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La Nacacienta

Había una vez una joven muy pero muy hermosa, dulce y bondadosa, pero
muy naca en la forma que no sabía hablar muy bien, ella vivía con su mamá y
su papá, pero su mamá falleció al poco tiempo de casados y su papá quedó
viudo, pasaron los años y su padre se volvió a enamorar de una mujer llamada
Lencha Morales quien era una señora fea, mala, amargada y mal encarada y
tenía dos chirihuillas llamada Nacaranda y Nacasia, que se creían las más
hermosas del reino, pero eran las más peludas de todas las que vivían en la
gran ciudad de Nacotitlan.

Después de que falleciera el papá de nacacienta, ella solo se quedó con su


madrastra Lencha Morales y sus hermanastras Nacaranda y Nacasia quienes
la trataban muy mal, la ponían a limpiar todo el día los pisos de la casa, ellas
nunca hacían nada, eran unas flojas, huevonas y se burlaban de ella y no la
dejaban comer en el comedor con ellas y Nacacienta comía sola con los
ratones pero ella nunca se quejaba de su trabajo porque era muy bondadosa.

Un día cualquiera escucho a sus hermanastras decir que iban a ir a un baile de


Luis Casanova para conquistar al rey con una buena movidita, cuando se
quedó sola se puso a llorar por no poder ir a echarse una buena bailada ni
ligarse al rey. De repente apareció su hada madrina el gran Cuco de La
Laguna.

Quien le pregunto a nacacienta lo que le ocurría, no pos mi madrastra no mi


dejó ir al taconazo—le contesto a cuco, ay mija usa tu diccionario no se dice mi
dejó, se dice me dejó, pero no te preocupes tu si iras a ese bailazo chiquitita.

Entonces Nacacienta fue muy rápido a buscar lo que le pidió Cuco, un burro
para que la llevara arriba y una mula para turnarlo por si el burro se cansaba y
un cochero que era Isidoro, su primo de Nacacienta, pero le faltaba una cosa;
su vestido, para acabarla de amolar se vistió de muchos colores y bien naca
con unas trenzas y se pintó el cabello y con unas chanclas bien viejas, pero
otra cosa más dijo Cuco: el contrato termina a media noche así que debes
volver antes.

Cuando ella llegó al domo de Nacotitlan todos se quedaron callados admirando


su belleza mientras se preguntaban quién era esa mujer tan bella. El rey no
tardo en sacarla a bailar y muy rápido se enamoró de ella y sin pensar en su
naques.

A Nacacienta se le ocurría lo mismo y estaba muy embobada con el rey que no


se dio cuenta de que ya casi era media noche, se levantó y salió corriendo de
domo de Nacotitlan, el rey preocupado salió corriendo tras ella aunque no pudo
alcanzarla, tan solo recogió una de sus chanclas que Nacacienta dejó olvidada.
A los días siguientes llegó a la casa de Nacacienta un hombre sombrerudo con
la chancla para que todas las mujeres del reino se la probaran hasta encontrar
a la dueña de la chancla. Aunque Nacaranda y Nacasia hicieron todo el
esfuerzo de meter su pie en la chancla no lo lograron porque tenían los pies
dedudos, cuando llego el turno de Nacacienta, sus hermanastras se
empezaron a reír y hasta dijeron que no hacía falta que se la probaran porque
no podía ser ella la reina que buscaban, pero Nacacienta se la probó y le
quedó, de modo que Nacacienta y el rey se casaron y fueron muy felices y la
joven volvió a demostrar su bondad perdonando a sus hermanastras y
casándolas con dos señores de La Laguna.

Fin.

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