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publicaron su libro más famoso, su fuente de dinero… Es rara Los muertos indóciles (2013).
Cristina Rivera Garza. Tusquets,
la entrevista o perfil de gran autor que no incluye preguntas 2013, 300 pp.
sobre su rutina y sus hábitos extra-literarios (¿cómo, si no, sé que Jonathan Franzen sale a ver
aves para desestresarse y escribe con una laptop sin tarjeta wifi ni puerto ethernet?).
Cristina Rivera Garza intenta responder esta pregunta en Los muertos indóciles.
Necroescrituras y desapropiación, el libro de ensayos que publicó hace cinco años. Las piezas
que lo componen exploran las obras de autores contemporáneos, con énfasis en la poesía y la
producción mexicana, mapeando sus respuestas a los dos recent developments que más retan
gobiernos siempre han tenido autoridad sobre la muerte (véase, si no, a Antígona), pero estos
aún son los primeros años del Google Translate, el Big Data y el copy-paste. Sobre todo en el
segundo, quinto y sexto ensayo, Rivera Garza (o más bien @criveragarza) escoge y disecciona
ejemplos de escritores actuales que experimentan con la nueva relación con el lenguaje que las
nuevas tecnologías llamadas compiuter, smartphone, Google, Word, etc., alientan y hacen casi
inevitable. Entre ellos, Sara Uribe y su Antígona González (disponible gratis aquí), los
varias cuentas de Twitter, entre las que destacan @diamandina y su esposo, @albertochimal, el
mí es el cuarto, justo a mitad del libro, titulado “Mi paso por tránscrito: planetarios,
una poesía planetaria o global es profundamente personal y a la vez porta la fuerza explicativa
de una curiosidad voraz encaminada por las preguntas, intuiciones y lecturas correctas.
cargadas de sospecha) e interrogaciones para las personas que quieran embarcarse en el reto
que Rivera Garza plantea, siguiendo a Agamben, como la obligación de todo escritor: el