíblica de ese modo
santificación. No lo olvidemos, por tanto: de proceder. Conviene por tanto que dedi-
estamos en el redil del Maestro, para con- quemos unas líneas a considerar la doctri-
quistar esa cima” (AD, 2; cfr. en el mismo na bíblica sobre la santidad y su recepción
sentido AD, 294). por san Josemaría.
Como se puede apreciar en el texto La etimología de la palabra “santo” su-
apenas citado –paradigmático en el tema giere la idea de separación, de algo reser-
que aquí nos ocupa, pero sólo uno entre vado, de algo trascendente. En el Antiguo
muchos–, la santidad del hombre es para Testamento, el concepto, en su plenitud,
san Josemaría el objeto de una llamada conviene exclusivamente a Dios: sólo Dios
de Dios, de una elección, de una voca- es santo por esencia, alejado de todo pe-
ción. Una vocación que está presente en cado y de toda imperfección, plenitud de
la eternidad de Dios y que arranca con la vida y perfección (cfr., por ejemplo, Ex 15,
existencia misma del hombre (cfr. ECP, 1). 11; I Sam 2, 2; Os 11, 9; Is 6, 3; y comenta-
Al enseñar que el hombre ha sido creado rios en Ancilli, 1984, pp. 346-347; Illanes,
para Dios, san Josemaría asumía la cons- 2007, p. 129; Marti, 2006, p. 26).
tante tradición de la Iglesia, tomándola La santidad es una propiedad exclu-
como punto de partida radical. Como con- siva de Dios, pero Dios –plenitud del amor
secuencia, en sus escritos, el hombre, el trinitario– la puede comunicar a los demás
cristiano, es siempre contemplado como seres, especialmente a los espirituales, ha-
el objeto de una elección divina, de una ciéndoles partícipes de su vida. La criatura
predilección de Dios, que mira con amor será santificada en la medida en que se se-
a cada uno, y a cada uno destina a la co- pare del pecado y se sustraiga de todo lo
munión de vida con Él (cfr. ECP, 1). La san- que la aparte de Dios. Así, se puede hablar
tidad no es otra cosa que esa comunión de personas santas, lugares santos, etc.
de vida con Dios: “Santidad no significa (cfr. Ex 3, 5; Ex 35, 2; Ex 19, 6; Lv 11, 44;
exactamente otra cosa más que unión con Lv 11, 20-26; Lv 21, 6-8; Sal 5, 8; Ne 8,
Dios; a mayor intimidad con el Señor, más 11). Y así, también, el pueblo de Dios es
santidad” (AIG, p. 21). Unión con Dios que, santo, y está llamado a corresponder a la
como veremos, tiene en san Josemaría libre elección divina purificándose de toda
unos perfiles bien definidos. inmundicia incompatible con la santidad
de Dios: “Sed santos, porque yo, Yahveh,
1. Santidad y santificación en medio del Dios vuestro, soy santo” (Lv 19, 2; 20, 26).
mundo El Nuevo Testamento hace también
“«Saludad a todos los santos. Todos sujeto de este atributo divino a Jesús (cfr.
los santos os saludan. A todos los santos Hch 3, 14). En Cristo, la comunicación de
que viven en Efeso. A todos los santos en la vida y la santidad divinas alcanza su
Cristo Jesús, que están en Filipos.» –¿Ver- punto máximo al hacerse su naturaleza
dad que es conmovedor ese apelativo humana partícipe de la santidad del Verbo,
–¡santos!– que empleaban los primeros fie- quedando así santificada, penetrada de la
les cristianos para denominarse entre sí?” vida de Dios. Cristo es santo en su ser, en
(C, 469). Este punto de Camino en el que su persona, y en su operación, en la que
san Josemaría aúna tres textos paulinos (2 la voluntad humana se une perfectamen-
Cor, 13, 2; Ef 1, 1; Flp 1, 1), pone de mani- te a la divina. Y junto a Jesús, también el

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cristiano es denominado santo, por la par- que participa realmente del ser de Cristo.
ticular unión que alcanza con Cristo por Con el Bautismo, la Trinidad viene a habi-
el Bautismo (cfr. Hch 9, 13; Rm 16, 2; Rm tar en el cristiano por la infusión en el alma
16, 31; Rm 15, 25; 1 Co 16, 1; 2 Co 1, 1) de una nueva realidad que la transforma:
gracias a la acción del Espíritu Santo, que la gracia, a la que acompañan las virtudes
Cristo envía desde el Padre. De esta mane- sobrenaturales y los dones del Espíritu
ra, el cristiano es santo porque es templo Santo. Así, con la gracia y con la efusión
del Espíritu Santo (cfr. 1 Co 6, 19), nueva en él del Espíritu Santo, el cristiano es di-
criatura en Cristo (cfr. Ga 6, 15) y, en suma, vinizado (cfr. Ga 6, 15; 1 Jn 3, 1), se hace
hijo de Dios (cfr. Rm 8, 14-17; 1 Jn 3, 1-2) partícipe de la naturaleza divina (cfr. 2 P
(cfr. Illanes, 2007, p. 131). 1, 4). De esa santidad ontológica, real, del
Los textos del Nuevo Testamento im- hombre cristiano, surgen sus obras como
plican una notable profundización en la no- de una nueva naturaleza; de modo que es-
ción de santidad respecto a los del Antiguo tas obras, en la medida en que correspon-
(cfr. Illanes, 2007, p. 132). La santidad no den a esa nueva naturaleza, son también
se predica sólo del pueblo de Israel, sino santas, expresión y fuente de santidad (cfr.
de toda persona que recibe la gracia. Y la Ancilli, 1984, pp. 347-350).
palabra adquiere una densidad particular: En el Bautismo, el cristiano, por obra
connota no solamente algo moral, sino del Espíritu Santo, es injertado en Cristo
algo mucho más íntimo: la participación y comienza a vivir de la santidad de Dios
en la vida misma de Dios. Más concreta- como hijo de Dios en Cristo. Toda reali-
mente, una participación en la vida misma zación ulterior de la realidad cristiana se
de Cristo, y en Él y por Él en la de la Tri- fundamenta y se inserta en el Bautismo.
nidad, que afecta a los niveles más pro- La plenitud de la vida, la santidad, no será
fundos del ser, que transforma y eleva al otra cosa que la realización acabada y per-
hombre, elevando también su acción. Al fecta de todo lo que la vida divina ha pues-
mismo tiempo, se universaliza la aplica- to en el corazón del cristiano.
ción del concepto: “No estamos destina- “Tienes obligación de santificarte. –Tú
dos –decía san Josemaría– a una felicidad también. –¿Quién piensa que ésta es labor
cualquiera, porque hemos sido llamados a exclusiva de sacerdotes y religiosos? A
penetrar en la intimidad divina, a conocer todos, sin excepción, dijo el Señor: «Sed
y amar a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios perfectos, como mi Padre Celestial es per-
Espíritu Santo y, en la Trinidad y en la Uni- fecto»” (C, 291; la historia de este punto,
dad de Dios, a todos los ángeles y a todos en CECH, pp. 471-473). La santidad es la
los hombres. Esa es la gran osadía de la fe meta propia del bautizado y también, a tra-
cristiana: proclamar el valor y la dignidad vés de la Iglesia, la de todo hombre, ya que
de la humana naturaleza, y afirmar que, todo hombre está llamado desde la obra
mediante la gracia que nos eleva al orden redentora de Cristo a la salvación, que se
sobrenatural, hemos sido creados para al- opera en la Iglesia y por el Bautismo. El
canzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía transcurrir de la historia irá propiciando la
ciertamente increíble, si no estuviera basa- aparición de muy diversos modos de reali-
da en el decreto salvador de Dios Padre, zar en el tiempo esa llamada: la historia de
y no hubiera sido confirmada por la san- la Iglesia está jalonada de santos, también
gre de Cristo y reafirmada y hecha posible reconocidos por la Iglesia (canonizados)
por la acción constante del Espíritu Santo” que manifiestan la riqueza de aspectos y
(ECP, 133). facetas de la santidad. Esta misma historia
Dicho con otras palabras, en el cristia- pone de relieve que en determinadas épo-
no no sólo se da una santidad moral sino cas la percepción de la santidad como la
también una santidad ontológica, puesto meta común a la que todo cristiano está

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llamado por el hecho mismo de su bautis- Y en otro lugar, haciendo referencia


mo se ha difuminado hasta llegar a la per- expresa a la gracia bautismal, decía: “to-
suasión de que la santidad parecería una dos estamos igualmente llamados a la
meta demasiado alta para el común de los santidad. No hay cristianos de segunda
cristianos corrientes y, por tanto, accesible categoría, obligados a poner en práctica
sólo a algunos. sólo una versión rebajada del Evangelio:
todos hemos recibido el mismo Bautismo
La proclamación sin ambages por par-
y, si bien existe una amplia diversidad de
te del Concilio Vaticano II de la llamada
carismas y de situaciones humanas, uno
universal a la santidad supuso la cancela-
mismo es el Espíritu que distribuye los do-
ción definitiva de esa tendencia: “todos en
nes divinos, una misma la fe, una misma
la Iglesia –afirma la Lumen Gentium– , ya
la esperanza, una la caridad (cfr. 1 Co 12,
pertenezcan a la jerarquía, ya pertenezcan 4-6; 13, 1-13)” (ECP, 134; cfr. en el mismo
a la grey, son llamados a la santidad, se- sentido F, 13, 562).
gún aquello del Apóstol: «Porque ésta es
la voluntad de Dios, vuestra santificación» Estando todos los cristianos llama-
dos a la plenitud de la vida cristiana, esta
(1 Ts 4, 3; Ef 1, 4)” (LG, 39).
puede ser buscada, y alcanzada, en cual-
San Josemaría –que ha sido conside- quier estado o condición. Concretamente
rado, precisamente en este punto, un pre- el cristiano corriente, el laico seglar, debe
cursor del Vaticano II– lo venía afirmando, buscar la configuración con Cristo en me-
de palabra y por escrito, desde decenios dio del mundo en que vive; de modo que
antes: “Con el comienzo de la Obra en es precisamente a través de las vicisitudes
1928, mi predicación ha sido que la santi- de la vida en el mundo como, unido a Dios
dad no es cosa para privilegiados, sino que y con la ayuda de la gracia, podrá llevar a
pueden ser divinos todos los caminos de la plenitud su ser de cristiano. La existencia
tierra, todos los estados, todas las profe- en el mundo (familiar, profesional, social,
siones, todas las tareas honestas” (CONV, etc.) ofrece al cristiano, a quien Dios lla-
26). En un documento terminado de re- ma a vivir esa vida, la ocasión para tratar
dactar en los años sesenta, pero con ma- al Señor y servir a los demás ejercitando
teriales de la década de 1930, recalcaba: todas las virtudes –la caridad, la esperan-
“Hemos venido a decir, con la humildad de za, la misericordia, la justicia, etc.– hasta el
quien se sabe pecador y poca cosa –homo heroísmo y, de esta forma, perfeccionando
peccator sum (Lc 5, 8), decimos con Pe- a través de su conducta y de su vida ordi-
dro–, pero con la fe de quien se deja guiar naria en el mundo la imagen de Cristo que
por la mano de Dios, que la santidad no es le fue impresa en el Bautismo (cfr. Burkhart
cosa para privilegiados: que a todos nos - López, I, 2010, pp. 49-52).
llama el Señor, que de todos espera Amor:
de todos, estén donde estén; de todos, 2. Santidad y vida sacramental
cualquiera que sea su estado, su profe- San Josemaría predicó incansable-
sión o su oficio. Porque esa vida corriente, mente que toda la vida del cristiano, la lu-
ordinaria, sin apariencia, puede ser medio cha por la santidad, surge de la gracia de
de santidad: no es necesario abandonar el Dios y de la correspondencia de cada uno
propio estado en el mundo, para buscar a a esa gracia. Y siendo los sacramentos los
Dios, si el Señor no da a un alma la vo- cauces ordinarios de la comunicación de
cación religiosa, ya que todos los caminos la gracia, no podían menos que aparecer
de la tierra pueden ser ocasión de un en- muy frecuentemente en sus escritos y en
cuentro con Cristo” (Carta 24-III-1930, n. 2: su predicación. La raíz de la santidad del
Illanes, 2007, pp. 146-147). cristiano es sacramental. Los sacramentos

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lo configuran con Cristo y hacen posible Santo, que no sólo nos configura con
que desarrolle la vida en Cristo que esa Cristo, como sucede en el Bautismo,
configuración trae consigo (cfr. ECP, 78). sino que nos cristifica por entero, aso-
No es por eso de extrañar que los diversos ciándonos a la plenitud de Cristo Jesús
sacramentos ocupen un papel destacado (Catequesis, 22, 3)” (ECP, 87).
en la predicación del fundador del Opus – “El matrimonio está hecho para que los
Dei. Sirvan de ejemplo algunos textos: que lo contraen se santifiquen en él, y
– “El cristiano se sabe injertado en Cris- santifiquen a través de él: para eso los
to por el Bautismo; habilitado a luchar cónyuges tienen una gracia especial,
por Cristo, por la Confirmación; llama- que confiere el sacramento instituido
do a obrar en el mundo por la partici- por Jesucristo. Quien es llamado al
pación en la función real, profética y estado matrimonial, encuentra en ese
sacerdotal de Cristo; hecho una sola estado –con la gracia de Dios– todo lo
cosa con Cristo por la Eucaristía, sa- necesario para ser santo, para identi-
cramento de la unidad y del amor” ficarse cada día más con Jesucristo, y
(ECP, 106). para llevar hacia el Señor a las perso-
– “En el bautismo, Nuestro Padre Dios nas con las que convive” (CONV, 91).
ha tomado posesión de nuestras vi- En el conjunto de citas que acabamos
das, nos ha incorporado a la de Cristo de realizar se pueden distinguir dos co-
y nos ha enviado el Espíritu Santo. El sas. En primer lugar, la íntima conexión de
Señor, nos dice la Escritura Santa, nos la doctrina de san Josemaría con toda la
ha salvado haciéndonos renacer por tradición cristiana y, si se quiere, particu-
el bautismo, renovándonos por el Es- larmente con la de los Padres de la Iglesia.
píritu Santo, que Él derramó copiosa- En segundo lugar, que esa acentuación
mente sobre nosotros por Jesucristo sacramental de san Josemaría –según la
Salvador nuestro, para que, justifica- perspectiva espiritual que le es propia– en-
dos por la gracia, vengamos a ser he- tronca y en parte se adelanta a algunos de
rederos de la vida eterna conforme a los desarrollos en la fundamentación o en-
la esperanza que tenemos (Tt 3, 5-7)” foque de la teología moral contemporánea.
(ECP, 128). Abandonando un planteamiento en parte
– “«Induimini Dominum Jesum Chris- voluntarista y en parte intelectualista –en
tum» –revestíos de Nuestro Señor el que incidió gran parte de la teología mo-
Jesucristo, decía San Pablo a los Ro- ral del siglo XVI y siguientes–, en nuestros
manos. –En el Sacramento de la Peni- días se ha abierto paso en la teología mo-
tencia es donde tú y yo nos revestimos ral un planteamiento de fundamentación,
de Jesucristo y de sus merecimientos” confirmado por Juan Pablo II en la Cart.
(C, 310). Enc. Veritatis splendor, que se apoya en
– “Se entiende que la Misa sea el centro la comprensión del sujeto moral cristiano
y la raíz de la vida espiritual del cristia- como “hijo de Dios en Cristo por obra del
no. Es el fin de todos los sacramentos Espíritu Santo”, viendo en el Bautismo y en
(cfr. S.Th. III, q. 65, a. 3). En la Misa se la Eucaristía los dos momentos fundamen-
encamina hacia su plenitud la vida de la tales de esa configuración.
gracia, que fue depositada en nosotros El Bautismo incorpora a la persona que
por el Bautismo, y que crece, fortaleci- lo recibe a aquello que un día vivió Cristo:
da por la Confirmación. Cuando parti- su muerte y su resurrección, su experien-
cipamos de la Eucaristía, escribe San cia de la muerte y su paso a la vida. Parti-
Cirilo de Jerusalén, experimentamos la cipando en el Bautismo del acontecimien-
espiritualización deificante del Espíritu to de la Cruz, el hombre se ve realmente

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liberado del pecado. Y así como la muerte En sintonía con estas verdades cris-
y sepultura de Cristo no son hechos aisla- tianas, san Josemaría recalca la necesidad
dos, sino que se ordenan a su resurrección de que el sacrificio eucarístico, la santa
–y han de ser comprendidos en conjunto–, Misa, constituya el centro y la raíz de la
así también, el sacramento del Bautismo vida del bautizado: “Lucha para conse-
tiene por objetivo un cambio completo del guir que el Santo Sacrificio del Altar sea el
hombre, el don de la vida nueva, la partici- centro y la raíz de tu vida interior, de modo
pación en la vida misma de Cristo resucita- que toda la jornada se convierta en un acto
do (cfr. VS, 21). Se participa, por tanto, de de culto –prolongación de la Misa que has
la muerte de Jesús para pasar a una vida oído y preparación para la siguiente–, que
libre del pecado en comunión con Cristo se va desbordando en jaculatorias, en visi-
resucitado. tas al Santísimo, en ofrecimiento de tu tra-
bajo profesional y de tu vida familiar…” (F,
La Eucaristía a su vez se ordena a lle-
69; cfr. en el mismo sentido, subrayando la
var a la plenitud esa vida nueva recibida en
razón de fin de todos los sacramentos que
el Bautismo. En efecto, siguiendo el para-
tiene la Eucaristía, ECP, 86-87). Y como
lelismo tradicional que la teología católica prolongación de la celebración eucarística,
establece entre los sacramentos y la vida el trato con Jesús en el Sagrario: “¡Sé alma
natural del hombre, se puede decir que, así de Eucaristía! –Si el centro de tus pensa-
como nacer no es vivir, aunque para vivir mientos y esperanzas está en el Sagrario,
hay que nacer, de modo análogo, el nacer hijo, ¡qué abundantes los frutos de santi-
a la vida cristiana, siendo imprescindible, dad y de apostolado!” (F, 835).
no lo es todo: hay que vivir y ese vivir, que
La participación en la vida de Cristo,
implica el actuar libre que desenvuelve la
la unión con Cristo, presupone la acción
vida y la lleva a plenitud, es alimentado y
del Espíritu Santo y, a la vez, conduce a
hecho posible por la Eucaristía. Participar
abrazarse a ella. Es el Espíritu Santo quien
en la Eucaristía supone para el bautizado
santifica al hombre (cfr. C, 57), quien guía
recibir a Cristo mismo y tomar parte en
al cristiano en el proceso de configuración
la donación incondicionada de Cristo por
de la propia vida según Cristo: “el Espíritu
amor, reconocer el amor sacrificial de Cris- Santo es quien, con sus inspiraciones, va
to y hacerlo propio configurando el propio dando tono sobrenatural a nuestros pen-
modo de vivir al del Señor que se les en- samientos, deseos y obras. Él es quien nos
trega. El vivir del cristiano puede así ser un empuja a adherirnos a la doctrina de Cristo
vivir desde y por amor, en una donación y a asimilarla con profundidad, quien nos
incondicionada al Padre y a los demás da luz para tomar conciencia de nuestra
hombres, como el de Cristo. vocación personal y fuerza para realizar
Dicho con otras palabras, mediante la todo lo que Dios espera. Si somos dóci-
celebración de la Eucaristía, Cristo arran- les al Espíritu Santo, la imagen de Cristo
ca al creyente de la posesión egoísta de se irá formando cada vez más en nosotros
sí mismo y lo hace partícipe de su misma e iremos así acercándonos cada día más a
caridad. Participando en este sacramento, Dios Padre. Los que son llevados por el Es-
el cristiano se hace capaz de articular su píritu de Dios, esos son hijos de Dios (Rm
conducta desde el fundamento originario 8, 14)” (ECP, 135; cfr. C, 273).
de su nueva vida, desde el amor, confi- Junto al Bautismo y a la Eucaristía san
gurándose plenamente a Cristo y siendo Josemaría concedía un lugar de privilegio
capaz de vivir la vida del Señor, y así, con- en la vida del cristiano al sacramento de
vertirla en el seguimiento de Cristo, en la la Penitencia. Era bien consciente de que
identificación con Jesús. en la respuesta libre del hombre a los do-

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nes de Dios cabe la posibilidad del error, Cristo. Está claro que el imitar y el seguir
de la flaqueza. De ahí que la santidad del tienen aquí un sentido pleno, como lo en-
cristiano se configure siempre con la forma seña de modo catequético Juan Pablo II,
de una lucha interior que no cesará has- en la Cart. Enc. Veritatis splendor: el fun-
ta el momento mismo de la muerte: “La damento esencial y original de la moral
santidad está en la lucha, en saber que te- cristiana es seguir a Cristo, un seguimiento
nemos defectos y en tratar heroicamente que no se reduce a una mera imitación ex-
de evitarlos. La santidad –insisto– está en terior, sino a un seguir interior, conformán-
superar esos defectos..., pero nos morire- dose a los sentimientos mismos de Jesús,
mos con defectos: si no, ya te lo he dicho, compartiendo su vida y su destino, hacien-
seríamos unos soberbios” (F, 312). En esa do del amor la expresión de la propia vida
vida de amor y empeño, ocupa un lugar (cfr. VS, 19).
importante la Penitencia. “Cristo, que nos El seguimiento y la imitación de Cris-
perdonó en la Cruz, sigue ofreciendo su to entendidos de este modo son comple-
perdón en el Sacramento de la Penitencia” tamente análogos a lo que designamos
(AD, 214), y poco después añade: “En este como identificación con Cristo. De hecho,
Sacramento maravilloso, el Señor limpia san Josemaría utiliza en muchas ocasio-
tu alma y te inunda de alegría y de fuerza nes esas expresiones: seguimiento de
para no desmayar en tu pelea, y para re- Cristo (cfr. S, 728), imitación de Cristo (cfr.
tornar sin cansancio a Dios” (ibidem). De ECP, 106). Pero se puede establecer un
esa forma, la santidad del cristiano se va matiz que las diferencia de la identificación
haciendo realidad mediante la sinergia de con Cristo. El matiz consiste en que para
la voluntad y los dones de Dios, y la co- san Josemaría, la identificación con Cristo
rrespondencia libre, agradecida, amorosa es como la meta o el ideal al que tienden
y filial del hombre (cfr. S, 668; F, 429 y 990). y en el que naturalmente han de terminar
el seguimiento y la imitación de Cristo. El
3. La santidad como identificación con cristiano es y ha de llegar a ser “ipse Chris-
Cristo tus”, el mismo Cristo, dirá innumerables
Con toda la tradición cristiana, san Jo- veces: “En la vida espiritual no hay una
semaría entiende la santidad como unión nueva época a la que llegar. Ya está todo
con Dios. Una unión a la que se ordenan dado en Cristo, que murió, y resucitó, y
los dones recibidos con el Bautismo y ple- vive y permanece siempre. Pero hay que
nificados por la Eucaristía, que configuran unirse a Él por la fe, dejando que su vida
con Cristo. El cristiano se une a Dios sien- se manifieste en nosotros, de manera que
do configurado con Cristo y viviendo de lo pueda decirse que cada cristiano es no ya
que Cristo es por la obra del Espíritu San- alter Christus, sino ipse Christus, ¡el mismo
to. Dicho con otras palabras, la santidad Cristo!” (ECP, 104).
forma una sola cosa con la identificación Citamos dos textos más en los que
con Cristo. san Josemaría pone de relieve la cercanía
La expresión “identificación con Cris- y la orientación de los conceptos de se-
to” tiene un valor específico. No es, por lo guimiento e imitación de Cristo con el de
demás, la única que permite la descripción identificación con Cristo:
de la vida cristiana como vida de relación – “Hemos de aprender de Él, de Jesús,
con Cristo. El Nuevo Testamento mismo nuestro único modelo. Si quieres ir
nos ofrece al menos otras dos: imitación adelante previniendo tropiezos y ex-
de Cristo y seguimiento de Cristo, de tal travíos, no tienes más que andar por
modo que la santidad puede ser caracte- donde Él anduvo, apoyar tus plantas
rizada como el seguir a Cristo y el imitar a sobre la impronta de sus pisadas,

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adentrarte en su Corazón humilde y ir adelante hacia la meta que San Pablo


paciente, beber del manantial de sus señalaba: no soy yo el que vivo, sino que
mandatos y afectos; en una palabra, Cristo vive en mí (Ga 2, 20). La ambición es
has de identificarte con Jesucristo, alta y nobilísima: la identificación con Cris-
has de procurar convertirte de verdad to, la santidad. Pero no hay otro camino, si
en otro Cristo entre tus hermanos los se desea ser coherente con la vida divina
hombres” (AD, 128; el subrayado es que, por el Bautismo, Dios ha hecho nacer
nuestro). en nuestras almas. El avance es progreso
– “Seguir a Cristo: éste es el secreto. en santidad; el retroceso es negarse al de-
Acompañarle tan de cerca, que viva- sarrollo normal de la vida cristiana. Porque
mos con Él, como aquellos primeros el fuego del amor de Dios necesita ser ali-
doce; tan de cerca, que con Él nos mentado, crecer cada día, arraigándose en
identifiquemos. No tardaremos en el alma; y el fuego se mantiene vivo que-
afirmar, cuando no hayamos puesto mando cosas nuevas” (ECP, 58).
obstáculos a la gracia, que nos hemos
revestido de Nuestro Señor Jesucris- 4. Santidad y apostolado
to (cfr. Rm 12, 14). Se refleja el Señor La comprensión de la santidad como
en nuestra conducta, como en un es- identificación con Cristo lleva consigo
pejo. Si el espejo es como debe ser, ineludiblemente la afirmación del apos-
recogerá el semblante amabilísimo de tolado, la llamada como contribución a
nuestro Salvador sin desfigurarlo, sin la santificación de los demás, como una
caricaturas: y los demás tendrán la tarea inherente a la propia santificación.
posibilidad de admirarlo, de seguirlo” En efecto, dada la configuración real con
(AD, 299). Cristo que se obra con el Bautismo y se
Al comprender la santidad como iden- plenifica con la Eucaristía, el ser, el sentir y
tificación con Cristo, san Josemaría la con- el vivir del cristiano pueden ser, deben ser,
cibe, por un lado, como algo dado, que se el ser y el sentir del propio Cristo. En suma,
comunica al cristiano con la gracia a tra- la configuración del cristiano con Cristo lle-
vés de los sacramentos, empezando por el va también consigo la configuración de la
Bautismo. Y por otro lado, como un proce- misión del cristiano en el mundo con la de
so de crecimiento en la semejanza a Cris- Cristo.
to, que se va obrando a lo largo de toda Fue en san Josemaría una profunda
la vida por la correspondencia del cristiano convicción doctrinal la inseparabilidad en
a la gracia recibida. Esa plenitud llegará Jesucristo de su ser y de su misión: “No es
al final, cuando cada uno, tras la muerte, posible separar en Cristo su ser de Dios-
alcance la identificación plena con Cristo Hombre y su función de Redentor. El Verbo
y, con ella, la comunión plena de vida con se hizo carne y vino a la tierra ut omnes ho-
Dios. Pero se inicia ya en la vida en el tiem- mines salvi fiant (cfr. 1 Tm 2, 4), para salvar
po con la correlación entre gracia de Dios y a todos los hombres. Con nuestras mise-
correspondencia del hombre. De aquí que rias y limitaciones personales, somos otros
san Josemaría describiera la santidad al Cristos, el mismo Cristo, llamados también
mismo tiempo como un don y como una a servir a todos los hombres” (ECP, 106).
tarea. Dios concede sus dones; el hombre, Si en Cristo ser y misión constituyen una
al recibirlo, es llamado a aplicar su libertad unidad indisociable, en el cristiano, con-
en corresponder con todas sus fuerzas de figurado verdaderamente a Cristo, ha de
modo que el Espíritu Santo pueda ir con- ocurrir lo mismo. El apostolado es, desde
formando en él la imagen de Cristo. “No es esta perspectiva, la manifestación de la
posible quedarse inmóviles. Es necesario santidad: “Es preciso que seas «hombre

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SANTIDAD

de Dios», hombre de vida interior, hombre en la misericordia de Dios. De ahí el deseo


de oración y de sacrificio. –Tu apostolado vehemente de considerarnos corredento-
debe ser una superabundancia de tu vida res con Cristo, de salvar con Él a todas las
«para adentro»” (C, 961). almas, porque somos, queremos ser ipse
La vida del cristiano es, por eso, para Christus, el mismo Jesucristo, y Él se dio a
san Josemaría una vida dotada de un sig- sí mismo en rescate por todos (1 Tim 2, 6)”
nificado apostólico profundo, determinan- (ECP, 120-121). Corredención, apostolado,
te. Así como Cristo vivió para entregarse santificación de la vida ordinaria, santidad
para la redención de los hombres, también forman así una profunda unidad.
el cristiano debe vivir de cara a los de-
más, con actitud no sólo de respeto sino 5. El camino de la santidad
de amor y de espíritu de servicio, procu-
El proceso a través del cual el bautiza-
rando transmitirles siempre con respeto
do va progresando en la configuración con
a su libertad, lo que sabe que es el don
Cristo recibida en el Bautismo tiene para
más precioso para todo hombre, la fe. De
san Josemaría una serie de referencias,
este modo el cristiano continúa la misión
como jalones, necesarias para alcanzar
redentora de Cristo: “Abrazar la fe cristia-
esa finalidad. Se pueden encontrar expre-
na es comprometerse a continuar entre las
sadas con una gran belleza en la homilía
criaturas la misión de Jesús. Hemos de ser,
Hacia la santidad (AD, 294-316). También
cada uno de nosotros, alter Christus, ipse
aparecen con los matices del tema con-
Christus, otro Cristo, el mismo Cristo. Sólo
creto de que se ocupa en La grandeza de
así podremos emprender esa empresa
la vida corriente (AD, 1-22). Las mismas
grande, inmensa, interminable: santificar
ideas pueden encontrarse diseminadas
desde dentro todas las estructuras tempo-
rales, llevando allí el fermento de la Reden- por toda su predicación.
ción” (ECP, 183). En apretada síntesis, se podrían se-
En esta línea, y con frecuencia, san ñalar los siguientes rasgos o dimensiones
Josemaría utiliza el término corredención en ese camino de santidad o identificación
o corredentores para significar gráfica- con Cristo:
mente la participación del cristiano en la
a) Piedad, trato personal con Dios, vida
misión de Cristo (de cuyo ser ya participa
interior
por la gracia): “La gran misión que recibi-
mos, en el Bautismo, es la corredención. “La meta no es fácil: identificarnos con
Nos urge la caridad de Cristo (cfr. 2 Co 5, Cristo. Pero tampoco es difícil, si vivimos
14), para tomar sobre nuestros hombros como el Señor nos ha enseñado: si acu-
una parte de esa tarea divina de rescatar dimos diariamente a su Palabra, si empa-
las almas. Mirad: la Redención, que quedó pamos nuestra vida con la realidad sacra-
consumada cuando Jesús murió en la ver- mental –la Eucaristía– que Él nos ha dado
güenza y en la gloria de la Cruz, escándalo por alimento” (ECP, 32). Impulsa, por tanto,
para los judíos, necedad para los gentiles al trato directo con Dios en la oración y en
(1 Co 1, 23), por voluntad de Dios conti- la Eucaristía, como medio indispensable
nuará haciéndose hasta que llegue la hora para identificarse con Él (cfr. también, ECP,
del Señor. No es compatible vivir según el 107; AD, 111). En definitiva, se trata de co-
Corazón de Jesucristo, y no sentirse en- nocer y amar a Jesucristo, lo que implica
viado, como Él, peccatores salvos facere dirigir la mirada hacia la Humanidad Santí-
(1 Tim 1, 15), para salvar a todos los pe- sima de Cristo (cfr. AD, 299-300), mediante
cadores, convencidos de que nosotros la lectura meditada del Santo Evangelio y
mismos necesitamos confiar más cada día de la Pasión del Señor.

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SANTIDAD

En la homilía Hacia la santidad descri- extraordinario, en el sentido de reservado


be con detalle ese camino de oración, su- para algunos que reciben de Dios un don
brayando –de cara precisamente a poner particular, aunque tenga todo lo extraor-
de relieve que trata de un camino llama- dinario que implica la realidad del obrar
do a ser recorrido por cristianos corrien- de Dios: “Me interesa confirmar de nuevo
tes– que se inicia con las oraciones que se –afirma en una de sus homilías– que no me
aprendieron desde niños, de modo que, refiero a un modo extraordinario de vivir
perseverando en ese inicio de contem- cristianamente” (AD, 312), sino de afrontar
plación que implica la oración infantil, y a la vida ordinaria y corriente, con presencia
través de una vida espiritual cada vez más de Dios y con espíritu de servicio que ani-
honda, se llega hasta la intimidad con la ma todas las acciones. Es en las circuns-
Trinidad Beatísima (cfr. AD, 295-298). tancias de cada día y a través precisamen-
te de ellas, donde el cristiano encuentra a
b) Amor a la Cruz Dios y vive la vida sobrenatural que le ha
De manera clara, san Josemaría ad- sido comunicada por la gracia divina.
vierte que “estar con Jesús es, segura-
mente, toparse con su Cruz. Cuando nos d) En unión con la Santísima Virgen
abandonamos en las manos de Dios, es El cristiano está acompañado a lo lar-
frecuente que Él permita que saboreemos go de todo su camino por la Madre del Re-
el dolor, la soledad, las contradicciones, dentor. Es en María donde mejor se ha rea-
las calumnias, las difamaciones, las bur- lizado la configuración a Cristo, en su ser y
las, por dentro y por fuera: porque quiere en su misión, por obra del Espíritu Santo,
conformarnos a su imagen y semejanza, y es María quien puede guiar al cristiano
y tolera también que nos llamen locos” en ese proceso de identificación. El mo-
(AD, 301). delo del cristiano es siempre Jesucristo,
La Cruz, que formó parte integrante de pero para acercarse a ese modelo ha de
la vida de Jesús entre los hombres, no pue- estar presente ante nuestros ojos la vida, el
de no estar presente en la del cristiano, que ejemplo de la Santísima Virgen, como mo-
tiene que ser vida de amor y de entrega. La delo para la identificación con Jesucristo.
contemplación de la cruz de Cristo ayuda Pueden citarse aquí, junto a numero-
por lo demás a alcanzar una comprensión sos puntos de Camino, Surco y Forja, las
profunda del sentido verdadero del dolor tres homilías sobre la Virgen publicadas en
y del sufrimiento, hasta captar ese signo Es Cristo que pasa y Amigos de Dios, en
positivo –capacidad de amar sin límites en las que san Josemaría exhorta a imitar a
la obra de la redención– que tan difícil es María, a sentirse identificado con Ella, para
de vislumbrar cuando se contempla desde alcanzar la santidad y, como redundancia,
una perspectiva exclusivamente natural. a cumplir la personal misión apostólica.
De ahí que invitara a meditar en la Citamos un pasaje entre tantos otros: “Si
Pasión del Señor, introduciéndose por de- nos identificamos con María, si imitamos
rroteros de contemplación hasta las llagas sus virtudes, podremos lograr que Cristo
abiertas del Redentor (cfr. AD, 302). nazca, por la gracia, en el alma de muchos
que se identificarán con Él por la acción
c) En la vida corriente del Espíritu Santo. Si imitamos a María,
San Josemaría describe un itinerario de alguna manera participaremos en su
exigente que puede y debe ser recorrido maternidad espiritual. En silencio, como
por cualquier persona en el contexto de Nuestra Señora; sin que se note, casi sin
su vida normal y corriente. No hay en la palabras, con el testimonio íntegro y co-
santidad nada que pueda ser considerado herente de una conducta cristiana, con la

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SANTIDAD. LLAMADA UNIVERSAL A LA

generosidad de repetir sin cesar un fiat que SANTIDAD. LLAMADA UNIVERSAL


se renueva como algo íntimo entre noso- A LA
tros y Dios” (AD, 281).
1. Magisterio de la Iglesia. 2. Enseñanzas
de san Josemaría.
Voces relacionadas: Bautismo y Confirmación;
Contemplativos en medio del mundo; Fieles La exposición de la moral cristiana
cristianos; Filiación divina; Identificación con
realizada por el Catecismo de la Iglesia Ca-
Cristo; Inhabitación trinitaria; Laicos; Moral cris-
tiana; Sacramentos: Exposición de conjunto;
tólica (CCE) arranca desde una óptica de
Santidad, Llamada universal a la; Trabajo, San- vocación universal a la santidad (nn. 1691-
tificación del; Vida ordinaria, Santificación de la; 1698), meta de la vida (nn. 2012-2016) y
Vocación. del esfuerzo de todo cristiano: “En la unión
con su Salvador, el discípulo alcanza la
Bibliografía: OIG, 20015, passim; Ermanno perfección de la caridad, la santidad. La
Ancilli, “Santidad cristiana”, en Id., Dicciona- vida moral, madurada en la gracia, culmi-
rio de espiritualidad, Barcelona, Herder, 1987, na en vida eterna, en la gloria del cielo” (n.
pp. 346-355; Antonio Aranda, Identità cristiana. 1709). No es anecdótico que el Catecismo
I fondamenti, Roma, EDUSC, 2007; Manuel haya querido exponer la «Vida en Cristo»
Belda Plans - José Escudero - José Luis Illa- (la parte moral) desde la grandiosa pers-
nes - Paul O’Callaghan (ed.), Santità e Mondo. pectiva conciliar del capítulo V de Lumen
Atti del Convegno teologico di studio sugli in- gentium, dedicado a la vocación universal
segnamenti del beato Josemaría Escrivá (Roma, a la santidad en la Iglesia. Juan Pablo II
12-14 ottobre 1993), Città del Vaticano, Libreria
afirmó que esta doctrina “ha sido la con-
Editrice Vaticana, 1994; Ernst Burkhart - Javier
López, Vida cotidiana y santidad en la enseñanza
signa fundamental confiada a todos los
de San Josemaría. Estudio de teología espiritual, hijos e hijas de la Iglesia, por un Concilio
I, Madrid, Rialp, 2010; Carlo Caffarra, Vida en convocado para la renovación evangélica
Cristo, Pamplona, EUNSA, 1999; Álvaro del Por- de la vida cristiana” (ChL, 16).
tillo, Una vida para Dios. Reflexiones en torno
a la figura de Monseñor Josemaría Escrivá de
1. Magisterio de la Iglesia
Balaguer. Discursos, Homilías y otros escritos,
Madrid, Rialp, 19922; José Luis Illanes, Trata- La importancia atribuida en la ense-
do de Teología Espiritual, Pamplona, EUNSA, ñanza reciente a la doctrina de la llamada
2010; Pablo Marti, Teología Espiritual. Manual universal a la santidad no significa que ésta
de iniciación, Madrid, Rialp, 2006; Paolo Moli- constituya una novedad: la conciencia de
nari, “Santo”, en Stefano De Fiores - Tulio Goffi esa llamada ha estado siempre presente
(dirs.), Nuevo diccionario de espiritualidad, Ma- en la vida de la Iglesia, como no podía ser
drid, Ediciones Paulinas, 1983, pp. 1242-1254;
de otra manera, puesto que tiene su raíz en
Francisco Varo, Alegres con esperanza. Textos
la regeneración operada por el Bautismo y
de San Pablo meditados por San Josemaría,
Madrid, Rialp, 2009. ha sido proclamada por el mismo Jesucris-
to (cfr. Mt 5, 48). También es cierto que en
Enrique MOLINA el Magisterio reciente es proclamada con
una claridad, profundidad y fuerza que as-
pira a poner fin a un descuido multisecu-
lar. Mientras en los tres primeros siglos de
cristianismo el bautizado intentaba vivir el
radicalismo cristiano como respuesta a la
llamada divina, con la paz de Constantino
se debilitó, de hecho, la vida cristiana: el
aumento de conversiones no garantizaba
su calidad. El monaquismo fue la respues-

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